❛ 63 ❜

U N P L A N N E D
sesenta y tres
❀̸
𝓑uenas y malas noticias
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El tiempo continúa avanzando por sí solo sin siquiera un poco de remordimiento. ❞

Life Goes On, BTS.

09 DE MAYO, 2019
19:05 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫

  
      ▬▬ JEONGGUK SE DEJÓ CAER en el sofá inmediatamente después de entrar en la sala, soltando un suspiro cansino y actuando como si fuese él quien acababa de entrenar más de cinco horas.


—¿Así que esas clases de economía estuvieron así de agotadoras? —pregunté, dejando mi bolso a un lado y empujándolo más al fondo del sofá para acurrucarme a su lado.


Jeongguk al instante envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me pegó más a él, enterrando su rostro en el hueco de mi cuello en un intento por tenerme más cerca.


—Hueles bien —reparó, no prestando mucha atención a mis palabras—. ¿Por qué hueles tan bien? Estuviste entrenando como cinco horas.

  
—Porque obviamente tomé una ducha después de acabar —no iba a presentarme aquí toda mugrosa, nunca había estado tan sucia, durante el entrenamiento me habían sudado partes del cuerpo que no sabía que sudaban.

  
—¿Te duchaste en casa de Jimin?


—No, de su vecino —repliqué irónicamente y él resopló—. Por supuesto que en casa de Jimin, ¿en dónde más?


Jeongguk rezongó de mala gana. —Arruinaste mi plan de acompañarte a la ducha...que dolor, Haye.


—Entonces supongo que no estás tan agotado como quieres aparentar —destaqué burlesca—. Pero ya, dime ¿qué es lo que te pasa? ¿Por qué estás así? —enredé mis dedos en su cabello y él actuó como un cachorrito siendo acariciado, lindo—. ¿Es por esas clases?

  
Sabía que odiaba pasar su tiempo libre en eso, pero se veía particularmente derrotado hoy.

 
—No fui a clases hoy.

  
Mi ceño se frunció en confusión y dejé de hacer lo que hacía. —¿No fuiste?


—No.


—Pero dijiste que tenías que ir después de la universidad.


—Tenía que ir, pero...fui a hablar con papá.


Oh.

Oh.

Maldición.

  
Se me detuvo el corazón por un instante cuando procesé aquella información, porque si él estaba actuando de esta manera, entonces las probabilidades de que la charla hubiese resultado bien eran muy bajas.

  
Mi estómago dolió por la anticipación. Toda esta situación de nosotros casándonos me había dejado con los nervios destrozados y un nivel de estrés altísimo, mi migraña con aura no lo agradecía. Hace meses había dejado de tener esos terribles dolores de cabeza, pero esta mañana, durante mi primera clase volví a experimentarlos y sabía que era debido a esto. Tenía que calmarme un poco, pero esto no ayudaba.


Oye, dejaste de respirar —observó Jeongguk con rastros diversión en su tono de voz—. ¿Estás bien?

  
—No, por supuesto que no, pero...me asusta preguntar qué fue lo que pasó.

  
—Casi le dio un infarto —mencionó con suma naturalidad mientras que yo moría de ansiedad, necesitaba más que sólo eso—. Pero se lo tomó bien...después de un rato.

  
—¿Dices que casi le da un infarto...pero que se lo tomó bien? Uhh...tal vez no estoy entendiendo, pero creo que esa es una oración un tanto contradictoria, Jeongguk.

  
—No tienes que preocuparte por papá —tranquilizó, besando un punto específico en mi cuello como si buscara aliviar la tensión en mi cuerpo—. Se puso como loco un instante, pero le expliqué todo y él me escuchó. Dijo que no podía pensar en alguien mejor que tú para unirse a nuestra pequeña familia. Dijo que escogí a la chica correcta, que...dejaría de mantener mi holgazán trasero, pero que teníamos su apoyo.

  
Eso tenía mucho sentido, pero al mismo tiempo...no lo tenía tanto.

 
—¿Qué? —ahora yo estaba en shock porque eso que me decía se escuchaba...surreal—. ¿Él...él de verdad dijo eso? ¿No trató de desheredarte o algo?


