──── 040.
Habíamos detenido la lluvia en el despacho de Yaxley, así que ahora mismo nos encontrábamos en la planta principal para así ir con Harry y Hermione.
—Cattermole, Nichols. ¿Qué fue lo que les sucedió? —preguntó una mujer de estatura alta y cabello largo que se encontraba atado a una coleta. Ella se paraba frente a nosotros para impedir que continuáramos avanzando.
—Yaxley quería que alguien se encargara del asunto en su oficina —respondí con un tono chillón, fingiendo ser la mujer Nichols—. ¿Te habías enterado de que estaba lloviendo? ¡Por poco y se inunda todo!
—Sí. Había oído sobre ello —dijo. Los profundos ojos de la mujer mirándome tan fijamente comenzaban a incomodarme—. ¿Por qué has ido tú? No tienes nada que ver con el departamento de mantenimiento.
—Oh, bueno...
—Esto ha sido obra tuya, ¿verdad, Cattermole? —preguntó la mujer con un tono hosco, que hizo a Ron sobresaltarse—. Seguramente no supiste detener la lluvia y obligaste a Dina a ayudarte.
—Eh... Yo...
Ron comenzó a actuar de manera nerviosa ante la penetrante mirada que le lanzaba la mujer. Por un momento he pensado que estábamos en problemas, pero aquella mujer se relajó y saludó amablemente a las personas que se encontraban detrás de nosotros.
—Señor Malfoy. Es inesperado encontrarlo por estos lugares —dijo, ocasionando que Ron y yo nos tensáramos brevemente—. Oh, veo que hoy ha traído a su hijo.
—Sí. Tenemos un asunto con Yaxley —respondió Lucius Malfoy con un tono de voz neutro—. ¿Se encuentra en su oficina?
—Oh, no. Yaxley se encuentra en este momento en la interrogación de la señora Cattermole.
—Ah, sí. La interrogación de las personas con sangre sucia.
Pude notar como Ron se molestaba al oír aquellas palabras, pero antes de que intentara algo he sostenido su brazo para así anunciar rápidamente que debíamos de irnos.
—Es de mala educación no saludar a las personas que están con nosotros, Nichols —me reprendió la mujer—. Es extraño que estés actuando de forma tan maleducada. ¿Segura de que te encuentras bien?
—Es posible que la lluvia me haya afectado —dije soltando una pequeña risa chillona. He girado mi cuerpo para así mirar a los Malfoy—. Lamento saludarlos en estas pintas, Señor y joven Malfoy.
Mi corazón se apretujó al ver lo mal que se encontraba Draco. Por un momento tuve la intención de abrazarlo fuertemente, pero me contuve para no llamar más la atención de la que ya tenía.
Malfoy me miró fijamente, y al ver el collar que colgaba en mi cuello se ha sorprendido por un momento.
—Deberíamos de irnos, Padre —mencionó, y apartó la mirada de mí para así mirar a su padre—. No podemos perder nuestro tiempo.
—Tienes razón, Draco —dijo mientras miraba a la alta mujer—. Dígale a Yaxley que...
Las palabras de Lucius Malfoy fueron interrumpidas cuando repentinamente un sinfín de carteles con el rostro de Harry se esparcieron por el largo pasillo. La gente comenzaba a gritar desesperadamente mientras corría para evitar que aquellos carteles se les pegaran en el cuerpo.
—Oh, mierda —musitó Ron al momento en que vio como Harry y Hermione pasaban por nuestro lado corriendo por sus vidas.
—¡Eh! ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué significa esto? —preguntó la mujer a mi lado.
—¡Cierren la salida! ¡¡Ciérrenla ya!! —gritó Yaxley, quien corría persiguiendo a mis amigos—. ¡No permitan que se escapen!
—Potter —pronunció Lucius con sorpresa—. ¡Vamos, Draco! ¡Debemos capturarlo!
—Oh, no... —susurré al sentir que mi cuerpo comenzaba a volver a su forma original—. Ron tapa tus oídos.
—¿Qué...?
—¡Solo hazlo!
Ron tapó inmediatamente sus oídos, entonces abrí mi maleta para así llamar a mi pájaro apodado "Fluffy"; un pájaro de plumajes coloridos salió de mi maleta, miró a su alrededor, y finalmente comenzó a cantar de una forma que provocó que los presentes comenzaran a quejarse.
