Capítulo 1
Era una noche fría de invierno cuando Nino Lahiffe y su novia Alya Césaire, junto a sus amigos Marinette Dupain-Cheng y Adrien Agreste, se encontraban en el baile anual de la escuela. A pesar de su naturaleza reservada y distante, Nino se sentía cómodo rodeado de estas personas que, a lo largo del tiempo, se habían convertido en sus más cercanos confidentes.
Mientras la música sonaba y los demás estudiantes bailaban en la pista, Nino, Alya, Marinette y Adrien se refugiaban en una esquina, charlando animadamente y disfrutando de la compañía mutua. Alya intentaba sin éxito enseñarle a Nino algunos pasos de baile, provocando risas entre el grupo. Marinette observaba con una sonrisa la escena, mientras que Adrien se mantenía tranquilo, disfrutando simplemente de la agradable atmósfera.
Conforme la noche avanzaba, los organizadores del baile anunciaron que, para finalizar la fiesta, todos los estudiantes serían llevados al teatro de la escuela para presenciar una presentación de ballet. Nino y sus amigos se unieron a la multitud y, juntos, se dirigieron al teatro, anticipando con emoción el espectáculo que les aguardaba.
Cuando recién llegaron al teatro, tomaron asiento mientras que los demás estudiantes llegaban.
—Jamás pensé que íbamos a ver una presentación de ballet —comentó Marinette emocionada.
—Ni yo, me preguntó que obra presentarán —pensó Adrien curioso.
Nino se acomodó en su asiento, con una expresión más bien indiferente en su rostro. Aunque no era particularmente aficionado al ballet, no podía evitar sentir cierta curiosidad por el espectáculo que estaban a punto de presenciar. Dirigió su mirada hacia Marinette y Adrien, quienes parecían genuinamente entusiasmados.
—Espero que sea algo interesante —dijo Nino, con un tono de voz tranquilo pero levemente escéptico—. Aunque no soy muy fanático del ballet, supongo que será una buena forma de cerrar la velada.
Echó un vistazo rápido a su alrededor, notando cómo los demás estudiantes iban ocupando sus lugares. Su mirada se posó brevemente al techo cuando las luces se apagaron.
Nino observó con atención cómo las luces se apagaban y el teatro se sumía en una tranquila oscuridad, señal de que la presentación de ballet estaba a punto de comenzar. Aunque no era particularmente fanático de este tipo de espectáculos, no pudo evitar sentir cierta curiosidad por lo que estaba a punto de presenciar.
Conforme la obra avanzaba, Nino quedó cautivado por la gracia y elegancia de los bailarines. Sus movimientos fluidos y sincronizados lo hipnotizaban, y poco a poco fue dejando de lado su escepticismo inicial.
Pero entonces, la protagonista hizo su aparición en escena, y Nino sintió que su corazón se detenía por un instante. Era una joven de cabello naranja, ojos azules y piel blanca como la nieve, que interpretaba el papel de Odette. Su belleza y su porte cautivador lo dejaron sin aliento.
—Wow... —murmuró Nino, sin poder apartar la mirada de aquella cautivadora bailarina.
Observó cómo la joven bailarina transmitía la tristeza y la desesperación de Odette, atrapada bajo el hechizo del malvado hechicero. Sus movimientos fluidos y su expresión melancólica lograban tocar el corazón del público, incluyendo el de Nino, quien se encontraba cautivado por su interpretación.
A medida que la obra avanzaba, Nino no podía evitar sentir una conexión cada vez más profunda con aquella bailarina. Su elegancia, su pasión y su vulnerabilidad lo cautivaban, y en su interior, deseaba poder conocerla mejor, estar más cerca de ella.
Nino observaba fascinado la presentación de ballet, especialmente a la joven bailarina que interpretaba a Odette. Su elegancia y belleza hipnotizante lo tenían completamente cautivado.
—Nunca antes había visto algo así —murmuró Nino, sin poder apartar la mirada de aquella cautivadora figura que se movía con tanta gracia sobre el escenario—. Es realmente hermosa...
Observaba con atención cada uno de sus movimientos, la forma en que transmitía la tristeza y la desesperación de su personaje. Algo dentro de él se conmovía al ver la vulnerabilidad que lograba expresar a través de su baile.
Poco a poco, Nino comenzó a sentir una conexión cada vez más profunda con aquella misteriosa bailarina. Su corazón latía con fuerza, y una extraña sensación se apoderaba de él. Algo que iba más allá de la simple admiración por su arte.
—Me pregunto quién será esa chica... —se dijo a sí mismo, sin poder apartar sus ojos de ella ni un solo instante. Anhelaba poder conocerla, estar cerca de ella, entender qué era lo que lo atraía tanto de esa joven tan delicada y cautivadora.
A medida que la obra avanzaba, Nino se sumergía cada vez más en un mundo de fantasía y emoción. Ya no era solo una simple presentación de ballet para él, sino una oportunidad para conectar con esa misteriosa bailarina que parecía haber despertado algo profundo dentro de su ser.
