❛ 42 ❜

U N P L A N N E D
cuarenta y dos
❀̸
𝓘nseguridades
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❝ Una vez creí que el amor sería rojo ardiente,
pero es dorado. ❞

Daylight, Taylor Swift.

12 DE MARZO, 2019
18:37 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫

  
▬▬ ME SENTÍA AGOTADO, y en este punto ya estaba sobrepasado. Llevaba toda la última maldita hora escuchando a mi abuelo hablar incesantemente sobre todas las responsabilidades que iba a tener que asumir el día que su "retiro" llegara. Él parecía estar disfrutándolo, y es que no dejaba de taladrarme una y otra vez con cuales iban a ser mis deberes y obligaciones cuando ese día llegara, era mucha información, sentía que en cualquier momento me iba a explotar la puta cabeza.

  
Nunca, en toda mi vida, lo escuché hablar con tanto entusiasmo sobre nada, al menos no como cuando me estaba ordenando implícitamente tomar toda esa gran cantidad de aburridos cursos de finanzas, contabilidad, economía, comunicación, y más basura que mi cerebro simplemente dejó de procesar en algún punto de la conversación.


—No podemos darnos el lujo de perder más tiempo, ahora que ya sabes lo que tienes que hacer, necesito que te comprometas con esto...—prosiguió, aunque ya no podía seguir escuchándolo.


—Vaya, que...inspirador. En serio, hiciste que el convertirme en tu títere hasta sonara emocionante —lo corté, porque si tenía que oír una vez más sobre la horrible vida que me esperaba, iba a acabar por tirarme del octavo piso en el que nos encontrábamos—. Me atrapaste, eh, de verdad, pero ¿cuándo me toca hablar a mí?

  
No estaba aquí para hablar sobre los nefastos planes que tenía para mí. Estaba aquí por un tema en específico y él lo sabía, después de los rumores que estaba esparciendo por ahí debía de prever que no iba a quedarme de brazos cruzados. No era idiota, era muy consciente de lo que él estaba haciendo y no iba a tolerarlo.

   
Gracias —dije irónicamente después de que dejase de transmitir su basura.


El hombre frente a mí tomó una respiración profunda, como quien trata a toda costa de no perder la paciencia. Sus ojos se encontraban clavados duramente sobre mí, pero a diferencia del resto del mundo, no me intimidaba.


—Sé lo que dirás —presumió con confianza—, pero esto no es una negociación. Sé que quieres poner tus términos y condiciones, pero así no es como funciona.

  
Casi tuve que contener las ganas de reír. Él era realmente descarado, me impresionaba.

 
—¿No es una negociación? eso es exactamente lo que esto es. ¿O qué, piensas que sólo puedes llegar, amenazarme y que te cederé el poder de decidir en mi vida así de fácil?

  
—No planeaba amenazarte, tú quisiste que fuera de esa forma. Cualquiera en tu lugar hubiera estado feliz por una oportunidad como esta. Pudiste aceptar sin causar tantos problemas, las cosas serían de otra manera si no fueses tan terco e inmaduro.


—Las cosas serían de otra manera si no fueras un viejo intolerante y anticuado —repliqué, no quería que comenzáramos a reñir, pero al parecer era lo único que sabíamos hacer—. Si no le hubieras dado la espalda a tu propia sangre, entonces tal vez la historia sería diferente.


Él apretó su mandíbula al escucharme y esta vez me miró con una expresión severa.

  
—Si tú piensas que tomar la decisión de apartar a tu hermano fue fácil, estás muy equivocado. No quería llegar a este punto. Yo...podría haber lidiado con sus indiscreciones de manera diferente, pero sabes muy bien que él cometió un error demasiado público. No me dejó otra opción.

  
Un "error" demasiado público, ¿en qué carajos le afectaba a él o a los socios de la compañía las preferencias de mi hermano? Si quería cogerse a una chica o a un chico, ¿qué jodida diferencia hacía? ¿cómo era que eso afectaba la intachable imagen de la empresa? hijos de puta.


—Tarde o temprano te arrepentirás de todo lo que estás haciendo —le aseguré—. De todo el daño que le estás causando a tu propia familia.

  
O tal vez no, sinceramente comenzaba a cuestionarme si este hombre realmente tenía un corazón.


Se encogió de hombros. —Eso es irrelevante. A diferencia de ti, no puedo permitirme ser sentimental. Tú no puedes verlo ahora porque eres joven, eres incapaz de ver el plano completo, aún no eres lo suficientemente maduro para hacerlo. Tienes veintiún años, no sabes lo que quieres, pero en un futuro...


—Ya, cierra la puta boca —escupí, sintiendo como mi sangre comenzaba a hervir en mis venas—. No actúes como si supieras una mierda sobre mí. No vine aquí para escuchar sobre lo planes que tienes para mi vida, sino para aclarar unas cuantas cosas.

   
Exhaló ruidosamente, hastiado, oh, pobrecito. —Ya hicimos un trato. Te permití acabar con tus absurdos estudios de música si te comprometías a asistir a los cursos de economía, no vamos a seguir hablando sobre eso, he sido muy...

  
—¿Quieres dejarme terminar? —espeté irritado, ese tema me era indiferente ahora. Él siempre sacaba conclusiones y siempre las erraba.

   
—Muy bien, si no tengo otra opción. Te escucho.


—No actúes como si no tuvieras idea. Sé que todos están hablando sobre ello porque tú diste inicio a ese rumor.


Mi relación con Haye estaba mejor que nunca, todo estaba tan bien que después de las cosas que habían pasado, me parecía hasta surreal. Me sentía genuinamente feliz después de lo que parecía haber sido mucho tiempo, sin embargo, al mismo tiempo no podía evitar sentirme...aterrado de que algo pudiera estropearlo. Y el hombre frente a mí, parecía estar muy dispuesto a intentarlo.

