❛ 65 ❜

Antes de leer: perdóname Dios, pero se viene capítulo con contenido para mayores de dieciocho (pueden saltarse esa parte, por supuesto), que tengan una agradable lectura y se me cuidan mis chikis 🤍.

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U N P L A N N E D
sesenta y cinco
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𝓝o es un hombre
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Trae aquí a los escépticos, que ellos no importan en lo absoluto, porque esta vida es demasiado larga y este amor es muy fuerte. Así que, cariño, ten por seguro que nunca te dejaré ir.

Never let you go, Justin Bieber.

10 DE MAYO, 2019
18:33 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫

  
ME DEJÉ CAER al suelo sin delicadeza alguna en el momentoen que, junto a Jimin, concluimos por milésima vez la pieza entera. Estaba exhausta y sabía que en mi patético intento por mantener mi mente distraída de todo lo concerniente a Jeongguk, le había exigido demasiado a mi pobre cuerpo.


—Ya se acabó la práctica —indicó Jimin, dejándose caer justo a mi lado, respirando pesado en lo que trataba de recobrar el aliento.

  
El pobre estaba extenuado, nos habíamos excedido un poco de la hora acordada. Y por mi culpa.

  
—¿Tú no deberías de estar preparándote para esta noche, mh? —preguntó, estirándose lo suficiente para alcanzar su botella de agua—. ¿Por qué quisiste extender la práctica?

  
Porque necesitaba dejar de pensar.
No quería pensar.


—Falta poco para mi audición —ofrecí vagas mentiras en lugar de la verdad—. Tengo que hacer buen uso de mi tiempo.

  
Jimin entrecerró sus ojos con curiosa desconfianza y me tendió mi botella de agua al ver que me encontraba en sus mismas condiciones: agotada.

  
—Pensé que estarías más emocionada por lo de hoy, ¿no deberías de estar feliz e ilusionada? —señaló.


Que observador.

 
No estaba equivocado, aunque no era que no estuviera emocionada, lo estaba, sin embargo, mi mente seguía atormentada por la reciente charla con Jeongguk, la cual se repetía sin cesar en mis pensamientos y no me permitía disfrutar de la idea de una "celebración" como probablemente debería.


—¿Y por qué piensas que no estoy feliz?


—No digo que no lo estés, sólo digo que si yo acabase de casarme con la persona que quiero, habría aprovechado la primera oportunidad para librarme de mis prácticas —dijo con un tono jocoso—. Te di esa oportunidad. Además, cuando algo me está molestando, suelo recurrir a la misma estrategia que acabas de utilizar para distraerte...llevar mi cuerpo al límite.


Al parecer, era una práctica común entre los bailarines como forma de escape. Y sí, funcionaba...al menos hasta que acababas, porque entonces todo regresaba. Sabía que no podía pretender que mis problemas no estaban ahí por mucho más tiempo, pero sentía la necesidad de tomarme un respiro.

 
—¿Qué sucede? —preguntó con interés, enderezándose en su lugar.

   
O yo era muy evidente o Jimin sabía leer muy bien a la gente, de cualquier manera, no quería molestar. —No quieres saber.

  
Ofrecí porque en realidad era muy tedioso y fastidioso, y me sentía como una tonta cada que vez que el recuerdo afloraba en mi mente.


—Oye, somos amigos, ¿no? —inquirió con calma, siendo capaz de transmitir tantísima confianza con una sola mirada—. Puedes contarme, ¿qué pasó?


Una sola y desagradable palabra:


Sowon.

 
—Oh —algo hizo click en su cabeza—. Ya veo,  ¿estuvo molestándote otra vez? —asentí—. ¿Qué hizo? ¿Qué te dijo?

  
Jimin pareció ponerse un poco nervioso y eso me causó algo de cuidado, aunque Jimin sabía lo mal que nos llevábamos las dos e incluso fue testigo de nuestro último encuentro así que su reacción igual y sí tenía sentido.

  
—Sólo quería hacerme saber...creer, que las intenciones de Jeongguk no eran más que simplemente deshonestas y egoístas. Ella...me dijo que Jeongguk sólo se casó conmigo porque su abuelo le puso un ultimátum.


—¿Qué? —su ceño se frunció con disgusto—. Está loca, él nunca haría eso.


—Yo lo sé, pero...—suspiré. Claro que confiaba en la palabra de Jeongguk más que en la de Sowon, pero eso no cambiaba el hecho de que la situación apestaba, y de que él no había sido honesto—. Supongo que me habría gustado que él me lo contara en lugar de que Sowon me interceptara en el baño y se riera de mi llamándome ingenua por creer que él realmente se preocupaba por alguien o algo más que sus propios intereses...en frente de todos ahí.


Y tampoco era como que me importara lo que unos desconocidos pensaran, era sólo que fue...humillante, pues me tomó tan de sorpresa que no supe qué rayos decir.


—Está despechada, Haye...su orgullo debe de estar por los suelos, sólo está buscando la forma de herirte.


Sabía eso, pero...ugh. —Ya sé, es sólo que no entiendo por qué Jeongguk insiste en ocultarme cosas...siempre termino enterándome de todo y de la peor manera.

  
Eso era lo que en realidad me dolía, ambos sabíamos que Sowon tenía las peores de las intenciones y deseos para nosotros, le gustaba entrometerse y fastidiar las cosas, entonces, ¿por qué demonios Jeongguk le daba motivos para hacerlo?

  
—Le aconsejé a Jeongguk que te hablara sobre ese asunto cuando tuvo la conversación con su abuelo, pero...a él le preocupaba que quisieras salir huyendo si te lo contaba.

  
¿Cómo?


—¿Él...te lo comentó? ¿Tú lo sabías?

  
Jimin asintió con vacilación. —Es que no sabía qué hacer, pero sé que quería hacer lo correcto.

 
—¿Y te dijo que temía que yo quisiera salir huyendo si él me contaba sobre eso?


—Bueno, si te decía que su abuelo lo estaba presionando para comprometerse lo más pronto posible, ¿eso no te habría afectado? —preguntó, justificando de manera pasiva el actuar de su amigo—. Jeongguk no quería eso, no quería asustarte ni mucho menos presionarte con algo tan serio...


Entendía eso, no dudaba que sus intenciones fueran buenas, pero si había conversaciones incómodas que tener, entonces prefería mil veces tenerlas antes de tener que repetir esto por centésima vez. Tenía toda mi fe puesta en Jeongguk, no quería volver a sentirme decepcionada por situaciones que podríamos fácilmente evitarnos confiando el uno en el otro. Sabía que yo no era perfecta, al igual que él cometía errores, pero nunca le mentía ni le ocultaba cosas, ¿era demasiado esperar lo mismo de vuelta?

 
—¿Eso fue lo que te dijo?


—Eso es lo que sé —aseguró Jimin—. Jeongguk ni siquiera consideró la idea, Haye, por eso sé que todo esa basura del ultimátum no tiene absolutamente nada que ver con las razones de Jeongguk para pedir tu mano.

  
Lo sabía, pero de todos modos era tranquilizador escucharlo, había sido duro oír de la boca de alguien más que la persona a quien amabas nada más te veía como un medio para un fin. Y ni siquiera se trataba de nosotros. Yo conocía a Jeongguk, conocía su corazón, pero aunque lo que ella dijo no era cierto, sí...se sintió feo.

 
—Si tú hubieras estado en su posición, ¿crees que habrías hecho lo mismo? —pregunté.


—Probablemente —admitió—.  Si estuviera con alguien como tú, tampoco me gustaría correr el riesgo de perderte.

  
Dijo Jimin, desviando la mirada hasta el suelo. Yo no habría hecho lo mismo, creo...pero, de todos modos no estaba en mis planes crucificar a Jeongguk por eso, ya teníamos suficiente cosas con las que lidiar, no quería que esto nos distanciara, pero sí quería que entendiera que el "ocultarme" cosas nunca terminaba bien.

  
—Creo que puedo entender eso...aún así, hubiera preferido saberlo.


—Imagino que sí, pero créeme, desde el principio las intenciones de Jeongguk contigo no han sido más que genuinas.