Cuando la presentación de ballet llegó a su fin, los aplausos y vítores atronadores llenaron el teatro. Los bailarines, entre ellos la cautivadora joven, hicieron una elegante reverencia mientras recibían una lluvia de rosas y otras flores lanzadas por el emocionado público.
Nino se puso de pie lentamente, todavía perdido en sus pensamientos. Había quedado completamente hechizado por la belleza y la gracia de aquella joven bailarina. Su mente daba vueltas, intentando comprender qué era lo que lo había atraído tanto de ella.
Fue entonces cuando notó que Marinette, Alya y Adrien ya se estaban levantando de sus asientos, listos para retirarse. Pestañeó un par de veces, como si despertara de un sueño.
—¿Chicos? —murmuró Nino, ligeramente confundido—. ¿Ya se van?
Marinette lo miró con una sonrisa comprensiva.
—Sí, Nino. La obra ha terminado y es hora de irnos —le dijo con suavidad—. ¿Estás bien? Te notaba muy concentrado.
Nino sintió un leve calor en sus mejillas ante la observación de su amiga. No quería admitir que había quedado embelesado por la bailarina que interpretaba a Odette.
—Ah, sí... Estoy bien —respondió, intentando sonar casual—. Solo... disfruté mucho de la presentación, eso es todo. Ustedes vayan, ya los alcanzo.
Los tres parecían haberlo entendido y se retiraron del teatro, dejando a su amigo solo.
Nino tomó un suspiro y se levantó para marcharse. Pero echó una última mirada para observar a la chica quién ya se estaba retirando a los camerinos.
—Me preguntó quién será... —musitó antes de irse de ahí.
Durante las vacaciones de invierno, la mente de Nino no dejaba de pensar en aquella enigmática bailarina que había cautivado su atención durante la presentación de ballet. Su belleza, su gracia y la vulnerabilidad que había transmitido en su interpretación no dejaban de rondar por su cabeza.
Nino se encontraba frustrado consigo mismo por no haber tenido la oportunidad de conocer mejor a esa joven. Pasaba horas imaginando cómo sería poder hablar con ella, saber más sobre su vida, su pasión por la danza. Pero al mismo tiempo, se sentía tímido e inseguro, temiendo que ella no se interesaría en un chico como él.
Conforme los días pasaban y las vacaciones llegaban a su fin, Nino no podía dejar de lamentar el hecho de que probablemente nunca volvería a ver a esa cautivadora bailarina. Dolía pensar que esa fascinación que había nacido dentro de él quedaría simplemente como un recuerdo fugaz.
Finalmente, llegó el primer día de clases y Nino se dirigió a la universidad con un sentimiento agridulce. Por un lado, estaba emocionado de reencontrarse con sus amigos, pero por otro, seguía rondándole la idea de aquella misteriosa joven.
Mientras caminaba por los pasillos, Nino no pudo evitar mirar a su alrededor, buscando inconscientemente entre la multitud de estudiantes algún rastro de esa cara que había quedado grabada en su memoria. Pero, tal y como temía, no la vio por ninguna parte.
Con un suspiro resignado, Nino siguió su camino hacia el aula de clases, preguntándose si algún día volvería a cruzar su camino con el de esa cautivadora bailarina.
De repente, chocó con alguien y éste se cayó de espalda.
—¡Ah! ¡perdóname! No me fije donde miraba —dijo una voz femenina.
Nino se detuvo en seco cuando escuchó aquella voz femenina. Su corazón comenzó a latir con fuerza al reconocer ese tono suave y melodioso. Lentamente, levantó la mirada y se encontró con unos ojos azules que lo miraban con preocupación.
—¿Tú... eres la bailarina de la obra de ballet? —preguntó Nino, casi sin aliento, mientras observaba a la joven que yacía en el suelo frente a él.
La chica lo miró con sorpresa, como si no esperara ser reconocida. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente y asintió con timidez.
—Sí, soy yo —respondió en un susurro—. Disculpa por haberte chocado, no me fijé por donde iba.
Nino rápidamente se agachó para ayudarla a ponerse de pie, sintiendo una corriente eléctrica recorrer su cuerpo al tener contacto con ella.
—No, no te preocupes, ha sido culpa mía —dijo, tratando de sonar casual, a pesar de que por dentro se sentía completamente nervioso—. Yo... no pude dejar de pensar en tu interpretación. Fue realmente hermosa.
La joven sonrió tímidamente, bajando la mirada.
—Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado —respondió, mordiéndose el labio inferior en un gesto encantador.
Nino sintió que se le secaba la garganta. Tener a esa chica tan cerca lo hacía perder la compostura por completo. Quería decirle tantas cosas, pero las palabras parecían atorarse en su garganta.
—Yo... eh, soy Nino —dijo finalmente, extendiendo su mano tímidamente—. ¿Y tú cómo te llamas?
La joven levantó la mirada y le dedicó una sonrisa radiante.
