❛ 61 ❜
U N P L A N N E D
sesenta y uno
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❛ 𝓜ucho, mucho, mucho ❜
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❝ Todo el mundo quiere que se luche por él, pero nadie está dispuesto a luchar de vuelta, ¿es eso justo? ❞
ㅡSwetank Modi.
08 DE MAYO, 2019
22:04 pm.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ HAYE NO ESTABA hablando conmigo. Ella no dijo nada de camino a casa, se la pasó todo el viaje tratando de contener las lágrimas y cuando finalmente llegamos, se fue directo al baño. Llevaba encerrada ahí más de quince minutos. Los quince minutos más largos de mi puta vida. No recordaba haberme sentido más impotente en el pasado. No sabía qué mierda hacer.
No quería presionarla ni obligarla a hablar conmigo, mucho menos cuando no sabía qué carajos decirle. Me asustaba decir la cosa incorrecta y empeorar más la situación, pero al mismo tiempo...no quería que estuviera sola.
Y como si con todo ese drama no fuera suficiente, papá no dejaba de hacer sonar mi maldito teléfono. Rechacé sus llamadas más de cuatro veces, pero seguía insistiendo. Sabía que seguiría haciéndolo hasta que contestara.
"Papá". Respondí sin más opciones, dejando escapar en mi voz el cansancio mental que sentía.
Hoy no había sido lo que ninguno de los deseaba. Y esa realización era jodidamente dolorosa.
"¿Por qué demonios no contestas el puto teléfono? llevo media hora llamándote".
"Estaba ocupado...estoy, no puedo hablar ahora". Tampoco quería discutir con él.
"¿Por qué suenas así? ¿Qué pasó?" Su tono de reproche se transformó rápidamente en uno de inquietud. "¿Estás bien?"
"Sí". Al menos físicamente lo estaba. "¿Puedo llamarte luego? estoy tratando de solucio..." Me quedé callado como un acto reflejo en cuanto vi a Haye entrar a la habitación, secando con su puño las lágrimas de sus mejillas y sorbiendo penosamente su nariz.
La aflicción en su semblante me rompió. Sus ojos rojos e hinchados hicieron que mi corazón doliera en mi pecho, sin embargo, esa tristeza fue rápidamente sustituida por puro desconcierto cuando la vi comenzar a recolectar sin demora sus pocas pertenencias, guardándolas en esa pequeña bolsa suya.
"Te llamo en un rato, tengo que irme". Colgué e inmediatamente me acerqué a ella.
Haye no se inmutó, sólo siguió guardando sus cosas hasta que estuve lo suficientemente cerca para poder tocarla, entonces rodeé su muñeca con mi mano y detuve lo que estaba haciendo.
—Haye, ¿qué estás...? —con cuidado la obligué a voltearse y darme la cara, quería verla a los ojos, pero ella agachó la mirada, liberándose al mismo tiempo de mi débil agarre.
—Quiero ir con Seulgi —declaró con decisión, pasando su puño por su nariz—. ¿Puedes llevarme con ella, por favor?
Mi ceño se frunció y la verdad es que sus palabras me descolocaron. ¿Ella quería irse? No, maldita sea, de ninguna manera.
—No, no voy a llevarte a ningún lado...oye, mírame...habla conmigo.
Traté de hacer que me mirara, pero ella continuó desviando su mirada obstinadamente.
—Por favor, sólo...quiero estar con ella, yo...—sollozó, con voz rota—. No quiero esto.
Mierda, mi estómago se revolvió violentamente al escuchar sus palabras, iba a vomitar.
—¿No quieres...? ¿No quieres esto?
Con gesto de negación, Haye cerró los ojos con fuerza, permitiendo finalmente que las lágrimas se deslizaran por sus coloradas mejillas.
—Quiero estar en mi casa —expresó con lágrimas, entre desgarradores sollozos y respiraciones entrecortadas—. Quiero...quiero regresar a mi habitación, quiero mis cosas...
No podía decir que escucharla decir eso no me destrozó el corazón, porque malditamente lo hizo, pero no podía ser un pedazo de mierda sentimental ahora mismo, sabía de dónde venía todo esto, sus repentinas dudas e inseguridades, ella estaba abrumada y asustada, le habían hecho creer que esto estaba mal.
—Cometimos un error, Jeongguk —musitó en un lamento, visiblemente arrepentida. Maldita sea.
Sacudí mi cabeza, no, esto nunca podría ser un error, no podía volver a escucharla decir eso. —Haye, princesa, por favor escúchame...
