Capítulo 9
— ¿Cuándo pensabas decirme que tienes un hermano? —dice furiosa agarrándome de la camiseta.
— ¿¡Cómo!? —sonó mi móvil. Miré la pantalla con odio al ver quien era: K— ¿Dígame?
— Tienes una misión.
— No me diga, tiene que ver con Clinton.
— ¿Sabes algo de él?
— No.
— En fin, no te entiendo. Tienes que ir a hablar con él y haber si le sacas algo. Los de su bando están tramando algo.
— Vale. —colgué. Madison aún me tenía agarrado de la camiseta— ¿Me dejas qué te explique?
— Haber que inventas... —me suelta y pone sus manos en la cintura.
— Siéntate y te lo cuento todo desde el principio. —se sienta de mala gana— Cuando nuestros padres murieron, K me metió en el bando dejando a Clinton, mi hermano, solo. K sabía perfectamente lo que hacía, tenía un plan desde el principio y yo fui dándome cuenta con el tiempo. Varios días después Clinton ingresó al Bando de Pi. Tanto Pi como K tenían el mismo plan. Aprovechando que éramos hermanos, teníamos que averiguar lo que él otro hacía en el bando o los planes de éste. Sabes muy bien las normal del bando y una de ella dice que no podemos tener ningún lazo con alguien del bando enemigo. Entonces, desde el día en el que los dos fuimos parte de un bando, nosotros ya no éramos hermanos. Lo único que nos une es un apellido. Por eso no te lo conté, él ya no es mi hermano, es solo una misión, un enemigo. —se levanta del sofá.
— ¿Hay algo más que no me hayas contado? Piénsalo bien. —me advierte antes de que abriera la boca— No lo volveré a preguntar una segunda vez.
— No. —dije sin dudarlo.
— Bien. —se va a la habitación.
— ¿Estás enojada? —dije levantando la voz.
— No.
Madison se fue a dar una ducha y luego vino junto a mi a la cama. Se lo ha tomado mejor de lo que me esperaba.
A la mañana siguiente, como siempre, la alarma nos despertó.
— ¿A dónde vas? —le pregunte al ver que se levantaba.
— Voy a entrenar.
— ¿Cómo siguen tus operaciones?
— Cada vez van a mejor.
— Eso es bueno. Ya quiero volver a hacer una misión contigo.
— Sí... —hace una pausa— Quiero conocer a tu hermano.
— Clinton.
— Como sea. —se encoge de hombros.
— Lo harás. —cuando acabó de prepararse la paré— Oye, ¿qué tengo que hacer para que me perdones?
— Buena pregunta. —ríe y da unos pasos hacia atrás— Empezamos con esto, —me da un puño en toda la nariz— seguimos con esto, —otro puño en la barriga haciendo que me doblara— añadiremos esto —rodillazo en la cara, volví a estar recto— y acabamos con esto. —termina con un fuerte golpe bajo.
— ¡Uh! —me retorcí en el suelo.
— Ya acabe, espero que no vuelvas a ocultarme algo. —se va.
No iba a oponerme, me merecía esto. Aunque... no pensé que era tan dura. Al recuperarme me lave la cara, la chica golpeó fuerte. No podía ir así a la universidad. Pense en que hacer varios minutos hasta que recordé la misión que tenía.
— Hey hermano, ¿cómo va todo?
— Bien, bien, ¿y a ti hermano?
— No tan bien como quisiera. —me toque la nariz.
— ¿Misión?
— Así es.
— En una semana, los misioneros, irán a una importante misión.
— ¿Qué tan importante?
— Muy importante ¿y los tuyos?
— Más de lo mismo.
—Pues que aburridos.
— Lo sé.
Después de hablar con él llamé a K y le conté.
— Quisiera enviarte a ti en esta misión. —suspira.
— ¿Pero?
— Es la primera vez que le pregunto a un integrante esto. —hace una pausa— ¿Quieres ir a esa misión o quieres quedarte para apoyar a Madison en las pruebas?
— ¿Quedarme con ella? —dije confuso pero al instante me di cuenta porque lo decía— Cree que no lo conseguirá, es eso ¿no?