—Natalia. Es un placer conocerte, Nino.
Nino sintió que su corazón se aceleraba al escuchar su nombre. Natalia... Ese nombre lo había perseguido desde aquella noche en el teatro, y ahora por fin tenía la oportunidad de ponerle un rostro.
—El placer es mío, Natalia —respondió Nino, sosteniendo su mano con delicadeza. Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo al tocarla, y tuvo que hacer un gran esfuerzo por mantener la compostura.
Pasaron unos segundos en los que ambos se miraron en silencio, como si el mundo a su alrededor se hubiera detenido. Nino se perdió en esos cautivadores ojos azules, sintiendo como si Natalia pudiera ver directo a lo más profundo de su alma.
—Yo... espero que no te moleste que te haya reconocido —dijo Nino, rompiendo finalmente el silencio—. Es solo que tu actuación me impactó mucho. Fue realmente hermosa.
Natalia le dedicó una sonrisa tímida, sus mejillas sonrojándose ligeramente.
—No, no me molesta en absoluto —respondió en voz baja—. Al contrario, me alegra que hayas disfrutado de la función. La danza es mi gran pasión, y siempre es satisfactorio saber que uno ha logrado transmitir esa emoción al público.
Nino asintió, sintiéndose cada vez más embelesado por esa chica.
—Definitivamente lo lograste —afirmó, sin poder apartar la mirada de ella—. Fue una presentación cautivadora. Me... me gustaría saber más sobre ti, si no te importa.
Natalia lo miró con una mezcla de sorpresa y timidez, pero en sus ojos Nino pudo ver un brillo especial.
—Me encantaría —respondió en un susurro—. ¿Quizás... podríamos ir a tomar un café más tarde?
Nino sintió como si le hubieran dado un vuelco el corazón. No podía creer que esa hermosa chica estuviera aceptando pasar más tiempo con él.
—¡Claro! —exclamó, quizás con demasiada emoción—. Digo... sí, me encantaría. ¿A qué hora y dónde te gustaría?
Natalia soltó una risita encantadora ante su reacción.
—¿Qué te parece a la hora del almuerzo en la cafetería del campus? —propuso, mirándolo con una sonrisa luminosa.
—¡Perfecto! —asintió Nino, sintiéndose como si estuviera flotando—. Ahí estaré, te lo prometo.
Ambos intercambiaron unas últimas palabras antes de despedirse y dirigirse a sus respectivas clases. Mientras Nino caminaba, no podía dejar de sonreír como un tonto. Finalmente, iba a tener la oportunidad de conocer mejor a esa chica que tanto lo había cautivado.
Nino entró a su salón de clase y se sentó, quién a su lado estaba Adrien.
—Buenos días, Nino. ¡Es genial verte después de mucho! ¿Cómo estuviste?
Nino se giró hacia su mejor amigo Adrien, una sonrisa radiante en sus labios.
—¡Adrien, amigo! Me alegra tanto verte —exclamó Nino, la emoción evidente en su voz.
Se acercó a Adrien y le dio un fuerte abrazo, sintiéndose genuinamente feliz de reencontrarse con él después de las vacaciones. Adrien siempre había sido su confidente más cercano, con quien podía ser completamente abierto y sincero.
—¿Qué tal tus vacaciones? —preguntó Adrien, devolviéndole el abrazo con entusiasmo—. ¡Te veo más animado que de costumbre!
Nino se separó del abrazo y se acomodó en su asiento, su sonrisa sin desvanecerse.
—¡Oh, han sido las mejores vacaciones de mi vida! —exclamó—. ¿Recuerdas la presentación de ballet a la que fuimos la última vez?
Adrien asintió, recordando perfectamente aquella noche.
—Sí, claro. ¿Qué hay con eso?
—¡Pues verás! —Nino hizo una pausa dramática, casi sin poder contener su emoción—. ¡Esta mañana, choqué con la chica que hizo esa interpretación tan hermosa! ¡Y hemos quedado en tomar un café juntos durante el almuerzo!
Los ojos de Adrien se abrieron como platos ante la revelación de Nino.
—¡Espera, en serio? —exclamó, incrédulo—. ¡Eso es increíble, amigo! ¿Cómo fue que pasó?
Nino procedió a relatar con entusiasmo cómo se había encontrado con Natalia en el pasillo y cómo habían acordado reunirse más tarde. Adrien escuchaba atentamente, visiblemente emocionado por la buena suerte de su mejor amigo.
—¡Vaya, Nino! No puedo creer que por fin hayas tenido la oportunidad de conocerla —dijo Adrien, dándole una palmada en la espalda—. Tienes que contarme todos los detalles después, ¿de acuerdo?
Nino asintió enérgicamente, su sonrisa aún más amplia.
—¡Por supuesto, amigo! No puedo esperar a que llegue la hora del almuerzo —declaró, sin poder ocultar su entusiasmo—. ¡Esta es la mejor forma de empezar el semestre!