Aprovechando aquella distracción, hemos comenzado a correr hasta acercarnos a la salida, donde he vuelto a abrir mi maleta para que así Fluffy regresara sano y salvo. Nos metimos en la única chimenea que todavía se encontraba abierta y desaparecimos por ella. Giramos por unos segundos y, de pronto, salimos disparados de uno de los retretes del lavabo público por donde habíamos entrado en el ministerio.
—¡¡Vámonos!! —gritó Harry cuando nos vio salir.
Hermione sostuvo una de mis manos y otra de Harry, mientras que Harry sostuvo el brazo de Ron; entonces los cuatro comenzamos a girar. Nos envolvió la oscuridad y notamos como si unas vendas nos comprimieran el cuerpo, pero pasaba algo raro... Tuve la impresión de que Hermione iba a soltarse. Creí que me asfixiaba, porque no podía respirar ni ver, y lo único sólido que percibía era mi maleta y los dedos de Hermione, que iban resbalando poco a poco de mi mano...
Y de pronto vi la puerta del número 12 de Grimmauld Place, con su picaporte en forma de serpiente; pero, antes de que pudiera tomar aire, escuché un grito y distinguí un destello de luz morado. Entonces la mano de Hermione se sujetó a la mía con una fuerza inusual y todo volvió a quedar a oscuras.
Abrí mis ojos y me deslumbró un resplandor verde y dorado. No tenía ni idea de qué había ocurrido, pero era evidente que me hallaba tendida sobre algo que semejaba hojas y ramitas. Inspiré con dificultad para llenar de aire mis pulmones, los cuales notaba aplastados; parpadeé y comprendí que el intenso brillo era la luz del sol filtrándose a través de un techo de hojas. Entonces algo se movió cerca de mi cara; se trataba de mi Escarbato que se estaba asegurando de que me encontrara bien.
De inmediato, eché una ojeada a mi alrededor y comprobé que estábamos tumbados en un bosque, al parecer solos. Lo primero que hice fue buscar mi maleta para así asegurarme de que nada malo le haya sucedido; solté un suspiro de alivio al verla completamente intacta.
—¿Qué le ha pasado? —oí preguntar a Harry.
Al acercarme hacia ellos he podido ver como Ron tenía todo el costado izquierdo manchado de sangre, y la cara, pálida y grisácea, destacaba sobre la hojarasca del suelo.
—Ha sufrido una despartición —contestó Hermione mientras examinaba la manga de la camisa de Ron, la parte más manchada de sangre.
Harry se quedó mirando, horrorizado, cómo nuestra amiga le desgarraba la camisa y dejaba al descubierto el brazo de Ron, que le faltaba un gran trozo de carne. Inmediatamente, comencé a buscar entre mis cosas una Esencia de díctamo y al encontrarla se la he entregado a Hermione, quien no tardó en agradecerme para así comenzar a verter tres gotas de la poción en la sangrante herida. Salió un humo verdoso y, cuando se hubo disipado, vimos que había dejado de sangrar. Ahora tenía el aspecto de una herida de varios días, y una fina capa de piel nueva cubría lo que momentos antes era carne viva.
—¿Cómo se lo ha hecho? —Harry trataba de comprender qué había ocurrido—. ¿Por qué estamos aquí? Creía que íbamos a Grimmauld Place.
Hermione respiró hondo, al borde de las lágrimas.
—Me parece que ya no podremos volver ahí.
—Pero ¿por qué...?
—Cuando nos desaparecimos, Yaxley me agarró y no logré soltarme, porque él tenía demasiada fuerza; todavía me sujetaba cuando llegamos a Grimmauld Place, y entonces... Bueno, creo que debe de haber visto la puerta, y habrá pensado que íbamos a quedarnos allí, porque aflojó un poco la mano. Yo aproveché ese momento para desprenderme y conseguí traerlos aquí.
—Pero entonces... ¿Dónde está Yaxley?
—Se debe haber quedado en Grimmauld Place —anuncié.
—Pero él no puede entrar en la casa.
—Me parece que sí puede, Harry. Lo he obligado a soltarme con un embrujo de repugnancia, pero ya había traspasado conmigo el perímetro de protección del encantamiento Fidelio. Como Dumbledore está muerto, los Guardianes de los Secretos somos nosotros, de modo que le he revelado el secreto, ¿no?
Hermione sollozó y Harry se mantuvo en silencio mirándola sin saber qué decir, mientras que yo sentí una punzada en mi pecho al recordar como Kreacher nos había dicho que al volver nos tendría preparado un pastel de carne y riñones; pastel que ninguno de nosotros llegaría a comer.
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