❛ 76 . 2 ❜
🔞🔞🔞
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
U N P L A N N E D
setenta y seis
❀̸
❛ 𝓘nstante de felicidad ❜
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
❝ Las chicas buenas esperanza tendrán
y mucho esperarán. ❞
ㅡSad Beautiful Tragic, Taylor Swift.

16 DE JUNIO, 2019
19:12 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
Tenía la transcripción de la declaración de Sowon en mis manos, evidencia tangible de que la desquiciada había cumplido con su parte del acuerdo hace un par de horas atrás. A regañadientes, obviamente, se vio obligada a someterse a la humillación pública al retractarse de todas sus mentiras. O bueno, casi todas.
Personalmente, me resultaba imposible presenciar su actuación, escuchar cómo exponía su supuesto arrepentimiento por todo lo ocurrido. Por todo lo causado, más bien. No soportaba verla, mucho menos escucharla. Por ende, decidí aguardar la publicación de los artículos que documentaran el evento. Hubo un momento en el que, ingenuamente, creí que tras su confesión quizás experimentaría cierto alivio. Consideré, por un instante, que quizás optaría por dejar las cosas atrás. Sin embargo, al leer detenidamente sus palabras, me di cuenta de que no lograron mitigar en absoluto mi indignación.
"Distinguidos presentes,
Me presento antes ustedes hoy con el más profundo sentimiento de arrepentimiento y humildad, reconociendo la magnitud de mis errores y el inmenso daño que he causado con mis recientes acciones. Quiero comenzar esta declaración reconociendo que cometí un grave error al difundir información falsa y dañina, impulsada por un momento de profundo dolor y desesperación.
Mis acciones estuvieron motivadas por un intenso despecho y una aguda sensación de injusticia que nublaron mi juicio. No obstante, debo aclarar que nada de esto justifica, bajo ninguna circunstancia, lo que hice. Actué cegada por la ira y el resentimiento, permitiendo que la trampa de la venganza me atrapara y guiara mis actos destructivos.
En el vídeo que difundí, formulé acusaciones infundadas y maliciosas hacia Jeon Jeongguk y Bae Haye, dos personas que no merecían el trato injusto y dañino que les infligí. Quiero dejar absolutamente claro que todas las afirmaciones que realicé en ese vídeo fueron construidas sobre una base de mentiras y distorsiones de la realidad. Jamás Jeon Jeongguk me engañó ni abandonó por Bae Haye, y su matrimonio con ella fue una decisión que ahora respeto y comprendo en toda su integridad.
Mi animosidad hacia Bae Haye se originó en conflictos personales e internos que nada tenían que ver con ella. La realidad es que mi relación con Jeon Jeongguk terminó debido a mis propias decisiones erradas. Haye no tuvo participación alguna en nuestra ruptura, y cualquier insinuación contraria es completamente falsa y sin fundamento.
Asimismo, las acusaciones que lancé contra la familia de Jeon Jeongguk carecen de veracidad. Fueron declaraciones maliciosas y destructivas creadas con el único propósito de dañar la reputación y dignidad de personas inocentes que no tenían ninguna culpa en mis propios conflictos internos. Me arrepiento profundamente de haber expuesto a la familia de Jeongguk a la vergüenza pública y lamento sinceramente el dolor que les causé con mis acciones irresponsables.
Asumo la plena y completa responsabilidad por mis actos y reconozco que mi comportamiento fue inaceptable en todos los aspectos. No hay excusa ni justificación válida para las consecuencias devastadoras provocadas por mis acciones. Dañé gravemente las vidas de Jeon Jeongguk, Bae Haye y sus respectivas familias, así como la percepción pública de todos ellos. Desde el fondo de mi corazón, ofrezco mis más sinceras disculpas a cada persona afectada.
Me comprometo a buscar ayuda profesional para abordar mi dolor y resentimiento de manera saludable. Reconozco la necesidad imperiosa de trabajar en la reconstrucción de mi integridad moral y emocional, entendiendo que este es solo el primer paso en un largo camino hacia la redención y la sanación.
Pido perdón a Jeon Jeongguk, a Bae Haye y a sus familias por el daño que les he causado. Soy plenamente consciente de que mis palabras y mis acciones han tenido un impacto doloroso y duradero en sus vidas. Asumo la responsabilidad de reparar, en la medida de lo posible, todo el daño que provocaron mis actos.
Agradezco la oportunidad de rectificar públicamente mis errores y de solicitar perdón, con la determinación de aprender y crecer a partir de esta experiencia, con la esperanza de reconstruir la confianza y demostrar, con el tiempo y el esfuerzo, que mi arrepentimiento es genuino y profundo.
Gracias por su atención y comprensión."
Tal vez si no supiera que ella había sido obligada a ofrecer esas disculpas, tal vez, leerla podría haberme conmovido. Sin embargo, ese no era el caso. Porque ella no lo sentía. Seguramente ni siquiera escribió la declaración. Era una mierda, pero la realidad de las cosas era que las palabras allí plasmadas, no conseguían alterar la realidad de lo sucedido ni mitigar el daño provocado.
Ella había ensuciado todo.
El aroma a comida recién hecha llenaba la cocina mientras Jeongguk movía el contenido de la sartén con una espátula. El crepitar del aceite y el vaivén rítmico de los ingredientes casi creaban un ambiente tranquilo, pero mi mente estaba en una tormenta de pensamientos.
Jeongguk estaba algo más tranquilo por la declaración de Sowon, él creía que este era el primer paso y que eventualmente todo mejoraría, que las cosas tomarían su curso y esto quedaría solo como un mal recuerdo. Yo no lo creía. Yo necesitaba algo más. Y me debatía internamente si este era el momento de hacérselo saber.
Decidí, finalmente, romper el silencio.
—Voy a poner cargos en su contra —dije sin más, y observé su reacción cuidadosamente.
Mis palabras hicieron que perdiera el control de sus extremidades por un momento, dejando caer torpemente la espátula. Supuse que iba a sorprenderlo. La cosa era que, tal vez para él la declaración era suficiente, para mí no.
—¿Qué...? —preguntó, claramente aturdido.
—Me oíste —repliqué, agachándome para recoger el artefacto del suelo, porque de pronto él estaba muy quieto en su lugar—. Ten, continuemos.
—¿Hablas de Sowon? —inquirió, y me desconcertó un poco oír su voz temblar ligeramente, no de miedo, por supuesto, sino de preocupación, y algo más.
—¿Y de quién más?
Jeongguk dejó la espátula a un lado y se volvió hacia mí, con el rostro serio. —¿Me estás pidiendo mi opinión o...?
—No, sólo te digo lo que haré.
—Haye —suspiró profundamente, cerrando los ojos por un instante antes de volver a abrirlos con un brillo de confusión.
Aunque, no entendía tanta confusión, ¿acaso creía que era demencial que quisiera que ella pagara realmente por lo que había hecho?
—Respeto el trato que hiciste con ella, pero eso es entre ustedes. Ella se retractó, bien por ti, bien por tu abuelo y bien por la bendita compañía. Pero no es suficiente para mí. Lo siento, pero no voy a dejar que se salga con la suya.
—Yo entiendo eso...
—¿Lo haces?
—Por supuesto que sí —contestó, pero con una leve vacilación que no me pasó desapercibida—. Lo hago, no quiero que pienses que no es así, pero...tal vez haya otra manera de...
No. Sacudí la cabeza con determinación.
