──── 025.

Hace unos minutos Neville y yo habíamos intentado ayudar a Ginny y Luna de unos chicos de Slytherin que intentaban aprisionarlos, por lo que ahora estábamos todos en el despacho de Umbridge.

—Los tenemos a todos —anunció Warrington, y empujó bruscamente a Ron hacia el centro del despacho—. Este —dijo hincándole un grueso dedo a Neville en el pecho— ha intentado impedir que agarrara a esa —señaló a Ginny, que pretendía pegar patadas en la espinilla a la robusta alumna de Slytherin que la sujetaba—, así que lo hemos cogido también.

—Y esta —dijo Pansy, sonriendo con satisfacción mientras me sostenía—. Intentó ayudar a la Lunática.

—Estupendo —dijo la profesora Umbridge mientras contemplaba los forcejeos de Ginny—. Muy bien, veo que dentro de poco ya no quedará ni un solo Weasley en Hogwarts —sonrió para luego verme—. Señorita Scamander, veo que piensa ser expulsada del colegio. Ya veo que no aprendió nada de lo que sucedió con su abuelo hace unos cuantos años... Están cortados por la misma...

—¡No mencione a mi abuelo! ¡Mi abuelo es más respetable que usted! —exclamé, interrumpiendo sus palabras. Aquello no le había agradado, ya que se acercó y me dio una fuerte cachetada.

—¿Cómo te has atrevido...? Debes de respetar a tus superiores —espetó, con una voz infantil antes de dirigirse a Harry—. Muy bien —continuó con su dulce voz, más falsa y más peligrosa que nunca—. Muy bien, señor Potter... Como no ha querido aportar nada... No tengo otra alternativa que obligarlo. Draco, ve a buscar al profesor Snape.

Malfoy, quien me miraba preocupado reaccionó unos segundos después. Entonces abandonó el despacho para buscar al profesor Snape.

En aquel momento, en el despacho solo se oían los inquietos movimientos y los forcejeos de Ron. A Ron le sangraba el labio y estaba manchando la alfombra de la profesora Umbridge mientras intentaba librarse de la llave que le hacía Warrington en el cuello; Ginny, por su parte, trataba de pisarle los pies a la alumna de sexto que la agarraba con fuerza por ambos brazos; Neville cada vez estaba más morado e intentaba soltarse del cuello los brazos de Crabbe; y Hermione procuraba en vano apartar a Millicent Bulstrode. Luna, en cambio, estaba de pie junto a su captora, sin oponer resistencia, y miraba distraídamente por la ventana como si todo aquello la aburriera muchísimo.

—Las cosas no te están resultando bien, ¿eh? —susurró Pansy—. Espera que solo es el comienzo.

Me quedé confundida al oírla, por lo que iba a mencionarle algo. Sin embargo, en ese instante Draco entró de nuevo en el despacho y le aguantó la puerta a Snape.

Umbridge abandonó el despacho con Hermione y Harry, ya que ellos le iban a mostrar la supuesta arma que habíamos creado por órdenes de Dumbledore.

Durante unos minutos nos mantuvimos aprisionados por los de Slytherin. Fue entonces cuando Ginny logró librarse y le lanzó a Pansy el maleficio de los mocomurciélagos, lo cual hizo que me soltara.

En eso le lancé un hechizo aturdidor a Crabbe para que soltara a Neville, y así comenzó una pequeña batalla de rayos aturdidores y encantamientos de desarme.

Entonces comencé a abandonar el despacho de Umbridge junto a los demás del ED que habían sido aprisionados para comenzar a buscar a Hermione y Harry.

Los buscamos por varios minutos hasta que hemos podido ver a Hermione y Harry refugiados bajo un árbol. En ninguna parte había rastro de Umbridge.

—Sin nuestras varitas no podemos hacer nada —comentó Hermione, desanimada—. De todos modos, Harry, ¿Cómo pensabas llegar hasta Londres?

—Bueno —dijo Ron apartando una rama baja. Llevaba la varita mágica de Harry en la mano—, ¿se les ocurre algo?

