Capítulo 11
El teatro de Ikebukuro se había convertido en la base de operaciones de Hiromi Higuruma, el objetivo de Megumi y Yuji. Aunque este último, estaba acompañado por Rin Amai, un chico de su ciudad natal que lo había reconocido por su apodo de secundaria. Había sido Rin quien lo llevó a Ikebukuro y lo guio hasta aquel teatro desde donde Higuruma había vencido a cualquiera que lo buscara, incluyendo a Haba, el tipo helicóptero que Yuji había vencido hacía unas horas atrás junto a su compañera Hanya, dejando a ambos adultos inconscientes.
El teatro de Ikebukuro parecía haber sufrido daños en su fachada. Algunas de las letras en el enorme letrero habían desaparecido dejando algunos huecos para rellenar y las otras que aún permanecían en su sitio, estaban ligeramente sueltas, casi caídas, y que parecían pender de un solo tornillo o hilo, según quien lo mirara
Parecía un teatro abandonado a ojos del estudiante de hechicero. A pesar de que solo habían pasado algunos días desde que se hizo público el Juego de Sacrificio, los edificios en general habían empeorado su aspecto si estaban dentro de una de las colonias, pero aquel teatro estaba ligeramente más maltratado. A parte del cartel, la pintura estaba dañada y la estructura mostraba algunas pequeñas grietas que podrían volverse mucho más grandes. Dentro del mismo, probablemente se habían llevado algunos combates intensos entre Higuruma y sus rivales o cualquiera que entrara en su territorio.
Así como el lugar era un buen sitio para pasar desapercibido, el teatro ofrecía un buen escenario para un enfrentamiento entre hechiceros sin obligar a Higuruma a salir de aquellas cuatro paredes, pudiendo realizar sus actividades en su interior sin tener que salir a buscar a sus objetivos. Y Yuji sintió que el hombre no se estaba escondiendo de nadie. De hecho su presencia era la más obvia una vez se acercaban a la zona donde el hombre estaba.
Meneando la cabeza, Yuji tomó la decisión de entrar. Había estado sopesando la idea de ir en busca de Megumi, pero eso le llevaría mucho más tiempo y era justamente lo que no tenían. Debía tomar a Higuruma por sí mismo si quería obtener los puntos del hechicero lo antes posible y no perder más tiempo en aquel lugar.
―¿Seguro que quieres hacerlo?
Situado a la derecha de Yuji, Rin Amai miró al adolescente de cabello rosado con cierta preocupación. Hiromi Higuruma había sido un hombre capaz de vencer a Haba en una ocasión, desde entonces, el chico no oyó que alguien hubiera podido vencer al abogado antes de aquel momento. Que Yuji hubiera vencido a Haba y Hanya, no quería decir que pudiera vencer a Hiromi.
―Si. ¿Por qué?
―Ya te dije que venció a Haba―murmuró, entre dientes, Rin―. Aunque tu lo hayas vencido, Higuruma lleva tiempo peleando y ha alcanzado los cien puntos. ¿Estas seguro de querer arriesgarte?
Yuji no apartó los ojos de la puerta del teatro. Por su mente pasaron los recuerdos que tuvo junto a Junpei, Nanami, Nobara, Aoi y el profesor Satoru. Dos de aquellas personas estaban muertas. Dos de ellas estaban en una situación desconocida para él. Y la última, la que podría detener todo lo que estaba pasando, estaba en manos del enemigo, sellado en una prisión capaz de retener el "infinito". Enfrentar a Hirmo Higuruma no era algo tan monstruoso para su mente como lo era la situación de todas las personas que había conocido y que se habían convertido en personas importantes para él.
―No importa que sea peligroso―comenzó a caminar. Apoyó las manos en la puerta de doble hoja y empujó produciendo un crujido que indicó que las puertas estaban abriéndose y cediendo ante su fuerza―; pero tengo que hacerlo.
El interior del teatro estaba en un estado similar a la fachada del exterior. Se podía ver la pintura desconchada; algunas grietas recorriendo las paredes y el suelo; algunos cráteres adornaban las paredes, el techo o el mismo suelo. Las sillas y butacas estaban tiradas por todos lados convirtiendo el suelo en una zona de obstáculos para cualquier persona, entorpeciendo el camino. Y, al fondo de todo aquel desastre, estaba un hombre de cabello oscuro levemente despeinado con mechones despuntando y traje que lo hacía parecer un hombre de negocios, un abogado o un empresario.
