Capítulo 33

Madison

Me desperté porque tenía frío. Mi mano derecha estaba tendida en la cama en el lugar de Chad o en donde tendría que estar. Me dejó sola con el frío de la noche.

Tomé la manta de la cama, me cubrí con ella y fui en busca del desconocido. Aunque no fuese necesario hacerlo, simplemente podría seguir durmiendo tranquila pero algo me decía que tenía que buscarlo.

Dentro de la casa no parecía estar. En un intento de pensar mientras miraba alrededor, vi un ligero cambio de luz en el suelo. Salí a la parte trasera de la casa para toparme con una fuerte oleada de humo proveniente de la hoguera que había en medio del césped siendo acompañada de Chad. Él miraba la hoguera con unos ojos crueles y errantes, respirando el aire contaminado por aquel humo gris sin importarle nada.

Me movilicé atrás de él, un poco alejada para que el humo no me diera.

— ¿Qué haces despierta? —me pregunta con una voz ronca.

— Lo mismo debería de preguntarte a ti —no dijo nada. No sabía si me habría escuchado por estar tan concentrada en sus pensamientos o tan solo no quiso decirme nada—. Tenía frío y me desperté. ¿Tu que haces a estas horas quemando cosas?

— Quise taparte con la manta pero estabas encima de ella y no quería despertarte —contestó pero ignoró mi pregunta. Me acerqué a él.

— ¿Qué estas quemando? —volví a preguntar.

— Cosas que no deberían de existir.

— Pero seguirán en la mente de los que lo hayan visto.

— Debería de matarles pero soy bueno y no lo haré, personas inocentes morirán.

Un frágil silencio junto al cielo grisáceo y sucio se tendieron entre nosotros. El humo iba como un hilo sobre las casas como si quisiera devorar las almas de casa una de ellas.

— Tu dices que eres bueno... —hice una pequeña pausa para buscar mis palabras— ¿Cómo decides eso si todo lo que has hecho es malo?

— Sin importar lo grave que haya sido el delito, si al final del día me siento bien conmigo mismo y además he hecho a otros felices, entonces lo que haya hecho ha sido el bien.

— ¿Aunque hayas matado a un buen padre que mantenía a su familia?

— Si tan bueno padre era, entonces tendría pensado un plan para después de su muerte.

— ¿Eres feliz con eso?

— Estoy vivo, con eso me conformo. Tantas preguntas hacia mi pero eres peor que yo.

— ¿Qué quieres decir? —se gira para mirarme.

— Si alguien te toca los cojones no te importa lo buen padre que era —dice con su tono al que estaba acostumbrada a escuchar dejando el tono de melancolía.

— A la hora de matar no tengo en cuenta nada ya que para mi todos los que están asociados a esto son malos.

— Quisiera echarte a la hoguera. —dice con una mirada malvada.

— ¿Por qué? —abrí bien los ojos.

— Pareces una nube. Te falta el palo y lista para comer —ríe.

Cerré los ojos y negué con la cabeza. No tarda mucho en volver a sus tonterías.

Alan

Hoy, Ace y yo, teníamos una misión de investigación. Hacía un clima temperado, perfecto para quedarse en casa o pasear un rato y relajarse. De todo menos trabajar. Por la carretera había muy pocos coches lo que hacía una conducción agradable con la velocidad a tu placer hasta que ¡boom! La inocencia te golpea. ¿Qué le ocurre a la gente inocente que se golpea con la mafia? Muere. Cuando todo es perfecto, alguien inofensivo se salta un semáforo. El ruido de los neumáticos chamuscados hizo que volteáramos nuestras cabezas hacia el sonido viendo aprisa a una señora mayor. A esa edad, iba  a gran velocidad. Por suerte, nos golpeó en la parte trasera y eso hizo que no fuera un golpe definitivo, mortal. Con el impacto dimos unas vueltas laterales con el coche quedando ladeados hacia mi lado. Volviendo de la confusión del momento, pude ver a Ace sacar una navaja y cortar su cinturón. Al lograrlo cayó encima de mi y me golpeó con su rodilla en la cabeza. Me mareo un poco. Salió por la ventana frontal y no volví a verle por un rato. De fondo podría escuchar las voces de la anciana y un llanto.

— ¡Mi nieto! Iba a llevarle al hospital pera salvarle la vida y casi lo mato. —grita ella desesperada.

— Tranquilícese, su nieto esta bien. Debería de preocuparse por usted.

— Yo estoy bien, ocúpese de mi nieto.

— Una ambulancia está de camino, no se mueva, en breves llegaran.

— ¡Gracias!

Ace volvió al coche y tomó la bolsa con nuestras cosas.

— Ace ayudame. —le señale mi pierna que quedó atrapada entre la puerta y el volante.

— ¿Por qué debería de hacer eso si en verdad te quiero muerto? —me mira fijamente pero parecía que lo analizaba todo— No... Aún no vas a morir y menos así. Quiero que sufras un poco más. —me ayuda a salir y nos alejamos del incidente.

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