—¿Cómo han logrado escapar? —preguntó Harry, atónito, al tiempo que tomaba su varita.

—Con un par de rayos aturdidores, un encantamiento de desarme y un bonito embrujo paralizante, obra de Neville —contestó Ron sin darle importancia mientras le devolvía también a Hermione su varita mágica—. Pero Ginny ha sido la que más se ha lucido: le ha hecho a Pansy el maleficio de los mocomurciélagos; ha sido genial, tenía toda la cara cubierta de flemas.

—¿Qué ha sucedido la profesora Umbridge? —pregunté.

—Se la han llevado —respondió Harry—. Una manada de centauros.

—¿Y a ustedes los han dejado aquí? —preguntó Ginny estupefacta.

—No, los ha ahuyentado Grawp —contestó Harry.

—¿Quién es Grawp? —preguntó Luna con mucho interés.

—El hermano pequeño de Hagrid —respondió Ron—. Bueno, ahora eso no importa. Harry, ¿Qué averiguaste en la chimenea? ¿Tiene Quien-tú-sabes a Sirius o...?

—Sí —afirmó Harry—, y estoy seguro de que Sirius todavía está vivo, pero no sé cómo ir hasta allí para ayudarlo.

Todos nos quedamos en silencio con aspecto de estar bastante asustados; el problema al que nos enfrentábamos parecía insuperable.

—Tendremos que ir volando, ¿no? —soltó Luna con un tono realista.

—Vale —contestó Harry con fastidio, y se volvió hacia ella—. En primer lugar, olvídate del «tendremos», porque tú no vas a ninguna parte y, en segundo lugar, Ron es el único que tiene una escoba que no esté custodiada por un trol de seguridad, de modo que...

—¡Yo también tengo una escoba! —saltó Ginny.

—Sí, pero tú no vienes —la atajó Ron.

—¡Perdona, pero a mí me importa tanto como a ti lo que le pase a Sirius! —protestó Ginny, y apretó las mandíbulas, con lo que de pronto resaltó su parecido con Fred y George.

—Eres demasiado... —empezó a decir Harry, pero Ginny lo interrumpió con fiereza.

—Tengo tres años más de los que tenías tú cuando te enfrentaste a Quien-tú-sabes por la piedra filosofal, y gracias a mí los de Slytherin están aturdidos en el despacho de Umbridge.

—Sí, pero...

—Todos pertenecíamos al ED —intervino Neville con serenidad—. ¿No se trataba de prepararnos para pelear contra Quien-tú-sabes? Pues esta es la primera ocasión que tenemos de actuar. ¿O es que todo aquello no era más que un juego?

—No, claro que no... —contestó Harry impaciente.

—Entonces nosotros también deberíamos ir —razonó Neville—. Podemos ayudar.

—Exacto. Neville tiene mucha razón —dije, lo cual hizo sonreír al chico.

—Bueno, no importa —dijo Harry con frustración—, porque de todos modos todavía no sabemos cómo vamos a ir...

—Creía que eso ya lo habíamos decidido —terció Luna consiguiendo que Harry se desesperara aún más—. ¡Volando!

—Mira —dijo Ron, que ya no podía contenerse—, tú quizá puedas volar sin escoba, pero a los demás no nos crecen alas cada vez que...

—Hay otras formas de volar —puntualizó Luna.

—Sí, claro, ahora nos dirás que podemos volar en un scorky de cuernos escarolados o como se llame, ¿no? —dijo Ron.

—Los snorkacks de cuernos arrugados no pueden volar —aclaró Luna muy discreta.

—Ya es suficiente —espeté, un poco molesta de que estuvieran tratando a luna de mala manera—. ¿Por qué no la escuchan? Ella puede tener buenas ideas.

—Hagrid dice que siempre encuentran el lugar al que quiere ir la persona que los monta. —Y Luna señaló hacia el bosque.

