A la tierra de los vivos.

Vladimir"

"¿Quién carajos era Vladimir?" se preguntó con temor al ver a la clase de estructura tétrica a la que está siendo arrastrado por Arthur mientras sus manos permanecían unidas. No negará que es rara la sensación de sus manos entrelazadas, su piel rebosante de vida con la esquelética de su mejor amigo; sin embargo aún se sentía tan bien que debe de admitir que es hasta nostálgico estar con él de esa forma.

Subió con algo de temor el montón de escaleras de mármol que dirigían a una gran estructura gris oscura y tenebrosa.

—Vladimir ¿estás aquí? ¿Vladimir? -El tenebroso silencio le estaba aterrando. Soltó la mano de Arthur y dio un paso atrás deseando volver a la salida, no contaba con que patearía una pila de libros en el suelo, provocando que la oscuridad se moviera acompañada de graznidos resonantes por toda la habitación, el terror aumentó cuando un quinqué de aceite comenzó a moverse haciendo las sombras aún más aterradoras hasta que una huesuda mano lo detuvo.—Aquí estás.

—¿Dónde más estaría? Lukas me ha prohibido salir. -El cadáver se encontraba casi en el mismo estado de Arthur, solo que con parte de su cráneo mostrándose abiertamente con una gran grieta, la cual notó aún más al ver que un pedazo se levantó cuando el cadáver se agacho para recoger una llave. —¿Qué te trae por acá cejón? -En cuanto escuchó esas palabras no pudo evitar mirar con rencor al tal Vladimir, dió un paso adelante tomando la mano de Arthur y jalándolo a su lado en señal protectora.

—Él es Alfred. -Una sonrisa se coló en los labios fríos del anglosajón, si estuviera vivo un sonrojo delatador estaría cubriendo todo su rostro ante la emoción de que Alfred se mostrara como en los viejos tiempos cuando rompía sus propios temores a los bravucones. —Es mi esposo.

—¿Tu esposo? -El americano frunció los labios con desagrado al ver como el chico raro levantaba el pedazo de su cráneo y acariciaba directamente sus sesos.

Se sentía extraño ahí y más con la mirada que Vladimir le dedicaba, como si no confiara en él y le estuviera vigilando con sospecha.

No tenía malas intenciones en ir a casa, es más, ni él mismo sabía sus intenciones: tal vez cuando volviera a al mundo "normal" quisiera aferrarse a su vida, quedarse al lado de Nathasha o seguiría con esa loca idea de dejar todo en orden antes de dejarse llevar en ese mundo con Arthur.

—Vlad, necesitamos ir arriba. -Por el rabillo del ojo observo como su amigo de la infancia trataba de dialogar con el otro, Vladimir parecía sorprendido y aún sin una cuenca en su ojo sabía que lo miraba con desaprobación. —A la tierra de los vivos

—Arthur ¿Para qué demonios quieres ir ahí? -Pudo identificar como algunas palabras en rumano salían del cadáver con fractura de cráneo. —Lukas me partirá el otro lado de la cabeza si haces una locura con mi ayuda. -Se podía notar la negación hasta que los ojos verdes del inglés afectaron al carmín del otro—No es tan fácil ir ahí, Arthur.

Se quedó silenciosamente viendo la pelea de ambos chicos de piel fría y gris, esta seguro que si estuviera vivos esa pelea tendría el doble de viveza, sobre todo porque Vladimir seguramente no podría evitar ceder ante esos ojos verdes cuando tenían esa chispa salvaje y segura que te hacia débil y propenso a caer ante su encanto.

—Por favor, Vlad. -Hasta él sentía que cedería ante la voz de súplica de Arthur Kirkland, estaba acostumbrado a eso y parecía que su chico favorito nunca podría cambiar eso.

-Y otra vez, ¿Para qué quieren ir ahí? La gente de allá se muere por venir aquí. -Rodó los ojos ante el mal chiste y se decidió a intervenir.

—Te lo suplico, significaría mucho. -Juntó sus brazos en señal de súplica, aunque por dentro sentía que tal vez esto no saldría como lo planea. Pudo sentir como su mechón de cabello favorito se tensaba, era una señal ante el presentimiento de que las cosas tal vez no saldrían de acuerdo al plan.

—No lo sé...-El cadáver de ropa roja gruño rascándose más la cabeza sopesando la idea-No es algo normal, Lukas no lo aprobaría.

—Por favor Vladimir, debes conocer una forma. Tú el gran hechicero Rumano. -El muerto más alto rodó aquellos ojos que dejaron el blanco atrás por el gris. —Sé que desearé haber muerto en la hoguera cuando Lukas se enteré. -Alfred suspiró de alivio cuando notó a lo que diría el otro. — Déjame ver qué puedo hacer.

El rubio dio un respingo cuando sintió la mano huesuda de Arthur enredar sus dedos en la suya, pero valió la pena al notar la sonrisa en esos labios pálidos que habían perdido aquel suave color que habían tenido en vida.

Ambos observaron como el hechicero movía toda clase de libros dispersos en la estructura, muchas veces pequeños gritos salieron de la boca del no muerto, sobre todo cuando arañas y ciempiés grandes pasaban por su lado e incluso sobre sus zapatos, en algún punto la pareja de casados estaba abrazados por el reflejo natural de Alfred de refugiarse con Arthur de sus temores.

—¡Aquí está! -Escucharon un grito de júbilo y una cantidad considerable de libros caer cuando el dueño de la casa extrajo un libro de la base de una torre de estos.

