Capítulo 12
Dos figuras se movían dentro del teatro Ikebukuro a una velocidad por encima de la humana. Sin energía maldita, Yuji no estaba amplificando la fuerza de su cuerpo o la velocidad a la que reaccionaban sus sentidos o músculos en cada movimiento. Lo estaba haciendo todo de forma natural, evadiendo los intentos de golpe por parte de Hiromi Higuruma, su adversario y causante de que no pudiera usar la energía maldita en sus golpes de contraataque. Pero como en ocasiones anteriores, el estudiante de primer año desvió el mazo con un golpe de puño que hubiera impresionado al hombre, si no lo hubiera hecho con anterioridad, justo antes de aquel momento, dejando a Hiromi justo como estaba: con una mirada desconcertada.
Hiromi Higuruma había sido un abogado que terminó descontento con el sistema judicial, por lo que fue una de las personas a las que se les obligó a participar en el Juego de Sacrificio cuando despertaron su ritual, dándole la posibilidad al hombre de poder hacer justicia a su manera. La Colonia de Tokio Nº1 se había convertido en el campo de justicia de Hiromi y lo había demostrado obteniendo los cien puntos y colocándose por encima de muchos de los hechiceros modernos, a pesar de no contar con una experiencia previa.
Debido a su experiencia con otros hechiceros, Hiromi encontró extraño que Yuji pudiera responder a los golpes con contundencia y que no estuviera siendo abrumado por su propia fuerza y superioridad. ¿Qué era exactamente lo que el chico estaba haciendo? ¿Su expansión habría sido ineficaz contra el adolescente? Si bien eso era una posibilidad, Hiromi la negó con vehemencia. ¡Era imposible! El "Juez" había dictado su sentencia sobre el chico de cabello rosado y se estaban siguiendo las normas: Yuji Itadori no podía usar energía maldita. Entonces ¿cómo estaba manteniéndose firme y esquivando o contrarrestando los golpes de su mazo?
Un dato que Hiromi desconocía, era que Yuji ya contaba con una fuerza sobrehumana antes de manipular la energía maldita, antes siquiera de comerse uno de los "Dedos de Sukuna" y convertirse en su recipiente. Había nacido con ella y era algo inherente de su cuerpo, lo que lo convertía, en cierta manera, en alguien como Maki Zenin...o Toji Fushiguro.
Ambos, joven y adulto, estaban en un empate técnico. Yuji no contaba con la experiencia suficiente como para superar a Hiromi, pero al mismo tiempo Hiromi no contaba con la experiencia para poder dañar a alguien sin superarlo completamente. Tal vez el abogado tenía energía maldita, pero el joven hechicero contaba con poder físico que usaba ampliamente a su antojo y sin remordimientos, desviando los golpes del mazo usando sus nudillos, los cuales se estaban mostrando enrojecidos de la cantidad de desvíos que había tenido que hacer.
Otro dato desconocido para Hiromi y que le valió un jab directo en sus costillas, eran las habilidades físicas y en artes marciales de Yuji. A pesar de que no tenía un estilo definido ni había seguido una sola rama de artes marciales (algo que lo habría vuelto un arma de matar), conocía muchos conceptos y movimientos de un conjunto amplio de estilos de lucha, los cuales usaba ampliamente para defenderse de los intentos de cambio por parte del abogado, el cual se mostró frustrado ante aquel joven que se estaba manteniendo firme ante la justicia.
Yuji era conocedor de que no estaban sobrados de tiempo. Megumi estaría buscándolo a él y a Hiromi Higuruma para obtener los cien puntos y, al mismo tiempo, Kinji Hakari y Panda estarían buscando a Ángel para poder liberar al profesor Gojo. Y mientras ellos estaban haciendo eso, Kenjaku seguía libre trabajando en su propio plan...
