❛ 41 ❜

U N P L A N N E D
cuarenta y uno
❀̸
𝓛ímites
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

❝ Amarla es darte cuenta de que en todas las historias posibles de tu vida, ella es el final feliz.

What is love.

06 DE MARZO, 2019
00:53 am.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


     ▬▬ JEONGGUK me guió por el inmenso espacio que constituía el "patio" de su casa, pasando por ese especial —y muy pintoresco— lugar en donde se dieron algunas de nuestras primeras veces. La primera vez que tomó mi mano. La primera vez que me abrazó. La primera vez que me confesó lo que sentía por mí. En realidad, pensándolo bien, aquí es dónde había comenzado todo esto, lo nuestro. Todos esos eran lindos recuerdos. Parecía como si hubiese transcurrido mucho tiempo desde todo eso, pero no era así.

    
Nos adentramos en el lugar y por un momento creí que ese sería nuestro destino, entonces él siguió jalando de mi mano más allá, hacia un lugar que no habíamos visitado antes, lo cual no era extraño considerado lo extenso del terreno. Seguimos avanzando un poco más.

   
Nuestro verdadero destino se encontraba iluminado tenuemente por dos lámparas de muro, una guirnalda de luces con sólo unas pocas de ellas colgando del mismo lugar y unas cuantas velas adornando una pequeña mesa. Había un proyector transmitiendo una imagen en la pared, como un improvisado cine al exterior. Y también habían mantas estiradas en el suelo junto a varios almohadones. Todo eso sí que me asombró. Era muy bonito.


—¿Y esto? —pregunté, sonriendo como una idiota. ¿Me hacía ilusión? Por supuesto que sí.


Me volteé para poder ver su rostro y entonces me sorprendí mucho más al ver que esta vez sostenía entre sus manos un hermoso y colorido ramo de flores. ¿Y eso de dónde había salido?

Nunca nadie me había regalado flores.

  
—Verás, yo...creí que sería más especial y romántico si lo hacía con mis propias manos —me confesó, con sus mejillas inusualmente coloradas—, pero...pasa que no sé absolutamente nada de flores así que probablemente este sea el ramo más feo que hayas visto...


No podía estar hablando en serio.


—¿Qué estás diciendo? —intervine, quitando el ramo de sus manos antes de que dijera cualquier otra cosa mala sobre él—. Está precioso, es perfecto, no se te ocurra despreciarlo.

  
Advertí, oliendo detenidamente el delicioso aroma de las flores. Me encantaba. Sinceramente lo hacía. Pensar en que Jeongguk había escogido cada una de las flores, que había dedicado tiempo haciéndolo lo más bonito posible y que lo había hecho todo por su cuenta, hacía que mi corazón se encogiera conmovido.


—Me encanta —elogié, sin dejar de admirar mi nueva adquisición—. ¿Por esto querías que viniera?


Jeongguk rascó la parte trasera de su cabeza, haciendo una sutil mueca que representaba titubeo. —Tenía todo un plan en realidad.

  
—¿De verdad?


—Sí, quería traerte aquí, cocinarte algo, enamorarte con mis dotes culinarios —bromeó, sacándome una sonrisa con su falsa seguridad—. Ver una película de esas empalagosas que, ya sabes, crean un ambiente romántico antes de enseñarte mi presentación de "¿Por qué deberías aceptar ser mi novia?".


Ah.

  
Un momento, ¿dijo "presentación" de "por qué debería aceptar ser su novia" o yo había escuchado mal?

   
—No hiciste una presentación —acusé, divertida con su ingeniosa idea, aunque...por supuesto que no la hizo.


—¿Para qué crees que es el proyector? —replicó con tono irónico—. Necesitaba asegurarme de que dijeras que sí.


¿Qué?
¿Estaba hablando en serio?

  
¿Acaso pensaba que podía decirme algo como eso y que yo sólo iba a seguir como si nada? ¡De ninguna manera! Inaceptable.


» —Pero ya dijiste que sí así que...


—¡No habría dicho que de haber sabido que había una presentación! —exclamé, y no, no era cierto, pero ahora como que necesitaba ver de que se trataba.


—Uhh, pretenderé que no escuché eso, señorita inconforme.

 
Jeongguk —protesté infantilmente—. ¿Por favor, sí? Quiero verla. Por favor, por favor, por favor.

  
Jeongguk sacudió su cabeza. —Ahora ya no tiene sentido, ya aceptaste ser mi novia.


No iba a aceptar un no. Fruncí mis labios y crucé mis brazos sobre mi pecho. —Todavía puedo retractarme.


—No, no puedes.


—¿Quién dice que no?

  
—El libro de las reglas de los novios. Una vez que dices que sí, ya no hay marcha atrás.

 
—Si eso fuera cierto, no existirían los ex novios.


—Existían en la penúltima edición de las reglas, eso cambió, tenías que informarte antes de decir que sí. Por cierto, la nueva regla está justo al lado de "tienes que besuquear a tu chico al menos treinta veces al día".

 
—Que curioso, no recordaba haber aceptado meterme a un culto.


—Pues, ya ves, preciosa. Ya aceptaste los términos y condiciones, no hay nada más que hacer.

  
—Pues sí lo hay porque pasa que prometiste hace menos de una hora que me darías todo lo que yo quisiera, pero así de pronto ya estás faltando a tu palabra —expuse, pretendiendo estar muy decepcionada.

 
Jeongguk abrió la boca, seguramente para llevarme la contra. —¿Acaso...me estás manipulando?


Aclaré mi garganta con muy poca sutiliza, parándome erguidamente para lucir más alta. —¿No fue eso lo que dijiste, hm? ¿Acaso recordarte un hecho ahora es manipulación?

  
Jeongguk me miró complacido, con inesperado orgullo, soltando una suave carcajada.


—Muy bien, muñequita, tú ganas, pero sólo te la enseñaré para que no te queden dudas de que tomaste la decisión correcta.


Eso era lo que quería oír. Después de todo, no podíamos permitir que esa presentación se desperdiciara, ¿verdad?

 
—Bien, esto será rápido —dijo, indicándome que tomara asiento sobre la manta que yo escogiera. Y así lo hice.


Dejé mi ramo de flores cuidadosamente a un lado de la manta y me senté próxima a él, cruzando mis piernas y acomodándome para poder ver correctamente la presentación. Ay, en verdad que estaba emocionada.

  
De acuerdo, señorita Haye, antes de comenzar con esta presentación que obviamente me demoré días en preparar y no sólo diez minutos —anunció irónicamente, alcanzando el pequeño control que cambiaba las diapositivas—. Sólo diré que no me haré cargo de lo mucho que puedas enamorarte de mí para cuando termine.


