04.
Aries se despierta, al mismo tiempo que el sol se asoma curioso en el horizonte, devastando la oscuridad con sus cálidos colores. Ella se arrodilla en la cama, y olisquea los stickers de gatos, que tienen aromas frutales con una leve sonrisa.
Los peculiares se bajan de sus camas, y van a asearse en los respectivos baños. Cuando Aries está en la ducha, solo puede observar el piso con baldosas blancas. Las gotas que impactan contra el piso, le causan una especie de calidez interior, ya que son constantes y parecen rapsodias musicales que a ella le agrada oír con sus ojos.
Luego de escuchar la orchestra que la ducha le ofrendó a sus modestas pupilas, ella está saltando en los pasillos vacíos. Debería estar en clase, pero una necesidad de ver a una peculiar persona la invadió por completo. Ella llega a un salón y luego gatea en el suelo, baja su mochila y quita una libreta grande en la cual estuvo dibujando toda una semana; asoma su mirada traviesa en la ventana y la mueve de un lado a otro. Una clase lleno de peculiares vestidos de rojo, están prestando atención a la clase de francés que se lleva a cabo.
Algo superfluo y absurdo, ya que los vestidos en rojo, no pueden hablar, pero al menos entenderán cuando les hablan en Francés. El corazón se comunica a través de latidos, y es por eso que los mudos visten del color sangre; porque hablan con el corazón pero no son oídos en ocasiones.
Estoy aquí, escucha mi voz; no importa que me rompa. Siempre seguiré latiendo, porque me puedo equivocar en amar a la persona incorrecta, pero nunca dejaré de vivir si tú no dejas de amar.
Estaré aquí latiendo, hasta que sienta que ya lo has entregado todo. Y por ése artificio podemos ser inmortales; porque nadie puede entregarlo todo y luego morir en vano.
Aunque a veces sientas que el dolor que estoy expresando podría matarte; no mueres de amor, porque el amor no es más que un sentimiento que tú mismo sientes.
Yo soy el que muere, cuando dejas de amar. Por eso no me dejes morir nunca.
Porque si lo hago, tú seguirás vivo. Vivo sin nada que te mantenga con vida. No dejes de amar, porque allí sí el amor podría matarte.
Ella escanea con la mirada y capta a cierto chico rubio que está prestando excepcional atención. Aries se sacude en su lugar impaciente, sin asomar más que su mirada dulce como la miel.
Justo cuando iba a rendirse, el chico por casualidad bosteza y su mirada se desvía a la ventana. Ella sacude sus brazos muy acelerada y él frunce el ceño, para luego observar con cautela a su docente, quien se voltea a escribir en el pizarrón. El chico vuelve su vista a la ventana y presta más atención, ya que ahora solo puede ver el cuaderno; una nota musical con brazos y piernas está corriendo, ya que ella hojea rápido. Luego de un par de páginas, éste personaje choca contra una pared y cae aturdido, con pajaritos revoloteando sobre su cabeza. Luego se levanta e intenta mover la pared con sus enclenques bracitos, mientras gotas gruesas de sudor saltan en todas partes. El chico sonríe así como muchos de los peculiares que prestan atención. La nota se rinde y luego observa lo que es la pared; la palabra 'discapacidad'. Así que él lo piensa un momento y empieza a escalar la palabra, con algunos tropezones. Pero llega a la cima, y de un salto logra pasar; luego empieza a festejar.
La última página dice: ❝No debemos luchar contra la palabra. Sólo debemos usarla para llegar al otro lado :)❞
Aries asoma su cara mientras algunos peculiares limpian algunas lágrimas coladas y otros aplauden sin hacer ruido. Ella se encoge de hombros sonriendo y el chico la observa con una leve sonrisa, luego se levanta y camina hasta su docente, quien justo se voltea hablando de verbos pasados.
» ¿Puedo ir al baño? Por favor. « Pregunta el chico con señas.
—Está bien Mateo —Contesta su docente con un hondo suspiro—. No tardes mucho.
El peculiar asiente con una leve sonrisa y camina hasta la puerta, observando la ventana en donde no está Aries. Cruza a través del marco y sigue caminando, mientras la chica de cabello rizado está caminando de lado como cangrejo, para no ser vista por nadie en el salón, a través del cristal.
Cuando ya no están a vista de curiosos, él acelera el paso mientras tiende la mano hacia la chica. Aries corre a estrechar su mano y ambos empiezan a correr en el pasillo vacío de ánimas ajenas a ellos, hasta desaparecer en el horizonte limitado con paredes divididas.
Aries y Mateo llegan al jardín de la institución; las hojas cubren varias secciones de césped seco, los frondosos árboles hacen barreras en los límites del perímetro, y una fuente con agua fría está en medio. Él hace girar a Aries en sí misma, sin soltar su mano mientras ella ríe con la vista al cielo, luego lo rodea con sus brazos, voceando:
—¡Éxtasis de mortales!
