Capítulo 1: ¿Matrimonio?
"Mi Suk"
Mis pasos eran apresurados y torpes, mi vista viajaba por cada rincón del sitio con la esperanza de encontrar a una sola persona. No entendía cómo es que había llegado a este lugar, acaso... ¿se trataba de un sueño? Sí, tal vez de eso se trataba porque nadie más que yo sabría que debido a mi estabilidad económica no tendría la gran oportunidad de caminar por un sitio tan espacioso y lujoso.
Miré una vez más mis prendas, percatándome de que mi uniforme del restaurante había desaparecido para ser remplazado por un hermoso vestido color negro, mis tenis sucios tampoco estaban, en cambio, mis pies estaban apoyados en un par de tacones del mismo color.
Mis uñas eran largas y llevaban un diseño sencillo, pero lo hacía ver elegante, también, mis dedos largos y delgados eran rodeados por algunos anillos color plata y por lo que podía notar, estos tenían incrustados pequeños diamantes que brillaban cada vez que realizaba un ligero movimiento.
Mi cuello tampoco era la excepción, este era rodeado por un collar pequeño y mi cabello se sentía suave y rizado, cayendo sobre mis hombros como si se tratara de una pequeña cascada.
El ambiente había cambiado, el sonido de una ligera música clásica acariciaba mis oídos, cada parte de la construcción era envuelta por un fantástico destello y los enormes ventanales daban paso a la luz natural del atardecer, permitiendo que el salón tuviera un aspecto de ensueño.
—¡Mi Suk!
Me moví de mi lugar un tanto confundida, pero a la vez, un poco esperanzada. Mis ojos se movían con desesperación, con la intención de ver a alguien, sin embargo, por más que recorría aquellos pasillos sabía que esa posibilidad nunca se cumpliría. Juraba que por un momento mi nombre fue pronunciado a la lejanía, en un instante temí que la locura estuviera rozando mis hombros.
—¡Mi Suk!
Ahí estaba de nuevo. Volví a mirar a mi alrededor hasta que mis ojos se detuvieron en las escaleras del inmenso edificio, no recordaba haberlo visto con anterioridad. Luego, al ver más allá de estás pude distinguir la silueta de lo que parecía ser un hombre.
Un suspiro salió de mis labios y le comencé a hablar, pero este no reaccionaba a cada una de mis palabras, más bien, lo hacía notar misterioso. Su cabello era negro, al igual que su traje y fácilmente podía medir más de 1.80 cm. No obstante, debido a la lejanía no lograba encontrar más detalles.
—¡Mi Suk!
El suelo se movió con brusquedad, provocando que perdiera el equilibrio. Mis manos estaban en el suelo al momento de que mis dientes rechinaban debido al golpe inesperado en mis rodillas, no podía dejarlo ir, era el momento adecuado para preguntarle lo que realmente estaba sucediendo.
Así que, decidida intenté ponerme de pie, pero al cabo de unos segundos un par de zapatos de cuero invadieron mi campo visual, dejándome un poco petrificada. Lentamente mi cabeza fue subiendo hasta llegar a su rostro, un rostro que no llegaba a definir debido a que una potente luz blanca me opacaba.
—Toma mi mano, Mi Suk.
El sonido de la música era más fuerte, hasta parecía escuchar el canto de los ángeles, o más bien, se trataba de su delicada y dulce voz. Su mano estaba delante de mí, esperando que aceptara mi gesto, sin embargo, al estar tan solo unos centímetros de tocarla, todo se desvaneció, volviéndose oscuro.
—Mi Suk. —La puerta fue abierta con brusquedad. Mis ojos se abrieron un poco y la imagen borrosa de mi madre apareció frente a mí—. Te he llamado por varios minutos y aún sigues en la cama.
—¿Mhm? —Mi cuerpo se movió un poco, dejando a un lado la sábana que me cubría. —Solo déjeme dormir un poco más, ¿sí? —Refunfuñé.
—Si permito que eso suceda, llegarás tarde. —En eso, sentí como sus pequeñas manos me tomaban de los tobillos, haciendo una ligera presión en ellas. Mi frente se arrugó debido a la incomodidad y empecé a mover mis pies con desesperación, provocando que su acción se quedara a mitad del camino.
—Pero si hoy es lunes —dije en bajo, al momento de que mis brazos rodeaban uno de mis peluches con forma de gatito.
—¿Lunes? —Rió sin ganas. —¡Hoy es sábado!
—¡¿Qué?! —Mis ojos se abrieron como platos, mi cuerpo se levantó con brusquedad al recordar todas las cosas que me tocaba hacer. Estaba segura que hoy era mi día de descanso, así que no vi nada de malo en dormir un poco más. —¿Por qué no me despertó más temprano? —Lloriquee un poco, mis manos se movieron con gran velocidad y retiré todo lo que estuviera encima de mí.