  
Sus palabras lograron sacarme una pequeña sonrisa, me sentía más tranquila ahora que podía sustituir las crueles palabras de Sowon por las dulces palabras de Jimin.

 
—¿Dices entonces que debería olvidarme de esto?


—Digo que no deberías de darle relevancia. Jeongguk...él te adora, todos lo saben, Sowon lo sabe, y no lo soporta, por eso busca meterse en el medio.

  
Sowon quería lo que yo tenía y hasta conocerla, no tenía idea de lo peligrosa que podía llegar a ser la envidia. Y pensándolo bien, me parecía ridícula la manera en la que se empeñaba en desquitarse conmigo, en culparme porque Jeongguk ya no la quería más, cuando era ella la única responsable de que las cosas terminaran de esta manera.

 
Jeongguk era mi persona, ahora y para siempre, lo amaba y nunca iba a pedir disculpas por eso.

  
Así que ella podía tratar de entrometerse entre nosotros todo lo que quisiera, pero eso no cambiaría nada, nunca iba a darle en el gusto.

  
—Tienes razón, creo que necesitaba ver las cosas desde otra perspectiva. Y tenías razón también cuando dijiste que ya debería de estar preparándome, Jeongguk tiene que estar ansioso porque no lo he llamado todavía.

 
—¿Ansioso, dices? El hombre debe de estar trepando por las paredes —bromeó Jimin, haciéndome reír con la imagen mental.


—Sí, pobrecito...ya debería ir a cambiarme, me veo horrorosa.


—Por favor, nunca podrías verte horrorosa —dijo amablemente...más bien, mintió amablemente.


—Hombre, ¿me estás viendo? —reí, sólo imaginando lo desastrosa que debía de estar después de esa larga práctica.


—Te ves bonita —halagó, y aclarando sutilmente su garganta, agregó—: siempre te ves...bonita. No tienes que preocuparte por eso.

  
—Mentiroso —acusé divertida—, pero lo agradezco, ¿vendrás esta noche, verdad?

  
Jimin asintió, poniéndose de pie para poder ayudarme a hacer lo mismo. Él me tendió la mano y la acepté.

  
—Por cierto, creo que...woah —dejé la oración a medio formular porque al ponerme de pie, una sensación de mareo me desestabilizó.

 
—Hey, cuidado, cuidado —Jimin me sostuvo con precaución, colocando una mano en mi espalda para mantenerme equilibrada—. ¿Estás bien?

  
Uhm, sí, lo siento, creo...creo que me levanté demasiado rápido —hipoteticé justo antes de ver pequeños destellos luminosos en el centro de mi campo visual.


—Ten cuidado, sostente de mí —indicó él, mientras yo parpadeaba repetidamente para intentar aclarar mi vista —. ¿Estás segura de que estás bien?


—No —confesé, advirtiendo como se extendía un dolor a un lado de mi cabeza—. Auch.

 
—¿Qué sucede...?

 
—Descuida —me apoyé en su antebrazo, sintiendo hormigueo en los dedos y cerrando los ojos al notar puntos ciegos en mi visión.

 
—Estás pálida.

 
—No es nada, sólo...sufro de migrañas —le expliqué, porque aunque lo había logrado controlar por un tiempo, no me olvidaba de los síntomas—. ¿Podrías llamar a Jeongguk por mí, por favor?
















































( 10 de mayo, 2019
19:02 pm )

JEON JEONGGUK
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NO ME GUSTÓ ENCONTRAR a Jimin tan condenadamente cerca de Haye cuando atravesé la puerta del estudio. Él definitivamente no tenía que tocarla para asegurarse de que estuviera bien, pero...por supuesto que no dije nada al respecto. Me mordí la lengua porque no era el momento de actuar como un idiota posesivo y celoso, mucho menos cuando Haye no se sentía bien, así que me enfoqué en lo que era importante: ella.

  
Jimin se apartó de Haye en cuanto advirtió mi presencia y yo no me tardé en ocupar su lugar. Sabía que Haye no estaba precisamente contenta conmigo ahora mismo, pero si no me quería cerca, entonces iba a tener que aguantarse.


—¿Qué pasó, mh? —Haye estaba sentada en una silla y yo me puse en cuclillas frente a ella, estaba algo pálida. Ella me pidió que le trajera triptanes para el dolor, el cual al parecer eran un medicamento para las migrañas, así que supuse que se trataba de eso, ayer le había ocurrido algo similar—. ¿Te sientes muy mal?

  
Ella negó. —No, ya...ya me siento mejor —dijo y yo suspiré con alivio, eso era bueno—. Sólo me duele un poco la cabeza.

 
—Te traje lo que me pediste —informé, tomando sus manos entre las mías—. ¿Segura que te sientes bien? ¿No quieres ir al médico? Ayer también tuviste dolor de cabeza.


—No, no es para tanto, creo que sólo necesito descansar un poco. Me sentiré mejor en casa.

  
Quería que la viera un médico, pero trataría de convencerla cuando estuviéramos solos porque Haye podía ser muy cabezota cuando se lo proponía.


—Está bien, déjame buscar tus cosas.

  
Avisé, poniéndome de pie para caminar en dirección a Jimin. No quería sentirme receloso a su alrededor, pero ahora mismo me sentía de esa forma, ¿qué mierda me pasaba? Era mi amigo.

   
—Toma, aquí tienes —me dijo, entregándome el bolso de Haye ya preparado—. Haye me contó que tiene migrañas con aura, pueden llegar a ser peligrosas algunas veces, especialmente si está sola, así que procura que no siga estresándose tanto —me aconsejó en voz baja, solo para nosotros dos—. Mi mamá sufría de lo mismo, trata de que no siga pasando esos malos ratos...


—Descuida, tú no te preocupes, yo la cuidaré.

  
Jimin puso sus ojos en blanco. —Sabes lo que me refiero.

  
Sí, lo sabía, pero tampoco era como si yo quisiera que estas cosas ocurrieran. Si pudiera evitarle a Haye todos estos malos ratos, lo haría. Quería que estuviéramos bien, los dos, pero había algunas cosas que no podía evitar. El incidente de hoy, sin embargo, sí pude evitarlo, no lo hice por miedo, pero no cometería el mismo error.

  
Gracias por cuidarla —Fue todo lo que dije, colgando su bolso de mi hombro para volver con ella.

  
Durante todo el camino a casa, Haye no dijo mucho, de hecho, se quedó dormida tan pronto su cabeza se presionó contra la ventanilla. Pensé que tal vez era lo mejor, tenía que descansar y yo no iba a obligarla a hablar de lo sucedido en su condición. Al menos había recurrido a mí, eso era algo.


—¿Quieres que llame a Seulgi y le diga que pospongamos lo de hoy? —Le sugerí a Haye al verla caminar como un zombie hasta la sala, arrastrando perezosamente sus pies.

  
Ella bostezó escandalosamente, llenando sus ojos de lágrimas en el proceso.


—No, está bien —sostuvo, volviendo a bostezar—. Ya me siento mejor, sólo estoy algo cansada. Necesito una ducha para despertar...ew, me veo fatal.


Haye hizo un gesto de disgusto al ver su reflejo en el espejo del salón. No se veía fatal, estaba preciosa, sólo algo despeinada. Ella aún llevaba su maillot y la falda de gasa que utilizaba para sus prácticas así que supuse que no se dio una ducha en casa de Jimin.

 
—No es cierto —rebatí, rodeando su muñeca con delicadeza para girarla hacia mí—. Estás muy bonita.

 
Su mirada se elevó y mi corazón dio un vuelco al encontrarse con la suya. No soportaba verla molesta, no quería que estuviéramos así, necesitaba arreglar esto.

  
—¿Podemos conversar ahora? —pedí, sonando casi como si le estuviera suplicando...tal vez lo hacía—. No quiero que este día quede empañado por esto.

  
Debía ser un día especial para ambos, rodeados de amigos y familia; no quería que Sowon arruinara también eso.


—¿Quieres seguir hablando sobre ello? ¿Tienes algo más que agregar? —cuestionó, y yo por un segundo me quedé mudo con su dureza—, porque...te creo, ¿de acuerdo? Confío en que no tenías malas intenciones al ocultármelo.


¿Qué?