—No, yo no...no estoy lista para esto —me silenció, más exaltada de lo que la había visto nunca, tratando a toda costa de apartarse de mí.
Ni siquiera me estaba dando la oportunidad de hablar, parecía perdida y reducida por todos los negativos pensamientos de su cabeza. Tenía que llegar a ella, pero era como si en su mente se viera sin salida.
—Yo sólo...realmente quiero ir a mi casa, quiero ver a mis padres, no quiero...no quiero que me odien —sollozó, sacudiendo la cabeza con pesar—. Me equivoqué, yo no...no seré una buena esposa...no sé que...no se qué demonios estaba pensando, ¡Ni siquiera sé cocinar un simple plato de arroz!
Ella exclamó con incredulidad, soltando una carcajada carente de emociones que sólo indicaba que estaba alcanzando su límite. Y no podía dejar que escalara hasta ese punto.
Haye quiso apartarse, trató de hacerme a un lado para recoger su vestido, pero la forcé a detenerse, tomé su rostro entre mis manos, ahuequé sus mejillas y la obligué a mirarme, necesitaba ayudarla a calmarse. Necesitaba que recordara que yo era su familia ahora y que estaba aquí, a su lado. Y lo que era más importante, necesitaba que eso fuera suficiente.
—Haye...mi amor, por favor, por favor, detente, ¿sí? escúchame —imploré, alzando su ruborizado rostro hacia el mío—. Esto no es un error.
Su barbilla tembló y un suspiro trémulo se escapó de sus labios. Tenía que tranquilizarse, estaba fuera de sí, las palabras de su madre definitivamente habían calado hondo en ella, sin embargo, por más difícil que fuera, tenía que recordar que esto no se trataba de ella, no se trataba de nadie más, nos concernía sólo a nosotros.
Ella parecía procesar mis palabras muy lentamente en su cabeza y entonces yo reiteré: —No es un error, ¿de acuerdo?
—¿Y cómo estás tan seguro de eso, mh? Porque hasta ahora no hay nadie que piense que esto vaya a funcionar...
—Yo sí —refuté, manteniéndola cerca de mí en todo momento—. Yo lo hago, Haye, sé que será así.
También ella lo creía hasta que dejó que las opiniones de alguien más afectara la suya propia. Su madre la hizo sentir culpable y por su puesto que eso le afectó, pero ella podía tratar de utilizar esa carta, podía tratar de meterse en su cabeza y torturarla de esta manera, pero iba a traerla de regreso las veces que fuera necesario. No iban a utilizar sus sentimientos e inseguridades en su contra, y no iban a quitarnos esto porque no iba a permitirlo, no me importaba quien lo intentara.
—También tú lo sabes. Haye, yo te amo —expresé, mirándola directamente a los ojos mientras hablaba, percibiendo cómo lentamente su respiración se regularizaba—. Y tal vez esto no vaya a ser fácil, pero te prometo que siempre estaré aquí para ti, te prometo que siempre cuidaré de ti...siempre. No importa qué ni lo difícil que sea, me tienes.
Esperaba que eso fuera suficiente.
Nunca podría ni querría sustituir a su familia, pero sabíamos que esto podría suceder, y si las cosas resultaban...tan mal como resultaron, también sabíamos que tendríamos que ser pacientes, ahora necesitaba que recordara eso. Yo tenía fe en que podríamos solucionarlo, pero no lo lograríamos si me apartaba. Maldita sea, este era apenas el comienzo, no podíamos desmoronarnos ahora.
—Sé que da miedo, yo también tengo miedo, todo esto es nuevo, pero...iremos un paso a la vez, ¿sí? —Traté de consolarla, dejando una suave caricia en su húmeda mejilla—. Tienes que estar conmigo en esto, necesito eso.
Necesitaba que ella estuviera cien por ciento segura, que defendiera lo nuestro tanto como yo planeaba hacerlo.
Haye tomó una respiración profunda, tratando de recuperar el aliento en lo que asentía débilmente con su cabeza, como si poco a poco estuviese recuperando la razón. —Lo siento.
Musitó apenada, tomándose un momento para poder hablar sin volver a llorar. Ella puso sus manos sobre las mías y acurrucó su rostro en el calor de estas.
—Por favor, no pienses que esto tiene nada que ver con lo que siento por ti —pidió con pesar—. Te amo, Jeongguk, y mucho, pero...me siento muy abrumada —confesó, compartiendo finalmente sus emociones—. No sé qué cosas estoy diciendo, no sé qué estoy haciendo...
