Capítulo 2

Al día siguiente, Nino se levantó temprano y se preparó para ir a la universidad. Se duchó, se vistió con su atuendo habitual y se dirigió a la prepa, con una mezcla de nerviosismo y emoción.

Al llegar al campus, Nino buscó a Natalia con la mirada, pero no la vio por ninguna parte. Decepcionado, se dirigió a su primera clase, esperando tener la oportunidad de verla más tarde.

Durante las siguientes horas, Nino se esforzó por mantenerse atento a las lecciones, pero su mente no podía dejar de divagar hacia Natalia. Cuando finalmente sonó el timbre que indicaba el final de las clases, Nino se apresuró a recoger sus cosas y salir al pasillo, con la esperanza de encontrar a la bella bailarina.

Fue entonces cuando la vio. Natalia estaba caminando por el pasillo, hablando animadamente con Marinette y Kagami. Nino se acercó a ellas, tratando de contener su emoción.

Pero su sonrisa se borró, cuando un chico de su sala chocó con Natalia de espalda, dejando que sus cosas se cayeran.

Era Kim.

—¡Ay, Kim! Debes tener más cuidado —regañó Marinette—. ¡Espantas a mi amiga!

—No es para tanto, Marinette... —se agachó para recoger sus cosas. En ese entonces, Kim rodó los ojos y la ayudó.

—Perdón, no te vi —pidió disculpas. Cuando la vio bien, arqueó una ceja—. Marinette, ¿ella es tu nueva amiga?

Nino observó la escena con una mezcla de celos y desconcierto. Vio cómo Kim, uno de sus compañeros de clase, se acercaba a Natalia y la ayudaba a recoger sus cosas. Una punzada de molestia lo recorrió al ver la interacción entre ellos.

—Ah, sí, ella es Natalia, una nueva estudiante. Recientemente se mudó a París —respondió Marinette, presentándolos—. Natalia, él es Kim, uno de nuestros amigos.

—Hola Kim, es un placer conocerte —lo saludó con una sonrisa.

—Hola. Espera... Un momento... siento que la vi en algún lado, pero no sé de dónde... —Kim comenzó a meditar, tratando de recordar.

Marinette y Natalia intercambiaron miradas, sonriendo entre sí.

—¡Eres tú! ¡La de la presentación de ballet en el baile de invierno! —expresó sorprendido.

—Sí, soy yo —Natalia rió ligeramente.

—¡Increíble! Ni siquiera sabía que teníamos una bailarina tan talentosa en nuestra escuela —exclamó Kim, acercándose más a Natalia—. Debemos salir a tomar un café alguna vez, me encantaría conocerte mejor.

Nino podía ver claramente las intenciones de Kim, y eso lo enfurecía. "¿Quién se cree que es para acercarse así a Natalia?", pensó con rabia.

Marinette y Kagami, sabiendo como es Kim, decidieron decir una excusa y marcharse.

—Oh, mira la hora, chicos. Tengo que irme, he quedado con Adrien en la sala —dijo Marinette, dando un paso atrás—. Natalia, ¿te quedas un rato más o...?

—De hecho, yo también debo irme —respondió Natalia, con una sonrisa nerviosa—. Ha sido un placer conocerte, Kim, pero tengo que irme. Tal vez en otra ocasión.

Nino vio cómo Natalia se despedía de Kim y se acercaba a Marinette junto a Kagami. Después, miró a Kim con el ceño fruncido.

Nino había observado con atención cómo se desarrollaba la escena frente a él. Al ver a Kim acercándose a Natalia, una oleada de celos lo invadió. "¿Quién se cree que es para intentar coquetear con ella?", pensó con rabia.

Cuando Natalia se despidió y se alejó con Marinette y Kagami, Nino no pudo evitar sentir un gran alivio. Sin embargo, no pasó por alto la forma en la que Kim la miraba, como si ya la hubiera marcado como su objetivo.

Jamás había sentido tanto celos, casi inexplicable. Deseaba... una necesidad de hacer algo.

Nino apretó los puños con fuerza, sintiendo cómo los celos lo consumían por dentro. No podía soportar la idea de que alguien más se acercara a Natalia, de que intentara robarle su atención.

"Maldito Kim... ¿Cómo se atreve a intentar conquistar a la chica que amo?", pensó, su respiración acelerándose.

"Nadie más puede tenerla. Ella es mía", se dijo a sí mismo, sintiendo cómo la obsesión se apoderaba de él.

Este día iba a saltar las clases, al menos por hoy.

A medida que caminaba de regreso a su apartamento, Nino comenzó a trazar estrategias en su mente. Tendría que ser sutil, ganarse la confianza de Natalia poco a poco, hasta que finalmente pudiera hacerla suya.