Me dirigí al gran armario y saqué unas cuantas prendas, debo admitir que esta no era la primera vez en la que mi madre me despertaba a gritos, todo por mi tonta idea de ser "mi día libre", el único día en el cual podía ser feliz conmigo misma.
—Es lo que he tratado de hacer todo este tiempo, pero quien diría que mi pequeña hija tiene el sueño más pesado que dos osos juntos.
No respondí, en cambio, subí mis pantalones y los abotoné torpemente, luego, pasé por mi camisa (uniforme del restaurante) y finalmente me puse un par de calcetines limpios, ignorando por completo la presencia de mi madre. A estas alturas, no me daba buena vibra que se quedara ahí observándome, puedo deducir por su tipo de mirada que solo estaba juzgando cada uno de mis movimientos, por suerte, no tardó en salir del cuarto mientras soltaba un largo suspiro, tal vez se dirigía a la cocina para seguir con la preparación del desayuno.
—¡Ma! —Grité desde la puerta de mi cuarto. —¿No sabe en dónde he dejado mi celular?
—¡Está en mi bolso!
¿Su bolso? ¿En dónde demonios estaba?
—Por cierto. —Apareció frente a mí con una espátula en la mano, apuntándome de forma amenazante. —Ayer vomitaste en él.
—Cuando regrese lo lavaré.
—Oh no, me compraras otro.
—¿Disculpe? —Reí sarcásticamente. Sé que estuvo mal lo que hice, pero no creo que haya sido tan malo como para que su bolso sea cambiado por uno nuevo. —Pero con lo que gano apenas alcanza para los gastos de la casa, ¿de dónde voy a conseguir más dinero?
—Entonces la próxima vez que decidas ir con tu amiga a tomar, piénsalo dos veces.
—¿Qué? —Pregunté sorprendida. —No sé de qué habla, Sun Hee y yo solo pasamos una noche tranquila, cero alcohol.
—En este momento no puedes cubrir tus errores con mentiras, así que déjate de juegos y termina de vestirte.
Fruncí el ceño y vi como mi madre regresaba a la cocina, era la primera vez que me ponía un poco ebria, a mi edad tenía mucha curiosidad sobre tal experiencia y ayer, vi la oportunidad perfecta, sin embargo, ahora que era más consciente de mis actos no era la gran cosa. Todas las personas que me platicaban sobre las locuras que hacían bajo los efectos del alcohol no eran nada comparados con lo que estaba viviendo. Tal vez, esa clase de bebidas no era para mí.
Rasqué detrás de mi oído izquierdo y pensé, ¿en qué sitio se podría encontrar tal bolso? Hice un mapa mental de mi casa, descartando ciertos lugares en los que había una baja posibilidad de que estuviera allí, no paso mucho tiempo en el cual mi cerebro hizo un perfecto "click". Satisfecha, me dirigí al cuarto de baño con la intención de rebuscar entre la ropa, no obstante, por más que me deshacía de las prendas nada era de mi interés.
Hasta me había dado a la tarea de averiguar si estaba atrás del excusado que, conociendo a mi madre haría lo posible para hacerme sufrir un poco.
—¡Ma! —Volví a gritar. Mis pies se dirigieron a la cocina y vi como la mujer picaba algunos vegetales sobre la mesa de madera. —¿Dónde está su bolso? Lo busqué entre la ropa sucia, pero no la encontré.
—¿Crees que sería capaz de echarla ahí? —dijo sin retirar la vista de la tabla de picar. Desde mi lugar me moví un poco incomoda. —Si eso hubiera ocurrido, lo más seguro es que el baño olería a vomito. Ve afuera y búscala.
Me giré sobre mis talones y a una rápida velocidad me dirigí a la salida. Sin darle mucha importancia de que mis pies llevaran un calzado, toqué la madera fresca del exterior. La imagen de mi vecindario apareció frente a mí y el sol parecía estar saliendo de los enormes cerros, aunque estuviéramos a mitad de la estación de verano, aquella mañana estaba fresca.
Mis ojos se dirigieron a mi costado y algo pudo llamar mi atención, una pequeña bolsa verde se encontraba arrumbada en una de las esquinas de la casa, así que de inmediato supe que se podría tratar de mi objetivo. Me acerqué y al abrirla con mucho cuidado, una sonrisa juguetona se dibujó en mi rostro, pero lamentablemente mi felicidad no había durado mucho tiempo, puesto que a los pocos segundos fue remplazado por una mueca de desagrado.
Sentía que ese asqueroso olor me picaba los ojos y la punta de la nariz, la tos se intensificaba cada vez que intentaba acercarme. No estaba segura si sería capaz de meter la mano y tomar mi celular sin tener la necesidad de echar lo último que me quedaba en el estómago.
Conté hasta diez y en un movimiento rápido metí la mano, sentía como cada uno de los pequeños objetos estaban cubiertos por una mezcla fría, pero a la vez viscosa, ni siquiera supe como logré distinguir el aparato de todas las demás cosas si en cada movimiento que realizaba una fuerte arcada llegaba a surgir.
