Capítulo 34

Ryomen Sukuna era conocido como el Rey de las Maldiciones, un monstruo que había existido durante mil años desde la Era Heian, dejando su huella en la época dorada de las maldiciones y los hechiceros, convirtiéndose en el monstruo que terminó por aburrirse de su época y que se selló así mismo separándose en veinte dedos que se mantuvieron sellados y separados para que no volviera a la vida. Sukuna se convirtió en el Hechicero más Fuerte tras matar a Satoru Gojo, demostrando su experiencia y poder al utilizar los poderes del cuerpo que habitaba y superar la técnica maldita de su adversario. Se había convertido en una figura de terror tras mil años, trayendo el miedo que hubo en la Era Heian a la Era Actual, instalando en los corazones de los hechiceros presentes una enorme quietud, pues no podían entender como finalmente podrían derrotarlo.

Para vencer a un monstruo, es necesario otro peor.

Yuji Itadori y Ryomen Sukuna se estaban mirando, uno a otro, separados unos veinte metros aproximadamente, sin nadie que estuviera a su alrededor. Los hechiceros y las maldiciones que se liberaron de Kenjaku, estaban peleando en otra parte del distrito. Desde donde estaban ellos, se podía oír perfectamente los gritos y las explosiones, como algunos edificios finalmente caían sobre si mismos dejando una enorme montaña de escombros y polvo.

Aquello finalmente era una guerra.

Los ojos del adolescente no perdieron el tono ambarino que habían adoptado tras resucitar; el color solamente se tornó mucho más dorado, intensificándose en un rostro marcado con los golpes y la sangre. Un corte surcaba el puente de su nariz de izquierda a derecha, pero no parecía demasiado peligroso para su visión recién recuperada.

El ojo que debería haber sido azul, había recuperado su color (castaño) cuando Satoru Gojo revivió finalmente. Ese fue el indicio de que el profesor había vuelto a la vida, pero no le dio ningún indicio a Yuji de que habría perdido su técnica maldita.

Al menos, Yuji así lo pensaba. Sukuna tenía otros pensamientos.

El Rey de las Maldiciones lentamente se puso de pie. Había estado sentado, esperando ver a que hechicero mandaban a terminar la pelea de una vez por todas. Sus cuatro ojos observaron como su sobrino caminaba hacia la zona, sin rasguño alguno. Parecía que los hechiceros se lanzaron directamente a pelear contra Mahito y el resto de las maldiciones que Kenjaku contuvo con la técnica maldita de Suguru Geto, quien ya estaba muerto.

Torció los labios ligeramente, mostrando los dientes en una sonrisa divertida.

―Parece que podremos terminar nuestra pelea y nuestra charla, mocoso. Aunque las circunstancias han cambiado ligeramente―estiró los brazos hacia el cielo como si se estuviera desperezando. Los pantalones cubrían la parte inferior de su cuerpo, pero mostraban sendos cortes que habían sido ocasionados en la pelea―. ¡Porque ya he alcanzado mi nivel óptimo de aburrimiento!

Palmeó con las cuatro manos. Los cortes salieron disparados, creando surcos profundos en la tierra. Yuji previó un ataque directo por parte de Sukuna, por lo que saltó hacia la derecha para evitar el ataque directo de su enemigo. Se detuvo y disparó su propio corte para inhabilitar otro que Sukuna lanzó contra él, causando un estallido de aire invisible.

―...

Dorados, los ojos de Yuji miraron a Sukuna, analizándolo. Este no presentaba heridas, probablemente gracias a la "Técnica Inversa" y su nivel de energía maldita no parecía estar menguando a pesar del tiempo que llevaba peleando. Por algún extraño motivo, Sukuna estaba relajado a pesar de que no podía terminar aquella guerra ni había encontrado a su rival adecuado.

―No me mires así―Sukuna apuntó con su brazo hacia Yuji. Una flecha de fuego salió disparada contra el adolescente―. ¡No puedes obtener la victoria!

Otra flecha de fuego surcó el aire interceptando la que Sukuna disparó, causando una explosión de fuego y humo que cubrió la visión del Rey de las Maldiciones, impidiéndole ver.

EL humo se infló por un segundo, moviéndose hacia el monstruo de cuatro brazos. Yuji salió de su cobertura y apareció frente a su enemigo, descargando una patada horizontal que golpeó el rostro de Sukuna, enviándolo a volar varios metros. Sukuna giró y derrapó, usando la fuerza de sus piernas para detenerse.

La sangre goteaba de su mentón.

―Tienes fuerza, lo admito. Ser el hijo de mi "hermano" también te ha dado ciertas capacidades. Sin embargo, no es suficiente para detenerme. ¡Expansión Territorial!

―...

Los cortes destrozaron los edificios, cortándolos a la mitad. Una enorme área al servicio de Sukuna, quedó completamente destrozada cuando este extendió su "dominio" con una enorme sonrisa venenosa brillando en su rostro.

―Si pensabas que ibas a cortarme―Sukuna abrió los ojos. Yuji se coló dentro de su defensa y descargó un golpe directo que lo envió hacia atrás varios metros―; ¡debes de estar demasiado sorprendido por esto!

"El mocoso ha usado un Territorio Simple para superar mi dominio"

Sukuna bajó los brazos, pero ya era tarde, Yuji disparó una flecha de sangre envuelta en fuego que golpeó el lado derecho de su torso, causando una explosión que generó una pequeña nube de humo gris. Yuji bajó el brazo izquierdo hasta tocar el suelo y la flecha de sangre giró a la orden de su invocador y golpeó nuevamente a Sukuna.

