❛ 57 . 2 ❜

Antes de leer: mi gentecita bella, sólo les digo que este capítulo está súper mega largo, súper mega detallado, súper mega explícito (en serio, esto no es una exageración jaja) y súper mega para mayores de dieciocho años, así que ténganlo en consideración antes de leer, besitos🤍

  
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U N P L A N N E D
cincuenta y siete
❀̸
𝓔n cuerpo y alma
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¿Podemos estar siempre así de cerca?
¿Por siempre y para siempre? ❞

Lover, Taylor Swift.

08 DE MAYO, 2019
11:18 am.


( ❛ BAE HAYE ❜ )


▬▬No fue una despedida amistosa. Ya te digo, esa fue una amenaza camuflada en una disculpa.

 
Sostuvo Jeongguk, apoyándose en el umbral de la puerta después de regresar de su "pacífica charla" con Seulgi. Ella aseguró que sólo quería disculparse con él, pero los dejé solos porque no deseaba presenciar otra discusión en caso de que ocurriera. Hoy elegía conservar mi paz mental.

 
—Pensé que se iría pronto —dijo más como una queja que como otra cosa—. En serio estaba alterada cuando llegó, dijo que tus padres estaban preocupados.


Sabía eso. —Ya les escribí, Seulgi trajo mi celular.

 
—¿Y crees que será suficiente? —preguntó, acercándose a mí—. Son padres. Quizás se aparezcan por aquí exigiéndome que te envíe de regreso.

 
—Hm...sí, tal vez lo hagan —estuve de acuerdo, siempre existía esa posibilidad, sin embargo, esperaba que mi mensaje los tranquilizara un poco.

 
—Y si lo hacen, entonces me odiaran incluso más porque no te enviaré a ningún lado —declaró, acorralándome entre la encimera de la cocina y su cuerpo.

  
Su repentino acercamiento me desarmó de inmediato. Volvíamos a estar solos. Jeongguk se inclinó inofensivamente hacia mí, acortando casi por completo la distancia entre nosotros y yo no pude evitar sentirme nerviosa a pesar de las circunstancias. Su cercanía se sentía más intoxicante que nunca, tal vez me había vuelto un poquito adicta a él después de lo de anoche. Tal vez era porque todo había cambiado. Hoy todo se sentía diferente, más intenso, magnificado; mis sentimientos, mis emociones, mi amor por él, incluso su atractivo mañanero que ya de por sí era impresionante.


¿Se sentiría él del mismo modo?

   
Jeongguk miro hacia abajo, buscando mi mirada con la suya, aunque por supuesto yo, siendo yo, estaba teniendo dificultades para verlo a los ojos. Me sentía cohibida por alguna razón.

 
—¿Cómo te sientes, mh? —me preguntó con ese tono de voz endulzado.

    
Súper.


—Estoy...uhm, bien —me hice la tonta—. ¿Tú...cómo estás?

  
Me di una bofetada mental por actuar de manera tan inepta. ¿Qué cómo estaba él? ¿Qué había sido eso? Me estaba yendo con infantiles evasivas cuando su pregunta había sido de los más normal, además...no era como si no supiera que esta charla iba a ocurrir. Jeongguk había sido de lo más cuidadoso y considerado todo el tiempo, por supuesto que esperaba que esta mañana buscara la confirmación de que todo se encontraba bien, sin embargo, por la forma en la que continuaba acercándose, me dificultaba el pensar con claridad.

 
—Estoy muy bien —dijo con ese tono de voz sugerente, delatando su doble sentido. Él examinó mi atuendo, humedeciendo sus labios al percatarse de que sólo llevaba su camiseta. Malo, Jeongguk, malo, ahora sus labios lucían incluso más besables—. ¿Te vestirás así de ahora en adelante? Porque me gusta la idea —tonteó, sonriéndome de costado.

 
Puse mis ojos en blanco, no queriendo contagiarme con su socarrona sonrisita. Él me estaba mirando como si fuera su próxima comida y yo necesitaba un poco de aire para no derretirme con tanta facilidad a sus pies. Traté de liberarme de su aprisionamiento antes de dejarme en evidencia, pero cuando lo intenté, él se presionó más contra mí. Y bueno, no caer bajo sus encantos nunca fue realmente una opción.

   
Jeongguk atrapó mi barbilla entre su dedo índice y pulgar, y alzó mi rostro hacia el suyo. —¿Te duele?


No, al menos no como creí que dolería. Había escuchado algunas experiencias no muy placenteras sobre las primeras veces así que mentalmente me había preparado para lo mejor y también para lo peor. Por suerte para mí, todos mis temores no fueron más que eso, temores, pues la cosa real no fue para nada como lo imaginé.


Negué suavemente con mi cabeza. —No mucho.


Esto pareció darle cierta tranquilidad, demasiada tranquilidad diría yo, pues enseguida las manos que había mantenido a cada lado de mi cuerpo, pasaron a encontrarse posicionadas firmemente en mi cintura. Él escondió su rostro en el punto que unía mi hombro y mi cuello, y presionó sus labios en la piel sensible de aquel lugar. Maldita sea.


—¿Puedes sentir en donde he estado? —preguntó en voz baja y yo fui atacada sin piedad ni advertencia por el grave tono de esta.

 
Tragué duro y mi corazón martilló violentamente contra mi pecho. Oh, su efecto. El cosquilleo de su respiración en mi piel me hizo estremecer y sus palabras sólo sirvieron para intensificar el rubor en mis mejillas.


—Jeongguk —advertí avergonzada, poniendo mis manos en sus hombros, lista para apartarlo, aunque...no quería hacerlo.


—¿Puedes? —insistió, respirando de mí, con sus labios dejando un camino de innumerables besos por mi piel.


Sus dedos se enterraron en mi cintura, por encima de la tela de su camiseta y la respuesta a su pregunta simplemente se me escapó de los labios como un suspiro que dejaba en evidencia lo mucho que me afectaba y el poder que tenía sobre mí.

 
—Sí.


Supe que se encontraba sonriendo incluso sin tener que verlo. Él rozó su nariz por el costado de mi rostro y casi di un respingo cuando sentí sus labios en el lóbulo de mi oreja. Mi sensibilidad estaba a mil y Jeongguk estaba jugando sucio. —¿Podemos hacerlo de nuevo?

  
No tenía idea del efecto que podían tener unas simples palabras sobre la cordura de mi mente, pero mi cuerpo no necesitó de más para comenzar a sentir calor en todas partes. —¿A...ahora?


Jeongguk asintió con su cabeza, besando inocentemente mi sonrojada mejilla, como si no tuviese otras intenciones en mente. —Quiero hacerte el amor.

  
Ay, mamá.


Mi cerebro hizo corto circuito y me resultó imposible no relacionar aquellas palabras con nuestro primer encuentro. El cual, a decir verdad, no podía sacar de mi cabeza.


Jeongguk deslizó sus manos por mis muslos y me alzó en sus brazos, obligándome a sentarme sobre la encimera y posicionándose inmediatamente entre mis piernas. ¿Cómo diablos podría decirle que no? Ahora mismo, sólo quería besarlo. —¿Lo quieres también?

  
Preguntó pacientemente y el recuerdo de la noche anterior comenzó a reproducirse en mi cabeza mientras que sus suplicantes ojos esperaban una respuesta a su nada sutil propuesta.

"Tengo que quitarme esto". Siguió rezongando Jeongguk, desabotonando con dedos ansiosos los primeros tres botones de su camisa.

  
Él entró a su habitación con ese único objetivo en mente: quitarse su traje. Llevaba quejándose los últimos veinte minutos. Yo, por otro lado, aproveché el momento para recostarme en los pies de la espaciosa cama. Había comido mucho, me dolía la panza.

 
"¿Por qué me obligaste a comerme ese último trozo de pizza, huh?" Lloriqueé, acariciando mi pobre estómago con la mano.

 
"¿Te obligué?" Destacó burlón, buscando algo entre su ropa. "Si mal no recuerdo, tú fuiste la que dijo: te apuesto lo que quieras a que puedo comerme ese último trozo doble en sólo cinco mordidas".

 
Rezongué. "¿Y por qué me dejaste hacerlo?"

  
"Pues porque quiero verte cumplir todas tu metas, muñequita". Se burló, divirtiéndose con mi deplorable estado. "Te bebiste como un litro de té verde, ya se te va a a deshinchar la tripa".

 
"¿Qué? Mi tripa no está..." Quise refutar, pero sí, efectivamente estaba a punto de explotar. "Dios, que horror, me parezco a un caballito de mar embarazado".

 
Jeongguk soltó una risita entre dientes, una muy sutil que me provocó sonreír a pesar del dolor de estómago.

 
Desde mi posición lo observé moverse a lo largo de la habitación buscando un atuendo más cómodo, al menos por un instante, pues rápidamente aparté la mirada cuando lo vi comenzar a deshacerse por completo de su camisa.

 
"Oye, ¿pero por qué te estás desnudando en mi presencia? Ten un poco más de respeto, por favor." Bromeé, desviando mis ojos al techo, intentando no caer en la tentación de mirarlo.

 
No era como si nunca lo hubiera visto sin ella, era sólo que...era diferente ahora.

   
"¿Qué? ¿no quieres ver el baile sexy que preparé? viene incluido en el paquete de experiencia de noche de bodas". Replicó, levantando y dejando caer sus cejas divertidamente.


"Ten un poco de decencia, Jeongguk, acabo de comer". Jugué con él, asimilando de golpe sus palabras, apenas advirtiendo que en efecto...esta era nuestra noche de bodas.


Dios.
Era nuestra noche de bodas.

 
Me golpeó la realización de lo que eso significaba y me di una brutal paliza mental por haber decidido comerme toda la caja de pizza. Y los palitos de queso. Y ese trozo de cinnamon apple twist. ¿En qué demonios estaba pensando?

 
Cerré los ojos un segundo, tratando de calmar la ola de pensamientos que me golpeó de pronto, pero los abrí en cuando sentí la cama hundirse con un peso extra.

   
Al abrirlos, me encontré con el rostro de Jeongguk peligrosamente cerca del mío. Él sostuvo su peso en sus manos, sorprendiéndome al estar tan repentinamente encima de mí. Él sonrió al ver mi expresión de asombro y sus labios estuvieron sobre los míos en un casto beso.

 
"Hueles a pepperoni". Manifestó, aún con esa sonrisita burlesca, impidiéndome replicar pues sus labios rápidamente volvieron a sellar los míos en un beso de unos tres segundos. "Y sabes a pepperoni".


"Ya". Bufé, quitando su cuerpo de encima del mío, sintiendo mis manos picar al hacer contacto con la caliente piel de su pecho desnudo. "Tú hueles a pepperoni". Olfateé el aire. "Y a esa cosa asquerosa que estabas bebiendo".


Él sonrió de costado, observándome incorporarme sobre la cama. "Me daré una ducha."


Sí, por favor.
Necesitaba unos minutos a solas.

  
Asentí, sin poder deshacerme de los nervios que seguían extendiéndose por mi cuerpo. Que se diera una ducha era una buena idea, tendría tiempo para tranquilizarme y también para pensar en qué hacer a continuación. Además, también necesitaba urgentemente una ducha y prepararme para...bueno, lo que sea que fuera a suceder esta noche.


"Yo...uhh, me gustaría ducharme también". Dije, fallando miserablemente en no hacer notar mi nerviosismo.


"De acuerdo". Estiró su mano en mi dirección, muy sonriente. "Vamos".

   
Casi me atraganté con mi saliva cuando mi cerebro decidió escandalizarse antes de advertir que él sólo estaba jugando.

  
"Hablo en serio". Le di un manotazo a su mano, pero este logró agarrar la mía de todos modos y tiró de mí hasta tenerme de pie frente a él, con sus brazos abrazándome desde la cintura.


"También yo". Aseguró, besando la comisura de mis labios.

   
Entonces yo me tensé. Y me odié por eso. No quería que malinterpretara mi reacción. Él no estaba haciendo nada malo, yo simplemente estaba lidiando con un montón de pensamientos intrusivos.


"No, no es cierto". Agregó, ahuecando mi rostro entre sus manos, alzándolo para ver el suyo. "Te pusiste nerviosa. Sólo estaba bromeando, ¿lo sabes, no?"


Asentí, nuevamente pensando en que él no había hecho nada malo sin poder expresarlo en palabras.


"Ya sé lo que debes de estar pensando". Afirmó con voz suave, claramente tratando de sonar como el comprensivo chico que sabía que era. "Y no tenemos que hacer nada esta noche". Aclaró, besando tiernamente la punta de mi nariz.


Mi ceño se frunció, no pude evitar dejar en evidencia mi desconcierto. "¿Ah, no?"


"No". Sostuvo apaciblemente. "Haye, nunca te presionaría a hacer algo para lo que no te sientas lista. No te preocupes por nada de eso. Puedo esperar".


"Pero...estamos casados".

  
"Sí, pero eso no significa que tengamos que hacerlo esta noche, está bien si todavía no te sientes del todo lista".

  
Pero...sí estaba lista, pensé para mis adentros, aunque por supuesto mis injustificadas inseguridades llevaron mis pensamientos por otro rumbo. "¿Tú...no quieres?"


"No me estás preguntando eso". Se rió, pero yo seguía infantilmente con mi ceño fruncido. "Quiero, Haye, quiero...mucho, pero quiero mucho más que estés cómoda, ¿de acuerdo? así que no te estreses. Me bañaré primero". Él peinó mi cabello hacia atrás y dejó un fugaz beso en mi frente antes de meterse al cuarto de baño.