—No, esta es la única forma. Ella jamás ha sufrido consecuencias reales por todo el daño que ha causado. Incluso ahora, todo el mundo va a perdonarla y olvidar lo que hizo, tendrán compasión por ella porque "intentó" quitarse la vida. Todos lo olvidarán y ella seguirá con su vida. No puedo aceptarlo —mi voz se rompió por un momento, pero recuperé la compostura rápidamente.
Últimamente todo me hacía llorar, era tan frustrante, no quería llorar. Mucho menos por ella.
Jeongguk tomó mi mano, como si tratara de ofrecerme consuelo, pero no quería eso ahora. —Sólo escúchame, ¿sí? Sé que estos últimos días se han sentido como atravesar el maldito infierno. Y sé que ha sido injusto, sé que quieres que ella sienta lo que nosotros sentimos, sé que yo lo quiero, pero...
—¿Pero? ¿Qué "pero" podría haber, uhm? La difamación y el acoso son un delito, y tengo miles y miles de pruebas. Hablé con tu padre y él...
—¿Hablaste con mi padre antes de hablar conmigo?
—Él es abogado, Jeongguk. Necesitaba buscar asesoramiento legal antes que nada. Además, todavía no tomaba mi decisión en ese entonces.
—¿Sabes lo jodido que puede llegar a ser iniciar un proceso legal? —cuestionó Jeongguk, y por la expresión en su rostro, supe cómo se sentía él al respecto—. ¿Tienes alguna idea de...?
—No me interesa. Y no me importa cuanto tiempo tome o lo que tenga que hacer. Ella avergonzó a mi familia —interrumpí, soltando su mano—. Ella y la desquiciada de su madre se inmiscuyeron en mi vida durante todos estos años. Ella...volvió a involucrar a ese hombre en mi vida. Nos tendió una estúpida trampa para forzar a mi madre a enfrentarse a él. Inició rumores, inventó historias y expuso aspectos de mi vida privada frente a toda la universidad. Hizo que despidieran a mis padres. Expuso tus secretos y los de tu familia frente a todos. Fingió intentar quitarse la vida y ¡Nos culpó por ello! Jeongguk, hizo que todo el maldito país estuviera en nuestra contra. Hemos sido acosados, insultados y señalados con el dedo durante días. No voy a dejar que se salga con la suya.
Jeongguk me observó en silencio y, a pesar de que esperaba que intentara convencerme una vez más, no lo hizo. En el momento en que nuestros ojos se encontraron, su resistencia se desvaneció. Un suspiro escapó de sus labios y finalmente, asintió con una especie de resignación.
—Sólo quiero deshacerme de ella —dijo.
Asentí, yo entendía eso, pero había tanto que había hecho por él, esto tenía que hacerlo por mí.
—Y yo quiero dejar de sentirme así —musité en un hilo de voz—. ¿Puedes, por favor, hacer esto conmigo?
Jeongguk extendió con suavidad su brazo hacia mí, atrayéndome con delicadeza hacia su cuerpo. Mi mejilla encontró refugio en su pecho mientras inhalaba profundamente su aroma, sintiéndome rápidamente reconfortada por la calidez de sus brazos. Sus labios rozaron con ternura mi frente en un gesto cariñoso antes de elevar con gentileza mi rostro entre sus manos. Entonces supe que a pesar de lo que él creía, me apoyaría. —¿Crees que hay alguna cosa que no haría por ti?
Preguntó y yo sacudí mi cabeza. —No.
—Muy bien —él acarició mi mejilla con su pulgar y yo instintivamente le di un suave beso en la palma de la mano—. Si esto es lo que necesitas hacer para sentir justicia, estaré contigo, pero tenemos que ser cuidadosos. Sowon no sólo tiene a sus padres de su lado. El resto de su familia es...no hay que subestimarlos, y estoy seguro de que ahora mismo su humillación pública no debe de tenerlos muy contentos.
—¿Tratas de asustarme?
—No, porque yo no dejaría que se acercaran a ti. Sin embargo, hay mucho que todavía necesitas saber sobre esa familia para que puedas entender por qué esto no será nada fácil.


21 DE JUNIO, 2019
23:18 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
Las dos semanas que le siguieron al inolvidable falso espectáculo que dio Sowon fueron en simples palabras: horribles. Todo fue catastrófico y caótico por días, era como si la gente no tuviese absolutamente nada más de que hablar, todos cuestionaban y teorizaban sobre el tema, ¿lo peor? que la noticia se encontraba por todos lados.
Salían artículos tras artículos hablando sobre la joven "socialité" que trató de terminar con su vida frente a un vídeo publicado en sus redes sociales. La noticia cobró aún más relevancia porque dicha chica intentó previamente "exponer" a un selecto grupo de individuos de la alta sociedad, incluyendo a su propio padre y al abuelo de Jeongguk, con el propósito aparente de revelar la verdadera naturaleza de estas personas destacadas por su linaje y estatus social.
Afortunadamente, el odio masivo al cual fuimos expuestos por culpa de tremenda mentira, disminuyó considerablemente cuando la responsable de todo finalmente dio su maldita declaración, justo después de que Jeongguk se viera obligado a desmentir públicamente las acusaciones infundadas en su contra, sin ofrecer más detalles, simplemente negando rotundamente todo. En esta ocasión, fue ella quien tuvo que asumir la responsabilidad y proporcionar las explicaciones pertinentes.
Y así fue como Sowon pasó de ser una pobre víctima con el corazón roto, a ser una vil y despechada mentirosa.
Lo último que había sabido de ella era que se encontraba yendo a terapia, aunque Sooyoung decía que los padres del año habían decidido internarla en una clínica de salud mental porque temían que realmente pudiera hacerse daño.
No sabía qué tan cierto era eso, pero sí sabía que si me querellaba contra ella ahora, el hecho de que se encontrara en una de esas clínicas, cambiaba por completo el panorama, lo complicaba todo muchísimo más.
Sin embargo, ya tendría tiempo para preocuparme por eso, ahora mismo lo más importante para mí ahora era que finalmente, después de todo este tiempo, las cosas estaban mejorando.
Jeongguk lo estaba llevando mucho mejor, aunque se vio obligado a sostener un par de conversaciones incómodas con su padre una vez que este descubrió la verdadera razón detrás de su designación como sucesor en lugar de Junghyun. Aunque, con ninguna de las muchas charlas que tuvieron logró hacer que Jeongguk cambiara su decisión. El señor Jeon le aseguró que su abuelo no representaba una amenaza para él, que no había nada que pudiera hacer para perjudicarlo y que por ende, no debía temerle, pero Jeongguk no estaba dispuesto a correr riesgos.
En ese tema no había mucho más que hacer.
Sin embargo, fue tranquilizador para el señor Jeon saber que Junghyun apoyaba a su hermano, y lo fue mucho más cuando supo que lo estaban haciendo todo juntos.
Y ahora que estaba a sólo dos días de mi audición, finalmente me sentía libre de preocuparme y enfocarme únicamente en eso.
—¿Ya ves como de rápido me estoy volviendo bueno en esto? —Jeongguk se tiró flores, mientras masajeaba mis sensibles y adoloridos pies—. Y ya no me pateas, es un avance.
—Eres el mejor esposito del mundo —lo elogié una vez más, sintiéndome tan relajada que fácilmente podía quedarme dormida...justo ahora.
—No sé cómo aguantas, hoy estuvieron en el estudio como doce horas. Jimin estaba exhausto, le pesaba hasta el alma.
Sí, pobrecito...pero él entendía. —Quedan dos días para la audición, siento que voy a fallar si no vivo en el estudio.
—No fallarás, no hay forma de que...mierda, Haye, ¿te estás durmiendo otra vez?
¿Huh?
¡No!