—Aunque espero que no vuelva a repetirse. Y hablo en serio, Jeongguk...no quiero que vuelvas a ocultarme nada.


—¿No estás...molesta? —dudé, no quería que lo estuviera, pero...mierda, creo que estaba esperando que me castigara con su desdén o algo parecido.


Haye inhaló profundamente y dejó escapar un suspiro profundo. —Vamos a tener cien batallas más que pelear, creo...que debemos elegir las que son importantes. Esta no lo es. No me gustó enterarme de esa manera, pero no quiero que estemos así. No me importa lo que diga Sowon, confío en ti. Y aunque creo que no hiciste nada de bien al no contarme, también entiendo porqué no lo hiciste.


Oh.

Oh.


Estaba listo para pedir disculpas hasta el cansancio, Haye había alzado sus muros antes, pero al parecer darle su espacio había sido bueno. Supongo que en aquel momento estaba demasiado herida y molesta para tratar de entender, pero ahora...no me estaba apartando, eso me hizo endemoniadamente feliz.


—Tú siempre eres muy comprensivo conmigo, incluso cuando meto la pata —agregó—. Mereces que yo lo sea también contigo.


—Realmente lo siento —repetí, abrazándola estrechamente, sintiendo que volvía a respirar cuando sus brazos rodearon mi cuerpo—. Esto no se volverá a repetir, te lo juro, a partir de ahora te lo diré todo, ¿de acuerdo?

Haye asintió, apoyando su mejilla en mi pecho y buscando refugio en mi calor. No cometería más errores. Le contaría todo, no le daría motivos para desconfiar nunca más, lo que significaba que...


—Hay algo más que tengo que decirte —confesé, lo que provocó que ella inclinara ligeramente la cabeza hacia atrás—. Es...uhm, importante.

  
—¿Qué es? —preguntó de inmediato, notando su tensión.

  
—No es sobre nosotros —aclaré y ella suspiró—. Pero es un tema algo delicado, no creo que debamos discutirlo ahora, no tenemos mucho tiempo.


—¿Es algo malo? —preguntó con preocupación.

  
Negué, no era bueno, pero no quería que se estuviera comiendo la cabeza toda la tarde hasta que pudiéramos hablar sobre ello.


—No te preocupes —tal vez ni siquiera era verdad, pensé para mis adentros—. Habláremos de eso después, ¿de acuerdo?


Tomé su rostro entre mis manos con ternura y le di un suave beso en la frente. No había pasado mucho tiempo, pero extrañaba su cercanía.


La suavidad de su piel bajo mis palmas me recordó de inmediato la calidez de su ser. Cerré los ojos por un instante, absorbiendo la familiar fragancia de su cabello y la sensación reconfortante de tenerla cerca. En ese breve instante, todo parecía cobrar sentido de nuevo, como si el mundo encontrara su armonía al tenerla entre mis brazos.
 

—¿Por qué eres tan linda, mh? —presioné sus mejillas, abultándolas y besando sus labios cuando estos se vieron como los de un pececito.

 
Auch, oye, cuidado —se rió, liberando su rostro de mi agarre—. Estoy hecha un desastre, tengo que darme una ducha. ¿Vendrás conmigo? —preguntó con timidez, adquiriendo un tono rosado en sus mejillas en lo que hacía esa inesperada propuesta.

  
¿Había escuchado bien?

  
Esa definitivamente fue una invitación. —Espera, ¿me lo repites? Creo que ya estoy alucinando.


—Ya —exhaló con impaciencia—. No te pases, sólo...es una ducha.


Claro.
Ni ella creía eso.

  
Seguro —acepté, sin poder contener una sonrisa burlona—. Sólo una ducha...

 
—Ugh, olvídalo —resopló, virando sus ojos—. No dije nada, yo haré lo mío, tú haz lo que sea que...

  
No, no iba a retractarse. Interrumpí su sugerencia besándola en la boca, tragándome su inminente protesta y afianzando mis manos en la parte trasera de sus muslos, alzándola para que ella pudiera envolver sus piernas alrededor de mi cintura. Así estaba mucho mejor.


—Déjame bajar, déjame...—rió, agarrándose con firmeza a mis hombros cuando, en nuestro camino hacia el baño, me tropecé con la alfombra—. ¡Suelta! ¡Te vas a caer...ten cuidado! ¡Ay, por favor! ¿Acaso no sabes caminar?

  
A pesar de sus protestas, no dejé que sus pies tocaran el suelo hasta que llegamos a nuestro destino. No podía proponerme cosas como ducharnos juntos y luego pedirme que lo olvidara.

  
—Hombre, sí que eres bruto —se quejó, arreglando su faldita—. ¿No oíste que...?

  
—Tenemos prisa, muñequita —indiqué, quitándome la camiseta por encima de la cabeza—. Quítate la ropa.


Los ojos de Haye se abrieron grandes cuando mis manos estuvieron en la cinturilla de mis pantalones, y rápidamente me hizo un gesto para que no me los quitara.


—¿Qué?


—Sólo...vamos a ducharnos —reiteró—. No intentes nada.

  
Sonreí ante su inofensiva tono de advertencia, Haye me daba demasiado crédito.


—Sólo vamos a ducharnos —repetí obedientemente—, pero desnúdate, digo...apresúrate.


Haye puso sus ojos en blancos ante mi inofensiva broma y luego ordenó: —Voltéate.


—¿Qué? —me reí—. ¿En serio? Preciosa, he hecho más que sólo verte desnuda...


Cállate.


—¿Por qué estás tan tímida? ¿Quieres que yo te quite la ropa? —jugué, colocando mi mano en su cintura para atraerla hacia mí.

  
—No —refunfuñó, poniendo una de sus manos en mi pecho—. Estoy toda sucia, déjame entrar primero...

 
—¿Y eso qué? No me...—Haye hizo que me diera la media vuelta, obligándome a darle la espalda—. ¿Estás jugando?


—Cuenta hasta ciento veinte —me ordenó, y pude percibir cómo rápidamente comenzaba a desvestirse a mis espaldas—. Luego puedes meterte. ¡No seas tramposo, no cuentes tan rápido!

  
Ella me reprendió cuando empecé a contar casi cinco números por segundo, aunque tampoco le hice mucho caso. Haye dejó correr el agua mientras yo comenzaba a quitarme la ropa, y ella ajustaba la temperatura. No conté una mierda, simplemente entré en la ducha una vez estuve seguro de que ella ya estaba dentro.

  
Mierda —gruñí cuando me salpicó el primer chorro de agua—. Haye, ¿qué carajos? Tienes el agua hirviendo.


—No seas exagerado, está tibia. ¡Oye! —cubrió sus pechos con su brazo y se medio giró para verme—. ¡Ni siquiera contaste hasta cincuenta!


Por supuesto que no.


La idea de tener a Haye desnuda y enjabonada me ponía....impaciente, entre otras cosas.

   
—Claro, tibia...en la escala del infierno —murmuré, ignorando su reclamo y presionándome a su cuerpo por la espalda, esforzándome por adaptarme a las altas temperaturas del agua sólo para poder tocarla.


Cuidadito —advirtió cuando envolví uno de mis brazos alrededor de su cintura.


—Sólo quiero abrazarte.

 
—No te creo —acusó, adivinado mis intenciones.

  
Sonreí a sus espaldas y presioné un pequeño beso en su hombro desnudo. —Déjame ayudarte.

    
Dije que cuidaría de Haye, y ayudarla a darse una ducha, entraba en mi definición de cuidar. Nunca había lavado el cabello de ninguna chica, pero estaba seguro de que no había forma de hacerlo mal, aunque sí me tomó mucho tiempo, entre hacer la espuma con el champú, masajear su cuero cabelludo y luego enjuagarlo por completo, me tardé más de lo que creí...Haye tenía el cabello jodidamente largo.

  
—No es bueno lavarse el cabello con agua tan caliente, te vas a quedar pelona—le mencioné, terminando de enjuagar el acondicionador—. Seulgi me lo dijo.

 
—Puede ser —se rió—. ¿No me querrás si me quedo pelona, mh?