Las "Expansiones de Dominio" eran una técnica de barrera que pocos hechiceros podían lograr. Aquellos con técnicas innatas o heredadas eran los hechiceros que solían convocarlas, pero incluso entre ellos era muy difícil lograrlo. Sin embargo, estas técnicas podían ser evadidas de distintas formas, siendo una de ellas usando los "Dominios Simples", siendo estas una zona segura dentro de los "dominios". Yuji había recurrido a esto para evadir los cortes de la técnica de Sukuna, evitando así ser cortado en cientos de pedazos, como había pasado en Shibuya.

Y lo había hecho en un segundo.

Había que reconocer que el chico tenía mente para la batalla, como había demostrado. Convocar un "Dominio Simple" en un segundo y luego atacar al mismo tiempo, era algo que pocos hechiceros podían lograr y mucho menos medir la distancia del "dominio" de su enemigo para evadir la zona de efecto al mismo tiempo.

Yuji había realizado tres acciones en un segundo, separándolas una por una para lograr su supervivencia al ataque de Sukuna, quien estaba ahora con los brazos del lado derecho de su cuerpo inertes, ennegrecidos por el hollín de la carne quemada.

Apretando la mandíbula por la frustración, Sukuna reparó la herida causada en su cuerpo y encaró al adolescente que estaba frente a él: nuevamente sin ningún rasguño en su cuerpo. Había esperado que su "dominio" lo cortara en distintos pedazos, pero Yuji se había librado de manera magistral y seguía vivo. Lo estaba subestimando demasiado y el chico estaba creciendo bajo presión mejor de lo que esperaba.

Sin embargo, eso no lo desanimó.

Sukuna formó con sus manos la pose de rezo. Estaba dispuesto a realizar nuevamente su expansión, pero esta vez convocando el fuego con el que arrasaría a Yuji y lo convertiría en carbón.

―¡Expansión Territorial/Expansión Territorial!

Ambos dominios se anularon mutuamente causando una explosión de energía maldita que se evaporó en el aire.

―¡MOCOSO!

Yuji Itadori tenía las manos juntas, formando la posición de rezo de manera calmada. A su mente habían llegado los recuerdos de las veces que vio una "Expansión de Dominio" y la explicación que el profesor Gojo le había dado, así como las clases que tuvo con Atsuya Kusakabe durante el periodo de entrenamiento. Gracias a lo que aprendió y recordó, pudo crear su propia expansión tras entenderla y la usó para invalidar la de Sukuna cuando la lanzara nuevamente.

―Ahora, estamos al mismo nivel.

El chico dejó caer los brazos y clavó sus ojos en Sukuna.

―No estamos al mismo nivel, mocoso.

―Tu eres el "Monstruo de la Era Heian". Yo soy el "Monstruo de la Era Actual". Soy el Ryomen Sukuna de esta época. Y no tengo miedo en convertirme en monstruo.

Las palabras de Nanami, de Junpei y de sus familiares...Yuji aceptó ser un monstruo para detener a Sukuna mientras estaba debatiéndose entre la vida de la muerte. Aceptó ser un monstruo y no era algo que echaría a un lado tras aceptarlo.

―Bien, si crees que eres un monstruo―alargó el brazo y atrapó algo con la mano, llevándolo directamente a su boca―; entonces no rechazaré la asimilación de Tengen.

―¡¿?!

―Kenjaku tenía sus planes. Y voy a seguirlos al pie de la letra, para ver hasta donde llegas mocoso.

Asimilar a Tengen había sido el plan de Kenjaku desde hacía, aproximadamente, más de mil años. Pero la aparición de el profesor Gojo cuando las maldiciones fueron liberadas, indicaba que había sido finalmente derrotado. Entonces; ¿cómo pudo enviar a Tengen hacia Sukuna si fue finalmente derrotado? ¿O como pudo liberar a las maldiciones ingeridas por Suguru? Yuji abrió los ojos ligeramente: Kenjaku lo dejó todo preparado desde el inicio, como si supiera que iba a ser derrotado o como si no confiara en Sukuna.

Soltó un suspiro que no sabía que contenía.

―No voy a detenerme, Sukuna. De hecho, esto me lleva a querer seguir con esta pelea mucho más, créeme. Tengo mis propios planes para detenerte finalmente y no voy a detenerme ahora que has ingerido a Tengen.

―¡Jajajaj! Veamos hasta qué punto mantienes eso, mocoso. Tú estas condicionado por la idea de salvar a Fushiguro, pero yo no tengo ese lastre. ¡Puedo pelear sin restricciones!

―...

―¡No puedes matarme sin matar a tu compañero y amigo! ¡Y YO PUEDO MATARTE SIN RESERVAS!

Yuji juntó ambas manos formando nuevamente la pose de rezo. Respiró profundamente por la nariz al mismo tiempo que Sukuna colocaba las manos en la misma posición, sonriendo.

―¡Horquilla!

―¡Expansión Territorial!

Sukuna se vio obligado a saltar, evadiendo el clavo disparado desde la izquierda. Esto le dio la oportunidad a Yuji de extender su dominio sobre Sukuna, Nobara y él mismo, envolviéndolos a los tres en su "dominio".

Era el momento de terminar aquella guerra.

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