  
Tomé una respiración profunda cuando me encontré finalmente sola e intenté ignorar los soniditos que hacia mi estómago mientras trataba fuertemente de digerir todo lo que había comido. Diablos, definitivamente no iba a permitir que esta noche yo misma me autosaboteara. Me estaba preocupando por cosas demasiado banales.

 
Necesitaba enfocarme.

  
Hoy era la noche, estaba lista, por supuesto que lo estaba, no habría dado este paso si no me sintiera lista para entregarme a él de todas las formas. Y no iba a dejar que nada, mucho menos mi pancita hinchada, me hiciera cambiar de parecer. Simplemente estaba teniendo pensamientos inseguros sobre mi cuerpo ahora mismo.

       
Y no había nada como una ducha para calmar los músculos y la mente.

    
Tomé las bolsas con las prendas que había comprado esta tarde —porque no tenía nada de ropa conmigo— y me dirigí al otro cuarto de baño. No confiaba en mí misma al estar mucho a tiempo a solas con mi caótica mente, así que preferí distraerme en otras cosas.

 
No tenía todos los productos que por lo general utilizaba en mi rutina nocturna, pero sí los suficientes. Regulé el agua de la ducha para que estuviese más caliente que fría y me desnudé rápidamente. Lavé mi cabello y exfolié mi cuerpo desde abajo hacia arriba. Traté de mantener mi mente pacífica durante todo este proceso. Sólo quería relajarme, lo necesitaba. Luego de secarme, me tomé mi tiempo con la crema hidratante. Usualmente no me tardaba tanto tiempo, sin embargo, esta vez masajeé cuidadosamente cada lugar.

  
Cuando finalmente acabé con todo eso, me tomé un instante para apreciar mi reflejo en el espejo. No acostumbraba a detenerme a contemplar mi desnudez, en el pasado había tenido ciertos problema con la imagen que veía en el espejo así que trataba de evitarme el pasar malos ratos, sin embargo, esta vez sentí curiosidad por mi propio cuerpo.

   
¿De verdad estaba lista para mostrarme de esta forma ante los ojos de alguien más?

   
Ese pensamiento me hizo dudar por un segundo, sin embargo, la respuesta a esa pregunta no cambió: continuó siendo que sí.


Había decidido esperar hasta el matrimonio por una razón que no tenía nada que ver con lo religioso. La verdad, decidí esperar porque siempre quise que el sexo fuera mucho más que sólo eso. Sabía las consecuencias que esto podía traer y tal vez mi decisión estuvo influenciada un poco por la desafortunada experiencia de mi madre, pero había más.


No era una persona religiosa, pero sí espiritual. Sabía que para muchos el sexo no era la gran cosa, pero para mí, ese intercambio de energía sí lo era. Esa era una parte de mí que nadie más conocía. Una parte que nunca podría tomar de regreso. Y que, por ende, no quería entregar sólo por un momento de placer físico. Quería que la persona con quien compartiera eso fuese alguien en quien pudiese confiar plenamente. En alguien que me amara y que yo amara de igual manera. Y no tenía dudas de que esa persona era Jeongguk.

   
Lo había confirmado minutos atrás.

Había estado nerviosa antes, pero ahora me sentía muy segura.


Aunque, quizás debí prepararme un poco más, pensé cuando vi mi ropa interior blanca con estampado de ¿qué era esas cosas? ¿huellas de perritos? Dios, bien hecho Haye. Miré el otro conjunto y vi que este tenía estampado de pequeñas florcitas. Genial. No me parecían conjuntos particularmente feos, pero sí aniñados. Y es que, no acostumbraba a escoger ropa interior para...bueno, mostrársela a alguien más. Es decir, tenía lencería para la chica grande que era, pero la mayoría de las veces escogía ropa interior con estampados divertidos. Era una vieja costumbre, por eso olvidé comprar algo decente esta vez.


Esperaba que eso no hiciera mucha diferencia. Traté de no pensar mucho al respecto y sólo escogí el con estampado de florcitas rosas, pues estas pasaban más desapercibidas. Tampoco había hecho la mejor elección de pijama: un mono de dormir rosa con manga larga y estampado de pequeños panditas seguramente no era lo más sexy del mundo, peeeero...se parecía bastante a mi "trajecito de bailarina" y a él le gustó ese trajecito, así que no podía ser tan malo, me animé a mí misma.

 
De pronto recordé a Bella Swan en su luna de miel con Edward, como esta se apareció completamente desnuda frente a él y la idea de hacer lo mismo no me pareció tan ridícula, pero luego lo pensé bien y casi me dio un ataque de risa al imaginarme en esa misma situación, así que rápidamente descarté la idea. Además, aún tenía que secar mi cabello. No iba a seguir tentando mi suerte con los resfriados.

    
Terminé de vestirme, cepillé mis dientes y mi cabello húmedo, y para cuando regresé a la habitación me sentía mucho más relajada. Al menos hasta que entré, vi a Jeongguk con sus pantalones colgando de su cadera, su abdomen tensado en lo que él pasaba la camiseta por su cabeza y yo...creo que estuve a punto de comenzar a babear. Dios ¡Y es que el cabello húmedo! por favor, sólo era una chica.

  
"Ahí estás, creí que iba a tener que sacarte a la fuerza del baño para que vinieras a darme mi besito de buenas noches". Bromeó, acomodando su camiseta y procediendo a pasar cuidadosamente la toalla por su cabello.

    
¿Por qué tenía que ser tan condenadamente atractivo?


"¿Te dije que quiero ser un buen chico, no?" Preguntó, pasando su mirada por todo mi cuerpo. "No me lo pones nada fácil si te vistes así".

  
Sentí su intensa mirada en mis piernas y tuve que hacer un gran esfuerzo para no dejarme intimidar. Estaba orgullosa de mis piernas pero Jeongguk ponía nerviosa a cualquiera.

  
"Son sólo pandas, Jeongguk. Tranquilo". Jugué, dejando las bolsas en el mismo lugar de antes.

 
"No son los pandas, son esas piernas y ese..."

 
"Ya, ya entendí". Interrumpí, sintiendo mis mejillas ponerse más calientes. "¡Deja de verme así!"

  
"¡No lo controlo!" Soltó una carcajada, desviando por obligación la mirada. "Te ves muy apetecible".

 
Puse mis ojos en blanco. "Cállate".

 
"Oblígame". Enarcó una de sus cejas, como un divertido reto y yo lo miré mal. "Ya, me callo. ¿Podrías secarme el cabello, esposita?"

  
Cambió el tema con una inocente proposición a la que por supuesto no pude negarme, aunque con la condición, claro, de que luego él secara el mío.


"Carajo, sí que tienes el cabello largo". Se quejó, después de varios minutos aún sin acabar de secarlo del todo. Y sí, por eso le pedí secarlo por mí. "Pero juro que haría esto todos los días de mi vida por ti".

  
"Prohibido retractarse luego".

  
"Soy un hombre de palabra". Afirmó, apagando el molesto ruido del secador. "Creo que ya quedó..."

 
"Lo secaste hacia todos lados". Reí al ver el resultado final, no estaban tan mal, pero tendría que enseñarle a hacerlo mejor. Aunque, apreciaba muchísimo el gesto.

 
"Te ves bonita". Contestó con simplicidad.

 
"Tú siempre dices que me veo bonita". Destaqué, entrecerrando mis ojos con falso recelo.

 
"Pues porque para mi siempre estás bonita". Me abrazó por la espalda y presionó un tierno beso en mi mejilla. "Si te vieras con mis ojos lo entenderías".

  
Me reí tontamente cuando su aliento hizo cosquillas en mi piel y la sensación de sentirme en mi "hogar" cuando estaba entre sus brazos no tardó en llegar.

 
Su antebrazo se afianzó en mi estómago y él me presionó más cerca de su pecho. "¿Cómo te sientes, mh? ¿Estás cansada? Hoy no tuvimos mucho tiempo para descansar".

  
Eso era cierto, además apenas habíamos dormido la noche anterior por todo lo ocurrido. Nos resultó difícil conciliar el sueño, hablamos hasta muy tarde y nos levantamos muy temprano.

  
Aún así, no me sentía cansada, no quería dormir, así que sacudí mi cabeza en negativa. "¿Tú estás cansado?"

    
Él imitó mi acción, también negando, lo cual me pareció tranquilizador. Sí me decía que estaba agotada no habría sabido cómo rayos sentirme.

 
"¿En qué estás pensando?" Inquirió cuando inconscientemente suspiré de alivio. Niña tonta.

 
"Uh...nada, sólo..." Tragué, sabía lo que quería decir, pero no sabía cómo decirlo. "¿Qué...qué quieres hacer?"

 
"¿Qué quieres hacer tú?"

 
Ugh, ¿qué era esto?
¿el uno reversa?

 
Me encogí ligeramente de hombros, agradeciendo de cierto modo que no pudiese verme a la cara porque ya estaba avergonzada y aún no decía nada.

 
"Quiero...hacer lo que tú quieras hacer." Ay, madre mía, que tarada.

 
Jeongguk soltó una suave carcajada en mi oído y yo me abofeteé mentalmente. "¿Estaremos así toda la noche?"

 
"Probablemente". Acepté de mala gana.

 
"Vale, si te digo lo que quiero...¿me prometes no escandalizarte?"

 
Diablos, eso me puso en alerta. De pronto me sentía pequeña entre sus brazos.

  
"No me escandalizaré". Mentí, seguramente lo haría...en el fondo.

 
"Bien, entonces..." Él hundió su rostro en el hueco de mi cuello, inhalando el aroma de mi piel y mi cabello, en lo que su mano que se encontraba afianzada a mi cintura, se movía el centro de mi abdomen, descendiendo como una caricia en un movimiento apenas perceptible. "Me gustaría hacerte sentir bien".

  
Me estremecí con el sonido de su voz e inconscientemente mi mano fue a parar sobre la suya, deteniendo su sutil movimiento.

 
"Sólo si tú quieres". Agregó, sin presionar más allá.

   
Esas palabras prometían, pero
¿qué prometían exactamente?

 
"¿Có...cómo?" Balbuceé. Digo, quería, sólo no estaba segura de que era lo que quería.


El leve toque de sus dedos en mi vientre bajo me provocó escalofríos y casi me olvidé de lo que estábamos hablando. "¿La ultima vez se sintió bien, no?". Hizo mención a esa noche y mis piernas se sintieron débiles.

 
Recordaba perfectamente bien lo que sentí aquella vez. Y decir que se sintió sólo "bien" no le hacía justicia.

 
"Mh, s...sí". Admití en un susurro bajo, presionándome inconscientemente más cerca de él, apoyando mi cabeza en su pecho. Necesitaba sostenerme de algo, su cercanía le estaba haciendo algo a mi cordura.

  
Sentí su cálido aliento hacer cosquillas en mi oído cuando él apartó cuidadosamente el cabello de mi cuello. "Puede ser mejor que eso". Prometió en voz baja, dejando ligeros besos en la piel recientemente expuesta mientras sus titubeantes dedos trazaban sutiles círculos en mi vientre. "Puedo hacerte sentir mucho mejor". Aseguró, provocando que un pequeño gemido se escapara de mi garganta al chupar tentativamente el lóbulo de mi oreja.

  
Maldita sea.

    
Ni siquiera tenía que decir nada, mi cuerpo respondía al suyo por cuenta propia. Jeongguk sabía exactamente qué hacer y qué decir para causar estragos en mi sistema nervioso.

   
"Si me lo permites". Murmuró y mi cabeza se presionó en su hombro, permitiéndole más acceso a su boca para que hiciera lo que quisiera. "¿Lo quieres?" Instó y lo sentí sonreír contra mi cuello cuando me estremecí entre sus brazos.

  
Sólo asentí, no muy segura de a lo que estaba accediendo, pero...fuera lo que fuera, confiaba en su palabra. Y en su promesa implícita.

 
"Tú pones los límites, ¿de acuerdo?". Se aseguró de dejar en claro. "Me detendré en cualquier momento si quieres que lo haga". Prometió en un gentil beso a un lado de mi rostro.

  
Yo sólo pude asentir débilmente, exhalando una respiración temblorosa en lo que sus besos en mi cuello dejaban de ser controlados y moderados. Él pasó de dejar dulces toques con sus labios, a besar, lamer y mordisquear el punto más sensible de mi cuello. Él maltrató aquel lugar deliciosamente con sus labios, dientes y lengua, y mi cuerpo instintivamente comenzó a buscar el suyo.

  
La palma de su mano se presionó en mi abdomen bajo, empujándome más cerca y cuando mi trasero chocó contra él, entonces fui muy consciente de que aquella parte en su cuerpo comenzaba a sentirse igual de emocionada que yo.

 
No podía pensar en nada con su boca en mi cuello y su cuerpo rozándose exquisitamente contra el mío. Todo lo que sentía, veía y olía, era a Jeongguk.

  
Mordí mi labio como un acto reflejo cuando él llevó su mano hasta mi cadera, inmovilizándome firmemente en lo que él se presionaba a sí mismo contra mí. El sutil movimiento de sus caderas contra mi trasero no me resultó indiferente, sabía lo que estaba haciendo y eso hizo que mi corazón se acelerara en mi pecho. Cerré mis ojos y me fundí en sus brazos, perdiéndome en las sensaciones que su cuerpo le provocaba al mío. ¿Cómo diablos era posible sentir tanto?

