💘Utópico amor💘

En tiempos modernos y en ese mes, en donde los corazones de aquellos seres tan trasparentes y a la vez, impredecibles, permiten llenarse de gozo mediante emojis que comparten solo aquellos que "supuestamente" fueron flechados por el hijo de la Diosa del amor; Cupido intenta desentrañar su dilema mientras medita.

¿Cómo puede ser lo mismo? ¿Ser flechado por el hado del destino que ser engañado por la mano del humano?

Él, se ha cansado de observar la decadencia de la sociedad.

Momentos en donde no importa el afecto, solo la cuestión material.

Observando a través del insano tiempo a seres inertes y sin vida social, pero engañados por su propia voluntad.

Sonriendo y esbozando suspiros al mismo rectángulo tecnológico que lo ha alejado de su propia humanidad. Y creyendo en un apego sin fundamentos que solo acarrea lo más triste que les puede pasar: vivir más en soledad...

Observa de lejos, completamente enojado y decepcionado con él mismo, por no ser capaz de estar a la altura, mirar entre líneas y entender más allá.

¿Cómo debería actuar para comprender la nueva realidad?

¿El ser inmortal, lo hace incapaz?

Se siente fatal...

Le duele observar que sin uso de su flecha indiferente, aquella punta que provoca que lo que no se deba dar no suceda, suceda por igual.

Y en un brote de cólera consigo mismo, sumado a la liviandad que lo caracteriza por dejarse llevar, lanza hechizos por lanzar.

Agrega a su flecha movimientos al azar haciendo que objetos inanimados, se desplacen sin parar.

Desde impensables situaciones en donde los muebles actuaron como si pudieran pensar.

Como si quisieran escapar de la situación de estar en compañía de la triste soledad.

Como el caso de un sofá que pudo observar, escapando antes que un humano se echara sobre su respaldo a llorar.

Aumentando de este modo, el caos en aquellos terrestres de los cuales se ha impregnado a lo largo de los años.

Humanos que desde siempre llenaron su corazón de verdadero gozo al verlos felizmente enamorados, pero que en un vil acto por hacerlos escarmentar de algún modo, la situación escapó de sus manos.

Sin tener más remedio que inmiscuirse entre ellos para así tratar de solucionar las consecuencias que su libre albedrío ha provocado.

"No te dejes engañar"Dicta la pícara consciencia de Cupido a medida que camina entre el gentío simulando ser uno más. Galante e impaciente por hacerse notar, todo lo contrario a lo que -realmente- debería buscar: tratar de solucionar desde las sombras en vez de tratar de figurar.

Pero como la inaudita belleza que posee se trae aparejada desde el seno familiar, sacando indómita belleza de parte de su madre y un físico envidiable de parte de su padre, se deja llevar.

Recorre las calles emocionado por situaciones que a lo lejos parecían no ser especiales, como el alegre canto de una niña mientras juega a la ronda con una silla, o como cuando ve bailar a un par de ancianos abrazados y envueltos entre coloridas cobijas.

"Después de todo, cierto grado de locura tiene sus beneficios" Medita.

Observa a lo lejos, el reencuentro de un par de añejos amigos que se cuentan sobre la locura del momento, y a un niño feliz de reencontrarse con su perro perdido entre tanto lío... Y todo esto, fruto del tecnológico aparatito que tanto detestó en un principio.

"¿Será que esa cosa sirve para algo más que solo provocar desolación y separarte de tus seres más queridos?"

Piensa detenidamente sin percatarse del vehículo que -inminente- viene hacia su encuentro, hacia el débil cuerpo humano que materializó con tanto esfuerzo. Y todo a causa del revuelo de los muebles que no saben de comportamiento, haciendo que su vasta vida pase justo enfrente de sus ojos.

Cierra sus ojos con fuerza y se encomienda hacia alguna deidad que quiera hacer acto de presencia, pero nada sucede gracias a los fuertes brazos de un decidido joven que lo envolvió con fervor más una súbita respiración sobre sus suaves cabellos.

—¡Dios! Casi me matas del susto —suelta una agradable voz para los oídos del dios. Sonido que provoca un estremecimiento sobre el lado de su cuerpo que pega de lleno con el pecho del extraño en cuestión —¿Te encuentras bien? —cuestiona logrando poner nervioso al dios del amor.

—Por supuesto, lo tenía todo bajo control —suelta Cupido alejándose de la agradable sensación, sin querer elevar su visión a causa del incremento del sonrojo que percibe sin control.

Pero, como si fuera evitable la fusión del tiempo y del espacio para la implosión que fue mirarse a los ojos, cruzan miradas quedando prendados del brillo del otro.

Efímero momento en donde el benemérito dios de "todo lo puedo" se sintió más pequeño que la piedra incrustada en su zapato. Llenando su sistema de un intenso hormigueo que lo recorre estremeciendo cada fragmento de su cuerpo.

—¿Lo sientes? —cuestiona Cupido  tomando los hombros del humano. Como si fuera algo normal notar esa intensidad a través de una primera mirada con alguien al azar.

