──── 043.

A fuerza de empujones y patadas, nos obligaron a subir los anchos escalones de la entrada, que daban acceso a un vestíbulo guarnecido de retratos en las paredes.

—Síganme —indicó Narcisa Malfoy guiándonos por el vestíbulo—. Mi hijo Draco nos confirmará si es Harry Potter.

La luz del salón resultaba deslumbrante comparada con la oscuridad del exterior. Cuando los encapuchados nos hicieron entrar a una sala, dos personas se levantaron de sendas butacas colocadas ante una ornamentada chimenea de mármol.

—¿Qué significa esto? —dijo la voz de Lucius Malfoy.

—Dicen que han capturado a Potter —explicó Narcisa sin emoción alguna—. Ven aquí, Draco.

Pude notar la inquietud en el rostro de Draco cuando me ha visto, pero inmediatamente adaptó una expresión seria y se acercó a Harry para así dar su veredicto.

—¿Y bien? ¿Qué me dices, Draco? —preguntó Rowan.

Harry se hallaba enfrente de la chimenea, sobre la que habían colgado un lujoso espejo de marco adornado con intrincadas volutas. Decidió no decir nada, porque sin duda su voz lo delataría, y siguió evitando mirar a Draco.

—¿Y bien, Draco? —preguntó Lucius Malfoy con avidez—. ¿Lo es? ¿Es Harry Potter?

—No sé... No estoy seguro —respondió Draco. Mantenía la distancia con Rowan, y parecía darle tanto miedo mirar a Harry.

—¡Pues fíjate bien! ¡Acércate más! —dijo Lucius con gran ansiedad—. Escucha, Draco, si se lo entregamos al Señor Tenebroso nos perdonará todo lo...

—Bueno, espero que no olvidemos quién lo ha capturado, ¿verdad, señor Malfoy? —terció el hombre lobo, amenazador.

—¡Por supuesto que no! ¡Por supuesto! —replicó Lucius con impaciencia—. ¿Qué le han hecho? —le preguntó Lucius a Rowan—. ¿Qué le ha pasado en la cara?

—No hemos sido nosotros.

—Yo creo que le han hecho un embrujo punzante —especuló Lucius, y a continuación examinó con sus grises ojos la frente de Harry—. Sí, aquí tiene algo — susurró—. Podría ser la cicatriz, tensada... ¡Ven aquí, Draco, y mira bien! ¿Qué opinas?

—No lo sé —insistió el chico, y se retiró hacia la chimenea, desde donde comenzó a mirarme fijamente.

—Será mejor que nos aseguremos, Lucius —le dijo Narcisa a su esposo—. Debemos de estar completamente seguros de que es Potter antes de llamar al Señor Tenebroso. Dicen que esta varita es suya —añadió, examinando la varita de endrino —, pero no responde a la descripción de Ollivander. Si nos equivocamos y hacemos venir al Señor Tenebroso para nada... ¿Te acuerdas de lo que les hizo a Rowle y Dolohov?

—¿Y qué hay de estas personas? —preguntó Rowan, quien señaló hasta donde nos encontrábamos aprisionados—. ¿Alguno se les hace conocido?

—Espera —dijo de pronto Narcisa, quien miró fijamente a Hermione—. ¡Sí! ¡Sí, ella estaba en la tienda de Madame Malkin con Potter! ¡Y vi su fotografía en El Profeta! ¡Mira, Draco! ¿No es esa tal Granger?

—Pues... no sé. Sí, podría ser.

—¡Pues entonces, ese otro tiene que ser el hijo de los Weasley! —gritó Lucius, y rodeó a los prisioneros para colocarse enfrente de Ron.

—¡Y la qué tiene la maleta debe de ser Scamander! —expresó Narcisa—. Alguna vez vi a su abuelo con una maleta idéntica. He oído que ella es alguien cercana a Potter.

Pude notar la inquietud en el rostro de Draco al oír lo que sus padres mencionaban. De pronto se abrió la puerta del salón y Bellatrix Lestrange hizo su aparición; se paseó lentamente por nuestro alrededor y se detuvo ante la presencia de Hermione.

—¡Vaya! —dijo con serenidad—. ¡Pero si es la sangre sucia! ¡Esa Granger!

—¡Sí, sí, es Granger! —exclamó Lucius—. ¡Y creemos que quien está a su lado es Potter! ¡Son Potter y sus amigos!

—¿Potter, Harry Potter? —farfulló Bellatrix con voz chillona, y retrocedió un poco para estudiarlo—. ¿Estás seguro? ¡En ese caso, hay que informar de inmediato al Señor Tenebroso! —Y se retiró la manga del brazo izquierdo.

—¡Ahora mismo iba a llamarlo! —dijo Lucius, y sujetó la muñeca de Bellatrix, impidiéndole que se tocara la Marca—. Yo lo llamaré, Bella. Han traído a Potter a mi casa y, por lo tanto, tengo autoridad para...

—¿Autoridad, tú? —se burló Bellatrix e intentó liberar la mano—. ¡Se te acabó la autoridad cuando perdiste tu varita, Lucius! ¿Cómo te atreves? ¡Quítame las manos de encima!

—Tú no tienes nada que ver con esto. Tú no has capturado al chico, ni...