Soltando un suspiro de resignación, Yuji flexionó ligeramente las piernas y dejó que su cuerpo cayera en una pose ligeramente acuclillada, con los brazos abiertos como si estuviera esperando algo. Era, a ojos de cualquier experto, una pose sin guardia, con muchos puntos abiertos y perfecta para ser golpeado; pero al mismo tiempo era una trampa mortal de aquellos que estaban acostumbrados al combate físico. La posición abierta que incluso Maki usó en algún momento, era la invitación perfecta para las personas que creían en su superioridad.
Y en esta ocasión, no era distinto.
Hiromi, completamente ingenuo de aquello debido a su inexperienciea con las artes marciales, tomó el mango del mazo y salió disparado hacia Yuji Itadori meciendo su herramienta maldita, lanzando un golpe que dejó las aberturas en la defensa que el chico estaba esperando. Cuando sus ojos las vieron, Yuji se movió y desapareció bajo la defensa de Hiromi, golpeando con su codo el pecho del hombre, girando sobre sus pies mientras este caía hacia atrás y lanzando un golpe descendente con el puño cerrado contra el esternón del abogado, estrellándolo contra el suelo con toda la fuerza no mortal posible, haciendo que Hiromi escupiera sangre hacia arriba.
Saltó, alejándose de su adversario.
Yuji había reaccionado de una manera profesional al movimiento de Hiromi. Y había actuado como un profesional al devolver el golpe y actuar como un verdadero artista marcial al aprovechar la fuerza e inercia del abogado en su contra para golpearlo con la intensidad apropiada, aunque no le había causado o le causaría la muerta. La intención principal del adolescente, era inhabilitar a Hiromi y obtener los cien puntos que este tenía, no matarlo de forma innecesaria.
Escupiendo algo de sangre, Hiromi comenzó a ponerse de pie y llevó la mano hacia su pecho. El joven de primer año había causado que un par de sus costillas se rompieran y rasgaran algo de su interior, provocándole probablemente algunas heridas internas. ¿Era posibles que un chico de 15 años se moviera y actuara como un luchador profesional? Hiromi desconocía la respuesta, pero no le gustaba a donde estaba yendo aquel enfrentamiento. Él había esperado que el chico fuera otro hechicero moderno, otro sin experiencia que sin energía maldita podría haberlo destruido en cuestión de dos movimientos. No había sido así. Yuji estaba versado en el mundo de los hechiceros y se estaba comportando como alguien dispuesto a pelear sin energía maldita, siguiendo su propia línea e intenciones.
Suspiró.
Aquel golpe había dolido y debía reconocerlo. El chico de 15 años lo había pillado desprevenido y no había esperado un movimiento como aquel en alguien con poca experiencia en artes marciales. Y lo había subestimado completamente. Sin embargo, no era algo que volvería a pasar en un corto plazo. Con una mirada intensa que dirigió a Yuji, Hiromi colocó nuevamente el mazo sobre su hombro y limpió con el dorso de su mano la sangre que escurría por su mentón.
―Bien, niño―habló, respirando con cierta dificultad, acto provocado por las costillas lastimadas―. No tienes energía maldita, pero eres alguien que esta dispuesto a seguir peleando incluso sin ella. Y me has dado un golpe para tener en cuenta. No lo esperaba, Yuji Itadori.
Yuji se permitió esbozar una sonrisa ante las palabras de Hiromi.
―¡Oh, tengo mucho más de donde salió eso, Higuruma-san!
Había cierta soberbia y ego dentro de aquellas palabras. Hiromi sonrió divertido al pensar en Yuji como alguien egocéntrico, algo que incluso estaba sorprendiendo a Sukuna, pero ninguno de los hechiceros lo sabía ni parecía importante.
―Pero no importa si das uno o dos golpes. Si no me derribas, ¡yo seguiré peleando!
Hiromi se lanzó hacia Yuji, pero con el cuerpo ligeramente más inclinado y evitando dejar tantas aberturas. No era alguien que cometiera los mismos errores dos veces. Meció el mazo con un movimiento amplio y aplastó el suelo donde había estado el adolescente generando una lluvia de fragmentos de teja, cubriéndose la visión durante unos segundos, lo que le hizo chasquear la lengua. Dichos segundos, fueron aprovechados por el adolescente, quien se lanzó en una patada directa contra Hiromi y lo obligaron a cubrirse con el brazo izquierdo, casi soltando le mazo. Cerró los dedos, lo hizo más pequeño y lanzó un golpe ascendente.