Jeongguk soltó una risita suave y negó. —Yo creo que lo consideró, pero decidió apiadarse de nosotros.


—Yo no...no puedo creerlo, creo...creo que tengo daño cerebral o algo, no sé qué...

  
—Creí que eso te pondría feliz.


¿Feliz?
No sólo feliz, estaba extasiada, pero...

   
Jeongguk alzó su rostro y miró directo a mis ojos, él no se veía precisamente muy contento y eso despertó la paranoia en mí.

  
—Créeme, estoy feliz...estoy muy feliz, pero tú no pareces estarlo y eso me inquieta.

  
—Estoy feliz, princesa —juró, inclinándose para dejar un fugaz beso en mis labios.

  
—¿Y qué es lo que te tiene así? Por favor, no me digas que nada —no tenía idea de qué era lo que no me estaba diciendo, pero sabía que había algo más, algo que no andaba bien—. Por favor, cuéntame.


Jeongguk titubeó y eso me hizo enfadar un poco, no tenía que insistir, a él solito debía de ocurrírsele contarme esta clase de cosas.

  
—Jeongguk —advertí.


—Ya, tranquila mujer, no te enfades —se rindió, besando la punta de mi nariz en un intento por aliviar la tensión, aunque yo seguía de los nervios—. Después de hablar con papá, fui a encontrarme con tu padre.


Ay, no.
No, no, no.
Peor.


Eso sí que no podía ser nada bueno, por supuesto que no, por esa razón se veía tan desanimado. Quizás qué hablaron, quizás qué le dijo. Dios, es que ni siquiera quería hacer suposiciones en mi cabeza.


—Otra vez dejaste de respirar.


—Creo que me siento mal —confesé—. ¿Él...? ¿Él fue malo contigo? —cuestioné, temiendo su respuesta.

  
—No pude verlo...tu madre atendió la puerta.


—Ay, no —me lamenté en voz alta, ¿mi madre? maldita sea, es que eso era como mil veces peor—. Lo lamento, Dios...lo siento mucho...


Jeongguk frunció el ceño. —Olvídalo, Haye, ni se te ocurra ir por ahí, tú no hiciste nada.


Me animó, abrazándome con mucha más fuerza, pero yo estaba demasiado angustiada imaginándome todo el escenario. Pobre Jeongguk. Iba a llorar.


—Tampoco es la gran cosa, ¿de acuerdo? Creo...que dejé que me afectara un poco, pero ya deberías saber que no soy de los que se rinden, volveré a intentarlo luego, lo haré hasta conseguir su bendita aprobación.

  
—No —negué, decidida, él no iba a hacer eso—. No lo harás, no me interesa su aprobación, no la necesitamos.

  
Anoche no la pasé nada de bien porque por supuesto que en esta etapa me hubiese encantado contar con el apoyo de mis padres, todavía lo deseaba, esperaba de todo corazón que mamá recapacitara, pero si ella no lo hacía...de todos modos la vida seguía. Yo había tomado una decisión, una de la cual no me arrepentía así que iba a hacerme cargo de las consecuencias. Yo, no Jeongguk.


Y justo por eso no íbamos a mendigar por su bendición.

  
Si el padre de Jeongguk fue capaz de entenderlo, entonces mamá debía de ser capaz también de hacerlo...y si eso no era así, era sólo porque ella no lo quería. Y era una lástima, dolía, pero no cambiaba nada.


—Haye...


—No sé qué te habrá dicho, pero conozco a mi mamá, sé que ella puede ser muy dura y yo no...no haré que te expongas a sus humillaciones. No vale le pena.


—Sí que lo vale —contrarió Jeongguk—. Vale toda la pena del mundo si eso te hace feliz.


—¿De verdad crees que seré feliz si conseguimos su aprobación a expensas tuya? Pues no. Mira, es un asco, toda esa situación lo es, pero...si ella no está dispuesta a entenderlo, si no quiere aceptarlo, aceptarnos, entonces no puedo obligarla.


—Haye.


—Y no quiero que digas nada más, ¿oíste? —sentencié, removiéndome hasta quedar sentada a su lado—. Al diablo con los que piensan que esto es algo malo, no los necesitamos.

