❛ Especial ❜
U N P L A N N E D
especial
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❛ ¿𝓣ienes dudas? ❜
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❝ Tu amor hace que mi corazón se acelere, sólo con un pequeño toque, mi mundo se detiene. ❞
ㅡYou & Me, Jennie
20 DE FEBRERO, 2019
16:37 pm.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ HAYE ENTERRÓ sus dedos maliciosamente entre mis costillas, haciendo que me retorciera sobre el sofá por las cosquillas que no dejaba de hacerme desde hace un par de eternos minutos. Traté de quitármela de encima, pero ella estaba atacando implacablemente mis costados. Mierda, no siquiera podía respirar correctamente porque no podía dejar de reírme. No iba a soportar mucho de su tortura si no me daba un segundo para recuperarme.
—¡Bae Haye! ¡Ya, deten...! ¡Detente!—exclamé sin aliento, intentando agarrar sus manos mientras que sus carcajadas llenaban mis oídos.
—No, eso te ganas por ignorarme —sentenció entre risas, pellizcando mi antebrazo cuando logré frenar uno de sus ataques—. Au, au —chilló escandalosamente al atrapar su muñeca.
—Tú me estás "au, au" a mí —declaré, estaba acalorado y sentía cosas extrañas en mi estómago cada vez que la escuchaba reírse—. ¡Haye, te lo advierto!
Volví a retorcerme cuando ella se las arregló para zafarse de mi agarre y volver a torturarme con sus pequeñas manos. Alguien del tamaño y la fuerza de Haye no era realmente un contrincante, podía quitármela de encima en un segundo, pero como esta era Haye tenía que tratarla con delicadeza. Además, ella quería jugar, se estaba divirtiendo, así que iba a tener que aguantar la tortura de las cosquillas unos minutos más si con eso conseguía tenerla así de feliz. Al menos iba a intentarlo.
—Venga, ¿no podemos tener una conversación como dos personas civilizadas sin que estes...? ¡Haye!
Ella me ignoró, procediendo a hacerme cosquillas en la planta del pie cuando no logró tener acceso a mis costillas, carajo, si hacía eso, entonces no iba a poder controlar cómo de involuntario iba a reaccionar mi cuerpo. Ella no era la única que era jodidamente cosquillosa aquí.
—Bae Haye, es en serio, voy a accidentalmente patearte en la cara si sigues con eso —advertí apenas, lo cual por algún motivo la hizo reír con más ganas, debió de ser mi cara de desesperación lo que la puso tan contenta. Haye estaba en el punto en el que su risa salía ahogada, eso me provocaba reír de la misma manera, pero...mierda, estaba empecinada—. Y con accidentalmente me refiero a que tal vez lo haga a propósito. Hablo en serio, Haye. No, no, no.
Necesitaba un momento.
O iba a hacerme en el sofá nuevo de Seulgi.
—Auch, auch, auch —lloriqueó entre carcajadas cuando agarré sus dos muñecas y las sostuve juntas para que no pudiera moverlas. Eso estaba mejor.
Sabía que no estaba lastimándola, pero ella reaccionaba así de exagerada cada que trataba de defenderme. No tenía oportunidad en su contra.
Tiré de sus brazos hasta que ella cayó sin mucha gracia sobre mí y rápidamente la abracé contra mi pecho para que no pudiera escaparse, necesitaba un segundo para recuperar el aliento.
—No es divertido si pones como regla que tú puedes hacerme cosquillas pero yo no puedo hacerte cosquillas de vuelta —jadeé, intentando calmar mi acelerada respiración y la risita que no dejaba de escapárseme. Bueno, si había algo bueno de esto, era que había tenido las manos de Haye en mí.
—Lo es para mí —se burló—. No me dejas respirar.
Dramatizó, removiéndose inútilmente entre mis brazos, no iba a soltarla, esperaba que esta batalla unilateral de cosquillas terminara justo así.