  
"Quitaré esto". Me informó en un susurro sosegado antes de que sus traviesos dedos se encargaran de desabotonar el primer botón de mi pijama.

 
Él se deshizo del resto de los botones muy lentamente, como si buscara darme tiempo de arrepentirme, pero de eso no había nada, por el contrario. Cuando todos los botones estuvieron deshechos, él bajó paulatinamente las mangas por mis brazos y yo lo ayudé a quitarme aquella prenda, quedando sólo en mi nada sugerente ropa interior.

  
Los nervios regresaron entonces cuando Jeongguk se deslizó cuidadosamente a mi alrededor, colocándose frente a mí.

 
"Tan bonita". Halagó, admirándome detalladamente con la mirada, regalándome esa sugestiva sonrisita de costado que hacía que mi corazón se desbocara. "Sigues volviéndote más y más hermosa". Añadió, atrayéndome nuevamente hacia él, con una mano acariciando dulcemente mi mejilla mientras que con la otra me sujetaba por la cintura. "No es justo".

  
Jeongguk me bebió con su mirada y mi corazón se saltó un par de latidos mientras lo hacía. Esto sí no era justo. Él se estaba tomando todo el tiempo del mundo en apreciar mi parcial desnudez cuando lo único que yo quería era volver a tener su boca en mí...en cualquier parte.

 
"¿Cómo es que soy tan malditamente afortunado?" Preguntó antes de bajar su rostro al mío y besar finalmente mis necesitados labios.


Y vaya que me besó.

  
El beso no fue lento ni gentil en ningún momento, empezó hambriento y la intensidad de este sólo creció con cada roce, con cada movimiento de nuestros labios. Ninguno de los dos tuvo reparos, el beso fue puramente carnal, con nuestros dientes chocando entre sí mientras fallábamos miserablemente tratando de establecer un ritmo. Técnicamente no fue un beso perfecto, pero se sintió como si lo fuera.

  
La verdad era que una sesión de besos un poco subida de tono no era más lejos de lo que habíamos llegado antes, sin embargo, los dos éramos conscientes de la diferencia que existía entre las otras veces y esta: antes siempre existió una razón para detenernos, para no llegar más lejos; esta vez...no existía ninguna.

  
Mis pensamientos quedaron en un segundo plano cuando los suaves labios de Jeongguk volvieron a deslizarse hacia abajo, moviéndose peligrosamente lento hacia mi cuello, dejando un rastro de besos húmedos por mi acalorada piel. Me gustó sentirlo ahí, me gustaba saber que sus labios estuvieron ahí, quería hacerlo sentir del mismo modo, pero él estaba haciendo lo suyo y yo era débil. Y fácil de distraer. Quería marcar su piel con mis labios también, pero él comenzó a hacer magia con los suyos y yo perdí de vista mi objetivo. Envié entonces cualquier pensamiento lejos y me permití disfrutar de la sensación, dejando mis dedos enredarse en su cabello mientras sus labios asaltaban la sensible piel de mi cuello. Mi corazón latía desbocado y cada célula de mi cuerpo era muy consciente de como sus ansiosas manos recorrían, acariciaban y apretaban todo a su paso en lo que parecía ser un intento por memorizar cada parte cuerpo.


Sus manos osadas e inquietas se aventuraron a subir hasta mis pechos, ahuecándolos instintivamente por encima del sujetador. Él nunca se había atrevido a realmente tocarme ahí, y parece que el finalmente poder hacerlo lo emocionó porque entonces tiró de mis caderas hacia las suyas, pegándome a él en lo que sus labios succionaban ese punto sensible de mi cuello que antes ya me había hecho suspirar, y no sólo suspirar, porque esta vez el implacable ataque de su boca me arrancó un vergonzoso gemido involuntario, ante lo cual él respondió con un gruñido gutural vibrando sobre mi piel, tirando de mi con más fuerza.


"Déjame escucharte". Pidió, aunque su petición sonó más como una súplica que como otra cosa. "No te cortes, no sabes cómo me pone saber que lo estás disfrutando".


Ay, demonios.


Sus palabras encendieron fuego en mi vientre y no pude ignorar el inusual dolor que comenzaba a formarse entre mis piernas. Y él sólo había hablado, maldita sea.


Jeongguk logró provocar estragos en todo mi ser y luego sólo volvió a conectar nuestros labios, con más urgencia y necesidad que antes, si es que eso era posible. Él mordió mi labio inferior, haciéndome jadear sobre su boca y tomando la oportunidad de que su lengua entrara en mi cavidad bucal, iniciando una batalla por el dominio que, por supuesto, él gano. Su pecaminosa y experta lengua dio vueltas alrededor de mi boca, quitándome el aliento y haciéndome gemir inevitablemente. Se sentía demasiado bien como para preocuparme por algo más que no fuera lo que estaba ocurriendo entre nosotros.


"Tan dulce". Jadeó, apretando atrevidamente mi trasero con sus manos. "Mierda...necesito saber si eres igual de dulce en todas partes".


El calor de mi vientre se extendió a otras partes de mi cuerpo cuando él enterró sus dedos en la parte trasera de mis muslos, y aún a pesar de mi juicio nublado, comprendí lo que él quería que hiciera. Y sólo lo hice. Dejé que me tomara en sus brazos, rodeando su cintura con mis piernas, sintiendo su dureza más cerca de mi núcleo y sus manos rodeando mi trasero. Su aroma y su calidez me embargaron, y me gustó sentirlo en todas partes. Sí, todas.

   
Seguidamente mi cuerpo fue colocado con cuidado sobre el colchón, provisto de sábanas negras y sedosas; y mis piernas desnudas fueron acariciadas por el frío de estas. Me moví ligeramente en mi lugar, acomodándome sobre la blanda superficie, sin poder despegar la mirada de Jeongguk y del espectáculo que significaba el verlo deshacerse de su molesta camiseta.

  
La mirada hambrienta en sus ojos me hizo tragar duro, era intenso, todo esto lo era, sin embargo, no tuve tiempo de sentirme intimidada pues prontamente tuve su cuerpo cerniéndose sobre el mío.


"Mi dulce muñequita". Musitó, cubriéndome enteramente con su cuerpo. "Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto". Su voz sonó ronca, como si acabara de despertarse, aunque apenas lo advertí porque de inmediato él fue por otro acalorado, pero breve cierre de labios. Sus palabras apenas pasaron por mi comprensión y su confesión me hizo retorcerme en mi sitio. O tal vez fueron sus caricias las que tuvieron ese efecto en mí. "Puedes decir que no".


Sintió la necesidad de hacerme saber, moviéndose sobre mi cuerpo con una intención más que clara. Y yo lo observé quieta en mi lugar, o bueno, lo más quieta que pude, permitiéndole hacer conmigo lo que deseara, aunque sin poder controlar mi trémula respiración al advertir sus dedos deshaciendo el broche delantero de mi sujetador.


Sus ojos estuvieron sobre los míos todo el tiempo, esperando por algún indicio de que no deseaba que siguiera adelante, pero sabía muy bien lo que quería. No tenía ninguna duda. Y a pesar de que mi corazón latía estruendosamente por los nervios, no me acobardé. Aunque, sí tuve que luchar fuertemente contra el impulso y la irritante vocecita en mi cabeza que me pedía a gritos que me cubriera en cuanto Jeongguk expuso ante sus codiciosos ojos mi nueva desnudez, deshaciéndose finalmente de aquella sobrante prenda.


No sabía cuál era el asunto de los chicos y los pechos, pero tampoco planeaba tratar de entenderlo. Aunque, sí me resultó curioso. Era consciente del tamaño de los míos, Dios no había sido precisamente generoso conmigo en ese aspecto, pero me sentía conforme con ellos...y al parecer, Jeongguk también. Bueno, no estaba segura de si "conforme" era la palabra adecuada considerando que él me miraba —y los miraba— como si nunca hubiera visto nada mejor.

 
Esta era una situación peculiar. Creí que me sentiría cohibida por la intensidad de su mirada, pero no fue así en lo absoluto, y es que la admiración en sus ojos provocó en mí el efecto contrario.

  
"Dios, eres tan hermosa". Contempló, detallando minuciosamente aquella parte de mi cuerpo, totalmente embelesado con ella. Y santo cielo, él realmente me amaba.

   
Me incliné hacia arriba, envolviendo su cuello con una de mis manos para volver a atraerlo hacia mí porque ahora como que necesitaba sentir su amor y no sólo percibirlo. Dejé que mis dedos se deslizaran tímidamente por su pecho y hacia abajo, delineando las firmes ondulaciones de su abdomen mientras él devoraba mi boca...aunque, no por mucho tiempo.

   
Me sentía ansiosa por sentir más, por tocar más, sin embargo, cuando mis curiosos dedos se detuvieron en el inicio de sus pantalones, él se movió sobre mi cuerpo, distrayéndome de mis intenciones al deslizar su húmeda boca por mi barbilla y cuello de una manera tortuosa, pero al mismo tiempo deliciosa.


Sus labios continuaron presionándose sobre mi piel, dejando un ardiente rastro de besos por el hueso de mi clavícula hasta mi esternón y yo no pude hacer más que contener el aliento al sentir su caliente lengua recorrer el valle de mis senos. Oh, pero ¿qué iba a...? Mierda. Jadeé desvergonzadamente cuando su mano acarició el suave montículo por primera vez, quedando boquiabierta ante la agradable sensación. Mi corazón casi se salió de mi pecho cuando él volvió a repetir aquella acción, acariciando aquella íntima parte de mi cuerpo mientras estudiaba mi reacción. Se sintió bien, se sintió tan increíblemente bien que no pude evitar removerme bajo su toque, soltando vergonzosos ruiditos que simplemente ya no podía acallar. Y esto, al parecer fue suficiente para Jeongguk, porque antes de siquiera formular un pensamiento coherente, él se sumergió en mis pechos.


Me hundí en el colchón y un gemido seco fue el único sonido que salió de mí cuando sentí su lengua girar alrededor de mi pezón. Infiernos, me faltó el maldito aire cada vez que repitió esa deliciosa acción. Él lamió y mordió delicadamente aquel sensible punto, alzando la vista desde donde se encontraba para encontrarse con mis ojos, pero eso fue...demasiado. Cerré mis ojos, concentrándome únicamente en la placentera sensación y con pasión amortiguada, cuatro de mis dedos se anudaron en su cabello para animarlo. Jeongguk gruñó y arrastró su boca a mi otro pecho para brindarle la misma atención, esta vez con mayor confianza volvió a pegar sus labios a él y chupó con deseo mientras que con su otra mano tocaba y exploraba lo que estuviera a su alcance.


Me sentía perdida en el trance de sus caricias, pero fue inevitable el grito que se me escapó cuando el muy...agh, mordió traviesamente el pequeño botoncito. Abrí mis ojos como un acto reflejo y lo vi sonreír perversamente hacia mí, procediendo a dejar un mucho más gentil beso en aquel lugar. El idiota me había mordido, pero incluso eso se había sentido delicioso, ¿cómo era posible?


"Son perfectos". Volvió a halagar, pasando cruelmente su lengua por el mismo lugar. "Eres toda...toda...perfecta".

  
Y si él lo decía con tal convicción, yo le creía. Jeongguk continuó con su tarea, tratando cada montículo con preciosidad, alternando entre firmes apretones y suculentas chupadas. Me removí incontrolablemente debajo de él, llevando la palma de mi mano hacia mi boca porque él estaba tocando y presionándose en todos los lugares correctos. "Hnn..." Lloriqueé en silencio, queriendo amortiguar los escandalosos sonidos.

 
Jeongguk se apartó, volviendo a subir sobre mí con un brillo peligroso en sus ojos, examinandos mis rasgos y sosteniendo mis muñecas por sobre mi cabeza. "Quiero escucharte, Haye".


Mi corazón latía desbocado y él hecho de que él presionara sus caderas contra las mías, perfectamente alineado entre mis piernas no ayudó en lo absoluto a mi causa. Bueno, sí quería escucharme, definitivamente sabía como lograrlo.

  
Jeongguk liberó mis manos y mis piernas se cerraron alrededor de su figura, ansiando ese contacto. Y aunque evidentemente su cuerpo disfrutaba del roce de su cuerpo contra el mío tanto como yo, él no se detuvo ahí.

 
Esta vez me besó con fervor, sosteniendo su peso en una mano mientras que con la otra agarraba uno de mis pechos, masajeándolo suavemente, apretándolo antes de que su boca se moviera entre ellos, saboreándome, lamiendo los lugares más sensibles de estos como si estuviera hambriento. Me sentía del mismo modo, quería tocarlo, esa era una impulsiva necesidad que no podía disimular; mis manos recorrían desesperadamente cualquier parte de él que pudieran alcanzar.


"¿Se siente bien?" Preguntó, con su rostro hundido en mi pecho. ¿Qué? ¿esperaba que pudiera hablar cuando estaba haciendo esas cosas? "¿Uhm?". Insistió.

 
Asentí débilmente, mordiendo mi labio inferior cuando sentí su nariz bajar tras sus suaves labios, acariciando la piel de mi ombligo expuesto.


"¿Está bien esto?" Él levantó la vista con sus oscuros orbes y su lustrosa mirada, y yo no estabas segura de si lo estaba, pero de todos modos asentí apresuradamente, con el juicio nublado por él, sometiéndome al impulso de soltar otro gemido cuando él plantó un húmedo beso sobre mi feminidad vestida.

 
Oh.

