Capítulo 37
Madison
(Dos días después)
¿Por qué Nikolas no puede ser tan puntual como Thomas? Llevo tres vueltas a todo el supermercado y los encargados seguramente piensen que tengo problemas de memoria o pienso atracar el lugar. Pasando por la zona femenina, algo me puso los pelos de punta. Una visita a la farmacia hará que mis absurdos pensamientos se calmen.
— ¡Madison! —grita Nikolas y viene hacia mi.
— Grita más fuerte si puedes —le tiro del brazo para acercarlo—. Tengo dos dianas en el culo y una es por tu culpa —levanté una ceja.
— Lo siento —sonríe culpable— pero me alegro de que me hayas llamado.
— Espero que me seas útil por lo menos.
— ¿Con que puedo ayudarte?
— El otro día dijiste que le estabas buscando y para hacerlo, seguramente has tenido que investigar.
— Claro, necesito encontrarlo.
— ¿Por qué? ¿Qué es lo que sabes?
— Porque siento que alguien me vigila y la verdad es que no sé nada de él. Cada vez que parecía que tenía una pista, algo pasaba y siempre volvía al principio. La única pista que sigue ahí eres tu —se para en seco a mirarme.
— ¿Y como voy a ayudarte yo si estamos buscando lo mismo? —dije mirándole de reojo.
— ¿Tu por qué lo buscas? —se adelanta al carrito forzándome a parar.
— Ya te dije, necesito hablar con él —le bordeé.
Al intentar girar en una esquina, alguien me atropelló con su carrito haciéndome caer al suelo. Viene hacia mi con la intención de ayudarme pero en realidad me estaba sujetando para no levantarme.
— ¿Qué estás haciendo? —dije alzando la voz— ¿Nos conocemos? —pregunté por que su cara me sonaba mucho.
— Soy Frank, era un buen amigo de Ace y hasta hicimos alguna misión juntos.
— Ya te recuerdo —asentí con la cabeza. Su corto pelo me confundió mucho—. Supongo que ese atropello fue previsto.
— Sí. Saben que estás aquí y van a saco a por ti —le miré desconfiada. Él lo notó—. Yo también estoy en esa lista.
— ¿Y por qué haces esto?
— Estaba en deuda con alguien. Ya no hay tiempo para hablar —me ayuda a levantarme—. Tienes que salir ahora mismo de aquí —dice y se va.
— ¿De que estaba hablando? —pregunta Nikolas.
— Toma —le entregué el carrito—. Te vendrán bien estas compras.
— ¿Qué está pasando? ¿A dónde vas? —preguntaba mientras lo dejaba atrás.
Alan
— ¿Crees que le conocemos? —me pregunta Ace mientras observamos a la persona atada y con un saco en la cabeza.
— Está claro —dije obvio— sino, no nos llamaría justo a nosotros.
— ¿Apostamos a ver quien acierta?
— No es el momento Ace. A saber... —la entrada de otra persona hizo que me quedara con las palabras en la boca.
— Bueno chicos, me mandó Gregory para que os dijera que le saquéis toda la información posible y luego —hace un gesto con los dedos para dispararle a la cabeza. Dice todo con muy pocas ganas y se va.
Miré a Ace mientras me dirigía a la persona. Ya nada puede sorprenderme en estos momentos. Creo que he visto y pasado por todo lo que era posible. Le quité el saco y también la cinta de la boca.
— Hola muchachos —dice Frank intentando ignorar el dolor de todos los moretones y cortes para sonreír—. Tiempo sin verte Ace.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunta Ace mosqueado.
— Lo sabrás tú mejor que yo.
— Yo no sé nada. Sólo que te acabas de meter en un lío.
— Un lío por pagarte una deuda.
— ¿Qué deuda? —le pregunta Ace mientras se cruza de brazos.
— Hace tiempo, cuando estabas cuerdo, salvaste a mi novia. Ahora yo salvé a la tuya y estamos en paz.
— Yo no tengo novia.
— Salvé a Madison —al escuchar eso abrí los ojos como platos.
— Ella no es mi novia y no puedo creer que acabas de dar tu vida por esa basura —dice indignado.
— ¿Qué acabas de decir? —miré a Ace y fui hacia él. Lo tomé de la chaqueta—. Como vuelvas a insultar a Madison te arranco la cabeza. ¿¡Me escuchaste!? —le sacudí— Ahora por hijo de puta que eres, te dejo este marrón a ti. Y seguro que te será fácil porque tu eres una basura de persona —le empuje hacia una esquina pero se mantuvo de pie—. Fue un placer Frank.
— Igualmente Alan.
Sin importarme las consecuencias, salí de la sala.
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