"Hiromi Higuruma"
Yuji Itadori se detuvo a varios metros del hombre, quien lo miró con una mirada sin vida o sentimiento alguno, como si no lo estuviera mirando directamente. Un segundo después, tras un parpadeo, el hombre fijó sus pequeños ojos negros en la figura de Yuji.
El hombre había levantado la cabeza. Estaba tirado en una bañera llena de agua.
―¿Alguna vez te has bañado con la ropa puesta?
El hombre comenzó a salir de la bañera, haciendo que el agua produjera ondas y un fuerte chapoteo cuando sus pies tocaron el suelo de madera del escenario.
―Nunca lo hice.
―¡Ah! Para mí, se ha sentido mejor de lo que esperaba―admitió el hombre soltando un suspiro―. Incluso con la ropa interior mojada, no estoy incómodo.
El adolescente parpadeó ante aquella afirmación, frunciendo el ceño ante las palabras del hombre frente a él, sintiéndolo completamente extraño y fuera de lugar.
―Hiromi Higuruma―la voz de Yuji salió más seria de lo normal, probablemente debido a las circunstancias por las que había terminado conociendo al hombre. Ante este llamado, Hiromi miró al chico con algo de confusión e interrogativo―. Necesito que me ayudes a terminar con el Juego de Sacrificio. ¡Te lo pido por favor! ¡Hay muchas personas que...!
―Ah, y aquí pensando que vendrías a pelear o por mi cabeza, muchacho―reajustó la corbata con un tirón hacia arriba, llegando a sentir el nudo rozando su nuez―. Pero has venido a...¿eliminar el Juego de Sacrificio? ¿Por altruismo?
Yuji dio un paso hacia atrás, sorprendido por la mirada de Hiromi.
―S-si...¿más o menos?
Un suspiro escapó de la boca de Hiromi, que miró a Yuji con una mirada seria.
―No voy a ayudarte chico. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué ganaría deshaciéndome de este juego más allá de más personas injustamente castigadas?―el hombre negó―. No, no tiene sentido para mí, muchacho. He estado impartiendo justicia, porque los hombres "justos" nunca han podido hacerlo. O no lo han hecho realmente. Dejar que personas inocentes se pudran en la cárcel...en fin. Supongo que el dinero es lo que mueve el interés de las personas en esta sociedad, ¿no crees? Estoy mejor con esta situación, muchacho. Al menos, puedo dejar un poco de justicia.
Hiromi Higuruma estaba descontento. Una persona que él había defendido, fue condenada injustamente a la cárcel y las personas que debían de representar la justicia, no hicieron absolutamente nada para detener aquello. ¿Por qué detener aquel momento de la historia donde podía hacer su propia justicia? No estaba dentro de su agenda. Hiromi estaba ocupado impartiendo justicia e iba a seguir así por mucho tiempo, mientras siguiera aquel juego.
Yuji apretó los dientes, encontrando en los ojos de Hiromi lo que el hombre estaba pensando. No iba a ayudarlo. No había palabras que lo convencieran ni acciones que rompieran su voluntad. Hiromi Higuruma estaba dispuesto a seguir sus propias palabras y voluntad y no iba a trabajar con ellos para terminar con aquel juego por parte de Kenjaku, lo que solo le dejaba una opción.
―Necesito los cien puntos, Hiromi Higuruma―murmuró, lanzándose hacia el frente-. ¡Y si no es por las buenas, será por las malas!
Hiromi no se sorprendió.
―Eso es algo que harías―una figura oscura apareció detrás de Hiromi, tomando forma lentamente―. Expansión de Dominio: Pena de Suicidio Forzado.
La pierna de Yuji se detuvo a un lado de la cabeza del hombre, a unos centímetros de tocarlos. Con un gesto, Hiromi obligó a Yuji a saltar hacia atrás, pero el abogado solo mostró un folder.
―Esto es...¡¿una expansión?!
Una "Expansión de Dominio" era una técnica avanzada de la hechicería que había crecido con los siglos, existiendo dos modos de expansión: las heredadas por una línea familiar o de técnica maldita, y aquellas que un hechicero sin una línea podía crear con la fuerza suficiente. Si Hiromi tenía una expansión, Yuji estaba seguro de que el abogado estaba dentro de los hechiceros más fuertes de la Colonia de Tokio N.º 1, tal vez incluso de Japón.
