❛ 33 ❜
U N P L A N N E D
treinta y tres
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❛ 𝓝o correspondido ❜
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❝ Sigo enamorándome de la idea de que también te enamores de mí. ❞
ㅡUnrequited, Michaela.
24 DE FEBRERO, 2019
18:29 pm.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ CUANDO LEVANTÉ la cabeza perezosamente, todavía un poco desorientado y adormilado, la primera imagen que mis ojos capturaron fue la de una radiante Haye, ensimismada en su mundo e ignorando por completo mi existencia.
Me había quedado dormido encima de la alfombra esperando a que ella terminara su eterna videollamada con Seulgi. No estaba del todo seguro de cuánto tiempo había dormido, pero ellas ya no hablaban, ahora Haye se encontraba recostada en el sofá, muy concentrada viendo la pantalla de su celular, luciendo naturalmente encantadora. Seguía descolocándome lo preciosa que era sin siquiera intentarlo.
Haye podía estar ahí, simplemente existiendo, y yo no podía evitar quedarme hipnotizado viéndola, admirándola como el baboso que era. Estaba tan coladito por ella que llegaba a ser vergonzoso
Le tomé una rápida fotografía antes de que se percatara de que ya no dormía, y presioné enviar en un patético intento por llamar su atención. La notificación de mi mensaje le llegó al instante y ella volteó automáticamente su cabeza en mi dirección, regalándome una mirada de pocos amigos.
— Que descarado —bufó, frunciendo su nariz en un gesto de desapruebo—. Llevas como una hora allí, medio muerto.
Medio muerto, sonreí al escuchar su elección de palabras y fingí demencia. —¿Qué dices? Si estaba muy despierto —mentí, seguía sin despabilar del todo.
Haye resopló dramáticamente y volvió su atención al pequeño artefacto en sus manos. Sus dedos se movieron velozmente sobre la pantalla y entonces recibí cuatro mensajes seguidos de su parte.
Touché.
No esperaba eso, pero ¿por qué me sentía tan contento con la idea de que ella tuviera fotografías de mí en su teléfono? ¿en qué momento me convertí en...esto?
¿Y por qué carajos me sentía tan bien siendo esto?
—¿Me tomas fotos durmiendo? —cuestioné, sólo para fastidiarla un poco más—. ¿Así de mucho te gusto?
Haye viró sus ojos. —No me gustas. No me gustan los mentirosos.
Recalcó la última palabra y entonces ella volvió a llevar su atención al celular, tratando de mantener un semblante serio e imperturbable. Ah, quería acurrucarme ahí con ella.
—Hm, fuertes declaraciones, dulce Haye —dije, poniéndome finalmente de pie. Necesitaba estirar todos mis músculos después de esa siesta en el piso—. ¿Puedo saber por qué soy mentiroso?
Tenía que preguntar, mi cerebro no estaba del todo despierto aún.
—Tú me dijiste que esta tarde veríamos "The Greatest Showman" —refunfuñó, todavía sin mirarme y con un adorable puchero adornando su bonito rostro—. Pero te dormiste y ya se nos hizo tarde.
Mierda.
Sí, era cierto, pero en mi defensa esa había sido una videollamada excesivamente larga y yo había pasado una muy mala noche. Apenas había dormido unas tres míseras horas, me había pasado toda la mañana durmiéndome de pie. Estaba exhausto, pero este era nuestro último día juntos antes de que Seulgi regresara, quería pasar tiempo con ella, podía dormir luego. O eso pensé
—No es tan tarde —repliqué, mirando la hora con la esperanza de que aún tuviésemos tiempo—. Apenas son las...mierda.
¿Cómo que ya eran las seis y media?
Había quedado de cenar con papá y Taehyung a la siete y media, y no podía librarme de ese compromiso. Nos reuníamos una vez al mes para pasar el rato como una "familia" y debido a que las cosas entre papá y yo estaban un poco tensas, prefería no posponerlo.
—Te lo dije —reiteró de mala gana.
—¿Y por qué no me despertaste? —inquirí, levantando sus pies y acomodándolos por encima de mis piernas para poder sentarme más cerca de ella.
Haye suspiró y dejó su celular a un lado. —Porque tengo corazón de abuelita y no pude, te veías adorable allí medio muerto y roncando como un oso en hibernación.
—Yo no ronco.
—Oh, sí que lo haces.
—Ya, puede ser, pero al menos no doy patadas mientras duermo —tonteé con ella, ganándome una fuerte patada en la pierna—. ¡Auch!
