10. Un beso que fue inicio y fin
Mi madre debía marcharse, su trabajo en el hospital ameritaba que volviera, así que le pedí que se llevara con ella a mi niño ¿por qué lo hice? lo supe, después.
Durante días, no quise hablarte, me fui del departamento antes de que tú volvieras, ese viaje te tomó dos semanas y mi celular estaba lleno de mensajes y llamadas sin contestar. Yo, simplemente quería ignorarte, no porque estuviera enojado, solo que no sabía lo que sentía.
«Pero aun ahora, no debo lamentarme ¿verdad mi amor?»
Fuiste a buscarme a casa de Singto, no sé porque fui a su casa en primer lugar, cuando sabía muy bien que Krist, su novio, tenía el mismo tiempo de embarazo que tendría yo, y verlo cada día era una tortura para mí. Me acurrucaba en la cama del dormitorio que ocupaba y no dejaba de llorar y retorcerme de dolor, solo, entre esas cuatro paredes.
Tomaba la almohada y la sostenía frente a mi rostro, gritos ahogados, sollozos y lágrimas se perdían en esa almohada que para entonces se había convertido en mi confidente.
«Quería estar solo, sufrir solo, morir solo. Lo lamento, tanto...»
Mi madre llamaba cada día para decirme que mi hijo me extrañaba, el niño siempre lloraba cuando hablaba conmigo, pero yo aún no podía viajar, aún debía guardar reposo. Poco me importó todo lo que decían los que nos conocían y observaban como nuestra pequeña familia se disolvía, cada uno por su lado... vida cruel.
"¡Qué les importa a todos lo que tú y yo vivamos!", le gritaba al vacío, esperando que fuera tu voz la que escuchara respondiendo.
Leía tus mensajes y cada uno de ellos decía lo mucho que me amabas, que todo estaría bien, que por favor no te alejara. Me pedías perdón una y mil veces y yo no estaba seguro de que tuvieras que pedirlo:
"Mi luna, quiero estar junto a ti. Quiero llorar a tu lado. Quiero sostener tu cuerpo y secar tus lágrimas. ¡Quiero estar ahí para ti!". No pude soportarlo y cedí... fui a nuestro departamento y juntos, abrazados, lloramos hasta que el cansancio nos venció y las lágrimas dejaron de salir.
Cada día, desde entonces, preparaste el desayuno para mí, no tenía hambre, pero, aun así, me alimentaste... y así un mes rápidamente transcurrió.
«Algunas noches, cuando las lágrimas amenazaban con salir, te dejaba dormido en la habitación, tomaba las llaves del auto y me subía en él, no para salir, sentado ahí, completamente solo, podía ahogar mi llanto sin dejarte oír. ¿Alguna vez lo supiste?»
—Siete de la mañana, hora de ir a trabajar mi sol —te susurré suavecito al oído. Besé tu mejilla y me levanté para prepararte el desayuno. Escuché el sonido del agua caer mientras te bañabas y me apresuré a tener todo listo.
«Cada uno de mis recuerdos, son imágenes tan vívidas.»
—¡Has vuelto! ¿Dónde estabas? —Te oí decir y me giré para verte parado bajo el umbral de la puerta de la cocina. Donde al parecer, llevabas un rato observándome.
"La sonrisa que se dibuja en tus labios, no es la misma, estas llorando, aunque no haya lágrimas, tu corazón al igual que el mío está herido", pensé para mis adentros, mientras te miraba, Oh, mi amor...
—Solo veía por la ventana. —Te respondí, tras un largo suspiro.
—¿Y no te percataste de que yo estaba aquí? —Tu mirada parecía tan desamparada.
—¡Pero estabas, existías para mí!
—Creo que muchas cosas buenas llegan después de la tempestad. ¡míranos! —tu voz sonaba esperanzada— Aquí estamos, somos una perfecta coincidencia, vale la pena arriesgar. No huyas de mí. ¡¡Mírame!! —Suplicaste— Yo estaré siempre, aquí, para ti.
«Lo sabía Off, siempre lo supe...»
Con un dulce beso, te despedí aquel día, un beso que fue inicio y fin...
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top