Bueno, un poco, tal vez.
—Nghh —protesté, descansando mis ojos—. Continúa, te estoy escuchando.
—No lo creo.
—Te lo prometo.
—Como sea —él continuó con el masaje—. ¿Cómo estuvo el almuerzo con Dani?
—Divertido. Por cierto, ya que lo mencionas, ¿qué dices de acompañar a Taehyung a la dichosa fiesta?
—Que no —replicó, bu—. Ya le dije que no.
—Anda.
—No quiero.
—Dani quiere que lo acompañes, creo que quiere que lo mantengas lejos de esa chica, ¿Jinkyung? Sí, creo que así se llamaba.
—No soy su niñera. Además, Taehyung también quiere que lo acompañe para mantener lejos a la como se llame.
—¿Él te dijo eso? —inquirí, entreabriendo mis ojos en el momento justo para verlo asentir.
—Sí. En serio, Dani no tiene de qué preocuparse, Taehyung no está interesado en esa chica en lo absoluto.
—¿Y no podrías darle un poco de paz mental a la pobre? —pedí con un puchero en nombre de mi amiga—. Se siente muy insegura últimamente con todo eso de Tae estando rodeado de modelos de dos metros.
—Ni siquiera sé de dónde carajos viene eso, Taehyung no ve a nadie más que a ella desde que tiene como diez años.
—Sí, pero...
—Y ya le dije que estaré aquí, esperando a que llegues a casa para darte tu masaje diario como buen esposo que soy...rogándole a Dios que tengas energía para jugar al papá y a la mamá un rato.
Le di una patada en el hombro. —Puerco.
—Necesito atención.
—Pobrecito.
—Vas por ahí paseándote en mis camisetas, sin nada más debajo, ¿y esperas que no quiera tocarte?
—¿Y de qué te estás quejando exactamente? —me reí de su dramatismo, considerando que ahora mismo estaba tocándome—. Si cada vez que puedes estás todo sobre mí.
—Sí, sobre...no dentro.
—Voy a ignorarte —declaré, cubriendo mi rostro con mi antebrazo porque inmediatamente sentí cómo comenzaba a ruborizarme.
—Como si no te gustara —me molestó, haciendo cosquillas en mis pies.
—Que inapropiado, Jeon Jeongguk —refunfuñé, liberando con un movimiento brusco mis pies de su agarre. Cosquillas si que no.
Jeongguk sonrió de costado, delineando cruelmente con su lengua su labio inferior. —Mhh, mi linda muñequita...¿no sabes lo que me haces cuando te pones toda tímida? —se burló, arrastrándose hacia mí.
Una vez que su rostro se encontró a la altura del mío, él colocó sus brazos a ambos lados de mi cabeza, fijando directamente su mirada en la mía, consiguiendo que mis mejillas se tiñeran incluso más por la intensidad de las emociones que me transmitía. Era curioso, y fascinante, que no importara cuanto tiempo pasara ni cuantas veces nos encontráramos exactamente en la misma situación, yo seguía sintiendo que mi corazón latía desbocado cada vez que tenía toda su atención. Y cada vez que me miraba. Y cada vez que se acercaba tanto.
Maldita sea, su poder.
Sentí como mi respiración se entrecortaba patéticamente cuando me atreví a alzar los ojos, encontrándome con los suyos, conectándome con esos brillantes y hermosos ojos que parecían albergar el universo entero en su interior.
Y ya estaba pensando cursilerías, no podía evitarlo.
—¿Cómo es que sigues volviéndote más y más hermosa, hm? No tienes idea de lo que le haces a mi corazón —expresó dulcemente, esta vez sin rastros de sorna en su voz, justo antes de inclinarse más cerca. Tragué duro cuando sus palabras tuvieron su efecto en mí y me estremecí cuando pude sentir su respiración y su aliento mezclándose con el mío. Y no, en este caso, era él quien no sabía lo que le hacía a mi pobre corazón—. ¿Te he dicho que nunca soy más feliz que cuando el día acaba y finalmente puedo regresar aquí contigo?
Negué con mi cabeza, demasiado conmovida como para atreverme a decir algo más y así arruinar el momento. Me hacía muy pero muy feliz saber que él pensaba de ese modo, pues era más que reconfortante poder confirmar que no era la única que lo sentía.
Nuestras mañanas y noches juntos eran lo mejor de mi día.
—Sé que todo ha sido muy caótico estas últimas semanas, pero gracias por ser paciente. Y gracias por no rendirte conmigo...ni con lo nuestro.
—No puedo, eres mi esposito —le sonreí, subiendo mis manos por su pecho para poder acariciar su cara, acunándola suavemente antes de deslizar mis dedos hacia su cabellera y pasarlos por su pelo, arrastrando mis uñas por la sensible piel con la fuerza precisa. Sabía que le gustaba que hiciera eso y el sutil gemido satisfactorio de respuesta que abandonó sus labios me lo confirmó, eso me hizo sonreír complacida—. Estás tan atrapado conmigo.
—Ese es el plan —admitió con esa sonrisa encantadora que hacía hinchar mi corazón—. Eres lo más preciado que tengo, no sé qué diablos estaría haciendo ahora si no hubieras aparecido en mi vida, no puedo imaginarlo —su nariz rozó tiernamente la mía y aquel gesto me hizo querer mantenerlo aún más cerca—. Lo cambiaste todo para mí, te amo tanto por eso.
Él decía eso, pero cuando planeé regresar a Seúl, jamás, ni en un millón de años, imaginé que regresaría para vivir todo...esto. Tenía expectativas, tenía planes, tantos de ellos, pero todo en mi vida dio un giro inesperado desde el día en que lo conocí.
Algunas veces pensaba en cómo de mucho las cosas habían cambiado en tan poco tiempo, miraba hacia atrás y me resultaba un poco demencial, pero no lamentaba nada. Nunca fue intencional, enamorarme, pensé que podía ignorarlo, empujarlo al fondo de mi mente, pero...sólo creció, se cultivó, dejando atrás cualquier rastro de cordura.
Pero así tenía que ser.
Y no me arrepentía de nada.
—Lo cambiaste todo para mí también. Y tal vez te cueste creerlo, pero no lo querría de ninguna otra manera.
A pesar de lo malo, a pesar del dolor y la tristeza, no cambiaría nada, todo lo que ocurrió, sólo nos llevó a esto. Y al final del día, ni siquiera todo el infierno por el que habíamos tenido que pasar nos había apartado el uno del otro. Aún había muchas cosas que resolver, pero estaba tranquila. Esta vez, genuinamente tenía la esperanza de que todo iba a mejorar...porque ya lo estaba haciendo.
—Y tal vez las cosas sigan cambiando, ¿no? —él preguntó con cuidado, como si no quisiera tener que tocar ese tema—. Dentro de dos días tendrás que tomar una decisión.
—¿Hablas de la audición?
Él asintió. —Sé que dijiste que no querías hablar sobre ello hasta que fuera un hecho, pero puedes ser honesta conmigo, ¿tú...quieres ir a Europa?
—Quiero ir a Europa —admití, porque negarlo era estúpido, esa era una oportunidad demasiado grande como para dejarla pasar, mi carrera era importante para mí, pero en esta ocasión no lo era todo, había más—. Creo que sería una experiencia única, objetivamente es lo mejor para mi carrera, pero...también quiero estar aquí.
—¿Por mí?
—Por los dos —aclaré, porque no quería que se sintiera responsable de nada—. Estamos construyendo algo igual de grande aquí y es importante, es nuestro futuro.