—Ahora te aguantas.
—Jeongguk —se rió en mi pecho, moviéndose aún más vigorosamente para zafarse—. Yo no traté de matarte.
—Yo sentí que sí.
Haye resopló y dejó descansar rendida su mejilla en mi pecho. —¿Y pretendes tenerme así el resto del día?
—¿Por qué? ¿Tienes otro plan en mente? —la molesté, me había asegurado de tenerla sólo para mí durante el resto del día así que no tenía cómo escabullirse—. Por cierto, todavía no me das mi beso de bienvenida.
Y lo necesitaba. En serio, en serio necesitaba volver a besarla porque me había vuelto un poco adicto a las nuevas emociones que su beso provocó en mí, a la sensación de sus labios sobre los míos, a su calor, su sabor, mierda, no podía quitármelo de la cabeza, estaba jodido. Nunca había sentido...tanto, en un beso. Y quería que ella sintiera lo mismo, me estaba matando no saber con exactitud qué era lo que ella sentía. Y el que no me hubiese besado aún no me daba ninguna tranquilidad.
—¿Piensas que porque nos besamos una vez ahora vamos a besarnos todo el tiempo? —inquirió en un tono burlón.
—No fue una vez —simplemente para aclarar, y recordaba haberla oído decir "por favor" cuando creyó que no volvería a besarla, así que no estaba engañando a nadie aquí—. Y sí, justo eso pensaba, todo el tiempo.
—Pues pensaste mal.
—Auch.
—¿Qué?
—No permitirme volver a besarte sería cruel.
—Así es la vida.
—Podría enfermarme —mencioné y Haye se removió en mis brazos, tuve que sostenerla con más firmeza antes de que se me escapara—. De hecho, ya comencé con los primeros síntomas, creo que tengo alucinaciones.
—Ya, no quiero saber con qué.
—¿Segura? —le tomé un poco el pelo, imaginando como de rosadas debían de estar poniéndose sus mejillas—. Porque te involucra
—Jeongguk —advirtió, dejando de luchar y escondiendo por completo su rostro en mi pecho.
—Tiene mucho que ver con ese beso en la cocina.
—Para.
—Y con cómo te sentías.
—¡Oh, por Dios! —ella se alzó de golpe y de alguna forma logró liberarse de mi agarre lo suficiente como para estampar su mano sobre mi boca, cubriéndola para que ya no dijera nada más—. En serio que eres...ugh, hombre tenías que ser.
Sonreí contra la presión de su mano y ella viró sus ojos. Sí estaba ruborizada...e indignada. Me gustaba mucho esa expresión de fastidio en su rostro. Me gustaba todo de ella. Haye en serio era la chica más preciosa que había visto. O tal vez sólo estaba muy coladito, no estaba seguro, pero en mis ojos, no había nadie más hermosa. Me sentía embelesado con todo lo que hacía.
—Ahora mucho menos te mereces ese beso. Y ya deja de verme así —sentenció, ceñuda. ¿Mirarla cómo? ¿con inmensos corazones en los ojos?
—Lo merezco —protesté, haciendo un ridículo puchero cuando ella apartó su mano de mi boca—. Haye.
—No.
—Mhh —rezongué—, pero quiero besarte.
—Que pena.
—Por favor —pedí, inclinándome sutilmente hacia ella, pasando mi nariz por el espacio entre su hombro y su cuello. Olía increíble, todo en ella era tan adictivo y era sólo...ella.
—Jeongguk —quiso que sonara como una advertencia, pero se estremeció en mis brazos—. No hagas eso.
Aún no estaba haciendo nada...pero quería. Besarnos había sido un gran paso, no podía ponerme ambicioso ahora, lo sabía, pero tampoco podía evitar desear lo que deseaba.
—¿Por qué no? —musité sobre su piel, conteniendo las ganas de hacer mucho más que sólo embriagarme con su aroma—. Si no me dejas besar estos —toqué su labio inferior superficialmente con mi dedo—, tengo que besar algo más.
