⭘ ᎓ ⁝┇Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 7┇⁝ ᎓ ●
Ya había pasado una semana... desde que descubrió la verdad.
Al contrario de lo que pensaba la gente. El Séptimo aún se encontraba en el hospital.
Su madre no le permitió irse a su hogar, alegando de que aún no sabían cual afectado había quedado de su coma. En esta decisión la apoyaron tanto su padre como la familia de Boruto. El Uzumaki sin ver escapatoria, tuvo que quedarse en el hospital hasta nuevo aviso.
Desde que vio a su padre con el séptimo no había vuelto a hablar con él; en sus entrenamientos que habían tenido estos días simplemente se dedicaba a hacer su trabajo. Lo cual eran solamente ejercicios, ya que Kawaki no había asistido a las clases por un accidente, o al menos era lo que Boruto le había comentado.
La noche que supo el verdadero significado de las palabras de su compañero, no pudo hacer mas que correr hasta su hogar y llorar...
Era verdad, era demasiado evidente los sentimientos de su padre al séptimo, solo un tonto no lo vería... pero aun así dolió y lo que más le lastimaba era, que, por esos mismos sentimientos, su padre estuvo ausente gran parte de su infancia.
Ahora entendía por que su padre nunca la visitó en su cumpleaños o porque no había fotos de él y su madre juntos. Incluso eso explicaba porque su padre prefería estar con el Uzumaki que con ella. ¡Era porque su familia había sido una completa farsa!
Durante toda la semana estuvo lidiando con el dolor y el odio de saber que toda su vida había sido una simple mentira. No había salido de su habitación con excepción de los entrenamientos. Su madre, claramente noto su cambio de actitud, pero ella no tenia el valor para verla a los ojos, ni a su padre.
Era fin de semana. Sarada se encontraba en su habitación como estuvo toda la semana, sentada en su cama dándole vueltas al tema una y otra vez. Era su día de descanso, así que no debía entrenar hoy.
Estaba sola en casa: su madre estaba en el hospital terminando unos pendientes, Boruto había salido con su hermana Himawari a visitar al séptimo; Mitsuki había ido de visita con su padre, Kawaki estaba en la casa del séptimo y de su padre, no sabía su paradero.
Se levanto de golpe de su cama, decidida bajo, dejo una nota a su madre en la mesa de la cocina y salió de su casa.
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Escucho el sonido de la puerta, Hinata se levantó de su asiento y abrió, encontrándose con la pequeña pelinegra.
—Hola Sarada-chan. Si buscas a Boruto, no se encuentra en casa en este momento...
—Lo se señora Hinata. Pero no vengo a ver a Boruto.
La Hyuga al escuchar a la menor se sorprendió, era extraño que viniera a su hogar por una razón diferente que no fuera su hijo. Además, de que notaba un poco rara a la Uchiha, no estaba muy animada como en sus visitas anteriores, así que pregunto:
—Entonces ¿A qué se debe tu visita?
—Necesito hablar con Kawaki...
(...)
El moreno se encontraba acostado en su cama, observando detalladamente el vendaje en su mano.
A causa de su furia hace unos días, había tenido que ser atendido por las heridas en sus nudillos. Su brazo protésico en cambio, tuvieron que retirársela para arreglar las abolladuras que causo el choque constante con las rocas, por esta razón le colocaron una prótesis que, aunque no le funcionaba, la tendría puesta hasta que la suya estuviera reparada. Por esta razón había tenido que ser obligado a quedarse en cama hasta nuevo aviso. Aunque... él no se negó. Total, estaba cansado de ser el al que siempre le daban el entrenamiento pesado.
Durante ese tiempo solo se dedico a visitar al Séptimo, quien le contaba alegre algunas anécdotas de su infancia con Sasuke. Desde su plan hace una semana el Hokage había estado de mejor humor que antes, incluso Sasuke pasaba a visitarlo (cuando no se encontraba la familia del rubio en el hospital).
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el suave golpeteo en su puerta.
—Kawaki —escucho la suave voz de Hinata—. Tienes una visita.
—¿Visita? ¿De quién? —pregunto rápidamente. Casi nadie que no Boruto lo visitaba.
La puerta se abrió, permitiendo ver a su visitante en compañía de la Hyuga.
—Hola Kawaki. —saludo Sarada con una sonrisa. Aunque, él logro notar que su sonrisa era algo forzada.
Algo había pasado.
—Hola Sarada. —saludo en tono neutro.
—Bueno Sarada-chan, estas en tu casa. Voy a ir con Boruto a ver como esta su padre, no me tardo. Hasta luego chicos. —se despidió la ojiperla, cerrando la puerta tras de sí.
No fue hasta que escuchó el sonido de la puerta de entrada cerrándose que se atrevió a hablar.
—¿Qué haces aquí, Sarada? —pregunto sin rodeos—. Tú no eres de visitarme.
—Me preguntaba la verdadera razón por la que faltaste a los entrenamientos. —comento casualmente, mientras se sentaba en una silla cerca de la cama.
—Tuve un accidente...
—Kawaki, tal vez puedas convencer a Boruto o Hinata, pero a mi no me engañas —declaro seria—. Esas heridas en los nudillos no fueron por un "accidente". Esas heridas únicamente se causan por golpear una superficie dura incontables veces.
—Entonces si sabes la razón de mis heridas ¿Por qué viniste? —regreso de vuelta—. Ambos sabemos que no eres de las personas que enfrenta a los demás por una pequeña mentira como la mía. La razón de tu visita es por algo más.
Debía admitirlo, Kawaki era bueno en notar los detalles.