   
No había escuchado solo una ni dos veces comentarios de personas ajenas refiriéndose a mi supuesto "compromiso" con Sowon, lo había escuchado al menos veinte malditas veces en la última reunión a la que fui obligado a asistir. Al parecer, todos daban por hecho que ese ridículo compromiso iba a ocurrir. Y esa absurda idea sólo podían haberla sacado de mi abuelo.


—¿Qué es lo que la familia de Sowon y tú pretenden, huh? ¿Crees que invitándolos a nuestras cenas familiares, reuniones y demás, conseguirás hacerme cambiar de opinión?


Mi abuelo entrecerró sus ojos, receloso. —Creí que te parecería bien si lo hacía. ¿Acaso no decías estar muy enamorado de esa chica?


Por amor de Dios.
¿Era una puta broma?


¿Acaso creía que cedería ante su estúpida regla del compromiso por ella? ¿Ese era su ridículo plan? Es que definitivamente estaba demente.


Lo estaba —le concedí—. ¡A los malditos diecisiete años! —exclamé, incrédulo—. Eso se acabó hace mucho tiempo así que en verdad te agradecería que dejaras de hacer comentarios sobre un supuesto compromiso a completos extraños. Y ya basta de tratar de metérmele a la fuerza porque no estoy ni lo más mínimamente interesado.


—¿Acaso esta es otra de tus formas de llevarme la contraria? —acusó a la defensiva—. Por favor, deja de ser tan testarudo, esa chica...es la única decisión buena que has tomado. Ella es perfecta para ti, ni siquiera tú puedes ser tan idiota como para no verlo.

 
Reí, perfecta para mí, sí, claro. —El hecho de que digas eso comprueba que no sabes absolutamente nada sobre mí.


—Sé lo que es mejor para ti y para tu futuro. Te lo dije, tu compromiso no está en discusión, ya tendrías que haberte hecho a la idea.


¿Hacerme a la idea? ¿En qué momento fue que le di la impresión de que cedería ante eso? No lo había aceptado. Y no lo aceptaría.


—Conoces a Sowon desde hace años. Es una joven brillante y hermosa. Y viene de una muy buena familia. ¿Qué más podrías pedir? ¿Qué más podrías querer? Ella es ideal para ti —instó, como si sus declaraciones no permitiesen objeciones—. Además, sus padres están de acuerdo con todo esto. Ellos están más que complacidos con la idea de un compromiso entre ustedes dos.


Mi estómago se retorció y mi rostro comenzó a calentarse con ira. Me sentía enfermo con la sola idea de tener que regresar con Sowon. Todo esta situación era retorcida, él no tenía idea de nada.


—No me importa si el mismísimo presidente está de acuerdo......—señalé, pero me mordí la lengua. Quería tratar de mantener una conversación civilizada con él, pero vaya que me lo ponía difícil—. ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ¿Qué piensas? ¿Que este es el siglo dieciocho? La gente ya no se compromete por conveniencia...


—La gente como nosotros sí —refutó, y como de costumbre permaneció indiferente.


Y yo quería destruir todo este maldito lugar hasta los cimientos. ¿Cómo era que no podía tratar de ser un poco más comprensivo? ¿Cuál era su maldito problema?


—¿No se te ha ocurrido pensar que tal vez...sólo tal vez, me gustaría casarme con la chica de la cual estoy enamorado? —inquirí, conteniendo forzosamente mis ganas de romper algo—. O, no lo sé ¿No has pensado en que tal vez tengo novia? ¿O en que tal vez estoy interesado en alguien más? ¿O en que quiero tener algo qué decir con respecto a la elección de la persona con quien voy a compartir el resto de mi vida?


Iba sin mi consentimiento a discutir temas tan importantes como lo era el de un compromiso, hacía planes y actuaba a mis espaldas sin detenerse a pensar siquiera por un segundo en si yo quería eso o al menos en cómo carajos me haría sentir. ¿Qué estaba mal con él? ¿Cómo podía ser tan excesivamente controlador y descorazonado? Sabía que no éramos cercanos, nunca lo seríamos, pero seguíamos siendo familia, ¿eso no significaba nada para él?


—¿Lo estás? —preguntó—. ¿Es...es esa chica con la que viniste aquí la otra noche? ¿Estás "enamorado" de ella?


Hablaba de Haye.


No había tenido la oportunidad de presentársela. Bueno, en realidad, no había querido hacerlo. No confiaba en él. Había sido afortunado de que él no se acercara a nosotros esa noche, aunque no creí que nos hubiese prestado atención en lo absoluto.


—Su nombre es Haye —aclaré, porque no lo quería refiriéndose a ella como esa chica—. Y sí, ella es mi novia, así que realmente te agradecería si dejaras de involucrar a Sowon y a su familia en todos nuestros asuntos. No quiero que ninguno de esos infundados rumores llegue a sus oídos.


Jeongguk —suspiró, pasando una de sus manos por su rostro, fastidiado—. Por favor, no te acordarás de ella en un mes. No puedes desaprovechar esta oportunidad por una chiquilla como esa.


¿Qué mierda?


¿Disculpa? —espeté, dándole una última oportunidad para retractarse—. ¿Una chiquilla como esa dices? ¿Quién carajos te crees que eres?


—Sólo es un lindo cuerpo y una bonita cara, niño, hay un montón de chicas igual a ella en todos lados, ya deberías saber que hay cosas mucho más importantes que esas, no seas insensato —se mantuvo firme en su posición—. Y te estoy hablando muy en serio, no puedes tener una relación con ella. Simplemente no es posible.


Me puse de pie, porque si no salía de aquí, esto seguramente iba a terminar en un violento desastre. —Si piensas que tienes algo que decir al respecto de mi relación, estás desquiciado.


—Ella no es la correcta para ti —repitió—. Todo esto es mucho más complicado de lo que imaginas...


Me reí amargamente. —Renuncia a la absurda idea del compromiso con Sowon, o no seguiré adelante con esto.