Saqué la mano y en un tonto movimiento realicé un nudo a la bolsa de plástico, ahora mi cara no dejaba de realizar diversas muecas al ver mi extremidad mojada y mal oliente. Corrí al baño y abrí desesperadamente la llave del lavabo, después usé jabón, volví a enjuagar y sequé con delicadeza.
Ahora me sentía totalmente satisfecha.
Los minutos restantes me dediqué a limpiar el celular y, sobre todo, a encargarme de mi aspecto. Ni siquiera me daba tiempo para desayunar, así que me despedí de mi madre a lo lejos y salí de mi hogar con la intención de llegar a mi medio de transporte. Estando ahí, abrí el pequeño candado y retiré la cadena de la llanta trasera, después, para colocarla en la canasta que se encontraba delante de mí.
A pesar de eso, mis movimientos se detuvieron al escuchar como alguien gritaba mi nombre a la lejanía, levanté la mirada y pude notar como mi madre corría a mi dirección. Ni siquiera se había dado a la tarea de cambiar su calzado, al parecer, su mensaje era mucho más importante.
—Necesito que me hagas un favor —dijo, mientras intentaba recuperar el aliento.
—¿Favor? ¿Qué clase de favor?
—¿Recuerdas esa nueva tienda de cosméticos que vimos el otro día? —Sonrió. ¿Cómo era posible que su tono de voz cambiara tan rápido? Ni siquiera intentaba ser amable cuando yo le pedía un favor.
—Sí, ¿pero eso qué? —Me crucé de brazos un poco molesta. —Tampoco era la gran cosa, sus productos son los mismos que cualquier otra tienda en corea pueda tener.
—¿Qué no viste que están en su semana de inauguración? Sus productos están a mitad de precio, no puedo perderme una oferta tan grande. —Dicho esto, sacó un par de billetes y me tomó de la mano para dejarlos. —Se buena niña y ve a comprarme unos labiales.
Seguramente mi expresión podría resultar graciosa para algunas personas, pero a estas alturas intentaba que esta clase de cosas no me sorprendieran, pero al final de todo, parecía que mi vida se trataba de un chiste porque las acciones de mi madre no paraban de quitarme un poco de la cordura que me quedaba. ¿Cómo era posible que, a pesar de todo, ella siguiera comportándose como una adolescente?
—¿Está siendo consciente de lo que está diciendo? Nuestro hogar es mucho más importante que su maquillaje.
—Mi Suk, sabes que esto es importante para mí.
—La semana pasada hizo una compra muy grande, en un principio pensé que era algo beneficioso para nosotras, o incluso, para nuestra casa, pero tristemente me enteré de que solo lo hizo por usted. Esa obsesión por el maquillaje me está alejando del único familiar que tengo, está bien que desee verse hermosa, pero en muchas ocasiones prefiere gastar el dinero en esa clase de productos en vez de ofrecerlo en alimento.
Sentía unas inmensas ganas de llorar, siempre intenté mostrarme fuerte frente a ella después de todas las situaciones dolorosas por las cuales hemos pasado, pero en ese momento ya estaba cansada de sus juegos. Necesitaba a mi madre, a esa mujer en la que podía confiar.
—Sabes el porqué de mi actitud, ¿quieres que regresé a lo que en algún momento fui? Acaso... ¿me quieres ver tan mal?
No, no quería regresar al pasado. No quería verla sufrir, pero... No estaba de acuerdo que pusiera su pequeña obsesión frente a todos los problemas.
—¿Sabe por qué ya no le pregunto sobre su trabajo? Porque sé perfectamente que, con ese dinero, se lo gasta a su conveniencia. Eso de que las ventas están bajas, no me lo creo. Y me da muchísima tristeza que las únicas palabras que salen de su boca solo se traten de mentiras.
Su expresión estaba sería, ni siquiera era capaz de ver ese rostro iluminado que en un principio parecía que nada le haría cambiar. Sé que herí alguna parte de su corazón porque de mí, solo salía la verdad. Era duro que ella negara todo, como si su salud mental no pudiera ser atacada, pero ambas estábamos mal, necesitábamos ayuda de un profesional.
Lamentablemente, era complicado costear el tratamiento debido a nuestra situación.
—Espero que mis palabras la hagan recapacitar y, sobre todo, espero que le dé un buen uso. —Esta vez, yo fui la que tomé su mano para dejar el dinero, su mirada vacía bajo, pero no dijo nada más.
Me subí a la bicicleta y comencé a pedalear con velocidad. Sentía que si no salía lo más pronto posible de aquel lugar me pondría a chillar como una niña de cinco años, las peleas con mi madre cada vez eran más duras, algunas de ellas estaban envueltas en violencia verbal e incluso, física. Y aunque ella usara su fuerza contra mí, nunca he sido capaz de levantarle una mano porque tanto su persona como la mía, están heridas del corazón.