—¿P-perdón? —responde algo dubitativo y sonrojado, el ser frente a sus ojos.

Cupido, quién no puede contener su intensidad y las ganas de contarle todo lo que podrían vivir si se atrevieran a dejarse sentir, se enoja cuando el extraño le dice que no entiende (aún conservando un imperceptible sonrojo sondeando por todo su rostro).

Así es que se ofende, se aleja soltando el saco del extraño al cual estuvo aferrado con creces mientras esquiva los diversos y danzantes muebles. Preguntándose por dentro si esto se llama "amor a primera impresión" O "a primera vista" Como ha escuchado nombrar entre algunos humanos.

¿Cómo pudo sucederle si no hizo uso de su flecha?

¿Qué hechizo tan mágico contienen los ojos de aquel ser humano?

Conjuro de una inmensa afección que tiene a su loco corazón palpitando como galope de caballo. Sensación que no puede ni quiere dejar de sentir bajo los efectos de sentirse hechizado. 

Pero en un momento dado, un grito desesperado que calma la locura que lo rodea, le acontece. El agradable y cálido timbre de la voz de aquel extraño que removió el interior del dios de la pasión del amor, se hace presente en cuanto toma su mano y de un solo tirón, logra darle la vuelta para enfrentarlo.

—Lo siento —suelta sentidas palabras en cuanto sus ojos se encuentran con el dios hecho humano —. Realmente... En verdad... No sé cómo explicarme sin parecer más loco de como me sient...

—Me gustan tus labios —abruptamente, Cupido detiene la nerviosa verborragia del extraño —. Pero más me gustan tus ojos —le suelta aún más nervioso —, porque con ellos me miras hermoso.

Y completamente obnubilado, el humano incrementa tanto su sonrojo como su valía, largando: —¿Puedo invitarte una taza de té o café, aunque la misma se escape?

—Será todo un placer. Pero primero, contesta mi pregunta: ¿Se puede ser feliz aún estando en soledad?

Cupido, atentamente observa las reacciones del joven frente a sus ojos. Aquel muchacho que corrió hacia él, luego de que hiciera un berrinche como si fuera un mañoso niñato.

—La verdad es que sí, se puede ser feliz estando en soledad. Yo, soy muy feliz a pesar de estar soltero. Muchas veces, estar solo no es sinónimo de soledad. A veces nos rodean personas a las cuales no le damos la suficiente importancia y se terminan alejando. Y otras veces, solo nos retiramos de aquellas personas que son nocivas para nuestra salud mental.

Cupido lo observa embelesado e interesado en su larga respuesta. Y extasiado en lo que siente cuando lo observa, pregunta: —Entonces, ¿por qué me buscas si estás bien como te encuentras?

—¿Y por qué no lo haría? Sería la respuesta. Podría obtener tu número de celular y dedicarte poemas hasta que sientas que debes volver a verme para agradecer el tiempo que te dedico en cada una de mis letras.

—¿Eso... Realmente harías eso conmigo? ¿Ese, es uno de los usos de ese pequeño aparatito? —cuestiona sorprendido Cupido.

—Por supuesto. Me dedicaría a la labor de enamorarte mientras me cuentas de tu diaria. Contarte mis asuntos si es que gustas escuchar y te interesa. ¿Y por qué no? Concretar alguna que otra cita entre medio del caos que han sido los últimos días... ¿No es extraño el suceso de los muebles bailarines? Aunque pensándolo bien, creo que fue el destino que estaba marcado en nuestras vidas gracias a quién sea que lo hizo.

Cupido, lo observa sin poder creer la alegría que emana cada una de sus palabras. Sacando lo mejor de cada situación y poniendo lo mejor de sí, para luego mejorarla.

Logrando que el dios del deseo del amor, nuevamente, se embelese en el noble corazón que porta esta hermosa y maravillosa persona. Un hombre común y corriente que le enseño en pocas palabras que la humanidad merece siempre una oportunidad.

Porque amar y equivocarse no está mal.

Porque sufrir y llorar luego de amar, tampoco está mal.

Y que "amar" no siempre es acción de un par.

Pero, sobre todo, le mostró que ese pequeño rectángulo (aunque vicioso como pocos) no es tan malo después de todo. Ya que depende de la persona que lo maneje y del uso que le quiera dar.

El celular, te puede alejar como también te puede acercar a quienes están alejados y extrañas de verdad.

En fin, cada cual es dueño de errar y pagar las consecuencias de sus actos sin tener que padecer la maldición de un dios que solo logra desestabilizar la humanidad con su atropellada reacción y más aún, desacertada decisión. Decidiendo así, eliminarla de inmediato con tan solo un imperceptible movimiento de su mano.

Luego, Cupido se pone nervioso cuando el ahora "no tan extraño" se acerca lentamente hacia su cuerpo, convirtiéndolo en el tímido niño que es ante sus dichos y logrando deleitar no solo sus ojos, sino también sus oídos, cuando repentinamente toma sus dedos entre sus manos y se acerca pausado hasta su oído diciendo: —¿Me harías el honor de concederme una cita? Extraño sin nombre pero que conozco de otras vidas...




















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