No iba a dar mi brazo a torcer. No me importaban las consecuencias. Hablaría con mi padre si era necesario, pero no cedería. Esa era una parte de mi vida a la que sencillamente no iba a renunciar.


—Jeongguk, no hagas las cosas más difíciles de lo que deben ser. No seas igual de idiota que tu hermano.


—Ya me oíste. Olvídate de ese compromiso, o búscate otro imbécil que quiera tomar tu jodido puesto.


El ánimo estaba muerto y yo estaba más enojado que un hijo de puta. Y él lo notó. Al parecer, por primera vez se planteó el tomarme realmente en serio. Él era obstinado, pero podía jugar su mismo juego, así que no me retracté, ni siquiera después de que sus ojos me escudriñaron con desdén.


No dijo nada, por varios segundos —o tal vez minutos— no lo hizo, permaneció en completo silencio, analizando la situación. Pero no tenía todo el maldito día, así que después de no oír respuesta por su parte, me dispuse a marcharme. A la mierda. Esto se terminaba aquí.


O eso pensé, porque justo cuando me volví hacia la puerta de su oficina, él habló:


—Bien, de acuerdo —se rindió, poniéndose de pie al igual que yo. ¿Qué? ¿Estaba...? No le creía. Lo miré con recelo, porque a pesar de que eso era lo que quería oír, no confiaba en él—. No interferiré en tu preciada relación, tú puedes hacer lo que desees, yo lo aceptaré...pero lo haré bajo una condición.


















































12 DE MARZO, 2019
19:24 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫

  
▬▬ LOS ojos de Jimin se abrieron exageradamente después de que terminé de contarle cómo fue que resultó la charla con el indeseable y malvado señor que para mi mala suerte, era mi abuelo. Y entendí su reacción, yo reaccioné exactamente de la misma manera.


—¿Qué carajos? —exclamó impresionado, con el rostro contraído en un gesto de asombro—. Un momento, aún no sé si esa opción es mejor o peor que la del compromiso con Sowon.


Definitivamente mejor, pero ese no era el punto. Podía leer entre líneas, mi abuelo me dio esa alternativa porque no me creía capaz de hacerlo, porque era una alternativa igual de absurda que la de pasar mi vida al lado de Sowon.


—Cualquier cosa es mejor que regresar con Sowon, pero no se trata de eso porque...veamos, ¿cuáles son las probabilidades? Es una locura.


—Toda esa situación lo es —estuvo de acuerdo—. Pero, no te oigo diciendo que no estarías dispuesto a hacerlo.


Que observador. Por favor, se trataba de mí, por supuesto que estaba más que dispuesto, pero eso no era lo importante aquí. —Da igual, no es como si eso fuese realmente relevante.


—Pues sí lo es, porque eres el pedazo de mierda más impulsivo que conozco y no te quiero ver llevándolo demasiado lejos.


Lo miré ofendido. —¿De verdad crees que...? —quise preguntar, pero apenas comencé aquella oración Jimin me dedicó una mirada de "sí, lo creo" así que me callé.


Sí, era impulsivo, pero incluso yo tenía mis límites, por eso era que la condición de mi abuelo era algo que ni siquiera podía considerar como una opción. Tal vez en otras circunstancias las cosas serían diferentes, pues en definitiva cualquier idea era mejor que la de aceptar ese absurdo compromiso con Sowon, pero esto...maldita sea, era demasiado.


—Hablo en serio, no lo haré —aseguré, pasando mis manos por mi rostro, frustrado—. Ni siquiera lo veo como una opción, ninguna persona aceptaría ser parte de algo como eso. Es muy jodido.


—Creía que en mi familia había personas desalmadas y descorazonadas, pero tu abuelo...Dios, no deja de sorprenderme —y eso era decir bastante considerando el sinfín de cosas que la familia Park le había hecho a su propio hijo—. ¿Y qué harás entonces? ¿Se lo dirás a Haye?


No, definitivamente no. Decírselo a Haye no estaba en mis planes, no iba a ponerla en una situación así de desagradable. No quería que todos mis dramas familiares la asustaran o la incitaran a alejarse de mí. Esto era algo que debía solucionar por mi cuenta. Demonios. Podía ser ingenioso, así que alguna mierda se me iba a ocurrir.


—No, de ninguna jodida manera. Voy a mantenerla lejos de todo esto. No quiero darle razones para salir huyendo.


Jimin rió. —Venga, si no ha salido huyendo con todo el drama que te traes encima, no creo que vaya a hacerlo por esto. Creo que tiendes a subestimarla, pero ella no es tan frágil.


Lo sabía, era sólo que...era complicado. Quería darle tranquilidad a su cabeza, no perturbarla incluso más, con el tema de Sowon era suficiente, no necesitaba inquietarla con mis conflictos familiares.


—Tú quieres que confíe en ti, entonces confía tú también en ella —aconsejó Jimin—. De todos modos, si no logras solucionarlo por tu cuenta eventualmente tendrás que hablar con ella. Como amigo, te sugiero que hagas las cosas bien desde el principio, o de un modo u otro esto te explotará en la cara.



















































12 DE MARZO, 2019
20:13 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫


▬▬ TENÍA A HAYE entre mis brazos. Su cabeza descansaba tranquilamente en mi pecho y sus dedos no dejaban de juguetear con los míos. Podía oler su embriagador y dulce aroma, y allí, por un instante, me olvidé de todos y cada uno de mis problemas. Quería quedarme así para siempre. En paz, sólo los dos. No necesitaba nada más. Y era curioso, pero Haye realmente tenía un efecto tranquilizador y reconfortante en mí.


—¿Segura que quieres que nos quedemos aquí? —le pregunté, mientras que ella se divertía jugando con el anillo de uno de mis dedos.


