──── 023.

Varios carteles donde se indicaba que Dolores Umbridge sería la nueva directora de Hogwarts, aparecieron al día siguiente.

Aunque eso no era lo sorprendente que se murmuraba en cada rincón, sino que Dumbledore había burlado a dos aurores, a la Suma Inquisidora, al ministro de Magia y a su asistente junior, y había escapado.

Todos sabíamos que Harry y Marietta habían sido los únicos estudiantes que habían presenciado la escena en el despacho de Dumbledore, pero como Marietta estaba en la enfermería, Harry se vio acorralado por varios estudiantes para pedirle información de lo sucedido.

Durante la mañana había faltado a unas de mis clases debido a que Umbridge me mantuvo en castigo por traicionar su confianza. Ella había obtenido la lista que realizó Hermione del ED, por lo que al ver mi nombre intentó obtener información del ED.

Sin embargo, yo no había dicho ninguna palabra y eso ocasionó el enfado de Umbridge, por lo que me hizo escribir varias veces: «No debo atentar en contra del Ministerio»

Ahora mi mano dolía demasiado y no sabría cuando curaría.

—Duele, ¿no? —dijo Harry. Él interceptó mi camino hacia el Gran Comedor—. La esencia de murtlap funciona bien.

—Comprendo. Gracias —Un silencio se formó entre nosotros, por lo que sonreí de manera incómoda—. Nos vemos, Harry...

He pasado por su lado, pero en ese instante él sostuvo mi mano y me hizo soltar un quejido debido a que sostuvo la mano que contenía un gran corte.

—Lo siento —dijo, apenado. Él sostuvo esta vez mi mano con delicadeza y la acarició suavemente—. Nunca debiste arriesgarte de esta forma...

—¿Arriesgarme? ¿Qué quieres decir?

—Te has unido a esa estúpida brigada para ayudarnos, ¿no?

Me había quedado muda en ese instante, pero luego he alejado mi mano de él y mirado fijamente antes de decir:

—Me uní a la brigada para no fallar a la promesa que les hice de no mencionar nada del ED, pero también me he unido por Draco.

—Malfoy... —susurró con aspereza.

—Scamander —oí la voz de Draco, lo cual hizo a mi corazón dar un vuelco—. Nosotros tenemos una conversación pendiente, ¿no?

Rápidamente me he girado en la dirección de donde provino su voz. Draco se encontraba apoyado en una pared mientras miraba con odio a Harry.

—Sí —asentí. Luego he mirado a Harry, quien tenía una expresión de disgusto—. Nos vemos, Harry.

Harry no dijo nada. Él simplemente se mantuvo en su lugar mirando a Malfoy con odio, por lo que antes de que se produjera un altercado he comenzado a alejarme con Draco hacia un salón vacío, donde podríamos conversar con tranquilidad.

—Me alegro de que me permitas explicarme —dije, cerrando la puerta del salón—. Lo que sucedió...

—No necesito que me expliques nada —dijo, y aquello me hizo doler el pecho—. Solo dije lo de conversar para alejarte de Potter. Últimamente está rondando demasiado a tu alrededor...

—Pero...

—Eh, no coloques esa expresión.

Él se había acercado, ya que inmóvil cerca de la puerta debido a la impresión que me dieron sus palabras.

—Draco, yo...

—Shh... Ya te dije que no era necesario que me expliques —dijo, acercando sus manos a mi rostro—. Ya he visto lo que te hubiera sucedido si me contabas.

—¿Viste a Marietta?

—Sí. Es la cosa más espantosa que hubiera visto.

Marietta Edgecombe había sido la persona que delató al ED con Umbridge y debido a ello en su rostro aparecieron horribles granos gigantes y en mitad del rostro estaba escrito la palabra Chivata.

—Esa asquerosa Bruja sí que te ha dejado mal la mano —espetó, enfada mientras sostenía suavemente mi mano herida—. Espero que no deje cicatrices.

Iba a mencionar algo, pero en ese instante el suelo del salón tembló. Entonces hemos oído a gente correr y gritar, por lo que con Draco nos hemos mirado confusos.

Los dos hemos abandonado el salón para ver que sucedía y lo que vimos nos dejó sorprendidos.

Umbridge y Filch corrían por el pasillo escapando de unos dragones y un enorme murciélago de color morado que los perseguía.

—¡Si no hacemos algo se dispersarán por todo el colegio! ¡Desmaius! —exclamó Umbridge.

Un chorro de luz roja salió del extremo de su varita y fue a parar contra uno de los cohetes. En lugar de quedarse parado en el aire, este explotó con tanta fuerza que hizo un agujero en el cuadro de una bruja de aspecto bobalicón, retratada en medio de un prado; la bruja corrió a refugiarse justo a tiempo, y apareció unos segundos más tarde apretujada en el cuadro de al lado, donde un par de magos que jugaban a las cartas se levantaron rápidamente para dejarle sitio.

—¡No los aturda, Filch! —gritó furiosa la profesora Umbridge, como si el conjuro lo hubiera pronunciado él.

—¡Como usted diga, señora! —exclamó resollando el conserje, quien siendo un squib jamás habría podido aturdir aquellos fuegos artificiales.

Corrió hacia un armario cercano, sacó de él una escoba y empezó a golpear con ella los fuegos artificiales. Unos segundos más tarde, la parte delantera de la escoba estaba en llamas.

La situación comenzaba a afectarme, por lo que he vuelto a ingresar al salón, donde Draco me siguió y entonces ambos nos hemos mirado unos segundos para luego estallar en risas.

—Es increíble —dijo, entre risas—. Siempre que estoy contigo suceden cosas buenas.

Aquella tarde los fuegos artificiales siguieron ardiendo y extendiéndose por el colegio. Pese a que ocasionaron graves trastornos, sobre todo los petardos, a los otros profesores no pareció importarles mucho.

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