Capítulo 22

Madison
(Una semana y media después)

La ausencia de Alan se siente mucho en la casa. Tal vez he tomado una decisión muy precipitada pero ya es tarde para lamentarlo. Chad, tal como dijo, está aprovechando al máximo el tiempo que le queda. No para de traer mujeres a casa, a montones. Un futuro sucio pero lleno de placer. ¿Quién iba ser yo para oponerme?

— Prepárate, ésta noche vamos a salir. —me dice en una tarde.

— ¿A por más mujeres? No gracias, paso.

— No fue una pregunta, fue una orden. Además, no tienes nada mejor que hacer, por lo tanto, nada que perder.

— Te estás volviendo muy mandón.

— Ya, ya, ve. —dice ignorándome.

¿En qué momento me tuve que quedar con él? Tampoco es que este obligada a quedarme pero algo me dice que es la mejor opción es este momento hasta que las aguas se calmen un poco.

— Espero estar vestida adecuadamente para el lugar al que me lleves. —le dije algo irónica en el coche.

— La vestimenta no importa, tu presencia sí. El lugar no te va a encantar... Otra cosa lo hará.

Le miré curiosa y de reojo pude ver unas bolsas.

— ¿Qué tan lejos vamos?

— Lo suficiente lejos para que merezca la pena.

— Te me has vuelto misterioso. Tú, el que era tan directo y no se cortaba nada para decir la verdad.

— Es que hay una probabilidad de que esto no salga bien, entonces, mejor no te digo el plan.

Me lleve la mano a la cabeza.

— Que bien... Estoy perdiendo el tiempo.

— Calla y disfruta de tu insignificante tiempo con alguien tan valioso, admirable como yo.

— ¿Eh? ¿Has dicho algo? Estaba escuchando la música. —dije subiendo el volumen.

El camino fue muy largo, tuvimos que hacer varias paradas para descansar. También fue muy duro para mi aguantar todas las arrogancias de Chad. Tantas horas con él en un espacio tan pequeño es muy difícil. Finalmente llegamos al lugar misterioso, era una casa. Salimos del coche y Chad tuvo que tocar varias veces a la puerta hasta que un señor mayor la abrió.

— Chad, que sorpresa... —dice el hombre, algo inexpresivo por la edad.

— Sí... Años sin verte Fred. —le contesta con su mismo tono.

Se quedaron unos segundos mirándose hasta que el señor, Fred, se movió un poco para verme.

— ¿Ella es la sustitución de Julia?

— No, nadie puede sustituirla. Ella es Madison, creo que ya la conoces.

Quede sorprendida ya que podría jurar que en mi vida le había visto.

— Madison... —sus ojos se iluminaron.

— ¿Nos conocemos? —pregunté.

— Aún no. —dice Chad echándose a un lado para quedar frente a Fred— Él es el padre de Hudson.

— ¿Usted? ¿Cómo? —palabras sin sentido salían de mi boca. Sabía que su madre había muerto pero en ningún momento pensé que iba a estar frente a su padre.

— Pasen, pasen. —dice entusiasmado.

— Te dije que no lo ibas a lamentar. —me dice Chad bajito para que tan sólo yo le pudiera oír.

— ¿Y-y esto con que me ayuda?

— Quedarte todo el día en casa haciendo absolutamente nada interesante es muy aburrido. Hasta yo me aburro con tan sólo mirarte.

— Yo estoy haciendo cosas útiles no como tú que lo estás desperdiciando con todas esas mujeres. —dije un poco alto.

— Tomen asiento. —dice Fred poniéndome la mano en la espalda, invitándome a sentarme en el sofá— Perdonad el desorden, no esperaba visita.

— Le entendemos. —dice Chad acomodándose en el asiento. Le fulminé con la mirada.

— No hay ningún problema, tranquilo. —sonreí.

Ahora que lo miro más detenidamente, se parece mucho a Hudson.

— ¿Alan no quiso venir? ¿Le paso algo? —pregunta curioso.

— Se cambio de bando...

— Hizo bien, el bando ya no es lo que era. Ustedes también tuvieron que irse.

— Ya es tarde para eso, la decisión está tomada. Pero usted, ¿cómo es que sigue vivo?

— Hudson ideo un plan muy inteligente y estúpido a la vez. Contrató a un hombre para que lo adoptara y bueno... todo el mal le pasó a él.

— ¿Sigue vivo?

— No, murió.

— Tengo varias preguntas que hacerle, ¿me permite? —pregunte mientras le hacia señas a Chad para que bajara los pies de la mesa.

— Todas las que quieras, querida. —me toma las manos— Es un gusto hablar contigo.

— ¿Cuándo nos conocimos?

— No nos conocimos. —le miré extrañada— Hudson me me llamaba cada cuanto podía y me contaba todo. También hablaba de una chica, esa siendo tú. El muy tonto te quería ciegamente pero, por otro lado, no quería traicionar a su mejor amigo, Alan. Volviendo a tu pregunta, no había llamada en la que no me dijera algo de ti. Puedo decir fácilmente que te conozco sin ni siquiera interaccionar contigo. 

— Ella también le quiso pero no se dio cuenta muy tarde. —dice Chad. Sus palabras me hicieron estremecer.

— Aún sin saber eso, él estaba feliz estando a tu lado y verte contenta pero también quería ver feliz a su mejor amigo. El problema que la felicidad de éste, se la traías tú.

— ¿Sabe que Hudson está...? —miré al suelo.

— Está muerto. —continua Chad con frescura. El jarrón que estaba en la mesa, ya lo veía en su cabeza.

— Sé que está muerto. Él me habló antes de ir a esa misión y esa fue la última llamada. Supuse lo que le habría pasado, él no estuvo tanto tiempo sin llamar después de una misión. Además, el hecho de que estén ustedes dos aquí, me confirma la suposición. —le apreté las manos con lágrimas en los ojos— Como padre duele mucho perder a un hijo pero tarde o temprano iba a pasar.

El silencio se apodero de toda la estancia, sólo el ruido del reloj quedo marcando nuestros pulsos. Me aclare la voz.

— Y ustedes, ¿cómo se conocieron? —pregunte cambiando de tema.

Fred iba a responder pero Chad le tomo la delantera.

— Digamos que somos familia, algo muy lejana.

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