—Tranquila —llevé mi mano hasta la parte trasera de su cabeza y acerqué su rostro hacia el mío, presionando mis labios en su frente—. Son muchas emociones en muy poco tiempo, necesitas tiempo.
—Estoy cansada —suspiró tristemente, aprovechando nuestra cercanía para esconder su rostro en mi pecho—. Ni siquiera quiero escuchar mis propios pensamientos.
—Tal vez deberías dormir un poco —dudaba que quisiera hablar sobre lo sucedido, tenía que hacer una pausa, necesitaba tiempo para aclarar sus ideas y para recuperar algo de energía—. ¿Quieres estar sola?
—No —negó rotundamente, rodeándome fuerte con sus brazos—. Digo, sí quiero dormir un poco, necesito dejar de pensar, pero...no quiero estar sola...quédate conmigo. Por favor.
Pidió y sentí como si finalmente pudiese volver a respirar. Carajo, había estado asustado. Odié que me apartara, se sintió peor que en cualquier otra ocasión en el pasado. Quería que se apoyara en mí, especialmente ahora, no iba a soportar volver a sentirme así de impotente, quería estar para ella.
—Gracias por pedirlo —besé la piel de su mejilla y entrelacé mis dedos con los suyos—. Vamos a ponerte cómoda.
Haye sonrió débilmente por primera vez después de todo esto, luciendo tan indefensa y derrotada con su nariz roja y sus ojos hinchados, que pensé en hacer de mi meta de vida el que no volviese a estar así de triste jamás.
—¿Me ayudarás a desvestirme? —adivinó con un tono más tranquilo, casi divertido, cuando la ayudé a quitarse la chaqueta que la cubría.
Se veía menos tensa ahora, sabía que estaba tratando de no volver a perderse, así que me apresuré en quitar las prendas que no eran precisamente cómodas para dormir.
—¿Me darás una de tus camisetas? —pidió sutilmente, sonriendo con una ternura encantadora en lo que se sostenía de mis hombros para no caer mientras yo deslizaba los pantalones por sus piernas.
—Todo lo mío es tuyo —dejé un fugaz beso en su vientre y volví a ponerme de pie en lo que ella terminaba por deshacerse de sus pantalones con sus propios pies.
Cuando estuvo sólo con su ropa interior, me apuré en cubrirla con mi camiseta porque ahora mismo no era el momento de quedarme como un baboso idiotizado admirándola.
Cuando estuvo cubierta, Haye rápidamente se arrastró sobre la cama deshecha y se tapó con las frazadas, indicándome inmediatamente que me quería junto a ella. Yo sólo me quité la chaqueta antes de meterme a la cama con ella.
—Abrázame —demandó tiernamente, presionando su espalda en mi pecho a la espera de que la acurrucara contra mi, lo cual hice feliz, estrechando su figura en mi calor—. Oye.
—¿Hm?
—Te amo...mucho —declaró en voz baja, aferrándose a mis brazos que la sostenían, como si quisiera fundirse en mí—. Muchi, mucho, mucho.
Solté una risita por su repentina y cariñosa muestra de amor, divertido con lo infantil que sonaron sus últimas palabras, pero endemoniadamente feliz por estas mismas. Había estado tan tenso y angustiado, temía no ser suficiente para que ella se quedara. Esta chica tenía mi corazón en sus manos, necesitaba ser suficiente...y por un segundo allá, creí que los prejuicios de otros podrían haber sido más grandes y fuertes que sus sentimientos.
Pero esta era mi Haye.
Y confiaba en ella.
—También te amo —susurré cerca de su oído, haciéndola retorcerse ligeramente por las cosquillas—. Mucho, mucho, mucho.
Haye juró que me amaba más y mientras teníamos nuestra inmadura disputa al respecto, ella paulatinamente dejó de pronunciar oraciones coherentes y poco a poco comenzó a dormirse plácidamente.
08 DE MAYO, 2019
23:55 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ NO ESTABA SEGURA de cuánto había dormido, pero cuando desperté, Jeongguk no estaba a mi lado. Eché en falta su calor e instintivamente mi ceño se frunció. No me gustaba despertar sola.
Miré la hora en mi celular y me sorprendió ver que apenas había dormido un poco más de una hora, pues sentía como si hubiese dormido mucho más que eso.