  
Preguntó, echando su cabeza hacia atrás y dejándola descansar en mi hombro. —¿Bromeas? Estaba pensando en que cuando tenga que raparme para el servicio, tú te raparas conmigo. Ya sabes, para ser una poderosa pareja calva. Metas.

 
—¿Qué pasa? ¿Acaso te afectó el vapor de la habitación?

  
—Sí, culpa de tu ducha infernal —rezongué—. Ya es mi turno.

  
Necesitaba las manos de Hayes en mí, aunque fuera sólo en mi cabello...por ahora. Ella se volteó, permitiéndome ver finalmente el resto de su desnudez, y así como mis ojos se deleitaron con la vista, examinándola descaradamente, los suyos hicieron lo mismo, aunque con más sutileza...al menos hasta que se detuvieron en esa parte de mi anatomía que requería un poco de su atención. En mi defensa, era el efecto que Haye tenía en mí.

  
Haye se puso aún más roja y me regaló una mirada de "¿es en serio?".


¿Qué? Oye, no es como si pudiera controlarlo.

  
—Voltéate —ordenó, toda ruborizada antes de comenzar a hacer su magia en mi cabello. Era relajante, tener a alguien lavándote el cabello se sentía bien. Íbamos a ducharnos siempre juntos de ahora en adelante.

  
Después de enjuagar mi cabello, Haye comenzó a frotar su cuerpo con la esponja, y aunque tenía que hacer lo mismo, no pude evitar admirarla mientras ella hacía su trabajo.

  
Mis ojos siguieron la curva de su columna, la forma saludable de su trasero, sus piernas...mierda, en verdad amaba sus piernas, podía tomarme todo el tiempo del mundo para contemplarla en su totalidad. Quería hacer mucho más que sólo contemplarla, pero mi chica estaba siendo difícil.

  
Hubo unos breves momentos de silencio, ambos intercambiamos la barra de jabón y nos ayudamos mutuamente a fregar los lugares a los que no podíamos llegar, lo cual fue un poco complicado porque a Haye todo le daba cosquillas...eso volvía el proceso un poco lento, pero divertido. Me gustaba ver cómo se retorcía y hacía esfuerzos para mantenerse quieta.

 
—¡Por Dios, Haye, si ni siquiera te toqué!

 
—¡Me tocaste! —acusó en una carcajada—. Hazlo rápido, si lo haces suave me dan cosquillas.

  
—Todo te da cosquillas, ven aquí —la tiré contra mí y terminé de pasar la esponja por sus hombros, descendiendo por sus brazos y regresando hacia arriba, pasándola por sus clavículas y reconsiderando seriamente si descender o no por sus pechos.

  
Digo, quería, pero era un hombre débil, ya estaba muy afectado por el hecho de tener a Haye desnuda aquí conmigo, además...también era codicioso, si tocaba esos perfectos pechos, iba a querer más. Y no estaba seguro de si Haye ahora mismo iba a permitirme tener más.

 
—Yo continúo —dijo, quitándome la esponja de la mano, aún con rastros de esa sonrisa divertida provocada por las cosquillas—. O vamos a estar aquí toda la noche —se lamentó, pasando despreocupadamente la esponja por la parte de su cuerpo causante de mi dilema, y creo...que ver a Haye pasar su mano por sus pechos tuvo un efecto similar, o peor, que él que hubiera tenido si yo los hubiese tocado.

  
Estaba más caliente que un hijo de puta, necesitaba urgentemente una ducha con agua fría, con hielos.

 
—¿Qué? —preguntó, ajena a todos los sucios pensamientos que estaban cruzando ahora mismo por mi cabeza—. ¿Ya estás...?

  
Haye había estado tratando de ignorar mi evidente problema allá abajo, pero su mirada seguía desviándose hacia ese lugar, por supuesto que le daba curiosidad.


—¿Eso...? ¿Eso te duele? —curioseó finalmente, volviendo a mirar mis ojos como si quisiera distraerse de lo demás.


—Me dolerá menos si dejas que te bese —comenté más como una broma que como otra cosa, sin embargo, Haye lo tomó muy en serio.
 

Ella se elevó ligeramente en sus puntas y presionó dulcemente su boca sobre la mía, en un beso suave y más bien romántico, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello. Me gustaba cuando los besos de Haye tenían su esencia, cuando eran tan...ella, pero ambos estábamos desnudos y creo que también ella era consciente de que la inocencia del beso se desvanecería más pronto que tarde. Disfruté cómo las emociones entre nosotros fluían y sólo profundicé el beso cuando Haye gimió sobre mi boca.


Moví mis labios, buscando sentir un poco más de su sabor, un poco más de ella, y cerré mis manos en su cadera, pegándola a mí. Haye enterró sus dedos en mi cabello y yo empecé a deslizar mi boca hacia abajo, deteniéndome en ese punto en su cuello donde podía sentir sus latidos.  


Haye soltó un suspiro tembloroso y en el calor del momento, me permitió empujar su espalda contra la pared. Ella trató de decir algo, pero se calló a sí misma, mordiendo su labio inferior cuando sintió mi mano deslizarse por el interior de su muslo.

  
—Uhm, Jeon...Jeongguk, ¿qué estás...? —balbuceó, y yo enredé mi mano en su cabello, inclinando más su cabeza hacia un lado para tener un mejor acceso a la suave y húmeda piel de su cuello.

  
Haye se estremeció bajo mi tacto y esa involuntaria reacción hizo que mi pene se sacudiera con necesidad, el calor se acumuló en la boca de mi estómago a un ritmo peligroso e instintivamente agarré su cadera con fuerza.


—Tenemos que estar listos en...ah, espera —jadeó cuando toqué entre sus muslos, cerrando sus ojos mientras su cabeza se alzaba de golpe. Haye trató de presionar sus piernas juntas, pero las separé a la fuerza con mi rodilla.

  
—No llegáremos tarde —juré, sintiendo su aliento caliente contra mis labios. Al menos, no tan tarde.

  
No le di tiempo de rechistar, volví a cubrir su boca con la mía en el mismo segundo, besándola con desesperada necesidad. No moví mi mano de su sexo y ella se apretó contra esta cuando metí mi lengua dentro de su boca, saboreándola íntimamente. Me gustaba cómo de receptiva Haye se había vuelto, ella respondía a mi tacto y a mi cuerpo, y ya no se reprimía. Su respiración se volvía más y más irregular cada vez que se frotaba contra mi mano, y no pude evitar sonreír contra sus labios por la forma en la que los papeles acababan de invertirse.

 
—¿Quién está necesitada ahora, mh? —susurré, hundiendo la punta de mi dedo corazón en su centro caliente y palpitante—. ¿Eso...te duele? —repetí su pregunta, haciéndola respirar bruscamente al mover mi dedo.

  
Haye enterró sus uñas en mis hombros, gimiendo cuando deslicé dos dedos por su sexo. Mi corazón dio un vuelco y tuve que utilizar todo mi autocontrol para contenerme y no enterrarme profundamente en ella cuando comenzó a moverse frenéticamente contra mi mano, buscando más fricción.

  
La besé con fuerza, en un contraste a la manera lenta en la que movía mis dedos dentro y fuera de su caliente estrechez. Froté su clítoris en círculos con la presión justa para que comenzara a apretarse contra mis dedos y ella soltó un suspiro caliente y tembloroso en mis labios. Haye se estremecía y reaccionaba de una manera que fácilmente podía hacer que me corriera sin siquiera tocarme, me lo ponía difícil, pero disfrutaba cada maldito segundo...y es que me encantaba ver como se deshacía en mis manos incluso con la más superficial de las caricias.

 
—Bi...bien —gimoteó dificultosamente, presionando a la perfección todo su cuerpo contra el mío—. Tú...tú ganas, por favor...

  
Por supuesto que ganaba, pero no estábamos terminando esto aún. —Aún no hago ni la mitad de las cosas que quiero hacerte, mi dulce...dulce Haye —susurré en su oído, pasando mi nariz por la línea de su mandíbula, embriagándome con su aroma natural.


Jeongguk —jadeó, con suaves sollozos brotando de su boca cuando mis labios se cerraron en torno al pequeño montículo en su pecho, acelerando al mismo tiempo el movimiento entre sus piernas—. Ah...por favor...por favor, puedes hacer todos esas otras cosas cuando regresemos, sólo...


