Capítulo 9
El festival había dado inicio enfrentando a los chicos de Kioto contra los de Tokio en una batalla campal en los alrededores del Colegio de Tokio, enfrentando a los adolescentes entre sí. Mientras esto ocurría, los profesores de ambas academias más algunos estudiantes que no participaban (Miwa y Naruto) estaban en una sala apartada, observando el enfrentamiento y disfrutando de algunos dulces y aperitivos, aunque esto último solamente Gojo Satoru lo estaba haciendo, siendo una molestia para Utahime. Pero la mujer de Kioto siempre tenía problemas con Gojo sin importar lo que este hiciera.
Echado en el sofá, completamente estirado y ocupando toda la longitud del mismo mueble, estaba Naruto. Sobre su rostro había una revista sobre "los hombres más guapos del mundo" proporcionada por una editorial japonesa. Siendo sujetado por su mano derecha, se encontraba un ejemplar de uno de los mangas más cotizados de todos los tiempos, al menos a quien le preguntaran.
Pero después de todo, Naruto era un amante de la cultura otaku en todo su conjunto. Aunque nunca, pero nunca, se disfrazaría de un ninja naranja brillante como un enorme semáforo. ¿Cómo, en todos los infiernos, podría existir eso o podría sobrevivir en una misión de infiltración?
Los participantes del festival habían dejado solo a Aoi Todo frente a Itadori Yuji. Según las imágenes, el chico Kioto había pedido al recipiente de Sukuna como su adversario elegido y lo tomó como su enemigo cuando así lo quiso, obligando a los otros chicos de Kioto a movilizarse contra los de Tokio buscando un enfrentamiento parejo.
Estaba ciertamente entretenido...si llamas entretenido a ver a los profesores tomar té y a uno de los estudiantes durmiendo en el sofá con una revista sobre su rostro. De todas formas, tanto Tokio como Kioto sabían de la importancia del encuentro. Debían ver cual de las dos escuelas iba haciendo crecer mejor a sus estudiantes. Y hacía un año, Okkotsu aplastó a Kioto.
El ambiente estaba relajado. O tan relajado como podía estar teniendo a Satoru y Utahime en la misma habitación.
―*Ronquido*
―¿Él...realmente se ha dormido?
Los ronquidos provenían de Naruto. Su pecho subía y bajaba en un compas suave y relajado, constante con los ronquidos que escapaban de la garganta del adolescente. Aunque podría haber sido peor y eso era algo que solo Satoru y Megumi conocían. Los ronquidos de Naruto podían empeorar si él bebía...
―Son ronquidos normales―usando el dedo pulgar, Satoru separó la venda de sus ojos y miró a su ahijado―. Si él quisiera roncar más, créeme que lo haría.
Utahime frunció el ceño ante la respuesta del egocéntrico Gojo Satoru. La intriga por un adolescente que asesinó a un ejército de maldiciones usando una "Expansión Territorial" con menos de un año de experiencia, ¿es algo normal? No estaba así porque roncara. Lo que le molestaba, era la relajación del chico ante cualquier situación, justo la misma que tenía Satoru en cualquier momento. ¿Podría el chico ser su hijo y no su ahijado como todos pensaban?
―Ma, Ma, no es necesario preocuparse de sus ronquidos―relajando el ambiente, Satoru miró a Utahime―. Tu chico de los músculos y mi chico estrella están ahora frente a frente. ¿Por quién apuestas?
Aoi Todo contra Itadori Yuji. Satoru, como profesor, apostaba por el segundo chico. Conocía su potencial, lo que podría llegar a lograr y mucho más con el entrenamiento de su ahijado. Utahime por el contrario conocía demasiado bien a Aoi. Sabía lo que había hecho y de lo que era capaz siendo un hechicero de primer grado, como eliminó maldiciones por sí solo durante el incidente de hace un año. Si ella tuviera que apostar, iría por Aoi Todo, el chico que había demostrado que tenía el poder para enfrentar a una maldición de grado especial sin ayuda alguna más algunas de primer grado.
No podía apostar por alguien que acababa de iniciar en el mundo de la hechicería, con un solo mes de entrenamiento y sin contar con la preparación completa.
―Aoi. Claramente, lo va a ganar.