  
Y era duro, pero esa era la realidad. Nunca íbamos a hacer felices a todos, tratar de hacerlo era inútil, una perdida de tiempo...y ya estaba cansada de tratar de hacer felices a otros.

  
—Si no pueden aceptar que quiero estar contigo, entonces pueden irse al infierno...en sentido figurado, por supuesto.

  
Me había alterado un poquito, pero ya estaba volviendo a mi estado natural, al igual que Jeongguk...pues no estaba segura de qué era exactamente lo que había dicho que lo tenía tan sonriente, pero prefería mil veces esa sonrisa burlona antes que esos ojitos tristes.


—¿Qué? —inquirí—. ¿Ahora por qué me ves así?


—¿La verdad?


—Eso estaría bien.


Jeongguk pasó indecorosamente su lengua por su labio inferior y tiró de mi brazo hacia él hasta tenerme sentada a horcajadas sobre sus piernas. —Creo que me pone escuchar cómo me defiendes.

 
Él se burló de mí, susurrando sobre mis labios antes de atraer por completo mi boca hacia la suya.


—Agh, Jeongguk —me aparté, poniendo mis manos en su pecho—. ¿Podrías actuar menos como un hombre, por favor?

  
Él sonrió de costado y cerró sus manos en mi cadera, impidiéndome levantarme cuando traté de hacerlo.

—¿Eso es un no? —preguntó, presionando sus labios en la línea de mi mandíbula y hacia abajo, empujando mis caderas contra las suyas.


No era justo que hiciera preguntas mientras sus labios se encontraban besando cada lugar que se le antojaba, era casi imposible pensar coherentemente si hacía esas cosas, sobretodo ese otro tipo de cosas.

 
—Dame un beso —demandó con urgencia cuando sus dedos se metieron bajo mi camiseta y fue como si mi cerebro estuviera en modo "haz todo lo que te diga" porque eso fue exactamente lo que hice.

  
Se suponía que pondría un poco de resistencia, pero Jeongguk producía algo en mí que no lograba terminar de entender, no sabía si era igual para todas las chicas, pero la forma en la que me sentía cuando lo tenía cerca era diferente ahora, ni siquiera podía burlarme de lo pegajoso y necesitado que estaba actuando últimamente porque me sentía de la misma forma. Me gustaba sentirme unida de esa manera junto a él, era una sensación más bien adictiva la que se generaba con esa conexión tan absoluta.


Jeongguk me besó con intensidad y pasión desenfrenada. Mis brazos se enroscaron alrededor de su cuello, anhelando fusionarme con él en un abrazo efusivo. Casi podía sentir el latido acelerado de su corazón contra mi pecho, mientras me aferraba a él como si el tiempo se detuviera. La sensación de no tener suficiente de su cercanía me embargaba, pero quizás era simplemente porque había ansiado su presencia cada segundo que estuvimos separados hoy.
  

—Te eché de menos, quería tanto poder estar a solas contigo —confesó a la par, deslizando suavemente sus labios hacia el lóbulo de mi oreja, provocando un estremecimiento placentero que recorrió todo mi cuerpo—. ¿Tú pensaste en mí?


Asentí casi con obediencia. —Mucho.


Mi voz traicionera delató mi turbación ante su contacto, haciéndome sonrojar como si cada caricia suya encendiera una brasa en mi piel. La aceleración de mi corazón y la ansiedad en mi respiración fueron reveladoras, manifestando sin reservas el torbellino de emociones que su tacto desató en mí.


—¿Sí? —inquirió con un tono entre juguetón y seductor, mientras su aliento cálido acariciaba mi cuello con una suavidad electrificante, allí comenzó a repartir un sinfín de delicados besos, dejando tras de sí una estela de sensaciones embriagadoras—. ¿Cuándo?

  
"Cuándo no", esa sería una mejor pregunta.

 
Él estaba constantemente en mi cabeza, por no decir siempre, y estaba segura de que él lo sabía, aunque si quería oírlo...


—Todo el tiempo —musité con dificultad, no era sencillo articular palabras cuando tenías el corazón latiéndote desbocado en el pecho. Los besos de Jeongguk tenían un efecto devastador en mi pobre sistema.