"Primero, debo saber más sobre ella, sus hábitos, sus intereses. Necesito entender cómo piensa, cómo siente, para poder acercarme a ella sin levantar sospechas", se dijo, determinado.

Una sonrisa torcida se formó en sus labios. "Y una vez que la tenga, me aseguraré de que nadie más pueda alejármela. Ella será mía, y de nadie más".

Nino se detuvo un momento, respirando profundamente. Tendría que ser paciente, cuidadoso. Pero estaba decidido a conquistar el corazón de Natalia, sin importar lo que tuviera que hacer.

Al día siguiente, Nino había idealizado un pequeño plan. Compró laxante para colocarlo en la comida de Kim para que este fuera al baño y pudiera seguirlo para  seguir con su plan.

El día transcurrió normal, como cualquier otro.

En el horario del almuerzo,
Nino observaba a Natalia con cautela, esperando el momento perfecto para poner su plan en acción. Cuando finalmente vio a su amada servirse su almuerzo en la cafetería, Nino se acercó discretamente y, sin que nadie lo viera, vertió un poco de laxante en su comida.

—Espero que no se lo coma... —murmuró entre dientes.

Poco después, Nino se apresuró a ir a la oficina del director. Su plan era: acusar a Kim de ponerle laxante en la comida de Natalia.

Nino tomó un profundo respiro, tratando de calmarse antes de entrar a la oficina del director. La ira y los celos que lo consumían eran tan intensos que le costaba pensar con claridad. Pero tenía que mantener la compostura si quería que su plan funcionara.

Tocó la puerta y entró, encontrándose con el director sentado detrás de su escritorio.

—Director, tengo algo muy serio que reportarle —dijo Nino, tratando de sonar preocupado—. Creo que uno de mis compañeros, Kim, le ha puesto laxante a la comida de una de mis amigas, Natalia.

El director lo miró con sorpresa.

—¿Laxante? Eso es muy grave, Nino. ¿Tienes pruebas de ello?

—Bueno, no lo vi con mis propios ojos, pero vi a Kim acercarse sospechosamente a la comida de Natalia en la cafetería —explicó Nino, tratando de sonar convincente—. Y Natalia se ha estado sintiendo mal desde entonces. Creo que es demasiada coincidencia.

El director asintió, pensativo.

—Entiendo. Voy a llamar a Kim y a Natalia para investigar esto. Gracias por traer esto a mi atención, Nino. Tomaremos las medidas correspondientes.

—Gracias, director —Nino asintió, conteniendo una sonrisa triunfante. Su plan estaba funcionando. Ahora solo tenía que esperar y ver cómo se desarrollaban las cosas.

Mientras tanto, en la cafetería, Natalia comenzó a sentirse cada vez peor. Tenía un malestar estomacal intenso y tuvo que excusarse para ir al baño. Marinette y Kagami la miraron preocupadas.

—¿Estás bien, Natalia? ¿Quieres que vayamos contigo? —preguntó Marinette.

—No, no se preocupen. Creo que solo comí algo que me cayó mal. Vuelvo en un momento —respondió Natalia, levantándose con dificultad.

Una vez en el baño, Natalia se miró al espejo, sintiéndose cada vez peor. "¿Qué me está pasando?", se preguntó, confundida.

Entro a un cubículo y se quedó ahí por un buen rato. Minutos después, Marinette y Kagami entraron al baño.

—¿Natalia? ¿Estás aquí? —preguntó Marinette.

—¡Sí! Sigo aquí... —comentó Nat desde el cubículo—. Creo que algo de la cafetería no me cayó bien, pero ya casi acabó... creo.

Marinette y Kagami se miraron preocupadas al escuchar a Natalia en el cubículo.

—Toma tu tiempo, nosotras te esperamos —dijo Marinette, acercándose a la puerta del cubículo.

—Eh... ¡Sí, eso! ¡Tú puedes, no te rindas! —animó Kagami, con una sonrisa de apoyo.

Desde dentro, se escuchaba a Natalia quejándose y haciendo algunos sonidos desagradables. Las chicas hicieron una mueca de disgusto, pero no se apartaron de ahí.

—¡Vamos Natalia, ya casi terminas! ¡Piensa en lo aliviante que será cuando salgas de ahí y puedas refrescarte! —exclamó Marinette, intentando darle ánimos.

Finalmente, después de unos minutos que parecieron una eternidad, se escuchó el sonido del agua correr. Natalia salió del cubículo, pálida y exhausta.

—Uf... creo que me siento un poco mejor —dijo, dirigiéndose al lavabo para lavarse las manos.

Marinette y Kagami se acercaron a ella, ofreciéndole apoyo moral.

—¡Lo lograste! Sabíamos que podrías —dijo Marinette, dándole unas palmaditas en la espalda.

