──── 044.

Mi cuerpo temblaba en el suelo. No sabía exactamente cuantas veces había recibido la maldición Cruciatus y menos supe cuando Draco abandonó la habitación, pero lo que si sabía era que Rowan se divertía al oírme gritar desesperadamente.

—¿Qué sucede por aquí? —preguntó una voz masculina, la cual no llegaba a distinguir debido a que mi mente se sentía tan cansada.

—Llegas en el momento adecuado, Cedric —oí mencionar a Rowan, y mi cuerpo se paralizó al saber que se trataba de mi mejor amigo—. ¿Quieres unirte a la diversión?

Escuché unos pasos acercarse y al alzar un poco mi mirada me encontré con los ojos grises de Cedric, los cuales me miraron con curiosidad e incluso inquietud.

—¿Por qué estás torturando a esta persona? —preguntó Cedric, quien volvió a mirar a Rowan—. ¿Hizo algo que te molestara?

—Al principio quería dar una advertencia —respondió Rowan—. Pero al oír sus desgarradores gritos comencé a divertirme.

—¿Advertencia? —preguntó.

—Draco ha dicho que no le importaba esta muchacha, pero sus palabras no me resultaron del todo reales. Así que, decidí darle una advertencia.

En aquel momento, Greyback golpeó la puerta y llamó a Rowan porque necesitaban de su presencia. Entonces la mujer abandonó el cuarto y me dejó a solas con Cedric, quien continuaba mirándome con inquietud.

—Cedric... —susurré su nombre con suavidad mientras intentaba mantenerme despierta—. ¿Por qué tú...?

—Tranquila. Estoy de vuestro lado —susurró, y mi mirada demostró una ligera sorpresa—. Al principio me uní para ser de espía, pero luego comencé a ser controlado por esa mujer y no he podido salir de aquí.

Una pequeña felicidad se plantó en mi pecho al oírlo e iba a mencionarle algo, sin embargo, en ese momento Rowan volvió a ingresar a la habitación y le exigió a Cedric que me levantara para que así pudiera mirarla fijamente.

—¿Qué traes aquí? —preguntó Rowan, quien sostenía firmemente mi maleta—. Greyback dijo que la vio moverse.

—No sé... de lo que hablas... —pronuncié débilmente—. Solo es una maleta con ropa y algún que otro libro.

—¿De verdad? —preguntó, y lanzó la maleta a mis pies—. Ábrela.

Cedric hizo que mi cuerpo se agachara para que así pudiera acercarme a mi maleta, entonces acerqué mis manos al pestillo, lo giré lentamente hasta que este hizo un ligero «clic» y abrí mi maleta para así mostrarle a Rowan su contenido.

—¿Lo ves? —dije cuando Rowan ha visto la ropa y los libros—. No hay nada extraño aquí.

—Al parecer Greyback alucina cada día más —suspiró y pateó mi maleta lejos de mí—. Muy bien. Continuaré con lo que estaba.

—¿No crees que ya ha tenido suficiente? —preguntó Cedric—. Si continúas torturándola podrías matarla.

—¿A quién le importa? —preguntó mirándolo con desdén—. Aléjate de ella si no quieres ser tú el torturado.

Cedric sostuvo firmemente mis brazos. Él no estaba pensando en moverse y eso solo comenzó a frustrar a Rowan, quien rápidamente comenzó a buscar su varita. Sin embargo, esta no se encontraba en su sitio y eso le causó sorpresa.

—Oh, no... —susurré cuando he visto lo que había detrás de ella.

Detrás de Rowan se encontraba mi Escarbato, sosteniendo la varita de la bruja mientras nos miraba fijamente.

—¿Dónde...? ¡Tú, maldita cosa espantosa! ¡¿De dónde demonios has salido?! —gritó Rowan cuando ha visto a mi Escarbato—. ¡Regresa mi varita!

Sky comenzó a correr de un lado a otro para evitar que la mujer lo capturara, por lo que Rowan le exigió a Cedric que lo aturdiera o que lo matara para que así ella recuperara lo que le pertenecía. Diggory tomó su varita, apuntó en la dirección donde ellos se encontraban y pronunció suavemente: «Desmaius».

El cuerpo de Rowan cayó bruscamente al suelo y Sky corrió hacia nosotros para así entregarme la varita de la bruja que ahora mismo se encontraba desmayada.

—Andando. Hay que encontrar alguna manera de salir de aquí.

—Debemos buscar a Harry, Ron y Hermione —dije mientras me tambaleaba hacia mi maleta y volvía a cerrarla—. No podemos abandonarlos.