 
—¿En verdad? —se mofó suavemente, deslizando la punta de su nariz con una delicadeza provocativa a lo largo de mi mandíbula, mientras sus dedos expertos desabrochaban con destreza el botón de mis pantalones. En ese instante, el aire pareció cargado de electricidad y la tensión entre ambos se tornó casi palpable.


Sentí un hormigueo electrizante en mi vientre bajo ante la pura anticipación. Y un nudo de excitación se formó en mi garganta cuando, con un suspiro cargado de deseo, sentí a Jeongguk elevar sutilmente sus caderas contra las mías, una invitación silenciosa que presionaba su creciente necesidad justo en el lugar adecuado. El pulso acelerado de nuestros cuerpos pareció sincronizarse en perfecta armonía, y yo estaba temblando bajo su tacto.

   
—Podía sentirte —admití sin pensarlo demasiado, dejando escapar las palabras que revelaban mi intimidadde de forma casi involuntaria.


No necesitaba que su arrogante trasero tuviera razones para volverse incluso más arrogante, pero...era cierto. Era imposible no pensar en él cuando podía sentir perfectamente en donde había estado. Los vestigios de su presencia permanecían marcados en mi piel, como tatuajes invisibles que recordaban cada roce y cada momento compartido. La incomodidad de la primera vez no había desaparecido del todo y llevaba ese recordatorio constante, especialmente cuando caminaba o movía demasiado, y hoy no había sido un día particularmente tranquilo.

  
—Mierda —gimió en un susurro, sofocando implacablemente mis labios con los suyos en un beso urgente y posesivo, hundiéndose sin demora en el calor de mi boca, saboreando y cruelmente tentando—. Te necesito —jadeó sobre mi aliento, sus palabras cargadas de anhelo y deseo, mientras sus ojos sostenían los míos con intensidad, buscando una conexión profunda en medio del torbellino de emociones—. Vamos arriba.

  
Asentí con una mezcla de excitación y nerviosismo, permitiendo que me guiara estratégicamente entre besos, roces torpes y trompicones hacia el segundo piso. Aunque no había ninguna prisa externa, ambos actuábamos con una impaciencia que llenaba el ambiente, creando una tensión que elevó la temperatura a nuestro alrededor.


Jeongguk había sido romántico, atento y paciente todas las veces anteriores, siendo extremadamente cuidadoso de hacer algo mal, sin embargo, en esta ocasión estaba actuando muy fiel a sí mismo: sin reparos y sin reservas, tomando exactamente lo que quería y cómo lo quería. Eso fue nuevo, pero...tan él, que supongo que por eso me encantó.

  
Jeongguk cerró la puerta de la habitación tras de nosotros con un gesto decidido y, con determinación, me arrinconó contra ella, presionando mi espalda contra la sólida madera en un acto de posesión. Sus labios reclamaron los míos con voracidad, mientras sus manos expertas exploraban mi piel con una intensidad arrebatadora.


Respondí a su beso con entrega, con un frenesí igualmente avivado, entregándome al torbellino de sensaciones que nos consumía. Sin embargo, cuando sus dedos amenazaron con subir el dobladillo de mi camiseta, un destello de lucidez recordó la importancia de algo más allá del deseo y la lujuria.

 
—Espera —exhalé abruptamente, sin aliento, apresurándome a sujetar su mano para detener su impetuoso avance—. Jeongguk, espera, para, no podemos...


—¿No...? Claro que podemos —contradijo él, con una mezcla de excitación y confusión, su pecho subiendo y bajando con desigual ritmo en respuesta a esa emoción desbordante—. ¿Qué...?


—Te dije que Seulgi vendría después de la práctica —intenté recordarle, pero mis palabras parecieron caer en oídos sordos ante su determinación.


—¿Y? —su respuesta fue tan desafiante como apasionada, sin mostrar signos de disuasión. Inclinándose hacia mi boca, acabó besando mi mejilla cuando me aparté, lo que lo llevó a emitir un gruñido de frustración—. Haye.


—Pues...que ya es después de la práctica.

