❛ 55 ❜
U N P L A N N E D
cincuenta y cinco
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❛ 𝓒ambio de planes ❜
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❝ No quiero perderte nunca, y si tuviera que elegir,
te elegiría. ❞
ㅡStay, Miley Cyrus.
07 DE MAYO, 2019
01:51 am.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ ERES UN MALDITO IDIOTA —gruñó Seulgi, colérica, maldiciéndome entre dientes, una y otra vez, desde la otra línea—. Voy a darte la paliza de tu vida, te lo juro por Dios, Jeon Jeongguk, y tendrás que dejarme hacerlo. ¡Ugh! te estoy estrangulando a la distancia, no tienes idea de cuántas ganas tengo de asesinarte, pequeño pedazo de estiércol.
Escuché en silencio todas sus declaraciones llenas de ira, aceptando el airado regaño sin rechistar, primero, porque el hecho de que fuera Seulgi quien contestara el teléfono de Haye me descolocó y encendió absolutamente todas mis alarmas; y segundo, porque sabía malditamente bien que merecía todos y absolutamente cada uno de sus insultos.
—¿Qué? —presionó agresivamente—. ¿No dirás nada, huh? ¿Ahora no tienes nada que decir?
—¿Por qué tienes el teléfono de Haye? —cuestioné inseguro, preparándome para otra lluvia de maldiciones.
—¿Que por qué tengo su teléfono? —exclamó escandalizada—. Pues porque lo dejó aquí cuando se fue a buscarte, maldito idiota, no te hagas el...
¿Qué carajos?
—¿Cómo que salió a buscarme? —me alarmé inmediatamente, tensándome—. ¿A buscarme dónde? ¿Por qué no estás con ella?
—¿Por qué no estás tú con ella? Dijo que iría a tu jodida casa —escupió, ahora sonando preocupada—. Se supone que estaría allí.
Pues no estaba aquí.
Infiernos.
—¿Por qué mierda la dejarías salir sola, huh? —sentí la frustración abrirse paso—. ¡Está lloviendo afuera, maldita sea!
Seulgi jadeó indignada. —¡¿Te piensas que no traté de detenerla?! ¡No tienes ni puta idea de la grande que se armó aquí por culpa tuya! —me acusó, tomando pesadas respiraciones—. Tiene mi teléfono, trataré de llamarla.
—¿Hace cuánto se fue? —cuestioné, con la esperanza de que ella aún pudiese estar de camino hacia acá. Seguramente estaba bien, tenía que estarlo.
—Hace como media hora.
Asentí aunque ella no podía verme. Era un largo camino hasta acá. Probablemente seguía en el taxi. —La llamaré.
—Sí, hazlo. Y sinceramente espero que cuando te vea, pateé tu miserable trasero —me deseó, con rencor y decepción—. No puedo creer que la hicieras pasar por eso. ¿Eres consciente de que lo arruinaste todo, no?
Sí.
Mierda, claro que lo sabía.
No pensé en las consecuencias de mis acciones hasta que ya era jodidamente tarde. Por un momento allí fui exactamente el mismo idiota que era hace cinco meses atrás. Inconsecuente e insensato. Ignoré todas las advertencias en mi cabeza y ni siquiera podía decir que me arrepentía de hacerlo porque él se lo merecía. Traté de ser civilizado, sí, pero ese infeliz supo bien cómo presionar todos mis botones.
Estaba buscando que le rompiera la puta cara.
Él escupió su basura y yo sólo podía desear meter sus asquerosas palabras de nuevo por su garganta. Él me provocó y yo mordí el anzuelo. De eso sí me arrepentía. Al final no sólo arruiné las cosas para él, sino que también para mí. Maldita sea, incluso metí a mis amigos en problemas.
Había querido hacer lo correcto, pero ahora mismo las que fueron mis intenciones no tenían valor alguno porque a pesar de eso...yo lo llevé demasiado lejos. Y no sabía cómo carajos iba a solucionarlo.