Corrió rápidamente aún con la pierna huesuda y se colocó en una clase de mesa llena de objetos raros, vieron interesados como ojeaba el libro a diestra y siniestra hasta toparse con lo que necesitaba—Es un hechizo de mi patria para visitas al otro mundo.

—Volveré a ver a tus padres.-Notó como el inglés se tensaba y sonrió, Arthur no se llevaba demasiado bien con su madre, pero en cambio su padre siempre había adorado al violinista, era su chico favorito muchas veces más que él .

Con miedo de ver esos ojos verdes que siempre podían leerlo apartó la mirada y solo asintió tímidamente sintiendo calor alrededor de su rostro, por desgracia eso mismo le hacía recordar que estaba vivo.

Mientras sus debates internos prevalecían pudo ver como el ajeno a ellos comenzaba la preparación de un extraño mejunje con distintas cosas raras que iban desde hierbas, polvos, otras sustancias y debe decir que una parecía sospechosamente vino, incluso una pluma que se disolvió al líquido ¿qué clase de bomba piensa darles? Ellos estaban muertos pero él estaba vivo y seguro que sus órganos no aguantarían esa cosa.

Abrió los ojos sintiendo nervios por la bebida cuando este la levantó hacia ellos, pero cuando pensaba objetar el chico tomó un trago profundo de la bebida que salió disparado de algunos agujeros en el cuerpo del Rumano haciéndolo temblar hasta que un eructo salió de los labios muertos.

—¿En que estábamos? -Vio al menor fruncir sus cejas con enojo y cuando abrió la boca fue rápido y tapo sus labios conociendo perfectamente la sarta de palabras malsonantes que saldrían de su amigo de la infancia. —En el hechizo de su casa...

El chico de ropas extraña los miro a ambos juzgando, pero aun así tomo un cuervo y apretó el cuerpo haciendo que este expulsara un huevo ¿Eso era posible? ¿O solo eran cosas de hechiceros? No tenía tiempo de cuestionarse porque Arthur ya lo había apartado preparándose para lo que sea que el castaño fuera a hacer.

—¿Listos? -Ambos sintieron concentrándose en lo que pasaría—Cuando quieran volver deben decir: "Infernáculo" -Ambos repitieron la palabra y el amante de la magia asintió partiendo el huevo y llenándolos de una espesa bruma.

Cuando se deshizo de la bruma notó que estaba de regreso en el gris bosque y que la nieve seguía ahí como siempre, respiro hondo el aroma a bosque y el frío aire llenar sus pulmones, la nieve bajo sus suelas era suave hundiese al pisarla y el ulular junto con el graznar de las aves era menos aterrador.

Miró a su lado viendo las expresiones de Arthur y terminó encantado, pudo sentir como si ese brillo verde lleno de vida estuviera de vuelta en los ojos que tanto amo, incluso es capaz de imaginar el vivo color volver a los labios y mejillas del joven caballero, aún en sus memorias prevalece la nariz y mejillas rojas de su eterno amor cuando el frío le invadía y como él terminaba en peores condiciones cuando el rojo granate llenaba su piel al sentir cuandoese orgulloso niño se acurrucaba a él buscando su calor.

—He pasado tanto tiempo en la oscuridad, Alfred. -Un escalofrío le recorrió cuando su nombre fue dicho con tanto amor mientras el menor de estatura miraba la gran luna, aún parecía tan magnífica como cuando ambos le contaban sus secretos a aquel astro. —Había olvidado lo hermoso que es todo esto.

No resistió y busco la mano del otro, no importa que Arthur no tuviera calor, él le daría el suyo...

Rompió su ensoñación cuando el rubio grisáceo le jaló arrastrándolo a la nieve, saltando sobre esta y hundiéndose, juntando ambas manos y girando hasta atraerlo hacia él y caer ambos sobre el manto blanco entre risas, lo abrazó con fuerzas y sus manos viajaron al cabello tan rebelde como siempre, acariciándolo y olvidándose de todo como si fueran los chicos de antes, como si Arthur nunca se hubiera ido, como si la muerte no se lo hubiera llevado, su chico de luz era vida por mucho que el sueño eterno se llevó su existencia terrenal.

Bajó su sonrisa cuando el otro se separó y comenzó a danzar bajo la luz de la luna y sobre la nieve, un gesto nostálgico y triste le envolvió, era hermoso pero también era frío.

La balanza se inclinó aún más, el lado que le pedía quedarse con Arthur y no volverlo dejar solo gritaba, gritaba que se quedará a su lado y parte de él lo decidió.

Iría con Nathasha por aquel anillo, pasaría a casa por aquel dije en forma de piano y por aquel violín que nunca le entregó al dueño que ahora reía cuando la nieve de una rama cayó sobre él.

_Arthur yo te...-Se tragó las palabras, aún no estaba cien por ciento seguro de su decisión, aún había cosas que resolver —Tengo que ir primero a hablar como mis papás, no puedo darles una noticia así de repente ¿no crees? Tú sabes como es mi madre.

—¿Me esperas aquí?-Trató que una sonrisa conciliadora saliera de sus labios y al ver la mueca triste en labios contrarios, suspiró y sonrió suavemente antes de depositar un beso en la fría mejilla del otro - No tardaré.

—Está bien, cariño. -Trató de no sentirse culpable, pero no podía involucrar demasiado a Arthur, sentía que ya sería lo suficiente difícil irse sin decir adiós, solo confiaría en Nathasha para ayudarle a desaparecer sin dejar pendientes.

Primero iría a su casa por algunas cosas, agradecía que años fugándose de esa casa ahora mismo servirían

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