Por supuesto que diría algo como eso. Se tenía bastante fe, ¿Y cómo no? El chico era increíble, una caja de sorpresas. De hecho, ni siquiera sabía qué diablos esperar ahora, Jeongguk era demasiado creativo e ingenioso.


—Dicho esto, podemos comenzar —inició, apretando el pequeño botoncito para dar inicio a su presentación. La pregunta: "¿Por qué deberías aceptar ser mi novia?" se mostró en grande a través del proyector.

  
Aplaudí enérgicamente, animándolo, entonces Jeongguk rió, sacudiendo su cabeza. Aún no decía nada y yo ya estaba toda eufórica.

 
—Primero voy a hablar un poco sobre el trasfondo de todo esto —introdujo, como si esta fuese una presentación seria—. La verdad, mientras pensaba en cómo diablos pedirte que fueras mi novia de un modo que pudieses guardar en tu memoria y con una propuesta que te resultase imposible de rechazar, me surgió la pregunta: ¿Por qué, mi dulce y encantadora Haye, querría ser mi novia? Me refiero a que, ¿Qué es lo que puedo ofrecerle realmente? Además de claro, un lindo novio, y por supuesto, amor incondicional.


Amor incondicional sonaba bien para mí.
Suficiente, de hecho.


—Se me encendió el foco y entonces se me ocurrió, en un momento de desesperación debo admitir, que tenía que hacer una lista.


¿Una lista?

 
¡Primera razón! —exclamó con excesiva energía, presionando nuevamente el botón que me enseñó la primera fotografía. Demás estaba decir que casi me atraganté con mi saliva al ver de qué se trataba—. Sé cocinar.

Y bueno, era un hecho, Jeongguk definitivamente era único en su especie. ¿Qué cosas pasaban por su mente? Ese sí que era un misterio. Debí estar preparada para esto, Jeongguk siempre me sorprendía, esta vez no fue la excepción.

  
Una sonrisa explotó en mi rostro al ver la mala edición que cubría la nueva diapositiva. Ver su rostro en esa fotografía fue...inesperado, pero Jeongguk el chefcito definitivamente hizo a mi corazón muy feliz. Maldita sea. Estaba acabada...nunca nadie podría comparársele. ¿Quién más hacía cosas como estas?

 
—Repito, para el público de allá atrás: sé cocinar. Y lo hago muy bien —me guiñó un ojo—. Lo cual me lleva a la segunda razón —dijo brevemente, cambiando a una tercera diapositiva que me hizo querer asesinarlo—. Sé cocinar absolutamente de todo, lo que significa que mientras estés conmigo jamás pasarás hambre ni tendrás que preocuparte por nada de eso porque ¡Yo te alimentaré!

¡¿Qué carajos?!
Iba a matarlo.


¿Pero qué...? ¿De dónde...? ¿Cuándo demonios fue que sacó esa foto? ¿Y por qué diablos la conservó? No, no, no, que idiota, esto era inaceptable, pero...rayos. No quería reírme, sin embargo, no podía controlar mis emociones ni reacciones.


¡Jeon Jeongguk! —chillé al ver mi rostro en esa nueva edición. Maldito seas. ¿Cómo se le ocurría poner esa fotografía?


Me puse de pie lo más rápido que mi cuerpo me lo permitió y le arrebaté el control de la mano, cambié de página inmediatamente para no seguir viendo esa imagen de mi rostro en tamaño gigante mientras que Jeongguk sólo se reía.

 
—Creí que querías ver la presentación —se burló.

   
Bien jugado, Jeon Jeongguk.
Bien jugado.


—No eres divertido, Jeongguk —mentí, tratando de no permitirme ser contagiada por sus alegres carcajadas.

 
No le importó que le dedicara una mirada de pocos amigos, él no se inmutó, sólo me sonrió y me envolvió entre sus brazos.


—Sigues viéndote bonita.


—Cierra la boca.


—¿Seguimos?


—No.


—Y sigamos con la tercera razón —me ignoró, estrechándome con firmeza contra su pecho—. Por si no lo sabías, soy músico, lo que significa que puedo cantarte canciones de cuna antes de dormir. Puedo hacerte conciertos privados. Incluso puedo componer canciones que hablen de lo baboso que estoy por ti. Eres mi musa, por cierto.

Y así era como no podía mantenerme molesta con él ni siquiera por un minuto. Este chico, Dios, su talento para las palabras y para hacer idioteces sólo podía compararse con su talento para la música.

  
Esta era la mejor propuesta de la vida. Cuando imaginaba todo esto antes, lo imaginaba muy distinto. Creía que sabía lo que quería y cómo lo quería, pero esto, todo era tan...él, y nada podía comparársele a eso.


—Me gustan tus botas en esa foto —mencioné, rodeando su cuello con mis brazos—. Y ese vestido...wow. El negro definitivamente es tu color.


—Lo sé —estuvo de acuerdo y yo aproveché su momento ególatra para cambiar de página. Una imagen de Jeongguk "pintando" se abrió frente a mis ojos—. También se pintar, eh. Podrías ser mi musa también en eso. Te pintaré como a una de mis chicas francesas.

Golpeé su hombro con poca delicadeza, tratando de distraerlo del hecho de que esa idea suya había puesto mis mejillas todas acaloradas. —No creas que no entendí esa referencia.


—Con un simple "no" bastaba —se quejó—. ¿Dónde escondes tanta fuerza?


Me encogí de hombros. Era bailarina, debía tener fuerza, pero parecer que no la tenía. —¿Qué tan larga es esta lista, mh? —curioseé, cambiando de tema.


Infinita —suspiró como si le pareciera agotador—. Y es que tengo tantas cualidades. Haye, de verdad, no soy sólo un buen partido, yo soy él partido. Te enviaré una copia de la presentación para que se la muestres a tus padres cuando les cuentes que tienes novio. Puse lo del salto en bungee específicamente para que tú padre lo vea.


¿Todos los novios hacían cosas como estas? ¿O el mío estaba un poco defectuoso?

 
—De acuerdo, creo que el azúcar de todos esos macarons que te engulliste están comenzando a hacer lo suyo —le di una palmadita en el hombro—. ¿Por qué no te sientas? Luego seguirás deslumbrándome con tu extraordinaria presentación.


—Aún no llego a la parte de que tengo "material de esposo", sé artes marciales así que siempre podré cuidar de ti, también soy team Iron Man...—prosiguió y yo me reí.