Este era nuestro último día juntos, mañana debía viajar a Jeju y no iba a poder verla hasta dentro de una semana. En lo personal, la idea de quedarnos aquí me parecía perfecta, sin embargo, si ella tenía otra idea en mente, no iba a negarme.


—No es tan tarde, todavía podemos salir y hacer...lo que sea que quieras hacer —propuse, pero ella se negó, muy tajante.


—No podría salir aunque quisiera, mis pobres pies me están matando —se lamentó, al parecer hoy el entrenamiento había estado particularmente duro. Haye llegó hace unos minutos y fue directo hacia el sofá, no nos habíamos movido de aquí desde entonces—. Lo único que quiero es estar aquí. Y morir.

 
Que panorama, eh ¿te han dicho que eres el alma de la fiesta? —pregunté irónicamente, a lo que ella hizo oídos sordos, limitándose a acurrucarse más contra mi pecho.

 
—Puedes salir si quieres. Yo me quedaré aquí...durmiendo en tu sofá.

  
Me gustaba eso, tenerla en mi casa. Y debido a que por estos momentos —y por razones bastante obvias— yo no era precisamente bienvenido en su departamento, pasábamos más tiempo aquí que en cualquier otro lugar. Y eso ya comenzaba a percibirse porque Haye se mostraba mucho más en confianza que antes, al menos había dejado de pedir permiso para hacer absolutamente todo, ese era un gran avance.

 
—Quedarme y ser tu colchón es una oferta mucho más tentadora, gracias —dije.


Anoche me había reunido con los chicos, hace un rato había estado con Jimin y antes de eso, con Taehyung, así que ahora sólo quería pasar tiempo con ella. Bueno, siempre quería pasar tiempo con ella, pero no quería ser tan pegajoso.


—Bien. ¿Y cómo estuvo tu día? —se interesó, descansando su mejilla en mi pecho—. ¿Cómo te fue con tu abuelo? ¿Pudiste hablar con él?

 
Ah.
Casi lo olvidaba.

 
—Sí, estuvo relativamente...uhm ¿bien?


—¿Relativamente?


—Me refiero a que, pudo ser peor —minimicé.

 
—No suenas muy seguro —señaló, re acomodándose en su lugar de modo que pudiese ver mi rostro mientras hablábamos—. ¿Qué le dijiste?


—Le dije muy civilizadamente que se olvidara de la delirante idea de un compromiso con ya sabes quien.

 
—¿En serio? —se asombró, con sus preciosos ojos muy abiertos—. ¿Y...qué te dijo?

 
—Es jodidamente terco, no está acostumbrado a que le digan que no, así que trató inútilmente de convencerme.


—Oh —musitó, agachando la mirada, triste. Odié eso. No quería ponerla triste—. ¿A tu abuelo...a él le agrada Sowon?

 
Mi abuelo no sentía simpatía por muchas personas, por lo general él veía lo que las personas podían ofrecerle y cómo podían serles de utilidad, y entonces se relacionaba con ellos con falsa gentileza y comprensión.

 
—No —repliqué con honestidad—. A él nunca le pareció bien que saliera con ella cuando lo hacía. Decía que era una niña malcriada y sin ambiciones. Su familia tampoco le agrada, él sólo finge que sí. Todo esto lo está haciendo simplemente porque es conveniente para él, no porque sienta afecto por ellos.

 
—¿Por qué es conveniente para él? —curioseó, con la primera línea bien marcada en su entrecejo—. ¿Es porque tiene dinero?

 
Era una mezcla de cosas a decir verdad, pero el dinero de su familia sí jugaba una parte importante. Estas personas creían que mientras más dinero poseías, más valor como ser humano tenías. Una estupidez.

 
—La familia de Sowon ha sido socia de nuestra familia durante muchísimo tiempo. Tienen mucho dinero y están más que felices con la idea de unir a nuestras familias. Eso facilita enormemente las cosas para mi abuelo. Son personas "importantes", de confianza y están dispuestas.


¿Qué mejor? Pensé, porque sabía que eso era lo que mi abuelo pensaba. Él debía de tener toda una imagen imaginaria de cómo serían las cosas. Era una lástima que no estaba dispuesto a jugar con sus malditas reglas.


—Pero nada de eso es relevante para mí —le aseguré, tocando superficialmente su barbilla para que ella levantara su rostro—. Le dije que no lo haría. No hay nada en el mundo que me vaya a hacer aceptar formar parte de ese circo. Se lo dejé muy claro.

 
Haye se encogió, impotente. —Dudo que eso lo haya puesto muy feliz.

 
—Es obstinado, pero le advertí que si seguía insistiendo con toda esa mierda, no seguiría adelante con todo esto.

 
Eso pareció aliviarla, aunque no del todo. —¿Y eso... cómo resultó?


Depende, pensé para mis adentros. —Uhh, bien.


—¿Bien?


—Sí, él...él dijo que no volvería a interferir en ese tema.


Esta vez su entrecejo se frunció aún más, aunque esta vez reflejando una clara confusión. —¿Así...de sencillo?


—Bueno, no fue tan sencillo. Tomó varias amenazas, insultos, ideas encontradas y silencios incómodos, pero...tampoco tenía muchas opciones.

 
—¿Y que hay de esa tonta regla?

 
—Eso...mh, no es importante ahora. Aún no es tiempo de que yo me haga cargo de las empresas, hay muchas cosas que preparar, tengo mucho que aprender, así que...no nos preocupáremos de eso por ahora.


Por ahora, eso era todo lo que podía decirle. Quería ser honesto, pero antes de soltarle otra bomba, quería agotar todas mis opciones.


—Además, ¿Quién sabe? Cuando mi abuelo me ceda su cargo, tal vez tú y yo ya estaremos casados, Dios me escuche —rogué, jugando con ella, porque necesitaba quitar toda esa tensión que parecía tener en sus hombros.

 
Haye sonrió, pero instantáneamente puso sus ojos en blanco. —Que bromista saliste, eh.