―¿Ah? ¿Eso crees?―la sonrisa burlesca de Satoru hizo que la profesora frunciera el ceño ante dicha provocación―. Yo voy a apostar por mi chico. Por cierto, ¿tú por quién apuestas?
―*Bostezo*―el sonido de un objeto golpeando el suelo, hizo que Utahime mirara directamente hacia el sofá y que Gakuganji dejara de atusar su barba―. ¿Realmente tengo que? Si insistes, doy un millón por Itadori Yuji. Después de todo, yo lo preparé.
La decisión brilló en los ojos del joven Uzumaki. El cabello cayó hacia el frente ocultando ligeramente su rostro. Se lo había dejado más largo de lo usual y ya no despuntaba desordenado como el pelo de un chico descuidado. Tomando un gran manojo de mechones gruesos y rubios, comenzó a formar un moño alto, como el de los viejos samuráis, dejando que dos mechones perfilaran su rostro cayendo hacia adelante.
―Supongo que un chico como tú, es tan ingenuo como para creer que la vasija va a superar a un hechicero formado―extendió el brazo y señaló al Uzumaki―. ¡No cuentas con la experiencia para poder juzgar sabiamente, chico!
―¿Ah?―las pestañas se movieron rápidamente. Naruto inclinó la cabeza hacia la izquierda y mantuvo sus ojos fijos sobre la profesora mientras rascaba su cuello, como si estuviera intentando ganar algo de tiempo para pensar en una respuesta. Un minuto después, un suspiro abandonó sus labios―. Supongo que los adultos de Kioto son idiotas al cien por cien y elevado al cien.
―¡Tu, chico...!
―Si quieres iniciar una pelea, no tengo problemas en que lo hagáis fuera―Yaga detuvo el movimiento de Utahime y miró a Gakuganji―. Sería mejor que controlaras a tu profesora, Gakuganji-san. Naruto podría haberla matado si Satoru no hubiera detenido eso.
El brazo del líder del clan Gojo estaba entre Utahime y Naruto. Gracias a Infinito, el puñal que el joven Uzumaki había intentado usar para apuñalar a la mujer, quedó bloqueado.
―¡Ah! Fallé.
En aquel instante, Utahime comprendió algo: Naruto iba a matarla sin importar si ella hablaba de más o no, si ella comentaba de más o no. No importaba lo que ella hubiera hecho, él la habría apuñalado con aquel puñal sin miedo alguno.
―¡¿Y esto, Yaga?! ¿Así educáis a los chicos de Tokio?
Los ojos de Yaga no fueron visible, pero Satoru respondió con una sonrisa fría por parte del director. Un hombre como Yaga no dejaría que los sentimientos nublaran su juicio, que un desprecio por los Ancianos se filtrara. En cambio, Satoru era distinto. Todo el mundo sabía de su deseo por cambiar una sociedad como la de los hechiceros y erradicar el egocentrismo de las viejas glorias, como el mismo Satoru mencionaba infinitas veces y era algo que Gakuganji tenía presente.
―Créeme viejo. He pedido que dejes a uno de tus estudiantes para yo dejar uno de los míos―bajó el brazo. Al hacerlo, el puñal chocó con la madera cuando cayó―. Estoy manteniendo a mi chico con una gruesa correa para que no aplaste a los vuestros. Y Utahime, mira como Aoi esta ahora.
Utahime y Gakuganji miraron hacia las pantallas. El intento de asesinar a la vasija de Sukuna había quedado atrás y ahora tanto el director como la profesora de Kioto observaban, con genuino asombro, como Aoi Todo se encontraba apoyado sobre una rodilla, respirando con dificultad genuina y nada fingida.
Un jab directo había golpeado el costado derecho del estudiante.
―¡¿Cómo?!
―Trabajé con Itadori en la evolución de su "Puño Divergente", si me permites mencionarlo. Creo que es algo que le ha gustado a tu estudiante y me hace enorgullecerme por ser un buen maestro. Porque Itadori esta reflejando lo que ha entrenado.
Naruto fue la elección perfecta como un tutor para alguien que no era hechicero. Él fue entrenado por Mei Mei, aunque esta había sido pagada por Satoru para que lo formara, algo que le dio ganancias a la mujer y pérdidas al más fuerte. Sin embargo, al conocer los métodos de Mei Mei para entrenar, Naruto pudo formar con más facilidad a alguien como Itadori, que no había sido iniciado en el mundo de la hechicería.