 
Eso no...mi corazón se detuvo al adivinar sus intenciones y repentinamente salí del trance en el que estaba tan inmersa. "¡Espera!". Me alarmé. "Espera, ¿qué...?"

  
Respiré precipitadamente, tratando de recobrar el aliento en lo que Jeongguk me daba un segundo para recomponerme. Aunque, seamos sinceros, el hecho de tener su rostro justo frente a la parte más íntima de mi cuerpo no lo hacía más fácil.


"¿Qué...? ¿Qué vas a...?" Balbuceé, vamos Haye. "¿Qué quieres hacer?"


Jeongguk sonrió de costado y yo podía jurar que mi ineptitud le causó mucha gracia. Él dio un suave a apretón a mi muslo y dijo en palabras lo mismo que decía con sus ojos. "Sabes lo que quiero hacer".


Bueno, sí, pero...no, ¿por qué...? No podía, estaba empapada ahí abajo, eso era...vergonzoso.


La indecisión e inseguridad en mi mirada volvió la suya mucho más suave, comprensiva. Mis mejillas no podían estar más ruborizadas y mi nerviosismo era notable, así que fue cuidadoso con sus palabras.


"No tienes que avergonzarte, princesa...soy sólo yo". Consintió, con sus dedos trazando pequeños patrones en mis piernas. "No tenemos que llegar ahí, pero...me gustaría hacerlo".


Confiaba plenamente en Jeongguk y lo deseaba de la misma manera, sin embargo, eso no borraba los horrorosos nervios que se experimentaban al hacer algo por primera vez...eso no lo quitaba ni siquiera lo bien que se sentía.

   
"¿Te...gustaría?"


"Mucho". Admitió, besando fugazmente por encima de mi rodilla en la espera de una respuesta.

   
Él quería eso.

 
La idea continuaba alarmándome, pero de todos modos asentí dudosamente, exhalando un tembloroso suspiro. Iba a ceder, mi cuerpo quería dejarlo hacer lo que quisiera conmigo, pero era el latente pudor el que me hacía titubear. "¿Por...por qué quieres...?"


"Porque se siente bien". Adivinó mis siguientes palabras, ahorrándome el bochorno de tener que expresarlas en voz alta. "Para los dos, es..." Jeongguk presionó un beso en mi muslo, varios besos, a decir verdad, acostumbrándome a la sensación de su boca sobre mí. La delicadeza y la paciencia en su trato me ayudó a relajarme un poco. Quería que se sintiera tan bien como yo.

  
No tenía verdadera experiencia en esto, pero confiaría en él. Hasta ahora, no había hecho más que dedicarse a mí, a apreciarme y todo se había sentido increíble, así que...

 
"Déjame enseñarte..." Pidió finalmente y su tono no fue de otra cosa sino de desesperación, a pesar de la profundidad gutural que se deslizaba en sus sílabas, él realmente quería que dijera que sí. "Será bueno, te lo prometo".

 
Sí.
Seguramente lo sería.


Eso me asustaba, pero las caricias delicadas de sus dedos me consolaban así que...sólo asentí con mi cabeza, aún experimentando demasiadas emociones como para hablar.


Jeongguk se dio por aludido inmediatamente, tomando mi silenciosa respuesta como indicación para inclinar su cabeza entre mis piernas. Ay, madre mía. Contuve la respiración en anticipación, pero no lo sentí en donde lo esperaba. En lugar de besarme ahí, él besó debajo de la bandita superior de mi ropa interior, acariciando mis caderas. Como si buscara darme tiempo para prepararme, entonces...bajó más. Deslizando sus labios por todo el interior de mis muslos, por encima de la ropa interior, y básicamente por todas partes menos por el lugar que lo deseaba más.


No podía estarme quieta y cuando sentí su mano subir por el interior de mi muslo, dejé que voluntariamente mis piernas se abrieran aún más, necesitando que se acercara más. El dolor palpitante en mi centro crecía y la idea de su mano estando tan cerca de mi necesidad me mareaba.

 
"Jeongguk..." Jadeé, con mi respiración acelerada.

   
"¿Qué pasa, princesa?" Preguntó con un tono casi burlón, haciéndose el desentendido, sabiendo muy bien que pasaba. "¿No quieres que...?"

 
"Sí, quiero." Gimoteé con necesidad al sentir su respiración justo en mi entrepierna. Tentándome y torturándome con su insuficiente cercanía.

 
"¿Qué quieres, mh?" Preguntó, presionando un beso sobre mi pubis por encima de la ropa interior. "¿Quieres que te toque ahí?" Su dedo trazó una superficial caricia entre mis piernas y me sacudí inconscientemente por su toque. "¿O quieres que te bese ahí?"


Sentí un inhumano impulso por querer cerrar mis piernas cuando él volvió a acariciar con la yema de sus dedos aquel lugar, pero Jeongguk volvió a separarlas antes de que consiguiera aliviar un poco la palpitación entre ellas.

 
"¡Ah! Jeongguk, por favor". Lloriqueé, sin saber qué demonios estaba pidiendo. "Sólo...por favor, por favor..."

 
Necesitaba a Jeongguk, lo necesitaba de cualquier maldita manera que pudiera tenerlo y necesitaba que él sintiera lo mismo.

 
Jeongguk pasó una última vez su mano por la empapada hendidura cubierta sólo por esa pequeña tela, y antes de que otro ruego se escapara de mis labios, él deslizó ansiosamente las bragas con estampado por mis piernas, aprovechando el afloje de mis miembros para zambullirse maliciosamente y lamer los resultados de sus ministraciones.

 
Oh.
Mierda.

 
Jeongguk ni siquiera me dio tiempo para sentirme avergonzada o insegura, pues él se lanzó directo a por lo que quería. Santo cielo. Su lengua hizo contacto directo con aquella parte mía que tanto lo necesitaba, embargándome con un solo toque de un placer nuevo e indescriptible. La sensación fue tan abrumadora que no supe qué diablos hacer, mis piernas buscaran cerrarse alrededor de su cabeza inconscientemente. Jeongguk no me lo permitió, por supuesto, él se ayudó de sus manos para mantenerlas abiertas.

 

Quería tirar de algo.
Necesitaba tirar de algo.


Sus ojos oscuros se alzaron con un brillo lascivo y estos se encontraron con los míos mientras su lengua se deslizaba hacia afuera y la pasaba justo por aquel punto entre mis piernas. Grité su nombre porque él, todo él, era lo único en lo que podía pensar.


"Dios, eres dulce". Gruñó Jeongguk cuando bajó su cabeza para poner su lengua en mí otra vez. "Tan jodidamente dulce". Sus palabras pasaron suavemente por su boca como si fueran mantequilla, haciendo temblar mis rodillas.

    
¿Cómo, maldita sea, era posible que algo pudiera sentirse de esta forma?


Había oído hablar sobre esto, sabía de ello, pero nunca imaginé que pudiera sentirse tan bien. Era...alucinante. Yo realmente no me arrepentía de haber esperado hasta este momento, pero al mismo tiempo no podía creer que era esto de lo que me estaba perdiendo.


Tiré de su cabello cuando sentí su lengua correr a lo largo de mi sexo y chillé desvergonzadamente cuando su boca encontró el camino hacia mi clítoris. Oh. Mi. Dios. Él dio unos suaves lametones antes de succionarlo en su boca y yo ya no podía dejar de gemir incongruencias. Mi cabeza golpeó con el colchón y yo cerré mis ojos porque todo se sentía tan bien que casi no podía soportarlo. Volví a tirar de su cabello y él respondió con un gruñido, permitiéndome sentir las vibraciones de su voz contra mí.


"Eso es, preciosa...necesito escucharte". Sopló en mi centro y movió su boca nuevamente hacia mi clítoris. "Mierda...tu sabor es increíble".


Sus palabras simplemente sirvieron para extender el fuego en mi vientre. Él hizo girar su lengua alrededor de aquella pequeña protuberancia y sentí como si cada gramo de energía y deseo de mi cuerpo se hubiese agrupado entre mis piernas. Quería llorar, realmente quería hacerlo por lo bien que se sentía. ¿Sería extraño si lo hacía?

  
Él chupó y lamió, mordisqueando y besando toda mi feminidad en lo que su lengua encontraba el camino a ese pequeño agujero, jugando y hurgando en la entrada, haciendo que con cada pequeño movimiento su nariz rozara con mi clítoris. Quería sostenerlo ahí, justo ahí y mover mis caderas de la forma en la que lo necesitaba. Mis pensamientos habían tomado un rumbo completamente desconocido y no podía siquiera avergonzarme de ello, era como si de pronto el deseo hubiera nublado por completo mi juicio. Era demasiado bueno. Y algo me decía que tal vez debería sentirme al menos un poco abochornada por lo que estaba ocurriendo, por Dios, tenía a un chico haciéndole a mi cuerpo cosas más que obscenas, pero no sentía nada de eso, porque se trataba de Jeongguk, y no existía ninguna razón para sentirme insegura junto a él.

 
Jeongguk estudió mi reacción frente a cada uno de sus movimientos y creí que establecería un ritmo, esperaba que lo hiciera porque mi corazón comenzaba a acelerarse, pero entonces él decidió que quería alargar su tortura un poco más, empezando a plantar grandes y húmedos besos en aquel lugar, alternando su ataque entre mordiscos y besos, murmurando en voz baja cosas sucias que jamás imaginé que tendrían tal efecto en mí.

 
"Mmm". Gimió mientras lamía mis pliegues, saboreándome como si fuera su comida favorita. "¿Tienes alguna idea de las veces que imaginé tenerte justo así? ¿Hm?" Cuestionó, volviendo a abrir agresivamente mis piernas cuando estas trataron de cerrarse, devorando en la sensibilidad de mi palpitante centro como si eso calmara su necesidad más que la mía. "Nunca había deseado tanto algo".

  
Escuchaba lo que decía, pero no logré formular una respuesta inmediata, no era como si la necesitara de todos modos, yo tampoco había deseado nada de la forma en la que lo deseaba a él.

  
"Es incluso mejor de lo que imaginaba".


"¿Valió la pena?" Traté de bromear, pero estaba sin aliento y necesitada, y así fue como sonaron mis palabras.

  
Jeongguk sonrió, soplando aire en mi núcleo al escapársele una pequeña risita, yo me estremecí por la sensación y eso lo puso aún más contento. "Valió toda la maldita pena del mundo. Te amo, Haye". Declaró, eliminando toda la diversión del momento cuando volvió a poner su boca en mi entrepierna. "Y amo este pequeño y dulce coño".


Él pasó su lengua por el sensible punto entre mis piernas y yo sostuve mi respiración, empujando mis caderas contra su rostro, fue algo instintivo y sentí un alivio placentero tal que no pude evitar el volver a hacerlo.


"Mírate, mi dulce chica ya sabe lo que quiere". Él volvió a lamer mi clítoris como si buscara recompensarme y mis caderas se sacudieron contra su rostro. "¿Te gustó eso, hm?" Me puso en evidencia. "¿Quieres montar mi rostro, muñequita?"

 
"¡Jeongguk!" Chillé escandalizada, como si no estuviera prácticamente haciendo justo eso.

  
Él soltó otra risita. "¿No? Será para después entonces". Prometió con ese tonito burlesco y yo sentí mi rostro ardiendo. "Tenemos toda una vida".

  
Él rodeó el pequeño bulto entre mis piernas con sus labios justo antes de chuparlo y eso fue suficiente para tenerme olvidando sobre qué diablos estábamos hablando. Bueno, muy...bueno. Él volvió a chupar, haciendo un sonido de satisfacción, cerrando los ojos como si quisiera ahogarse en la sensación. Yo lloriqueé cuando el placer se extendió a través de mi cuerpo y él soltó un chasquido. Luego volvió a chupar. Y dejó de hacerlo. Repitió la acción una y otra vez hasta que yo ya no pude pensar en nada más.


Él se zambulló en mi centro, con su lengua lamiendo mis pliegues y la nariz apretada contra mi montículo, aspirándome. Subiendo y bajando, como si bebiera de mí. Entonces gimió con el sabor, con sus ojos entornados y ebrios mientras miraba hacia mí a través la apertura de mis piernas. Deseé abrirlas más, el placer me obligó a hacerlo. Y eso lo incentivó.


"¡Ah!" Gimoteé escandalosamente y mis piernas temblaron cuando sin ninguna advertencia sentí su lengua explorando más allá, entrando y saliendo fuera de mi pequeño agujero.

  
Tiré de su cabello inconscientemente cuando él hundió más su lengua en mi calor, su nariz se frotó deliciosamente contra el punto más dulce entre mis piernas y a estas alturas, ya había visto las estrellas, mi cabeza no dejaba de hundirse en el colchón; el placer y el dolor cegándome de cualquier pensamiento sensato.

  
Aún así, el hecho de que mi visión se encontrara nublada por lágrimas de placer no fue suficiente para Jeongguk. Él frotó su mano contra mis pliegues mientras su boca seguía rodeando mi clítoris, con su lengua enroscándose alrededor de él.

  
Mi estómago comenzó a subir y bajar cada vez más rápido cuando él comenzó a frotar la pequeña protuberancia con su dedo, sólo abrí mis ojos al oír la respiración de Jeongguk volverse más superficial. Me estremecí al concentrarme en todo lo que él me hacía y el dolor de no tenerlo donde lo necesitaba se volvió casi insoportable cuando me percaté de que se encontraba tocándose a sí mismo por encima del pantalón. Las sensaciones golpearon dentro de mí al verlo tan ensimismado en el trabajo que sus dedos se encontraban haciendo conmigo y sólo pude pensar en lo mucho que quería sentirlo a él.