No, Jeongguk, no tienes que, para, me dije a mí mismo, no podía decirle esas cosas. Tenía que controlar la mierda que decía o iba a espantarla.
—Deberíamos...uhm —ella tragó pesado—. Mejor vamos a...
—¿Besarnos? —propuse en broma, más o menos.
Los ojos de Haye inconscientemente cayeron a mi boca y cuando su rosada lengua salió a relucir al humedecer sus labios, casi no pude controlar el impulso de reclamar con muy poca gentileza el dulce interior de su boca. Carajo, no estaba acostumbrado a esto. Esto de ir lento definitivamente iba a ser más difícil de lo que pensé. Ahora que sabía lo bien que se sentía besarla, me estaba costando pensar en algo que no fuera eso.
—¿Por favor? —pedí, supliqué más bien porque así de mucho lo necesitaba.
Además, ella no podía esperar que no quisiera comérmela a besos si miraba de esa manera mi boca.
Para mi sorpresa, Haye asintió, ella lo hizo tímidamente y apenas pude soportar lo tierno de su expresión, ¿Por qué carajos tenía que ser tan linda? Era tan...¿había dicho que sí? Mi corazón se aceleró emocionado y expectante.
—¿Sí puedo...? —tenía que asegurarme, sabía que todo eso de yo no mereciendo un beso tenía que ver con el hecho de que anoche tuve que dejarla después de besarla para solucionar ese asunto con mi familia, por supuesto que eso la había decepcionado incluso si no lo decía, así que no quería ser un idiota al respecto—. ¿Haye?
Ella volvió a asentir con un movimiento suave de cabeza, observando fijamente mis labios, a la espera de que diera el primer paso. Haye estaba muy quieta, pero la forma en la que me miró fue suficiente para animarme a por fin tomar su lindo rostro entre mis manos. Ella dejó escapar una respiración temblorosa —dándome el consuelo de que no era el único que estaba así de afectado— y sus labios se entreabrieron sutilmente como una invitación, esa imagen hizo que inmediatamente atrajera su rostro hacia el mío, bajando su boca hasta la mía. Mi corazón dio una voltereta en mi pecho cuando sentí la primera presión de sus labios sobre los míos. Al fin.
Mis manos sostuvieron su rostro y esa tonta sensación en mi estómago volvió a brotar cuando la acerqué a mí más de lo que creí que me permitiría. Mi mano se deslizó desde su mejilla hasta su nuca y la mantuve ahí, deleitándome con el simple e inocente roce de nuestras bocas. Sentirla de ese modo fue suficiente por un momento. Haye era cálida y dulce, y me afectaba de maneras que no terminaba de comprender, no sabía exactamente qué hacer con eso. Quería besarla, en serio besarla, pero al mismo tiempo quería demostrarle que estaba bien con todo eso de ir lento. Y si la besaba como en verdad quería hacerlo, podía darle el mensaje equivocado.
—¿Ya está? —preguntó ella, cautelosa, con su aliento haciendo cosquillas en mis labios. Ella se había apartado, pero apenas un centímetro.
—¿Hm?
—¿Eso querías?
No parecía conforme, tampoco yo lo estaba a decir verdad, y es que aunque eso había sido lindo, no había sido ni de cerca lo que en realidad quería.
—¿Tú qué crees? —jugué, volviendo a buscar con ansias su boca con la mía, rozando apenas mis labios con los suyos—. ¿Fue suficiente para ti?
Ella puso sus manos en mi pecho y se sostuvo lo suficientemente alto para ver mis ojos. —No lo sé, supongo, pero...no sé qué es lo que tú esperas.
—¿Lo que yo espero? —¿por qué ella pensaba que se trataba de mí?—. No espero nada además de que quieras hacer esto tanto como yo.
Las mejillas de Haye se ruborizaron instantáneamente y ella titubeó antes de preguntar: —¿Piensas que no lo quiero?