—Pero yo apoyaré lo que sea que quieras hacer, ¿lo sabes, no? Nunca querría ser eso que te impide cumplir tus sueños.
—Lo sé...ahora deja de hacer pucheros —pedí, sonriéndole con la esperanza de que él lo hiciera también—. Tal vez no pase ninguna de las dos audiciones y tenga que regresar a mi antiguo estudio así que no vamos a preocuparnos antes de tiempo.
—Vas a pasar —aseguró—. Eres increíble, todos pueden verlo.
—Yo no diría que...
—Haye...
—Shhh —siseé—. Mejor ya ven aquí, ¿sí?
Pedí, cerrando mis brazos alrededor de su cuello en lo que lo empujaba más cerca de mí, Jeongguk trató de protestar por un segundo, pero se rindió inmediatamente en cuanto acorté por completo la distancia entre nosotros y simplemente lo besé.
Sus labios respondieron, entrelazándose con los míos, acariciándolos suavemente como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para memorizar la sensación de los labios del otro.
Y es que, a pesar de que los cosas se encontraban considerablemente más calmadas en nuestras vidas, aún no podíamos pasar todo el tiempo que deseábamos juntos. Por supuesto que eso no significaba que Jeongguk no encontrara, o creara, momentos para estar juntos de esa manera, sin embargo, era difícil realmente dedicarnos el uno al otro cuando teníamos tantas cosas que hacer todo el tiempo. Supongo que por esa razón, cada que podíamos de verdad tomarnos nuestro tiempo, sin tener que apresurarnos y sin esa molesta presión de que debíamos de estar en otro lugar, Jeongguk sí que se tomaba en serio eso de hacer uso de cada segundo.
Antes no entendía de qué se trataba todo eso de que en el amor, las palabras por sí solas nunca eran suficientes, pero junto a Jeongguk podía entenderlo. Yo no necesitaba que él estuviera todo el tiempo diciéndome lo mucho que me amaba —aunque sí lo hacía— porque con todas las cosas que él hacía por mí, lo demostraba. A diario, en cosas tan pequeñas como cuando me llamaba desde la oficina para asegurarse de que estuviera bien, o cuando aparecía en casa de Jimin con comida para asegurarse de que nos estuviéramos alimentando bien, o cuando me escribía para recordarme que debía tomar descansos para no fatigarme, también cuando se levantaba mucho más temprano de lo que debía sólo para desayunar conmigo y luego llevarme a mis prácticas, él incluso pasaba todas las noches a comprar pastelitos de chocolate después de salir de la oficina sólo porque decía que le encantaba ver mis sonrisa de alegría cada vez que lo hacía. Y eso no era todo, porque también sentía su amor cuando me miraba, cuando me escuchaba, cuando hablaba conmigo, lo sentía cuando me abrazaba, cuando tomaba mi mano, cuando me besaba, Dios...era una certeza tan grande, algo que nunca creí experimentar, pero aquí estaba, lo sentía todo el tiempo. Ahora lo sentía en su forma de besarme, primero con delicadeza, lento, suave, y luego con un poco más de deseo y desesperación.
Cuando nuestras lenguas se encontraron y nuestras respiraciones se entremezclaron, instintivamente apreté mis manos en su cabello, dándole un suave tirón y arrancándole un gemido profundo que hizo que mi piel se erizara.
Jeongguk se hizo levemente hacia atrás y me indicó que hiciera lo mismo para poder deshacerse de la única prenda que me cubría: su camiseta. Él lanzó la prenda a algún lugar de la habitación y presionó pequeños besos en la piel de mi hombro antes de apartarse lo suficiente para poder desabotonar su camisa —porque sí había una única cosa buena de su trabajo en la oficina, era que al menos tenía la oportunidad de verlo con traje prácticamente todos los días— al mismo tiempo que procedía a deshacerse del botón de su pantalón. Yo no podía apartar la mirada de sus movimientos. Lo había visto sin camisa antes, muchas veces, pero la visión siempre lograba dejarme sin aliento. Su cuerpo estaba tan perfectamente bien definido, todo él era tan atractivo, lo cual me fastidiaba tanto como me maravillaba.
Cuando terminó de quitar su camisa, de inmediato volvió a cernirse sobre mi cuerpo, colocándose entre mis piernas mientras volvía a cubrir mi boca con la suya, con sus dedos recorriendo lentamente mi piel. Disfruté de sus besos en mi boca, pero también de los besos que comenzó a repartir por la línea de mi mandíbula, bajando por mi cuello hasta llegar a ese punto cuyo efecto de su boca aceleraba mi respiración. Un gemido escapó de mis labios al sentir su lengua acariciar mi piel sensible, y traté de arquearme hacia él, lo que solo provocó que sujetara firmemente mis manos sobre mi cabeza, entrelazando sus dedos con los míos.
—Jeongguk —gemí en protesta, moviéndome inquieta debajo de él, quería tocarlo.
—¿No que estabas muy cansada? —tonteó, pasando con suma delicadeza su nariz por el costado de mi rostro, exhalando mi aroma—. Mhmm...siempre me ha gustado tu olor. Desde el primer día.
—Lo sé.
—Ah, estás creída —rió suavemente en la curva de mi cuello, presionándose más contra mí.
—También te gusta cuando huelo a ti.
—No, me encanta cuando hueles a mí —corrigió.
—Que primitivo —bromeé, estremeciéndome cuando sentí su lengua tocar directamente mi piel, lamiendo y succionando en mi cuello como si tratase de dejar alguna marca—. Jeongguk —advertí, mordiendo mi labio inferior cuando con sus besos trató de suavizar el delicioso maltrato—. No puedes...mh...no...no me marques.
—¿Por qué no? —preguntó con tonito burlón, empujándose entre mis piernas, dejándome sentir como de emocionada se estaba poniendo cierta parte de su anatomía—. Nunca me dejas hacerlo.
—¿Quieres que vaya a mi audición cubierta de chupetones?
—Ajá, sí —replicó con sorna, despegando sus labios de mi cuello para proceder a alzar su rostro—. Eso, o podrías tatuarte mi nombre.
—Cierra la boca —me reí, contagiándome con esa burlona sonrisa suya—. Tal vez lo considere en nuestro aniversario número cien. Tal vez.
Jeongguk esbozó una sonrisa de costado, soltando suavemente mis manos para poder iniciar un recorrido con sus labios por mi piel, dejando una estela tibia y húmeda desde la comisura de mis labios hasta la suave curva de mis senos. —Lo dices como si no pudiera tenerte diciendo que sí con apenas un poco de esfuerzo.
En mi mente tuve la intención de decirle algo sobre su arrogancia y sobre cómo tenía demasiada confianza en sí mismo como para asegurar algo como eso, pero entonces él bajó la copa de mi sujetador. Y no me dio tiempo para advertir sus intenciones, pues inmediatamente cubrió el pequeño e íntimo montículo con su boca, delineándolo y trazando círculos con su lengua de un modo que me hizo arquear y chillar de la sorpresa, aferrándose a este como si no pudiera tener suficiente. Dios, nunca iba a terminar de entender por qué demonios eso se sentía tan bien, pero no era que me importara mucho. De hecho, cuando su boca estaba sobre mí, no me importaba nada, así que me empujé más cerca de él, enterrando mis dedos en su cabello para mantenerlo en aquel lugar.
Pude ver ese pequeño atisbo de sonrisa en su boca cuando supo que definitivamente con "apenas un poco de esfuerzo" ya me tenía, pero me dió igual, porque cuando Jeongguk comenzó a alternar su atención a ambos pechos, chupando, lamiendo y besándolos, yo me volví incapaz de pensar, sólo era capaz de sentir.