Desde la partida de mi padre, las cosas nunca marcharon para bien. Muchas veces escuché como mi madre lloraba por él mientras que las botellas de alcohol rodeaban su cuerpo delgado y sucio. Los días pasaban y no salía de su habitación, mi mente de una niña temía por su muerte, así que lo único que hacía era ir con los vecinos para decirles que mi madre no respondía.
Al final de todo, empecé a encargarme de nuestro hogar a una edad muy corta por que el alimento cada vez escaseaba más, los servicios tenían que ser pagados y por primera vez era capaz de sentir los primeros síntomas de la ansiedad y la depresión. Tuve que dejar los estudios por unos años para encargarme de mi madre que después de un tiempo enfermó.
Entre pedir limosna, hacer pequeños mandados y deberes fui creciendo con un enorme dolor, cuando cumplí la mayoría de edad pude conseguir un buen trabajo. Y hasta ahora, he ido de lugar en lugar para ganarme la vida.
Mi meta en la vida es salir adelante para terminar una carrera, quiero sentirme orgullosa de todo lo que soy capaz de hacer y demostrarme una vez más que a pesar de todas las dificultades que se me crucen en el camino, sé que tengo las armas para enfrentarme a cualquier cosa.
Bajé la velocidad de la bicicleta y me detuve al llegar a la banqueta, cuando estuve en una zona adecuada (sin estorbar a nadie) me bajé de ella y coloqué la cadena con su respectivo candado. Era momento de comenzar con mi labor en el restaurante.
Entre al local y un delicioso olor llego a mis fosas nasales, el lugar estaba solo, pero sabía que dentro de unas horas estaría corriendo por todo el local llevando pollo y cerveza a las mesas de los comensales.
—¡Buenos días! —Grité desde la puerta, esperando que alguien saliera de la cocina para saludar.
—Otra vez llegas tarde.
La voz de Bon Hwa se escuchó de fondo, mi atención se dirigió en él para percatarme que en sus manos llevaba una charola de plástico, pero esta no estaba vacía ya que en él se podía observar algunos pollos enteros y limpios. Sus manos estaban cubiertas por un par de guantes amarillos y de su cuello colgaba un delantal del mismo color, ambos siendo del mismo material (hule)
—Hola, ¿qué tal el trabajo?
—Nuestra jefa está muy enfadada, me dijo que estaba harta de que siempre llegaras tarde —respondió serio, dejando la charola en una de las mesas. La piel de las aves era blanca y a la vez se veía suave.
—Eso es mentira, son pocas las veces que me ha ocurrido. Además, yo no soy la única que le ha pasado —Mi mirada era amenazadora, sabía que mis palabras estaban haciendo eco en su cabeza porque tampoco él era el mejor empleado de la tienda.
—Eso de haberte embriagado con Sun Hee te ha dejado sin neuronas, la próxima vez celebra su cumpleaños en otra tienda que no sea esta.
—Lo siento mucho, la próxima vez te invitaré un trago, ¿te parece?
—¿Has olvidado que soy menor que tú? Por cierto, odio el alcohol, pero lo que más me molesta es limpiar el vómito de los demás.
Sonreí un tanto penosa, tengo que admitir que me daba un poco de curiosidad saber que tan lejos habíamos llegado, pero dentro de mi imaginación no estaba el hecho de haber sido tan desastrosa y más porque era la primera vez que me embriagaba junto con mi mejor amiga. Ahora veo que no solo vomité en el bolso de mi madre.
—Oh, ¿qué tal la resaca? —La voz de Jae Soon se escuchó de fondo. Presté atención a su persona al momento de que se acercaba a nosotros un tanto curiosa. Sonreí avergonzada.
—Pensé que iba a ser peor, pero ya aprendí la lección de no volver a tomar tanto. Al parecer, nadie parece estar feliz ante mi presencia.
La mujer y yo miramos al chico alto quien, me seguía mirando igual de enojado. Por un momento pensé que de sus ojos saldrían algunos rayos láser y me cortarían en mil pedazos.
—Más te vale que cumplas con tu palabra, la cuenta está a un lado de la caja registradora, espero que no te dé un infarto cuando veas por todo lo que tienes que pagar.
Y sin más, agarró la charola de plástico para después meterse a la cocina, tragué duro al momento de que sus palabras se repetían dentro de mi cabeza. Lo había olvidado por completo.
De pronto, oí como la risa de Jae Soon me acariciaba los oídos, no sabía si estaba fingiendo, pero no parecía estar tan molesta.
—Tienes que entenderlo, ayer se tuvo que ir tarde del trabajo por estar cuidando a unas clientas tan latosas.
Sabía que el papel de tonta no me quedaría en esos momentos porque ambas sabíamos que esas "clientas latosas" se trataba nada mas de Sun Hee y yo.