Pasé mis manos por mis ojos, refregando suavemente en lo que aclaraba mi visión y comprobaba que efectivamente Jeongguk no estaba en la habitación. Bu. Quité las frazadas lejos de mi cuerpo, sintiéndome un tanto acalorada, y mientras hacía mi camino hacia el primer piso, juré que si Jeongguk no estaba a mi lado porque alguien más había aparecido con intenciones de generar más drama, me iba a tirar por las escaleras.
De verdad, no iba a soportar más recriminaciones.
Afortunadamente, ese no fue el caso. En la inmensa sala de estar, se encontraba sólo Jeongguk, muy enfocado en su trabajo...terminando de armar el bonito fuerte de sábanas para nuestra cita.
El cual no lucía para nada como el de nuestra primera cita.
Era mejor, por supuesto, pues este lo había preparado Jeongguk. Siendo honestos, habían fuertes...y fuertes. Y el de Jeongguk era mejor que todos esos.
Nuevamente me entraron unas ganas inmensas de llorar al ver la dedicación que puso en todo, incluso había puesto lucecitas alrededor. Dios, estaba odiándome por haber sido mala con él esta noche. No lo merecía...en definitiva no lo hacía. Él esperó que yo me quedase dormida para levantarse y preparar todo esto. A pesar de todos los malos ratos que pasó por Seulgi, su abuelo, mis padres...y también por mí, él se encargó de cumplir mi deseo.
Maldita sea, me sentía fatal, él hacía todo esto por mí y yo ante la primera dificultad le grité que...agh, ni siquiera quería recordarlo.
Era una tonta.
Ni siquiera sabía porqué rayos dije toda esa basura, no quería hacerlo, no pensaba ninguna de esas cosas...me arrepentía tanto de permitirme ser tan débil. Jeongguk merecía más que eso. No podía seguir actuando de ese modo, teníamos un compromiso, los dos, juntos, no podía dejarme intimidar de esa manera ante el primer obstáculo.
—Hey —saludé tímidamente, asustándolo con mi repentina y silenciosa aparición.
—Mierd...—se sobresaltó, dejando caer lo que sostenía en sus manos y volteándose simultáneamente en mi dirección—. ¿Me quieres matar?
Sonreí por a su dramatismo.
—Mh, nope, no aún...creo que eso sería sospechosamente pronto —me acerqué a él, analizando la escena que había montado...ay, incluso había pedido el pollo frito—. Por segunda vez consecutiva me desperté sola.
Hice un puchero y Jeongguk alzó sus manos, señalando todo lo que había preparado.
—¿Sorpresa? —dudó, admirando su obra como si no estuviera del todo conforme con ella—. Sé que no es exactamente como el de nuestra primera cita, pero hice lo mejor que pude aquí. Ah, y no conseguí Iron Man, pero tengo el Prisionero de Azkaban.
—Uhh, ¿lo mejor que pudiste dices? —enfaticé en la disconformidad de sus palabras—. Jeongguk...está perfecto, es tan perfecto —halagué con toda la sinceridad del mundo, sin poder dejar de sonreír como la tonta enamorada que era.
—¿Sí te gusta? —desconfió, rascando la parte trasera de su cabeza.
—Me encanta —juré, alzándome en mis puntillas para poder besar fugazmente sus labios.
—Oye, oye, los besos para el final —bromeó, pasando sus brazos por alrededor de mi cintura—. Hay que seguir el orden de los sucesos.
Ah, cierto.
Pero tenía muchísimas ganas de tenerlo muy cerca ahora mismo, no quería esperar, así que sólo lo abracé con todo lo que tenía, respirando de su aroma y consolándome en su calidez. La verdad de las cosas, era que tenía mucha suerte de que Jeongguk fuera tan paciente y comprensivo conmigo, me sentía en extremo afortunada de tenerlo y de que me quisiera como lo hacía, incluso cuando podía llegar a ser el ser más frustrante de todos. No iba a darlo por sentado.
—¿Estás bien? —me preguntó cuando presioné mi mejilla en su pecho, dándome una suave caricia en la espalda.
—Sí, sí, es sólo que...—titubeé brevemente, pero opté por ser honesta—, es que tú me haces tan feliz y yo sólo...
—Tú me haces feliz...muy feliz.
—No esta noche.
—Te dije que no te torturaras con eso, ya pasó, Haye...está bien.
—Es que no quería decir esas cosas —me lamenté, porque tenía que saberlo—. Y no está bien, te amo y mucho, pero...hoy fue horrible.