—Sí, gracias. Pero, es extraño... ¿la comida de aquí ha tenido problemas últimamente? —preguntó Natalia.

—No... normalmente es comida fresca —reflexionó Marinette.

—Será mejor salir del baño, ya habrá pasado el horario del almuerzo —dijo Kagami.

Las chicas salieron apresuradas, pues no querían saltarse la clase. Hasta que, la profesora Caline Bustier se acercó a ellas.

—Me alegro verlas aquí. Natalia, ¿te sientes mejor? El director Denis Damoclès quiere verte en su oficina.

Nino contemplaba la situación con una mezcla de satisfacción y aprensión. Por un lado, su plan había funcionado a la perfección: Kim había sido llamado a la dirección y, con suerte, sería severamente castigado por su "crimen". Pero por otro lado, no le gustaba ver a Natalia sufrir, aunque fuera parte de su plan para mantener a los rivales alejados de ella.

"Pobre Natalia... espero que se sienta mejor pronto", pensó con una pizca de culpa que rápidamente sofocó. "Pero esto es necesario. No puedo permitir que nadie más se acerque a ella".

Cuando escuchó que la profesora Bustier llamaba a Natalia a la dirección, Nino no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro. "Excelente. Ahora es mi oportunidad de acercarme a ella y ganar su confianza".

Disimulando su emoción, Nino se acercó a Natalia y a sus amigas, fingiendo preocupación.

—¿Qué está pasando? ¿Natalia, te encuentras bien? —preguntó, mirándola con ojos compasivos.

—Ah, Nino... Sí, creo que algo me cayó mal en la cafetería —respondió Natalia, visiblemente incómoda—. Acaban de llamarme a la dirección, no sé qué querrán.

—Oh, vaya... Espero que no sea nada grave —dijo Nino, posando una mano sobre el brazo de Natalia en un gesto de apoyo—. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo, ¿de acuerdo? Estoy aquí para ti.

Nino se aseguró de mantener una actitud cordial y preocupada, mostrándose como un amigo atento y confiable. Era vital que Natalia lo viera como alguien en quien podía confiar.

—Gracias, Nino. Eres muy amable —respondió Natalia, regalándole una pequeña sonrisa.

Nino sintió que su corazón se aceleraba al ver esa sonrisa.

—Bueno, será mejor que vayas a la dirección. No queremos que te metas en problemas —dijo Nino, dándole un suave apretón en el brazo antes de soltarla.

Natalia asintió y se encaminó hacia la oficina del director, seguida por la mirada atenta de Nino. Él sabía que esta era su oportunidad de acercarse más a ella y ganarse su confianza. Tenía que ser paciente y sutil, pero estaba decidido a hacer que Natalia fuera suya, sin importar lo que tuviera que hacer.

Natalia entró a la oficina del director con el corazón acelerado. Al ver a Kim y al director esperando, sintió que la sangre se le helaba.

"¡Oh, no! ¿Qué está pasando?", pensó Natalia, conteniendo el aliento.

Se acercó al escritorio, tratando de mantener la calma.

—¿Me mandó a llamar, director? —preguntó con voz temblorosa.

El director la miró con seriedad.

—Sí, Natalia. Uno de tus compañeros, Nino, vino a informarme que cree que Kim puso laxante en tu comida en la cafetería.

Natalia abrió los ojos como platos, mirando rápidamente a Kim, quien parecía igual de sorprendido que ella.

—¿Qué? ¡Yo no hice eso! —exclamó Kim, negando con la cabeza.

—¿Es eso cierto, Natalia? ¿Te has sentido mal desde entonces? —preguntó el director.

Natalia tragó saliva, sintiéndose abrumada.

—Bueno, yo... sí, me he sentido algo indispuesta, pero no puedo asegurar que haya sido por eso —respondió, sin saber qué pensar.

"¿Laxante? ¿Pero cómo? ¿Por qué harían eso?"

El director asintió, pensativo.

—Entiendo. Bien, vamos a investigar esto a fondo. Por ahora, quiero que ambos esperen aquí mientras hablo con el resto de los involucrados.

Natalia y Kim intercambiaron una mirada de confusión y preocupación. Natalia se sentía completamente desconcertada por esta situación. ¿Quién habría hecho algo tan extraño? Y, más importante aún, ¿por qué?

Mientras esperaban, Natalia no pudo evitar mirar a Kim con recelo. Después de todo, él era conocido por algunas de sus bromas pesadas. Pero, ¿sería capaz de algo tan bajo?

Sumida en sus pensamientos, Natalia rezaba por que todo se esclareciera pronto y que no hubiera mayores consecuencias.

Cuando la puerta de la oficina del director se abrió nuevamente, Natalia contuvo el aliento al ver a su padre, el señor Haru, ingresar con expresión severa.