—¿Es cierto que fuimos un gran dolor de cabeza? Solo recuerdo que estábamos bebiendo y comiendo algo de pollo frito, pero ni siquiera sé cómo llegué a mi casa.
—Bueno, al parecer ustedes dos no querían irse de aquí, así que me di a la necesidad de hablar con sus madres. Ambas llegaron al mismo tiempo, parecían estar muy enfadadas.
Si mi madre aún seguía enojada por lo que sucedió anoche, ahora ni siquiera me quería imaginar cómo le fue a Sun Hee en casa.
—Tu madre te golpeo con su bolso, te regañó mucho, seguramente no dejó de hablar durante todo el camino. El punto es que, se fue de aquí echando fuego por los ojos cuando se dio cuenta que habías vomitado en su bolsa. Es una lástima que algo tan bonito haya sido arruinado por la naturaleza del ser humano.
—Ni me lo recuerde que mi madre se ha quejado durante toda la mañana —En ese instante no podía soportar toda la vergüenza que me estaba consumiendo, necesitaba ocultar mi rostro para que no viera mis mejillas sonrojadas. ¿Como pude comportarme tan infantil? Ahora si estaba más que decidida, nunca más tomaría una gota de alcohol.
—¿Discutieron de nuevo?
—Me gustaría decir que no, pero esta vez se trata de otro tema.
—¿Lo mismo de siempre?
La miré, no tuve la necesidad de explicarte todo porque ella sabía perfectamente lo que sucedía con mi madre, así que solo se acercó a mí y me brindó uno de sus cálidos abrazos maternales. A veces, deseaba que ella fuera mi verdadera mamá y con solo el hecho de pensarlo, me daban muchas ganas de llorar.
—Ánimo, mi niña. Estoy segura que te pasará algo bueno en estos días.
—Ojalá que ese algo bueno durara toda la vida.
—Puede ser que si se te cumpla.
Me alejé un poco de su cuerpo mientras que mi expresión cambiaba a una de curiosidad, ahora no sabía de qué juego se trataba, pero parecía ser un poco interesante.
—Tienes que hacer una entrega. Bow Hwa no puede ir porque se está encargando de la cocina, así que necesito que te apures y lleves esto.
Detrás del mostrador sacó una bolsa de plástico que llevaba el logo de la tienda, tomé el pequeño papel amarillo que se encontraba pegado y leí lo que marcaba. Me parecía un poco extraño que la dirección fuera un poco inusual, tal vez, los empleados de dicho sitio habían llamado para solicitar nuestro producto porque si se trataba de los dueños, no estaría tan segura que la llamada fuera con toda la sinceridad.
—¿Esto está bien? ¿No se equivocó al momento de escribirlo?
—Es extraño, ¿cierto? —Rió un poco. —Pero bueno, el negocio está creciendo y no me negaría a llevar nuestros deliciosos combos más allá de un público intermedio. Esa zona está rodeada de gente adinerada, así que espero que recomienden nuestro pollo.
Sonreí un poco y asentí al estar de acuerdo con su comentario anterior, no debería de juzgar este tipo de cosas, al final de todo, somos humanos y el hecho de tener dinero no significa que durante toda la vida se coma en restaurantes lujosos.
Jae Soon me pasó cada uno de los objetos y salí tranquilamente de la tienda, en la parte trasera de la motocicleta había una gran caja de aluminio (que esta también llevaba el logo de la rosticería), con cuidado, abrí la puerta, dejé la bolsa y cerré.
Era momento de olvidar aquellos problemas en casa y disfrutar de este momento a solas, al final de todo, era un viaje largo y este me sería de mucha ayuda para reflexionar sobre mis acciones.
💸
Apagué el pequeño motor y di un último vistazo al papel, por fin había llegado a mi destino después de una intensa búsqueda. Eso de no estar familiarizada sobre las zonas de la alta sociedad había provocado que comenzara a dolerme la cabeza, o tal vez, mi resaca recién había comenzado.
Decidida, bajé del vespa amarillo y saqué de la caja la gran bolsa con comida, después remplacé lo anterior por el casco del mismo color que la motocicleta. Ahora, mi objetivo era entregar la bolsa y recibir satisfactoriamente el dinero, y, tal vez... una pequeña propina.
Caminé hasta la caseta y golpeé un par de veces con la intención de llamar la atención del guardia de seguridad, este me miró y para pronto abrió la pequeña ventanilla que se encontraba entre nosotros, la música de la radio comenzó a sonar con fuerza.
—Hola, buen día. —Sonreí con amabilidad. El hombre mayor me regresó la sonrisa.
—Buenos días, ¿Puedo ayudarla en algo?
—Vengo a entregar esto. —Y en eso, levanté la mano con la bolsa. Sin embargo, mi sonrisa fue desapareciendo poco a poco cuando vi que la expresión del hombre había cambiado a una de confusión.