  
—Pero aún no está aquí —no se rindió y yo solté un suspiro, mientras sentía su aliento cálido devorar la piel de mi cuello, explorando con lamidas y mordiscos suaves en un intento de distraerme—. Además...Seulgi puede esperar.


—Jeongguk —reprendí con voz entrecortada, tragando pesadamente ante su persistencia que desafiaba mi determinación. No era fácil resistirse a sus avances, sobre todo cuando mi propio deseo se alineaba con el suyo.


—A menos que estés de ánimo para un rapidito —se burló, buscando mis labios con avidez y presionando su cuerpo contra el mío, empujando descaradamente sus caderas hacia adelante—. ¿Lo estás?

   
¡No!
Digo...no, a menos que...
¿qué tan rápido podría...?

   
No, me repetí cuando me encontré a mí misma comenzando a considerarlo. ¿Qué me pasaba?


—Será bueno.

  
Prometió, presionándose enteramente contra mí y yo tuve que morder mi labio inferior para no dejar en evidencia lo mucho que me afectaba sentir esa parte de su anatomía incluso a través de los pantalones.

  
¿Qué demonios se supone que debía responder a eso?


Digo, sí quería, pero...también podíamos esperar, es decir...maldita sea, no podía decidir si seguía marcando mi piel con sus labios.

  
—Hablo en serio, te necesito —manifestó, manipulándome con un puchero...como si fuera tan inocente.


De sus ojos resaltaba un brillo lascivo y ya sabía que sólo estaba alargando una batalla que desde el comienzo estaba perdida. Mi mente era un poco cautelosa, encendía alarmas en mi cabeza, pero mi cuerpo sólo quería ceder, lo necesitaba, es decir...por favor, era Jeongguk de quien estábamos hablando.


No lo pienses tanto —incitó, enviando hormigueos a través de mi cuerpo mientras su mano jugaba con la piel de mi estómago.


Bueno, si no me comía la cabeza, entonces no sería yo, tristemente. —Pero...¿y si ella llega?


—¿Y si no?


Buen punto.

 
¿O no? No estaba segura de si en realidad era un buen punto o si yo simplemente quería decir que sí...posiblemente la segunda opción era más acertada. Agh, ¿por qué era tan débil cuando se trataba de él?


—Hayeeee —instó infantilmente.


Pues, ya qué.


Sonreí cuando él volvió a hacer ese ridículo puchero y él también lo hizo porque entendió que ganó. —Bien, pero...apresúrate.


Jeongguk alzó divertido una de sus cejas. —Pero que romántica saliste —replicó irónicamente, volviendo a alcanzar el dobladillo de mi camiseta para esta vez desprenderme de ella exitosamente.













































09 DE MAYO, 2019
19:44 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫

  
    ▬▬ JEONGGUK subió sobre mi cuerpo, dejando un camino de besos calientes y húmedos por mi vientre, pasando por el valle de mis senos y deteniéndose justo en mis labios, lugar en donde depositó el más superficial de los besos, beso que, por cierto, ni siquiera fui capaz de responder.


Mi mente —y cuerpo— aún no se recuperaban de lo que acabábamos de hacer. Tenía el corazón latiéndome a mil por hora y no me sentía capaz de hacer nada aparte de existir.


—¿Estás llorando? —observó como si se regodeara, con esa irritante pero irresistible sonrisa de costado que me hizo pensar que en cuanto pudiera volver a mover las piernas, iba a darle una patada—. ¿Fue así de bueno?


Sí, pero de ninguna manera iba a decírselo...tampoco podía, estaba teniendo dificultades para recuperar el aliento y también para encontrar mi propia voz. ¿Acaso esto iba a seguir volviéndose mejor cada vez que lo hiciéramos? Porque si era así, no entendía porqué querría salir de esta habitación.


Ay, no.
¿Qué había hecho conmigo?


—Sólo para que lo sepas, todavía podemos fingir que no hay nadie en casa —propuso, acurrucándome entre sus brazos—. Creo que te rompiste o algo.


Sí, también lo creía, pero él no tenía que decirlo, sólo yo podía burlarme de mí en este estado.


