──── 048.

El suave sonido de un carraspeo hizo que Draco y yo rompiéramos esa pequeña cercanía que estábamos compartiendo. Mis mejillas no tardaron en adaptar un color carmesí cuando me percaté de que esos tres nos estaban mirando fijamente: Hermione nos miraba con una sonrisa, Ron con asco y Harry con desconfianza.

Ambos nos levantamos del suelo, pero Draco no tardó en colocar su mano en mi cintura y volver a atraerme hacia él mientras miraba fijamente a Potter.

—¡Ah! ¿Qué es eso que tienes en el brazo, Ainara?

La pregunta de Hermione había causado que la atención que recibíamos fuera dirigida hacia la diadema que reposaba en mi muñeca. Todavía estaba caliente y manchada de hollín, pero al examinarla de cerca vi las minúsculas palabras que tenía grabadas: «Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres.»

Una sustancia densa y oscura, de textura parecida a la sangre, goteaba de aquel objeto. Entonces la diadema empezó a vibrar intensamente y un instante después se partió en mis manos. Al mismo tiempo me pareció oír un débil y lejano grito de dolor que no provenía de los jardines del castillo, sino de la propia diadema que acababa de romperse entre mis dedos.

—Pero ¿Qué ha sucedido? —preguntó Draco, quien todavía se encontraba aferrado a mi cuerpo.

—Debió ser el Fuego Maligno —respondí sin apartar la vista de los trozos de diadema.

—¿Saben lo que esto significa? —preguntó Hermione con un toque de emoción—. Sí atrapamos a la serpiente...

Pero no terminó la frase, porque el pasillo se llenó de gritos y berridos, y de los inconfundibles ruidos de un combate de duelistas. Echamos un vistazo alrededor y sentimos que el corazón se nos paraba: los mortífagos habían entrado en Hogwarts.

—Hay que separarnos —sugirió Ron—. Será más fácil buscar lo que necesitamos.

—¡No! ¡Debemos de estar juntos! —exclamó Hermione.

—Somos cuatro. Si nos dividimos en duplas podremos recorrer más rápido el lugar —dijo Harry—. Ron y tú irán, por una parte, mientras que Ainara y yo iremos por otra.

—Creo que lo mejor será que ustedes tres vayan juntos —dije—. Estarás más seguro con ellos, Harry.

—No te dejaremos ir sola.

—No está sola —dijo Draco, quien sostuvo delicadamente mi mano—. Yo iré con ella.

—Ni hablar. No dejaremos a Ainara con un mortífago —dijo Harry con aspereza al momento en que me miraba—. Ya viste lo que sus amigos causaron. Casi nos matan allí dentro.

—Lo vi, pero también he visto que Draco no quería eso —dije firmemente y entrelacé mis dedos con los de Malfoy—. Además, Draco no me hará daño.

—No hay tiempo para discutir estas cosas, Harry —dijo Hermione—. Aunque no te guste, debes de aceptar que Malfoy no le hará daño a la persona que le gusta.

Harry miró con frialdad a Draco y luego se alejó junto a sus dos mejores amigos. Por otra parte, Malfoy y yo comenzamos a dirigirnos en la dirección contraria para buscar a la serpiente llamada Nagini.

Bajamos por las escaleras y llegamos a un pasillo abarrotado de duelistas. En los retratos que había a ambos lados de los combatientes se agolpaban figuras que daban consejos y gritos de ánimo, mientras los mortífagos, unos con máscara y otros sin ella, peleaban contra alumnos y profesores.

—¡¿Draco?! —exclamó una mujer desde aquella batalla.

Malfoy sostuvo fuertemente mi mano y comenzó a alejarme de allí cuando Rowan nos miró fijamente. Los dos avanzamos por el largo pasillo, pero hemos tenido que cambiar de dirección cuando un hechizo nos rozó la nuca; Rowan estaba detrás de nosotros, furiosa y enloquecida.

—¡Espera! —exclamó Malfoy cuando la chica nos bloqueó el camino al destruir parte del techo—. ¡No hagas nada, Rowan!

—¿Por qué debería de hacerte caso? —preguntó.

—Puedes hacer conmigo lo que quieras —dijo—. Me iré contigo y no me opondré a nada de lo que deseas, pero deja que ella se vaya.

—¿Realmente harás todo lo que pida? —preguntó y Malfoy asintió. La mujer se quedó mirándonos con seriedad, pero luego adaptó una expresión tranquilizante y dijo—: Está bien. Aléjate de ella y ven conmigo.

Sostuve fuertemente la mano de Draco, ya que no quería que él se fuera con ella. Sin embargo, él me soltó y me miró con una diminuta sonrisa mientras se iba alejando.