  
Y quería tocarlo de esa misma forma.


La tentadora imagen de Jeongguk dándose placer a sí mismo no fue precisamente duradera, pues prontamente él volvió a concentrarse únicamente en mí, dejando un beso sobre mi clítoris en lo que sus dedos tanteaban mi entrada, lo cual...inevitablemente hizo que me tensara.

   
No quería entrar en pánico, pero lo hice cuando Jeongguk metió la punta de su dedo corazón en mí. Entonces me arqueé y agarré su muñeca firmemente con mi mano. Ese...era terreno más que inexplorado. Necesitaba un segundo. O dos.

  
"¿Qué pasa? ¿Estás...?" Se preocupó, deteniendo lo que estaba haciendo. No quería que lo malinterpretara, así que sólo asentí, tragando pesadamente. Estaba bien, era sólo que...agh. "¿Estás bien?"


"Sí, estoy..." Dije sin aliento, no podía hablar ahora mismo así que sólo estiré mis brazos en su dirección. "Ven".

  
Pedí, como un niña pequeña pidiendo consuelo. Jeongguk no me hizo esperar, él rápidamente se movió entre mis piernas, arrastrándose encima de mí, cubriéndome con su cuerpo.


"¿Hice algo...?" La inquietud en su voz me apenó, haciéndome negar con mi cabeza.

  
"No, no hiciste nada, yo..." Tranquilicé, abrazándome de su cuello, dando suaves caricias en la parte trasera de su cabeza. "Es sólo que..."


"No tenemos que seguir". Mencionó al percibir la dificultad que estaba experimentando para expresarme. "Si no estás lista..."


"Lo estoy." Afirmé, mirando con determinación sus ojos. Aún estaba hecha un alboroto por dentro, pero necesitaba decirlo. "Estoy lista, yo..." Repetí, bajando su rostro hacia el mío. "Jeongguk..."


Mis palabras ciertamente lo afectaron, pues la seguridad en su actuar flaqueó brevemente, al igual que el hablar. "¿Sí?"

  
"Hazme el amor". Pedí en un susurro. Estaba preparada. Y lo anhelaba. No teníamos que seguir esperando.


No quería que esta noche se tratara sólo de mí, quería que fuera sobre los dos. Quería experimentar esto de su mano, junto a él, no sólo debido a él.

  
"No te lo estoy pidiendo". Reiteró. "No quiero que te sientas presionada, sólo quiero hacerte sentir bien..."

  
"Entonces hazlo". Presioné su frente con la mía. "No hay ninguna otra cosa que podría hacerme sentir mejor".

  
Lo quería a él, no sólo a sus dedos o a su boca, sino que a él, todo él.

 
"Por favor". Musité sobre sus labios, sin despegar mis ojos de los suyos.

 
"¿Estás segura?" Insistió, a punto de ceder. "Puedo esperar..."

  
"No quiero esperar". Sentencié. "Sólo te quiero a ti".

  
Jeongguk titubeó, por alguna razón lo que le estaba pidiendo le parecía algo surreal, pero él aceptó mis palabras, respondiendo con una lenta inclinación para besar mis labios. "Te amo". Juró, acabando con cualquier distancia entre nosotros.

   
Este beso fue diferente. Yo pude saborear mi propio sabor en su boca, pero eso no hizo nada con mi deseo por tenerlo. Esta vez, Jeongguk se tomó todo su tiempo para besarme; lento y muy suave, amoldando su boca a la mía, como si buscara deleitarse con cada roce de nuestros labios.

  
Antes de que él tratara de profundizar el beso, puse mis manos en su pecho y lo aparté ligeramente, confundiéndolo. "¿Qué...?"

 
No dije nada, sólo lo empujé cuidadosamente hacia un lado de la espaciosa cama. Jeongguk quedó recostado a mi lado, pero él, siendo él, trató de incorporarse rápidamente, frenándose solamente al advertir cuales eran mis obvias intenciones.

   
Entonces lo permitió sin rechistar.


Cambié de posición, colocando mis rodillas a ambos lados de su cadera, sentándome a horcajadas sobre él y sintiendo momentáneamente alivio al tenerlo presionándose en mi palpitante necesidad.

  
"¿Por qué soy la única desnuda, huh?" Pregunté, un poco frustrada por ese hecho que a él le causó tanta diversión.

  
"¿Esa es tu sutil manera de pedirme que me desnude?" Me tomó el pelo, pasando sus manos por los costados de mi cuerpo. "No puedo competir contra esta imagen". Me halagó, admirando mi desnudez mientras humedecía sus labios con su lengua. "Eres tan hermosa...no puedo creer que seas mía".

  
Él se levantó, estrechándome contra su pecho, hundiendo su rostro en el valle de mis senos mientras sus labios dejaban suaves besos en aquel espacio.

 
Sus labios ascendieron lentamente hasta mi cuello, dispuestos a maltratar la sensible piel con ardor. Me gustaba cuando hacia eso. Eché mi cabeza hacia atrás, permitiéndole el acceso y Jeongguk apretó mi trasero con sus manos, empujándome contra la abultada erección que ocultaban sus pantalones.

  
Mi caderas comenzaron a moverse lentamente, en un parsimonioso vaivén contra las suyas. Aquella parte de su cuerpo se encontraba presionada en el lugar perfecto, frotándose con el punto más dulce entre mis piernas. Y a pesar de que quería moverme con más fuerza, buscando aquel alivio que sabía me esperaba al final de todo esto, no lo hice. Quería que durara.

  
La mirada de Jeongguk viajó por mi cuerpo, con ojos lujuriosos y necesitados, deteniéndose en donde nuestras partes más sensibles se unían, encontrándose una y otra vez con el movimiento de nuestros cuerpos.

 
"Mierda, Haye..." Gruñó, afianzando uno de sus brazos alrededor de mi cintura, con una de sus manos en mi cadera, guiándola en movimiento circulares y cada vez más impacientes sobre él.

  
Su pecho subía y bajaba rápida e irregularmente, y de sus labios entreabiertos no dejaban de escapársele aquellos ruiditos guturales que delataban su placer.

 
"Mmm..." Gemí sobre su boca, sintiendo su aliento mezclarse con el mío. Me sentía igual, o quizás más afectada que él. Mis partes bajas eran puras sensaciones y me costaba pensar con claridad. "Quiero...ah. Dios...".

  
"¿Qué quieres?" Jadeó, alzando sus caderas para ir al encuentro con las mías. Y ese movimiento me tuvo lloriqueando patéticamente y escondiendo mi rostro en el hueco de su cuello. "Haye..."

 
"Tocarte". Gimoteé en su oído, sosteniéndome con más fuerza de él. "Quiero...tocarte, por favor". Prácticamente supliqué, y es que él no lo sabía, pero quería hacerlo desde hace mucho. "Déjame verlo, quiero...hacerte sentir bien".

 
Jeongguk gruñó al oír mis deseos y la siguiente cosa que supe, fue que otra vez volvía a ser yo quien se encontraba con la espalda presionando en el colchón, con su cuerpo cerniéndose perfectamente sobre el mío.

  
"Mi dulce chica..." Dijo casi como en un lamento, delineando el costado de mi rostro con su nariz, dejando un inocente beso en mi mejilla, contrastando aquel dulce gesto con la pecaminosa forma en la que sus manos acariciaban mi desnudez. "Si me dices cosas como esas, harás que me corra antes de estar dentro de ti".

 
Oh.

  
Maldita sea, si pudiese sonrojarme un poco más de lo que ya lo estaba, seguramente lo hubiese hecho al escuchar esa cruda declaración. Él quería correrse dentro mí, eso era...¿por qué diablos de pronto quería justo eso?

 
"No quieres eso, ¿verdad?" Preguntó, moviéndose de nuevo sobre mí, enganchando sus brazos por debajo de mis rodillas, posicionándose justo entre mis piernas.

  
Aquella posición era mucho más que comprometedora pero eso no pudo importarme menos, no podía pensar en lo expuesta que me encontraba cuando lo tenía ahí. Pero todavía tenía sus pantalones. Los quería fuera, maldita sea.

  
Jeongguk trasladó sus caderas sobre mis piernas abiertas y se presionó justo donde lo necesitaba demasiado, y creo...que mis ojos rodaron detrás de mi cabeza frente la imagen y las mil sensaciones. Eso fue todo para mí.

  
Él volvió a repetir aquella acción y mis manos tomaron vida propia, esta vez no tuve reparos en deslizarlas por su abdomen, sintiendo como este se contraía con cada movimiento. Su piel era suave y caliente contra mi tacto, tan perfecto. La calidez de su piel terminó, pero yo no detuve mi exploración si no hasta que sentí su prominente erección por encima de la ropa. Apenas entonces advertí que no llevaba nada debajo. No pude evitar sentirme algo inquieta y temerosa, pero a pesar de eso, cuando sus caderas se empujaron hacia mi contacto, buscando que lo tocara y dejando salir un gemido urgido al lograrlo, yo lo tomé como mi señal para enganchar mi dedo en la banda elástica de sus pantalones, indicándole que quería que los quitara. Ya.

 
Estaba impaciente y quería terminar de una vez con la expectación. Jeongguk buscó mi mirada una última vez, examinando mi reacción, buscando alguna especie de duda en mis ojos, no encontró ninguna, y es que nunca había estado más segura con respecto a nada. Y supongo que lo percibió así, pues entonces él sólo obedeció, deshaciéndose finalmente de la única pieza que lo cubría.

 
No iba a mentir, quise desviar mi mirada en el instante en que lo vi comenzar a bajar sus pantalones, pero a pesar de que el impulso —y el pudor— fueron fuertes, me obligué a no ceder. Quería verlo y no sentir vergüenza de ello. Así que...tragué saliva y me atreví a verlo por primera vez en todo su esplendor. Y por supuesto que fue mucho más de lo que esperaba.

 
Jeongguk era...perfecto.
En toda la extensión de la palabra.

     
Verlo totalmente desnudo sólo me hizo comprobar una vez más eso que yo ya sabía. Y es que...¿cómo diablos era posible? Él era tan perfecto que me resultaba incluso un poco intimidante. No, un poco no, muy intimidante.

  
Permití que mis ojos viajaran lentamente y por primera vez hacia su pene, y sentí calor en todas partes. Nunca había visto uno en persona, eso era obvio, por ende, no tenía muchas expectativas, sin embargo, no me sorprendió en lo absoluto que incluso esa parte de su anatomía fuera impresionante. Su masculinidad estaba evidentemente muy despierta, demasiado, pues se alzaba prominentemente contra su estómago. Dos venas recorrían sus lados al igual que la de sus brazos y...la punta era del mismo color rosa de sus labios. Y no era pequeño. Lo había sentido en otras ocasiones, así que creí tener una idea de cómo sería pero estaba equivocaba.

  
Tenía curiosidad, muchísima curiosidad, y a pesar de estaba terriblemente nerviosa —del tipo casi a punto de temblar— de todos modos me atreví a estirarme hacia él y rodearlo con una mano. Sí, fui directo a por ello. No sabía que rayos estaba haciendo y si Jeongguk se hubiese apartado, lo habría entendido, pero él no lo hizo. Vi su nuez de adán subir y bajar muy rápido cuando deslicé mi tacto suavemente por su eje, deteniéndome en su glande, ante lo que él se estremeció.

 
"Haye..." Se atragantó con sus palabras cuando con curiosidad pase mi pulgar por la hendidura rezumante y él se sacudió bajo mi contacto, dejando escapar un jadeo. "Ah, mierda".

   
Deslicé el líquido de su punta a lo largo de su miembro y Jeongguk exhaló temblorosamente. Eso...me gustó. Me removí en mi lugar, acomodándome para poder hacer lo que deseaba. "¿Esto...está bien?" Pregunté, tragándome mi timidez y acariciándolo con mi mano.

  
Él asintió precipitadamente y con voz estrangulada, indicó: "¿Puedes...puedes apretar más fuerte?"

   
Asentí, obediente y entusiasmada, como si esta fuera alguna especie de lección e hice exactamente lo que me pidió, apreté un poco más, aunque con cuidado al ejercer presión con mis dedos y él exhaló un sonido de satisfacción.

  
Entendí entonces porque él deseaba tanto poder tocarme de esa forma. Provocar placer era casi tan bueno como experimentarlo. Eso lo entendí al presenciarlo deshacerse bajo mi tacto. La forma en la que su cabeza caía hacia atrás y él gruñía cada vez que hacía algo que le gustaba era...excitante.

 
"Eso...así...ah, se siente increíble, preciosa". Gimió, animándome, y no pude ignorar la ola de excitación que me produjeron sus palabras y su lujuriosa mirada.

 
El poder hacerlo sentir bien me provocó otro tipo de deleite, uno completamente nuevo.

  
Volví a mover mi mano, queriendo establecer un ritmo que lo hiciera sentir al menos la mitad de bien de lo que él me hizo sentir. Me gustaba, estaba disfrutando mucho hacerle eso, pero Jeongguk detuvo los movimientos de mi mano más temprano que tarde. Yo no quería parar, pero él agarró mi muñeca cuando ignoré su petición silenciosa y traté de continuar con mi tarea.

  
"Si sigues haciendo eso...voy a correrme muy pronto". Explicó con la respiración agitada, manteniendo mi mano quieta.


