11.
Makoto exhaló por enésima vez mientras miraba por la ventana. Él definitivamente no entendía a las mujeres.
Después de las sesiones de estudio que tuvieron, tuvo la impresión de que se había hecho más cercano tanto a Kirigiri como a Maizono de algún modo. Ya no habían silencios incómodos ni tensiones innecesarias; sin embargo, por alguna razón ahora sentía que la primera lo evitaba cuanto podía mientras que la segunda parecía estar ansiosa o nerviosa.
Apenas había terminado la semana de exámenes. Ya podría ir a casa, descansar el sábado y luego volver a estresarse el domingo al saber que las notas serían publicadas el lunes temprano.
Pero quería pensar un poco las cosas.
Esperaba haber pasado al menos. No quería tener que quedarse para clases suplementarias y se sentiría muy avergonzado con Kirigiri y Maizono.
Además, tenía curiosidad sobre la sorpresa de la había hablado Maizono. Aunque, honestamente, así como las cosas aparentemente estaban, dudaba que volvieran a mencionar el tema.
Makoto suspiró una vez más, a punto de tomar sus cosas y decidir regresar a su hogar de una vez, cuando la fuerte voz de Hagakure lo hizo saltar en su sitio.
—Te estás desinflando Naegichi —le dijo.
Makoto parpadeó confundido.
—¿Eh? Uh... ¡!
Y entonces volvió a saltar cuando algo helado —estando no en verano, cabe recalcar —tocó su mejilla derecha.
—Escupe. ¿Qué pasó? —preguntó Kuwata alejando la cajita de jugo de manzana que ahora descansaba sobre el escritorio.
Makoto miró el juguito, luego a Kuwata, y cuando el jugador de baseball se encogió de hombros, entendió que se lo estaba dando.
—Yo... ¿No lo sé...? —trató de responder, pero sonó más como duda.
Kuwata y Hagakure compartieron una mirada. Makoto lo encontraba difícil explicarles que por algún motivo u otro, todo pasó de estar relativamente bien a relativamente mal. Él mismo no lo entendía, así que no sabía cómo ponerlo en palabras.
Además...
Hagakure era su amigo, pero... Hagakure era Hagakure.
Al final, viendo que estaban solos en el aula y que ninguno de los tres tenía algo importante que hacer aparte de recuperar horas de sueño, empezó a hablar.
() () () ()
Mientras tanto, Sayaka estaba harta.
Las cartas que tenía en los brazos eran tantas que de tanto en tanto una caía. Al principio intentó recogerlas, pero pronto se rindió cuando cada vez que se agachaba, otra decidía volar. Al final, tras golpear el suelo con su pie, decidió que no le importaría.
Las cosas se estaban saliendo de control. Había aguantado durante el inicio del mes, durante las tardes con Naegi y Kirigiri, y hasta el final de la semana. Ya no podía con eso y encararía a la persona responsable.
Tan poca era su suerte que encima tenía que cruzar todo el absurdo campus para llegar al otro pabellón. Si no encontraba a la persona —lo cual dudaba, pues la había citado —probablemente terminaría asesinando a alguien.
() () () ()
—Hm... —Leon se pasó una mano por la barbilla.
La historia de Naegi, era por decir lo menos, confusa. No podía hablar por Kirigiri ya que no la conocía, pero ¿Sayaka? La chica había estado bastante entusiasmada por pasar tiempo extra con el chico que le había gustado desde los primeros años de secundaria.
—¿Estás seguro que no hiciste nada? —volvió a preguntar.
Naegi se encogió de hombros. Ya le habían preguntado tantas veces lo. Mismo que probablemente ahora lo estaba dudando.
Si Leon tuviera que dar alguna teoría, diría que algo pasó entre Kirigiri y Sayaka, pero eso no afectaría su relación con Naegi —en ambos casos —por lo tanto...
—Dale tiempo. Unos días quizá —terminó encogiéndose de hombros. Su gesto relajado hizo que Hagakure frunciera los ojos antes de exclamar un «¡ah!»
—¿Crees que están en esos días del mes? —mencionó.
A lo que Naegi y Leon lo miraron, primero estupefactos y luego resignados. Sí, Hagakure era Hagakure. Así lo apreciaban. Sí.
—Saben —el chico continuó sin prestar atención a sus amigos —. Una vez leí que hay dos maneras de comprender a las mujeres. La primera no funciona.
—¿Y la segunda? —Naegi cometió el pequeño error de tener esperanza.
—¡No existe!*
Hagakure soltó una carcajada. Leon exhaló y Naegi rió nervioso. Ninguno de los dos esperaría verlo vivo al siguiente día si alguna de sus compañeras de clase —en especial aquellas cuyo instinto asesino se sentía a leguas —lo escuchaban.
Así que Leon le dio la espalda para seguir hablando.
—Como sea —dijo —. Trata de hablar con ellas, Naegi. No sé acerca de Kirigiri, pero Sayaka es más simple de lo que parece. Créeme, la conozco.
Makoto presionó los labios antes de obligarse a sonreír, entonces un bip los distrajo.
() () () ()
Yasuhiro todavía sonreía de oreja a oreja por su broma cuando él y Kuwata dejaron el salón. Al comienzo Naegi iba a salir con ellos, pero un texto a su celular pareció cambiar su opinión.
Con su habitual y nada saludable postura y sus manos detrás de la cabeza, Yasuhiro observó por el rabillo del ojo a su amigo pelirrojo.