 
—Vale, ya entiendo, ¿Y qué es lo que yo puedo ofrecerle a esta relación? —inquirí, divertida—. De pronto soy muy consciente de mi falta de talentos.


—No —protestó, inclinándose hacia abajo, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello—. Tú eres perfecta.


Perfecta...mente inútil.

 
Jeongguk se echó hacia atrás, mirándome con el ceño fruncido. —¿Qué? ¿Acaso ahora necesitas que haga una presentación con todas tus muchas cualidades? Porque puedo hacerla, sólo necesito cinco minu...

 
Negué enérgicamente. —Oh, no, por favor, no. No confío en ti ni en tus malas ediciones.

 
—Con esa mala edición y todo, admite que te impresioné.


—Lo hiciste, aunque...aún no puedo decidir si lo hiciste en el buen o en el mal sentido.


Tsst —chistó su lengua—. Que público más exigente. ¿No me merezco siquiera un pequeño besito por haberlo intentado? —sugirió, estirando sus labios en mi dirección.

 
—Siempre quieres besarme.


—Culpable —replicó, tomando mi rostro con ambas manos y estampando sus labios contra los míos de modo impaciente. No fue un beso precisamente largo, pero fue uno que me quitó el aliento—. Yo no era así, eh, tú me convertiste en esto.

 
Eso era difícil de creer. Jeongguk era verdaderamente encantador. Era detallista y también afectuoso. Y todo le salía natural. No podía entender como una persona que tenía tanto para ofrecer, había escogido conformarse con dar y recibir tan poco durante tanto tiempo.


—¿En qué estás pensando? —interrumpió mis pensamientos.


—En que tenemos una conversación pendiente.

 
La divertida expresión en su rostro se transformó rápido en una de confusión. —¿Hice algo malo?


—No lo sé —entrecerré mis ojos inquisitoriamente—. ¿Lo hiciste?


—He sido un niño muy bueno —aseguró, enseñándome sus palmas en un gesto de inocencia—. Ya estoy a punto de convertirme en un santo.


—Claro que sí. En realidad, no es nada malo, sólo tengo algo que decirte.

 
—Muy bien, señorita misteriosa —se puso inevitablemente ansioso—. ¿Qué pasa?

  
Le indiqué que nos sentáramos primero. No quería arruinar el momento ni el ambiente, mucho menos quería inquietarlo, pero era necesario que aclaráramos un par de cosas. Lo había estado posponiendo varios días ya y era importante.

 
» —De acuerdo, dilo antes de que vomite.

 
—Que no es nada malo —reí de su paranoia.


—Díselo a la expresión en tu cara.


Puse mis ojos en blanco. —De acuerdo, mira, pienso que...bueno, las cosas entre nosotros esta última semana han estado...muy bien.

 
Jeongguk sonrió. —¿Sí?


Lindo.


—Ajá —asentí, contagiándome con su sonrisa—. Y quería que eso permaneciera así por un poco más de tiempo, no quise mencionarlo antes justo por eso, pero ahora...estamos comenzando algo aquí y quiero hacerlo bien.


—También yo.


—Por eso quiero que hablemos sobre lo que dijiste esa noche cuando todo se fue cuesta abajo, después de mi charla con Yeosang.

 
"De verdad lo siento, mereces algo mucho mejor que esto."


Esas palabras estuvieron rondando en mi cabeza durante días. Odiaba la idea de que se sintiera de ese modo, en especial si era a causa mía, eso fue lo que me hizo querer poner distancia entre nosotros esa noche. No quería que se mortificara por cosas que eran parte de su pasado. Y realmente no quería que él creyera que yo iba a juzgarlo o condenarlo por ello.


» —Creo que es importante que sepas que lamento haber actuado de esa forma, no quería apartarte, es sólo que...sonaste tan afligido y culpable, y yo no quería que sintieras que debías disculparte por tu pasado por culpa mía —y ante el más mínimo indicio de que esto entre nosotros podía resultar mal, mi primer instinto era el de alejarme, pensé, pero lo guardé—. Sé de donde vino todo eso y es por esa razón que nunca quiero hacerte sentir como que no eres suficientemente bueno.


—Sé eso.

 
—Y ese día Yeosang dijo tantas cosas, algunas de ellas se incrustaron en mi cabeza, y yo...supongo que creí que con tanto drama podrías pensar que esto no valía la pena después de todo, eso...confieso que me asustó.

  
Ahí estaba, lo dije. La idea de hacerle saber a alguien que lo necesitaba en mi vida a tal punto de que me aterraba la sola idea de poder perderlo me hacía sentir desprotegida, sentía que eso era darle demasiado poder a otra persona, y no me gustaba, pero...tenía que ser sincera. Quería ser honesta con él.


» —Sólo estaba siendo insegura.


—Entiendo...

 
—Pero no tenía dudas sobre lo que sentía, me refiero a que...no tenía nada que pensar, sabía lo que quería, simplemente me asustaba decirlo.


—¿Y ahora?

 
Negué con mi cabeza. —Confío en ti. Y tal vez esto no me convierte en la persona más inteligente, pero la verdad...no me importa las cosas que hiciste. O que otros dicen que hiciste. Quiero decir que, no me interesa con cuantas chicas saliste, no me interesa qué tipo de relación tenías con ellas, sólo...me importa saber que lo nuestro no será así. Saber que esto no será algo que simplemente puedas desechar.

  
Jeongguk me escuchó atentamente y no apartó su mirada de la mía en ningún momento, tampoco hizo ningún gesto que pudiese delatar lo que estaba pensando, pero por la forma en la que toda su atención estaba puesta sobre mí, me hacía sentir como que realmente le importaba, como que en serio me escuchaba.


» —Ahora puedes hablar —permití y la seria expresión en su rostro dejó de serlo. La comisura de sus labios se alzaron en una pequeña sonrisa y él se movió sutilmente en su lugar, más cerca de mí.


—Para empezar, necesito que sepas que cuando dije esas cosas, al igual que tú, ya estaba malditamente seguro de lo que quería, es sólo que...supongo que quería que tú pensaras bien en lo que podría significar estar conmigo. Estaba pensando en ti, no en mí.

  
Asentí, le creía.

   
—No tengo intenciones de que esto sea algo pasajero, si ese fuese el caso, créeme que no lo habría llevado tan lejos. No soy así, yo...no te haré daño, Haye —prometió, alcanzando mi mano y entrelazando sus fríos dedos con los míos, aún así su tacto envió una sensación de calidez por todo mi cuerpo.