—Quiero la verdad —demando, sonando dolida—. Vi lo que hiciste por el Séptimo y mi padre hace una semana.
Al escucharla, Kawaki inevitablemente abrió sus ojos con sorpresa, y a continuación puso su mano en su rostro. Ni siquiera Sasuke había notado la presencia de Sarada esa noche, la Uchiha había mejorado en sus habilidades con el chakra.
—¿Qué tanto viste? —pregunto, retirando su mano del rostro.
—Todo...
El moreno suspiro sentándose en la cama, mirando fijamente a la Uchiha.
—¿Boruto lo sabe?
—No —respondió rápidamente—. El no sabe que los espié esa noche, me aseguré de que no sospechara.
La habitación quedo en completo silencio.
Ninguno de los dos sabía exactamente que decir. Para ser realistas, el moreno nunca pensó que alguien mas aparte de él se diera cuenta de la verdad. Aunque debía admitir que no le sorprendió mucho que fuera Sarada la primera en descubrirlo. Ya que de ambos (incluyendo a Boruto), era ella quien tenia la mente más abierta. Todo lo contrario, a Boruto, que simplemente se centraba en su familia o solamente en él, ignorando el resto del mundo, provocando que no midiera sus palabras.
Después de un silencio incomodo, fue Kawaki el primero en hablar.
—¿Qué quieres saber exactamente? —era mejor decir la verdad. No funcionaria de nada mentir en este punto.
—Quiero saber... ¿Cómo alguien, ajeno completamente a nuestra aldea fue capas de darse cuenta primero de esta farsa que nosotros? —se levantó de su asiento levantando la voz—; quiero saber cómo fue posible que nadie en la aldea se haya dado cuenta ya; ¡Quiero saber como mi padre fue capas de hacerle esto a mi madre!
—Sarada ya basta. —dijo, levantándose de la cama— Gritando no vas a solucionar nada...
—¿Y que hay que solucionar aquí? Al parecer tanto el Séptimo como mi padre tiene ya todo resuelto, haciendo su familia aparte, contigo como hijo.
—No Sarada, no es lo que estás pensando...
—¿Y cómo no pensarlo? —pregunto enojada—. Sabes mas de mi propio padre que yo que se supone soy su hija. Has apoyado mas a mi padre que mi madre que se supone es su esposa. Has apoyado al séptimo más que su propia familia. ¡¡Además de agregar que pareces mas hijo de ellos que nosotros!!, ¡¡¡INCLUSO TE QUIEREN MAS A TI QUE A NOSOTROS!!!
—¡SARADA YA BASTA! —grito Kawaki, tomándola de los hombros—. Esto no es nada de lo que estás pensando.
*¡Si! Puede que sepa más de Sasuke o del Hokage, pero eso no me convierte en su hijo, simplemente los ayudo como ellos me ayudaron a mí. ¡Si! He ayudado a ambos en muchas ocasiones, pero es porque simplemente no quieren que más personas carguen con esto, ellos no quieren ver a nadie sufrir, ellos tomaron la decisión de hacer esto mucho, fue su elección... y lo que menos quieren ambos es que ustedes se sientan desplazados, son sus hijos, su familia.
—Pero entonces... ¿Por qué no me quiere? —pregunto, comenzando a soltar las lagrimas que tenia contenidas—. Se fue por mas de 12 años Kawaki... nunca se presentó a ningún cumpleaños, apenas tengo una foto con él... nunca vino a visitarme ni siquiera cuando entré a la academia o me convertí en gennin.... Si tanto le preocupo... entonces ¿Por qué no estuvo cuando más lo necesitaba?
—Por ti —respondió Kawaki, sentando en la silla a Sarada—. Tu mejor que nadie sabes lo ocurrido con la masacre del clan Uchiha. Él es el único del clan que porta no solo el ya famoso Sharingan, sino también el poco común Rinnengan, esas dos habilidades han sido una gran carga, no solo por su poder si no también por el peligro que ambas conllevan.
*Cuando tu naciste, el procuro alejarse lo mas posible de tui y de tu madre para protegerlas, eran su debilidad y si alguna de ustedes resultaba afectada el no se lo perdonaría, el estaba tranquilo confiando que ustedes en la aldea estarían a salvo. Pero ahora tienes el Sharingan, y tanto tu como tu madre pueden estar en peligro, y mas ahora con lo ocurrido con la organización Kara, es por eso por lo que el ya no se ha ido, y si lo hace procura volver y pasar tiempo contigo, porque incluso el entiende que hiso mal en no estar en tu infancia e intenta enmendarlo ahora...
—Pero él no ama a mi madre... ¿Cómo puedes decir que se preocupa por ambas si a la persona que ama es alguien más?
—Por que puede que no ame a Sakura, pero se que le tiene un gran aprecio y respeto. No solo por ser su esposa, sino porque fue su antigua compañera —suspira—. Sarada, tu padre te ama y el intenta demostrártelo, los años que estuvo lejos de ti él los lamenta todos y cada uno, pero a la vez el vio que, sin su presencia, lograste ser gran persona. Y el no puede estar más que orgulloso.
—Entonces... ¿Por qué no me cuenta nada de su vida?
—Creo eso deberías preguntárselo tu misma.
—El no dirá nada.
—No, si lo hará.
—¿Cómo estas tan seguro? —pregunto, confusa.
—Porque eres su hija —responde rápidamente—. Tienes derecho a saber todo sobre tu padre, como también de todo lo demás. Solo haz las preguntas y el las responderá.
Escuchando esas ultimas palabras. Por primera vez en la semana... Sarada sonrió de verdad.
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