—¡Eres muy noble, Kuwatachi! —exclamó.
Kuwata lo miró frunciendo el entrecejo.
—¿A qué te refieres?
La sonrisa de Yasuhiro no hizo más que crecer. Le dio una palmada en la espalda que casi lo hace trastabillar hacia adelante y volvió a reír.
—¡Está bien, está bien!
—¡No, como ya dije, no sé a qué te refieres!
Pero Yasuhiro sí lo sabía y probablemente Naegi también. Kuwata simplemente no estaba listo para admitirlo.
Y ya que ambos tomaban el camino hacia la izquierda, ninguno notó a la chica que subía corriendo por las escaleras de la derecha.
() () () ()
Terminó de lavarse la cara y Asahina le dio una toalla de papel. Ella no dijo nada, pero la expresión en su rostro era bastante obvia.
—No sucede nada —respondió Kyoko una vez notó lo que su amiga nadadora quería decir.
—¿Cómo que no? Saliste prácticamente corriendo apenas sonó la campana, Kyoko-chan.
El baño, por suerte, estaba vacío. Kyoko no quería extraños —o peor aún, reales —rumores espárciendose acerca de ella.
Apoyó su cuerpo en el lavadero y suspiró.
—Así que no planeas decirle —asumió Asahina después de unos segundos de silencio —. ¿Solo lo evitarás después de hacerte tan amiga de él? Pobre Naegi-kun.
Kyoko alzó una ceja. Ahora, ¿no debería estar de su lado?
Sin embargo, tenía que reconocer que Asahina tenía razón. Cortar tan abruptamente los lazos con él, sin darle una explicación, era muy cruel de su parte. Naegi la había ayudado bastante, después de todo.
Pero...
Kyoko no sabía qué explicación podría darle. No se le ocurría ninguna y eso la llevaría a decir la verdad.
Y no podía decir la verdad. No cuando ya la había evitado más de una vez. No cuando estaban en juegos sus sentimientos sin saber los de él.
Y no solo los sentimientos de ellos dos.
"Porque a mí sí me gusta..."
¿Quién iba a decir que todo se complicaría tan rápido? Ella, por supuesto.
Quizá nunca debió aceptar su amistad para empezar.
Entonces ambas salieron de los baños.
() () () ()
Bueno, se dijo Makoto. Hablar sobre sus problemas con sus amigos no había sido tan mala idea. A veces, por no decir casi siempre, olvidaba que él no sólo tenía oídos para escuchar sino una voz que necesitaba ser escuchada.
Sin embargo, si trataba de encontrar la solución que le habían brindando...
Makoto cerró los ojos una vez más y tomó su mochila antes de levantarse de su asiento.
Intentar hablar con ellas no sería difícil. Lo había hecho antes, lo podría hacer ahora.
Lo difícil era pensar en sobre qué.
Sobre todo con Kirigiri.
Makoto no estaba seguro si debía saber que estaba siendo evitado. De hecho, no estaba seguro de nada.
Kirigiri era su amiga. Lo sabía, pero...
De pronto, casi de la noche a la mañana —en realidad no —, un sentimiento algo desconocido para él había florecido en su corazón y había maltratado a su estómago.
Makoto está casi seguro de lo que ese sentimiento significaba, así que si le preguntaban, sí. La razón por la que no había insistido tanto con ella como las primeras semanas era que él también se encontraba confundido.
Él era tan denso como muchos creían que era, pero...
Sabía que el buscarla con la mirada apenas entraba al salón significaba algo. Sabía que el avergonzarse al notar que estaba pensando en ella significaba algo.
Makoto estaba confundido.
Porque—
¡BAM!
La puerta corrediza del salón se abrió rápidamente haciendo que Makoto alzara la mirada asustado.
Aunque sabía que Maizono lo estaba buscando —pues le había enviado un mensaje unos minutos antes —, no esperaba verla tan agitada, como si hubiera corrido desde el otro lado de la enorme escuela.
—Maizono-san...
Makoto sonrió y dejó de apoyarse en su mesa. Justo a tiempo. En realidad planeaba hablar con ella primero y luego pedirle algún consejo sobre Kirigiri, pero...
—Naegi-kun.
Ella lo interrumpió. Con mirada seria y pasos alargados acortó velozmente —muy velozmente —la distancia que los separaba, incluso cuando él retrocedió hasta chocar con la pared.
—¿Maizono-sa...?
Antes de darse cuenta, el rostro de la idol estaba más cerca de su propio rostro. Tan cerca que realmente le avergonzaría si ella supiera lo que comió ese día durante el receso.
Pero, en lugar de decir algo sobre eso, Maizono habló en voz baja, sin dejar de mirarlo a los ojos.
—Naegi-kun, sé mi novio, por favor.
Y, entonces, Maizono rodeó su cuello con sus brazos y el corazón de Makoto saltó.
Y la persona que apareció detrás de ella, en el umbral de la puerta que la idol acababa de atravesar, definitivamente los vio besarse.
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*Un diálogo que robé de un fanfic asucaga llamado Murphy's law y que está en FF. Lo siento, en verdad me dio risa y también quería usarlo.
OK! Antes de que digan algo... ¡No me maten! Ya saben, cosas de la universidad, y, y mi gato enfermo... Y... y... Bueno... ¡SI MUERO NO HABRÁ MÁS FIC!
No, ya, pero en serio, lamento haber tardado. Prometo que el siguiente capítulo aparecerá más rápido, sobre todo por el cliffhanger :)
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