Las cosas habían estado un poquito intensas y mi conciencia aún parecía rehusarse a bajarse de la nube en la que se encontraba, ni siquiera el intento de Jeongguk por fastidiarme fue suficiente para sacarme de ahí.

   
Mi celular había comenzado a sonar hace unos pocos minutos atrás y podía suponer de quién se trataba, sin embargo, necesitaba un par de minutos más para siquiera considerar apartarme de Jeongguk.

 
—Estás muy lejos —me quejé, aferrándome más a la calidez de su piel, apoyando mi mejilla en su pecho, lo cual por alguna razón le pareció divertidísimo—. No te rías, acércate.

   
—No puedo acercarme más —se rió, tratando de abrazarme con más fuerza—. ¿Qué quieres, mh? ¿Meterte bajo mi piel?

  
—Sí —expresé con frustración porque él tenía razón, no podíamos acercarnos más—. Ya no quiero ver a nadie.

 
—Tu teléfono estaba sonando —mencionó, quitando con sus dedos el cabello que seguía pegándose a mi rostro.

 
—Seulgi dijo que llamaría cuando estuviera cerca —le conté de mala gana porque ya sabía lo que eso significaba.

  
Amaba a Seulgi, no era que no quisiera verla, era sólo que deseaba poder prolongar estos momentos con Jeongguk un poco más.

 
—Vamos a vestirnos entonces.

  
Cierto, aún estaba tan ensimismada en nuestra pequeña burbuja que ni siquiera recordaba que estábamos desnudos, extrañamente todavía no me golpeaba el sentimiento de apocamiento.

 
—Primero tienes que soltarme —se burló, dejando suaves caricias en mi espalda—. Vamos, muñequita.

 
—Hmm...no —refunfuñé, escondiendo mi rostro en su pecho—. Ya estoy cansada...te robaste mi energía.

  
La poquita que me iba quedando después de ese entrenamiento arduo de cinco horas, ya estaba en modo zombie.

  
—¿Quieres que te vista acaso? ¿Qué eres? ¿Un bebé?

 
Resoplé. —Entiendo, te gusta desvestirme, pero no te gusta vestirme, anotado.

  
No hablaba en serio...bueno, tan en serio, porque si él se ofrecía a recoger mi ropa, no iba rechazar la oferta.


Jeongguk me empujó con firmeza hacia el colchón, posicionándose cuidadosamente sobre mí y sosteniendo su peso con los brazos, mientras sus ojos me observaban con una chispa traviesa que siempre lograba desarmarme y me impedía molestarme con él. —Nunca dije que no me gustara.

  
—Buena respuesta —le devolví la sonrisa, aunque sintiendo que mis párpados pesaban como plomo, no estaba exagerando, en verdad estaba agotada—. Serás un buen esposo algún día, Jeon Jeongguk.

 
—¿Algún...? Seré un buen esposo hoy, muñequita malcriada...que demandante te vas vas volviendo con el tiempo, eh.

  
Jeongguk besó la punta de mi nariz y quitó su cuerpo de encima del mío, levantándose de la cama y llevándose junto a él la calidez que emanaba, dejándome muy desnuda y con frío...pero sobretodo desnuda. Rayos.

   
Y bienvenidos sean de vuelta: timidez y pudor.
Definitivamente no los extrañé.














































09 DE MAYO, 2019
19:52 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫

 
—Estás bromeando —acusé incrédula, sintiendo como mi ritmo cardíaco disminuía con la reciente declaración de Seulgi. Tenía que estar tomándome el pelo, no había forma de que ella...no—. No vas a irte a Daegu.


Estaba en negación, me negaba a creer que ella estuviera hablando en serio porque...no había razón para irse a Daegu. No, no y no.

  
Cuando Seulgi dijo que quería contarnos algo, nunca imaginé que estuviese relacionado a eso. Todo lo que decía no tenía sentido y era tan inesperado que tenía que ser una broma.


—Tú odias Daegu —destacó Jeongguk—. Nunca vivirías ahí, siempre lo has dicho.

  
—Sí, bueno, también dije que nunca quedaría embarazada por error y ya ves —contestó Seulgi irónicamente—. La vida tiene unas formas divertidísimas de hacer que me trague mis palabras.