Pero a mí me importó muy poco, creía que podría tomarlo en mi boca, hacerle lo que él me hizo, quería eso, estaba embelesada por su virilidad, por su abdomen definido, por la dureza y redondez de sus pectorales y el pequeño y singular lunar justo debajo. Sentía deseos de besarlo ahí, de deslizar mi lengua sobre él y de satisfacer los deseos de su cuerpo. Y los míos. Estaba perdiendo la cabeza porque no lograba pensar en otra cosa, ¿qué diablos me ocurría?


"Está bien, puedes hacerlo". Solucioné con simplicidad, queriendo seguir con lo mío.

 
"No hoy". Insistió, sin aflojar su agarre en mi mano. "Lo quiero contigo, no de otra manera.".

 
Demonios, si él lo ponía de ese modo entonces no tuve más remedio que asentir, de muy mala gana, por cierto, ahora tenía curiosidad sobre otras cosas. "Pero...¿me dejarás jugar con él luego?" Curioseé y la mandíbula de Jeongguk cayó abierta por un instante.

 
"¿Tú...tú quieres...? Infiernos, Haye ¿qué intentas hacerme, eh?" Preguntó afectado, pasando la mano por su cabello en lo que una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios. "Dulce niña, siempre que quieras tocar mi pene es tuyo. Puedes hacer lo que demonios sea que quieres con él". Prometió y yo no pude evitar sonreír por su elección de palabras.

 
"Pero, ¿no ahora?" Hice el intento de mover mi mano, pero él volvió a inmovilizarla. Sí que era obstinado.

 
"Preciosa, estás desnuda en mi cama con tu mano en mi pene." Declaró los hechos. "Estoy a punto de correrme ahora. No me puedes tocar así. Tan bueno como se siente eso, estoy malditamente cerca".

 
Lo acepté a regañadientes, comprendiendo su posición, esta era nuestra primera vez, entendía que no quisiera correrse de esa manera. Tal vez en otra ocasión.

  
Jeongguk se inclinó hacia abajo y presionó sus labios sobre los míos. Fue gentil esta vez, al menos por un instante. El beso comenzó lento y romántico, él capturó mi labio inferior entre los suyos y chupó, repitió la misma acción un par de veces antes de volver a tomar todo de mí, se tomó su tiempo para hacer que mi cabeza se sintiera mareada con sus besos, pero al final no pudo mantener a raya su deseo, y su beso se tornó hambriento y descuidado. Su cuerpo poco a poco fue cerniéndose sobre el mío y entonces fui muy consciente de su erección chocando con mi vientre bajo. Creí que ya era el momento, pero no.

   
"Tengo que prepararte". Advirtió entre besos, pero yo maquinalmente envolví mis piernas alrededor de su cintura cuando hizo el ademán de apartarse.

  
"Ya lo estoy". Aseguré, besando a lo largo de su mandíbula, bajando por su garganta.

  
"No de ese modo". Precisó. "Es tu primera vez, tengo que preparar a tu cuerpo para recibir al mío. Quiero que sea tan bueno para ti como lo será para mí".

  
"Pero...va a dolerme de todos modos". O eso había escuchado.


"Bueno, entonces haremos que el daño sea mínimo". Instó, aunque la seguridad en su voz fue confortante.

   
No tanto como los besos que fue dejando a lo largo de toda mi anatomía hasta llegar a su objetivo, por supuesto. Sentí su aliento en mi entrepierna y cuando vi su rostro hundirse en aquel lugar, creí que estaría más preparada, más lista para lo que se venía...pero no fue así. Supe entonces que probablemente nunca estaría lista para eso.

 
Ante el primer contacto de su lengua en mi hendidura, sentí que perdía la cabeza. Y Jeongguk tuvo mucha menos piedad conmigo esta vez. Su boca, su lengua y sus dedos hicieron maravillas en mi centro, empujándome al borde con cada beso, cada lamida y cada contacto.

  
Me sacudí, gemí y grité su nombre cada vez que el placer se volvía demasiado como para contenerlo, sabía que algo se estaba construyendo dentro de mí y también sabía que era intenso. Había experimentado lo que era un orgasmo al sólo frotarme con Jeongguk, había sido todo muy rápido y sin mucho esfuerzo, pero aún así había sido...alucinante. No podía imaginar cómo sería en esta ocasión. No podía concebir la idea de que pudiera ser mejor que esto.


Jeongguk se movió entre mis piernas, frotó mi clítoris y mis caderas se alzaron cuando nuevamente lo sentí meter la punta de su dedo en mi entrada. La sensación era un poco incómoda y me hizo pensar en cómo sería cuando Jeongguk metiera...otra cosa. Aún así, el placer que experimentaba con su toque en mi pequeña protuberancia era inmensamente mayor que la incomodidad. Él empujó mi estómago hacia abajo, distrayéndome con su lengua alrededor de mi clítoris mientras hacía girar algo de humedad alrededor de mi hendidura, entonces él empujó el dedo un poco más y yo me quejé.

 
"No..." Protesté.

  
"Tienes que relajarte, preciosa".

 
"Pero...se siente raro".


"Estará bien, si te relajas, va a sentirse mejor". Buscó tranquilizarme a pesar de no retractarse, sacando más humedad y arremolinándola alrededor de mi pequeño agujero. "Confía en mí, vas a agradecérmelo después".

  
Sí, seguramente lo haría.

  
Al parecer él sabía más cómo funcionaba mi propio cuerpo que yo. Me sentía afortunada de que mi primera vez fuera con una persona a quien le preocupara mi placer tanto como el suyo.

  
"Mmm...." Gemí, enterrando mis dedos en su cabello cuando él, a pesar de mantener su dedo en mí, decidió bajar su cabeza y trabajar mi clítoris, trayendo de vuelta la deliciosa e indescriptible sensación del inminente orgasmo. Él succionó el pequeño botoncito y fui consciente de como las lágrimas en consecuencia comenzaban a nublar mi visión. "¡Ah!" Lloriqueé, luchando contra el impulso de cerrar mis piernas. "Por favor".

  
"¿Se siente bien?" Inquirió, con su aliento provocando estragos en mi parte baja.

 
Inconscientemente mis manos en su cabello volvieron a tirar de él para que continuara con lo suyo. Lo necesitaba ahí. Demasiado. "Sí, sí...muy bien". Admití, gimoteando con su cabeza entre mis piernas. "No pares. Por favor, no pares..."

 
"No lo haré, princesa. Es tuyo...tómalo".

 
Jeongguk aceleró el trabajo de su boca al oír como mi cuerpo se excitaba, chupando y lamiendo; metiendo y sacando sólo la punta de su dedo, una y otra vez. Aquella intromisión dejó de ser molesta, el cambio de la punta de su dedo a todo el resto de este fue apenas perceptible porque mi cabeza sólo podía concentrarse en el placer que crecía y calentaba todo mi cuerpo. Se sentía increíble, pero sólo comencé a acercarme a mi clímax cuando alcé la vista y me encontré con la imagen de Jeongguk acariciándose a sí mismo, subiendo y bajando la mano por su urgido pene. Su punta estaba roja y las venas se marcaban más a su alrededor, él respiraba rápido y pesado, y parecía que estaba teniendo problemas para contenerse de mover su mano de la forma en la que seguramente lo necesitaba. Esa imagen fue...sin lugar a dudas más de lo que podía soportar. No pude despegar mi vista de lo que él se estaba haciendo y me resultó imposible contener el impulso de mover mis caderas para encontrarme con su dedo, imaginando que se trataba de otro miembro de su cuerpo. Santo cielo, realmente lo necesitaba.


Jeongguk no detuvo en ningún momento su implacable asalto, ayudándose en todo momento de sus dedos y boca. Y yo ya me encontraba golpeando mi cabeza contra el colchón. No podía....necesitaba....agh, era incapaz de formar pensamientos coherentes. Era todo sensaciones, creo...creo que realmente estaba llorando de satisfacción. Dios, era tan vergonzoso, pero en este punto ni siquiera podía sentirme avergonzada.

 
Sus manos se afianzaron en mis muslos interiores, manteniendo mis piernas abiertas para él porque llegó un punto en el que estas luchaban por cerrarse, buscando algo de inexistente alivio.


Jeongguk lamió a lo largo de mi sexo y sentí el crecimiento familiar, la misma contracción dentro de mí que sentí aquella vez, en esta misma cama, e instintivamente eché mi cabeza hacía atrás mientras el placer crecía. Tenía que permitirme sentirlo, pero el placer era tan intenso que me abrumaba.

 
El pulso entre mis piernas corría y cuando Jeongguk quitó su dedo, reemplazándola con la punta de su lengua experta, penetrándome superficialmente, yo lo perdí. Mis ojos rodaron detrás de mi cabeza y contuve la respiración mientras olas de éxtasis calentaron mi cuerpo y me hicieron llorar por él. Grité su nombre y me apreté alrededor de su húmedo miembro, palpitando y estallando mientras que el orgasmo quemaba en mi interior, haciendo que mi corazón latiera desbocado y saltara en mi garganta. Jeongguk jadeó, moliendo su rostro en mi centro, intensificando el placer de una manera inconcebible para mí hasta ahora.

 
Él no detuvo su asalto si no que continuó torturándome con su lengua, alargando la duración de mi orgasmo hasta que sus sutiles movimientos fueron demasiado para la extrema sensibilidad que estaba experimentando allí abajo.

 
Jeongguk aflojó el agarre de mis piernas y se arrastró cuidadosamente hasta volver a estar encima de mí, observando con satisfacción como mi cuerpo sufría de pequeños espasmos. Me encontraba tan ensimismada en el placer que se extendía por cada célula de mi cuerpo que ni siquiera fui capaz de responderle cuando presionó su boca sobre la mía.


Aún trataba de recuperar el aliento y el tenerlo dejando dulces besos alrededor de mi boca no ayudaba.


Él ahuecó un lado de mi rostro y unió nuestras frentes. Sus ojos estuvieron sobre mí en todo momento y los temblores de mi cuerpo fueron disminuyendo paulatinamente, aunque estaba teniendo dificultades para bajar de aquella nube de éxtasis en la que me encontraba. Había sido mejor. No creí que pudiera ser mejor, pero lo fue.

   
Jeongguk me bebió con su mirada, todo el tiempo con una sonrisita soberbia dibujada en los labios. "Mh, mírate". Dijo, muy orgulloso consigo mismo. "Mira ese bonito brillo en tu rostro". Se divirtió a mis expensas y por un segundo sólo tuve la energía suficiente para mirarlo mal. "¿Quién lo puso ahí?"

 
"Cállate". Murmuré apenas. "No lo arruines".


"Estuviste increíble". Admiró dulcemente. "Pero me gusta saber que fui yo quien puse esa expresión ahí". Confesó, besando la comisura de mis labios. "Estás incluso más encantadora así".

 
Esa era una mentira, debía de lucir totalmente desastrosa ahora mismo, pero agradecí que lo dijera.


"¿Estás bien?" Quiso asegurarse.

 
Asentí, sólo porque sabía que ninguna palabra podía hacerle justicia a lo que estaba sintiendo. Enredé débilmente mis dedos en la parte donde terminaba su cabello, jugando con los cortos mechones y Jeongguk aceptó el inocente gesto, acariciando su nariz con la mía, moviéndose sobre mí y recordándome entonces que aún no terminábamos.


No iba a detener esto ahora. No quería que Jeongguk decidiera que quería que esperáramos más tiempo. Lo quería aquí y ahora. Y sabía que su amigo allá abajo estaría de acuerdo conmigo.

 
Envolví mis aún temblorosas piernas alrededor de su cintura y tomé su boca con la mía. Él respondió a mi beso pero lo sentí resistirse un poco antes de preguntar: "¿Estás segura de que quieres continuar?"


Jeongguk se esforzaba demasiado en hacerme creer que podía o quería seguir esperando, y era divertido de ver porque su virilidad decía todo lo contrario.


"No sólo lo quiero..." Expresé dificultosamente, deslizando mi mano por su pecho y abdomen hasta llegar abajo entre nuestras piernas, agarré su dureza con mi mano y lo sentí estremecerme con aquel superficial toque. "Lo necesito". Sus labios cayeron entreabiertos y él soltó un tembloroso suspiro. "¿Por favor?"


La presión dentro de mí era agonizante y sabía muy bien lo que necesitaba, todo de él, así que bajé su rostro hacia el mío, saboreando su boca caliente y Jeongguk presionó sus caderas contra las mías, permitiendo que su dureza se deslizara directamente entre mis pliegues. No esperaba que hiciera eso y mis muslos se tensaron por lo bien que se sintió. Jeongguk sí que era bueno poniendo a prueba mis ambiguos límites. Él se entretuvo con mis labios brevemente en lo que frotaba la punta de su pene con mi parte más sensible y yo sólo podía pensar en que lo necesitaba más cerca: sin espacio entre nosotros. Nuestros ojos se encontraron cuando ambos jadeamos por aire y apenas pude soportar el ver la expresión en su rostro, ese gesto caliente de sus labios entreabiertos y el ceño fruncido ligeramente por el placer que se estaba dando.

       
Estaba comenzando a experimentar nuevamente ese fuego extenderse en mi vientre cuando él dejó de frotarse contra mí para intentar levantarse, sólo lo intentó porque lo retuve con mis brazos aferrados a su cuello.

 
"¿A dónde vas?" Demandé, sintiendo las alarmas resonar ante la idea de él retrocediendo cuando habíamos llegado tan lejos.


Una sonrisa burlona se alzó en sus labios ante mi paranoica pregunta, entonces el retiró el cabello disperso en mi rostro antes de besar mi barbilla.

