Capítulo 29
— Hola. —me extiende la mano— Soy Ace, el novio de Madison. —sonríe mostrando todos sus blancos dientes— Tu debes de ser Alan, ¿no? —no reaccione a su saludo. Mi cara se descompuso con sólo escuchar las palabras "novio de Madison". Ese soy yo.
— Yo soy Thomas. —dice a mí costado y toma su mano.
La vi. Salió del coche mas viva que nunca. Y guapa. Se dirigía hacia nosotros. Todo parecía ir a cámara lenta.
— Hola. —dice ella sonriendo.
— ¡Hola! —dice Thomas muy contento.
— ¿Estás bien, Alan? —dice Ace poniendo su mano en mi hombro. Giré mi cabeza para mirar su mano. ¿Qué significa todo esto? Ya no entiendo nada.
— Déjale, aún no se lo está creyendo. —dice ella radiante.
— ¿Qué hacen aquí? —dije serio.
— ¿No vas a saludar a tu amiga? —¿Amiga?
— Pasen, pasen. No seas descortés Alan, ésta también es su casa. —interviene Thomas dándome un codazo. Lo fulminé con la mirada y luego los dejé pasar.
— Qué bonita casa. —dice Ace. Pasé por su lado mirándole mal y me senté en el sofá.
— Yo la diseñe. —le sonreí falsamente.
— Tomen asiento. —señala Thomas los sofás— Aún no me puedo creer que estén vivos. —dice contento. ¿Qué pasa?¿Sólo yo no estoy contento? Muy dentro de mí si lo estaba.
— Él tampoco. —me señala Mad.
— Bueno, cuéntenos como han logrado sobrevivir. —les dije pareciendo curioso.
— ¿Puedo contarles yo? —dice Ace muy emocionado y le da un beso en la boca a Mad.
— Claro. —le sonríe. Arqueé una ceja.
— Cuando íbamos haciendo la misión, hubo unas pequeñas complicaciones y nos atraparon. Y por lo visto no eran del mismo bando así qué nos dividieron. Obviamente, a mí me llevó con ella y con otro chico pero él murió.
— ¿No pudieron ayudarle? —pregunte.
— Él era más bocaza que yo. —dice ella— Sigue. —le indica a Ace.
— Nosotros logramos escapar y hemos pasado como unas pequeñas vacaciones hasta llegar aquí, visitando todos los sitios.
— Que bonito fue todo. —dice Mad en un suspiro.
— Sí, amor. —le vuelve a besar.
— ¿Y desde cuándo son novios?
— Hace 1 mes.
— Pues espero que duren mucho más. —les sonreí falsamente.
— Gracias. —dice Ace— Madison me habló mucho de ti.
— No me digas. —la miré.
— Sí y parece que eres mejor de lo que te describía. —sonríe. Que, ¿no siente mis malas ondas hacia él?
— Tan amable tu. —hice un gesto con la mano.
— Y tú Thomas, ¿cómo sigues? —le pregunta Mad.
— Mejorando, estoy estudiando mucho. —sonríe.
— Me alegro. —le devuelve la sonrisa. Aquí hay demasiadas sonrisas— Voy a beber agua. —se levanta.
— Yo te enseño donde esta. —la seguí.
— Sabes, llevo tiempo en ésta casa y se muy bien donde está el agua.
— ¿Novios? ¿Tú y él? —dije un poco asqueado. No me hizo caso. La tomé del brazo y la acerque quedando a pocos centímetros— Oye, ¿tan fácil te rendiste con lo nuestro?
— ¿Cuál nuestro? —se suelta de un tirón— Ni se te ocurra protestar, ni te molestaste en ir a buscarme. Y ¿Rosie? ¿Enserio? Ella siempre tuvo una obsesión contigo, solo que tú no te diste cuenta. No se como aún no tuvieron miles de hijos. —me quedé sin habla— ¿O ya los tienen? —me mira curiosa.
— Que, ¿ahora tienes celos?
— ¿Yo celos? Nunca. Mas bien me das pena por salir con esa.
— Anda que tú con ese, seguro que ni le quieres
— Nunca pensé que diría esto pero me enamoré de él. —mi cara se descompuso.
Sin decir nada más me fui.
— ¿Dónde vas Alan? —me pregunta Thomas al pasar por su lado.
— A dormir. Ya es tarde, no quiero ningún ruido. —dije antes de dar un portazo.
¿Enamorada de él? Tonterías. Me tiré en la cama. Nunca me esperé una llegada así de ella y menos con ese par de piernas andantes. No creo que en un mes se enamoró de él y acumuló tanto odio por mí. Aunque por lo menos, ahora, tenemos el mismo sentimiento: el odio. Fui a darme una ducha con agua fría y volví. Me costo conciliar el sueño. Por culpa de una persona que ya no pienso nombrar en mi mente.
En la mañana siguiente me quedé un rato mirando el techo. Unas risas de fondo me hizo tomar una almohada y ponérmela en la cara. Seguramente estén haciendo una barbacoa. Tomé mi móvil y le mandé un mensaje a Hudson "Ven ahora mismo a mí casa". Me cambié de ropa y bajé sin hacer ruido al salón. Esperé hasta que llego Hudson.
— ¿Qué pasó esta vez? —dijo cuando le abrí la puerta.
— Los muertos revivieron. —le hice una seña para que me siga.
— ¿Qué quieres decir con eso? —dijo justo al salir al jardín. Vio a Mad y abrió los ojos como platos— ¡Hola! ¡No lo puedo creer! —extiende sus brazos para ir a abrazarla.
— ¡Hola! —imita su gesto y se abrazan.
— Nunca dude de ti. —me mira. Maldito mentiroso.
— Sólo una persona dudo de mi existencia. —dice Mad mirándome mal— Pero bueno... —alarga— Has llegado a tiempo para la barbacoa. —señala hacia Ace.
— Ace, ¿qué haces aquí?
— Una barbacoa con mi novia y sus amigos. —Hudson me mira con cara de entenderlo todo.
— ¿A todos tienes que decirle que es tu novia? —le solté.
— Estoy orgulloso de la novia que tengo. —sonríe.
— Sí, algunos no supieron valorarme. —dice Mad dándome la espalda y va hacia él a abrazarlo por detrás.
— Bueno, ¿dijeron algo de alguna barbacoa? —dice Hudson mientras tira de mí para sentarnos.
Hudson siguió hablándome de todo tipo de cosas para distraerme mientras traían la comida. Fui dentro un momento para traer más cerveza.
— Alan, ¿te pasa algo conmigo? —dice Ace tomando el pan de la mesa.
— No. —dije seco.
— Mad me habló mucho de ti y sólo me dijo cosas buenas y no lo dudo. Pero te noto raro.
— No me conoces, por eso. —le guiñe el ojo y el ríe.
— Me gustaría que nos entendiéramos mejor ya que vamos a convivir mucho tiempo juntos. —sonríe. ¿Siempre está de tan buen humor?
— Lo dudo. —tomé la cerveza y salí al jardín. La tiré en la mesa.
— ¿Todo bien? —dice Mad.
— Sí. —dice Ace detrás mía. Pensé que me hablaba a mí.
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