— Os he criado desde pequeños, a los dos y una cosa he visto, que ustedes son inseparables. Lo que le paso a Madison fue una tortura para ella y es un milagro que siga caminando. Aunque entrene... —hace otra pausa— sabes lo difíciles que son las pruebas.
— ¡Debería de confiar en ella, es una de las mejores! —le dije con rabia.
— Tengo plena confianza en ella. Sólo digo que las cicatrices, seguirán ahí.
— Me quedaré pero no porque dude de ella sino, cuándo lo consiga, poder restregárselo en la cara. Ella se recuperó tanto físicamente como mentalmente. Esas cicatrices sólo son una misión más la cual recordará como una victoria porque no se rindió y fue fiel al bando, a usted. ¡Esas cicatrices fueron porque no quiso abrir la puta boca y ser una traidora! —grité— Deberá de agradecerle.
— Lo lamento.
— Dígaselo a ella. —le colgué.
De inmediato le mandé un mensaje a Madison "Tienes que ganar esas jodidas pruebas".
(Una semana después)
Y aquí estábamos, de camino a las pruebas. Madison entrenó cada día muy duro. Creo que se volvió más fuerte que antes.
— ¿Estás nerviosa? —le pregunté.
— Ni un poquito. ¿Y tu? —ríe.
— Algo.
Una vez llegados al lugar, deje mi coche y acompañe a Madison hasta la puerta que ella tenía que cruzar.
— Suerte. —le dije.
— No la necesito. —nos miramos uno al otro unos segundos.
— Anda, ven aquí. —la abracé.
— Sólo falta que llores. —me abraza.
— Te veo luego, con la victoria.
— Estoy de acuerdo. —nos despegamos y ella cruzo aquella puerta.
Me dirigí hacia las gradas pero por el camino me encontré con Louis y Norton. Que viejos están. Deberían de jubilarse. Hablé un poco con ellos, cosas nada interesantes. También me entregaron la lista de los participantes y de las pruebas. Comencé a leerlas.
— ¿Matarlos? Mierda.
Madison
Una vez crucé la puerta, me registré y esperé a que nos dejaran salir. A cada uno nos metieron en un cuarto para poder calentar un momento. Yo mas bien diría que es para no hablar con los otros y planear alguna estrategia. Respire hondo, muy hondo. Yo puedo con esto. Ya lo pase una vez, lo lograré ahora y si tengo que volver a hacerlo, también lo lograré. Le di unos golpes al saco de boxeo que había. Sólo para calentar un poco. Después de unos buenos minutos la bocina sonó. A por todas. Salí de la habitación dirigiéndome a la puerta grande. Visualice a los otros participantes, todos conocidos menos uno. Entre ellos estaba Marcus.
— ¿Qué coño haces aquí? —le pregunté.
— Lo mismo que tú.
— No me lo dijiste.
— No me preguntaste.
— Eso es lo que yo digo.
— Tanto tiempo pase contigo que se me pegaron algunas cosas. —sonríe.
— Hola. —me toca alguien el brazo. Me di la vuelta— Tanto tiempo sin vernos.
— No, ¿tu también? —asiente. Es Patrick, hermano de Ethan. Esta el en Sector D.
— Tendrás dura competencia. —me dice.
— Ustedes —les señale— están en problemas. No es vuestro día de suerte.
— Tampoco tu. —dice Marcus señalando al chico que desconozco.
— ¿Quién es? —Era muy alto y sus músculos destacaban mucho. Se veía una presa difícil de cazar. Lo importante ahora es pasar.
— Se llama Rowen, es nuevo. —dice Patrick— pero esta arrasando con todo. Es más que evidente por su forma.
— Pues les deseo suerte chicos. —les di unas palmadas en la espalda antes de salir al campo.
Una vez llegados a nuestros puestos, esperamos. Esperamos más de lo que mi paciencia podía aguantar.
— ¿Qué están haciendo esos viejos? —me queje.
— Discutiendo con Alan. —dice Marcus.
— ¿Con Alan? —me di la vuelta y mire dónde Marcus miraba.
Alan estaba ahí, enfadado, muy enfadado. Veía su vena en el cuello. Algo no va bien. Dos chicos tomaron a Alan por las brazos, obligándole a sentarse y por fin Louis habló.
— ¡Señores y señoras, doy comienzo a las pruebas! —grita.
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