  
"Necesito sentirte". Arrastró las palabras desde mi mejilla hasta mi cuello, dejando un pequeño mordisco en la piel de mi hombro. "No estás en control de natalidad, ¿verdad?"


Ah.
Oh.
Era eso.


Negué despacio con mi cabeza, apocada, reprendiéndome mentalmente por haber olvidado algo así de importante. Tonta, ¿cómo no había pensando en eso?


"Está bien, pero necesitamos protección". Justificó su acción, poniéndose de pie con éxito esta vez. Bueno, al menos uno de los tenía sentido de la responsabilidad.

    
Sentí instantáneamente mi cuerpo más frío cuando él dejó de cubrirme y me incorporé en mi lugar cuando Jeongguk comenzó a buscar en uno de sus cajones. El nerviosismo que había desaparecido hace un rato, nuevamente comenzaba a experimentarlo. Rayos.

 
Mordisqueé ansiosamente mi labio inferior, sentada en la cama, observando su perfecta desnudez y haciendo cálculos en mi mente, dudosa de que cuando introdujera eso en mí fuese a sentir sólo un pellizco de dolor. Digo, no era como que ese temor fuese a hacerme retroceder, simplemente me hacía sentir malditamente nerviosa.

   
Cuando vi el pequeño sobre metálico del preservativo en su mano se me detuvo el corazón. Ay, maldita sea.

  
"¿Quieres ponerlo tú?" Se burló, alzando una de sus cejas posiblemente por mi anterior comentario de jugar con él. En mi defensa, estaba muy curiosa con respecto a esa parte de su cuerpo hace un rato. Ahora estaba impaciente e intranquila.

  
Puse mis ojos en blanco y él se rió. "Supongo que eso es un no".

   
"Ni siquiera sabría cómo...ponerlo". Expuse en voz baja, viendo cómo él rasgaba con facilidad el envoltorio y sin mucha ciencia cubría con este su prominente erección.

 
Se veía fácil.

   
Pero seguramente no lo era tanto si lo hacías con nervios y manos temblorosas como las mías.


"¿Se siente...diferente con eso?" Inquirí, más curiosa que abochornada.

 
Jeongguk se subió hasta la cama y me indicó sutilmente que me hiciera más al centro de esta, empujándome suavemente hasta que estuve recostada en el colchón.


"Sí..." Admitió, cubriendo con su cuerpo el mío y ubicándose entre mis piernas. "Pero sigue siendo bueno".


"Pero...¿no tan bueno?"


"No te preocupes por eso..." Le restó importancia, adivinando la dirección hacia donde comenzaban a ir mis pensamientos. "Se sentirá increíble porque será contigo".


Sus palabras me brindaron la seguridad que necesitaba y fueron las mismas las que me motivaron para atraer su rostro al mío. En esta ocasión el beso fue lento aunque apasionado, profundo, pues ambos lo cargamos con todos nuestros sentimientos: ansias, deseo, amor.

 
"Tu corazón late muy rápido". Advirtió, percibiendo la ola de emociones que estaba experimentando ahora mismo. Me sentía insoportablemente nerviosa, pero al mismo tiempo estaba tan ansiosa. "El mío late muy rápido también". Me consoló, apoyando su frente en la mía.

  
Tragué duramente cuando sus caderas se inclinaron hacia las mías, sintiendo la presión de su miembro en mi entrepierna. Ay, por Dios. Sabía lo que estaba a punto de pasar, pero maldita sea si apenas podía soportar la expectación.

  
"Tienes que decirme si te hago daño". Ordenó dulcemente, sonando más como una petición por su preocupación. "¿Sí?"

 
Asentí, muy de acuerdo, pues aunque no lo sabía hasta ese momento, necesitaba escucharlo.

 
"Seré cuidadoso, trataré de...iré despacio". Su voz sonó tensa y yo pude ver claramente las venas de su cuello resaltar cuando él bajó una mano por nuestro cuerpos, tomando su erección y acomodándola en la entrada de mi hendidura. "¿Puedo...?" Preguntó con voz estrangulada, como si estuviera igual de temeroso que yo. Y no fue hasta que yo musité un débil , que él se empujó a sí mismo, muy lentamente dentro de mí.

 
Mis rodillas se presionaron a cada lado de su cadera y Jeongguk tragó, rozando superficialmente nuestros labios. Primeramente, la sensación fue sólo extraña, apenas un poco incómoda, sin embargo, cuando él empujó aún más en mi estrechez, llegando y rasgando aquella obstrucción en mi interior, el dolor me golpeó.

 
Mierda.
Ou.
Mierda.
Mierda.
Mierda.

  
Cerré mis ojos con fuerza como un acto reflejo y me sostuve de sus brazos. Dolió, sí que dolió. Fue como un escozor, como un ardiente escozor.

 
"¿Estás bien?" Preguntó en un susurro, sin aliento. Y yo asentí en una evidente mentira, positiva de que la peor parte ya había pasado. "Lo haré rápido y luego...luego dejaré que te acostumbres a mí, ¿sí?".

  
Otra vez asentí, porque no podía hacer más que eso. Confiaba en que él sabía lo que hacía, aunque al igual que yo, no parecía estar llevándolo muy bien.

  
Y tal vez hablé muy pronto al decir que lo peor ya había pasado.

  
Pues cuando Jeongguk retiró sus caderas hacia atrás sólo para seguidamente volver a empujar toda su longitud dentro de mí, yo sentí un caliente dolor atravesarme y un gritito que no pude acallar me delató. Al diablo. Me abracé a él con más fuerza cuando el agudo, pero fugaz dolor sacudió mi cuerpo.

  
"Auch, auch, auch...esto...ay, maldición, sí duele". Lloriqueé, escondiendo mi rostro en su cuello.

  
"Ah, carajo...lo siento". Maldijo él, muy tenso. "Lo lamento, princesa, pasará...pasará pronto". Me tranquilizó, besando mi rostro una y otra vez, manteniéndose muy inmóvil con el objetivo de que mi cuerpo se acostumbrara al suyo.

   
Bueno, no fue algo traumatizante, pero tampoco fue precisamente divertido. Los rastros de dolor continuaron ahí, pero con cada segundo la sensación se volvió más tolerable. El pinchazo fue diferente a como lo imaginé, pero sí ayudaba que estuviera quieto. Al menos para mí. Yo no sabía cómo era para los chicos, no sabía lo que sentían, pero parecía que mantenerse inmóvil le generaba cierto dolor.

   
Sentí su respiración en mi rostro: rápida y superficial; y tuve la repentina necesidad de entrelazar mis dedos en su cabello, dándole una suave caricia. Él se encontraba literalmente inmóvil, como si temiera hacer algún movimiento erróneo y no podía culparlo, mi reacción no fue la mejor y el hecho de que mi cuerpo temblara como gelatina no debía de animarlo demasiado.

  
Sólo eran los malditos nervios.

 
Quería que se moviera. El ardor continuaba ahí, pero no tenía que ser una genio para saber que eso no cambiaría hasta que le permitiera seguir. Tenía que adaptarme a él.

 
"Descuida, estoy bien". Musité. "Ya puedes...uhm, ya puedes moverte". Concedí e instintivamente cerré mis ojos, a la espera de otro pinchazo de dolor.

 
"No suenas segura".

 
"Lo estoy, sólo...hazlo".

 
"Haye..." Lo escuché suspirar y mi nombre sonó como una advertencia en sus labios.

    
"Por favor". Rogué, levantando mis caderas en busca de más de él, lo cual lo hizo jadear. Lo vi cerrar sus ojos, con su entrecejo levemente fruncido y labios entreabiertos, y me sentí bien. "Continúa".

  
"Estás muy estrecha, eso es...mierda, espera. No te muevas, por favor, preciosa, no te muevas". Súplico, afianzando una de sus manos en mi cadera para mantenerme inmóvil.


"Está bien, estoy bien". Susurré, el dolor seguía ahí pero disminuía, podía soportarlo...creo.

   
El humedeció sus labios, afectado con toda la situación. "¿Estás segura? Porque, cariño...quiero moverme tan condenadamente mal".

    
Y tal vez yo era un poco masoquista, pero también quería eso.

 
A su tiempo, por supuesto, así que afirmé —muy determinada— con mi cabeza, aunque permanecí aferrándome a él con todo lo que tenía en caso de volver a sentir el agudo dolor en cuanto se moviera.

  
Jeongguk bajó su boca hasta la mía, buscando distraerme con la maestría de su lengua contra la mía, y yo traté de concentrarme en eso mientras que él volvía a mover sus caderas, en un vaivén parsimonioso y endemoniadamente lento, dentro y fuera de mí, yendo en esta ocasión un poco más allá.

   
Mi piernas se cerraron alrededor de su cintura y tuve que morder mi labio con fuerza para no lloriquear. Al principio y durante los primeros embistes, dolió casi tanto como la primera vez, sin embargo —y por suerte— a medida que mi cuerpo comenzó a aceptarlo y a acostumbrarse al intruso, dicho dolor comenzó a disminuir. No desapareció del todo, pero sí lo suficiente como para que mi cuerpo pudiese relajarse al momento de recibirlo.

  
"Eres...mierda, te sientes increíble". Expresó entre dientes, permitiéndose disfrutar sin culpa de la sensación. "Lo estás haciendo bien, me tomas jodidamente bien, preciosa".

    
Jeongguk escondió su rostro en mi hombro y lo escuché gemir de una manera que me hizo estremecer al producirse el roce entre nuestros cuerpos. Sus caderas retrocedieron y volvieron a empujarse dentro de mí, y en ese instante, y a causa de sus impúdicas palabras, describiendo desvergonzadamente lo bien que se sentía estar dentro de mí, fue que sentí un placentero cosquilleo en mi vientre que se extendió hasta la punta de mis pies.

 
"Jeongguk". Su nombre se escapó de mis labios y él se detuvo al instante, el pobre estaba muy alerta.

 
"¿Qué es...? Te hice daño? ¿Te duele?" Se echó ligeramente hacia atrás, mirando en mi rostro en busca de su respuesta.


Sacudí mi cabeza. "No, se...se siente bien".

  
O al menos estaba comenzando a hacerlo.

  
Él suspiró aliviado y una sonrisa de costado se asomó en su boca, al fin, debió de pensar. Le sonreí de vuelta y cuando nuestros labios fueron al encuentro del otro, él volvió a llenarme, callando mis gemidos con su boca. Lo sentí hundirse hasta el fondo y la sensación que experimenté en mi entrepierna me resultó electrizante. Necesitaba que hiciera eso de nuevo.

  
Levanté mis caderas para encontrarme con su empuje y esto pareció encantarle. También me encantó. Y es que aunque el ligero ardor de que algo se había roto continuaba ahí, se volvía más fácil de ignorar al ser sobrepasado inmensamente por el creciente placer.

  
Me aparté de su boca en busca de aire, jadeando y encontrándome con sus ojos, los cuales se centraron en mí con una intensidad abrasadora, una que lo abarcaba todo. El deseo anclado en esos ojos suyos se encendió y tiró de mi propio ser y, sin ninguna advertencia, él se introdujo nuevamente en mi aterciopelado calor, rozando con su punta un lugar que me tuvo gimiendo escandalosamente su nombre. Dios, nada debería sentirse así de bien.

 
Creo que comenzaba a entender ahora porqué esto los volvía a todos un poco locos.

   
Jeongguk volvió a repetir aquel movimiento y yo me arqueé hacia él, incapaz de callar los vergonzosos sonidos que se escapaban de mi boca y asombrada de ver cómo la incomodidad de antes casi había desaparecido, dejando a su paso una acalorada satisfacción mientras que él se frotaba contra mis paredes de la manera más deliciosa que jamás hubiera imaginado.

  
Mordí el interior de mi mejilla, cerrando mis ojos y permitiéndole a Jeongguk el acceso requerido a cada espacio de mi cuello. Podía sentirlo en todas partes. Todo él estaba presionado contra mí y su lengua, dientes y boca; mordían, lamían y chupaban el punto más sensible en mi cuello. Era demasiado.

  
Después de dejar en evidencia que no me encontraba precisamente sufriendo —al menos no de una mala manera—, soltando esos obscenos soniditos de satisfacción, Jeongguk se relajó perceptiblemente y se perdió en mí, a partir de entonces, con cada propulsión que hizo en mi interior, sus movimientos crecieron con vigor.

 
Podía sentir como mis paredes se cerraban a su alrededor e inconscientemente mecí mis caderas contra las suyas, mi necesidad creció y el placer sordo adormeció todos mis sentidos, electrizando mi cuerpo.


Jeongguk vio el lío de sensaciones en el cual me estaba convirtiendo y presionó sus labios contra mi sien, arrullándome con sonidos suaves. Murmurando palabras de disculpa, de aliento, de elogio y de consuelo. Todo mientras entraba y salía de mí.


Comenzaba a olvidar el día y la hora. Demonios, estaba olvidando mi propio nombre y edad. Todo en lo que podía pensar era en él y en la deliciosa forma en la que me llenaba, como se abría paso en mi interior, como se enterraba hasta el final, mientras mi cabeza iba y venía.

 
"¡Ah!...¡Oh, por...!" Mi voz sonó estrangulada y apenas fui capaz de reconocerla.

  
Mis manos se deslizaron por su espalda y lo abracé a mí, como si necesitara fundirme en su calor. Él no detuvo sus movimientos en ningún momento y hundió su rostro en mi pecho, completamente perdido en las sensaciones de su propio cuerpo.