Prometió con desesperación, completamente sumida en las sensaciones de su propio cuerpo. Sus palabras sin lugar a dudas sonaban prometedoras. Me gustaba tomarme mi tiempo con Haye, disfrutaba prepararla y tomarla sin ninguna prisa. Así habían sido la mayoría de nuestros encuentros hasta ahora, pero apenas llevábamos unos días de casados.


Te necesito, ahora —musitó, tomándome en su mano.

  
Haye apenas rozó su pulgar en mi glande y yo sentí una corriente eléctrica recorrerme toda la columna. No podía hacer eso, a pesar de que malditamente lo necesitaba. Iba a tomar su oferta, le daría lo que necesitaba, pero me haría cargo de mi problema luego.

 
Haye movió su mano por mi pene con cierta inseguridad, calentando cada célula de mi cuerpo y provocándome querer envolver mi mano alrededor de la suya para guiarla de la manera en la que lo quería, sin embargo, dejé que lo hiciera a su ritmo. No interferí, pero cuando comencé a acelerar el movimiento de mi palma contra el dulce punto entre sus piernas, inconscientemente ella ejerció más presión en mi eje, enviando un delicioso cosquilleo hasta la punta de mis pies.


—Jeongguk...


—Descuida, te daré lo que quieres —prometí, con el corazón latiéndome jodidamente rápido al imaginar cómo se sentiría reemplazar mis dedos con esa parte de mi cuerpo que tanto la necesitaba.

 
—No —ella sacudió su cabeza, tratando de detener el movimiento de mi mano—. No eso...te quiero a ti...te necesito a ti.

 
También la necesitaba, pero...ah, mierda. —No puedo...

  
Hundí mi rostro en el hueco de su cuello y quise protestar cuando ella dejó de tocarme. —¿No puedes...? Sí que puedes —contrarió, esta vez mirando sin nada de pudor mi prominente erección. Bueno, no me refería eso.


—No tengo reservas de condones en toda la casa, preciosa —expliqué con arrepentimiento, porque considerando el hecho de que quería hacerle el amor en cada maldito rincón de esta casa...probablemente debería.

 
—Pero...—ella alzó su rostro, mirándome a través de sus pestañas húmedas—. Puedes...sacarlo antes.

 
Infiernos.
No me estaba pidiendo eso.

  
De ninguna maldita manera, la correcta Haye no me estaba pidiendo que la follara sin condón. La necesidad seguramente me tenía alucinando cosas.

  
—No hagas eso —supliqué, agitándome cuando Haye volvió a mover su mano a lo largo de mi longitud, esta vez decidida.

 
—Está bien —aseguró, como si estuviera muy confiada en lo que decía—. No es como...si fuéramos a hacer un bebé o algo —escogió palabras demasiado Haye para explicarse...no, definitivamente no íbamos a hacer un bebé—. Podemos hacerlo así.

 
—No creo que...ah, se siente bien, por favor...sigue haciendo eso —me desconcentré, apoyando mi frente en la suya cuando ella comenzó a mover su mano con más presión y fuerza—. Mierda, Haye, ¿estás segura?

 
Ella asintió con determinación, como si supiera algo que yo no...y probablemente era así, Haye conocía su cuerpo, entendía cosas que yo no, y juraría haberla visto sacar cuentas en su cabeza antes de sugerir seguir por ese camino.

 
—Quiero sentirte así —expresó, abrazándose de mi cuello y mirándome con ojos brillosos. Tan hermosa. Al diablo, no era como si no hubiese estado obsesionándome con volver a enterrarme en ella sin un jodido condón. También quería sentirla así, malditamente lo necesitaba.

  
Levanté una de sus piernas a la altura de mi cadera y envolví mi brazo alrededor de su cintura para mantenerla cerca. Haye movió su cadera, presionándose contra mi erección y yo me deslicé entre sus pliegues, tentando su entrada antes de cubrir su boca con la mía y hundirme lentamente en su estrecha calidez.

 
Sus paredes me apretaron de una manera tan condenadamente deliciosa que por un segundo me olvidé de cómo carajos existir. Esto era bueno...demasiado bueno. ¿Cómo demonios era posible que se sintiera así de bien? No iba a querer volver a hacerle el amor con un condón nunca. Se sentía más caliente de esta forma, más húmedo y más resbaladizo sin nada entremedio de nosotros, era un millón de veces mejor...no había nada con qué pudiera compararlo, pero era más íntimo, más personal, podía sentirla por completo ahora y era como estar tocando el jodido cielo.

  
Sus pechos suaves se frotaron contra mí, y el ver su rostro sonrojado y labios entreabiertos, me desarmó. La intensidad de mis emociones y sentimientos por Haye me abrumaron por un instante, esto era diferente, se sentía increíblemente bien, pero era mucho más que sólo eso. Me sentía conectado a ella, como si nuestra piel entrelazada significara no sólo la unión de nuestros cuerpos, sino de todo lo que nos convertía en nosotros. Nunca había sentido nada ni remotamente similar por nadie más, ni siquiera podía tratar de expresarlo en palabras, pero sabía que ella sentía lo que yo sentía, pensaba lo que yo pensaba, y me amaba como yo la amaba, esa...era una certeza que nunca había experimentado antes.

  
Me deslicé por completo en su interior y Haye afianzó su agarré en mí, ella dio un pequeño respingo con el primer empuje y yo sentí como se estiraba para recibirme, y a pesar de lo mucho que quería bombear dentro de ella con abandono, me contuve, manteniéndome muy quieto por un instante, dándole tiempo a su cuerpo para acostumbrarse a mi intrusión. Sus paredes seguían apretándome como la primera vez, eso me recordaba que tenía que ser paciente y cuidadoso, no quería lastimarla.

 
La nariz de Haye rozó la mía y yo presioné fugazmente un beso en sus dulces labios, dándome el permiso de finalmente moverme en su interior cuando ella sacudió deliberadamente sus caderas contra las mías.

  
—Es...se siente...diferente —jadeó, frunciendo ligeramente su ceño con ese buen tipo de dolor, moviendo sus caderas para encontrarse con el empuje de las mías.

  
—Te sientes increíble —murmuré, escondiendo mi rostro en su cuello—. Tan...perfecta. Nunca había sido tan bueno.

  
Haye lloriqueó y soltó esos melodiosos ruiditos de necesidad que le avergonzaban y que a mí tanto me gustaban cuando pasé mi lengua por ese punto palpitante en su cuello; mordí, lamí, besé su sensible piel, y embestí hasta el fondo dentro de ella cuando sus dulces gemidos comenzaron a resonar por toda la habitación.

  
No iba a durar mucho, podía sentir a Haye en cada rincón de mi cuerpo y cada vez que sus caderas iban al encuentro de las mías, la exquisita sensación de hormigueo se extendía por cada nervio, era imposible ignorar lo jodidamente bien que se sentía en todas partes, pero no iba a acabar sin darle su liberación antes. O eso esperaba.

 
Cerré mis ojos, tratando de enviar lejos el pensamiento de enterrar mis dedos en la delicada piel de su cadera y moverme en su interior cómo realmente quería hacerlo: duro y rápido. Necesitaba conseguir un poco de control, pero era difícil cuando tenía a Haye suplicándome que hiciera justo lo contrario.

  
—No...no, por favor, no te detengas —lloriqueó, moviéndose desesperadamente contra mí al ritmo en el que ella me necesitaba—. Jeongguk, por favor...

  
Mi dulce y pudorosa Haye desaparecía cuando estaba de este modo, había dejado de reprimirse en algún punto y eso me ponía endemoniadamente feliz, pero...maldita sea, sí que me lo ponía difícil.

 
—Preciosa, necesito...necesito un segundo —o iba a correrme ahora.

 
Haye levantó más su rodilla, abriéndose más para mí y yo apreté mis dientes porque la sola imagen fue una estimulación casi insoportable. A la mierda. Alcancé su pequeña mano que se encontraba firmemente aferrada a mi hombro y la llevé hasta el espacio entre sus piernas en donde se unían nuestros sexos. Haye se tensó inmediatamente.

 
—¿Qué...?