 
» —Tal vez no tengo el mejor de los historiales, pero sé querer bien, sólo...por no querer repetir la misma historia, me olvidé de cómo hacerlo, pero realmente quiero esto...contigo.

  
Exhalé en un suspiro, apenas advirtiendo que estaba conteniendo la respiración. Jeongguk provocaba cosas en mi interior cuando decía cosas como esas.


» —No puedo cambiar las cosas que hice, y en verdad desearía profundamente que no tuviesen que recordártelo todo el maldito tiempo, pero...—le dió un suave apretón a mi mano—. A pesar de lo que puedas oír, puedo asegurarte que ninguna chica antes de ti obtuvo ninguna parte de mí que valiese la pena tener.


Oh.


—Todo siempre fue superficial y vacío. Tal vez no suena lindo, pero ni ellas me querían, ni yo las quería. En cambio contigo...tú me haces querer tenerlo todo. Tú me haces quererte. Y ya te estás sonrojando así que voy a detenerme —manifestó de pronto, justo cuando el calor en mis mejillas comenzaba a tornarse insoportable.

 
Gracias —suspiré, casi chillando de alivio. Ahora estaba emocional. Feliz, aliviada, conmovida...todo—. No deberías dar tan buenos discursos, haces que los míos suenen ridículos.


—Pienso que voy a decir algo estúpido cada vez que abro la boca —confesó—. Me alegra saber que no lo estoy haciendo tan mal.


Reí, sacudiendo mi cabeza. —Que modesto...como si no supieras que todo lo haces bien.


Jeongguk enarcó una de sus cejas, con una sugerente sonrisa de costado. —¿Todo?


—No lo arruines —advertí, haciéndolo reír.

  
Eché mi cabeza ligeramente hacia atrás, inhalando aire fresco y mirando brevemente el cielo estrellado. Jeongguk hizo lo mismo, pero él se acomodó de otra forma, recostándose sobre la manta.


Arruinarlo —repitió en voz baja—. Ahora que lo mencionas, tengo algo que decirte también.

  
Lo miré, porque su tono de voz no fue precisamente tranquilizador. —¿Qué?

  
—Tengo que ir a Jeju la semana que viene. Es el aniversario de la empresa y acostumbran celebrarlo en Artvillas. El abuelo quiere que vaya este año, él...quiere que conozca a unas personas y toda esa mierda.

  
—Oh, siento oír eso —de verdad lo hacía, sabía lo mucho que Jeongguk odiaba esas cosas—. ¿Por cuántos días estarás allá?


—Una semana —resopló—. ¿Vas a extrañarme?


—La próxima semana comienzan las clases y también tendré que asistir al estudio a diario, apenas tendré tiempo para recordar que existes.

  
—Ah, Haye...de verdad hieres mi corazón —se levantó ligeramente, apoyándose en sus codos y haciendo un mohín de desagrado.

  
Me senté sobre mis rodillas y me moví lo suficiente para poder rodear su cuello con mis brazos, en una posición no precisamente muy cómoda, inclinándome para besar fugazmente sus fruncidos labios.


—¿Por qué me preguntas eso? Por supuesto que voy a extrañarte, tonto.


—Porque quiero que me lo digas, Voy a estar más ocupado ahora, pero no se te ocurra buscar a alguien que me reemplace.


—Uy, aguafiestas —jugué—. Bueno, si insistes.

  
Como si alguien pudiera reemplazarlo.
Ningún otro chico le llegaba a los talones.


—Y...uhm, de verdad odio la idea de borrar esa preciosa sonrisa de tu rostro, pero no quiero cometer los mismos errores, tampoco quiero que haya malentendidos así que prefiero ser yo quien te lo diga...—y por supuesto que mi sonrisa se borró con ese enunciado—. La familia de Sowon también irá a Jeju así que lo más probable es que ella también vaya.

  
Y así, el agarre que tenía alrededor de su cuello se aflojó como acto reflejo. Todo iba demasiado bien.

  
» —Aún está en recuperación, pero seguramente sus padres la llevaran con ellos —explicó—. Lo siento, sé que eso no te mata de alegría, pero...


—Está bien —interrumpí, confía, Haye, confía —. Da igual, no haré que te aflijas por algo que está fuera de tus manos.

  
La verdad, odiaba pensar en ella y Jeongguk en el mismo lugar, sin embargo, no estaba dispuesta a permitir que mis inseguridades con respecto a Sowon continuasen sacando lo peor de mí.


—¿No...te molesta?


—Lo odio —admití—. Pero...confío en ti.

  
Los ojos de Jeongguk se alzaron sorprendidos, emocionados. —¿Lo haces?

   
Asentí, pensando en que eso no debería porqué asombrarlo tanto. —Claro que sí, no habría aceptado que fueses mi novio si no confiara en ti.


Y apenas alcancé a terminar de hablar pues Jeongguk se incorporó por completo en su posición y sin previo aviso, ahuecó mi rostro entre sus manos y sin la delicadeza que lo caracterizaba, presionó su boca sobre la mía. Mis ojos permanecieron abiertos por su repentino asalto y no pude no sonreír cuando él comenzó a presionar cortos besos sobre mis labios una y otra vez.


Au —me quejé, queriendo reír—. Hombre, que no me dejas respirar.


—No sabes lo que le hiciste a mi alma, cuerpo y mente cuando dijiste "mi novio" —dijo entre besos.


¡Jeongguk! —exclamé, riendo sobre sus labios cuando estratégicamente se las arregló para empujar su cuerpo sobre el mío, obligándome a recostarme sobre la manta y posicionándose encima de mí—. Mi espalda...auch, creo que me rompiste algo.


Jeongguk dejó de besarme por un instante, él sostuvo el peso de su cuerpo con sus manos y me miró como si estuviese viendo algo...precioso. Y eso fue tan intenso que tuve que dejar de reír para poder tragar.


—¿Por qué tienes que ser tan bonita, mh? —preguntó dulcemente, rozando ligeramente su nariz con la mía.


Fruncí el ceño y puse mis manos en su pecho, quise decir algo al respecto de su halago, pero sus labios me silenciaron.


No importaba cuántas veces me besara, la reacción de mi cuerpo seguía siendo la misma. El efecto de sus besos no disminuía con el tiempo, por el contrario. Besarlo se estaba volviendo más y más difícil con el pasar de los días porque aunque me avergonzaba admitirlo, algunas veces, sentía que sólo besarnos no era suficiente.

  
Jeongguk se sostuvo de sus manos y rodillas, y por un delicioso instante me besó suave y lento. Y yo no supe qué rayos hacer en aquella posición, no sabía dónde poner mis manos ni qué hacer con ellas, me sentía torpe así que me limité a tratar de corresponder su beso con la misma efusividad.