—Permítame un momento.
Tomó su pequeño walkie talkie y comenzó a hablar con un hombre, ahora tenía un poco de incertidumbre sobre su actitud, será que... al final de todo no estaba tan equivocada. Si tan solo me entero que aquella llamada fue una equivocación mis ganas de encontrar a los responsables martillaría cada uno de mis profundos pasamientos.
—La puerta será abierta, puede pasar —dijo con delicadeza. Una sonrisa de alivio se dibujó en mi rostro e hice caso a sus palabras.
Cuando la puerta se abrió en su totalidad empecé a caminar hacia la entrada de la mansión, sin dejar de admirar el gran jardín que me rodeaba. Se trataba de un espacio inmenso y a la vez tan hermoso, era como estar dentro de los dramas que miraba mi madre por la noche.
Si tan solo supiera en donde me encontraba, vendría hasta acá y se escondería en cualquier sitio para nunca ser echada. Mis pies seguían avanzando hasta dejar atrás una hermosa fuente de piedra, el sonido del agua chocar entre si me brindaba una cierta relajación.
Subí las escaleras y antes de llamar a la puerta arreglé mi vestimenta, siempre tenía que lucir bien presentable para los clientes; era lo que me decía Jae Soon. Sin más, presioné el botón y a los pocos segundos un hombre adulto me recibió.
—Señora, la chica está aquí.
La anciana que se encontraba detrás del señor me miró por unos instantes antes de acercarse, en sus manos arrugadas podía ver como sostenía un pequeño monedero color negro, por lo que una sonrisa se dibujó en mi rostro.
—¡Buen día! —Hice una reverencia —. Vengo de la rosticería Keuleiji chikin, esta mañana recibimos una llamada solicitando nuestro producto estrella. ¿Sería tan amable de aceptarlo?
La mujer no dijo nada más y agarró la bolsa. Parecía estar desinteresada en mi simpático discurso. —¿Cuánto es?
—Son 13,000 wones, más 2,000 por el envío a domicilio.
—¿Ah? ¿13,000 wones? —Preguntó disgustada. —¿Qué no son 5,000?
—Eso entra en el paquete individual, usted pidió el familiar.
—¿Ah? —miró detrás suyo, como si no quisiera que el mayordomo estuviera escuchando nuestra conversación. —¿De qué demonios estás hablando? No podría comerme todo esto.
—¿Y por qué está tan gorda?
—¡¿Qué?!
Mis ojos se agrandaron al darme cuenta que volví a pensar en voz alta, sin duda, hoy era el día en el cual todos me deberían de odiar.
—Nosotros siempre confirmamos los pedidos antes de aceptarlos, tal vez... se pudo confundir con el contenido de los demás paquetes.
—¡Olvídalo! —habló fuerte. Luego, buscó en su pequeño bolso algunos billetes para después entregármelos de mala manera. —Me aseguraré de no volver a llamar.
Y en eso, la puerta se cerró con brusquedad. Mi cuerpo se quedó helado al presenciar esa acción tan inesperada. Al parecer, Jae Soon se pondrá muy triste cuando se entere que la anciana no nos recomendará.
"Young Soo"
Me encontraba en mi oficina leyendo los informes del mes, estábamos a pocas semanas de lanzar nuestra nueva colección de ropa para otoño, afortunadamente las ventas de este verano marchaban mejor de lo que habíamos pensado. Sabía que sería una buena idea en seguir algunas tendencias del extranjero fusionadas con los de nuestra cultura.
Los últimos días estaba bajo mucho estrés, todos o casi la mayoría de los empleados solían verse cansados y hasta fastidiados, pero no los culpo, siempre que estábamos cerca de la fecha de lanzamiento se lograba sentir un ambiente pesado por toda la compañía, sin embargo, sabíamos que después de todo ese trabajo duro recibiríamos una grandiosa recompensa. Así que, me limitaba a pensar en eso y no en los frecuentes dolores de cabeza.
Unos cuantos golpes lograron captar mi atención, seguramente se trataba de ese chico debilucho, o, mejor dicho, de mi asistente. Y no debo mentir, a pesar de tener una personalidad espontanea, es muy dedicado a su trabajo. Más bien, debería llamarlo como uno de mis mejores empleados, sumando puntos que es de mi gran confianza.
Sin más, acepté a que pasara, vestía con uno de sus mejores trajes y su peinado ya era muy típico de estos días. Llevaba consigo una carpeta color azul marino mientras que en una de sus manos llevaba un bolígrafo, sonrió cuando hicimos contacto visual y me entregó el conjunto de hojas.
—Buenos días, jefe. ¿Cómo amaneció el día de hoy?
—Bien, supongo. Lo mismo de siempre, ¿y usted? —comenté mientras echaba un pequeño vistazo al contenido de la carpeta. Al parecer me tocaba firmar un par de cosas.