—¿Lo haces? —ella asintió en silencio, como si le avergonzara decir con palabras que sí—. ¿Y cómo lo quieres?
—¿Cómo? —casi se atragantó con su saliva, sonreí divertido con su reacción—. ¿A qué...? Uhm, ¿a qué te refieres?
—A que tú eres quien decide, muñequita.
Ella frunció el ceño. —No quiero ser quien decida.
—Pues tienes que.
—¿Por qué? Tú sabes más sobre eso que yo.
—Por eso —lo que tuve con otras chicas en el pasado, no era lo que quería tener con Haye, pero era un hijo de puta impulsivo e impaciente, así que ella tenía que decidir cómo avanzábamos—. Tiene que ser a tu ritmo, tú pones los límites, yo soy débil.
—A mí me parece que eres muy fuerte —bromeó, pinchando mi bíceps con su dedo a pesar de que sabía muy bien que no me refería a eso.
—No contigo.
No detuve nuestra sesión de besos anoche porque quería, sino porque estaba sintiendo el beso en partes que no debía. Había estado soñando con el día que finalmente pasara, había imaginado su sabor, su calor, por supuesto que perdí un poco la cabeza en el proceso, pero acababa de tomar su primer beso, así que tuve que recordarme que tenía que reducir la velocidad.
—¿Entonces quieres que te diga cómo puedes besarme? —inquirió divertida—. ¿Qué hay con la espontaneidad?
Una sonrisa burlona tiró de la comisura de sus labios. Espontaneidad...mh, ella todavía no entendía del todo las repercusiones que podían tener los besos, pero lo haría.
—Apuesto a que no te complicabas tanto con las otra chicas —mencionó no de muy buena gana, y tenía razón, porque cuando estaba con ellas, sabía exactamente a lo que iba, con Haye...no tenía ni puta idea.
—No era lo mismo con ellas.
—¿Y por qué? No soy tan complicada, soy una chica igual que cualquier otra.
—¿Sí?
—¿Ajá?
—¿Entonces lo de salir juntos, tener citas e ir lento, ya no lo quieres?
—¿Huh? —su voz se volvió aguda—. ¿Cuándo dije que no...? Sí lo quiero.
—Entonces no esperes que me comporte contigo igual que con ellas —pedí, quitando el mechón que se colaba frente a sus ojos.
Nunca me tomé el tiempo necesario de conocer realmente a las chicas con las que salía en el pasado porque no hacía falta, no con el tipo de relación que teníamos, por ende no tenía ningún sentido que Haye se comparara con ellas. Tal vez Haye me estaba malinterpretando, yo no estaba tratándola diferente porque fuera inexperta o no supiera qué carajos hacer, lo hacía porque yo quería hacer las cosas bien.
—Eres bueno con las palabras —refuñfuñó y yo sonreí.
—Ya ves.
—¿Entonces?
—Entonces.
—¿Cuáles son mis opciones? No sé cuántas maneras de besarse existen.
—Hm, ¿quieres que te las enseñe todas? —tonteé con ella, haciéndola poner sus ojos en blanco, Dios, me gustaba más cuando hacía eso.
—Olvídalo, de tanto hablar sobre eso ya se me quitaron las ganas de besarte.
Haye intentó apartarse de mí, pero volví a envolver mis brazos alrededor de su cintura para que no lo hiciera.
—No, ven —protesté, obligándola a nuevamente caer recostada encima de mi pecho—. Te devolveré las ganas.