Cuando estuve ahí, fui simplemente incapaz de pensar en nada más que no fuera en lo mucho que quería lastimar al hijo de puta que se atrevió a dañar a Haye. Tenía hambre, pero no de comida, sólo quería hacer que ese malnacido lo lamentara. ¿Y qué demonios conseguí con eso? lastimar a Haye de la misma manera. No podía ser más idiota. Le fallé, jodí todo.
—¿Me...? ¿Me odia? —pregunté.
Seulgi soltó una risa amarga. —Debería.
No quería escuchar eso.
Mi corazón nuevamente comenzó a latir como si ya no quisiera un hogar en mi cuerpo. Necesitaba a Haye. La necesitaba ahora. Sólo quería sostenerla y respirarla hasta que ya no pudiera recordar quién era. Tenía que disculparme, tenía que explicarle.
—Sí, debe odiarte, pero al mismo tiempo creo que te ama un poco más que antes —agregó con fastidio ¿qué diablos significaba eso?—. Mejor piensa en cómo carajos vas a enmendar el daño que ocasionaste. Y más te vale compensárselo todos los malditos días, ¿oíste? todos. los. malditos. días.
07 DE MAYO, 2019
02:39 am.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ HOY DEFINITIVAMENTE no era mi día, todo lo que pudo haber salido mal, salió mal —peor que mal— por esa razón ni siquiera debí de sorprenderme cuando a sólo unos cuatro kilómetros de distancia de la casa de Jeongguk, el taxi se detuvo.
Sí, el condenado auto se detuvo.
Por supuesto que me alarmé, estaba un poco paranoica, se había puesto a llover bastante feo y no tenía señal en el celular. Y para agregar, estábamos varados lejos de todo el mundo. Afortunadamente, el agradable caballero que conducía, dijo que sólo se trataba del sistema de escape. No sabía nada de autos, pero al parecer sólo debíamos de tener paciencia, pues la solución era esperar a que el agua se drenara por sí sola. Ahora, ¿me sentía con ánimos de ser paciente esta noche? en lo absoluto.
Sólo quería llorar, llorar y llorar.
En los brazos de Jeongguk.
Sabía que lo más inteligente que podía hacer era sólo quedarme en el coche, esperar hasta que este finalmente arrancara y listo, sin embargo, seguía metiendo la pata. Consideré todas mis opciones y pensé que cuatro kilómetros no eran la gran cosa. Error. Sí que lo eran. Más aún cuando llovía de la forma en la que lo hacía.
Tomé la estúpida decisión de continuar el camino a pies y debido a eso era que llevaba la última media hora caminando completamente empapada por la desolada carretera. Sólo estaba a unos pocos metros ya, sin embargo, estaba tan encerrada en mi propio tornado de emociones, llorando patéticamente, que ni siquiera pude sentir alivio por esto. Ahora que un poco de la rabia se había disipado, me sentía fatal por la discusión con mis padres. Con mi madre, principalmente. Dios, sí que había dado un espectáculo. A pesar de mí misma, sentí que una risita ahogada ascendía por mi garganta. Debían de pensar que estaba chiflada. Y si me vieran ahora mismo, lo confirmarían.
La triste risita me hizo soltar unas cuantas lágrimas más y las sequé inútilmente con mis palmas. Esto era tan trágico. ¿Cómo se habían vuelto las cosas así? Vaya día. Debía de estar feliz, sintiéndome dichosa porque mis padres adoraron a Jeongguk tanto como yo, y en lugar de eso, estaba llorando sola en medio de la nada...mientras llovía a cántaros.
Todo se había estropeado sorprendentemente rápido.
Y a pesar de que Jeongguk había sido el responsable de la forma en la que acontecieron los hechos, yo no...no podía odiarlo, no realmente. Estaba furiosa, sí, pero en el momento que apareció en mi campo de visión, de pie bajo el umbral de la puerta principal, luciendo inequívocamente exaltado mientras hablaba por teléfono, sólo pude pensar en lo mucho que necesitaba que me sostuviera.
