CAPITULO 4

Reina Hogat

Llegamos a un lugar inmenso, la construcción también era de barro, pero era muchísimo más grande que las que se encontraban a su alrededor, quedaba en un lugar mucho más alto y tenía la forma de una botella gigante, se veían pequeñas ventanas triangulares alrededor de la edificación. La cubierta también era de un material que no conocía, pero como las construcciones de esta aldea tenían esa forma extraña, parecían no necesitar mucho de ese material para cubrir sus hogares.
Pará poder llegar, debimos subir unas escaleras grandes hasta una puerta de aproximadamente cuatro metros de alto, tallada en madera y con un símbolo raro que unía ambas hojas.

Al entrar al sitio, y caminas unos cincuenta pasos, estaba una señora gigante, podría pensar que media alrededor de tres metros. —¿Cómo una persona podía crecer tanto?

La señora estaba sentada en una silla parecida a un trono, igual de inmensa que ella, el trono estaba hecho de un material grisáceo beteado y tenía incrustaciones de lo que parecían diamantes, los extremos de las patas de ese trono estaban pintadas de color carmesí, y atadas a esas patas, se encontraban cadenas gruesas que amarraban a cuatro animales, de la misma especie que me persiguió en el bosque arcoíris. Miré mucho más cerca, las patas del trono estaban de color carmesí por la sangre seca pegada a ellas.

Se me erizó la piel hasta la nuca.

Subí la cabeza y me encontré mirando directamente a los ojos a aquella señora gigante. La señora tenía la tez muy clara, como si ya hubiera pasado mucho tiempo desde que los rayos del sol tocaron su piel, su cabello oscuro estaba delicadamente peinado hacia atrás y un gran lazo lo sostenía firmemente en forma de cola de caballo, sus cabellos caían hasta llegar a la parte posterior del trono, donde éste rosaba el piso y las puntas se manchaban con sangre. Tenía unos ojos grandes y expresivos del color de las esmeraldas, no era una gigante fea, pero inspiraba terror hasta en los huesos. Tal vez era la imponencia con la que se veía, o quizá su mirada fija y desafiante.

—Jovencita — Dijo la señora gigante, con una voz que inundó el interior del edificio en el que nos encontrábamos — Estábamos esperando tu llegada a las tierras de Leviv, nos complace enteramente su visita y esperamos que se quede por mucho tiempo. Mi nombre es Hogat, la reina de esta aldea de Leviv, he esperado por mucho tiempo esperando su llegada, el oráculo nos lo avisó.

—Reina Hogat — Le pregunté — ¿Me podría explicar por favor que es este lugar y como llegue aquí?

—Con gusto te explicaré, pero primero ve a lavarte y cambiarte, hueles a puro excremento.

La Reina Hogat tapó su matriz con su mano izquierda y se dirigió a una de sus súbditas, volvió su mirada y me señaló con su mano derecha.

—Límpiala y vístela. ¡¡¡¡Ahora!!!!

Inmediatamente, la súbdita de la reina Hogat me tomó del brazo y me llevó hacia una puerta que se encontraba en la parte lateral derecha de la edificación; Al entrar por la ella se encontraba un pasillo lleno de muchísimas puertas, supuse que eran habitaciones, pero no pensé demasiado, ya que la mujer que me llevaba apretaba fuertemente mi mano mientras caminaba muy rápido, sentí que me llevaba a rastras, hasta que la mujer me dijo con una voz suave:

—Apresúrate, no tenemos mucho tiempo, la Reina Hogat no tiene paciencia y querrá verte lo más pronto posible. Has llegado en buen momento, la reina se encuentra de muy buen humor.

Si ese es su buen humor, no quiero ni imaginar cómo es cuando está molesta — pensé mientras aquella mujer me desvestía con sus manos ágiles. Preparó velozmente una tina de madera, lo llenó de agua con chorros de un líquido extraño, tomó nuevamente mi brazo y me lanzó hasta la tina de madera, donde caí delicadamente. Mientras ella me lavaba el cabello y talla a mi espalda, pensaba en como la gravedad de este mundo es extraña, había salido despedida de un árbol y aunque me lanzó muy lejos, caí también suavemente.

La mujer detuvo mis pensamientos al sacarme de la tina abruptamente y sin avisar, tomó una toalla, me secó todo el cuerpo y empezó a colocarme una vestimenta parecida a la que ella tenía puesta. Era un saco blanco que me llegaba hasta las rodillas, tenía las mangas largas y estas terminaban en un puño, también tenía el cuello amplio y redondo —parece que la gente en este mundo no conoce la ropa interior — encima me colocó otro saco, pero esta vez el tejido era de piel azul pintada, una piel suave, pero en cambio del primer saco ancho, el segundo se ajustaba en la parte de atrás como un corsé , tenía las mangas cortas y solo me llegaba hasta media pierna, dejando ver el saco blanco debajo, sentía como me ajustaba por la espalda y ceñía mi figura. La mujer tomó mi cabello húmedo, lo secó, cepilló y lo ató con una liga en la parte de atrás de mi cabeza.

—Estás lista — dijo la súbdita — ahora vamos, nos queda muy poco tiempo.

Tomó nuevamente mi brazo y salimos rápidamente hacia donde se encontraba la reina, esta vez si corrí a la par de ella.

—Mi reina — se inclinó la mujer que me había limpiado — aquí está la joven, limpia y vestida.

—Buen trabajo — dijo la reina mirando su dedo mientras lo movía agilidosamente — justo a tiempo.

La reina me miró fijamente y dijo:

—¿Sabes el motivo por el cual estábamos esperando tu llegada?

—No, su eminencia — contesté.

La Reina me miró complacida, definitivamente era una persona narcisista.

—Te voy a contar la historia de los antepasados de estas tierras, y la razón de tu llegada, tu misión.

Hace alrededor de 500 años de Lev, vivía la más grande de las reinas que jamás haya existido en Leviv, gobernaba la ciudad de metal, por lo que le decían "La Reina de Metal"...





Continuara...

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