Le sonreí de regreso y me incliné hacia ella, besando rápidamente sus labios. —Si quieres no es broma.


—¿Qué es lo que tratas de hacer, hm? ¿Quieres que nos casemos en nuestra primera semana de novios? Ni siquiera tus padres se atrevieron a tanto.

  
—Pero es diferente, tú has sido mi amorcito desde los diez años.


—Por favor, ni siquiera me recordabas hasta que tu padre me mencionó —señaló, riendo.


—Oye, eso no es cierto —protesté—. Siempre te busqué...inconscientemente.

 
—¿Inconscientemente? —enarcó una de su cejas, divertida con mi defensa.


—Sí, ya sabes...como cuando ves a alguien y piensas que es esa persona. De hecho, muchas veces creí volver a verte, trataba casualmente de hacer ridículas preguntas para estar seguro, pero...nunca eras tú, así que dejé de obsesionarme con el tiempo.

 
No tenía ninguna pista de quién podía ser, no conocía su nombre, ni su apellido, ella ni siquiera vestía su uniforme de colegio como para saber en dónde estudiaba, así que no tenía cómo carajos saber de ella, sin embargo, era optimista, siempre creí que volvería a verla en algún punto de mi vida...tal vez a los cincuenta años. Agradecía que ese no hubiese sido el caso.

  
—¿Y si esta chica hubiese aparecido en tu vida, y no hubiese sido yo? —hipotetizó, procediendo a sentarse sobre el sofá, como si necesitara cambiar de posición, llevábamos mucho recostados—. ¿Qué hubieras hecho? ¿Me habrías dejado en el olvido?


¿Quién demonios podría olvidarse de Haye?


Ella cruzó los brazos sobre su pecho y yo la miré divertido. —Mhh, sí, probablemente sí —le tomé el pelo, ganándome un fuerte manotazo en la pierna—. Ouch, oye...¿En serio? ¿Me crees capaz de eso?

Sólo Haye podía enojarse con la idea de que la olvidara por ir detrás de ella misma.


—Tú eres la chica a la que yo quiero —juré, tirándola de su antebrazo hacia mí—. Por suerte, la chica del tutú y tú resultaron ser la misma persona, pero...cuando digo que solía buscarte, no mentía, tenía curiosidad. Siempre quise saber qué fue de ti, quería saber cómo eras, en serio quería conocerte así que si esa chica no hubieses sido tú, por supuesto que me habría puesto feliz de verla, pero habría sido sólo eso...no podría olvidarte aunque quisiera, lo sabes...lo intenté una vez, y aquí estoy.

  
—¿Entonces no tengo que preocuparme de algún otro amorcito que tengas por ahí que de pronto quiera volver a aparecer en tu vida después de muchos años?


—Nunca tienes que preocuparte por nadie, tú eres mi único amorcito.


Haye resopló, amohinada. —Que odiosamente perfecto y encantador eres.


—Uhm, ¿gracias? —expresé, no muy seguro. Y ella me sonrió muy contenta.


Me gustaba cuando Haye tomaba la iniciativa, no, amaba cuando lo hacía, profundamente, sin embargo, esta vez, cuando ella pasó sus brazos por alrededor de mi cuello, presionando inesperadamente su dulce boca sobre la mía y dejándome sentir la aturdidora calidez que emanaba su cuerpo, todas las alarmas se encendieron y comenzaron a sonar implacablemente en mi cabeza.


Besar a Haye de un modo inocente y superficial, sin otras intenciones de por medio, no requería de mucho esfuerzo cuando nos encontrábamos en lugares públicos rodeados de muchas personas. Ahora, cuando nos encontrábamos solo nosotros, la historia era totalmente diferente.


Trataba de ser bueno, quería ser bueno, pero no era tan malditamente fuerte, de hecho no lo era en lo absoluto, no con ella. Después de la otra noche...maldita sea, ni siquiera podía pensar en esa noche sin sentir que todo dentro de mí comenzaba a calentarse. Nunca había deseado tanto a nadie. Y saber que no estaba a punto de conseguir estar con ella de la forma en la que quería...era condenadamente tortuoso.


Pero podía esperar, por ella podía hacerlo. Esperaría todo el camino hacia el altar si algún día llegábamos así de lejos, porque valía la pena. Y es que, con el sabor de su beso en mis labios, no había nada que quisiera más que hacer que las cosas funcionaran con ella.


Pero sabía que todo esto de la abstinencia no iba a ser sencillo, estaba acostumbrado a otro tipo de relaciones, mucho más físicas y mucho menos sentimentales, así que debía dejar de tentar mi suerte y actuar en consecuencia.


Quería besarla durante toda la noche, y si supiese que podía ser capaz de mantener mis manos lejos de ella, tal vez lo haría. Pero no era capaz de hacer eso. Así que, cuando Haye hizo el ademán de acercar su cuerpo más al mío —ignorando las incansables protestas de mi cuerpo y mente—, yo me aparté.


Sus ojos se abrieron debido a mi acción y yo tuve que tratar, a toda costa, de no mirar sus tentadores labios. Desafortunadamente, Haye era en serio perceptiva y notó que algo sucedía casi al instante.


Ladeó su rostro hacia un lado y me miró. —¿Qué pasó?


—¿Qué? —me desentendí, y ella puso esa expresión de "¿en serio?" Como respuesta —. Nada, sólo estaba pensando en que debo alimentarte. Dijiste que no habías cenado, ¿no?


Haye entrecerró sus ojos de manera inquisitoria y frunció sus labios. —Mh, no, no te creo. Dime ¿Qué está mal?


—¿Por qué algo estaría mal? —repliqué ¿Qué estaba haciendo? ¿Y por qué me miraba como si pudiese ver a través de mí?—. Vale, ya, no me veas así, no es...no es nada, es sólo que...te lo dije, no quiero volver a llevar las cosas demasiado lejos, sólo...estoy tratando de respetar tus límites.


