Capítulo 2

El joven golpeó la máquina expendedora con el puño tras insertar la moneda, mostrándose un poco nervioso por obtener la bebida que había querido de aquella máquina. Estaban en plena primavera, con el sol en todo lo alto y lanzando sus rayos sobre el mundo y aumentando el calor que sentían. El chico, de cabello negro desordenado, vestía un chándal de un color oscuro, semejante al azul profundo del mar y se podía ver que el mismo estaba ligeramente mojado, un poco empapado por el sudor. Esto era debido a que recientemente había detenido las prácticas físicas que había estado llevando a cabo junto a la compañera de segundo año de su escuela, todo para estar listo para el festival anual entre la escuela de Kyoto y la de Tokyo, las cuales eran rivales entre sí a pesar de ser compañeras y dos sedes de las mismas enseñanzas.

El muchacho tomó la lata finalmente con la mano derecha, sopesándola con un ligero movimiento de su brazo. No sería la primera ni la última vez que aquella máquina soltaba alguna lata sin contenido alguno, aunque la anterior vez fue cosa del profesor que tenían tanto ellos como los de segundo año, a quienes acompañarían en el festival dada la expulsión de los miembros de tercer año.

Con un chasquido, el chico abrió la lata y llevó está al borde de sus labios para dar un pequeño sorbo. Solamente se estaba tomando un pequeño descanso en su entrenamiento. Contrario a su compañera de prácticas, él no tenía tan buena forma física. No lo necesitaba cuando su Técnica Maldita le permitía atacar desde la distancia; por lo que su compañera se empeñó en mejorar sus técnicas en corto y medio alcance, algo que agradecía, pues eso lo llevaría a un nuevo nivel.

Miró de reojo a la chica que apareció en la entrada vistiendo un chándal de color rosa. Nunca esperó que ella usara un chándal de color rosa, pero tampoco era algo que lo descuadrara completamente en su pensamiento sobre su compañera.

La chica, justo como él, caminó hacia la máquina expendedora y metió una moneda para obtener una lata de té verde que hacía contraste con la que el chico tomó, la de té negro.

―Esto está caliente―gruñó la muchacha, sacando la lengua cuando finalmente tomó un sorbo de su bebida, escupiendo el contenido contra el suelo―. ¡Argh!

―¿Esperabas que estuviera frío o a temperatura?―el muchacho volvió a tomar de su bebida. Gracias a estar bajo la tutela de Gojo, pasó mucho tiempo entre las estancias de la escuela, por lo que ya sabía de antemano que su bebida estaría relativamente caliente, al menos en comparación con como estaría en otros momentos del año. Su preferido era el invierno, pues el té si estuviese algo más frío―. Con el calor que está haciendo, es normal que esté caliente.

Ambos jóvenes mantuvieron el silencio por unos segundos, centrados únicamente en sus respectivas bebidas, sin mirarse. Recientemente uno de sus compañeros había fallecido en la última misión que tuvieron, dejando tras de sí un hueco que ninguno de los dos quería reconocer.

El chico simplemente no se sentía preparado para hacer frente a lo que sentía, aunque ya vio a varios compañeros morir en misiones igualmente fatales, pero siempre siendo de años superiores.

La chica no sabía cómo sentirse. Itadori había sido su compañero por un corto periodo, por lo que sentir algo de "pena" por su muerte era complicado en muchos puntos. No lo conocía lo suficiente y no podía sentir empatía hacia su compañero completamente porque no estuvieron juntos mucho tiempo. A pesar de eso, si sentía tristeza por la muerte del muchacho, mas no era algo que ella fuera a admitir abiertamente, ni siquiera frente a Fushiguro por muy compañero suyo que fuera. Tampoco tenía la intención de reconocerlo frente a su maestro Gojo o ante el director de la escuela. Sería embarazoso y molesto para ella.

―¿Has visto morir a alguien?

Fushiguro Megumi miró la lata en su mano por unos segundos, recordando el instante en el que Itadori cayó muerto a sus pies, con un agujero en su pecho.

―Si, pero siempre fueron de cursos superiores. Nunca vi a alguien de mi edad morir―admitió, tomando nuevamente un sorbo de su té negro.

Kugisaki Nobara frunció el ceño ligeramente. La muerte de Itadori había sido la primera que ella vio en primera persona y que sintió, de cierta manera, cercana a sí misma. Nunca vio a un chamán morir en combate ni creyó que fuera tan...sencillo. La manera en la que Itadori murió, era de las maneras más simples en las que un chamán podría morir y, al mismo tiempo, la más compleja.

―Vaya, vaya Fushiguro-kun. Cuanto tiempo. He oído que la escuela de Tokyo no pasa por su mejor momento. De luto, ¿no?

Fushiguro giró la cabeza hacia la entrada, mirando la figura femenina que se había dirigido hacia él. Por un segundo pensó en Maki, su compañera de segundo año; pero cuando vio la falta de coleta, descartó por completo que fuera ella.

―Mai.

Fue solo un pequeño susurro, pero Zenin Mai sonrió cuando la simple palabra que formaba su nombre llegó a sus oídos desde los labios de su compañero chamán.

―Hemos venido por el festival. ¿Vas a participar?

―Supongo que alguien tiene que daros una lección―Fushiguro lanzó la lata al suelo y se apartó de la máquina expendedora―. La última vez fue Okkotsu.

―Pero esta vez, no está...

Reaccionando a sus reflejos, Fushiguro levantó ambos brazos frente a su rostro al mismo tiempo que Nobara abría los ojos completamente. Su cabello castaño anaranjado se agitó cuando la presencia de un cuarto chamán apareció frente a ellos.