Eso al menos hasta que a Jeongguk se le ocurrió succionar deliberadamente mi labio inferior, procediendo a tantear con su lengua juguetonamente sobre el mismo. Y se me ocurrió que tal vez permitirle profundizar el beso podría no ser una muy buena idea, pues...estábamos solos, en esta posición, y tentar nuestra suerte seguramente no era lo más inteligente por hacer, sin embargo, ninguna excusa parecía lo suficientemente buena como para negarme a sus besos, así que...al diablo.


Abrí mis labios y su lengua acarició tentativamente la mía mientras nos besábamos. Él ladeó su cabeza para tener más acceso a mi boca y mis manos se movieron hasta su pecho, allí, sentí bajo la palma de mis manos el latido de su corazón, latiendo a la par con el mío. Wow.

  
Su beso se volvió abrasador en cuestión de segundos, sus labios siendo suaves pero demandantes mientras tiraba mi labio superior en su boca y lo chupaba gentilmente. Su boca era implacable, hacía estallar escalofríos en mi piel, pero aunque el beso me tenía sin aliento, no era suficiente. Había algo más...y él también lo sentía.

  
—Mierda, yo...realmente quiero tocarte —susurró sobre mis labios, bajando su frente a la mía y dejando escapar un largo suspiro. Lucía anormalmente contrariado, eso me inquietó.


—Pu...puedes hacerlo —repliqué inconscientemente, descansando mis manos sobre sus hombros.


Sus ojos se alzaron y él inhaló suavemente, como si estuviese decepcionado.

 
—Sí, pero...no de la forma en la que quiero hacerlo —se lamentó y yo me quedé sin palabras.


No era idiota, sabía a lo que se refería. También entendía cómo se sentía. No es que yo no lo quisiera, porque lo quería...realmente lo quería, y lo hacía tanto que estaba comenzando a cuestionarme a mí misma, sin embargo, también sabía que no podía tomar decisiones en situaciones como estas. Jeongguk nublaba mi juicio, me despedía del sentido común cada vez que se encontraba cerca. Tenía cierto poder sobre mí, no podía negarlo.

  
Ansiaba poder conectar con él en todos los niveles, pero sabía que sólo podíamos llegar lo suficientemente lejos, así que debía ser cuidadosa.

  
Llevé mis manos desde sus hombros hasta su cuello, subiendo lentamente y pasando mis dedos por su cabello. La verdad, creí que nuestra sesión de besos había acabado ahí, y aunque yo no quería eso, podía —de mala gana— aceptarlo, no quería hacer las cosas difíciles para él, sin embargo, en el instante que mis dedos se entrelazaron entre las hebras de su cabello, Jeongguk volvió a llevar su boca hasta la mía, inhalando una respiración profunda cuando sus labios encontraron los míos. Eso estaba mejor.

   
Mis ojos se cerraron automáticamente al sentir sus cálidos labios reclamando los míos, con más entusiasmo y ansias que antes. No podía pensar en nada más que no fuera lo mucho en lo que quería seguir haciendo justo esto. ¿Podíamos...? Un suspiro indeliberado se me escapó cuando Jeongguk depositó un casto beso en la comisura de mis labios, deslizando su boca hasta encontrar mi cuello, sólo para proceder a besar superficialmente justo debajo de mi oreja. Ay, madre mía. Su movimiento hizo que todo mi cuerpo se estremeciera bajo el suyo. No estaba segura de por qué, pero eso se sintió demasiado bien.


Jeongguk dirigió su nariz a lo largo de mi mandíbula y cuando su lengua encontró mi cuello, no hubo una terminación nerviosa de mi cuerpo que no lo sintiera. Bien, y con eso podía comenzar a despedirme de cualquier rastro de autocontrol. Maldita sea. Un vergonzoso sonido se escapó de mis labios y mi cuerpo se arqueó involuntariamente cuando Jeongguk comenzó a burlarse de cada centímetro de mi cuello. Besando un punto particularmente, uno que con cada caricia de su lengua me hacía querer retorcerme por lo abrumador que se sentía.

   
Ni siquiera estaba segura de en qué momento Jeongguk había dejado de estar sosteniéndose cuidadosamente encima de mí para pasar a estar firmemente posicionado entre mis piernas. Esa posición gritaba "peligro", pero no estaba pensando con claridad, no estaba pensando en lo absoluto, no podía hacerlo cuando Jeongguk se encontraba besando y lamiendo la sensible piel de mi cuello. Apenas lograba callar esos inconscientes sonidos que me encontraba demasiado avergonzada de pronunciar pero que a Jeongguk le parecían encantar. Dios. No estaba aquí, estaba en un lugar muy lejano, felizmente ignorando el hecho de que esto podía acabar muy mal.


Jeongguk besó su camino de regreso a lo largo de mi barbilla y mejilla, arrastrando suaves besos alrededor de mi boca, tentándome tortuosamente. Mi boca no dejaba de buscarlo...al igual que otras partes de mi cuerpo. Demonios, esto era intenso.

  
—¿Podemos hacer esto? —arrastró sus palabras, con sus labios rozando los míos. ¿Podíamos? sí. ¿Debíamos? probablemente no. ¿Iba a detenerlo? definitivamente no.

 
Mi cuerpo se encontraba gritando por su boca, eso era lo único que sabía, así que tiré de su rostro hacia el mío y sin más, lo besé. Su brazo cedió con aquel movimiento y su peso cayó sobre mí, apretándose contra mí. En todos lados. Todo él. Y esa fue la primera vez que lo sentí. ¿Qué demonios estábamos haciendo? ¿Qué estaba...? Mi corazón dejó de latir cuando sentí lo que sabía era su prominente erección presionándose contra mí. Y de repente, se acabó el juego.


Sabía que lo estábamos llevando demasiado lejos, sin embargo, no se sentía incorrecto. Yo había causado eso. Y en lugar de sentir vergüenza o pánico, me sentía...no estaba segura de cómo, sólo sabía que mientras el calor de su boca flotaba a mi alrededor, en mí comenzaba a surgir la inexplicable urgencia de sentir todo de él.