Mi respuesta no la puso feliz en lo absoluto, por un segundo su labio inferior incluso se transformó en un adorable puchero.


—¿Entonces...ahora ya ni siquiera podremos besarnos?


—No, no es...—¿Por qué era tan malditamente difícil hacerme entender?—. Sólo quiero que estés cómoda con lo que hacemos.


—Lo estoy —aclaró—. ¿Tú...no lo estás?


No se trataba de eso. Si tan sólo supiera. Nunca había estado tan malditamente "cómodo" como en la noche en la que la tuve debajo de mí, pegada a mí, caliente y jadeando...no, no podía pensar en eso, precisamente no ahora. Llevaba días torturándome por las noches con ese recuerdo. Escucharla, saber que ella estaba sintiendo absolutamente todo...jodió mi cabeza. En las noches no podía evitar imaginarla, imaginarnos. Quería hacerla feliz, presumir de ella, crear recuerdos con ella, conocer más de sus pensamientos, sus gustos, disgustos, quería un futuro sano y amoroso a su lado, pero...maldita sea, estaría mintiendo si dijera que era lo único que quería. Sinceramente lo quería todo. Quería conocerla más allá del corazón, conocer su alma...conocer todo. Incluso de esa forma en la que nadie nunca logró hacerlo, pero sabía que para eso debía ser paciente, probablemente más de lo que lo había sido en toda mi vida. Y si quería ser paciente, entonces debía dejar de ponerme a mí mismo en aprietos, pero ¿cómo demonios podía decirle a ella que debía poner cierta distancia entre nosotros porque tenía una imaginación jodidamente proactiva y porque mi autocontrol en este punto era básicamente inexistente? No quería espantarla ni que pensara que era un imbécil hormonal.

 
» —No lo estás. Yo...Jeongguk, lo siento —dijo de pronto, acomodando nerviosamente un mechón de cabello detrás de su oreja.


Un momento, estaba demasiado ensimismado pensando en como decir lo que quería decir con sutileza para no asustarla que me perdí en el espacio y tiempo...así que ¿exactamente por qué se estaba disculpando?


—Lo lamento, yo...perdón, sé que esto no es justo para ti, es...—mierda, no, ella definitivamente había sacado la conclusión errónea.

 
—Oye, no —intervine—. No vayas por ahí. No tienes nada de que disculparte...no hagas eso.


Ahora mismo, no tenía idea de qué mierda estaba cruzando por su cabeza, eso me inquietó. No se veía feliz ni molesta, sólo se veía...confundida y podía decir que un tanto abatida.


—¿Por qué eres tan comprensivo?

 
—¿Qué?

 
—Eso. ¿Por qué eres tan comprensivo? —reiteró—. No tienes que serlo. Sé que hay un montón de chicas que estarían felices de ocupar mi lugar. Y estoy segura de que harían un trabajo mucho mejor que yo en todos...los sentidos.

 
—¿Por qué me preguntas eso?


—Porque no comprendo —suspiró—. Los chicos que se interesaban en mí...¿Sabes lo rápido que perdían todo interés en cuanto se daban cuenta de que no dormiría con ellos?

    
Cuestionó, y sinceramente esa pregunta me descolocó, ¿era por eso que nunca salió con nadie?

  
» —Ninguno permanecía más de los días que puedo contar con una mano. Excepto uno, el idiota que transformó mi decisión de esperar en un reto para él. Y ni siquiera él permaneció durante más de dos semanas así que...creo que puedes entender porqué es difícil de comprender para mí que tú estés dispuesto a hacer esto por mí.


Bueno, ahí estaba la respuesta. No podía entender cómo carajos, Haye, siendo Haye, podía haber permanecido intacta hasta ahora. Los chicos podían ser idiotas, eso lo sabía muy bien, y ella, al parecer se había rodeado de los peores. Yo no podía decir que no entendía a quienes preferían alejarse, no todo el mundo estaba preparado para comprometerse con algo así de serio, y cada quien podía hacer lo que deseaba, era válido, pero ahora me hacía un poco más la idea de lo que eso debió de hacerle a Haye.


Agh, Dios, lo siento, otra vez estoy siendo insegura —se lamentó, pasando una de sus manos por su rostro.


Haye pensaba demasiado las cosas, a menudo podía notar que esta característica suya solía frustrarla de sobremanera. En lo personal, no me molestaba que se expresara, al contrario, y es que esa era la única forma en la que podía hacer algo para aliviar sus preocupaciones.


—Yo diría que estás siendo comunicativa —dije, apartando la mano de su rostro—. A tu manera. Y me gusta eso.

 
—¿Te gusta que sea frustrante, exasperante e insegura? Porque yo lo odio.


—No, me gusta que me digas las cosas que te preocupan y que te cuestionas, cuando lo haces siento que confías en mí —admití—. Y sobre tu pregunta...¿qué quieres saber exactamente?


—Solo...cómo te sientes.


—¿Cómo me siento?

  
—Sí. Ya sé lo que opinas, sé que estás dispuesto a esperarme y también sé porqué, pero...quiero saber cómo te sientes en realidad. La verdad.

       
—Estoy bien —aseguré y ella me vio como si no me creyera, diablos—. Lo estoy, en serio ¿Qué es lo que esperas que diga?


—Creo que lo sabes.

 
—Haye.

 
—No voy a enfadarme.


—Pero vas a sobre prensarlo.

  
Ella negó. —No lo haré, lo prometo. Dime.


—Pues...no lo sé, supongo...que la verdad no estoy emocionado por ello.