Creía que estaría preparada para todo cuando hablara con mis padres, pero las cosas sucedieron de un modo tan repentino, no estaba lista para eso, mucho menos cuando todo parecía ir tan bien. Fue como si me hubiesen alzado sólo para dejarme caer. Y no supe cómo actuar ni como reaccionar. Sólo me quedé allí...llorando. Y luego todos esos pensamientos intrusivos, las palabras de mi madre, mis propios miedos, todo...fue como si se hubiesen coludido para liarme la cabeza.
—No imaginé que las cosas resultarían de esa manera, no creí que me sentiría tan...culpable —confesé, porque esa era la maldita palabra.
—No te sentías culpable, Haye, te hicieron sentir culpable —sí, tristemente tenía razón—. ¿Recuerdas lo que me dijiste esta mañana?
Asentí, fundiéndome en el calor de sus brazos. Recordaba haberle dicho que no tenía dudas, que estaba tan segura de lo nuestro que no había espacio para nada más. Esa era yo, todo lo demás...eran otras personas.
—Así me siento realmente —aseguré, sintiéndome en casa justo así, con él—. Odio haber permitido que me hicieran dudar de esto...y de mí misma.
—Sé que apesta, pero...tu madre reaccionó de esa manera porque te ama, sólo quiere lo mejor para ti.
—No, ella quiere lo que ella piensa que es lo mejor para mi.
—Creo que es comprensible, princesa. Ellos no entienden, en realidad, no creo que alguien vaya a entenderlo de inmediato, pero lo harán, sé que sí, aunque...supongo que tendremos que esperar para ver eso.
Quería creer que sí, esperaba que así fuera, pero no estaba tan segura. —Mamá es muy obstinada.
—Pero es tu madre...tal vez tome su tiempo, pero eventualmente entenderá.
Entonces iba a confiar en que así sería, confiaría en la palabra de Jeongguk y en la de mi padre, al menos él no me odiaba, tal vez con su ayuda, la calma vendría más pronto.
Necesitaba del optimismo de Jeongguk, necesitaba ver las cosas de otra manera porque si seguía escuchando a mis negativos pensamientos, iba a volverme loca.
—Gracias —musité en su pecho—. De verdad...te amo tanto, siento mucho todo lo que dije. Yo quiero esto...quiero todo esto contigo.
—Oye —Jeongguk se hizo ligeramente hacia atrás, apartándome sólo lo suficiente para ver mis ojos—. Todo eso que dijiste no fueron más que temores completamente válidos, Haye, no te martirices, sólo...habla conmigo, ¿sí? con respecto a lo que sea, necesito saber si algo te molesta o si algo anda mal, no me dejes afuera.
Asentí, porque era justo eso lo que quería hacer, era sólo que cuando mis pensamientos e ideas me abrumaban, no sabía de qué modo expresarme, sólo arremetía y luego me arrepentía. Odiaba eso.
—Lamento mucho todo lo que sucedió también, debí ser más cuidadoso —se disculpó—. Estaba tan jodidamente nervioso que me olvidé del anillo, eso fue...ah, sólo...lo siento.
—No fue algo intencional, sólo un pequeño descuido por parte de los dos, además...dudo que la reacción de mi madre hubiese sido distinta incluso si hubiésemos planeado cómo decírselo.
Esa era la realidad de las cosas.
Ella habría odiado la noticia de un modo u otro, al menos ahora ya lo sabía. Supongo que al final de todo, eso era lo mejor.
—Y ya no hablemos más sobre eso, quiero disfrutar al menos de nuestra cita —pedí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.
Jeongguk sonrió, complacido. —Esta vez acabará bien.
—Ah, ¿dices que esta noche no acabara contigo dejándome sola después de tomar mi primer beso para poder ir corriendo a solucionar un conflicto entre tu abuelo y tu padre del cual la odiosa de tu ex novia te informó mediante una inoportuna llamada, mh? —le tomé un poco el pelo.
Era divertido ahora,
pero no me hizo tanta gracia en ese entonces.
—¿Es mi idea o estás resentida? —se burló—. En fin, sí a todo lo que dijiste. Te aseguro que esta vez la noche tendrá un final feliz.
Eso era lo único que necesitaba ahora: la calma después de tremenda tormenta.
—¿Y se puede saber cuál es ese final?
Jeongguk humedeció sus labios tentativamente y cerró sus manos en mi cadera. —Bueeeno, consiste más o menos en nosotros ignorando por completo la película mientras nos besuqueamos bajo el fuerte como si nuestra vida dependiera de ello.