 
—Tócate —indiqué, moviéndome en su estrechez en un ritmo agonizantemente lento, tratando de retrasar el inminente orgasmo—. Hazlo. Sabes lo que necesitas.

 
Pero...yo no...no sé...

 
—Hazlo como yo lo haría —guié, sintiendo un calor sofocante expandirse en mi pecho—. Por favor...quiero verlo.

 
Haye tragó en seco y asintió dubitativamente, como si en realidad pensara que pudiera hacerlo mal. No podía, pero ella misma iba a averiguarlo. Puse mi antebrazo debajo de su rodilla y alcé su pierna un poco más, teniendo una vista perfecta de cómo nuestros cuerpos se unían. Perfecto. Me enterré en su calor, observando como me perdía en ella y casi no lo soporté, carajo, la imagen era...para volar mentes, pero si a eso le agregábamos lo caliente que era ver a Haye descubrir el placer que ella misma podía otorgarse...era simplemente más de lo que podía soportar.

  
Los movimientos de su mano fueron tímidos y vacilantes al principio, como si ella estuviese tocando una parte ajena a sí, aunque podía ver y sentir que le gustaba por las reacciones involuntarias de su propio cuerpo: por la manera en la que suaves suspiros temblorosos escapaban de sus labios y la manera en la que su centro se contraía a mi alrededor. Le gustaba, pero no se permitió demostrarlo paladinamente hasta que me escuchó decirle lo caliente que me ponía verla tocándose de esa manera.

  
Apreté su culo entre mis manos y me hundí hasta el fondo, con su húmedo calor rozándose contra mí y la sangre bombeando a través de mi pene. Repetí esta acción y vi cómo Haye comenzaba a frotarse de la forma en la que realmente lo necesitaba, apoyé mi frente en su hombro y cerré los ojos porque verla haciéndose eso por un segundo más iba a enviarme derechito al precipicio.

  
En este punto simplemente no podía seguir frenándolo, escuché a Haye gemir y lloriquear con necesidad mientras sus paredes se apretaban contra mí. Me enterré profundo en su calor, embistiendo frenéticamente, perdiéndome por completo en ella. No podía pensar, sentir ni ver más allá de Haye.


No podía frenar los temblores extendidos por mi cuerpo, los movimientos de mis caderas se volvieron erráticos y apreté mis dientes, necesitaba...carajo, Haye hundió su rostro en mi pecho, ahogando su grito en lo que su cuerpo alcanzaba su ansiado orgasmo. Sus caderas se sacudieron con pequeños espasmos y sentí su centro palpitar, volví a empujar en su interior mecánicamente, en busca de esa misma liberación hasta que su pequeño y apretado sexo comenzó a apretar mi pene. Me retiré de su interior y ni siquiera tuve que terminar el trabajo, mi liberación cubrió sus muslos inmediatamente después de salir de ella.


El orgasmo me golpeó con tanta fuerza que sentí todo mi cuerpo débil, mantuve mi rostro oculto en el hombro de Haye y sentí como si ambos estuviésemos aferrándonos el uno al otro. Mi corazón latía rápido y seguía sintiendo las repercusiones de ese orgasmo en todas partes.

  
Envolví a Haye con más fuerza, atrayéndola a mi pecho y presionando un beso en su mejilla.


—Te amo —presioné otro beso, uno más ruidoso—. Te amo tanto. Eso fue...mierda, Haye...tan...tan perfecto.

  
Ahora que entendía de que se trataba todo el escándalo, lo quería otra vez, y otra vez...aunque era muy consciente de que las probabilidades de que volviera a ocurrir eran tremendamente bajas, sabía que no podíamos ser así de descuidados, las consecuencias podían ser malas...desgraciadamente siempre había un precio que pagar por algo que se sentía así de bien.

  
—Mhh, me siento marcada —señaló en voz baja, con una pequeña sonrisa divertida tocando sus labios en lo que miraba hacia abajo en sus piernas.


Había querido hacer eso antes, pero el no saber cómo se sentiría Haye al respecto, había estado frenándome...no creía que fuese a volver a frenarme, a ella no parecía molestarle en lo absoluto.


Tomé su precioso rostro entre mis manos y lo alcé para poder cubrir su boca con la mía en un beso mucho menos desenfrenado y mucho más gentil. Ella me respondió con cierta torpeza, entrelazando sus dedos en mi cabello.


También te amo —musitó en medio del beso, rozando tiernamente su nariz con la mía—. Y creo...que estamos desperdiciando un montón de agua.


Haye tenía las preocupaciones más aleatorias incluso en momentos como estos, eso me hizo sonreír y querer llenarla de besos.


—Sí...anda, déjame limpiarte —le indiqué, porque mi liberación seguía deslizándose por sus piernas, y por entre sus piernas, lo cual me alarmó un poco, al menos por un instante, porque no había acabado en ella, estaba seguro de eso, aunque...prefería prevenir—. ¿Crees...que deberíamos tomar otras precauciones?

  
Haye permitió que lavara los restos de mi corrida de sus muslos, pero evitó verme mientras hacía el trabajo. Cuando ya no estábamos locos con necesidad, Haye volvía a ponerse toda tímida con cosas como esas.


—No creo que...uhm, haya sucedido nada, pero...sí, tal vez deberíamos —replicó.


—¿Y cómo puedes saber eso? —tenía cosas que entender, así que esperé su respuesta mientras apagaba la ducha y alcanzaba una toalla para cubrir su húmedo cuerpo.


Haye terminó por envolverse con la toalla y se aseguró de que esta estuviera firme a su alrededor. —¿Quieres que te explique el ciclo de una mujer? —preguntó con una sonrisa.


—Eh...sí, ilumíname.


—Bueno, no puedo saberlo con total seguridad, pero...es que hay días en el ciclo que las probabilidades de...ya sabes, hacer bebés es más alta que otros. También hay otros días que es muy poco probable...

   
—¿Como hoy? —pregunté y ella asintió—. ¿Y mañana?


—No te emociones —se burló—. Dije poco probable, no imposible.


—Haye...esa información vale oro —bromeé, quitando el exceso de humedad de mi cabello con una toalla—. ¿Quieres que seque tu pelo? Ya sé hacerlo bien.


—¿Ah, sí? ¿Estuviste practicando?


—Vi un vídeo en youtube.


—¿Viste...? —sus ojos se alzaron y ella hizo un adorable puchero—. Ay, ¿por qué eres tan lindo?


—Porque no quiero que me dejes —jugué.


Hayé rodeó mi cuello con sus brazos y presionó pequeños besos por todo mi rostro. —Yo nunca te dejaría —juró, apretando fuertemente mis cachetes antes de darme un último beso en los labios—. Estás atrapado conmigo.


—Felizmente atrapado.


—Eso no suena mejorse rió—. Oye, ¿no has pensado en pintarte el cabello? —dijo de la nada, haciéndose hacia atrás para verme desde un mejor ángulo—. Te verías muy, muuuuy guapo.


—¿No me veo guapo así? —enarqué una de mis cejas, falsamente ofendido.

  
—Guarda esa falsa modestia conmigo, sabes muy bien que eres irritablemente atractivo.


—Gracias.


—Pero con el cabello verde te verías...


—¡¿Verde?!


—¡No! —se retractó—. ¡Cereza!


—¿Cereza? —rechacé con la expresión en mi rostro—. ¿De dónde salió eso, eh?


—Quiero pintarme el cabello —sacó a relucir su labio inferior en un manipulador puchero—. Hazlo conmigo, ¿sí?

   
—¿Por qué yo? Seulgi siempre se está pintando el cabello, dile a ella.


—Porque ya te visualicé con el cabello cereza —dijo obstinadamente—. Anda...si haces eso por mí, yo haré algo por ti.


—Me manipulas —acusé—. Me gusta. De acuerdo, pero no puedes retractarte luego.


—¡¿En serio?! —chilló emocionada, con una resplandeciente sonrisa rompiendo en su rostro—. ¿Así de fácil?


—¿Alguna vez he sido algo, además de fácil, contigo?


No podía decirle que no. Iba a terminar cediendo incluso si ella no me prometía nada a cambio, pero ahora al menos podía utilizar eso a mi favor.