—Amanecí con un ligero dolor de hombros. —Rió un poco. —Pero ya sabe que es por todo el trabajo que hemos tenido. Gracias a usted, la empresa ha crecido mucho.
—No me lo agradezca, esto no solo se trata de mí sino más bien de la dedicación de todos.
—Por cierto, no me aviso que hoy llegaría más temprano de lo inusual, cuando llegué me dijeron que usted ya estaba en su oficina. Tal vez, le hubiera ayudado en algo.
—No te preocupes, no tengo más pendientes que dejarte, lo que hice esta mañana no es un tema a parte de la colección. Solo... quería avanzar al trabajo.
—Entiendo...
Cuando estuve esterado de la información firmé rápidamente, después cerré la carpeta y se la entregué a mi empleado.
—Jefe, recuerde que en media hora tiene una reunión con el departamento comercial, en la última reunión no terminaron en tocar los últimos temas.
—Es cierto, lo había olvidado.
—¿Quieres que le haga un recordatorio en su celular o me acerco hacia usted?
—Es mejor que vengas, lo más seguro es que ignoré el teléfono. No puedo llegar tarde a esa reunión.
—Bien, entonces más tarde vendré, cualquier cosa estaré en mi oficina.
Me regaló una última sonrisa y se giró sobre sus talones con el propósito de salir de mi oficina. Cuando el silencio era lo único que me acompañaba, dejé escapar un suspiro mientras cubría mi rostro con las manos. Necesitaba que este día se terminara de una buena vez.
💸
—¿Ya se va?
Ambos caminábamos fuera de la sala de reuniones, exitosamente tocamos los últimos pendientes, así que ya no había necesidad de reunirnos antes de que culminara la fecha del lanzamiento. Ni siquiera superamos las dos horas, pero fue suficiente para dejarme un poco agotado.
—Seguiré con mi trabajo en casa, necesito saber qué es lo que quiere mi abuela.
—¿Se refiere a la llamada que le hizo esta mañana?
Mis pies se detuvieron por un momento para repasar sus palabras, no podía negar que me sentía un poco ansioso desde que había escuchado a mi abuela, aunque no me dio ningún detalle fue muy extraño para mí que llamara. Según ella, mi tiempo en la empresaria valía mucho, así que no quería "distraerme" por una simple charla que fácilmente podríamos tocar en la cena.
Me preocupaba que sus palabras estuvieran envueltas por un problema de salud, desde que mis padres se fueron a otro país para gestionar nuestra otra compañía ya no era un tema que me preocupara, ni siquiera esperaba que algún día volvieran a corea. Todas las promesas que algún día me hicieron nunca las cumplieron, y ahora, a la única persona que estoy dispuesta a proteger es a mi abuela, porque ella se ha convertido en todo mi mundo.
—¿Sabes? Todas estas horas he intentado concentrarme en mi trabajo, pero no puedo. No dejo de pensar en ella, me aterra el solo hecho de que algo esté mal.
—No se preocupe señor, yo lo entiendo. Puede ir con cuidado, cualquier cosa que suceda yo se lo notificaré.
—Gracias. —Le regalé una pequeña sonrisa y seguí con mi caminata hasta llegar a la salida.
Mi chofer se encontraba afuera esperándome, cuando notó mi presencia fue corriendo hacia una de las puertas traseras y la abrió para luego saludarme. Le respondí, y sin esperar un segundo más ingresé al vehículo, el maletín estaba en el asiento consecutivo al mío, el aire acondicionado estaba encendido en el nivel uno y mi empleado ya estaba listo para comenzar el viaje.
Desafortunadamente el tráfico a estas horas estaba en su pico más alto, avanzábamos y el siguiente semáforo que nos tocaba estaba en luz roja, provocando que me sintiera aún más ansioso al no llegar a mi hogar. Decidí ignorar el intenso dolor de cabeza que comenzaba a surgir y me dediqué a cerrar mis ojos mientras realizaba unas respiraciones profundas.
Unos minutos más tarde ya estábamos en frente de la mansión, de igual manera el hombre salió del vehículo y me ayudó con la puerta trasera. Antes de irme decidí darle algunas indicaciones, ya no veía la necesidad que continuara con su labor si ya no iba a salir a ningún otro lugar, aun así, le dije que estuviera al pendiente de su celular si es que alguna emergencia llegaba a nosotros.
Subí los escalones y abrí la gran puerta de la construcción, el mayordomo llegó a un lado de mi un tanto agitado para luego saludarme amablemente.
—¿Y mi abuela?
—Se encuentra en el comedor, mi señor.
Asentí y le entregué el maletín, mis pies siguieron moviéndose hacia el frente hasta llegar a mi destino. Lo primero que vi fue la mesa, los ventanales, los sirvientes y por último a mi abuela. Parecía estar comiendo de una deliciosa sopa.
—¿Young Soo? —Preguntó con confusión. —¿Qué haces aquí? Pensé que llegarías más tarde.