La profesora llegó a la sala cuando la campana sonó. Durante toda la clase, Nino estaba algo distraído, ansioso a que el horario de almuerzo llegará.
Cuando la campana sonó, Adrien, Nino, Marinette y Alya salieron, fueron a la cafetería.
La situación era esta: Marinette tuvo la idea de acompañar a Nino para conocer a Natalia, también Adrien quiso unirse y Alya también.
Nino se levantó de su asiento en cuanto sonó la campana, prácticamente saltando de la emoción. Adrien, Marinette y Alya se acercaron a él, notando su entusiasmo.
—¿Listo para ir a la cafetería, Nino? —preguntó Adrien, dándole una palmada en la espalda.
—¡Más que listo! —exclamó Nino, una sonrisa radiante en su rostro—. Apenas puedo contener las ganas de conocer a Natalia.
Marinette y Alya intercambiaron una mirada divertida ante la reacción de su amigo.
—Entonces, ¿no nos importa que te acompañemos? —inquirió Marinette con una sonrisa amable—. Me muero de curiosidad por conocer a la chica que te tiene tan emocionado.
Nino vaciló por un momento, una parte de él queriendo tener ese momento a solas con Natalia. Pero luego recordó lo importante que eran sus amigos para él, y no pudo evitar sonreír.
—¡Por supuesto que no! —exclamó, pasando un brazo por los hombros de Adrien y Marinette—. Me encantaría que vinieran conmigo. Será genial que la conozcan.
Alya se unió a ellos, entrelazando su brazo con el de Nino.
—¡Perfecto! Entonces vamos, que no podemos hacer esperar a tu cita —dijo Alya con una sonrisa pícara.
El grupo se encaminó a la cafetería, Nino sintiéndose un poco nervioso, pero sobre todo emocionado. Estaba ansioso por presentar a Natalia a sus mejores amigos, deseando que todos se llevasen bien.
Cuando llegaron a la cafetería, Nino la buscó con la mirada hasta que finalmente la vio sentada en una mesa, esperándolo. Tomó una profunda respiración y se acercó, sus amigos siguiéndolo de cerca.
—¡Natalia! —la llamó, una sonrisa amplia en su rostro—. Disculpa la demora, pero traje a unos amigos que querían conocerte.
Natalia levantó la mirada y le dedicó una sonrisa radiante al ver a Nino. Su expresión se llenó de curiosidad al ver a los otros tres jóvenes.
—¡Hola, Nino! No te preocupes, acabo de llegar —respondió con voz suave—. ¿Ellos son tus amigos?
—Sí. Ellos son Adrien, Marinette y...
Nino miró a su novia con nerviosismo. No podía decirle que era su pareja, porque si lo hace arruinaría todo.
—Alya, soy su novia —se presentó ella.
Nino tragó saliva nerviosamente al escuchar a Alya presentarse como su novia. Una parte de él se sintió culpable, pues había estado tan emocionado por conocer a Natalia que se había olvidado por completo de ella. Sin embargo, también sabía que no podía decirle la verdad sobre Alya, al menos no en ese momento.
—Ah, sí, ella es... Alya, mi novia —dijo Nino, tratando de sonar casual—. Y ellos son Adrien y Marinette, mis mejores amigos.
Natalia les dedicó una sonrisa cálida a los cuatro, sin parecer demasiado sorprendida por la revelación de Alya.
—Es un placer conocerlos a todos —dijo con amabilidad—. Vengan, tomen asiento.
Nino se sentó junto a Natalia, sintiendo la mirada de Alya sobre él. Trataba de mantener la calma, pero por dentro se sentía como si fuera a explotar de nervios. No quería herir a Alya, pero tampoco podía negar sus sentimientos por Natalia.
Adrien y Marinette se sentaron frente a ellos, notando la tensión palpable en el ambiente. Alya, por su parte, tomó asiento al lado de Nino, sin despegar su mirada de él.
—Así que, Natalia —comenzó Adrien, tratando de aliviar la situación—, ¿Qué tal has estado? Tú presentación fue increíble, nuestro amigo te reconoció sin problema.
Natalia sonrió con amabilidad.
—Muy bien, gracias por preguntar —respondió—. Gracias, fue el evento más importante de mi vida.
Nino sintió que su corazón se aceleraba al escuchar esas palabras. Recordaba vívidamente la noche de la presentación, y cómo había quedado cautivado por la belleza y elegancia de Natalia.
—¡Sí, fue increíble! —exclamó Nino, sin poder contener su entusiasmo—. Realmente disfruté mucho verte bailar.
Alya carraspeó suavemente, llamando la atención de Nino.
—Nino, cariño, ¿no me habías dicho que querías que fueramos al cine? —preguntó Alya, su voz sonando más dulce de lo normal.
Nino sintió como si un balde de agua fría le cayera encima al escuchar las palabras de Alya. Por un momento, se olvidó por completo de su novia, concentrado únicamente en Natalia. Pero ahora, con la mirada penetrante de Alya sobre él, se sintió abrumado por la culpa.