  
"Nunca había sido tan bueno". Juró. "Nunca había sido tan bueno como esto". Masculló, sus empujes volviéndose más fervientes a medida que se rendía ante la lujuria carnal a la cual se había negado durante tanto tiempo. "Eres perfecta, tan...perfecta para mí".

  
Acentuó su declaración con una fuerte embestida, penetrando profundamente dentro de mí. Mis uñas se enterraron en sus hombros y fui incapaz de responder con algo más que entrecortadas respiraciones.

  
Mis piernas se abrieron más debido a la pura anticipación que sentí cuando Jeongguk deslizó una de sus manos hacia abajo, deteniéndose sólo cuando su dedo pulgar encontró aquel pequeño punto entre mis piernas, al cual le brindó toda la atención que mi cuerpo exigía. Y entonces sentí que lo perdía todo, que me perdía en él, en su virilidad, en su deseo y su placer. Sometiéndome a él con todo lo que era, entregándole voluntariamente todo lo que quedaba de mi ser. Sabiendo que estaría a salvo, sabiendo que él me cuidaría. Miré abajo hacia nosotros, viendo por primera vez el lugar en el que nuestros cuerpos se unían y no pude evitar lloriquear patéticamente sobre lo mucho que lo amaba y lo bien que se sentía amarlo.

   
"Eso...eso se siente bien, no pares, por favor, no..." Gimoteé. "Más rápido, por favor".

 
"Haye..."


"Por favor...por favor..."


Quería que dejara de contenerse, hoy quería conseguir todo lo que pudiese conseguir de él, y creí que estaba lista para eso pero definitivamente nada pudo haberme preparado para su próxima embestida. Su duro miembro me golpeó deliciosamente, alcanzando un punto que me tuvo gritando y haciendo que todo mi cuerpo se sintiera como gelatina. Instintivamente sostuve la respiración, escuchando como Jeongguk susurraba maldiciones mientras abusaba continuamente de mi pequeño agujero, con nuestros cuerpos sacudiéndose con cada embestida. Santo cielo, esto era más de lo que podía soportar. Quería decir algo, pero las palabras simplemente se perdían. Jeongguk frotó más rápido, sin detener los deliciosos y certeros movimientos de sus caderas. Y me volvieron las ganas de llorar, por lo mucho que lo amaba y por lo mucho que amaba hacer esto con él. Jesús. Tal vez era por toda la lujuria y la excitación, pero ahora me sentía incluso más emocionada por pasar el resto de mi vida con él.

  
Había pensado en mi primera vez en el pasado, sin embargo, jamás me atreví a tener demasiadas expectativas con respecto a ello, pero...Dios, Jeongguk había tomado todas mis primeras veces y las había vuelto todas memorables. Inmejorables. Y tal vez lo muy enamorada que estaba de él me volvía un poco parcial, pero...por favor, nunca podría haber sido mejor que esto. Nunca...con nadie más.

   
Iba a volverme adicta a él.

 
Esto, sin lugar a dudas, era lo más cerca del paraíso que me iba a encontrar jamás. Sabía que hacer el amor era algo intimo y especial, pero no tenía idea de lo mucho que en verdad significaba hasta ahora. Sentía que lo amaba más que nunca. Jeongguk, y todo lo que lo convertía en él, era una panoplia de pura belleza que deseaba poseer por siempre.


Jeongguk apretó la mandíbula y retrocedió su torso lo suficiente para poder admirar la forma en la que mi cuerpo se movía bajo el suyo, completamente embelesado.

  
Estiré mis manos hacia él, buscando tocarlo de alguna manera y las yemas de mis dedos cosquillearon al sentir las ondulaciones de su abdomen contraerse con cada movimiento de sus caderas hacia adelante. "Te siento en todas partes". Murmuré, sintiendo como la cuerda de excitación dentro de mí se tensaba una vez más bajo sus atenciones, viendo como sus ojos se oscurecían y con voz ronca decía:

 
"¿Eso...te gusta?" Preguntó sin aliento, entrando en mí con un giro pecaminoso de sus caderas que me hizo jadear por encima de su voz mientras que él siseaba: "¿Seguirás sintiéndome mañana?"

  
Sus palabras me hicieron enterrar mis uñas en su espalda, haciendo mi núcleo doler de necesidad. No necesité pensar dos veces en la insinuación que encerraba su tono, y mi cuerpo se sometió total y completamente a él.

 
Jeongguk redobló sus esfuerzos para reducirme a un lío de gemidos debajo de él y su mirada vehemente encendió mi alma, abrí más mis piernas y su pene se hundió en mí tan deliciosamente que fui incapaz de distinguir donde acababa yo y donde empezaba él en la conexión de nuestros sexos y cuerpos. Sus movimientos no estaban siendo precisamente delicados en este punto, pero no me importó que pudiese sentirme adolorida todo el siguiente día. Jeongguk bajó su mirada hasta el lugar en donde se unían nuestros sexos y sus cálidas manos, acariciándome, me calentaron hasta la médula.


Él estaba en todas partes y me deleité con ello, rodeándolo con mis brazos, acercándome imposiblemente a él. Su boca reclamó la mía entonces, besándome con posesividad, y cuando tiró de mi labio inferior entre sus dientes, noté que sus pupilas estaban tan dilatadas en la amalgama de hambre y sed de mí que al instante me apreté a su alrededor.

 
"Haye, voy a...necesito..." Jadeó, penetrándome con ardor, con su pene rozando cada zona erógena de mi interior.


Sus cejas se presionaron juntas y su respiración comenzó a volverse más y más desigual con cada empuje. Su cuerpo se sacudió y sus embestidas empezaron a entorpecerse, y el verlo tan desesperadamente tratando de alcanzar su liberación fue todo lo que necesité. Jeongguk debió de ser capaz de darse cuenta de eso por la forma en la que involuntariamente mi centro lo apretó con fuerza.

 
"Me tomas tan bien...ah, carajo, tu coño se siente increíble alrededor de mi polla". Gruñó sin aliento, hundiéndose con ferocidad y empujándome al borde de mi orgasmo con cada movimiento de su pulgar sobre el brote de nervios que marcaba mi clítoris. "Voy a...voy a correrme". Jadeó y los latidos de mi corazón se dispararon con velocidad ante la imagen de Jeongguk sudando y empujándose implacablemente dentro de mí. "Mierda, tan bueno..."

 
Deslicé mis manos por su espalda y alcé mis caderas para ir a su encuentro, sintiendo mi centro apretarse a su alrededor mientras seguía abusando de mi clítoris con su dedo en el paroxismo de sus violentas embestidas. Jeongguk soltó un gruñido gutural, girando sus caderas dentro de mí, una, dos, tres veces, hasta que la tensión de mi núcleo explotó con una intensidad devastadora.


"Eso es...así es preciosa". Lo escuché susurrar maliciosamente y los dedos de mis pies se curvaron. "Ah, justo así...eso es, así...déjame sentir cómo te corres". Sus palabras calaron hondo, su deseo demandante me consumió poderosamente y mi clímax hizo estallar su calor por todas partes en lo que la furia embriagadora recorría todo mi ser, haciendo que me agitara con fuerza debajo de él.

 
Jeongguk no detuvo sus embestidas en ningún momento mientras que el demoledor orgasmo sacudía todo mi ser, por el contrario, sus empujes se volvieron más y más frenéticos, motivados por mi clímax. Jeongguk dejó de maltratar el pequeño punto entre mis piernas y precedió a enterrar sus dedos en el hueso de mi cadera, inmovilizándome bajo su cuerpo, mientras que yo sólo podía dejar que él continuara embistiendo, con mis paredes dando espasmos incontrolables a su alrededor.


No creí que mi orgasmo pudiese empujarlo al suyo, pero cuando sentí su longitud fuertemente apretada por el calor de mis entrañas, Jeongguk pareció perder totalmente los últimos rastros de autocontrol que poseía. Sus movimientos se volvieron torpes y erráticos, y sus caderas empujaron con más fuerza, desesperado, jadeando maldiciones mientras que daba una última profunda estocada, permitiéndome sentir su pene sacudirse y palpitar violentamente dentro de mí.


Y eso fue...wow.


Su cuerpo cedió sobre el mío cuando alcanzó su punto más alto y él enterró su rostro en mi pecho, amortiguando sus profundos gemidos, con su cuerpo temblando con cada pulso constrictivo de mi centro.


Su caderas siguieron empujando contra las mías en movimiento cortos e involuntarios, llenando el preservativo con su caliente liberación y asegurándose de que no quedara nada. Y yo no tenía idea de lo íntimo que eso podía llegar a sentirse.


Y no fue hasta ese momento que verdaderamente sentí que le pertenecía.


Absolutamente.

 
Me dejé llenar por ese sentimiento, más segura que nunca de haber tomado la decisión correcta y entrelacé mis temblorosas dedos en su cabello. No podía describir lo feliz y lo plena que me sentía.


Por un instante, lo único que se oyó en la habitación fueron nuestras irregulares respiraciones, bueno, eso junto a los sutiles sonidos de los labios de Jeongguk al presionarse en mi piel, dejando suaves besos en mi pecho en lo que él continuaba acurrucado contra mí.


"Me arruinaste completamente. Nunca tendré suficiente de esto". Susurró, pegándose más a mí. "Ah, te amo...no sabes cuánto".


Sonreí al oír sus palabras y me regocijé con el pensamiento de que podíamos estar así de juntos todo el tiempo de ahora en adelante.

  
"¿Qué es esa cara, hm?" Preguntó, alzando perezosamente su cabeza para verme, con un brillo llamativo y especial en sus ojos.


"¿Qué cara?"


"Esa cara". Instó, delineando con uno de sus dedos la débil sonrisa en mis labios. "¿Estás...?"


"Estoy feliz". Repliqué con sencillez, mirándolo a los ojos. "Te amo demasiado también".


Esta vez él me sonrió, dejando un dulce beso en mi mejilla antes de moverse de encima de mí para deshacerse del preservativo. La conexión entre nuestros cuerpo se rompió y lo eché de menos inmediatamente. Él se puso de pie, exponiendo su cuerpo ante mis ojos y ni siquiera quise mirar —bueno, quería, pero no podía—, desvié la vista de su desnudez, temiendo que hubiese ahí algún rastro de mi virginidad. No creía que a Jeongguk le importara en realidad, pero me hacía sentir un poco extraña al pensar en ello.

  
"¿Cómo te sientes?" Me preguntó, volviendo a la cama y tirando de mí para acurrucarse a mi lado, sin importarle demasiado que los dos estuviésemos desnudos. Mis piernas seguían sintiéndose temblorosas, pero me sentía envuelta en una burbuja de felicidad, así que...si eso no era sentirse bien, no sabía lo que era. "¿Te hice daño?"


"Un buen daño". Jugué, no muy consciente de las cosas que decía por toda la serotonina, y apoyando mi cabeza en su pecho, percibiendo los latidos de su corazón.


"Ah, mi dulce chica ahora hace bromas en doble sentido. Me gusta". Se burló, estrechándome en sus brazos, con una de sus manos apoyadas en mi espalda baja y la otra en mi espalda. "Entonces no te duermas aún, puedo hacerte un poco más de daño en unos minutos".


Él bromeó y yo lo miré. "¿En serio? ¿Sí podemos?"

   
Mi curiosa pregunta lo descolocó, aunque al parecer lo hizo en el buen sentido. "¿Tú quieres...? ¿Estás tratando de decirme que quieres hacerlo de nuevo?"

 
Me sentí un poco abochornada, no tenía idea de que era lo normal en estas ocasiones, pero.... "Quiero hacerlo bien". Ofrecí sencillamente, encogiéndome de hombros.


"¿Bien?" Dudó, un poco ceñudo. "¿Crees que lo hiciste mal?"


"Tú hiciste todo". Expliqué, y no era que me estuviera quejando, en lo absoluto, era sólo que...yo también quería que fuera bueno para él.


Jeongguk sonrió divertido y sacudió su cabeza. "Se trataba de tu primera vez, Haye. Hoy era todo sobre ti".


"Aún así". Dije obstinada. "Quiero hacerlo bien la próxima vez".

 
"Que terca, eh". Un poco. "Hablas sobre hacerlo bien, pero Haye...estuviste perfecta, ¿tienes alguna puta idea de lo difícil que fue no correrme en el momento que me enterré en ti?" Confesó y sus palabras encendieron el rubor en mis mejillas. Tan poco sutil. "Tuve que ponerme a pensar en perritos abandonados para no exp..."


"¡Ya!" Me escandalicé. "Ya entendí, Dios..."


Él se rió. "El punto es que...ya olvidé cual era el punto, pero lo que sea que estés pensando, olvídalo, ¿sí? porque esto, contigo, de la forma en la que ocurrió...fue perfecto".


Sí, lo fue.
No podía imaginar cómo podría haber sido mejor.


Él había sido cuidadoso, considerado, generoso, y había hecho que fuera...bueno, impresionante. Lo amaba más por todo eso.

 
Sólo asentí, porque no tenía nada que decir en contra de eso. No continué con mi terquedad y Jeongguk presionó un beso en la punta de mi nariz.


"Yo no cambiaría nada, pero...no estoy diciendo que no quiero hacerlo. Si mi muñequita quiere seguir practicando..." Deslizó una de sus manos por mi costado, delineando la curva de mi trasero y deteniéndose en mi muslo, obligándome a alzar la pierna y rodear con esta su cintura. "Entonces no tengo ninguna objeción".

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