» ¿Por qué siempre dices cosas raras? « Le pregunta él sonriendo mientras ella se separa, sube en el borde la fuente y avanza, haciendo equilibrio con sus brazos mientras le responde:
—Porque la inspiración que tengo es mi anatema incontenible. —Se sienta en el borde y Mateo la imita, para luego observarla atento— Tus pensamientos oscurecen tu potencial para ver la vida con mejores ojos.
» Tal vez necesite una catarsis. ¿Qué dices? «
—No tan dramático. Una epifanía quizás. —Responde ella arrugando la nariz y él pone su índice en la barbilla de la misma, para luego atraerla a sus labios y darle un casto beso. Aries descansa su cabeza en el hombro de él al separarse—. ¿Sabes? Estaba pensando en las vicisitudes positivas de nuestro loco romance. —Él sonríe y niega con la cabeza mientras observa el frente, escuchándola— ¡Es la verdad! Tú no puedes hablar, y yo no puedo oír. Ni siquiera puedo oír lo que estoy diciendo, pero sé lo que estoy diciendo. Tú no puedes hablar pero sin embargo sabes como hacerlo.
» Los humanos somos extraordinarios. « Opina él mientras la observa, pronunciando los hoyuelos en sus mejillas.
—Exacto. No sólo extraordinarios, nuestra existencia misma es inefable. ¡Efímera pero a la vez única!
Mateo asiente sonriendo mientras la observa sin poder apartar la mirada; verla tan fascinada por la vida causa en él una limerencia inconmensurable. La chica de piel madera se levanta y deposita un ósculo en la frente del chico, luego dice:
—Mañana tengo cita con la doctora Silvia.
»Vamos a estar bien. Algún día vas a oír, y yo podré articular palabras. « Le dice él, sin levantarse de su lugar, para poder verla mejor desde ése ángulo.
Pero Aries, no siente felicidad por el deseo del chico; de hecho siente una especie de presión que aprisiona su espíritu y lo estruja con tal fuerza que de sus pies se derraman lágrimas invisibles. Sin embargo, ella se las arregla y sonríe.
—Seguro que sí. Quisiera escuchar música clásica algún día.
Y baja la mirada con un toque de tristeza. Mateo se percata de ello, y lo piensa por un breve lapso. Así que se levanta y la tira de la mano rápido, guiándola hacia la puerta de entrada. Aries lo observa confundida y le pregunta:
—¿A dónde me llevas?
Pero él hace señas tan rápido que le cuesta entender, así que solo ríe y se deja llevar.
Ambos llegan al salón en donde se exhiben películas cada fin de mes; Aries observa el lugar confundida, ya que no entiende porqué la trae a ése lugar. Mateo la suelta y le indica que espere quieta, así que ella asiente sonriendo leve. Él corre hasta la cabina en donde el técnico coloca las películas y maneja los proyectores. Aries lo espera en su lugar, lo más paciente que puede, mientras el chico revuelve las cajas y mueve cables por todas partes.
Unos minutos después, Aries decide entrar y preguntarle qué es lo que debe esperar, pero las luces se atenúan hasta quedar apagadas y ella se detiene, observando atenta. En la pantalla, dos pares de piernas empiezan a moverse, así que ella las observa y sonríe, ya que son zapatillas de ballet. Mateo manipula algunas cosas dentro mientras Aries observa fascinada como la mujer en la pantalla se desplaza al son del viento, con tanta gracia y belleza cual cisne.
Luego una segunda imagen entra junto la chica bailarina; es una orquesta sinfónica, que está ejecutando instrumentos clásicos. Aries sonríe amplio cuando nota que el movimiento de las manos de los músicos, concuerda con los movimientos de la bailarina; entonces puede escuchar la música. Ella ríe de tanta felicidad mientras Mateo la observa desde la ventana de su pequeño estudio; luego se voltea y manipula un computador más.
De repente, los proyectores de las esquinas se encienden, y Aries observa que notas musicales se deslizan en las paredes y en su cuerpo, así que gira en sí misma, sonriendo al ver el cuarto lleno de música que se puede ver. Mateo le pica el hombro, así que ella se voltea y él le ofrece la mano que Aries no duda en estrechar.
Ambos empiezan a mecerse en el salón, al compás de la canción, mientras que Aries lo observa fijo, con una amplia sonrisa. Puede oír una canción clásica y no sólo eso; baila una sin estar loca. Así que al fin, ésa aflicción marchitó y no la molestará nunca más.
Mateo se detiene de repente y luego besa su mano cual príncipe azul. Así que ella ríe y una idea surge en su cabeza delirante; Él escucha mejor que nadie, tal vez él le diga como suena la campanilla.
—¡Hazme un favor! —Le pide ella, alzando la voz sobre la música y él asiente mkentruas Aries quita la campanilla emocionada— ¿Cómo suena…?
Pero la puerta del salón se abre con violencia y la directora Nilda ingresa, seguida del docente de francés, quién estaba preocupado por Mateo, que no volvía. La directora cruza los brazos y golpetea el pié en el suelo, con una ceja arqueada mientras observa al par.
Mateo y Aries se lanzan una mirada ente sí, y él tuerce una sonrisa diciendo con sus manos:
» ¿Otra oportunidad, quizás? «
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