—Oh... eh, sí, tienes razón, Alya —balbuceó Nino, tratando de mantener la compostura—. Es solo que... quería presentar primero a Natalia a ustedes.
Alya le dedicó una sonrisa, pero Nino pudo notar la tensión en sus ojos.
—Bueno, ya lo hiciste —dijo ella, tomándole la mano por debajo de la mesa—. ¿Qué te parece si vamos al cine después de comer? Podríamos invitar a Natalia también.
Nino miró de reojo a Natalia, quien seguía sonriendo con amabilidad, ajena a la incomodidad que se había instalado en la mesa.
—Yo... —Nino dudó por un momento, sin saber qué decir. No quería lastimar a Alya, pero tampoco podía dejar de pensar en Natalia—. Sí, claro, podemos ir al cine después.
Marinette y Adrien intercambiaron una mirada preocupada, sintiendo la tensión creciendo entre Nino y Alya. Decidieron intervenir para aliviar el ambiente.
—¡Qué gran idea! —exclamó Marinette con una sonrisa—. Será genial que Natalia se una a nosotros.
—Sí, será una excelente oportunidad para conocernos mejor —agregó Adrien, dirigiéndole una mirada amistosa a Natalia.
Natalia asintió con educación.
—Me encantaría acompañarlos al cine —dijo con suavidad—. Será un placer compartir más tiempo con ustedes.
Nino sintió como si un nudo se le formara en la garganta. Por un lado, estaba emocionado de poder pasar más tiempo con Natalia, pero por otro, sabía que estaba traicionando la confianza de Alya. No podía evitar sentirse dividido entre sus sentimientos.
—Entonces, ¿qué estamos esperando? —intervino Alya, sonriendo ampliamente—. Vamos a comer y luego al cine.
Nino asintió, tratando de esbozar una sonrisa y disimular su incomodidad. Sabía que las cosas se complicarían aún más, pero por el momento, no tenía otra opción más que seguir adelante.
Natalia asintió igual, sacando su Lunch servido en una caja bento para empezar a comer.
Nino observó a Natalia sacar su caja bento y comenzar a comer, fascinado por la elegancia y gracia con la que se movía. No podía evitar admirar su belleza, la forma en que sus delicados dedos sujetaban los palillos y la delicadeza con la que probaba cada bocado.
Tragando saliva, Nino se obligó a mirar hacia otro lado, sintiéndose culpable por estar fijándose tanto en Natalia mientras Alya estaba a su lado. Alya, su novia, a quien había pasado tanto tiempo engañando su propio corazón para sentir "algo".
—Y... ¿qué tal tu almuerzo, Natalia? —preguntó Nino, intentando sonar casual y distraer su atención de la bailarina.
Natalia levantó la mirada y le dedicó una sonrisa suave.
—Está delicioso, muchas gracias por preguntar —respondió con gentileza—. Me gusta mucho la comida tradicional japonesa.
Nino asintió, sintiéndose aliviado de que la conversación se hubiera desviado de él y sus sentimientos confusos.
—¡A mí también me encanta! —exclamó Marinette, uniéndose a la conversación—. De hecho, mi mamá a veces prepara bentos para mí. Son mi almuerzo favorito.
Natalia le sonrió a Marinette con amabilidad.
—Es una coincidencia, mi madre también me prepara bentos a veces —dijo Natalia—. Supongo que es una tradición que se mantiene en las familias.
Nino observó cómo Marinette y Natalia conversaban animadamente sobre la comida japonesa, sintiéndose un poco excluido de la charla. Miró de reojo a Alya, quien parecía estar siguiendo la conversación con interés, pero notó que de vez en cuando le lanzaba miradas fugaces, como si quisiera asegurarse de que aún estaba con ella.
Nino suspiró internamente, sabiendo que tendría que hablar con Alya en algún momento y aclarar todo este asunto. Por fin había encontrado a su alma gemela, y debía deshacerse de Alya cuanto antes para estar libre.
Decidiendo que por el momento lo mejor era disfrutar del almuerzo, Nino se unió a la charla, conversando sobre diferentes temas.
—¿Cuál grado estás, Nat? No pareces ser del nuestro —preguntó Adrien.
—Soy un grado más joven que ustedes. Un año menos por así decirlo —contestó Natalia.
—¡¿Más joven?! Wow, eso es realmente impresionante —exclamó Marinette, sorprendida—. Me sorprende que seas un grado menor que nosotros y ya sepas moverte tan elegantemente en el ballet. ¡Debes ser muy talentosa!
Natalia sonrió con modestia.
—Bueno, he estado practicando ballet desde que era muy pequeña —explicó—. Mis padres siempre me han apoyado mucho en mi entrenamiento, así que he podido avanzar más rápido que algunos de mis compañeros.
Nino la miró con admiración, su corazón latiendo con fuerza. Le parecía increíble que esa chica tan joven ya hubiera logrado tanto en el mundo del ballet.