Nobara logró evadir el enganche, pero Fushiguro fue lanzado hacia atrás hasta estrellarse con una torre a varios metros de la zona en la que estaban. La chica intentó girar y acudir en ayuda de su compañero; pero en una fracción Mai la estaba sujetando contra el suelo, con su brazo torcido detrás de su espalda.

―¡Suéltame, perra!

―Oh, vamos. Quiero ver lo que haces.

Fushiguro saltó hacia el tejado de aquella casa, observando como su contrario se movía hacia él como un gorila en movimiento. No le costó demasiado saber quién era.

―¡Todou!

Todou Aoi movió el brazo nuevamente para conectar un barrido contra el chaman usuario de sombras. Fushiguro intentó evadirlo; pero su cuerpo no era tan veloz y potente como el de su compañero chamán. Todos en la comunidad sabían del estado de primer grado de Todou y de su habilidad mostrada durante el incidente del año pasado.

Fushiguro saltó hacia atrás y, al segundo, Todou hizo lo mismo dando un paso hacia atrás. Ambos quedaron observando lo que había caído entre ellos, levantando una densa nube de polvo y astillas.

―Ustedes dos ya han iniciado y ni siquiera estamos aun en el festival.

―¡Panda!

El estudiante de segundo año de Tokyo, Panda, hizo acto de presencia cuando habló con su voz neutra y ligera, como la de un dulce peluche de panda, que era justamente eso.

―¡Oe, oe!―Todou mostró una sonrisa socarrona―. No es bueno entrometerse en los combates de otro, ¡Panda!

Panda miró al estudiante proveniente de Kyoto. Como Maki les había dicho a Inumaki y a él, los estudiantes de Kyoto habían ido directamente a una confrontación con los estudiantes de primero, probablemente buscando calibrarlos.

―Megumi―Panda chocó puños―. Nobara está siendo acompañada por Maki. Para calmar a Todou, vamos a tener que ser nosotros tres...

Todou sonrió ante aquella declaración.

Fushiguro frunció el ceño.

Panda suspiró.

Inumaki, quien apareció segundos después, bajó ligeramente la bufanda que cubría su boca.

―¡Yare, yare!

Una quinta voz detuvo cualquier movimiento que los estudiantes hubieran querido realizar. Todou, siendo el mayor, miró hacia arriba, hacia el lugar de donde provenía aquella voz, siendo seguido poco después por el resto de los estudiantes.

Sentado, con las piernas colgando, un joven de cabello dorado se mantenía observando a los estudiantes de Tokyo y al visitante de Kyoto. Contrariamente a sus compañeros, este joven no llevaba el uniforme de Jujutsu que solían utilizar, si no que su vestimenta consistía en una sencilla camiseta sin mangas negra, unos pantalones holgados negros y lo que parecían ser unos zapatos de Tai Chi de color negro, sin calcetines a la vista.

Este joven miró a los estudiantes con sus ojos azules, mostrando una descarada sonrisa poco después. Con suma lentitud, retiró la paleta que estaba entre sus labios.

―No esperé este recibimiento.

Todou abrió los ojos. Sintió como el palillo rozó su mejilla y, poco después, como la sangre comenzó a salir de aquel ligero corte hecho por un simple palillo que había pertenecido a una piruleta.

―Tú...

―¡Upa!

El joven cayó al suelo, quedando entre el estudiante de Kyoto y los de Tokyo, mostrándose completamente en calma. Una cola de caballo de cabello dorado se agitó con el movimiento de este estudiante.

―Podríamos calmar un poco las cosas, ¿no crees?―ojo azul conectó con el oscuro del chamán de primer grado―. O si prefieres podemos destrozar esto en un encuentro corto. Lo que tú prefieras, chico.

Había una enorme diferencia de tamaño y musculatura, colocando a Todou de Kyoto como el ganador a primera vista. Sin embargo, aquel desconocido no parecía temer a la imponente figura de la estrella de Kyoto, dando un paso para reafirmar su propia posición.

―Creí que no llegarías―Inumaki subió la bufanda hasta tapar su boca mientras Panda era el que hablaba―. ¿Cuándo tomaste el avión?

―¿Uhm? Hará un par de días, creo. Llegué aquí hace dos días más o menos.

Panda rio ligeramente ante aquella declaración, suspirando al final.

―Si, eso es propio de ti Naruto-san.

Uzumaki Naruto sonrió, remarcando su mirada cuando formó dos rendijas con sus ojos.

―Uzumaki, ¿eh?―Todou se colocó frente al rubio mostrando toda su altura. El de primer grado bajó ligeramente los ojos para mirar bien a su compañero de Tokyo―. ¿Cómo te gustan las mujeres?

El resto de los chicos miró aquello con una gota de sudor escurriendo por su sien, no encontrando sentido a la pregunta realizada.

―Duras, con carácter. Como Scarlett Johansson realizando el papel de Black Widow. Ese es mi tipo de mujer.

Panda meneó la cabeza. Inumaki mantuvo el silencio. Fushiguro palmeó su rostro. Ninguno de los tres entendía como Naruto seguía el juego de Todou respondiendo aquella pregunta absurda.

―¡Hahahah! ¡Me gusta tu respuesta, Uzumaki!―Todou señaló al rubio con su grueso índice izquierdo―. Quiero pelear contigo. Quiero ver de lo que estas hecho.

Naruto sonrió. Metió las manos en los bolsillos de su ancho pantalón y miró directamente el rostro marcado de Todou.

―Voy a patear tu trasero, hombre. 

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