Rápidamente estuve ansiosa y lista para que se dejara de juegos, pero Jeongguk no parecía tener ninguna prisa. Él disfrutaba estar torturándome de esa manera, aún cuando yo no tardé en advertir como la húmedad comenzaba a filtrarse entre mis piernas y como el ardor en mi bajo vientre se extendía y exigía ser aliviado.
—Quieta —susurró sobre mi pecho, enterrando sus dedos en mi cadera para que dejase de removerme en busca de él—. Lo haremos lento —sentenció, algo que no le agradó escuchar a mi necesitado ser.
—No —protesté, amohinada—. Por favor...como esta mañana.
Rayos, me sentí aún más patética cuando recordé que Jeongguk había levantando mi falda y me había tomado contra la encimera apenas esta mañana. Por Dios, y yo estaba aquí actuando como si el hombre no me hubiera tocado en días. ¿Qué diablos me pasaba?
Necesitaba un poco de control.
Jeongguk dejó un corto beso en mi vientre, plantando pequeños más de ellos alrededor de mi ombligo al mismo tiempo que negaba ligeramente con su cabeza.
—Esta mañana teníamos diez minutos, ahora tenemos todo el tiempo del mundo —replicó obstinado, continuando su recorrido con pausados besos por mi abdomen, deteniéndose al llegar al borde de mi ropa interior y exhalando un aliento cálido sobre la marca de humedad que dejaron sus labios—. Y necesito probarte.
Ay, mamá.
Me gustaría decir que sus palabras me fueron indiferentes, pero no, yo literalmente gemí y temblé sólo de la pura expectación, sabiendo muy bien lo que eso significaba y lo bien que iba a sentirse para mí.
—Estabas tan caliente esta mañana —me recordó en un susurro áspero, acariciando suavemente con los dedos la caliente humedad a través de mi ropa interior. Diablos, mi respiración se detuvo involuntariamente en ese momento—. Y goteabas...mhh, justo como ahora. Quería que te corrieras en mi lengua y llevar esa imagen conmigo por el resto del día. Pero dijiste que no había tiempo.
—No lo había —repliqué en un hilo de voz, sintiendo una necesidad casi latente de que volviera a tocarme ahí.
—Sí que lo había —contradijo, volviendo a rozar sus dedos cruelmente con el punto entre mis piernas, apenas rozando—. Pero querías otra cosa.
Sí, a él,
justo como lo quería ahora.
—Jeongguk —jadeé, deseando tomar su mano y obligarlo a moverla de la forma en la que tanto lo necesitaba—. Por favor...
—Querías sentir que estuve aquí —dijo, tocando con sus provocativos dedos mi centro caliente y palpitante, maldita sea, mi ropa interior solo estorbaba en este punto—. ¿Y lo hiciste, hm? Mientras mi dulce muñequita practicaba su pieza de baile, ¿todavía podías sentir como de profundo estuve dentro de ti? —asentí mecánicamente, tragando duro cuando el volvió a acariciarme tan íntima y deliciosamente—. ¿Sí? Mh, ¿y podías recordar como de bien te hice sentir? Porque yo podía recordar como de apretada estabas mientras te corrías en mi polla.
Maldito seas, Jeon Jeongguk.
El deje de una burlona sonrisa dibujándose en sus labios no pasó desapercibida para mí, pero en lugar de fastidiarme o avergonzarme de mi propia necesidad, mi cuerpo me traicionó e involuntariamente se arqueó, alcé mis caderas como si de un acto reflejo se tratara, básicamente entregándome a él para que hiciese lo que quisiese conmigo, acción que lo hizo maldecir y ahogar su propio gemido.
—Mierda, Haye ¿cómo puedes ser tan jodidamente perfecta, mh? —gruñó, plantando un sugestivo beso en mi monte de venus. Mis caderas se sacudieron por su cercanía y pude ver como con su mano se aseguraba de acomodar todo el asunto dentro de sus bóxers.
Mi corazón latía condenadamente rápido incluso desde antes de que se acomodara en el vértice de mis muslos, pero empeoró más cuando enganchó sus dedos a cada lado de mis bragas, deshaciéndose de ellas y dejándome al descubierto y expuesta ante su lujuriosa mirada. Yo ya me encontraba hecha un cúmulo de sensaciones, jadeando, húmeda y desesperadamente necesitada de sus caricias.
—No me necesitas para aliviarte —dijo lo que menos esperaba, presionando apenas sus labios en aquel lugar donde tanto lo necesitaba, arrancándome un gemido y haciéndome soltar la respiración que había estado conteniendo—. Sólo necesitas tu pequeña mano.
¿De qué hablaba?
—¿Podrías dejarme verlo, hm? —preguntó en voz baja, respirando en mi entrepierna justo antes de que su lengua se deslizara entre mis pliegues. Dios, mis manos apretaron las sábanas debajo de mí mientras trataba de concentrarme en no desfallecer cuando su lengua curiosa y hambrienta de sabor comenzó a explorar deliberadamente a lo largo de todo mi sexo—. ¿Haye...?
—¿Uhm? —fue todo lo que logré decir, y es que ¿cómo diablos esperaba que hablara o que siquiera pensara cuando se encontraba sujetándome de ese modo mientras que literalmente me devoraba de la manera más deliciosa?
El roce de su lengua era como fuego y la suavidad resbaladiza de esta me tenía viendo estrellas, literal, apenas unas pocas caricias de su húmedo miembro y yo ya podía sentir esa ola de placer construyéndose. Su deliciosa tortura provocaba que mis caderas se agitaran inconscientemente, anhelando más de él, sin embargo, eran los calientes ruiditos de gusto que no dejaban de escapársele los que me hacían sentir un calor líquido en el vientre.
Oh, Dios...el gemido que me arrancó del pecho fue involuntario, al igual que los temblores que me recorrieron enterita cuando él me trabajó con su lengua experta, asegurándose de volverme masilla en sus manos.
—¿Lo harás? —preguntó sin apartarse de mí, alzando sus ojos en busca de los míos mientras que lamía y chupaba la sensible piel de mis pliegues, arremolinando su lengua alrededor de mi clítoris, con su cálido aliento haciéndome temblar y suspirar—. Por favor.
¿Huh?
¿Cuál era la pregunta?
—¿Q...qué? —balbuceé, luchando contra la urgencia de enterrar mis dedos en su cabello y mover mis caderas de la forma en la que realmente lo necesitaba, moliéndome contra su rostro.
—Tócate —lo escuché decir claramente esta vez, tal vez porque en esta ocasión él no sólo lo pidió, sino que, para no tener que volver a repetirlo, tomó mi mano con la suya y la llevó deliberadamente hasta mi sexo, con la obvia intención de sustituir con esta el alucinante labor de su lengua.
¿Entré en pánico?
Por supuesto que sí.
Sabía que sentir vergüenza en una situación como esta no tenía mucho sentido, no después de que ya había expuesto absolutamente cada parte de mí frente a él, pero no podía evitarlo, lo que me estaba pidiendo era...la gran cosa para mí. Y sí, habíamos hecho algo así aquella vez en la ducha, pero...era diferente, creo. De cierta forma me hacía sentir más expuesta el hecho de hacerlo sólo para su deleite, saber que él estaría mirando, sólo mirando, me provocaba unos nervios que se igualaban sólo a los de nuestra primera vez.
¿Quería hacerlo?
¿Podía hacerlo?
En el pasado nunca tuve la imaginación suficiente como para hacerlo y que se sintiera bien, este tipo de placer lo había experimentado sólo con él...¿y si no sentía nada sin su ayuda?