Ahuequé su rostro entre mis manos y sonreí sobre sus labios cuando ella se quedó con la palabra en la boca, simultáneamente sus ojos se cerraron ante la espera de mi siguiente movimiento. Decía que no quería besarme, pero estaba muy dispuesta a hacerlo, me causó gracia, pero no iba a burlarme de ella ahora porque verla toda preparada para ser besada era más de lo que podía soportar. Toqué su labio inferior con mi pulgar, acariciándolo con un toque superficial, y la vi —y sentí— temblar tan sutilmente bajo mi tacto que mi voluntad voló por la ventana, entonces tomé su boca, suave y sin prisa, aspirando su aroma y permitiéndome guardar en mi memoria la textura de sus labios, su calidez y como de perfectos se sentían sobre los míos. Deslicé mi pulgar por su mejilla, trazando delicados círculos en su piel caliente, y ella se estremeció cuando capturé su labio inferior entre los míos, chupando gentilmente en lo que su boca de inmediato respondía a la mía, acoplándose a esta. Podía felizmente pasar el resto del día justo así, pero no podía desaprovechar la oportunidad de algo mejor.
—¿Puedo...hacer algo más? —musité en su boca, apartándome de ella apenas lo suficiente para hablar. No le di detalles, pero Haye asintió sin cuestionamientos.
Sabía que jugar con fuego podía resultar peor para mí que para ella, pero...a la mierda. Acorté la distancia que volvía a separarnos y sin darle tiempo de que cambiara de opinión, desesperadamente obligué a nuestras bocas a reencontrarse, infiernos, sí. Haye jadeó por el súbito movimiento y yo me sumergí en el interior de su boca, bebiéndome el gemido que quiso escapar de sus labios cuando mi lengua tocó la suya.
El roce fue ligero y tentativo, y Haye pareció no saber del todo cómo corresponderme, anoche había sido receptiva, ahora titubeaba, tal vez la espanté...o tal vez mi movimiento simplemente fue demasiado precipitado y repentino porque al cabo de un segundo, ella finalmente reaccionó, separando más sus labios. Dejé de pensar por un momento y me permití perderme del todo en el beso cuando ella me respondió con el mismo entusiasmo. Sentí sus dedos tantear ligeramente en la línea de mi mandíbula, como si ella quisiera mantener mi rostro en la posición que le resultaba perfecta para besarme. Me gustó sentir sus manos en mí, pero me gustó mucho más sentir su tímida lengua salir al encuentro de la mía. Mierda. Tan dulce.
No pude contener el deseo de penetrar el interior de su boca como realmente quería hacerlo, sin delicadeza, duro y profundo, porque estaba amando la forma en la que ella me dejaba guiarla. No fue un beso delicado, fue algo desastroso y descuidado, pero de ninguna otra manera hubiera sido más perfecto de lo que fue. Todo se sentía perfecto con Haye, no podía entender qué carajos me estaba haciendo, pero no quería que se acabara.
Cada célula de mi cuerpo me pedía a gritos más, que tomara el control, que la pusiera debajo de mí y besara cada rincón de su suave e impecable piel. No quería limitarme a saborear únicamente el dulzor de su boca, lo quería todo, pero había un vocecita en mi cabeza que no dejaba de repetirme una y otra vez "todo a su tiempo", y sí, lo sabía, pero...mierda, no iba a ser sencillo.
La nariz de Haye chocó con la mía cuando profundicé más en su interior, y yo me olvidé de cómo respirar y de cómo carajos existir cuando ella chupó mi lengua, haciéndole caso a su instinto e ignorando por completo lo que eso podía hacerle a un hombre. Mi débil corazón se saltó un maldito latido por su inopinada acción y tuve que romper el beso a la fuerza, y en contra de mis propios deseos, cuando advertí que si seguíamos por ese camino, íbamos a terminar haciendo mucho que sólo besarnos.
Me estaba afectando, me estaba afectando mucho, pero Haye parecía más bien entretenida, como si todo hubiese sido una especie de aprendizaje para ella. Mi corazón se iba a salir de mi jodido pecho, y a pesar de que su respiración estaba acelerada y sus mejillas ruborizadas, no lucía como si quisiera detenerse, de hecho, ella volvió a inclinarse en busca de mis labios en cuanto recuperó el aliento. Yo no estaba ni cerca de hacerlo. Y no podía besarme, no hasta que la sangre dejara de correr a ciertas partes de mi cuerpo.