—Director Damoclès, ¿qué es lo que ha ocurrido? Me informaron que mi hija está involucrada en algún incidente —dijo Haru, con un tono de voz grave y firme.

Detrás de él, el señor Ature, padre de Kim, también entró a la oficina, mirando con el ceño fruncido a su hijo.

—Yo también recibí una llamada sobre algo relacionado con mi hijo —espetó, cruzándose de brazos.

El director Damoclès se aclaró la garganta antes de hablar.

—Señores, lamento haberlos hecho venir tan abruptamente. Tenemos una situación que involucra a sus hijos —explicó, mirando a los padres con seriedad—. Uno de los estudiantes, Nino Lahiffe, vino a informarme que cree que Kim puso laxante en la comida de Natalia en la cafetería.

Los ojos de Haru se abrieron con horror, mientras que el señor Ature miró a su hijo con un gesto de decepción.

—¿Laxante? ¿Cómo se atreve a hacer algo tan peligroso y deshonesto? —exclamó Haru, acercándose a Natalia y revisándola con preocupación—. ¿Te encuentras bien, hija mía?

—Estoy... bien, papá —respondió Natalia, sintiéndose abrumada por toda la situación.

—¡Esto es inaceptable! —intervino el señor Ature, encarando a su hijo—. Kim, ¿qué has hecho? ¡Esta broma tuya fue demasiado lejos!

—¡Yo no hice nada, lo juro! —se defendió Kim, con evidente angustia—. ¡Alguien me está acusando falsamente!

Natalia observaba la escena con inquietud, sin saber qué pensar. Sin embargo, ya sabía que Kim le gustaba hacer bromas pesadas gracias a los comentarios de Marinette.

Lamentablemente para Kim, al final fue suspendido por una semana. Y por otro lado, Natalia iba a ser llevada a casa para descansar.

Nino observaba la escena desde afuera de la oficina del director, oculto entre los pasillos. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro al ver cómo su plan estaba saliendo a la perfección.

"Bien hecho, Nino. Has logrado deshacerte de ese entrometido de Kim", pensó, con un profundo sentimiento de satisfacción. Ahora, con Kim fuera del camino, podría enfocar todos sus esfuerzos en acercarse a Natalia y ganarse su confianza.

Cuando vio a Natalia y su padre salir de la oficina, Nino se apresuró a acercarse a ellos, fingiendo preocupación.

—¡Natalia! ¿Estás bien?  —dijo, con voz afligida—. ¿Cómo te sientes?

Natalia lo miró con una mezcla de alivio y agradecimiento.

—Oh, Nino... Gracias por venir. La verdad es que aún me siento un poco mal, pero estoy bien —respondió, esbozando una tenue sonrisa.

Haru, el padre de Natalia, observó a Nino con cautela.

—¿Usted es el joven que alertó sobre este incidente? —preguntó, escrutándolo con la mirada.

—Sí, señor. Cuando vi a Natalia indispuesta, no pude evitar pensar lo peor —explicó Nino, manteniendo una actitud respetuosa—. Es una amiga muy querida y no quería que le pasara nada malo.

Haru asintió, relajando un poco su semblante.

—Le agradezco que haya actuado de forma tan responsable y preocupada —dijo, posando una mano sobre el hombro de Nino—. Es reconfortante saber que mi hija cuenta con amigos como usted.

Nino sintió que su corazón se aceleraba ante el gesto del padre de Natalia. Esto era justo lo que necesitaba: ganarse la confianza de Haru para poder acercarse más a su amada.

—No tiene nada que agradecer, señor. Natalia es una persona muy especial para mí —respondió Nino, mirando a la chica con ojos llenos de devoción.

Natalia se sonrojó ligeramente ante la mirada de Nino, sintiéndose un poco incómoda pero, a la vez, agradecida por su preocupación.

—Bueno, creo que es mejor que nos vayamos a casa —intervino Haru, dirigiéndose a su hija—. Necesitas descansar y recuperarte de este incidente.

—Sí, papá —asintió Natalia, volviéndose hacia Nino—. Gracias de nuevo, Nino. Espero que nos veamos pronto.

—Cuídate mucho, Natalia. Estaré pendiente de ti —respondió Nino, con una sonrisa cálida.

Mientras Natalia y su padre se alejaban, Nino no pudo evitar sentir una abrumadora sensación de júbilo. Su plan había funcionado a la perfección, y ahora tenía la oportunidad de acercarse más a Natalia, ganándose la confianza de su padre en el proceso.

"Muy bien, misión cumplida", se dijo a sí mismo, mientras se dirigía a su próxima clase, con la determinación inquebrantable de conquistar el corazón de Natalia.
















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