—Yo también lo pensé, pero como ya no tenía más reuniones decidí venir para acá y saber cómo está mi viejita hermosa.
Me acerqué sin dejar de sonreír y cuando estuve a una distancia considerable besé tiernamente su frente.
—¿Viejita? ¿Aun sigues con eso? —Rió un poco, permitiéndome ver como se marcaban esas pequeñas arrugas a los costados de sus ojos. —¿Como te fue en la oficina?
—Igual de siempre, aburrido y cansado. —Jalé una de las sillas y tomé asiento. Una de las empleadas se acercó para preguntarme si deseaba que me sirviera, pero me negué, en este momento tenía que atender algo mucho más importante.
—Y no me digas que llegaste temprano porque estabas aburrido y cansado.
—Bueno, digamos que hace unas horas una mujer me llamó y me dijo que quería hablar conmigo.
—Lo dije porque últimamente estas agarrando la maña de venir tarde de la oficina. —Pellizcó ligeramente mi mejilla, provocando que un quejido saliera de mi boca. —Sabes muy bien que ya no estoy en condiciones como para mantenerme despierta por mucho tiempo.
—Lo siento, solo estaba jugando —Reí un poco, luego, me puse recto desde mi asiento. —¿Qué es eso tan importante que me quería decir?
Sus manos se detuvieron en el aire como si estuviera pensando, después suspiró e hizo una seña para que se llevaran todo lo que se encontraba en la mesa.
—Tú —Apuntó a una de las chicas, esta se señaló un poco sorprendida y no le quedó de otra que acercarse. —Quiero que me traigas una carpeta, la puedes encontrar encima de mi escritorio.
La chica asintió y a paso veloz desapareció por la sala principal. Mientras que esa famosísima carpeta aparecía nadie en el comedor estaba dispuesto a hablar, no sabía qué clase de contenido había en esos papeles, pero solo le pedía a los dioses que no fuera una mala noticia.
Al cabo de unos minutos la mujer volvió a aparecer, y en sus manos llevaba lo que todos estábamos esperando. Ahora, mi corazón no deja de latir con velocidad.
—Todos sabemos que eres un hombre muy trabajador, te graduaste de la universidad con honores y gracias a ti has hecho que la compañía cruce sus fronteras. No se me hace raro que las mujeres estén tan interesadas en una persona atractiva, inteligente y disciplinada. —Cuando sus manos tocaron el objeto, no quiso perder más el tiempo y lo abrió, permitiéndome ver la primera hoja. —Young Soo, no creas que para toda la vida tendrás veintiocho años, la belleza se va y yo quiero verte al lado de una mujer.
La carpeta se deslizó por la mesa hasta llegar hacia mí, mis ojos se agrandaron cuando analicé con más detenimiento la imagen de una chica sonriente. La información que venía registrada parecía ser como una especie de curriculum, nombre, fecha de nacimiento, nacionalidad, quienes son sus padres, cuáles son sus intereses, en que universidad estudio y cuál es su meta en la vida es lo que pude notar a simple vista. No entendía el como una información personal estaba compactada en un simple papel, como si las supuestas "candidatas" no fueran nada más que un producto que se me estaba ofreciendo.
—Young Soo. —Su mano tomó la mía, haciendo que apartara la mirada de algo que ni siquiera tenía que existir. —Quiero que te cases.
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¡Hola a todos! espero que se encuentren bien.
Es un poco extraño estar por aquí porque ni yo misma me decido. Como pocos o muchos lo sabrán, esta historia fue publicada por primera vez en el 2016, y ahora, estando en el 2023 (después de haberla borrado por tercera vez, creo yo) por fin he traído su versión más seria.
Cuando era una adolescente, varias de las situaciones que se tocan en esta historia me las tomé como si fueran un chiste. Conforme fui creciendo me di cuenta que la forma en la que escribía no era la más correcta y no podía evitar que mi pasado me diera algo de pena.
Borré este libro con el pensamiento de que ya no volvería a ser publicado, pero miren, de nuevo estamos aquí.
A pesar de que este primer capítulo no se desvió de la idea principal (a lo que siempre fue de las antiguas versiones), sufrió un cambio muy grande, respecto a la narración, así que espero que lo tomen muy en cuenta. Tampoco quiero decir que mi forma de escribir sea perfecta, pero si es mejor a comparación de las versiones antiguas.
También, quiero aclarar que la aparición de nuevos personajes y el hecho de agregar o retirar acontecimientos que estaban o no descritos en la versión anterior no son un motivo por el cual el destino de la historia vaya a cambiar.
Por último, el cambio más notorio se trata del nombre de los personajes. Siento que esta fue la decisión más inesperada ya que debido a un acontecimiento del pasado me hizo reflexionar sobre mi trabajo. Así que espero que estos puntos no sean un impedimento para la mejoría de la lectura.
Sin más, me despido.
HyunJack.
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