Cedric simplemente asintió y sostuvo firmemente mi cuerpo para que no me cayera cuando salimos de aquella habitación. Ambos caminamos por el oscuro y largo pasillo cuando de repente oímos los ligeros sonidos de unos hechizos chocar entre sí. La voz de Bellatrix Lestrange resonó en una de las habitaciones, por lo que Cedric se acercó a la puerta que se encontraba semi – abierta, miró a través de ella y me comentó suavemente lo que sucedía. Harry y Ron se encontraban allí intentando rescatar a Hermione, quien desafortunadamente se encontraba en manos de Bellatrix.

—¡He dicho que suelten vuestras varitas! —chilló Bellatrix.

—¡Está bien, de acuerdo! —gritó Harry.

—¡Muy bien! ¡Recógelas, Draco! —dijo Bellatrix—. Y ahora, Cissy, creo que deberíamos atar de nuevo a estos pequeños héroes, mientras el hombre lobo se encarga de la señorita Sangre Sucia y Rowan se encarga de la otra chiquilla.

Justo cuando Bellatrix pronunció «chiquilla» se oyó un extraño chirrido; segundos más tarde, un fuerte estruendo y unos chillidos se escucharon por toda la habitación. Cedric abrió por completo la puerta, sostuvo mi mano y lanzó unos hechizos aturdidores contra quienes intentaron detenernos de acercarnos a Harry.

—¡Dobby! —gritó repentinamente Narcisa—. ¡Tú! ¿Has sido tú el que ha soltado la araña de...?

—¡No le haga daño a Harry Potter! —chilló Dobby.

El diminuto elfo entró trotando en la habitación, señalando con un tembloroso dedo a su antigua dueña

—¡Mátalo, Cissy! —bramó Bellatrix, pero se oyó otro fuerte «¡crac!», y la varita de Narcisa saltó por los aires y fue a parar al extremo opuesto del salón—. ¡Maldito payaso! ¿Cómo te atreves a quitarle la varita a una bruja? ¿Cómo te atreves a desafiar a tus amos?

—¡Dobby no tiene amos! —replicó el elfo—. ¡Dobby es un elfo libre, y Dobby ha venido a salvar a Harry Potter y sus amigos!

En aquel momento, Harry tomó firmemente mi brazo y con su otra mano sostuvo la de Dobby; a continuación, giramos y nos desaparecimos. Y mientras me sumía en la oscuridad, vi el salón por última vez: la pálida, pero ensangrentada cara de Draco me miraba fijamente y por solo unos breves segundos me sonrió.

—¿Estás bien? —preguntó Harry, quien delicadamente presionaba mi mano para que así lo mirara. Asentí y eso lo hizo ligeramente sonreír—. Me alegro.

—¿Dónde estamos? —pregunté al momento en que lograba distinguir una casita a escasa distancia, bajo un amplio y estrellado cielo—. Hay gente allí.

—¿Es este el Refugio, Dobby? —preguntó en voz baja, aferrando las dos varitas que se había llevado de la casa de los Malfoy, preparado para defenderse si era necesario—. ¿Hemos venido a donde queríamos, Dobby?

Pero Dobby no respondió y eso nos inquietó. Ambos hemos mirado en su dirección y la sorpresa nos capturó. El pequeño elfo estaba a solo unos metros de nosotros, de pie, mirando las estrellas y tambaleándose de un lado a otro, mientras sostenía firmemente el puñal que se encontraba clavado en su pecho.

—¡Dobby! —exclamé al momento en que me acercaba al pequeño elfo—. ¡Hay que hacer algo!

—¡Que alguien nos ayude! —gritó Harry mirando hacia la casa, a través de cuyas ventanas se veía gente moviéndose—. ¡Que alguien nos ayude!

—¡Accio maleta! —exclamé, y mi maleta que se encontraba a tan solo una corta distancia, llegó a nuestro lado—. Harry sostén el cuerpo de Dobby y entra a la maleta. No dejes que el puñal se salga o será demasiado tarde.

Harry me miró brevemente confundido, pero inmediatamente acató a mis órdenes y sostuvo el cuerpo del pequeño elfo que respiraba lentamente. Ambos ingresamos a mi maleta, donde por un breve momento fuimos recibidos por algunos de mis encantadores animales y amigos; entonces, nos acercamos a un pequeño salón que contenía una mesa y varios tipos de pociones a su alrededor.

—Tranquilo, Dobby. Pronto estarás bien —le dijo Harry, quien suavemente depositaba el cuerpo del elfo sobre la mesa—. Ainara es una experta. Ella te ayudará y podrás volver a ser el mismo de siempre.

A pesar de que me sentía inestable por las torturas que sufrí, no me dejé perder e intenté todo lo posible para salvar la vida de Dobby.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top