Epílogo.

28 de Octubre.

El Otoño, una de las temporadas favoritas de muchos. Hermosas hojas secas caían al ritmo del viento, y a la vez, barría las que ya estaban en el suelo.

A lo lejos, un solitario chico caminaba lentamente con sus manos llenas de maletas. Miraba con nostalgia cada rincón de su alrededor, pensando en lo mucho que extrañó su país natal, junto con sus amigos.

— ¿Taehyung? ¿Taehyung, eres tú? — llamó una voz femenina, a sus espaldas.

— ¡Dong-sun! — gritó con una gran sonrisa en cuanto volteó, topándose con una muy hermosa y sorprendida chica.

— ¡Oh por Dios, no me lo creo! — soltó las bolsas de compras que llevaba en sus manos para salir corriendo hacia él, no dudó ni por un segundo más y lo estrechó entre sus brazos.— Volviste, pensé que no volverías hasta la cena de Navidad.

— Perdón, por no avisarte — correspondió el abrazo, también soltando las maletas de sus manos.

— Idiota, debiste hacerlo — reprochó entre pucheros, aún sin soltarlo.— Quería recibirte con una gran cena hecha por mí — murmuró con un leve sonrojo en sus mejillas.

— Aún puedes hacerlo, tengo muuucha hambre — contestó entre pequeñas risillas, para luego separarse del abrazo y mirarla fijamente a los ojos.

Amabas miradas cambiaron mucho, ya no eran apagadas y vacías. Al contrario, ahora brillaban cual estrellas en el oscuro cielo, llenas de alegría y vida.

— Hay algo que quiero darte — mencionó de repente con una gran sonrisa.

Tomó las bolsas del suelo, arrastrando consigo al confundido chico.

— Ábrelo — le ordenó, una vez que estaban al frente del antiguo buzón del correo.

— ¿Mi buzón? — preguntó confundido, mientras la inquieta chica asintió con su cabeza una y otra vez.— ¿Me enviaron una carta? — volvió a preguntar abriendo el buzón.

Era solo una. Con tan solo una carta bastaba, para que el pelinegro se conmueva hasta el borde de las lágrimas.

Él había escrito tantas cartas a lo largo de su vida. Pero hasta ahora, nunca había recibido una.

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Seúl, 17 de Octubre.

Querido Taehyung.

Me he atrevido a escribirte una carta, aún sabiendo que no estás en Corea y no regresarás hasta Diciembre.

Pero, últimamente he pensado mucho en ti. Mi cabeza se llena de tantas cosas que contarte ahora mismo, que quisiera escribir todas y cada una de ellas por medio de una carta.

Ya solo falta dos meses para que nazca el bebé de Jungkook. Será una niña, así que ya decidieron el nombre para ella, "Hana."

He estado cuidando de su esposa, el tercer trimestre es algo delicado en el embarazo. Ha sido todo un honor para mí, ayudar a que crezca sana y fuerte desde el vientre de su madre.

Quería agradecerte, por permitirme estar junto a ustedes. No sabes lo sola que me había sentido antes de mudarme aquí, había perdido toda la esperanza y confianza de poder hacer nuevos amigos.

Sin embargo, desde que vine a este lugar, no me he vuelto a sentirme sola en ningún momento. Aunque no todos los días podíamos reunirnos, tus mensajes siempre me acompañaban por las noches. Gracias por permitirme reír, jugar y compartir junto a ustedes.

Aún si te has ido, esperaré pacientemente a que vuelvas, así sea que pase años, seguiré esperando. Para poder continuar charlando todas las noches, después de un arduo día de trabajo.

Se despide, Jung Dong-sun.

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Unas cuantas lágrimas caían por las mejillas del feliz chico. Sin darse cuenta, había empezado a llorar de la felicidad. Esto alarmó a la pelinegra que se encontraba a su lado, algo nerviosa por su repentina reacción.

— ¿Lloras de la felicidad? — preguntó, nerviosa por escuchar los pequeños sollozos del chico que, ocultaba su rostro con la carta.— ¿No te gustó?.

Taehyung limpió sus lágrimas con rapidez, caminando en dirección hacia la cabizbaja chica, para darle un abrazo de improvisto.

— Gracias — susurró, escondiendo su rostro sobre el hombro de la pelinegra.

— ¿Si te gustó? — volvió a preguntar aún confundida, correspondiendo tímidamente el abrazo.

— Sí, realmente me gustó — contestó aún con su voz algo quebradiza.— La atesoraré.

— Qué alivio, estaba muy nerviosa — suspiró con una pequeña sonrisa en sus labios.— Me alegro mucho.

— Prometo no volver a irme — se separó lentamente del abrazo, mirándola con una gran sonrisa.— Entremos a tu casa, tengo mucha hambre.

— Está bien, pero mientras cocino debes contarme todo sobre París — caminó, dando saltitos de la emoción.

— Descuida, traje muchos recuerdos para todos — la siguió también muy emocionado.

Así, volvieron a reunirse después de tantos meses sin verse, volviendo a comer y reír juntos. Atesorando las viejas y nuevas cartas en el buzón del correo, como recuerdos escritos en papel.

Ahora sí es el final. Sin contar la parte extra.

También olvidé agradecer a la hermosa persona que me dió la idea para este epílogo, perdón Eipriel_Army

¡Les quiero! ♡(ӦvӦ。)

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