Capítulo 34

Uf, me dejé llevar demasiado. Menos mal que pude irme. Me tumbe al lado de Ace.

— ¿A dónde fuiste, amor? —se da la vuelta y me abraza.

— A por un vaso de agua. —le abrace.

— ¿Y dónde está el vaso? —mira la mesilla.

— Bebí el agua abajo.

— ¿Estás bien? —me mira raro.

— Sí. —le besé y él me corresponde al beso.

Alan

Se levantó y se fue. Dejándome con tantas ganas de hacerle muchas cosas. Aún sentía su dedo recorrer mis labios. Lo mordí. Eso significa que aún siente algo por mí o me tiene ganas. Me levanté y fui a mí habitación. Me puse a dormir.

A la mañana siguiente me desperté con una erección. Tuve un sueño erótico con Mad. Que tiempos aquellos en los que hacíamos de todo. Me levanté de la cama y fui al baño a prepararme. Al acabar y salir de la habitación, vi a Ace ir hacia la cocina. Sin pensarlo, entre en su habitación, Mad estaba en el baño. Entré.

— ¿Qué estas haciendo? —dice ella mientras se lava los dientes.

— Nada. —me acerqué a ella por detrás— O mejor dicho, nada malo. —pegué mi cuerpo al suyo. Se echa hacia delante para escupir y limpiarse con agua— Mucho mejor. —puse mis manos en sus muslos.

— Para. —se endereza.

— ¿Seguro quieres eso? 

Le eché el pelo del hombro hacia un lado. Ella arquea una ceja. Comencé a besarle el cuello. Inclina un poco la cabeza hacia un lado. Eso es que le gusta.

— Ya. —se aleja de mí— Te dije que pararas. —me advierte con el dedo y se va.

Baje al salón y me puse a ver la televisión mientras Ace preparaba algo para comer. De vez en cuando miraba a Mad y le hacia algún gesto sexual. En un momento llamó a Ace a la habitación y no volvieron hasta que la comida estuviera lista. Mientras estábamos en la mesa, alguien toca a la puerta. Fui a abrirla.

— ¿Qué pasa, tío? —me saluda Hudson.

— ¿Qué te trae por aquí? —le deje pasar.

— Tenemos misión. —se frota las manos.

— ¿Ahora? —dice Mad disgustada.

— Sí pero tenemos tiempo, terminen de comer. —se sienta él también en la mesa y nos mira muy insistente.

— ¿Quieres comer? —dice Ace mostrándole una falsa sonrisa.

— Que amable, si insistes pues sí, quiero. —sonríe mostrando sus dientes— Vosotros dos —nos señala con el dedo a Mad y a mí— tenéis que aprender de él.

— Cállate, estás en nuestra casa. No me hagas sacarte de una patada. —dice Mad.

— Tan temprano y con esas hostilidades. —niega con la cabeza— Eso no es bueno para la salud.

— Hudson... —alargue.

— ¿Qué? —dice él inocente.

— Vas por muy mal camino, sólo te advierto.

— Vale, vale. —levanta las manos.

Al acabar de comer fuimos los tres a la misión. Ace es del Sector E por eso no hace las misiones con nosotros. Los que están en ese sector son los misioneros, los que se van a otro país para hacer las misiones. En la misión teníamos que atrapar a 4 personas de otro bando. Al llegar al lugar, vi a uno irse por un pasillo. Le seguí. Al parecer me vio venir porque lo primero que hizo fue darme un puñetazo. Sin pensarlo le dispare.

— Muy lento. —le dije cuando caía al suelo.

Volví al lugar de entrada. Hudson acababa de matar a uno.

— Bien hecho. —chocamos los puños.

Miré a Mad, estaba peleando con una chica. Hudson la iba a ayudar pero le paré.

— Déjala, es una pelea de chicas.

— De las que nos gusta. —continúa él sonriendo.

Mad le dio un puño ala chica haciendo que ésta diera unos pasos hacia atrás. Más que daño la enfureció. La chica se acerca e intenta darle un puño el cuál Mad lo esquiva pero el siguiente puño le da de pleno. Mad se agacha poniendo su mano en la cara y mirándola con mucha rabia.

— Venga, ven, pegame. —la incita la chica.

— Con mucho gusto. —dice Mad al mismo tiempo que va corriendo y se tira encima de ella.

Le dio una ráfaga de puños pero la chica consiguió poner sus pies a cada costado y empujarla. Las dos se ponen de pié.

— ¡Vamos Mad! —grita Hudson. Sin dejar de mirar a la chica, Mad, le muestra el dedo del medio.

— Eso es por ser un idiota. —reí.

— Cállate.

Vuelven a acortar las distancias e intentan darse golpes una a la otra. La chica le hizo una llave a Mad. Ella se removía para poder soltarse pero era en vano. Su siguiente ataque fue más inteligente que el anterior. Dobló su mano izquierda y con la derecha se agarró el antebrazo, dándole unos codazos en las costillas. Funcionó para que se debilitara pero para que la soltara le dio unos pisotones fuertes. Volviendo a estar cara a cara, la chica le dio una patada en el estómago pero Mad reaccionó rápido y en un giro le dio una fuerte y firme patada en la cara haciéndola caer al suelo. Vi a mi derecha un hierro lo tomé.