Todos hemos mirado hacia donde señalaba Luna, pero yo no he podido ver nada. Sin embargo, sabía a qué se estaba refiriendo debido a que compartí mucho con Hagrid.

—¡Claro! —susurró Harry.

—¿Qué son, esa especie de caballos? —preguntó Ron con aire vacilante—. ¿Esos que no puedes ver a menos que hayas presenciado cómo alguien estira la pata?

—Sí —contestó Harry.

—¿Cuántos hay?

—Solo dos.

—Pues necesitamos tres —sentenció Hermione, que todavía estaba un poco agitada pero decidida a pesar de todo.

—Cuatro, Hermione —la corrigió Ginny con el entrecejo fruncido.

—Creo que en realidad somos siete —aclaró Luna con calma, mientras nos miraba a Neville y a mí con una sonrisa.

—¡No digas tonterías, no podemos ir todos! —gritó Harry—. Miren, ustedes cuatro —nos señaló— no tienen nada que ver con esto, ustedes no... —Nosotros volvimos a protestar y en eso Harry se quejó de su cicatriz—. Vale, de acuerdo. Ustedes lo han querido —dijo con aspereza—. Pero si no encontramos más thestrals no podremos...

—Tranquilo, vendrán más —dije, tranquilamente.

—¿Por qué piensas eso?

—Porque, por si no te habías dado cuenta, Hermione y tú van cubiertos de sangre —expliqué—, y Hagrid utiliza carne cruda para atraer a los thestrals.

—De acuerdo —dijo Harry—. Ron y yo tomaremos estos dos e iremos por delante; Hermione puede quedarse aquí con ustedes cuatro y así atraerá más thestrals...

—¡Yo no pienso quedarme atrás! —chilló Hermione, furiosa.

—No hará falta —afirmó Luna, sonriente—. Mira, ya llegan más... Deben de apestar...

—Vale —aceptó a regañadientes—. Elijan uno cada uno y móntenlos.

Luna comenzó a guiarme hacia los Thestrals que no podía ver. Entonces me ayudó a montarlo para luego ayudar a Ron y Ginny, los cuales tampoco podían verlos.

Íbamos a irnos, pero en eso he podido ver a Draco dirigirse hacia donde nos encontrábamos. Harry, Ron, Hermione y Ginny han comenzado a adelantarse, por lo que no han logrado verlo. En cambio, Neville y Luna, quienes me esperaban si han podido verlo.

—¿Cómo hacen eso? —preguntó, confuso mientras nos miraba e iba a responder, pero él se me adelantó—. Olvídalo. No quiero saber...

—¿Qué haces aquí? —pregunté—. Creí que Neville te había aturdido.

—Fingí que lo hizo —miró a Neville con aspereza—. Me la pagarás por eso, Longbottom.

Antes de que se formara una disputa he interferido.

—Ya debemos de irnos.

—Bien. ¿Dónde se supone que iremos? —preguntó y eso causó la sorpresa de Neville y mía. En cambio, Luna lo miraba sonriente—. ¿Qué? ¿Pensabas que te dejaría ir sola con esos estúpidos?

—No los trates así —suspiré. Luego he mirado a Neville y Luna—. ¿Hay algún otro thestrals?

—Sí —dijo Luna con su tono soñador. Entonces bajó de su thestrals para acercarse a Draco—. Te llevaré donde se encuentra.

—No me toques —espetó, cuando Luna le sostuvo el brazo—. No quiero que la Lunática...

—Draco —dije, severamente cortando sus palabras.

Draco soltó un bufido para luego dejarse guiar por Luna, la cual no le importó demasiado lo que él había mencionado anteriormente. Entonces cuando él finalmente estuvo arriba del Thestral, hemos comenzado a dirigirnos al departamento de misterios.

—No creo que esto sea buena idea —dijo Neville, a mi lado—. Harry no estará contento de que lo llevemos.

—Lo sé, pero él no se iría fácilmente —dije, mirando como Draco avanzaba con una expresión agobiante—. Intentaré que no haga nada que perjudique a Harry.

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