Los dos se separaron.
Yuji miró por un segundo el mazo en la mano de Hiromi, viendo como este se había vuelto más pequeño. Parecía responder a cambios de tamaño que quisiera su portador, algo que Hiromi estaba aprovechando en los momentos oportunos. Si no hubiera convertido el mazo en uno pequeño para golpearlo, él le hubiera lanzado una patada segadora directamente a la cabeza, lo que podría haber roto algo en el cráneo del hombre, por lo que suspiró aliviado al ver que se había protegido a tiempo.
Hiromi miró su mano izquierda. Estaba temblando, todo su brazo lo estaba haciendo. ¿Había sido por la fuerza del niño? Meneó la cabeza y cerró la mano intentando deshacerse de dicho temblor. Enfocó sus ojos en Yuji Itadori y envió todos sus pensamientos hacia el adolescente, el cual parecía estar pensando en algo.
―¿En que piensas, Itadori?
―¡Oh!―el chico salió del ensimismamiento golpeando su puño derecho sobre su palma izquierda―. Creo que voy a "apelar" el juicio.
―¡¿?!
No hizo falta una invocación ni expandir el dominio como lo había hecho Hiromi en un primer momento. Su "Expansión de Dominio" se hizo completamente efectiva en el momento en el que Yuji pensó en una apelación en el juicio, lo que envolvió a ambos hechiceros en el dominio de Hiromi y llevó al estrado al joven de quince años, el cual parpadeó al verse nuevamente frente al "Juez". Un nuevo folder estaba frente al abogado.
―Ah, en esta ocasión se te culpa sobre el "Incidente de Shibuya". Cerca de un centenar o más personas heridas o muertas, tanto de civiles como de hechiceros. Según esto...destruiste Shibuya con un ataque devastador que dejó a muchos con heridas realmente profundas. ¿Cómo te declaras?
Los ojos de Hiromi relucieron al leer aquella hoja, al ver el informe sobre los daños que se causó en Shibuya. Él, como muchos otros, sabía que aquello fue obra de Ryomen Sukuna, el Rey de las Maldiciones que había tomado consciencia dentro del adolescente cuando devoró uno de sus dedos y que ahora era mucho más fuerte, con quince ingeridos hasta la fecha. Era sorprendente que alguien como Yuji pudiera mantenerse en el dominio de su cuerpo.
―Culpable.
El abogado parpadeó y miró a Yuji Itadori con confusión, frunciendo el ceño segundos después.
―¿Culpable? ¿Cómo que culpable?―murmuró, mirando del folder con el informe hacia el adolescente―. ¿Te estás auto inculpando de lo ocurrido en Shibuya?
―Si. Es lo que estoy diciendo―la mirada del chico se volvió algo más seria, llena de un dolor que se reflejó en el brillo de sus ojos castaños―. Soy el culpable por no haber podido detenerlo y por haber permitido todo eso. Mis manos están manchadas con la sangre de todas las personas que cayeron en Shibuya. Yo soy el culpable de todas esas muertes que se me atribuyen.
Conflicto de ideales.
Hiromi Higuruma miró al muchacho y apretó los dientes. Podía sentir como el "Juez" iba a declararlo culpable de todo aquello y lo sentenciaría a muerte. Yuji había reconocido todo y no había marcha atrás. Pero él no podía permitir eso. No cuando se suponía que fue por algo similar que estuvo descontento con la ley.
―Mierda―el dominio se desmoronó y ambos volvieron al teatro Ikebukuro, con un Yuji mostrando sorpresa―. Supongo que ahora, puedo escucharte un poco, niño. ¿Qué era exactamente lo que querías de mí? Dejemos las hostilidades y hablemos, ahora que me has hecho ver algo con mis ojos que había olvidado.
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