—Disculpe, señor Malfoy —intervino Greyback—, pero somos nosotros quienes capturamos a Potter, y el dinero de la recompensa...

—¡El dinero! —exclamó Bellatrix y soltó una risotada; aún forcejaba con su cuñado y con la mano libre buscaba su varita en el bolsillo—. Quédate con el dinero, desgraciado, ¿para qué lo quiero yo? Yo solo busco el honor de... de...

En ese momento los ojos de Bellatrix se detuvieron en la espada que uno de los encapuchados tenía consigo, por lo que inmediatamente exigió que nadie llamara a Voldemort o de lo contrario serían asesinados. Los encapuchados comenzaron a discutir con Bellatrix cuando esta les quitó la espada de Gryffindor, así que, inmediatamente, ella les lanzó un hechizo aturdidor para que se callaran y no interfirieran en sus decisiones.

—¿Cómo se atreve? —gruñó Greyback; la boca era lo único que podía mover, y se veía obligado a mirar a la bruja. Enseñó los afilados dientes—. ¡Suélteme ahora mismo!

—¿Dónde han encontrado esta espada? —repitió ella blandiéndola ante el hombre lobo—. ¡Snape la envió a mi cámara de Gringotts!

—Estaba en el bolso de esa Sangre Sucia —contestó Greyback—. ¡Le he dicho que me suelte!

Bellatrix agitó la varita y el hombre lobo se puso en pie, pero no se atrevió a acercarse a la bruja. Así que se puso a rondar detrás de un sillón, apretando el respaldo con sus curvadas y sucias uñas.

—Lleven a los prisioneros al sótano mientras pienso qué podemos hacer —exigió Bellatrix mientras miraba a Draco y Rowan—. ¡Rápido! ¡No tienen ni idea del peligro que corremos!

Daba miedo verla de lo enloquecida que parecía, así que Rowan y Draco no tardaron en acercársenos. Rowan sostuvo fuertemente el cuerpo de Hermione y el mío, mientras que Draco sostenía a Harry y Ron; los seis estábamos por dirigirnos a la prisión del sótano, pero Bellatrix dijo que dejaran a Hermione con ella porque tenía un asunto que resolver.

Rowan se acercó a Bellatrix para entregarle a Hermione, entonces le susurró unas palabras a la mujer y esta sonrió con satisfacción ante lo que oía.

—Sí. Sí, te lo permito, pero si algo sucede te encargarás del desastre.

—Lo haré —dijo Rowan, y volvió a acercarse—. Andando, Draco.

Ambos jóvenes nos obligaron a salir por una puerta que daba a un oscuro pasillo. Nos hicieron bajar por una empinada escalera, todavía atados, de modo que corríamos peligro de resbalar y partirnos el cuello; al pie de la escalera había una gruesa puerta que Draco abrió con un golpecito de su varita, entonces, obligó a Ron y Harry a entrar a aquella húmeda y fría estancia, luego miró hacia atrás y esperó a que Rowan me dejara avanzar.

—¿Qué haces? —preguntó Draco cuando ha visto las nulas intenciones de Rowan de querer dejarme con los demás—. Déjala dentro.

—No. Hay otros planes para ella —dijo con satisfacción—. Cierra la puerta.

—¡Espera! ¡No le hagan nada! —gritó Harry desde dentro—. ¡Déjenla en paz!

Pero Rowan no le prestó atención y empujó mi cuerpo de regreso hacia el oscuro pasillo, donde me hizo ingresar a una habitación vacía.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Draco cuando vio que Rowan me obligaba a colocarme de rodillas frente a ella—. Rowan —pronunció autoritariamente.

—¿Te agrada esta muchacha? —preguntó y lo miró fijamente. Draco se mantuvo en silencio—. Tu respuesta determinará cuan duro será su castigo.

—¿A qué viene todo esto? —preguntó.

—Solo tengo curiosidad de tu relación con ella —dijo mirándolo fijamente—. He oído que la salvaste de ser devorada por Greyback.

—¿Y eso qué importancia tiene?

—Nunca has evitado que alguien se salve de las garras de Greyback —dijo seriamente—. Siempre has ignorado sus intenciones. Entonces, ¿por qué la has salvado a ella?

Draco se mantuvo en silencio. Tal vez pesando las palabras correctas para mencionarle a Rowan.

—Las cosas no han sucedido como él dice.

—¿Dices que Greyback confundió las cosas? —preguntó, y Malfoy asintió—. Entonces esta chica no te importa, ¿no?

Por una breve instancia los ojos de Malfoy me miraron, a lo cual le dejé ver una expresión tranquilizante que le indicó que estaba bien con que mintiera. Entonces Malfoy miró a Rowan y dijo:

—No.

—Entiendo. Eso aclara bien las cosas —dijo con tranquilidad—. Entonces no te importará lo siguiente.

Rowan sacó su varita y me miró fijamente al momento en que mencionaba: «Cruciatus». En aquel momento, mi cuerpo se retorció y mi voz resonó por toda la habitación debido al desgarrador dolor que sentía por aquella maldición.

La muchacha parecía divertirse con mis gritos, en cambio, Draco parecía estar sufriendo mientras me miraba y si no fuera porque negué cuando lo vi intentar tomar su varita; él hubiera terminado con mi tortura.

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