Capítulo 11
Desperté de golpe estando en el hospital.
— No me jodan... —me queje.
— ¿Estás bien? —dijo la enfermera.
— Sí, sí, ¿qué pasó?
— Se desmayó. —no seguí preguntando, se veía que no sabía nada y eso me enojaba mucho.
— ¿Está Alan o Ethan o alguien?
— Sí. —me mira.
— ¿Puede llamarlos? —intenté sonar "paciente".
— Ahora voy. —sale de la habitación.
¿Habré ganado? Estoy viva, para pasar la prueba teníamos que matar al otro ¿o no? No sé cuanto tiempo paso pero pareció una eternidad hasta que alguien llegó. No vino uno ni dos, sino cuatro. Alan, Ethan, Marcus y Patrick.
— Por fin llegan. —dije.
— ¿Cómo estás? —dijo Ethan.
— Bien pero eso no importa ahora. —se sentaron cada uno en la cama. Todos me miran serios— ¿Qué pasó? ¿Perdí? —siguen mirándome unos segundos hasta que Alan habló.
— ¡Ganaste! —el alivio que siento en este momento no se puede explicar con palabras.
— ¿Pero cómo? —dije muy contenta.
— Cuando me dijiste que no hay reglas lo pensé y ya sabes que, a mi, me cuesta lo mio. —reímos— Pero después de darle esa patada que le mareo un poco y verte en el suelo reaccione. Acabé con él. —explicó Marcus orgulloso de si mismo.
— Pensé que no pillabas el mensaje.
— Creo que me merezco algo. —pone la mano detrás de su oreja esperando que dijera algo. Cerré los ojos y respire hondo.
— Gracias. —dije entre dientes y algo bajito.
— ¡Oh! —dijeron en coro.
— Mad dando las gracias. —dice Alan.
— Cállate. —le pegué en el brazo.
— Además —añade Patrick— Louis y Norton te felicitaron por darte cuenta de que no había reglas en la última prueba. Él sólo dijo las parejas pero en ningún momento dijo que no podíamos ayudar a los demás. Sólo tenían que quedar cuatro.
— Yo estuve atenta, no sé ustedes que estuvieron haciendo. —dije irónica.
— Aunque fue una gran perdida para el bando. Rowen era realmente bueno. —dijo Ethan.
— Sí pero mejor él que alguno de ellos. —señalé a Marcus y a Patrick.
— Ahí sí tienes razón. —dijo Marcus.
— ¿Cuándo no la tuve? —se queda pensando unos segundos.
— A veces no la tienes. —rodeé los ojos.
— Bueno, puedes irte a casa. —dice Ethan.
— Pues vámonos. —me frote las manos.
En el coche, de camino a casa, note a Alan muy raro.
— ¿Te pasa algo?
— No, ¿por qué?
— Estas muy callado.
— Estoy bien. —me sonríe. Sé que no lo esta.
Una vez llegados a casa me bañe y me cambié de ropa. Alan pidió unas hamburguesas para comer. Estaba riquísima. Mientras descansábamos viendo la televisión, K llamó.
— Felicidades.
— Estaba claro que las iba a pasar.
— Fuiste la única que estuvo atenta a todo. Como recompensa tendrás el día libre. —aunque ya era tarde.
— Dáselo a Alan también, se lo merece. —le guiñe el ojo.
— Bueno... —alarga— espero qué lo aprovechéis.
— Eso está más que claro. —dije antes de colgar.
— Me vendrá bien... —me dice Alan.
— Espero que se te quite eso que tienes.
— Estoy bien, sólo son cosas que me pasan por la cabeza.
— Bueno. —suena mi móvil. Era Marcus.
— ¡Hola! —dice contento.
— ¿Hola? ¿A que viene tanto entusiasmo?
— Me dieron el día libre, ¿y a ti?
— También.
— Hay una fiesta en casa se Stephany, ¿vamos? —miré a Alan.
— Claro, nos vemos allá. —colgué— Venga, levanta, —tire de su mano— tenemos una fiesta a la que ir. —sonreí maliciosa.
— Esto ya empieza a gustarme. —mueve sus cejas.