—Vámonos —dijo Malfoy cuando llegó a su lado—. Pronto este lugar se llenará de combatientes.

—Sí. Tienes razón —dijo, y ambos se dieron media vuelta y comenzaron a dar unos pasos lejos de mí. No obstante, en un momento Rowan se detuvo y dijo—: Casi lo olvido.

—¿Qué cosa...?

La pregunta de Malfoy fue interrumpida debido a que Rowan había lanzado unos cuantos hechizos, los cual golpearon el techo y las paredes, produciendo de esa forma algunos derrumbes. Los escombros cayeron fuertemente al piso y si no fuera porque reaccioné con rapidez, hubiera terminado aplastada y muerta en aquel lugar.

—Interesante —dijo Rowan mientras me miraba—. Creí que sería más rápida.

—¡Te dije que la dejaras en paz!

—¡Crucio! —gritó y apuntó a Malfoy. El chico cayó de rodillas y se quejó fuertemente por la maldición que recibía—. No seas ingenuo, Draco. ¡¿Realmente creíste que dejaría pasar esto?!

—¡Expelliarmus! —exclamé, y la varita de Rowan saltó lejos de ella—. ¡Sal de allí, Draco!

Draco se levantó y comenzó a correr hasta donde me encontraba. Ambos nos hemos metido por el gran agujero que se había formado a nuestra derecha y comenzamos a correr lejos de allí. No obstante, Rowan no tardó en perseguirnos y mientras nos lanzaba algunos hechizos, hemos terminado los tres en el patio del colegio.

Malfoy y yo sosteníamos nuestras manos mientras con la otra apuntábamos con las varitas a la bruja.

—¿Realmente vas a hacer esto? —preguntó mirando al chico—. Después de todo lo que te hemos dado... ¿Nos traicionarás por ella?

—Solo seguí con ustedes porque me han prometido que no la tocarían, pero al parecer esas promesas no serán cumplidas.

—¿No te importa lo que suceda con tu familia?

—Realmente me importaba mi familia. Creí que el estar con ellos era lo correcto —dijo mientras presionaba el agarre de nuestras manos unidas—. Pero me equivoqué. Estar con ellos me trae infelicidad... Ya no quiero vivir de esa forma.

—¿Insinúas que esa mujer te da felicidad? —preguntó con aspereza.

—Lo hace. Ella es lo único bueno en este mundo de mierda.

Rowan se mantuvo en silencio, mirándonos furiosa y enloquecidamente.

—Muy bien. Eso me aclara las cosas, pero uno de los dos tendrá que perder —suspiró—. Lamentablemente, yo nunca pierdo —dijo, y alzó firmemente su varita hacia nosotros—. ¡Avada Kedavra!

Un rayo de luz verde se acercó peligrosamente hacia nosotros. Intenté apartar a Draco cuando me abrazó para que así la maldición me llegara a mí y no a él, pero Malfoy no tenía intenciones de soltarme y eso comenzó a alterarme; entonces, el hechizo cumplió su objetivo y acabó con la vida de quien lo tocó.

—¡No! ¡No! ¡No! —grité fuerte y desesperadamente—. Esto no está sucediendo... No lo está...

Mi cuerpo tembló y las lágrimas no tardaron en aparecer cuando toqué delicadamente el cuerpo de quien fue mi primer amigo. Sky había aparecido de manera improvista y se lanzó en el momento en que la maldición asesina iba a dar en Draco. Se suponía que Sky se encontraría en mi maleta, la cual le entregué a Rolf para que la cuidara y no sufriera algún peligro. Sin embargo, él estaba allí, frente a mí, ya muerto.

—Impresionante. Esa asquerosa criatura era la que me robó mi varita —dijo Rowan con aspereza—. Bueno. Un problema menos.

—¿Cómo te atreves a llamar asqueroso a mi Escarbato? —pregunté mientras sentía la rabia acumularse en mi cuerpo—. ¡Sky era lo mejor de este mundo!

—Cierra la boca. Si tanto lo quieres, te mandaré con él —dijo—. Las ratas merecen irse al otro mundo.

La rabia comenzó a consumirme al oír las horribles palabras de Rowan, por lo que aferré el pequeño cuerpo de mi amigo y sostuve fuertemente mi varita para luego decir—: ¡Avada Kedavra!

El sonido de mi voz se había mezclado con la de Draco, quien también había lanzado la misma maldición hacia la chica; entonces, segundos más tarde, dos rayos de luz verde chocaron con el cuerpo de Rowan y provocó su muerte instantánea.

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