—No puedes irte —reiteré, sintiendo ese molesto nudo instalarse en mi garganta—. ¿Por qué...?


—Veré a mis padres la semana que viene y les contaré todo —explicó—. Seguramente van a querer matarme, lo cual...no sería tan malo, aunque dudo que lo hagan, nunca han sido precisamente piadosos.

  
¿Por qué hacía bromas?
Esto no era malditamente divertido.


—Lo que harán será quitarme su ayuda financiera, así que no podré seguir quedándome en el departamento.


—Yo puedo encargarme de eso, no... —intervino Jeongguk, pero ella lo interrumpió.


—¿Por qué harías eso, huh? ¿Acaso eres mi padre?

  
—Soy tu amigo. Y puedo hacerlo, no es ningún...


—No quiero eso —bufó Seulgi—. Me mudaré con Yoongi, es lo mejor que puedo hacer en esta situación.


No me estaba sintiendo muy bien y el sentimiento empeoraba con cada palabra que decía. Seulgi estaba haciendo esto porque sentía que debía, no porque quería...y de cierta manera me sentía culpable.


—El tema del departamento me preocupaba por Haye, pero...bueno, ustedes están casados ahora, así que...tienen que vivir juntos y todo eso.


Habíamos hablado con Seulgi antes sobre mudarnos a un departamento que no fueran tan costoso, uno que ella pudiera pagar con su trabajo como coreógrafa para no depender de sus padres pues sabía que tendría que dejar de contar con el dinero de ellos cuando les hablara sobre su embarazo. Esa había sido una opción, mudarse con Yoongi había sido la otra.

  
Ahora sentía como que la había empujado en esa dirección al comprometerme con Jeongguk.

  
Yo había querido hablar sobre ese tema con ella, pero estos días habían sido un poco ajetreados y simplemente no tuve el tiempo ni la oportunidad. Quería que buscáramos una solución, también quería saber lo que pensaba, qué era lo que quería hacer, pero...Seulgi, siendo Seulgi, simplemente tomó la decisión por si sola.


—Y ya saben que vivir aquí en Seúl no es precisamente sencillo, todo es carísimo y el departamento de Yoongi es pequeño pero el alquiler es costoso, y no estoy segura de qué tanto dinero pueda requerir tener un bebé, pero estoy segura de que es bastante.


—Pero hablamos de eso —le recordé—. Dijiste que dejarías que te ayudara con...


Ayudáramos —corrigió Jeongguk.


—Ya, ¿y de verdad piensan que voy a dejar que paguen por mis cosas, mh? —enarcó una de sus cejas—. Haye, tú tienes tus propios problemas económicos, no quiero que te preocupes por los míos; y Jeongguk...bueno, tú sí puedes pagar por los pañales del bichito este, pero de verdad, no soportaría vivir sabiendo que te debo dinero.


—Hasta ahora has vivido perfectamente bien debiéndome dinero.


—Sí, pero quiero ser un adulto responsable de ahora en adelante. Y no te ilusiones, no estoy diciendo que te pagaré lo que te debo, sólo...dejaré de pedirte dinero.


—Ya, deja de hacer bromas —dijo Jeongguk, esta vez más serio—. ¿Piensas que estarán mejor en Daegu? ¿Qué hay de tu trabajo? ¿Y el de Yoongi?


—Pedí que me transfirieran a Daegu y Yoongi puede seguir trabajando perfectamente bien desde allá, es compositor, puede trabajar en donde se le de la gana.


—También es productor.


—Bueno, tampoco es como que no pueda viajar hasta acá de vez en cuando...o cuando lo necesiten, es Yoongi, él sabe qué hacer. Además, es la mejor opción que tenemos. La casa de Yoongi está en Daegu, allí no tendremos que pagar alquiler lo que significa que podremos tener ese dinero extra...y lo necesitaremos.


Tenía sentido, tenía muchísimo sentido, pero odiaba la idea. Sabía que Seulgi estaba tomando la decisión más madura y racional, pero...no podía evitar sentirme triste. La razón principal por la que volví a Corea fue para pasar tiempo con ella, para vivir toda esta nueva experiencia a su lado, pero ahora...agh, me sentía fatal, sentía como que yo enamorándome de Jeongguk había puesto todo patas arriba.