Y no tuve que decir absolutamente nada, pues en cuanto sus ojos estuvieron sobre mí, advirtiendo mi presencia, casi como si de un acto reflejo se tratara, él se quitó su chaqueta y trotó hacia mi temblorosa existencia, con una expresión en su rostro que no supe identificar. No estaba segura de si estaba cabreado o aliviado. Tal vez las dos.
—Maldita sea, Haye, ven aquí...ven, ponte esto...rápido, tienes que abrigarte —fue lo primero que dijo, poniendo su chaqueta, la cual aún albergaba su calor corporal, por encima de mis hombros, procediendo a estrecharme firmemente entre sus brazos—. Estás fría, estás...mierda, Haye, ¿cómo se te ocurre hacer esto, huh? ¿cómo...? me tenías jodidamente preocupado, creí que...creí que algo malo te había pasado.
—Algo malo sí me pasó —musité contra su pecho, sin poder controlar el castañeo de mis dientes. Jeongguk inmediatamente se tensó, echándose ligeramente hacia atrás, buscando el indicio de algún daño—. No es físico.
Por supuesto que entendió a lo que me refería, sin embargo, no dijo nada...al menos no con palabras, pues el arrepentimiento y el pesar en su mirada decía bastante.
—Vamos adentro, no puedes quedarte así —ordenó, agarrando mi mano y guiando el camino hacia el interior de su casa.
Jeongguk fue de inmediato por una toalla mientras que yo me quitaba ambas chaquetas de encima. Me estaba congelando...literalmente.
—¿Estuviste caminando en la lluvia? Estás toda empapada —inquirió, comenzando a dar toques muy suaves en mi rostro con la toalla, secando poco a poco la piel húmeda.
Estaba teniendo dificultades para pensar en estos momentos, más aún para hablar.
—El...uhm, el auto se averió unos...unos pocos kilómetros antes de llegar —dije apenas, fallando miserablemente al tratar de controlar los temblores de mi cuerpo.
Jeongguk me miró con suma incredulidad. —¿Me estás diciendo que caminaste kilómetros bajo la lluvia? —me regaño con enfado y preocupación—. ¿Por qué no me llamaste, eh? ¿por qué no contestabas el teléfono? carajos ¿por qué no sólo te quedaste en el coche?
Apreté mis labios juntos y no dije nada, él no podía reclamarme nada. Lo mío no se comparaba a lo suyo. No lo hice con la intención de pagarle con la misma moneda, no era malintencionada, pero al menos ahora podía entender un poco de lo que yo sentí toda la maldita noche.
—Me asustaste, Haye, yo...—suspiró, como si tratara de exhalar su frustración—. Estaba muy preocupado. No vuelvas a hacer algo así, por favor —pidió, recuperando el control de sus emociones
Sólo asentí. Ya había prendido mi lección, esto definitivamente no se volvería a repetir.
—Acércate —solicitó, haciéndose cargo también del exceso de agua en mi cabello, secando bien las puntas de este—. Vamos a mi habitación, te daré algo de ropa, tienes que quitarte todo esto.
07 DE MAYO, 2019
03:06 am.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ LLEVABA MUCHO MÁS tiempo del que deseaba encerrada en el baño. Quise ser breve, pero entre ducharme, secar mi ropa interior, abrigarme con prendas de Jeongguk y secar superficialmente mi cabello, había pasado mucho tiempo.
Y creí que iba a estar lista,
pero me sentía más confundida que nunca.
Había tenido tiempo de reflexionar mientras me alistaba, pero aún no lograba aclarar todas las ideas en mi cabeza. ¿Qué procedía ahora? Tenía que enfrentar a Jeongguk y con ello lo que sus acciones habían provocado.
Yo no me arrepentía de defenderlo, sin embargo, sí me arrepentía de reaccionar de la forma en la que lo hice. ¿Por qué me había alterado tanto? Con eso sólo logré hacer que mis padres se opusieran más a la idea de mí estando con él.
Dios, había sido muy estúpida.
Y en todo el sentido de la palabra.