—Te sentirás bien —prometió, apartándose un poco, besando fugazmente mis labios antes de levantarse de la cama y terminar de deshacerse de sus pantalones. Él volvió a acercarse inmediatamente después, volviendo a hacerse espacio entre mis piernas al percatarse de que, de los puros nervios, las había cerrado—. ¿Quieres hacerlo? —se aseguró y yo me estremecí cuando lo vi frotar su pene a través de los bóxers.
Ay.
Tragué duro ante esa pecaminosa y sugerente imagen suya, y...asentí dubitativamente, porque a pesar de mi evidente nerviosismo, no rechazaba la idea. Confiaba en él para hacerlo. Y es que a mí me gustaba ver cuando él se tocaba, no sabía explicar bien por qué, simplemente me gustaba, me hacía sentir cosas en todas partes, así que su idea no me resultaba tan inconcebible. Sólo estaba nerviosa. Muy.
—Puedes decir que no...
—Sí quiero —contesté apresuradamente—. Quiero, pero...uhm, sólo...
—¿Sólo...?
—Tú tienes que hacerlo también.
Por supuesto, una sonrisa jugó en su boca ante mi absurda condición, seguramente eso era lo que él iba a hacer desde un principio. Aún así, a pesar de la diversión en su expresión, vi sus muslos tensarse y sus ojos ennegrecerse.
—¿Quieres ver? —tanteó, metiendo la mano dentro de la única prenda que lo cubría, acariciándose bajo la tela y mirándome en busca de mi reacción—. ¿Hm?
Asentí suavemente, sintiendo mi centro palpitar con necesidad cuando lo vi terminar de exponer esa última parte de su anatomía frente a mis ojos. Perfecto. Así lucía él, atractivo, caliente, tan perfecto y seguro de sí mismo. Deseaba poder actuar con tanta naturalidad como él en estas situaciones.
En cuanto lo vi completamente desnudo, supe lo que tenía que hacer, quería hacerlo, pero no me atreví de inmediato. Por un instante, mis ojos se centraron únicamente en lo que sostenía en su mano, experimentando como mi estómago comenzaba a arremolinarse con calor y mariposas.
Ah.
Demonios.
Su erección era imponente y mi pobre corazón se saltó más de un latido cuando lo vi lamer su mano repentinamente antes de rodear su longitud. Maldita sea. Él comenzó a acariciarse sin antes darme ninguna bendita advertencia y yo olvidé cómo existir. Jeongguk no tenía ningún pudor y tener sus ojos puestos directamente en mí mientras se masturbaba me tenía pensando en todo tipo de cosas.
Estaba emocionada, pero no era capaz de reconocer todas mis emociones, mis inseguridades ahí estaban pero mi cuerpo ahora mismo tenía sus propios planes.
¿Cómo era tan fácil para él...?
—Haye —mi nombre abandonó sus labios en un susurro apenas audible y mis piernas se sintieron temblorosas, la necesidad entre mis muslos se volvió profunda y palpitante cuando lo vi esbozar una perversa sonrisa al tan sólo advertir la reacción de mi cuerpo, sin embargo, no fue hasta que vi como sus cejas se presionaban juntas y sus labios entreabiertos soltaban todo el aire en sus pulmones en forma de un suspiro trémulo y afectado, que sentí que no podía respirar. Él aceleró paulatinamente sus movimientos y un sonido ronco proveniente de lo profundo de su garganta hizo que cada centímetro de mi cuerpo cobrara vida; mis nervios se dispararon bajo mi piel y sentí una necesidad tan fuerte que no pude evitar frotar mi entrepierna con mis dedos.
Oh.
Eso...no estuvo mal.
No estuvo nada mal pero no fue ni de cerca lo que necesitaba para satisfacer mi necesidad de él.
El lascivo brillo en sus ojos se intensificó con el movimiento inseguro de mis dedos en mi centro, animándome a repetir aquella impudicia acción, obligándome a exhalar respiraciones cortas y superficiales con cada movimiento curioso de mis dedos en mi sexo.
Sabía que se sentiría bien, pero aún así la situación me resultó abrumadora, la imagen de Jeongguk masturbándose con sus ojos clavados en mí ya era...demasiado, todo mi cuerpo se sentía caliente y no podía ahogar mis gemidos cada vez que mis dedos se frotaban con el punto más dulce en mi entrepierna. Jeongguk sacudió su pene lentamente, igualando la velocidad de mis movimientos, tomando aire entre dientes a medida que se perdía en su fantasía.
Él estiró su mano libre, enterrando sus dedos en mi muslo con la urgencia de tocarme de alguna manera, manteniendo así mis piernas abiertas para él, también quería tocarlo, era cruel torturarnos con el cuerpo del otro, pero al mismo tiempo era tan excitante. Inconscientemente froté más fuerte cuando él empezó a acariciarme, moviendo su mano tentativamente por el interior de mi muslo. —Tan perfecta...—jadeó, maldiciendo entre dientes cuando instintivamente metí mis dedos en mi interior, moviendo la humedad sobre mi clítoris y frotando más y más rápido, simplemente imaginando su boca entre mis piernas, lamiéndome y probándome.
Mierda, esto era sucio, ¿cómo podía sentirse tan bien? ¿cómo podía no estar muriendo de vergüenza ahora mismo? ciertamente no podía pensar con claridad, no cuando él se encontraba describiendo obscenamente todas las cosas que quería e iba a hacerme, con su pecho subiendo y bajando rápidamente, y su respiración entrecortada que evidenciaba como sus propias caricias lo estaban afectando. No podía dejar de moverme, pensaba en su boca, su cabeza allí abajo, tomando lo que quería y diciéndome lo mucho que le gustaba mi sabor.
Dios.
¿Qué me pasaba?
Mi imaginación estaba volando alto y la imagen de Jeongguk trabajándose cada vez más rápido y duro, con los músculos de su abdomen bajo tensándose y sus caderas sacudiéndose ligeramente me tenían desesperada por alcanzar ese punto culmine.
Quería llorar porque se sentía tan bien, tanto que simplemente no podía detenerme, pero Jeongguk sí...y el muy maldito lo hizo.
De pronto sentí sus labios hundirse en mi estómago, privándome de esa caliente y estimulante imagen suya justo cuando comenzaba a sentir que escalaba hacia el punto más alto. Él detuvo lo que hacía y sus ojos encontraron los míos, pero aunque todo dentro de mí me gritó en ese momento que me detuviera, mi cuerpo seguía sacudido por la necesidad y no podía ignorarlo, así que frote más rápido, con mis caderas balanceándose y arqueando mi cuello hacia atrás, sacando la mitad de mi dedo dentro de mí y temblando de placer. Necesitaba más, yo...
—Jeongguk —lloriqueé, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura maquinalmente cuando él se inclinó sobre mi cuerpo, detuve los movimientos de mi mano, ansiando más que eso y alzando mis caderas en busca de las suyas, gimiendo desvergonzadamente en el segundo que sentí su erección deslizarse entre mis pliegues—. Por favor —supliqué, rozando mis labios en su barbilla.
Jeongguk jadeó sobre mis labios cuando envolví mi mano alrededor de su eje, guiándolo casi desesperadamente a mi abertura, por Dios, no estaba segura de que rayos me poseyó para hacer eso, pero él frenó cualquier iniciativa.
—Espera, espera...—él sostuvo todo su peso con sólo uno de sus brazos, agarrando mi muñeca para que me estuviera quieta—. ¿Tienes mucha prisa?
—No te burles de mí —protesté, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello para poder atraer su rostro al mío.