—Eso es realmente asombroso —intervino Adrien, también impresionado—. Debes ser una bailarina prodigio.
Natalia se sonrojó levemente ante los halagos.
—Bueno, no sé si tanto —dijo con modestia—. Simplemente me esfuerzo mucho en lo que hago.
Alya, que había estado escuchando la conversación en silencio, decidió intervenir.
—Pues yo creo que eso es muy admirable —dijo, esbozando una sonrisa—. No cualquiera puede lograr tanto a tu edad.
Nino miró a Alya, sorprendido por su reacción. Esperaba que estuviera más distante o incluso celosa, pero en su lugar, parecía estar tratando de ser amigable con Natalia.
—Gracias, Alya —respondió Natalia con sinceridad—. Me alegro de poder compartir mi pasión por el ballet con ustedes. ¿A ustedes que les gusta hacer? ¿Qué hacen fuera del estudio?
—Yo soy modelo —contestó Adrien—. Y Marinette es una increíble diseñadora de moda.
—¡Ay, no es para tanto! —desvió la mirada sonrojada.
—Mi pasatiempo es ser DJ cuando me necesitan —dijo Nino.
—Y yo tengo un vlog en Internet —comentó Alya.
Nino escuchaba atentamente la conversación, sintiéndose cada vez más cautivado por Natalia. Su belleza, su talento y su modestia lo tenían completamente fascinado. Mientras hablaba con sus amigos, Nino no podía evitar observar cada uno de sus gestos, cada una de sus expresiones.
—Vaya, eso suena realmente emocionante —dijo Natalia con sincero interés—. Me gustaría poder ver tus diseños alguna vez, Marinette. Y Alya, me encantaría poder ver tu vlog. Suena muy divertido.
Nino notó que Alya parecía relajarse un poco al ver la amabilidad de Natalia. Tal vez ella también se había dado cuenta del gran talento y la humildad de la joven bailarina.
—¡Claro, cuando quieras! —respondió Marinette con entusiasmo—. Me encantaría que vinieras a mi casa y te mostrara algunos de mis diseños.
—Y puedes suscribirte a mi canal cuando quieras —agregó Alya, sonriendo—. Siempre estoy subiendo contenido nuevo.
Natalia asintió con una sonrisa sincera.
—Muchas gracias, los tomaré en cuenta —dijo, para luego mirar a Nino—. Y Nino, ¿podrías enseñarme alguna de tus mezclas algún día? Me fascina la música y me encantaría aprender más sobre el mundo del DJ.
Nino sintió que su corazón se aceleraba al ser el centro de atención de Natalia.
—¡Claro, cuando quieras! —respondió, esforzándose por mantener la calma—. Será un placer mostrarte lo que sé.
Natalia le dedicó una sonrisa radiante que hizo que Nino se derritiera por dentro. En ese momento, supo que no podía seguir ocultando sus sentimientos. Tenía que ser honesto, tanto con Natalia como con Alya.
Pero antes de que pudiera decir algo, la campana sonó.
—Oww... se acabó el horario del almuerzo —Nat cerró su bento y se levantó.
—Oh, sí... justo cuando se puso buena la conversación —dijo Nino, sintiéndose decepcionado de que su momento con Natalia hubiera sido interrumpido tan pronto. Recogió sus cosas y se puso de pie, lanzando una mirada fugaz hacia Alya, quien también se levantaba a su lado.
Nino observó a Natalia con atención mientras se alistaba para volver a clases. Su elegancia y gracia le resultaban fascinantes, y no podía dejar de admirar cada uno de sus movimientos. Tragó saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho.
— Oye, Natalia... ¿te gustaría... tal vez... pasar el rato conmigo otro día? —preguntó Nino, armándose de valor—. Me encantaría que pudiéramos conocernos mejor y quizás... —vaciló un momento— mostrarme algunos de tus pasos de ballet.
Natalia lo miró con sorpresa al principio, pero luego le dedicó una sonrisa cálida.
— Me encantaría, Nino —respondió con suavidad—. Me parece una excelente idea. Podríamos quedar después de clases uno de estos días.
Nino sintió una oleada de felicidad recorrerlo. Finalmente había encontrado el valor para acercarse a Natalia, y ella había aceptado su propuesta. Sin poder contener su emoción, sonrió ampliamente.
— ¡Genial! —exclamó—. Entonces... ¿qué te parece mañana después de la práctica de ballet?
Natalia asintió con entusiasmo.
— Perfecto, allí estaré —dijo, mirándolo con complicidad—. Nos vemos entonces, Nino.
Nino la observó alejarse, sin poder creer que su plan estuviera funcionando tan bien. Ahora tenía la oportunidad perfecta para acercarse a Natalia y tratar de conquistar su corazón. Sólo esperaba que Alya lograra entenderlo y aceptar que su relación había llegado a su fin.