Bueno, pero ahora mismo podía tomar y lidiar con los problemas sólo uno a la vez. Me sentía exhausta física y emocionalmente, lo único que quería era que esta noche acabara lo más pronto posible.
Cuando salí del pequeño baño que daba directamente a la habitación de Jeongguk, y vi al susodicho sentado en los pies de la cama, jugando nerviosamente con sus manos y con la cabeza agachada, me sentí incluso más intranquila que antes.
Él alzó su cabeza inmediatamente después de escuchar la puerta abrirse y se puso de pie con la misma velocidad, ansioso, mirándome y luciendo visiblemente atormentado y afligido. Recién entonces advertí las magulladuras en su rostro. No era algo terrible, afortunadamente. Jimin no mintió cuando dijo que Jeongguk se encontraba bien, apenas había resultado lastimado. Al menos ese fue un consuelo para mí.
—¿Cómo...uhm, cómo te sientes? —me preguntó, temeroso—. ¿Quieres tomar algo caliente? Puedo prepararte un...
Negué con un movimiento de cabeza antes de que acabara su propuesta. —Estoy bien.
Jeongguk aceptó dócilmente, sin insistir. Era indudable que estaba teniendo problemas para iniciar la conversación, al igual que yo.
—Jeongguk...—traté de comenzar, pero él me interrumpió súbitamente, casi con desesperación, como si realmente temiera a lo que estaba por decir.
—Espera, no...no digas nada, ¿podrías...?—tragó con desasosiego—. ¿Podrías, por favor, escucharme primero?
Mejor.
Acepté y él se dio el permiso de acercarse a mí, la desesperación en su mirada me sobrecogió y no entendí si deseaba alejarme o fundirme en sus brazos.
—Haye, yo...en verdad, en verdad lo siento —empezó con disculparse, enfatizando su sinceridad. Y sabía que era sincero, el arrepentimiento estaba haciendo añicos su mirada—. Nunca quise hacerte daño, yo...jamás quiero hacerlo, esa no era mi intención, no pretendía que...
—Sé que no querías lastimarme —interrumpí con voz débil, con un nudo en la garganta que me dificultaba el hablar—. Yo sé que no, pero Jeongguk...si estamos juntos, entonces necesito saber...necesito estar segura de que serás completamente honesto conmigo.
Podía lidiar con la verdad, y si él pensaba que me protegía ocultándome cosas entonces estaba muy equivocado, yo podía soportar la verdad, pero no las mentiras.
Jeongguk tomó mis manos entre las suyas. —Lo seré. Haye, te prometo que...
—Completamente —enfaticé—. Y en todos los sentidos. No puedes guardarte cosas como estas. Necesito que me lo cuentes todo...todo hasta el final.
Jeongguk tragó pesado al oír mi exigencia y lo sentí tensarse, sus labios presionándose juntos antes de asentir titubeante con la cabeza.
—Dijiste que confiabas en mí —mencioné, triste y apenada por tener que recordárselo—. ¿O eso fue mentira?
—No, por supuesto que no, Haye, confío en ti, en verdad lo hago —juró, presionando un fugaz beso en mis nudillos—. Haré lo que me pides, te lo contaré todo si eso es lo que quieres, es lo que yo quiero también, es sólo que...a veces me da miedo de que al hacerlo, tú...veas al hombre que era antes de conocerte.
Esta vez mi ceño se frunció.
¿A qué se refería exactamente?
—No estoy orgulloso de la persona que fui en el pasado, me arrepiento de muchas cosas que hice, pero...Haye, si tengo que ser ese hombre para protegerte, sin duda lo seré.
Oh.
Instintivamente me hice hacia atrás, buscando asimilar e internalizar sus palabras y el significado de estas. Y es que su declaración ciertamente me impresionó, no estaba segura de qué era lo que esperaba que él me dijera, pero eso definitivamente no se acercaba.
Todo el camino hasta aquí temí que sus palabras...que sus razones para hacer lo que hizo no fueran lo suficientemente buenas, me asustaba que fueran razones egoístas, sin embargo, escucharlo decir aquello, de cierta manera...me conmovió.