  
¿Ella habría tomado la misma decisión si no me hubiese casado con Jeongguk? ¿O esa decisión fue la que la incentivó a hacerlo?


—Sólo estaremos a unas tres horas —me animó Seulgi, como si fuese capaz de adivinar lo que yo estaba pensando—. Seguiremos viéndonos todo el tiempo, podrás ir a visitarme siempre que Jeongguk te esté volviendo loca así que no pongas esa carita.


Tenía ganas de llorar, no quería que se fuera, no quería que ella pasara por todo esto sola y tampoco quería hacerlo yo. Contaba con estar a su lado si algo le sucedía y también con tenerla a mi lado si las cosas aquí se ponían difíciles. Sentía como que de pronto las dos teníamos que crecer de golpe, eso...daba miedo.

 
Si tus padres no reaccionan...tan mal, ¿aún no cambiarás de opinión? —pregunté con esa pequeña última esperanza, la cual murió rápidamente cuando la vi negar con su cabeza.

 
—Ya tomé una decisión, Yoongi y yo la tomamos en conjunto y...es lo mejor. Todavía tenemos cosas que arreglar, no nos iremos mañana, pero quería darles la noticia a ustedes primero porque...necesito saber que estarán bien.

   
Por supuesto que lo necesitaba, Seulgi seguía siendo esa mamá osa, pero creo que sabía a lo que ella se refería y a dónde quería llegar. Y me estaba mirando a mí así que supuse que el mensaje era más para mí que para Jeongguk.

 
—Dentro de un tiempo ya no estaré aquí así que si las cosas se ponen difíciles entre ustedes dos, no podrás simplemente salir huyendo —me dijo—. No puedes olvidar que tú quisiste esto. Y tú también —miró a Jeongguk—. Ustedes tomaron esta decisión por una razón, o muchas razones, así que recuérdenlas si algún día quieren arrancarse la cabeza.

  
Como amiga, Seulgi sabía que tenía la horrible tendencia de querer escapar cada vez que las cosas se ponían un poco complicadas, o cuando no salían como yo quería o como yo esperaba, no sabía lidiar muy bien con el fracaso ni con las equivocaciones, así que iba a tomar su consejo e interiorizarlo porque ella tenía razón. Yo quise esto. Y nunca debía olvidarlo.

 
—Ya sé que no hice las cosas fáciles para ustedes al principio, dije cosas de las que todavía me arrepiento, pero a pesar de todo, yo...genuinamente quiero que sean felices. Y creo que quiero que esto entre ustedes dos funcione incluso más de lo que ustedes lo quieren, así que por favor...cúmplanme ese deseo, ¿sí?

  
Estaba verdaderamente emocional, todo me estaba afectando por mil y todos estos cambios, fuesen para mejor o para peor, me tenían con ganas de llorar constantemente. No pensé que las cosas serían así, pero...quería confiar en que eventualmente todo esto demostraría ser para mejor.


Aunque...aún quería llorar.


—Bueno, si insistes —jugó Jeongguk, tratando de aligerar la tensión del ambiente a pesar de que sus ojos lucían igual de tristes—. ¿De verdad tienes que irte? Y si...

 
—No —instó ella, soltando una risita divertida—. Ya déjalo, hay cosas que ni siquiera tu sucio dinero puede comprar, niñato. Además, ya...eso es todo, está decidido, así que pasando a temas más importantes...la fiesta.

 
"Fiesta".
Sí, cómo no.

 
Reunióncorrigió Jeongguk—. Sólo amigos y familia, no se te ocurra hacer otra de tus fiestotas.

  
—¿Es en serio? Pero si ya explotó la bomba —se quejó Seulgi—. ¿De verdad van a quitarme el placer de dar la mejor fiesta de boda del año?

 
—Sí —replicamos Jeongguk y yo al unísono.

 
—Bu, como sea...será una "reunión" entonces. Ah, pero será la mejor reunión de todas, par de aguafiestas.

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