𝑱𝒆𝒋𝒖 | 𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸

U N P L A N N E D
capítulos especiales
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𝓒uarto día
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❝ No me interesa tu primer amor, este debería ser el último, no hay nada como el último. ❞

You & Me, Jennie.

16 de marzo, 2019.

❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


  ▬▬ HABÍA ESTADO preocupado por Jeongguk. Anoche no volvimos a hablar después de lo de su abuelo y esta mañana, a diferencia de otros días, no tenía un mensaje de su parte deseándome buenos días. Por lo general, me dejaba uno de esos mensajes y luego seguía durmiendo, ya me había acostumbrado a eso, pero hoy, nada. Traté de no obsesionarme con ello, así que no le presté atención a mi celular durante todo el entrenamiento.

 
Por suerte, para el momento en el que terminé mi rutina, me di el tiempo de revisar mi celular y efectivamente tenía varias notificaciones de su parte.

 
¿Me volvió el alma al cuerpo en ese momento?
Definitivamente.

 
Él me había enviado muchos mensajes a eso de las nueve de la mañana, hace más o menos unas cuatro horas.

Ay.

   
Que lindo que era. ¿Por qué tenía que ser tan lindo todo el tiempo? Mi corazón saltaba emocionado cada vez que leía esa clase de mensajes. Era tan cursi...pero incluso eso me gustaba de él. Cosas tan pequeñas como esas me hacían sentir en las nubes.

Ah.
O sea que había estado de paranoica sin razón alguna.
Genial.

Como que lo echaba de menos también. Me había vuelto adicta a esos cálidos y entusiastas abrazos que me daba cada vez que volvíamos a vernos. Si me concentraba lo suficiente, incluso podía sentir su brazos apretujándome efusivamente. Ugh. No quería imaginarlo...quería sentirlo.

 
Honestamente, después de leer esos mensajes, me sentía plena. Sólo quería llegar a casa y hablar con él, pero este sentimiento de felicidad y tranquilidad tan rápido como llegó, se fue. Y es que mientras hacía mi camino fuera del estudio, me encontré con la única personas que jamás esperé encontrarme aquí.

 
Y no estaba exagerando.
¿Qué diablos hacía Sowon aquí?

   
¿Qué demonios era esto? ¿Qué hacía ella aquí? Sentí mi cuerpo tensarse en el instante que mis ojos se encontraron con los suyos. Maldita sea. Recordé que Jeongguk mencionó que ella regresaría hoy a Seúl, pero...¿Por qué estaba aquí?

 
—¡Aquí estás! —exclamó Jeno, pasando uno de sus brazos por alrededor de mis hombros, trayéndome de regreso al aquí y al ahora—. ¿A dónde vas? ¿No almorzarás con nosotros?

   
Sowon no dejaba de mirarme. Eso me dio a entender que si ella se encontraba aquí, entonces era por mí. Obviamente. ¿Por qué más sería?

 
No —repliqué—. Hoy no, lo siento, tengo cosas que hacer.


Buu —se quejó—. ¿Estás segura? Sicheng dijo que invitaba esta vez. Oye, esa tipa te está mirando.

 
Sí, ya lo había notado.

  
—Los acompañaré la próxima vez —dije a modo de despedida, sonriéndole sutilmente.

 
No tenía idea de cómo librarme de esta. No iba a esconderme dentro del estudio hasta que ella se marchara, eso sería...ridículo. Y tenía que pasar sí o sí frente a ella si quería salir de aquí, así que...al diablo.

 
Pensé que tal vez sólo se encontraba aquí por casualidad, en realidad, traté de convencerme de que esa era una posibilidad, sin embargo, en el momento que ella deliberadamente se cruzó en mi camino, supe que ese no era el caso.

















































     ▬▬ TOMÉ UN SORBO de mi caliente taza de café, esperando pacientemente a que Sowon me explicara el motivo de su inesperada e inconveniente invitación. Porque sí, como si el hecho de que se apareciera repentinamente en el estudio no fuese lo suficientemente extraño, ella también me pidió "cortésmente" tomar un café con ella. Como si no tuviese cosas mejores que hacer.


Sinceramente, ahora mismo desearía estar en cualquier otro lugar...con cualquier otra persona. Pasar la tarde charlando con ella sonaba como el peor de los panoramas para mí, sin embargo...no iba a huir. Si ella quería hablar, entonces íbamos a hablar. No iba a permitir que creyera que me intimidaba.


—¿Y bien? —hablé, ansiosa por acabar con esto de una vez—. ¿Sobre qué querías hablarme? —le pregunté directamente, tratando enormemente de no sonar descortés.

 
Ella me examinó detalladamente y yo tuve que luchar contra el impulso de encogerme en mi lugar. Actitud, Haye, que no te haga sentir pequeña.


—Yo creo que sabes muy bien sobre lo que quiero que hablemos —replicó, con la más falsa y cínica de las sonrisas adornando sus labios. Era como si tratase de lucir inofensiva, sin embargo, la mueca de evidente desagrado en su rostro conseguía el efecto contrario—. Jeongguk.