Después de las clases, Nino se reunió con Marinette, Adrien, Alya y Natalia para ir juntos al cine. Durante el trayecto, Marinette se ofreció a mostrarle un poco de la ciudad a Natalia.
—¡Ven, Natalia! Déjame mostrarte un poco de París —dijo Marinette con entusiasmo.
Natalia aceptó con una sonrisa.
—¡Me encantaría, Marinette! Será una gran oportunidad para conocer mejor la ciudad.
Marinette asintió y la tomó del brazo para llevársela más enfrente. Ella comenzaba a conversar con la bailarina sobre diferentes lugares, y Natalia escuchaba con toda atención.
—Ahí es el parque, y en unas cuadras es mi casa —comentó—. Mis padres son dueños de una panadería por cierto.
—Los macarrones de ahí son lo máximo, te lo aseguro –comentó Adrien desde atrás de ellas.
—Wow, ¿y haces entregas a domicilio? —cuestionó Natalia entusiasmada.
—Claro. Ah, mira, ¡ya llegamos al cine! —señaló Marinette, dirigiéndose hacia el lugar.
Nino siguió a los demás hacia el cine, observando con atención a Natalia mientras Marinette le mostraba los alrededores. Verla tan interesada y emocionada por conocer la ciudad le parecía adorable.
Una vez dentro del cine, Nino se acercó a Natalia disimuladamente.
— Entonces, ¿ya decidiste qué película quieres ver? —preguntó, tratando de sonar casual.
Natalia lo miró con una sonrisa radiante.
— Aún no, pero estoy muy emocionada de ver lo que Marinette y Adrien nos recomiendan —respondió.
Nino asintió, sintiendo que su corazón se aceleraba ante la cercanía de la joven bailarina.
— Yo también estoy ansioso por ver la película —dijo, lanzando una mirada de reojo hacia Alya, que se encontraba hablando con Marinette y Adrien.
Finalmente, el grupo se acercó al mostrador para comprar los boletos y los snacks. Nino se ofreció a pagar los dulces y las palomitas para Natalia, ganándose una sonrisa agradecida de la joven.
Una vez con todo listo, se dirigieron a la sala de cine, buscando unos buenos asientos. Nino se aseguró de sentarse lo más cerca posible de Natalia, ansiando poder tener una conversación más íntima con ella durante la película.
Nino se acomodó en su asiento, sin poder evitar lanzar miradas furtivas hacia Natalia. Verla tan cerca, tan radiante, lo tenía completamente cautivado. Mientras las luces se apagaban y la película comenzaba, Nino aprovechó para acercarse un poco más a ella.
—Sabes, Natalia —susurró—, me alegra mucho que hayas venido con nosotros hoy. Realmente disfruto de tu compañía.
Natalia lo miró con dulzura y le regaló una sonrisa cálida.
—A mí también me alegra estar aquí, Nino —respondió en voz baja—. Tú y tus amigos han sido tan amables conmigo.
Nino sintió que su corazón se aceleraba ante esas palabras. Quería decirle tantas cosas, pero se contuvo, temeroso de incomodar a Natalia o de arruinar el momento.
Durante la película, Nino se mantuvo atento a cada uno de los movimientos de Natalia, a cada una de sus reacciones. Le encantaba verla tan absorta en la pantalla, riendo o emocionándose con cada escena. Y cada vez que sus miradas se cruzaban, Nino sentía que se perdía en esos ojos cautivadores.
Cuando la película terminó, los chicos se levantaron para salir del cine. Nino fue el primero en hablar.
—Bueno, ¿qué les pareció la película? —preguntó, tratando de sonar casual.
Natalia le dedicó una sonrisa radiante.
—¡Me encantó! —exclamó—. Fue una experiencia tan maravillosa.
Nino asintió, sintiéndose aliviado de que Natalia hubiera disfrutado tanto de la salida.
—Me alegro mucho de oír eso —dijo, lanzando una mirada rápida hacia Alya, quien parecía estar conversando animadamente con Marinette y Adrien.
Nino sabía que en algún momento tendría que hablar con Alya sobre sus sentimientos por Natalia. Pero por ahora, quería disfrutar de este momento, de esta conexión que había logrado establecer con la hermosa bailarina.
De pronto, Adrien intervino:
—Oigan, yo y Marinette debemos irnos. Nos vemos hasta mañana, chicos.
—¡Entendido, amigo! —respondió Nino, despidiéndose de Adrien y Marinette.
Luego, se volvió hacia Alya y Natalia.
—Entonces, ¿les apetece ir a tomar algo? —preguntó, tratando de sonar relajado—. Conozco una cafetería cercana que tiene unas malteadas deliciosas.
—Lo siento. No voy a pedir ir, tengo cosas que hacer, pero gracias —se disculpó Natalia—. Mañana sin falta nos veremos, ¿está bien?
Nino asintió con comprensión, a pesar de la leve decepción que sentía al no poder pasar más tiempo con Natalia.
—Entiendo, no hay problema —respondió con una sonrisa—. Nos vemos mañana entonces.
