Capítulo 7 "El Conde de Montecristo"

    Fuego. Había fuego por todas partes y un hombre salía de entre las llamas. Sus pasos sonaban contra el suelo como si sus pies fueran de metal, tin, tin, tin, una y otra vez mientras se acercaba. No, los pies del hombre no eren de metal y el sonido no venía de él ¿De dónde venía aquel sonido?  Evey despertó pero siguió oyéndolo. Se lavó la cara para quitarse el aturdimiento y fue a ver qué era lo que hacía tanto ruido.
    –Ah, Mondego –V dio un último golpe con su espada y el casco de la armadura medieval salió volando hacia la cabeza de la muchacha que lo esquivó por poco.
    Evey lo miró con una ceja alzada.
    –Espero no haberte despertado –dijo V visiblemente apenado.
    – ¿Tienen filo esas espadas? –señaló un paragüero que contenía unas cuantas espadas de mosquetero.
    –No. Los objetos peligrosos están lejos de su alcance, señorita. Por si se decide a cumplir viejas amenazas.
    Evey sonrió. Fue hacia las espadas y cogió una.
    –Un Gard Dagtañan –dijo la mujer apuntando a su contrincante. Pensaba cobrar venganza porque la hubieran despertado.
    El hombre sonrió bajo la máscara contento de poder pelear con algo que no fuera un objeto inanimado, pero la batalla no duró mucho. Después de unos cuantos movimientos V ya tenía la espada de Evey.
    –Vaya. Soy más mala en esgrima de lo que pensé ¿Qué veías?
    –Mi película favorita “El Conde de Montecristo” con Robert Donat como Edmond Dantes.
    –Nunca había visto esa versión
    – ¿Versión? ¿Hay otra versión?
    –Si
    –Bueno, quisieras ver esta versión.
    – ¿Tiene un final feliz?
    –Como sólo un celuloide los tiene.
    –Está bien y uno de estos días podríamos ver la otra
    Después de un tiempo y unas cuantas lágrimas Evey y V estaban sentados en el sofá frente al televisor.
    – ¿Te gustó?
    –Sí, pero me dio lástima Mercedes. A él le importaba más la venganza que ella.
    V asintió pensativo y apagó el DVD dejando la transmisión del televisor donde estaban informando la noticia de la muerte de Lewis Prothero. Evey sacó todo el aire que tenía en los pulmones antes de preguntar.
    – ¿Lo hiciste tu, verdad?
    –Si preguntas si soy el responsable de que den esa noticia, sí, los soy. Quien antes fue Lewis Prothero ya no existe.
    –Lo mataste.
    –No, simplemente lo dejé mentalmente incompetente para ejercer de “La Voz de Londres”, ellos fueron los que dijeron que estaba muerto porque no podían decir la verdad: Que han perdido a su hombre a manos mías, que son vulnerables.
    – ¿Qué le hiciste para que quedara “mentalmente incompetente”? –preguntó Evey, seria.
    –Le arruiné su colección de muñecas.
    – ¿Muñecas? –la mujer pensó que no había oído bien.
    –Sí, muñecas, Prothero las coleccionaba.
    – ¿Por qué haces todo esto V?
    –Hace muchos años él y unos cuantos más le hicieron mucho daño a este pueblo, y también a mí.
    –Entonces es una venganza, como dijiste en tu… “presentación”–se puso de pie.
    –Si –V que hasta ahora tenía la vista fija en el televisor miró hacia ella– ¿Te molesta todo esto?
    –Decir que me molesta sería hipócrita de mi parte. Tú mataste a los señaladores que me querían hacer daño y yo no me quejé por ello. Supongo que la violencia a veces puede servir para el bien, aunque con eso no quiero decir que me guste.
   Evey se giró para marcharse.
    –Espera Evey ¿Todavía está en pie tu proposición de ayudarme?
    Ella lo miró.
    –Por supuesto que sí ¿De qué se trata?
    –Necesito alguien con dotes de actuación para el viernes, después te diré los detalles.
    –Está bien V, Hasta luego.

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