—Haces que mi corazón haga cosas muy raras —me confesó con encanto, abrazándome con mucha fuerza, yo la estreché entre mis brazos con la misma efusividad—. Me gusta esto, pero...creo que ya deberíamos de prepararnos.

 
—Es nuestra fiesta, Haye, no empezarán sin nosotros.

 
—Sí...bueno, yo no estaría tan segura de eso.














































10 DE MAYO, 2019
21:43 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫


ME DOLÍA EL ROSTRO, no podía dejar de sonreír al ver a Haye tan genuinamente feliz después de todos los malos ratos que había pasado a causa de nuestra precipitada decisión. Había sido bastante caótico y dramático, pero a pesar de todo lo ocurrido, incluso esta tarde, finalmente podíamos disfrutar de esto sin ese sentimiento de culpa y esa molesta sensación de que estábamos siendo juzgados.


Por supuesto que los chicos hicieron preguntas, también bromas, uno que otro —namjoon— nos acusó de haber perdido la cabeza, Mingyu seguía ofendido por no haber sido invitado a la boda, Taehyung seguía defendiéndose y diciéndole a papá que él no estaba enterado de nada, blah, blah, blah...pero igualmente, todos estaban aquí, demostrando que a pesar de lo que ellos podían considerar como apropiado, no nos enjuiciaban.

 
Fue una grata sorpresa ver a todos los chicos reunidos, no estábamos todos juntos desde que Jimin regresó, Nam, Jin y Hoseok no estaban viviendo en Seúl, eso dificultaba un poco el vernos, pero me ponía feliz que estuvieran aquí...aunque los pobres no entendían una mierda, nuevamente me demostraban que como amigos siempre estarían aquí para apoyarme...en lo que sea.

 
Ahora mismo se encontraban todos en un grupo, turnándose para contarles las historias más vergonzosas de mi pasado a Haye, quien no dejaba de reírse con cada estupidez que decían.

    
Era reconfortante ver como los chicos se esforzaban por conocerla un poco más y por integrarla con tanta naturalidad, y es que aunque ya se habían conocido antes, nunca habían tenido la oportunidad de interactuar como lo estaban haciendo ahora.

 
Con Yoongi, Jimin, Tae, Yugyeom, Mingyu —y el resto de los chicos— Haye ya estaba familiarizada, por ende, estos estaban más enfocados en comerse todo lo que había en las mesas que en prestarle atención a ella...a nosotros, en realidad.

 
Seulgi hizo los anuncios e invitó a los chicos, pero papá fue quien reservó el restaurante en donde nos encontrábamos, lo cual me parecía un poco demasiado, pero como todos parecían estar encantados, lo aceptaba.


Todo marchaba perfecto, aunque me hubiese gustado que mi hermano estuviese aquí, habría amado poder ver la expresión en su rostro cuando papá le contó que me casé...ah, ese era el hombre más racional, sensato y prudente que conocía, sus neuronas debieron hacer corto circuito al escuchar las buenas nuevas. Podía imaginarlo con un ojo tembloroso, pero bueno...se encontraba fuera del país ahora mismo, así que tendría que esperar para presentarle a Haye.


La divertida sonrisa que se formó en mis labios al imaginar la reacción de mi hermano se desvaneció gradualmente cuando vi atravesar las grandes puertas de la entrada a nada más ni nada menos...que los padres de Haye.


No exageraba cuando decía que el jodido corazón se me detuvo en ese instante. Por un instante creí que la vista me fallaba...pero no. Maldita sea, incluso lo vi pasar todo en cámara lenta.


¿Qué carajos?
¿Qué hacían aquí?

 
Tú los invitaste, me recordó esa irritable vocecita en mi cabeza...y sí, pero...no, es decir, su madre fue bastante obstinada e intransigente, me dejó muy en claro que no tenía intención alguna de venir, acaso esta era otra...un segundo, esto era bueno, ¿no? Tal vez ella había recapacitado o algo, ¿era posible...verdad?

 
Dios, permite que ese sea el caso, por favor, ya basta de torturarme.

   
Haye no se percató de la presencia de sus padres inmediatamente, estaba bastante distraída hablando con los chicos y con mi padre como para prestarle atención a algo más, yo, por otro lado, tuve que ocultar mi desconcierto y tragarme mi nerviosismo para armarme de valor e ir a darles la bienvenida.

 
—No creí que vendrían —farfulló Seulgi entre dientes, alcanzándome en mi camino hacia ellos. Al menos no estaba solo.

 
La madre de Haye se volvía más y más intimidante con cada paso que daba, no tenía cara de querer estar aquí...la expresión en su rostro me recordaba mucho a la de los niños cuando los obligaban a estar en un lugar donde no querían estar, su padre, en cambio, tenía una de esas sonrisas que sencillamente no podías fingir. Era un buen hombre, me daba tranquilidad, pero su esposa me la quitaba.

 
—Señor y señora Bae... vinieron —saludé ineptamente, abofeteándome en mi mente porque seguramente había mil mejores maneras saludar a alguien. Por supuesto que vinieron, geniecillo.

 
Seulgi me dedicó una mirada de "¿Es en serio? ¿Eso es lo mejor que tienes?" justo antes de intervenir.

 
—Que bueno que estén aquí, me alegra muchísimo que sí pudieran venir —los recibió Seulgi, sonriéndoles abiertamente.

 
—No tenía intención de perdérmelo —habló el padre de Haye, manteniendo esa afable sonrisa—. Es un gusto volver a verte, Jeongguk —me tendió la mano y yo temblé, mierda—. Siento que ayer no hayamos podido hablar...

 
—Oh, ahora podrán hablar todo lo que quieran —lo interrumpió Seulgi, evitando que recordáramos cómo resultó ese encuentro—. Adelante, pasen, siéntanse cómodos.

 
—Este lugar es muy...elegante —señaló el padre de Haye, observando con asombro todo a su alrededor.

 
—El padre de Jeongguk reservó el mejor de los restaurantes —presumió felizmente Seulgi, con la mejor de las intenciones, ignorando por completo el desapruebo en la mirada de la señora Bae...a quien definitivamente nada de eso la impresionaba, por el contrario—. ¿Está precioso, no? Y todo está delicioso, me fijé que en el menú estuviera su favorito, sé que le encantan los platillos de...

 
—¿Papá?


Escuché claramente la confusa voz de Haye a mis espaldas, interrumpiendo el alegre parloteo de Seulgi y poniéndome instintivamente en alerta.


Mamá —dijo con extrañeza, pero también con añoranza, y es que a pesar de nuestra conversación de anoche, sabía que ella los quería aquí —. ¿Qué están...? Yo creí que...creí que no vendrían.


—Pensé que debería...deberíamos —replicó su madre, como si por un pequeño instante su dura e impenetrable coraza hubiese dejado de serlo, aunque rápidamente aclaró su garganta y retomó su postura.

 
Era testaruda.

 
—¿Pensaste que volveríamos a Busan sin despedirnos antes? —añadió su padre, estrechándola cariñosamente entre sus brazos.


Oh.
De verdad que él era increíble.


Pude ver como Haye se volvía frágil y vulnerable de manera instantánea al estar en los brazos de su papá, ella se acurrucó en su pecho en el acto, como una respuesta instintiva, y supe entonces cuanto lo necesitaba.

     
Maldita sea.
No quería ser la razón que apartara a sus padres de ella.

   
Me sentía como la mierda sólo de pensarlo, pero ¿qué carajos podía hacer al respecto? ¿Cómo demonios iba a ganarme a su madre? La mujer se negaba incluso a mirarme.

  
—Me hace muy feliz tenerlos aquí —expresó Haye con timidez, como si temiera decir la cosa equivocada—. Yo, uh...en verdad lo aprecio mucho, lo apreciamos —se corrigió, mirándome de reojo—. Y, uhm...creo...creo que deberían de conocer al padre de Jeongguk.

 
—¿Él está aquí? —inquirió su padre, gratamente sorprendido, buscando con la mirada a quien posiblemente pudiese ser mi padre—. Me encantaría conocerlo.

 
A decir verdad, no le costó mucho trabajo hallar a papá, él era el único que vestía ropa exageradamente formal, pues había venido directo desde una reunión con un cliente.