Natalia le regaló una última sonrisa antes de despedirse y alejarse. Nino la observó marcharse, sintiéndose un poco melancólico.
Cuando Natalia se hubo ido, Nino se volvió hacia Alya, quien lo miraba con una expresión seria.
—Nino, tengo que hablar contigo —dijo Alya, con un tono de voz que le indicó a Nino que algo importante sucedía.
—Claro, Alya, dime —respondió Nino, sintiendo que su corazón se aceleraba.
Alya tomó una respiración profunda antes de continuar.
—Mira, no es fácil para mí decirte esto, pero... —hizo una pausa, parecía estar buscando las palabras adecuadas—. Creo que deberíamos cortar nuestra relación.
Las palabras de Alya lo golpearon como un balde de agua fría. Nino se quedó en silencio por unos segundos, intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Qué? —fue lo único que logró articular, mirando a Alya con incredulidad.
—Lo siento, Nino —continuó Alya—. Pero me he dado cuenta de que necesito concentrarme más en mis estudios. No puedo mantener una relación estable ahora mismo.
Nino permaneció en silencio, su mente dando vueltas. Ni siquiera se había esforzado en cortar con Alya, y ahora ella le estaba diciendo que quería terminar con él.
"Vaya, ni siquiera tuve que molestarme en buscar una excusa", pensó Nino. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura.
—Entiendo —dijo finalmente, con voz tranquila—. Si eso es lo que quieres, lo respeto.
Alya lo miró con una mezcla de alivio y tristeza.
—Gracias por entender, Nino. Eres un gran chico, y sé que encontrarás a alguien que te valore como mereces —dijo, antes de acercarse y darle un abrazo de despedida.
Nino correspondió el abrazo, sintiendo una extraña sensación en el pecho. No estaba seguro de cómo se sentía realmente al respecto. Por un lado, se sentía aliviado de que Alya hubiera tomado la decisión por él, pero por otro, algo dentro de él se sentía un poco herido.
Una vez que se separaron, Alya le dedicó una última sonrisa antes de marcharse, dejando a Nino solo en el vestíbulo del cine, con una mezcla de emociones confusas.
Nino observó en silencio cómo Alya se alejaba, sintiendo una extraña combinación de alivio y desconcierto. Por un lado, le agradecía a su ahora ex novia que hubiera puesto fin a su relación, pues así evitaba tener que lidiar con la incómoda conversación. Pero por otro, no podía evitar sentir una punzada de tristeza y decepción.
Durante años, Nino se había esforzado por mantener una apariencia "normal", de encajar en el mundo que lo rodeaba. Alya había sido parte importante de ese esfuerzo, y ahora que ella se había ido, Nino se sentía un poco perdido.
Sin embargo, casi de inmediato, sus pensamientos se dirigieron a Natalia. La bella bailarina que había cautivado su corazón desde el primer momento. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar su radiante sonrisa, su mirada dulce y su infinita amabilidad.
—Natalia... —susurró Nino para sí mismo, sintiendo que su corazón se aceleraba.
Ahora que ya no tenía ataduras, tal vez podría acercarse más a ella, intentar conquistar su corazón. Claro, tendría que ser sutil, no quería asustarla o incomodarla. Pero la sola idea de poder pasar más tiempo con Natalia, de tener una oportunidad de demostrarle lo mucho que significaba para él, lo llenaba de emoción.
Decidido, Nino se dirigió a la salida del cine, con la firme determinación de poner todos sus esfuerzos en ganarse el cariño de la hermosa bailarina.
Mientras caminaba, su mente comenzó a maquinar un plan. Tendría que ser cuidadoso, no quería apresurar las cosas ni asustar a Natalia. Tal vez podría invitarla a salir, a dar un paseo, o a tomar un café. Algo casual, pero que le permitiera acercarse más a ella y descubrir sus intereses, sus sueños, sus anhelos.
Una vez fuera del cine, Nino sacó su teléfono y revisó la hora. Ya era tarde, lo mejor sería regresar a casa, y eso hizo.
Nino llegó a su apartamento y se dejó caer pesadamente sobre su cama. Suspiró profundamente, tratando de procesar todo lo que había sucedido en el cine.
—Alya... —murmuró, aún sin poder creer que su relación había terminado.
Por un momento, se sintió decepcionado, pero rápidamente esos sentimientos fueron reemplazados por una sensación de liberación. Ahora que ya no tenía que fingir ser alguien que no era, podía enfocarse plenamente en Natalia.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al pensar en la hermosa bailarina. Natalia, con su cabello brillante, su sonrisa radiante y su mirada cautivadora, se había apoderado por completo de sus pensamientos.
"Mañana será un nuevo día", se dijo a sí mismo. "Tendré la oportunidad de acercarme más a ella, de conocerla mejor".
Con ese pensamiento en mente, Nino se levantó, se puso su pijama y se acostó, durmiéndose rápidamente, soñando con Natalia y con la posibilidad de conquistar su corazón.
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