Ah, por supuesto que sí.
Muy Jeongguk de su parte.
Lo que más me hizo gracia fue la falsa sonrisa inocente que me dedicó después de aquella descarada declaración.
—Así que esas eran tus intenciones esa noche, eh...que decepción —fingí desencanto.
—¿Después de tres casi besos, puedes culparme? —me sonrió de costado y mi corazón se saltó un latido—. Me tenías soñando constantemente con besarte.
—Tú también.
—¿Yo también? —se sorprendió—. ¿Por qué no sabía eso?
—No lo merecías después de haberme hecho sentir como una tonta por tratar de besarte esa noche en el club.
—Haye...no me recuerdes eso, por favor. ¿Sabes que apartarme de ti esa noche fue lo más difícil que he hecho? De verdad, encabeza la lista.
—¿Y qué es lo que le sigue? —curioseé divertida.
—Cuando no reclamé mi premio, ese día que perdiste la apuesta.
—Ah, claro, porque "no querías tomar mi primer beso de esa manera" lo recuerdo.
—Sólo aplacé lo inevitable.
—Es que tú realmente no querías sentirte atraído por mí —me reí, aunque había sido lo mismo para mí. No quería que me gustara y fallé; luego no quería enamorarme de él y fallé también. Todo eso había sido inútil—. Querías que fuéramos amigos, ¿te acuerdas?
—Sí...pero nunca podría haber sido sólo tu amigo. Me habría vuelto loco si te hubiese visto con alguien más. Ni siquiera me gustó verte con Jimin la noche del karaoke y en ese entonces apenas te conocía.
—¿Te refieres a esa vez que después de hablar con él por un momento te me acercaste a preguntarme si es que acaso me gustaba? —me burlé—. Era como la tercera vez que nos veíamos y ya me estabas haciendo escenas de celos
—Sí, porque te invité a mi casa para que pasarás tiempo conmigo, no con Jimin —refunfuñó—. Y luego, cuando dijiste que saldrías en una cita con él...
—Yo no dije eso, tú lo dijiste.
—Como sea, ibas a salir con él, hasta rechazaste mi hotteok por eso. Debo admitir que me alegró que su cita fracasara.
—Que lindo —ironicé—. Como sea, no creo que te haya importado mucho, estabas muy ocupado mirando a Sowon en el escenario.
—Sí, porque me estaba cantando a mí, dejando mi reputación por los suelos...otra vez.
Resoplé. —La reina del drama.
—Estaba indignado, trató de dejarme mal frente a mi futura esposa.
—Sí, claro, eso seguro te importaba —fingí molestia, virando mis ojos.
—Por supuesto que me importaba, ya me gustabas en ese entonces, muñequita —tomó una de mis manos entre las suyas y besó el dorso de esta—. Sólo estaba en negación...por eso luego fui al departamento y te pedí que te casaras conmigo.
—Muy borracho.
—Sí, pero borracho y todo mi subconsciente ya sabía que eras tú. Siempre has sido tú.
Jeongguk atrapó mi barbilla entre su dedo índice y pulgar, y alzó mi rostro hacia el suyo para poder besarme. Sentí mi corazón emocionarse con el sutil y fugaz roce de sus labios, recordando la anticipación y la ilusión de la primera vez que me besó. El contacto fue breve en un principio, pero cuando volvió a unir nuestras bocas, se tornó más abrasador y duradero, besándome lento y profundo, perdiéndose en las sensaciones e incitándome a hacer lo mismo.
Envolví mi brazos alrededor de su cuello y me alcé en la punta de mis pies, deleitándome con la calidez y la intensidad de su beso, sintiendo que me faltaba el aliento en el momento que nos apartamos.
Jeongguk besó la comisura de mis labios una última vez y descansó su frente en la mía. —No vamos a olvidarlo, ¿de acuerdo?
No lo haría.
No iba a negar que aún tenía temores con respecto a todo esto, sabía que no sería nada fácil, sin embargo, iba a defender lo nuestro, porque a pesar de todo, ninguno de esos temores se comparaba al de perder a Jeongguk. Él era mi futuro, no renunciaría a mi futuro...por nadie.
—No lo olvidaré —aseguré, sabiendo que esta vez tendría que acompañar mis palabras con acciones—. Lo prometo.
—Sé que las cosas pueden ponerse un poco difíciles ahora, pero si tus pensamientos y tu voz divergen, sigue intentándolo, ¿sí?...no olvides que yo estaré contigo.
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