¿Acaso eso me sorprendía? Por supuesto que no. Era como si toda su vida girase en torno a él. Por Dios, es que era enfermizo.


— Pero primero lo primero. Dime ¿qué te pareció el lugar? —me preguntó sonriente, refiriéndose al muy distinguido y ostentoso restaurante al cual básicamente me había arrastrado—. Seguramente habías oído hablar sobre él. Todo el mundo lo ha hecho. Pensé que era poco probable que hubieses venido con anterioridad, así que creí que sería agradable si...


—Yo ya he estado aquí —interrumpí su parloteo sin sentido, sabía lo que estaba tratando de hacer—. Esta no es la primera vez que vengo a este lugar.

 
No quería ser grosera, tampoco quería sonar como una perra porque en realidad era una buena persona, pero si lo que ella quería era mirarme en menos, entonces no iba a permitírselo. Entendí a lo que se refería, también comprendí muy rápidamente que sus intenciones eran precisamente las de hacerme sentir inferior así que no iba simplemente a sentarme y darle en el gusto.


—Algunas veces las personas normales también venimos a lugares como estos—agregué sin pensar, sintiendo como que acababa de empeorarlo aún más.


Sowon soltó una suave pero irritable risita burlesca, y sacudió su cabeza levemente. —Lo siento, no lo dije con mala intención —mintió, porque sí que lo hizo, de todos modos, me sentí tonta por caer en su juego—. ¿Acaso tienes algún complejo de inferioridad?

 
Por favor.


No tenía ningún complejo de inferioridad, pero era seguro como el infierno que ella sí que tenía uno de superioridad, por eso estaba haciendo todo este teatrito.

 
Era ridículo. No me importaba si su casa era más grande, ni si su ropa era más costosa, ni si su familia tenía más dinero que mi familia. Me daba exactamente igual si cenaba en restaurantes más lujosos que yo. No me importaban esas superficialidades. Era una estupidez. Todas esas cosas no significaban nada para mí.

 
—No quiero ser grosera, Sowon, pero ¿por qué mejor no nos ahorramos todo esto y me dices la verdadera razón por la que estamos aquí? —pedí, no queriendo perder más de mi preciado tiempo con ella—. No entiendo de qué se trata todo esto. Si quieres hablar sobre Jeongguk, o si necesitas saber algo de él, lo que sea, podrías simplemente dirigirte a él ¿no? como siempre lo haces.

 
¿Por qué de pronto quería hablar conmigo? No era un secreto para mí ni para nadie que ella buscaba incluso la más mínima excusa para acercarse a él, así que ¿Por qué dirigirse a mí ahora?

 
¿Este era otro de sus patéticos intentos por demostrar algo?

 
Sowon continuó sonriendo de manera arrogante y por primera vez en la vida deseé arrancarle una sonrisa de un golpe a alguien.

  
—¿Son celos esos que oigo? —se burló de mí.


Suficiente.

 
—¿Celos? —inquirí, alzando una de mis cejas—. Tú eres la que se acercó a mí, buscándome para hablar sobre mi novio —hice énfasis en la palabra mí, me estaba sintiendo inusualmente territorial, y no me gustaba actuar de ese modo, pero no iba a negar que se sentía bien poder esclarecer ese hecho—. Así que, dime ¿quién envidia realmente a quién aquí?

 
Ahora, si ella no decía lo que sea que quisiera decir de una maldita vez, iba a tomar mis cosas y largarme. Esto era absurdo. Yo no peleaba por hombres. No quería hacer esto ni ser esa clase de persona, pero ahora mismo, no parecía existir una conexión entre lo que quería y lo que hacía. Sólo quería ponerla en su lugar.

 
—Tú —replicó Sowon, derrochando seguridad en sí misma.


¿Estaba demente?
Tenía que estarlo.

 
—Tal vez no te has dado cuenta aún, pero deberías envidiarme.


Quise reír. Por primera vez en todo el día, de verdad quise hacerlo. Todo esto era un chiste, era risible. ¿Cuál era el problema de esta chica? Nunca podría envidiarla, no existía nada que ella tuviese que yo pudiese desear. Nada. No sabía que absurdas ideas tenía en su cabeza, pero estaba muy lejos de la realidad.

 
—¿Y sabes por qué? —continuó con muchísima confianza—. Porque toda esta ilusión que tienes con Jeongguk, nunca será más que eso. Esto es mucho más complicado de lo que tú crees.

 
Dios, quería silenciarla.
Con un puñetazo.

 
—¿Por qué crees que básicamente te mantiene oculta entre cuatro paredes? —cuestionó, regodeándose—. Nunca serás lo suficientemente buena para estar con él ni para ser vista con él. Su familia jamás va a aceptarte. Tú no perteneces a su mundo. Y no estás en su vida. No realmente.

 
Si con su "familia" se refería a su abuelo, entonces no necesitaba su bendita aprobación. Esta chica hablaba como si tuviese algún derecho de involucrarse en nuestra relación.