   
Esa era una manera sutil de decirlo. Tenía un punto de vista distinto al de ella, no pensaba que el sexo fuera lo más importante en una relación, pero sí creía que de un modo u otro era algo vital, esa era mi postura y hasta ahora había vivido en consecuencia a eso, pero comprendía que fuera distinto para ella. Haye tenía sus razones, sus creencias y eso lo respetaba, podía entenderlo, sabía que tratar de hacerla cambiar de opinión era inútil, ella había tomado una decisión hace mucho tiempo y yo no era nadie para cuestionarla. Tampoco quería que se sintiera mal al respecto. Ella me habló sobre ello y me dio la oportunidad de retroceder, yo no quise hacerlo. Y seguía sin querer, ya estaba comprometido con esto de la abstinencia y sí, no me mataba de la felicidad, pero no iba a cambiar de parecer. Quería a Haye por mucho más que sólo eso, yo lo tenía claro, sin embargo, entendía porqué ella tenía dudas.


—No creo que algún día vayas a estar emocionado por ello, ¿verdad? —inquirió.

 
Bueno....


—No...no lo creo.

 
—¿Entonces por qué lo harías? ¿Por qué pedirme estar en una relación si eso no es lo que tú quieres? No quiero que estés infeliz...

 
—No estoy infeliz —interrumpí, ¿acaso me veía infeliz? Porque era todo lo contrario—. No necesito eso para estar feliz, te necesito a ti, ¿en serio no ves lo feliz que me hace sólo tenerte aquí conmigo?

 
—Vamos...


—Te quiero de la forma en la que pueda tenerte, Haye, no te estoy pidiendo más.


—No, pero vas a aburrirte, y yo no...

 
—Ah, Haye —suspiré, envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo, ella inmediatamente se fundió en mi calor, gracias . ¿Por qué no podía entender que lo sentía por ella iba mucho más allá de algo físico y superficial? Yo quería su corazón, todo lo demás podía esperar—. Por Dios, nunca podrías aburrirme, ¿acaso no sabes que me paso el día entero esperando que llegue justo este momento para poder verte?

  
Presioné un beso en la coronilla de su cabeza y Haye pasó sus brazos por alrededor de mi estómago.

 
» —¿Y por qué crees que es eso? —pregunté, ella se encogió débilmente de hombros—. Porque me gusta estar contigo. Me gusta escucharte, me gusta conocerte cada día un poco más, me gusta...todo lo que me haces sentir. No necesito que duermas conmigo para disfrutar de tu compañía, ni para querer verte ni querer estar contigo.

 
—Lo sé, pero...sí quieres más. Y puedes tener lo que tienes conmigo y más con otra persona, entonces...


—¿Crees que puedo tener lo que tenemos con alguien más? cuestioné, eso sí era divertido, ella volvió a encogerse de hombros—. Tú no crees eso.

—No soy tan especial.


—Tampoco yo.


—Sí lo eres —protestó.


—De hecho, no.


—No digas eso. Eres especial, tú eres...

 
—¿Soy?

 
—Eres...el más especial para mí, ¿bien? —musitó, avergonzada.

        
Sonreí, no pude evitarlo. —Así como tú lo eres para mí. ¿Lo entiendes ahora?


—Sí, pero...


—Nadie está obligándome a estar contigo, yo tomé mi decisión y no estoy retractándome.

  
Este era un "sacrificio" que estaba dispuesto a hacer por ella. Tal vez la idea no me mataba de la ilusión, pero de cierta manera, incluso cuando difería con ella, me gustaba que Haye supiera quién era y lo que quería. Era una chica determinada, y esa era una de las tantas cosas que me gustaba de ella.

 
» —No coincidiremos en todos los aspectos, Haye. Tendremos diferentes opiniones. No me va a gustar todo de ti y a ti no te va a gustar todo de mí, pero eso no significa que no podamos hacer que esto funcione.

  
No quería volver a tener encuentros casuales ni relaciones esporádicas, no quería regresar a eso, quería intentar esto con ella. Y no me importaba si tenía que hacer cosas que quizás en otro momento ni siquiera se habrían cruzado por mi cabeza. Necesitaba que ella entendiera eso.

 
» —Así que, voy a tomar lo bueno con lo malo y pedirte que trates de hacer lo mismo.

  
Haye se tragó sus emociones y asintió. Se había puesto emocional hace un rato, podía notar como trataba de volver a enfocarse.


—De acuerdo, está bien —la promesa salió pequeña y estrangulada—. Tienes razón.

   
Incertidumbre y miedo brillaron en su mirada a pesar de que ella trató de ocultarlo, sin embargo, junto con la vulnerabilidad en ella, vi esperanza. Sabía que tenía dudas, pero estaba dispuesta a correr el riesgo.

   
—Mira —dije, agarrando su barbilla y obligándola a mirarme a los ojos—. Cuando tenía catorce años, desperdicié mi primer beso con una chica que no quería. No sentí nada, por más que lo intentara, sólo me sentí mal. No fue romántico ni memorable, ni nada parecido a las historias que escuchas de algunas personas sobre su primer beso. No hubo magia, ni emoción, ni nada que me hiciera querer revivirlo. Y por mucho tiempo, después de que ocurriera, me encontré deseando que nunca hubiera sucedido en primer lugar. Eso fue una mierda. Hubiera querido que fuera diferente. Así que si tú quieres esperar y compartir ese momento especial y esa parte de ti sólo con la persona con quien pasarás el resto de tu vida, yo puedo entenderlo.

  
Haye asintió suavemente con su cabeza y sorbió su nariz. Puse una de mis manos en su mejilla y ella se acurrucó en mi palma, como si tratase de fundirse en mi piel. Dios, era tan...todo.


—Y no te preocupes por mí no besándote, sabes que mi voluntad flaquea cuando te me acercas —mencioné e hice que mi mano temblara contra su mejilla—. ¿Lo sientes? temblores, esos son los primeros síntomas de la abstinencia —sus labios finalmente se curvaron hacia arriba y no esperé más para besarla—. Ahí está mi sonrisa.

 
Que tonto —bufó, con una sonrisa más grande extendiéndose en su labios—. Gracias.

  
Sólo quería que estuviéramos bien. Entrelacé nuestras manos y suspiré cuando ella me dio un apretón tranquilizador.