   
Traté de pensar, pero no pude. No quería hacerlo aún. Así que permití que sus labios me devoraran, fuerte y rápido. Su lengua se metió en mi boca y me exploró sin consideración. La sensación pulsante en mi interior se aceleró con sus besos frenéticos y enrollé mis brazos alrededor de su cuello, necesitándolo lo más cerca humanamente posible. Estaba jugando con fuego. Pero no me importó, porque nuestros cuerpos hallaron la conexión perfecta y cuando él balanceó sus caderas contra mí, sentí que era incapaz de agarrar aire. La boca de Jeongguk se abrió y un gruñido vibró en su pecho. Y ese fue, sin lugar a dudas, el sonido más sexy que oí en mi vida. Él volvió a repetir la misma acción y yo me agarré de su espalda, jadeando inconscientemente sobre sus labios. Y fue como si eso hubiese encendido algo dentro de él. Él se presionó completamente contra mí y sus besos se volvieron implacables, desenfrenados, llenos de un tipo diferente de pasión. Y las sensaciones que estaba experimentando mi cuerpo eran...demasiado.

   
Una de sus manos se deslizó lentamente por el costado de mi cuerpo, acariciando mi muslo desnudo que...mierda, estaba usando una falda, por amor de Dios, eso debió de ser suficiente para hacerme detener esto, pero no lo fue.

  
Haye, por favor, control.

  
No, Haye nada. No estábamos haciendo nada malo, me escuché repetir mentalmente. Esto estaba bien. Su boca continuó su asalto en la mía y debido a esto, apenas advertí cuando guió mi pierna hasta envolverla alrededor de su cintura. Jeongguk era demasiado bueno en esto de convertirme en sólo sensaciones. Hacía que mi cuerpo sintiera cosas que no sabía que podía sentir. Y me ponía en aprietos.


Él cambió el peso de su cuerpo, empujando su caderas, moviendo su cuerpo contra el mío de un modo que me hizo dejar en evidencia lo bien que se sintió, ni siquiera reconocí el sonidito de satisfacción que se escapó de mis labios, pero sabía que provino de mí. Y esta vez ni siquiera tuve tiempo de mortificarme por ello, porque él volvió a mecerse contra mí, presionando su frente con la mía y soltando un gruñido desde lo más profundo de su pecho. Y con ese sonido, todo lo que pensaba que ya sabía sobre mis deseos y lo que quería en realidad se hizo discutible, y se perdió en él. 

   
Esta realización fue un tanto angustiante, pero fue lo que me orilló a pedirle que se detuviera incluso frente la imperiosa negativa de cada parte de mi ser.


—Jeongguk —dije sin aliento, con mi voz vergonzosamente temblorosa—. Pa...para.


Dios, pero que contradicción. Estaba hecha un lío. No quería que se detuviera, pero necesitaba que lo hiciera. Podía imaginar lo decepcionante que debía de ser para él, para mí ciertamente lo era, pero...era lo correcto.


Él se encontraba muy dispuesto a continuar, sin embargo, no tuve que decir su nombre una segunda vez para llamar su atención. Él también sabía que debíamos parar.


—Mierda —maldijo entre dientes, con su aliento chocando contra mis labios.

  
Todavía sentía todo de él presionándose deliciosamente contra mí, no quería dejar de sentirlo, quería que volviera a reclamar mi boca y...basta, Haye. Demonios, ¿qué me estaba pasando?

 
—Mierda, yo sólo....necesito...—trató de expresar inútilmente, deteniendo cualquier movimiento de su cuerpo. Traté de buscar su mirada con la mía, pero repentinamente él hundió su rostro en el hueco de mi cuello—. Lo lamento.


¿Huh?


Mi ceño se frunció al oír sus palabras, no quería que se disculpara, no tenía porqué disculparse.


—Lo siento —repitió, dejando un superficial beso en mi hombro.


—¿Qué sientes? —cuestioné, pasando mis dedos por su cabello—. Está bien. Estoy bien.


¿Por qué se disculpaba? Sí, esto obviamente se nos había escapado un poco de las manos, pero no era como si yo no lo hubiera querido.

 
—Jeongguk —lo llamé, pero él continuó escondiendo su rostro en mi hombro—. De verdad, estamos bien.

  
—No estoy bien —rechazó con tono severo—. Yo no estoy bien.


Oh.
Eso no era bueno.

   
Jeongguk alzó su rostro y paulatinamente se apartó de mí, sentándose a un lado. Yo me incorporé en mi lugar, sintiéndome de pronto demasiado insegura cómo para hablar. ¿Estaba molesto? ¿Lo estaba conmigo o con él mismo?


Me senté en silencio con las rodillas dobladas contra mi pecho y los brazos envueltos apretadamente alrededor de mí misma. ¿Qué había pasado? La magia del momento se desvaneció y la temperatura de mi cuerpo se regularizó. Ahora todo era extraño e incómodo.


Jeongguk me miró y seguramente adivinó que mi cabeza estaba imaginando el peor de los escenarios porque la expresión en su rostro cambió totalmente. Él soltó un suspiro y me arrastró con él, acurrucándome contra su cuerpo y envolviendo sus brazos a mi alrededor.

 
—No me malinterpretes, por favor.


—¿Qué pasó? —pregunté, sintiendo un nudo en mi garganta—. ¿Por qué te pusiste así?


—Porque soy un imbécil. Lo llevé demasiado lejos...

  
—No es así, Jeongguk, no...no hiciste nada malo.

  
Él sacudió su cabeza. —Yo creo que sí.

 
—No digas eso.


—Lo siento, es sólo que no quiero que sientas que te estoy presionando ni que pienses que no respeto tu decisión. Y por favor, no pienses que te quería aquí esta noche para eso. No sé qué es lo que...


No creía eso, nunca me había dado razones para creer eso. Jeongguk lo estaba pensando demasiado. Yo no me sentía presionada. Yo sabía que sí le pedía que se detuviera, él iba a hacerlo. De hecho, eso fue exactamente lo que hizo. Así que no tenía motivos para sentirse de ese modo.


—Nunca pensé nada de eso, es en serio, Jeongguk, no estás presionándome ni...


—Yo creo que sí. Y lo siento, es sólo que...me gustas mucho, mucho —enfatizó en un suspiro—. Me pierdo cuando te tengo así de cerca. Y me da miedo porque no quiero hacer nada que te incomode o que haga que te alejes, pero a veces no puedo evitarlo.

  
Ay. Jeongguk verdaderamente tenía una mala percepción de sí mismo. Era algo en serio lamentable, me rompía el corazón, aunque sabía de donde venía todo eso, supongo que después de tener a todos esperando siempre lo peor de ti, acababas por caer en lo mismo.


—En serio lo siento, muñequita —repitió en voz baja, alcanzando mi mano y presionando un dulce beso en el dorso de esta.