Ahora, Naruto como un experto luchador de artes marciales había pulido las habilidades y el físico de Itadori obligándolo a entrenar hasta el punto de ruptura, algo que Naruto comprendió cuando él mismo mejoró bajo presión, siendo pulido como un diamante que estaba siendo presionado hasta ser pulido.
―Itadori va a vencer a Aoi.
Naruto tampoco quería decir que había pedido a Aoi que ayudara a Itadori a pulir sus movimientos. Unas semanas no le dieron el tiempo para que el muchacho perfeccionara su estilo.
―...
La sorpresa e incredulidad estaban presentes en las facciones de Utahime y Gakuganji, no creyendo que un chico de primer año con nula experiencia con maldiciones estuviera golpeando a un estudiante de primer grado como Aoi. ¿Había algún tipo de truco, de engaño en las imágenes? Era lo único lógico para ellos. No debería ser lógico para nadie dentro de aquella habitación. Sin embargo, Yaga, Satoru y Naruto estaban dispuestos a poner su mano en el fuego y apostar por el recipiente de Sukuna. Deseaban ver como el rostro de los ancianos se arrugaba por la desesperación de la amargura.
De repente Naruto movió la cabeza hacia la derecha y clavó sus ojos en la pared. Algo había cambiado en el ambiente. Un a nueva energía maldita había interferido con el flujo normal que provenía de la competencia. Era energía proveniente de extraños, de hechiceros que no deberían estar en aquel lugar.
―Han colocado una pantalla―se puso se pie, dejando el manga sobre el cojín del sofá sin preocuparse por si alguien se sentaba sobre él. Si eso pasaba, probablemente él lo mataría o la mataría―. Alguien está interfiriendo en esto.
Los profesores podrían haber dejado a un lado aquellas palabras, haber seguido relajados. Pero Satoru confirmó aquella declaración. Dio un ligero cabeceo hacia Yaga y el director de Tokio suspiró entendiendo que los problemas habían comenzado, que esto iba a ponerse demasiado complicado.
―Bien. Si ellos dos lo han confirmado, vamos a ver como les va a los chicos. Quién este haciendo esto...pagará las consecuencias.
―Hmm. Ustedes vayan a buscar a los mocosos―Naruto se estiró, dando una sonrisa depredadora―. No dejen que lleguen a Itadori. Yo voy a ver a un invitado especial.
―Jajaj ese es mi ahijado―Satoru recolocó la venda sobre sus ojos, mostrando la misma sonrisa―. Bien. En marcha.
Cualquiera podría haber detenido al adolescente. Utahime, Gakuganji y Miwa observaron en silencio, pero Satoru y Yaga se movieron haca la zona de la competencia siendo seguidos por los de Kioto poco después. Segundos después, Naruto saltó por la ventana y se movió velozmente hacia su objetivo, algo que pilló desprevenido a este, pues de un rodillazo al etilo taekwondo, envió a rival varios metros hacia atrás.
―¡Bien!―los pies tocaron el suelo. La sonrisa nunca desapareció―. Lo siento por Yu-kun y Nanamin, pero eres mi objetivo ahora, tipo cicatrizado.
Mahito observó con asombro la presencia de un hechicero que le estaba impidiendo moverse hacia su objetivo. Allí, frente a la maldición híbrida, Naruto se posicionó como si Mahito solo fuera una maldición más, un enemigo al que vencer sin temor.
―Ah, yo pensé que no habría nadie―Mahito rascó su nuca, mostrándose satisfecho―. Voy a poder hacer sufrir a un alma solamente por tu estupidez...¡¿?!
El largo de la pierna. Mahito saltó. Al estirar solamente la pierna derecha, Naruto demostró su alcance, manteniendo siempre las manos en los bolsillos.
―Deja de llorar, pequeña cosa―retrajo la extremidad y sonrió con burla hacia la maldición de grado especial―. Eres un mero niño que va a morir aquí.
―¡Ojo!―la sonrisa macabra de Maito se extendió―. Voy a disfrutar con esto.
―Lo mismo digo, mocoso de mierda.
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