 
—¿Entonces...estamos bien?

   
Mañana me iría, no quería irme sin que este tema estuviera zanjado. Haye era lo bueno en mi vida ahora mismo, quería proporcionarle la misma felicidad y tranquilidad que ella me proporcionaba.

 
—Estamos bien —aseguró, inclinándose hacia adelante y presionando sus labios castamente sobre lo míos, estos se sintieron suaves, aunque superficiales...pero era mejor así—. Y de verdad siento ser un desastre de inseguridad.

   
—¿Y me lo dices a mí, que me pregunto constantemente si soy lo suficientemente bueno para estar contigo? Claramente no soy quién para juzgar.


—Tú eres lo suficientemente bueno para cualquiera.

—Eso es algo que, por supuesto, mi novia debería pensar.


Haye sonrió y besó mi mejilla dulcemente antes de ponerse de pie. —Lo pienso desde antes de eso —quiso aclarar, estirando su mano en mi dirección—. Vamos a la cocina, dijiste que ibas a alimentarme.


Correcto. Tomé su mano y nos guié a ambos hacia la cocina. No era tan buen cocinero como alardeaba, pero por alguna razón a Haye le gustaba que le cocinara. No, corrijo, en realidad le gustaba verme cocinarle, siempre se sentaba en el taburete junto a la encimera y me miraba.

—¿Quieres comer dulce o salado? —le pregunté, observándola sentarse felizmente en el taburete.


—Dulce.


—¿Tienes mucha o poca hambre?


—Mucha.


—Bien.


—¿Vas a sorprenderme?


—Siempre —alardeé—. ¿Vas a sacar tus preguntas?


—Por supuesto —replicó con obviedad, sacando su teléfono del bolsillo.


Esa era otra cosa que hacíamos, ¿por qué? Ni puta idea pero a Haye le gustaba recopilar preguntas extrañas y luego hacérmelas mientras cocinaba.


—¿Listo? —preguntó muy animada.


—Yo empiezo.


—Pero tus preguntas son brutales.


—Y las tuyas existenciales, luego me dejas pensando en cuál demonios es mi propósito para estar vivo. Anoche no dormí por eso —exageré y una risita adorable se escapó de sus labios.


—Está bien, empieza.


—¿Por qué quieres esperar?


Después de lo de hace un rato, estaba curioso. Tenía mis suposiciones, pero apenas me estaba dando cuenta de que nunca se lo había preguntado en realidad. Haye nunca me había dado indicios de ser una persona precisamente muy religiosa, yo no sabía mucho al respecto, pero por lo general una cosa estaba ligada a la otra, ¿no?


—Creo que nunca te lo pregunté, ¿es...por algo religioso?


Ella lo pensó un segundo, pero prontamente sacudió su cabeza. —No, no en realidad —dijo, bajando su mirada hasta el anillo en su dedo—. Me refiero a que, en mi familia sólo mamá es realmente creyente, ella nunca trató de imponer sus creencias en mí, pero sí esperaba que tomara el voto de esperar hasta el matrimonio.


—¿Entonces lo haces por ella?


Haye volvió a negar. —Sé lo que el anillo simboliza para ella así que lo utilizo por eso, pero...significa algo diferente para mí. Respeto a quienes lo hacen, pero no estoy esperando porque hice una promesa con Dios, estoy esperando porque hice una promesa conmigo.


—¿Así que es una decisión enteramente tuya?


—Sí.


—¿Pero por qué esa promesa?


Quería saber por qué era tan importante para ella.
¿Cuál era su motivación?


—Porque no quiero que el sexo sea sólo eso, quiero que signifique algo. Mi cuerpo es una parte de mí que nadie en el mundo conoce. Siento que es algo que una vez dé, nunca podré tomarlo de vuelta. No quiero compartir eso con alguien y que sea sólo por unos momentos de placer físico. Quiero que la persona con quien lo comparta sea alguien que me respete, me entienda y me ame...y que yo ame de igual manera.


—¿Y piensas que eso lo condiciona el matrimonio? ¿no crees que puedas encontrar a alguien que te ame sin estar casado con él?


—Seguro que sí —ella se encogió de hombros—. Pero el matrimonio es importante para mí, y creo que que si en verdad encuentro a alguien que me ame de esa manera, él estaría dispuesto a casarse conmigo.

  
—Y estaría a dispuesto a esperar por ti.


—Sí.


¿Y no hay más?

 
—¿Cómo...más?


—No lo sé, siento que hay algo más.

 
—Elabora.


—Lo tienes todo muy claro, ¿hay alguna mala experiencia que estés tratando de evitar?

  
—Que perspicaz.


—Entonces sí la hay.

 
—Hace tiempo conocí a alguien que pensaba como yo, alguien que estaba muy determinada en encontrar a esa persona para ella, y creyó haberlo hecho...

 
—¿Pero...?

 
—No fue así. Sí se enamoró, mucho, pero él...no lo sé, supongo que no lo suficiente, al final, ella no cumplió su promesa, cedió frente a la presión y, bueno...—ella se removió en su lugar, y yo noté lo incómoda que se puso al recordar eso—. Sólo puedo decirte que nunca dejó de arrepentirse por no ser fiel a sí misma. ¿Me puedes dar un vaso de agua?

   
Cambió el tema sin más y yo capté el mensaje, no iba a indagar más allá, la forma en la que lo resumió todo me hizo entender que no estaba lista para entrar en más detalles. Estaba más curioso ahora pero iba a morderme la lengua porque Haye había sido comunicativa hoy, no quería presionar de más y que ella volviera a cerrarse.
 
 
—Bien, ¿ya me toca? —inquirió, bebiéndose de un sorbo todo el vaso y sonriéndome como si en realidad hablar de eso no le hubiera afectado—. Hiciste más de una pregunta así que voy a cobrármelas.


—Muy bien, dispara.

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