 
—Cuando estábamos juntos, Jeongguk presumía de mí con todo el mundo. Él me llevaba con su familia. Me llevaba a los mejores lugares. En donde sea que él estaba, también estaba yo. Incluso ahora —sonrió más abiertamente, deleitándose—. Él sale de viaje, se presenta en sociedad y dime...¿Quién es la que está a su lado?

   
Presumió, y pude sentir como mi mandíbula se tensaba con cada una de sus palabras.

 
—No hallarás una fotografía de él en la que yo no aparezca —se jactó—. La otra noche, cuando se enfermó, tú estabas a kilómetros de distancia mientras que yo, yo cuidaba de él.


¿Qué?

 
—Creo que seguir alargando todo esto no tiene ningún sentido. Mientras antes te apartes de Jeongguk, antes él podrá convertirse en la persona que se supone que debe ser.

       
¿Qué? ¿De eso se trataba todo esto? ¿Quería sacarme de la imagen para que Jeongguk siguiera adelante con el plan de su abuelo? ¿Quería que Jeongguk fuera el títere de ese despreciable hombre? ¿Eso era lo que trataba de decir? Dios ¿Ella de verdad creía que sin mí, él correría de regreso a ella?

 
—Puede no ser sencillo ahora, él es grandioso, eso lo sé, pero...tienes que asumirlo. No estás en la vida de Jeongguk. Y no lo estarás. Sólo eres una distracción. Esta es nuestra historia —declaró con seguridad—. Siempre lo ha sido. Y tú no formas parte de esta historia. Lo lamento, pero es la verdad.


De acuerdo.
Esta chica podía irse muy al infierno.

 
—¿Eso es lo que piensas? —cuestioné, harta de esta basura, estirando mi brazo para alcanzar mi celular que se encontraba encima de la mesa—. Yo no estoy muy segura de eso que dices, pero...si tú lo estás, creo que podemos comprobarlo.

 
Desbloqueé la pantalla del celular y busqué rápidamente el número de Jeongguk, tratando de no dejar en evidencia que mis manos se sentían como gelatina.


—De acuerdo. ¿Qué dices, mh? Te gustaría averiguar de quién es realmente esta historia? —insté, enseñándole el contacto de Jeongguk iluminando la pantalla del pequeño artefacto. De pronto, y así de sencillo, su irritable sonrisa comenzó a desvanecerse paulatinamente—. Es muy fácil, podemos averiguarlo sólo con una llamada.

  
Sowon dejó de sonreír completamente, esta vez me miró con una expresión neutra. Sus labios firmemente cerrados en una línea y sus ojos carentes de emoción.

 
—Te hice una pregunta —dije, aún con el celular en mi mano—. ¿Quieres saber de quién es esta historia o...?

   
Sowon no respondió, así que instintivamente presioné el botón de llamar. ¿Era esto ir demasiado lejos? tal vez, pero ¿qué más podía hacer? necesitaba que se detuviera.

 
Esto podía salir mal, no estaba segura de que era lo que esperaba, pero me sentía extrañamente confiada.

 
Jeongguk no se tardó más de cinco segundos en contestar. El teléfono se encontraba en altavoz. Y desde donde me encontraba, pude ver desde un primer plano la expresión de desconcierto que desfiguró el rostro de Sowon al escuchar su voz.

 
—Estoy a punto de comprar el próximo vuelo de regreso a Seúl —fue su original forma de saludarme, y eso fue todo—. Bueno, más bien de regreso a ti —dijo, esta vez riéndose de su propia cursilería—. Eso fue demasiado incluso para mí.

 
Podía ser todo lo cursi que quisiera, no me importaba, porque el alivio que experimenté al escucharlo decir todo aquello fue tal, que sentí que me fundía en mi asiento.

 
—Sé que no te gusta que te diga estas cosas, pero si no te beso en las próximas cinco horas, voy a morir. Primer aviso.


—Bueno, hola a ti también —bromeé, sintiendo como Sowon básicamente me clavaba dagas con la mirada. No dejé que me afectara. Ella buscó esto.


—Hola, muñequita —saludó finalmente—. ¿Leíste mi mensaje?


—Sí, lo leí, yo...también te echo de menos —contesté y vi claramente a Sowon desviar la mirada.


—¿Lo ves? es perfecto entonces. No tengo nada que hacer hasta las diez de la noche. Puedo tomar un avión a Seúl, comerte a besos, y luego regresarme. Ni se enterarán de que me fui.

  
No podía saber si bromeaba o si hablaba en serio, pero supe que Sowon lo tomó en serio en el momento que sin decir nada más, se puso de pie. No estaba segura de si se encontraba indignada o avergonzada. Lo que sea que fuera, de todos modos me provocó una satisfactoria sensación de victoria.

 
—Tienes tres segundos para decir "no" si no quieres que lo haga. Uno...dos...

 
—Ven —pedí.

   
Y eso fue lo que se necesitó para que ella finalmente tomara su costoso bolso de marca, se diera la media vuelta y atravesara enfurecida la puerta principal del restaurante, desapareciendo de mi vista apenas unos pocos segundos después.

Oh.
Bueno...

Supongo que era mi historia después de todo.

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