—Voy a correrme de inmediato si no me das un segundo, cariñ...mierda —gimió en mi oído, enterrando sus dedos en mi cadera para que dejase de moverme en contra suyo, la cosa era que lo necesitaba ahí demasiado como para hacerle caso.
—No importa —repliqué sin pensarlo realmente, como si no pudiese pensar en algo más que no fuese en él deslizándose en mi interior.
—A mí sí —dijo simplemente para contrariarme, regodeándose con mi patético estado, volviendo a detener el movimiento inconsciente de mis caderas—. Detente.
No.
—Dijiste que no te necesitaba —bufé, igualando su inmadurez, tragándome todo el apocamiento existente en mí y volviendo a deslizar mi mano por mi vientre.
Quería sentirme llena de él, pero también necesitaba un poco de alivio, mi centro palpitaba y él no me estaba ayudando, así que...
—¿Ahora me estás desechando? —preguntó divertido, utilizando injustamente su fuerza para inmovilizarme bajo su cuerpo, sosteniendo mis dos manos a cada lado de mi cabeza, acrecentando mi ya de por sí casi insoportable frustración. Jeongguk siempre era cuidadoso y delicado conmigo, hasta ahora no había experimentado con ese otro lado suyo, por ende no tenía idea de lo realmente fuerte que él era...no tenía ninguna maldita oportunidad en su contra—. ¿Qué le pasó a mi dulce Haye, hm?
—Tú.
Jeongguk me miró con un atisbo de sonrisa en sus labios, dándome la razón. —¿Quieres terminarlo por tu cuenta?
No, lo quería a él.
Negué con mi cabeza, abriendo más mis piernas cuando él rozó la punta de su eje con mi pequeña protuberancia, deslizándose fácilmente entre mis pliegues por lo lista que estaba para que él me tomara, pero no lo hacía, Jeongguk se presionaba, me tentaba, pero justo cuando creía que iba a dejar los juegos, retrocedía.
—¿Qué quieres? —preguntó con voz amortiguada, con la vena en su cuello sobresaliendo de una manera que lo hacía ver incluso más caliente. Yo gemí en respuesta, demasiado ensimismada en las sensaciones como para hallar mi voz, suspirando cuando liberó mis manos para poder tocarlo libremente y frotándome contra su miembro mientras esparcía besos por alrededor de su boca, su mejilla y su barbilla, envolviéndolo con mis brazos y luego buscando desesperadamente que respondiera a mis besos con la misma emoción mía—. Quiero escucharte decirlo.
Sabía lo que quería oír, pero cuando sentí la punta de su erección resbalándose accidentalmente dentro de mi hendidura, me agarré de sus hombros y murmuré en su oído aquello que en el fondo de mi mente, todo este tiempo, había estado considerando—: A ti...te quiero a ti...sin nada.
Y ahora.
Nuestras respiraciones se fundieron mientras su cuerpo se cernía sobre el mío, sin embargo, cuando traté de besarlo, dando por hecho su positiva, él se echó ligeramente hacia atrás.
La duda en sus ojos no tardó en aparecer, él se quedó quieto, confundido. —¿Estás...? ¿hablas de...? —asentí, sintiéndome repentinamente nerviosa—. ¿Podemos?
Seulgi me había llevado con su ginecóloga, con todo eso del mundo asumiendo que estaba embarazada, como que sentí una presión incluso más grande con respecto a ese tema, no iba a arriesgarme a darles la razón. Ya llevaba un poco más de una semana tomando la píldora y no estaba en esos días en los que tuviese que "alarmarme", el riesgo no era inexistente pero...nunca lo era.
—¿Estás segura? —instó, aunque la emoción en su voz me resultó evidente.
—Estoy tomando la píldora —expliqué vagamente, esperando que eso fuera suficiente para él—. ¿Ya podemos hacerlo?
Jeongguk cubrió mi boca con la suya y su lengua no tardó en ir al encuentro de la mía, tomando todo lo que esta podía mientras que el resto de su tonificado cuerpo se presionaba deliciosamente contra el mío, permitiéndome sentirlo en todas partes. —¿Puedo correrme dentro?
Sonreí sobre su boca, divertida con el tono esperanzador en su voz. —No.
Jeongguk bufó infantilmente, acomodándose perfectamente entre medio de mis piernas. —Bueno, me subes y me dejas caer —fingió dolencia, acariciando su nariz con la mía.
—Pero me amas.
—Pero te amo —afirmó, bajando una de sus manos por nuestros cuerpos, alineando su eje en mi entrada.
Me estremecí cuando lo sentí presionando apenas en mi interior. Lo respiré a él, él me respiró a mí, y de pronto, éramos uno. Al fin.
El gruñido ronco proveniente del fondo de su garganta me hizo jadear y contuve el aliento cuando se empujó paulatinamente en mi interior. Me aferré a él, sintiéndolo por completo, acostumbrándome a la extraña sensación de incomodidad y ardor al ser penetrada mezclarse con el placer y la emoción de estar llena, siendo uno con la persona que amaba.
Podía sentir como me estiraba, apretada alrededor de su miembro, experimentado como lentamente reclamaba cada parte de mi interior, con sus caricias, sus besos y sus —esta vez— dulces palabras tocando partes de mí que nadie antes de él había podido.
—¿Cómo es que me haces sentir esto? —cuestionó suavemente, reclamando mi boca y mi cuerpo, con su rostro retorcido por el placer, estableciendo el ritmo perfecto con sus caderas, enterrándose hasta el fondo. Yo arrastré mis uñas por su piel, separando mis muslos para recibir sus embestidas, abriéndome más para él, deseando que se fundiera por completo en mi piel—. No puedo tener suficiente de ti...nunca nada se sintió así.
Juró y yo le creí, incapaz de imaginar cómo algo podría ser mejor que esto. Mi pierna doblada se presionó contra la parte exterior de su muslo y quise atraerlo incluso más cerca, como si eso fuera posible. Saliendo de mí, inmediatamente volvió a enterrarse en mi interior y yo temblé por la placentera sensación que se extendía por mi cuerpo con cada uno de sus embistes.
—Ah, mierda...te quiero así todo el tiempo —gruñó, respirando con fuerza mientras yo me deshacía debajo de él, jadeante y necesitada, moviendo mis caderas instintivamente hacia su encuentro para recibir cada movimiento—. Tan suave y caliente.
Deslicé mis manos por su espalda, sintiendo como sus músculos se tensaban y relajaban bajo mi tacto. Yo era un desastre, no podía dejar de lloriquear sobre lo bien que se sentía cada vez que me llenaba tan profundamente. Agarré sus caderas, incitándolo a ir más rápido, sintiendo como mi estómago se tensaba cada vez que su pelvis se frotaba con el delicioso punto entre mis piernas.
Jeongguk se apartó lo suficiente como para dejarme enfocar perfectamente su rostro, permitiéndome admirar su forma definida, su despeinado pelo oscuro, sus preciosos labios, las oscuras cejas que sombreaban esos ojos marrón chocolate aún más oscuros, rebosantes de cariño y amor, aunque nublados por la lujuria, y por un momento me perdí en ellos, en el abismo cálido y reconfortante que eran los ojos de mi persona.
Aunque, él rápidamente volvió a hundirse en mi boca, profundo, apretando mi pecho con su mano mientras me devoraba y su cuerpo desgarraba el mío en un tornado de sensaciones que se arremolinaba cada vez más entre mis piernas.