Jeongguk miró directo a mis ojos. —Lamento profundamente todas las formas en las que te lastimé hoy, desearía haber hecho las cosas de diferente manera, debí ser más consecuente, sé eso, pero...si quieres que me disculpe por partirle la cara al hijo de puta que quiso lastimarte o...o por tratar de defenderte cuando alguien intente hacerte daño, lo siento mucho, pero no lo haré.
Él fue brutalmente honesto y yo advertí la aflicción en su rostro por tener que serlo. Podía ver que Jeongguk se arrepentía de las consecuencias de sus acciones, sin embargo, no se arrepentía de las acciones en cuestión.
—Tienes que saber que nunca me verás quedarme de brazos cruzados mirando como el mundo te hace daño. Ese es el hombre que jamás seré. Yo...nunca podría hacerme a un lado y sólo permitir que te lastimen.
Sabía eso.
Sin embargo, oír la determinación en su voz y la promesa que se ocultaba en sus palabras fue un poco más de lo que mi ya afectado corazón podía soportar.
—¿Puedes...comprender eso? —preguntó inseguro, con ojos suplicantes—. Yo no...con esto no estoy tratando de justificarme ni de minimizar lo que hice, yo te prometo que arreglaré todo este lío, ¿sí? Te lo prometo.
Jeongguk sostuvo gentilmente mi rostro entre sus manos y nuevamente me entraron unas ganas casi incontrolables de llorar.
—Por favor, preciosa, no llores...maldita sea, lo siento tanto, te juro que voy a solucionar esto, voy a enmendar mi error, yo...
Sacudí mi cabeza en negación y sentí mi barbilla temblar mientras trataba de contener las penosas lágrimas en su lugar. Odiaba sentirme así, odiaba todo esto.
—No sé si sea posible, lo que ocurrió hoy...mi madre no va a olvidarlo —me lamenté, sorbiendo patéticamente mi nariz—. Ella no...y yo tampoco...—balbuceé sin sentido, no podía malditamente hablar.
No era eso lo que quería decir.
—¿Tú...? ¿Tú tampoco? —musitó él con voz estrangulada—. Mi amor, no digas eso. Por favor...lo siento mucho, te juro que no...
Lo estaba malinterpretando. Y yo estaba llorando. Dios, estaba harta de llorar. No quería esto más.
—No, no es...ah, ¿po...podrías sólo abrazarme? —pedí en un lamentable sollozo—. Estoy agotada y...y te extrañé muchísimo, sólo...por favor.
No quería preocuparme de nada más.
Simplemente quería estar con él.
¿Cómo demonios podía juzgarlo y condenarlo por lo que hizo? No estaba bien, sabía eso, cometió tantos errores que no quería ni contarlos, pero...¿podía esperar que actuara de manera diferente? Si sus instintos eran los de protegerme, ¿cómo iba a castigarlo por eso? Tal vez sólo estaba siendo demasiado indulgente con él, pero lo amaba y también a todas sus versiones.
Jeongguk me estrechó entre sus brazos instintivamente, tirándome con fuerza contra él. Sentí entonces su calor embargarme y enterré mi rostro en su pecho, permitiendo que su calidez y su aroma me invadieran. Esto era todo lo que necesitaba. Nada más. Nadie más.
—¿Qué puedo hacer para arreglar esto? —me preguntó en voz baja, pasando su mano por la parte trasera de mi cabeza, dejando gentiles caricias y presionando sus labios en mi frente—. ¿Qué puedo hacer para hacerte sentir mejor, mh? Haré lo que sea.
¿Qué había por hacer? Las cosas no pintaban para bien y si mi madre tenía prejuicios en contra de Jeongguk antes, seguramente ahora tenía el triple. Jeongguk ya debía de sospechar que las cosas no andaban bien, pero...es que no quería decirle lo mal que estaba todo en realidad. Él tenía expectativas, yo tenía expectativas...y ahora todo estaba estropeado. No quería que se sintiera rechazado, su abuelo me hizo sentir de esa forma y no fue bonito. Yo odiaría hacerle lo mismo a él.