—¿Qué? —masculló débilmente cuando me aparté de ella en cuanto sus labios volvieron a conectarse con los míos. Eso fue difícil, lo que menos quería era apartarme.
—Uh...uhm, ya deberíamos irnos.
—¿Ahora? —cuestionó confundida—. ¿No dijiste que la función era a las seis?
—Sí, pero...podríamos pasar antes a los juegos.
Sí, esa excusa fue tan estúpida que por supuesto no me creyó, en su lugar, Haye entrecerró sus ojos con recelo y se puso rápidamente de pie, diablos, no quería, pero esta vez se lo permití porque tenerla toda sobre mí le estaba haciendo cosas a mi imaginación.
—¿Qué? —pregunté torpemente, sentándome correctamente en el sofá cuando sentí sus ojos en mí, ¿estaba molesta? Se veía molesta, maldita sea.
—Oye, si no soy tan buena en eso de los besos no se supone que tienes que enseñarme, ¿mh? En lugar de poner excusas y hacer...lo que sea que estés haciendo.
¿Huh?
—¿Crees que estoy...?
—Sí —me interrumpió, cruzando los brazos sobre su pecho, viéndose adorablemente molesta—. Primero quieres besarme y luego...au.
Chilló automáticamente cuando alcancé su mano y la jalé hacia mí, haciéndola caer sentada sobre una de mis piernas. Haye tenía la mala tendencia de imaginarse el peor de los escenarios.
—Quítate esas ideas de la cabeza, si quiero que salgamos ahora es justamente porque eres demasiado buena en eso de los besos —confesé, presionando brevemente mis labios sobre el puchero que estaba haciendo—. Mh, no pongas esa cara.
—Lo que dices no tiene sentido.
—Tiene todo el sentido si lo piensas bien —repliqué, sólo tenía que dejar de verlo desde un punto de vista tan inocente—. Me gusta besarte, Haye.
Ella se encogió de hombros. —Como sea.
Sí que era cabezota, no pude evitar sonreír por esa actitud de desinterés. Ella en serio no tenía idea del poder que tenía sobre mí.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y besé su mejilla. —Me gusta mucho besarte, ¿no oyes como late mi corazón?
Ella volvió a encogerse de hombros, que testaruda.
—Nunca había sentido tanto en un beso —declaré, hundiendo mi rostro en el hueco de su cuello. Quería que entrelazara sus dedos en mi cabello, pero estaba siendo obstinada.
—Sí, claro.
Respiré pesadamente en su cuello, haciéndola reír en contra de su voluntad cuando mi aliento le hizo cosquillas. Ella se estremeció y removió en mis brazos.
—Eres perfecta para mí —musité suavemente en su oído, sonriendo para mis adentros cuando volví a oír su melodiosa risita llenar mis oídos, Haye en serio era muy sensible a las cosquillas—. En verdad, perfecta. Y anoche...no quería que se acabara.
Tenía que saberlo. Había sido especial para mí, todo, no sabía que podía volver a ser así de feliz, Haye me hacía sentir de ese modo.
—¿En serio? —preguntó bajito, como si hubiese estado insegura al respecto.
—En serio.
—Yo tampoco quería que se acabara.
—Lo siento por eso. De verdad, no quería irme.
—Está bien.
—Quería que fuera especial para ti.
—Lo fue.
—Y te extrañé —expresé, no habíamos pasado lejos el uno del otro un tiempo considerablemente largo, pero había estado en mi cabeza desde que nos separamos, mi mente estaba llena de ella y sólo ella.
—Sí, creo que lo mencionaste una o dos veces —se burló.
—¿No me extrañaste?
—Tal vez.