Jeongguk bombeó en mi interior más fuerte y más rápido, haciendo que todo dentro de mí comenzara a girar como un ciclón. Sentí como una de sus manos se deslizaba por el costado de mi cuerpo, desviándose por el centro de mi estómago y bajando por mi vientre hasta que sus dedos encontraron mi sexo, Jeongguk tanteó y presionó sus dedos en la pequeña protuberancia, comenzando a frotar aquel punto en círculos suaves y lentos, arrancándome la poca cordura que me quedaba. Lamí su lengua y gemí sobre sus labios, aguantando la respiración cuando comencé a sentir como mi barriga se calentaba, ese algo se acumulaba y tuve que cerrar los ojos con fuerza para no ponerme a llorar cuando el placer comenzó a ser demasiado intenso como para soportarlo, pero Jeongguk no detuvo los implacables movimientos de sus caderas ni el despiadado asalto a mi boca.
Él se balanceó dentro de mí, y mis piernas rodearon su estrecha cintura, apretando, empujando, tirando de él. Yendo cada vez más profundo, Jeongguk me llevó hasta el borde del éxtasis y luego me empujó. Los dedos de mis pies se curvaron y mi visión se volvió blanca al sentir como un pulso tras otro de pura euforia comenzó a fluir por mis venas, el orgasmo atravesó mi cuerpo y el placer se deslizó entre mis piernas cuando no pude contenerlo más. El aliento pasó entre nuestros labios y la tensión en mi estómago se liberó, con una ola de hormigueo extendiéndose por mis piernas y subiendo por mi pecho mientras los embistes de Jeongguk se volvían erráticos. Abrí la boca, sintiendo que me inundaba cada vez que mis paredes se apretaban alrededor de él.
Quería mantenerlo allí, justo así, pero Jeongguk fue rápido, en cuanto su pene comenzó a palpitar en mi interior, lo oí maldecir entre dientes antes de embestir por última vez y retirarse de dentro de mí. Mi corazón latía violentamente en mi pecho y mi visión estaba borrosa, aún experimentaba las repercusiones de aquel alucinante orgasmo cuando Jeongguk volvió a masturbarse con desesperada urgencia en su lugar, echando su cabeza hacia atrás y corriéndose con un gruñido ronco, derramándose en mi estómago y en mi pecho.
La calidez del líquido blanquecino esparcido en mi vientre fue de hecho lo primero que volví a sentir cuando bajé de aquella nube de satisfacción en la que me encontraba. Jeongguk aún no bajaba de la suya. Así que traté de regular mi respiración mientras esperaba por él y a que mi cuerpo se recuperara por completo, mis piernas todavía se sentía como gelatina.
Todo yo se sentía como gelatina.
La expresión en el rostro de Jeongguk me hizo sonreír inconscientemente cuando pude verlo mucho más claro, quería volver a atraerlo a mí y besarlo con todo porque no había nada que me resultara más irresistible en él que esa expresión de puro placer. Su respiración rápida y superficial acompañaron los pequeños espasmos de su cuerpo, y su mano continuó trabajándose a sí mismo hasta que no quedó nada.
Y él estaba tan ensimismado en las sensaciones de su cuerpo que cuando estiré mi mano para tocarlo, su instinto no lo hizo apartarme, ah, pero cuando mis dedos apenas y sí rozaron su glande, él envolvió mi muñeca con sus dedos, deteniéndome como si yo fuera una gran amenaza.
—Haye —dijo mi nombre con tono de regaño.
—Jeongguk —lo imité, sonriendo por su dramatismo, apenas lo había tocado.
—Retrocede —ordenó cuando volví a estirar mi mano en su dirección tan sólo para fastidiarlo—. No.
—Sí.
—¿Eso te divierte?
—Ajá —me burlé—. Eres divertido.
—No estoy tratando de ser divertido.
—Uy, que sensible —bromeé, dejando que mi cabeza golpeara en la almohada, no queriendo moverme demasiado para no hacer algún desastre—. Límpiame.
—Por Dios, mujer, dame un segundo...estoy recuperándome aquí —rezongó chistosamente, dejándose caer a mi lado en lo que exhalaba todo el aire de sus pulmones—. Además, yo creo que así estás perfecta.
—Seguro que sí —volteé mis ojos y él soltó una risita. Hombres.
—Sólo puedo imaginar una sola imagen que podría ser mejor que esta.
Por supuesto que tenía que recordarlo.
—¿Nunca vas a superarlo? —inquirí, todavía sintiendo que se aceleraba mi ritmo cardíaco con el mero recuerdo.
—No. Fue la primera vez y no me dejaste verlo.
—¡No era algo para exhibir!
—Ya estaba hecho, podrías al menos haberme dejado verlo —protestó como si esa metida de patas hubiera sido lo más digno de recordar.
—Supéralo.
—Quisiera.
—Me estoy quedando dormida aquí —fingí bostezar.
Jeongguk se rió. — ¿Cómo es que eres la misma chica que no podía siquiera admitir que le gustaba?
—Ya —puse mis ojos en blanco, tampoco era como si no siguiera siendo así de vergonzosa el ochenta por ciento del tiempo—. Eso fue hace como media vida.
—Así se siente —suspiró, volteando su rostro hacia el mío—. ¿No es raro?
—Muy raro —acepté, y es que desde que lo conocí que el tiempo se volvió algo realmente subjetivo—. ¿Vas a limpiarme o...?
—Ya voy —bufó, poniéndose perezosamente de pie y pasando la mano por su cabello, despeinándolo aún más en lo que se dirigía al baño y regresaba con toallitas—. Ya no te cubres —dijo a modo de observación, sonriendo sutilmente en lo que se encargaba de ese asunto, limpiando los restos de él en mi vientre.
—Sería ridículo.
—Te lo dije —volvió a sonreír, inclinándose hacia mí en cuanto terminó su trabajo, besándome fugazmente.
—Deberíamos ducharnos e ir a comer hamburguesas.
—¿Qué? —se rió, mirándome como si me hubiera salido otra cabeza—. ¿Ahora?
—Tengo hambre —hice un puchero, mirándolo a los ojos.
—Comimos hace menos de una hora.
—Pero no hamburguesas. Estuve todo el día con ganas de comer hamburguesas, anda.
—¿Que hay con ese apetito tuyo últimamente, hm?
—¡Te juro que voy a...agh! ¡Ya deja de insinuar esas cosas! —chillé, golpeándolo en el hombro. El muy fastidioso llevaba molestándome con eso desde que vomité en el hospital.
—¡Ya, ya....! —soltó una carcajada, cubriéndose cuando traté de volver a golpearlo—. Es que te pones graciosa cuando te enojas.
—Idiota. Por cierto, gracias, ya no quiero nada.
—Lo siento —dijo con un tono dulce, poniendo esa carita de cachorrito inocente, regresando a la cama y estrechándome a la fuerza entre sus brazos—. Si mi muñequita quiere hamburguesas, hamburguesas tendrá.
Iba a seguir discutiendo con su infantil trasero, pero cuando escondió su rostro en mi pecho, envolviéndome firmemente entre sus brazos, me volví masilla en su calidez. Ah, qué fácil era.
—Todo ha estado muy tranquilo —susurró, acurrucándose en mi calor—. Me preocupa un poco.
Así me sentía antes.
Ya no.
—Creo que lo más malo ya ocurrió —o al menos eso esperaba—. ¿No es este, finalmente, nuestro turno de ser felices?
—¿Sí lo crees?
—Sí —repliqué esperanzada—. Es decir...después de todo lo malo, si lo piensas detenidamente, ¿qué más podría pasar?
Momentito de tranquilidad y felicidad entre los protas porque es lo que se merecen antes del capítulo final y el epílogo 🤍
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top