Fuimos a prepararnos. No me puse ningún vestido ya que no es mi estilo. Una vez acabados, fuimos en el coche de Alan. Había tanta gente, que muchos de ellos estaban fuera.
— Voy a tomar una copa, ¿vienes? —le dije al entrar entre la multitud.
— No, voy a ver quien hay por aquí.
— Vale. —le sonreí.
Empujando un poco a la gente, pude llegar a la barra. Bueno, barra no, era una mesa dónde había muchas bebidas y estaba un chico sirviendo.
— ¿Qué te pongo? —sonríe seductor.
— Lo más fuerte que tengas. —se sorprende.
— Así me gusta, que no andén con rodeos. —me guiña el ojo y me entrega el vaso.
— ¿Enserio? —asiente— Entonces que sepas que no quiero follar contigo. —le guiñe el ojo y me fui.
De un trago me bebí el contenido del vaso y lo tiré por ahí. Uf... estaba fuerte. Fui a un cuarto donde todos estaban bailando y comencé a bailar como loca. Después entrelace mis dedos con mi pelo y moví mi cadera de un lado hacia el otro. Alguien me agarró por detrás.
— Hola preciosa. —conozco esa voz.
— Hola Marcus. —me di la vuelta, poniendo mis manos tras su cuello.
— Tengo que decirte algo.
— Adelante.
— Pero creo que te vas a reír. —mira hacia abajo.
— Marcus, es obvio que por cualquier cosa que me digas me voy a reír.
— Ves.
— Estaba bromeando. Ya dime. —después de unos segundo comienza a hablar.
— Creo que —se rasca con una mano la cabeza— me gustas.
— ¿Bromeas?
— Me gustaría.
— Pues no sé que decirte. Sé que soy irresistible pero tampoco para tanto. —reí.
— Ven aquí. —me besa y yo le correspondí— ¿Y si intentamos algo? —dijo al separarnos.
— Será divertido. —le sonreí.
— Tenéis que ver esto. —nos dice Alan.
Mientras le seguía, le quité a algunos los vasos y me los bebí. Sí que los necesito. Subimos hasta una habitación del segundo piso en donde había una chica ahorcada en la cama. Cuando estas en una fiesta y no tienes nada que ver con algún bando o alguna cosa parecida, no ves estas cosas. Pasas de largo y ni te das cuenta.
— Creo que esto es asunto de la policía. —le dije mientras miraba a la chica.
— Lo sé pero eso significa que alguien de esta fiesta lo habrá hecho y se fue. Y sabes muy bien como nos divertimos nosotros con los culpables. Es muy fácil reconocerlos, se ponen rápidamente nerviosos.
— Tienes razón. —una sonrisa se formo en mi rostro.
— No será necesario buscarlo. —señalo la puerta.
Un chico entro en la habitación. Se asustó al vernos. Quería irse pero Marcus lo agarró.
— Siéntate en la cama. —lo empuja hacia ella y él se echó en la puerta.
— ¿Tú hiciste esto? —niega.
— ¿Y por qué estas aquí? ¡Habla! —le grité al ver que no decía nada, sólo temblaba.
— Eh... pues yo...
— ¿Lo has hecho o no?
— Sí digo no.
— ¿Por qué?
— Ella quería que me acostara con ella y le excitaba eso. —la señala— Me decía que apretara cada vez más pero nunca dijo que parará.
— Masoquista. —dijo Alan.
— Bueno chico, —se acerca Marcus a él— lo que harás ahora será llamar a la policía y contarles todo. —el chico le miro asustado.
— Es por tu bien, chico. —le dije— Voy abajo a tomar unas copas más. —salí de la habitación.
Después de beber un poco más y bailar con todo el mundo, Alan vino a por mí para ir a casa. Al llegar, me quité la ropa tirándola al suelo, quedando en ropa interior. Nos tumbamos los dos en la cama.
— Alan.
— ¿Hm?
— Le gusto a Marcus y creo que estoy saliendo con él.
— ¿Y tú que sientes?
— No lo sé. He tomado demasiado para tener un sentimiento certero.
— Buenas noches. —me dice en un susurro.
— Buenas noches. —lo abracé.
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