  
—Sí, de hecho, él se encargó de todo esto junto a Seulgi —contó Haye, agradecida—. Es genial...y ustedes tienen muchas cosas en común.

 
Era verdad. Esa noche en el restaurante pude conectar muy bien con el padre de Haye porque a él le interesaban muchas cosas que a mí también me interesaban, la mayoría de estas, fueron gustos adquiridos de papá.


—¿Verdad, Jeongguk? —me preguntó Haye, mirándome con ese precioso brillo en sus ojos.


—Uhh...sí —afirmé, tratando de camuflar mis nervios en una sonrisa—. Mucho en verdad, usted mismo lo comprobará.

 
Mi padre ya tenía su atención puesta sobre nosotros, probablemente tratando de averiguar qué estaba sucediendo así que cuando le hice una sutil seña con mi mano, indicándole que se acercara, él no tardó en hacerlo.

  
La idea de que mi padre conociera a los padres de Haye me provocaba tanta preocupación como alivio. Él sabía tratar con padres, era bueno en eso, pero no estaba seguro de si sabía cómo actuar con una madre que detestaba a su hijo porque pensaba que había arruinado la vida de su hija.

  
Esperaba que sí.

 
No podía decir con certeza cuáles fueron las palabras que Haye utilizó para presentar a mi padre porque sinceramente...por un segundo me puse tan ansioso y nervioso que sentí que comenzaba a desasociar. Sólo podía pensar en lo mucho que me sudaban las manos y lo rápido que me latía el corazón. Eso, hasta que papá me dio un golpe en la espalda y me trajo de regreso a la realidad.

 
—Lo mismo digo, es verdaderamente un placer poder conocerlos, Jeongguk dijo que tal vez no podrían asistir hoy así que esta es una muy grata sorpresa —dijo papá, tan seguro y confiado que sentí envidia, pues ahora mismo tenía el presentimiento de que si decía algo, probablemente me atragantaría con mi propia lengua.

  
—Teníamos planeado regresar a Busan esta tarde, pero no podíamos perdernos también esto, ¿verdad, cariño? —el papá de Haye trató de incluir a su esposa en la conversación, pero esta sólo fingió una sonrisa y asintió.

 
—¿Tienen su residencia en Busan? —curioseó papá.

 
—Así es —afirmó el señor Bae—. Y creo recordar a Haye decir que ustedes también provienen de Busan, ¿o estoy confundido?

 
—Oh, no, mi residencia también se encuentra en Busan, sólo vengo aquí de visita, pero...regresaré la próxima semana, deberíamos reunirnos algún día para hablar sobre este par de dolores de cabeza —bromeó papá, animando al señor Bae, a quien pareció agradarle la idea.

 
—No tuvimos la oportunidad de hacerlo antes, pero como dicen por ahí, mejor tarde que nunca —aceptó encantado, curando mi horrible ansiedad con su amable sonrisa—. Será un placer.

  
Eso era bueno. Tal vez papá era el camino para llegar a esa deseada aprobación...bueno, a la aprobación de la señora Bae. A excepción de mi abuelo, todos adoraban a papá, ese hombre era carismático por naturaleza. Tal vez, si veían que papá era alguien de confianza, creerían que yo también lo era...o no, como sea, esto seguía siendo una pequeña victoria. Y Haye pensó lo mismo, pues me dio un suave apretón en la mano antes de regalarme un sonrisa un tanto emocionada.

 
Por cierto, aunque todo esto sucedió muy rápido y de improvisto, me gustaría aprovechar esta instancia para agradecerle por recibir a Haye en su familia con los brazos abiertos, eso...significa mucho para nosotros. Y aunque aún no he tenido la oportunidad de conocer a Jeongguk tanto como me gustaría, estoy más que seguro de que usted crió a un excelente hombre...


Escuchar eso de la boca del padre de Haye fue verdaderamente...conmovedor, el señor Bae realmente estaba aquí para darnos su bendición, él sin lugar a dudas tenía la mejor de las disposiciones, quería formar parte de nuestras vidas, su esposa, sin embargo...si tenía la pequeña esperanza de que tal vez estaba dispuesta a abrir un poco más su mente, ya no la tenía.

 
—No es un hombre —dijo ella en voz baja, perfectamente claro para mis oídos, pero no para los de mi padre.

 
—¿Disculpe? —preguntó papá, confundido.


Mierda.

  
¿Había forma de detener lo que sea que estuviese a punto de pasar? Porque tenía el fuerte presentimiento de que no era nada bueno. Demonios. Sentí a Haye tensarse a mi lado y temí que ella también hubiese escuchado.


Por favor, señora Bae, no siga por ahí...
por favor, por favor, por favor.

 
No quería que nada ni nadie arrebatara esa pequeña ilusión que Haye tenía, pero ahora mismo, creo que los prejuicios de su madre eran más fuerte que cualquier otra cosa.


—Dije...—alzó su cabeza y por un segundo pareció reconsiderar lo que estaba a punto de decir, aunque la duda no duró por mucho—, que no es un hombre.

 
Muy bien,
estaba empezando.

   
—No es un hombre, es apenas un muchacho, al igual que Haye, los dos son prácticamente unos niños, y...—no se mordió la lengua, continuó despotricando a pesar de que su esposo trató de hacer que se detuviera—. Y nada de esto habría ocurrido si alguien de aquí, quien sea, usted tal vez, hubiese tenido el suficiente sentido común para detenerlo. ¿Cómo puede celebrar esto, huh? ¡Es ridículo!


Mamá —intervino Haye, como una súplica.


—No —espetó—. Lo siento, lo intenté, pero no puedo quedarme aquí y pretender que todo esto está bien cuando no lo está.


—¡Entonces no lo hagas! —explotó Haye, alterándose lo suficiente como para llamar la atención de los chicos que se encontraban divirtiéndose a nuestro alrededor.

 
No quería que Haye me defendiera, su madre tenía el derecho de expresar su opinión a pesar de que esta pudiera incomodarnos, tal vez...necesitaba hacerlo, tal vez así podría dejarlo ir...o tal vez no, tal vez nunca iba a dejarlo estar, aún así traté de hacer que Haye no le contestara a su madre, aunque por supuesto que fallé miserablemente. Ella no quiso que la silenciara y se negó rotundamente a moverse.

 
—Entiendo, ¿de acuerdo? te decepcioné, lo sé. No estás de acuerdo con nada esto, piensas que cometí un terrible error y que soy una tonta niña ingenua que no sabe lo que hace, está bien, puedo aceptar eso, pero...una cosa es que me levantes la voz a mí, eso me da igual, pero no puedes venir aquí y desquitarte con otros, especialmente no con el padre de Jeongguk quien nunca ha sido nada más que increíble conmigo —escupió Haye, como si toda la frustración dentro de ella se hubiese transformado en...esto—. Jeongguk y yo tomamos una decisión, fue nuestra decisión. Nos casamos y somos felices. Y si tú no viniste hasta acá para celebrar con nosotros, entonces...deberías irte a casa.


La voz de Haye se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas que parecían ser una mezcla de rabia, impotencia y tristeza.


—Haye, no digas...—musité, tratando de hacer inútilmente que dejara de hablar.


—Hazlo —instó ella, mirando a su madre—. Si no puedes soportarlo, entonces vete a casa, vete...ya no...no te quiero aquí.






















Y han llegado al final de este extenso capítulo, espero que todos se encuentren súper mi gente🤍.

Hoy ando con un poquito de tiempo libre y mucho desborde de imaginación, así que me gustaría enseñarles como me imagino a los señores papis de nuestros protagonista because ¿why not? 👉👈.

Empezando por la brava e implacable señora madre de Haye 😼


Luego tenemos al suegrito que todas queremos: papito Jeon 😻


Y finalmente, al inofensivo señor papi de Haye 😿


Por supuesto que ustedes pueden imaginarse a todos cómo se les de la regalada gana, no dejen que yo los límite jskdjsk, sólo quería aprovechar de compartirles lo que está en mi mente yyyyyy también aprovechar la instancia para desearles a todos un hermoso día, muchísimas gracias por leer, no se olviden de votar y comentar, los amo mucho a todos ☺️💕.

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