— ¡Mad! —grité y ella me mira— ¡Toma! —le tiré el hierro y ella lo pilla.

Cómo la chica aún seguía en el suelo, Mad aprovechó y le dio otra patada. Para acabar, le clavó el hierro en la garganta.

— Ya hemos terminado aquí. —se toca un chorro de sangre que tenía en la cara.

— Eso parece. —dije.

— Bueno, —dice Hudson mientras se rasca la cabeza— teníamos que atraparles no matarles. —ríe.

— Pequeñas complicaciones. —dice Mad guiñándole el ojo e irse.

— Yo me quedaré para avisar a K y esperar a que vengan a por los cuerpos. Llévense mi coche. —dice Hudson y me tira las llaves.

— Vale. —las pille y fui tras Mad— Buena pelea. —le apreté el trasero— Una verdadera pelea de gatas.

— Hace mucho que no tenía una de éstas. —dice contenta.

— ¿Te digo algo? —dije con un tono juguetón.

— ¿Qué?

— Me ha puesto mucho verte pelear de esa manera. —dije pícaro.

— Para con esas indirectas. —sube al coche y yo hice lo mismo.

— No son indirectas. Está más que claro lo que quiero.

Rodeó los ojos y no dijo nada mas. Mientras llegábamos a casa, a veces le ponía una mano en el muslo e iba subiendo o le guiñaba el ojo. Una vez llegados a casa, ella salió pitando dentro. Vi que tiró de Ace hasta llevárselo de nuevo a la habitación. Fui a darme una ducha, esta vez me demore mucho más. Al bajar, fui a la cocina para tomar una jarra para echarme cerveza. Madison estaba allí. Me acerqué mucho a ella.

— ¿Qué haces? —dice abriendo los ojos.

— Nada. —me acerqué aún más y pase mi mano por detrás de su cabeza para tomar la jarra. Mad se queda quieta mirándome fijamente— ¿O quieres que haga esto? —levanté mi otra mano y tomé su teta, apretando un poco.

Justo en ese momento me llega un mensaje. Era Hudson "Ven fuera".

— Parece que tenemos que dejarlo para otro momento. —me separé— Me voy.

— ¿A dónde vas?

— Voy a que me den lo que tú no me quieres dar. —le guiñe el ojo y salí de la casa— ¿Qué haces aquí? —le dije a Hudson.

— Vine a por el coche.

— Dejé las llaves dentro del coche.

— Ya vi. Bueno, ¿estás bien?

— Sí, ¿por qué no iba a estarlo?

— No sé. —hace una pausa— ¿A lo mejor porqué mataste a tu hijo?

— Un hijo que no quise. —aclaré— Además, por el otro lado estaba Madison, no la iba a matar.

— No sé que tantas cosas que causa esa chica pero por lo visto ella no siente lo mismo por ti. Está con otro. —hace una sonrisa torcida.

— Yo tampoco sé. —suspire.

Después de estar un buen rato hablando con Hudson, volví dentro. Mientras Ace preparaba la cena, aproveche para hablar con Mad.

— ¿Te dio todo lo que necesitabas? —dice mosqueada.

— Más que eso. —sonreí.

— Ya me imagino. —me acerqué a ella.

— Aún estoy en forma para otra ronda. —le acaricie el labio inferior.

— Más quisieras. —me da una bofetada en la mano.

— Sé que quieres.

— No es verdad.

— ¿A no? ¿Y por qué hiciste todo eso?

— ¿El que hice?

— Me dijiste que tenía oportunidad contigo.

— Esas palabras no salieron de mi boca.

— Bueno, diste a entender eso.

— Entendiste mal entonces.

— Y lo de ayer, ¿qué?

— No fue nada.

— Sé que quieres lo que yo quiero. —tiré de ella para pegarla a mí— También sé que te pongo, y mucho.

— Mentira. —me empuja— Sé que esas fueron tus intenciones hoy pero ni un pelo me levantaste.

— No te creo. —volví a tirar de ella.

— No, Alan. —me empuja de nuevo— Tengo novio, no pienso hacer nada contigo porque no lo siento. Y ahora te pido que salgas de aquí. —me señala la puerta.

— Qué sepas que no te creo ni una palabra. —dije antes de salir.

— ¡Ese es tu problema! —la escuché decir.

Bajé al salón y me puse a ver la televisión. Ellos cenaron en la mesa y yo en el sofá. Al acabar ellos se fueron a la habitación. Después de un buen rato, Ace bajo y se sentó junto a mí.

— Oye Alan, ¿Mad siempre fue así de caliente? —me dice bajando la voz.

— ¿A qué te refieres?

— Hoy todo el día quería que tuviéramos sexo. Tanto que ya me duele el pene. —se lo toca.

— Sí. —asentí con la cabeza— Siempre fue así.

Una pequeña mentirosa.

* * * * *

Siempre me hago la misma pregunta y aún no tengo respuesta. Y creo que ni la tendré.

¿Tan difícil es dejar un voto?

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