—Eso no fue nada dulce de tu parte, dulce Haye —hice un ridículo puchero y me tomó por sorpresa que en ese mismo momento ella tomara mi rostro entre sus manos y plantara en mis labios un fugaz beso. Demonios, ¿qué diablos era lo que sentía por esta chica que hacía que mi corazón quisiera salirse de mi pecho? Ella ni siquiera lo estaba intentando y me tenía listo y dispuesto para besar el suelo por el que caminaba—. Eso sí.
Haye sonrió e hizo el ademán de zafarse de mi abrazo, protesté ante eso, ahora no quería soltarla. —¿Ya nos vamos?
—¿Ahora sí te quieres ir?
—¿Sí? —ella se medio volteó, viéndome de reojo considerando que se encontraba sentada con su espalda apoyada en mi pecho—. Pensándolo bien, no tenemos tantos días hasta que Seulgi regrese así que no hay que perder tiempo.
—No estamos perdiendo tiempo.
—Sabes a lo que me refiero.
—¿Y luego volveremos? —insté, presionado mis labios cerca del lóbulo de su oreja—. ¿Juntos?
—Bueno, me traerás de regreso, ¿no?
—Sí, pero...dijiste que hay que aprovechar el tiempo.
—¿Y a dónde quieres llegar? —ella medio sonrió, no entendiendo mi para nada claro mensaje.
—A nada, sólo decía.
—Mentiroso —se rió—. Dime.
—Sólo...creo que el que pasáramos la noche juntos no fue tan buena idea, ahora quiero eso todo el tiempo.
Puta madre, Jimin tenía razón,
yo era el intenso.
—Fue lindo —admitió Haye. Sí, muy lindo.
—¿No quieres repetirlo?
—Eso —ella quitó mis brazos de su alrededor, poniéndose de pie—, podría no ser tan buena idea.
—¿Por qué no?
—Porque ya cruzamos la línea de "sólo amigos" —dijo con una sonrisa de "¿no es obvio?".
Esta vez yo me reí por lo que su declaración implicaba. —¿Te asusta que pueda pasar algo más?
—No, nada pasaría de todos modos —determinó muy decidida.
—Por supuesto que no.
—Porque iremos lento.
—Así es. Lento.
¿Pero qué tan lento?
—Podríamos sólo abrazarnos.
Haye entrecerró sus ojos con divertido recelo. —Sí, podríamos...pero nada de besos.
Noooo,
¿cómo que nada de besos?
—¿Esa es tu condición?
Ella asintió. —Ajá.
—¿Ni uno chiquito? —ella negó, regodeándose con mi sufrimiento—. Sí, bueno, no creo que pueda hacer eso.
—Lo supuse.
—¿Y hasta cuándo será así?
—No sé, hasta que seamos novios, supongo.
Tomé su mano y jugueteé con sus dedos. —Seamos novios ahora.
—No —ella se carcajeó, soltándose de mi mano—, así no es como funciona.
—¿Y cómo funciona?
—Oye, no puedo decírtelo todo —resopló, frunciendo sus labios. Los berrinches de Haye eran tiernos.
—Vale, voy a sorprenderte entonces —le guiñé un ojo y me puse de pie, ella me miró con aún más desconfianza.
—¿Eso es bueno?
—No bueno, sorprendente —la fastidié un poco—. Ya verás, todo a su tiempo.
—¿Si recuerdas que tenemos que ser discretos, no?
Bufé. —Preciosa, eso no será así por siempre.
—Pero sí por ahora.
—Sí, por ahora, pero hazte a la idea, eh, porque eventualmente todos lo sabrán.
Haye asintió, con una débil sonrisa asomándose en sus labios. —Suenas muy seguro.
—Estoy muy seguro —tomé su rostro entre mis manos y besé la punta de su nariz—. Sé que esto entre nosotros va a funcionar.
—¿Sí? —sus ojos se alzaron ilusionados y yo sentí que podía jurárselo.
—¿Tú tienes dudas? —ella negó, determinada—. Yo tampoco.
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