―No puedes pelear dentro de mi dominio, Yuji Itadori―señaló con el pulgar a su shikigami―. Él es mi shikigami. Puedes llamarlo "Juez", si buscas un nombre―los ojos castaños del adolescente miraron a la figura oscura con dos puntas hacia cada costado y una en la parte inferior, las cuales actuaban con las piernas y brazos del shikigami. Su rostro, lo que parecía una máscara blanca, mostraba unos ojos cerrados―. Él va a ser el juez de este juicio, muchacho.
Un juicio creado por energía maldita donde Hiromi era el abogado de la fiscalía, el shikigami el juez y Yuji el acusado, función que ocupaban todos los enemigos del abogado y que ahora estaba representando el joven hechicero.
―...
―¡Bien! Por las pruebas presentadas, el día 16 de julio de 2017, en Sensai, entraste al salón de panchiko llamado Maji Vegas, siendo menor de edad. ¿Cómo te declaras?
―¡Esto es una idiotez! ¡Ingresé para usar el baño!
Una de las cejas de Hiromi se alzó.
―¿Seguro?―una fotografía apareció frente a Yuji, donde se le veía a él utilizando la máquina de cambio del salón―. No creo que esto sea un baño.
―Tch. No hay manera de obtener un veredicto de inocencia, hombre...
―La evidencia fotográfica solo te mostraba usando la máquina. Los salones y as casas de cambio no forman parte de la misma entidad, muchacho.
Yuji se preparó cuando vio al "Juez" moverse ligeramente detrás de Hiromi, volviéndose algo más grande de lo que el chico recordaba. ¿Podía haberse vuelto incluso más...oscuro?
―Se te declara...culpable. Se te despojará de la energía maldita.
―¡¿Qué?!
Hiromi hizo crujir su cuello levemente ante la sentencia de su shikigami, comenzando a caminar hacia el adolescente cuando su expansión se fue deshaciendo. Había una brecha entre él y Yuji en estos momentos, una enorme que el abogado iba a tomar.
―Empecemos...
Pero de nuevo, algo golpeó el pecho del chico.
Yuji reaccionó al movimiento de Hirmo y reaccionó saltando hacia atrás ganando una enorme distancia, sorprendiendo al hombre. Hiromi se movió hacia adelante y convocó el "Mazo" en su mano derecha convirtiéndolo en uno de un tamaño de martillo de guerra. Movió la herramienta para aplastar a Yuji, pero el chico respondió devolviendo un golpe demoledor que lo hizo quedar desprotegido.
"¡¿Él ha golpeado el mazo con esa fuerza sin energía maldita?!"
Hiromi había pensado en una victoria rápida contra el adolescente y tomaría sus puntos. El chico no debía morir innecesariamente y derrotarlo era lo mejor que podía hacer por él. Pero no había esperado que Yuji respondiera ante su ataque con aquel contragolpe que lo hizo mover los brazos levemente hacia atrás cuando su herramienta fue movida en la dirección del golpe.
No había energía maldita detrás del golpe. Yuji no tenía una "Técnica Maldita" para responder a la fuerza de Hiromi ni contaba con una "Expansión de Dominio" para contrarrestar la de su adversario. Sin energía maldita, el adolescente de quince años y de primer año de la Escuela Metropolitana de Tokio, respondió a la agresividad del abogado con su propia fuerza bruta de nacimiento, sorprendiendo a Hiromi y aprovechando para golpear su estómago con un golpe de codo en giro que envió al hombre hacia su bañera.
Hiromi giró en el aire y cayó sobre sus pies sintiendo como algo parecía haberse quebrazo, lo que le hizo llevarse una mano al pecho. ¿Tendría alguna costilla rota? ¿La caja torácica? Hiromi apretó los dientes, enviando eso al fondo de su mente y tomando el mazo con fuerza, declarando mentalmente que el chico no volvería a pillarlo desprevenido.
Pero cuando Hiromi Higuruma miró al adolescente, la enorme figura de un lobo pareció ocupar su lugar, mostrando unos ojos amarillos, depredadores.
La batalla entre Yuji Itadori e Hiromi Higuruma...acababa de empezar.
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