 
—Yo no lo siento —insistí, poniendo ambas manos en sus mejillas—. Así que deténte, ¿sí? créeme, soy perfectamente capaz de poner límites. No me estás obligando ni presionando en nada. También me gustas mucho...y me gusta mucho besarte.

 
Por si no había quedado claro.

  
» —No eres el único que se siente de ese modo, ¿de acuerdo? esto es ¿normal? supongo, así que no se te ocurra volver a disculparte o voy a tener que golpearte.

  
En cualquier otra ocasión, tal vez no habría sabido qué decir, no habría podido expresarme correctamente, pero hoy...hoy había sido fantástico, un día hermosamente memorable, no quería que nada lo arruinara. Y quería que él se sintiera del mismo modo que yo. Genuinamente feliz. No quería que esto lo echara a perder.

 
—No estés con esa cara, ¿por favor? —pedí—. En serio que no pasa nada.


Él asintió, forzando una sonrisa en lo que se removía algo incómodo. ¿No iba a dejarlo estar?


» —¿Qué puedo hacer para que me creas, hm?

 
Te creo.

 
Sí, eso decía, pero no parecía que me creyera. Seguía viéndose conflictuado y hasta un poco avergonzado.


—Sí te creo —insistió.


—Entonces, ¿qué puedo hacer para que ya no te sientas así?


—No tienes que hacer nada, si tú dices que todo está bien, entonces todo está bien —volvió a forzar una fugaz sonrisa, pero por la forma en la que mordisqueaba su labio inferior sabía que algo le inquietaba.

 
—Deberías poder ser honesto conmigo.

 
Jeongguk me miró confundido. —Estoy siendo honesto.

 
—Creo que hay algo que sigue molestándote.

 
—Sólo necesito un minuto.

 
—Puedes decírmelo.

 
—No es nada, en serio, estaré bien.


—Es que no puedo arreglarlo si no me dices qué es.


—Mierda, Haye —él soltó una risa nerviosa y sacudió su cabeza—. Nos estábamos comiendo la boca hace menos de cinco minutos, por supuesto que hay "algo" que sigue molestándome, estoy tratando de ser un caballero, pero soy un hombre y tú...no tienes ni puta idea de lo caliente que te ves después de ser besada.

 
Por un instante no logré entender a qué se refería, al menos yo no lo procesé, sin embargo, mi inconsciente fue más rápido. Y podía jurar que no fue intencional, pero mis ojos, en el proceso de escanear a Jeongguk en un intento por entender a lo que se refería, se detuvieron justo en esa parte de su anatomía que lo explicaba. Todo mi rostro se calentó por la vergüenza en cuestión de un segundo.

  
—¿Ahora sí me puedes dar un minuto? —inquirió con dejes de diversión cuando me vio cubrir mi rostro instintivamente con mis manos.


Ay, por Dios, no pude dejarme más en evidencia.


En mi defensa, mis preocupaciones iban por otro camino, no esperaba que su "malestar" estuviera relacionado con eso. Sabía que era algo normal, sin embargo, no sabía como reaccionar al respecto. No me había mortificado antes mientras estábamos en...bueno, "en eso", pero ahora...sentirlo y verlo eran dos cosas muy distintas, y yo estaba apenas conteniendo la risa histérica y nerviosa que amenazaba con dejarme aún más en evidencia.


» —Oye, esto debería ser más vergonzoso para mí que para ti.

  
—Shh —siseé, mirando en otra dirección en lo que me echaba viento con mis propias manos. De pronto hacía muchísimo calor, estaba segura de que estaba peor que un tomate —. Vamos a hacer como que esto jamás pasó.

 
Jeongguk soltó una risita, y por supuesto que mi mortificación iba a divertirlo, este chico. —Ya, pero no es la primera ni será la última vez que me pase.

 
—¿Cómo que no es...? Nunca te había pasado antes.


—Me das mucho crédito, preciosa.

 
Quería dejar de hablar sobre el tema porque Jeongguk podía llegar a ser brutalmente honesto, pero mi boca ansiosa seguía moviéndose antes de que mi cerebro procesara.


—¿Cuándo...? —¿en serio, Haye, "cuándo"? ¿Ahora quería detalles?


—¿Quieres una lista? —se burló, y yo vi de reojo como se quitaba su chaqueta para cubrirse. Aunque, tampoco era como si fuera a seguir mirándolo ahí.


—No.


—En mi defensa, hago lo mejor que puedo, tú no me lo pones fácil.


—¡Jeongguk! —le di una bofetada en el pecho cuando él se acercó a abrazarme, seguía riéndose de mí.

  
—¿Qué? —se hizo el desentendido, ingeniándoselas para estrecharme entre sus brazos, no puse resistencia porque de ese modo podía esconder mi sonrojado rostro en su pecho.

 
—No lo digas como si lo hiciera intencionalmente.


—No te estoy culpando —sí, claro, por eso el tonito divertido—. Sólo digo que si no te me subieras encima mientras nos besamos no pasaría tan seguido.


—¡Para! —lloriqueé, abochornada—. Ni siquiera sabía que eso te pasaba.


—Porque soy un chico bueno y me aparto antes de que te des cuenta —confesó, y tenía sentido, era sólo que no creía que eso pasara con tanta facilidad, me refiero a que...antes de hoy, lo más que habíamos hecho era besarnos.

 
—Te emocionas muy rápido.


—Eso es muy correcto —concedió, y podía imaginarlo sonriendo.


—¿Eso...es muy molesto?


¿Me daba vergüenza preguntar? Sí, mucha, pero mi curiosidad era más grande, además...sentía como que tenía que saberlo, especialmente si pasaba con más frecuencia de lo que imaginaba, aunque...tampoco era que pudiera hacer mucho con esa información.

 
—¿Hablas de...?


—Sí.


—¿Y por qué no me miras a la cara? —se burló, iba a golpearlo.


—¿Quieres responder?


—Si lo pides tan dulcemente —ironizó—. Es incómodo.

 
—¿Estás incómodo ahora?


Él se encogió de hombros. —¿Y tú?


—¿Yo qué?

 
—¿No te afectó en nada? ¿No lo sentiste hace un rato?


—¿El qué?


—¿Como que...necesitabas que siguiéramos con lo que estábamos haciendo?


No podía estar preguntándome eso, no cuando estaba bastante segura de que no había sido nada discreta al respecto. Era imposible que él no supiera o no se diera cuenta de que lo que sea que él estuviera sintiendo, yo también lo sentía.


» —Lo tomaré como un sí. Está bien, Haye, eso es lo que pasa y así es como se siente, pero tranquila, no volverá a pasar hasta que nos casemos.