Se me rompía el corazón con sólo pensarlo.
—Seulgi me dijo que discutiste con tus padres —me hizo saber—. No tenías que defenderme. Me hago cargo de mis acciones, Haye, lo que hice no estuvo bien, tus padres tenían razón en no...
—No —rechacé determinantemente, haciéndome ligeramente hacia atrás—. No tenían razón. Y si tú hiciste todo esto con tal de defenderme, entonces no esperes que yo no haga lo mismo.
—Es diferente. Estos son tus padres, Haye, ellos...sólo quieren lo mejor para ti
—No hagas eso, tú no sabes cómo ocurrieron las cosas. Puedo ser objetiva. Yo no...no habría dicho nada si mamá no hubiera...ah, no quiero hablar de eso.
—Está bien —cedió, volviendo a rodearme con sus brazos, como si buscara hacerme olvidar—. No tenemos que hablar de eso ahora.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y presioné mi mejilla en su pecho. —¿Tú...cómo estás? ¿Tu padre está muy molesto contigo?
—La palabra "molesto" no es suficiente para describir su estado —rayos—. Pasará la noche en casa de Taehyung, así que ya puedes hacerte una idea.
Podía imaginar que no era ninguna gracia para un padre abogado el tener que sacar a su hijo de una estación de policías. Jeongguk se las había arreglado para fastidiar a muchas personas hoy.
—Lo lamento por eso —musité, aún acurrucada en su calor.
—Hablaré con él mañana. Tengo muchas disculpas que ofrecer —definitivamente—. ¿Puedo saber por qué estás usando el anillo?
¿Huh?
Su pregunta sí me tomó por sorpresa. Había olvidado totalmente ese insignificante detalle. Ni siquiera me percaté de que él lo había notado. Estupendo. Ahora tenía que contarle a Jeongguk que en un arranque de honestidad —y rabia— le había informado a mis, ya de por sí, indignados padres, que estábamos comprometidos.
Jeongguk tomó mi mano y admiró con un brillo curioso el anillo. —Pensé que no lo usarías hasta que habláramos con...
—Sí, es que...uhh, como que también hice algo muy tonto hoy.
Retiré mi mano de su gentil agarre y Jeongguk frunció el ceño. Entonces, ¿Seulgi le mencionó todo menos eso? pero que conveniente.
—Lo siento, por cierto —murmuré, disculpándome de antemano.
—¿Por qué? ¿Qué...qué hiciste?
Mordisqueé mi labio inferior con nerviosismo, tampoco había sido tan malo, ¿verdad? se suponía que debían de enterarse tarde o temprano.
—No es la gran cosa, es sólo que...uhm, yo...uuh, les dije a mis padres que, bueno...—levanté mi temblorosa mano, enseñándole el anillo.
La realización de mis palabras lo golpeó y no creo haberlo visto antes más conmocionado y consternado. La expresión de estupor en su rostro hizo que mi boca se sintiera seca.
—Sé que fue un error —me adelanté a su respuesta—. Sé que escogí el peor momento y también la peor forma para decírselos, yo no...es que, no lo pensé, sólo...
—Deben amarme —dijo en un tono irónico, rascando la parte trasera de su cabeza—. Seguramente nunca nadie les dio una primera impresión como la mía.
—Lo siento, sólo lo empeoré.
Las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa triste y a pesar de que esto reflejaba como se sentía realmente, él sacudió su cabeza, negándolo.
—Está bien. ¿Qué fue lo que...uh, que fue lo que dijeron al respecto?
—No quieres saber eso —y a decir verdad, yo tampoco quería darle detalles—. La cosa es que, luego de que se los dije, yo...estuve pensando todo el camino hasta acá sobre eso.
Su entrecejo se frunció más profundo y él se removió incómodo, inquieto. —De acuerdo, ¿y qué fue lo que pensaste?
—Antes que nada, quiero decirte que lo pensé muy bien. Y tal vez...esto no es lo que quieres escuchar ahora, pero yo...cambié de opinión.
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