▶𝟶𝟼

Skipper.- Lo siento, Sarah, pero no sé... no sé si deberíamos considerarlo una causa extrema...

Sarah.- Vamos Skipper, claro que lo es... se trata de mi abuela, mi familia...

Skipper.- No sé Sarah...

Kowalski.- Debemos ir Skipper, se trata de la última voluntad de sus padres, es lo único que quiere... cumplirlo para que puedan descansar en paz...

Skipper.- ¿Y se te ha ocurrido acaso cómo va Sarah a comunicarse con su abuela con la forma que tiene ahora mismo?

Kowalski.- No te preocupes. Ya está todo pensado.

Miré a Kowalski dudosa. ¿Por qué había dicho eso? A mí no me había dicho nada al respecto, y no se me había ocurrido en absoluto la posibilidad que nos planteaba Skipper. Y era totalmente cierta. ¿Cómo iba a dirigirme a mi abuela con aquella forma, con la que no me entendería al hablar y ni tan siquiera sabría que sería yo la que se estaba ocultando bajo aquella forma? No se me ocurría ninguna forma de deshacer aquel entuerto en el que Skipper acababa de meterme, pero opté por no decir nada.

Skipper.- ¿Y sabes acaso dónde tenemos que ir?

Sarah.- A Madrid. —respondí con rapidez.

Skipper.- España.

Kowalski.- En efecto.

Skipper.- Pero sabéis de sobra lo que supone, ¿no? Dejaremos la guarida sola durante más tiempo del que quizás tengamos pensado, a merced de Espiráculo y sus secuaces.

Sarah.- Está bien, tiene razón... —dije dando media vuelta.

Kowalski.- Pero Sarah... —dijo agarrándome por la aleta para retenerme.

Sarah.- Déjalo. Es inútil.

Kowalski.- De acuerdo...

Di un par de pasos hacia el laboratorio, cuando de pronto, sonreí maliciosamente.

Sarah.- Por cierto, Skipper... —dije sin darme la vuelta para mirarle—. Deberías saber algo de España. De vez en cuando, en los barrios más apartados, por las noches, se dan grandes concentraciones de hippies... pero bueno, ya da lo mismo, ya has dejado claro que no quieres ir, así que...

Skipper.- ¡Alto, alto, alto! ¿Hippies has dicho?

Sarah.- Sí.

Skipper.- Bueno supongo que no será... tan malo cruzar el charco. Chicos, nos vamos a España.

Todos chocamos la aleta y voceamos de alegría. Sabía que aquello funcionaría, para Skipper, era un truco infalible.

Kowalski se acercó a mí cuando Skipper no estaba cerca y me miró con una sonrisa también maliciosa, con las aletas a la espalda, como imaginando lo que acababa de suceder.

Kowalski.- ¿De verdad hay concentraciones de hippies por la noches en España?

Sarah.- Si te soy sincera... Ni idea.

Kowalski.- Chócala —dijo ofreciéndome su aleta.

Sarah.- Mejor aún.

Me acerqué a él, le posé las aletas en las mejillas y le besé apasionadamente, tanto que incluso se sobresaltó.

Me separé de él de la misma forma que me había acercado, intensamente y sin dejar de mirarle a los ojos.

Kowalski.- Estoy deseando conocer tu hogar.

Sarah.- Y yo deseando verlo después de tanto tiempo...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top