 
"Hasta que nos casemos", eso lo dijo con tanta seguridad que hizo que instintivamente alzara mi rostro. Conocía a Jeongguk lo suficiente como para saber que sólo estaba jugando, sin embargo, no pude evitar que mi cabeza comenzara a sobrepensar. No ahora, Haye.


—Ah, con que ahí estás —señaló sonriente, sosteniendo mi cara entre sus manos antes de presionar un dulce beso en mis labios—. ¿Qué?


Santo cielo, es que ni siquiera sabía disimular.


—Nada.

 
Jeongguk entrecerró sus ojos. —Descuida, no voy a pedirte que te cases conmigo en un futuro cercano.


—Ya lo sé —resoplé.


—A menos que quieras —tonteó.


—Estoy bien así, gracias —decliné, apartando sus manos de mi rostro, de pronto necesitaba un poco de espacio.


—De acuerdo, ¿qué fue lo que dije?


—¿Huh?


—Te pusiste rara.


—¿Por qué? No hice...


—Vamos, ¿Qué fue lo dijiste hacer un rato, hm? "¿Deberías poder ser honesto conmigo?" Porque eso aplica también para ti.


Buen punto.


—Lo sé, yo sólo...pensaba.


—¿Es por lo que dije?


—No, tú no dijiste nada malo, es sólo que...no habíamos hablado sobre todo esto antes, no realmente. Y apenas me estoy dando cuenta.


—¿Hablar sobre qué? ¿Sobre "esperar" y todo eso?

  
Asentí. —Sé que dijiste que estabas bien con ello, pero no sé qué es lo que piensas en realidad. Es decir, sé que lo respetas y que estás dispuesto a intentarlo, pero ¿cómo, uhm...cómo te sientes al respecto?


—Haye —Jeongguk retrocedió, poniéndose de pie ansiosamente, mala señal—. ¿Podemos hablar sobre eso luego? Todo ha sido perfecto hoy y no quiero joderlo.


—¿Es así de malo?


—No —replicó automáticamente, estirando su mano en mi dirección para ayudarme a ponerme de pie—. Yo no creo que lo sea, pero tampoco creo que sea lo que quieres oír.


—Quiero oír la verdad —me encogí de hombros, podía soportar la verdad, creo.


—Confía en mí, no te diré otra cosa que no sea la verdad, pero...no ahora, ¿sí?


Eso no era precisamente tranquilizador, sin embargo, podía entenderlo. —Está bien, pero...¿sí pensaste en eso antes de pedirme que fuera tu novia?


—¿Por qué? ¿Piensas que podría arrepentirme?


—Si no lo pensaste, supongo que existe la posibilidad.


—No es así. Haye conozco tus límites, entiendo lo que significa estar en una relación contigo y estoy bien con eso. No le des tantas vueltas, por favor.


No quería hacerlo, yo creía en lo que él decía, sin embargo, después de hoy, supongo que podía entender mejor lo difícil que "esperar" podía llegar a ser, particularmente para Jeongguk, yo había vivido toda mi vida sin eso, pero Jeongguk no, eso me preocupaba un poco porque...es que no había nada que pudiera hacer al respecto.


—¿En qué estás pensando? —él alcanzó mi mano y entrelazó nuestros dedos, jalándome hacia él. Lo permití porque necesitaba sentir esa seguridad que me transmitía cada vez que me abrazaba.


—En que mi corazón es la única cosa que puedo darte y ahora mismo no estoy segura de que eso sea suficiente.


—¿Yo te hice creer eso? Porque sí es así, entonces te estoy enviando el mensaje jodidamente equivocado.


Él tomó mi barbilla entre su dedo pulgar e índice y me obligó a verlo, sus ojos buscando desesperadamente los míos.


—Sé que piensas que tu corazón es lo único que puedes darme, pero Haye, me has dado mucho más que eso. No tienes ni idea. Y entiendo que pienses que necesito más, no voy a mentirte y decirte que no te deseo porque lo hago, siento como que fuiste hecha para mí y no puedo evitar sentir lo que siento por ti, pero eso no significa que no pueda ser paciente ni que no pueda darte la única cosa que pides.


Oh.
¿Por qué me estaban dando ganas de llorar?


» —El hecho de que sepas exactamente lo que quieres y que todo este tiempo hayas seguido tan firme en tu decisión me hace admirarte incluso más. Yo no tuve esa determinación y no puedo decir que no lo lamento, pero es justo por eso que quiero hacer las cosas bien esta vez. Quiero hacer las cosas bien contigo. Y sé que tal vez piensas que hago todo esto de la abstinencia simplemente porque no tengo otra opción, pero no es así como yo lo veo.


—¿No?


—No. Y tampoco quiero que lo veas así. Mira, yo sé que esperar es importante para ti, pero también lo es para mí porque es lo único que puedo darte que te hará entender que significas más para mí que cualquier otra chica con la que haya estado antes.


—¿A qué te refieres? —musité, sintiendo como mi corazón latía frenético en lo que trataba de darle un significado a sus palabras. En serio, ¿qué había hecho para merecer a este chico?


—Sabes la persona que era, hice muchas cosas...con muchas chicas diferentes —mencionó, no precisamente orgulloso de ello—, pero nunca esperé por ninguna de ellas. Esto es algo que hago por ti y sólo por ti.


Jeongguk colocó un suave beso en mis labios y yo sentí que mi cuerpo se derretía en sus brazos. La verdad era que algunas veces era tan dolorosamente insegura que en ningún momento siquiera se me ocurrió imaginar que podía significar tanto para él. Sabía lo importante que era él para mí, sin embargo, era difícil creer que alguien pudiera sentirse del mismo modo con respecto a mí.


—¿Entiendes lo que quiero decir? —susurró sobre mis labios y yo asentí, rozando tiernamente su nariz con la mía—. Todavía tenemos un largo camino por correr y por eso necesito que tengas esto en mente cuando sientas dudas, porque yo no lo hago, no tengo dudas con respecto a nosotros. Sólo quiero estar contigo.


—Bueno, esto es oficial ahora —le sonreí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello—. Supongo que eso podría significar ciertos beneficios...para ti.


Jeongguk soltó una risita y pasó sus brazos por alrededor de mi cintura, escondiendo su rostro en el espacio entre mi hombro y mi cuello. —Mhh...no juegues así conmigo.


Su cálido aliento chocando contra mi piel me hizo estremecer y me encogí instintivamente en mi lugar cuando sus labios hicieron cosquillas en mi cuello. Él me apretó más fuerte, presionándome contra él y yo bajé mis labios hacia su oído. —No estoy jugando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top