—¿Ah, sí? Pues fíjate que también doy patadas cuando estoy despierta —me enseñó, con una sonrisita de suficiencia—. Como sea, lucías cansado, por eso no quise despertarte. Te lo dije antes, no tenías que venir, podíamos vernos luego.
Sí, ella lo dijo. Haye insistió en que debía dormir antes de verme con mi padre, pero yo quería verla antes de ir a cenar, así que fingí no estar tan cansado, aunque evidentemente no hice un buen trabajo.
—Ya deberías saber que si tengo que escoger entre pasar mi tiempo libre durmiendo o pasarlo junto a ti, siempre escogeré la segundo opción. Además, es nuestro último día juntos antes de que Seulgi regrese —me lamenté, porque la realidad de esa situación no dejaba de ponerme un tanto inquieto—. Cada segundo es preciado.
—¿Y no te parece que desperdiciaste varios de esos segundos mientras babeabas la alfombra? —se burló, enarcando una de sus cejas, y sí, pero dormir cerca de ella era mucho mejor que dormir en mi casa, solo. Además, despertar y poder verla era todo un privilegio—. Además, cuando dices eso, haces que suene como si no fuéramos a volver a vernos.
Esta vez su ceño se frunció sutilmente y sus ojos se alzaron en mi dirección. Bueno, esa no era mi intención, pero estaba seguro de que ella misma era consciente de que las cosas iban a ser distintas a como lo habían sido esta última semana.
—No, pero no será lo mismo —repliqué amohinado, sintiéndome como un niño a punto de realizar una pataleta. Todo esto era un tanto frustrante—. Tendré que volver a admirarte desde lejos, ¿tienes alguna idea de lo difícil que va a ser eso?
La realidad de las cosas, era que no quería que lo nuestro cambiara cuando Seulgi llegara. Estaba disfrutando de su compañía demasiado como para querer que se acabara.
Descubría un sinfín de cosas nuevas sobre ella cada vez que estábamos juntos, pero seguía habiendo mucho más, tanto más por conocer, y no quería que el regreso de Seulgi significara un retroceso para nosotros. Eso me asustaba.
—Va a ser una mierda, ya no podré tocarte —protesté de mala gana y fui testigo como de inmediato las mejillas de Haye se tornaron de un rojo intenso. Me refería a tocarla en el más inocente de los sentidos.
No era precisamente bueno con eso de mantener distancia. Incluso antes de hacerme cargo de mis sentimientos por ella, yo ya buscaba toda clase de excusas para poder acercármele. No iba a ser sencillo tener que mantener lo nuestro en "secreto". Tener que buscar el momento adecuado para estar a su lado y tener que ser tan cuidadoso hasta con lo que decía iba a ser jodidamente difícil. A pesar de que no tenía porqué ser así.
—Bueno, a menos que...—comencé a decir como un impulso, pero me arrepentí al instante.
Dije que no presionaría, quería respetar sus tiempos, de verdad quería hacerlo, pero era imprudente e impulsivo por naturaleza.
—¿A menos que qué? —me pidió que continuara, incorporándose en su lugar. Ella se sentó con las piernas flexionadas y los tobillos cruzados. Y me miró con muchísima atención.
Haye no era intimidante en lo absoluto, ella era la cosita más inofensiva de todas, pero por alguna razón, sentí que me acobardaba. Por lo general, no me asustaba expresar lo que quería, sin embargo, no quería que sintiera como que era demasiado muy pronto.
—¿Huh? —insistió.
Titubeé nervioso y procedí a prepararme para una negativa antes de decir—: A menos que me dejes hablar con Seulgi.
Diablos. No supe cómo demonios interpretar la expresión en su rostro. Fue una mezcla entre sorpresa y algo más, una emoción que no supe identificar. Ella dejó caer su mirada por un instante y mordisqueó su labio inferior. ¿Me había pasado?
—O no —agregué, tragando ese nudo que obstruía mi garganta—. Olvídalo, ya sé que quieres...
—No, lo siento, no me malinterpretes, es sólo que...es que cuando lo dices así, suena como si te estuviera obligando a guardar silencio —se explicó, cabizbaja—. Y yo creí que tú también querías, uhh...bueno, ya sabes, esperar a ver como se daban las cosas entre nosotros primero.
Podía entender porqué Haye necesitaba más tiempo, ella quería asegurarse de que esto iba en serio. Aunque no lo admitía, sabía que quería asegurarse de que yo no fuese a cambiar de opinión, pero esa era la cosa...no iba a hacerlo. Y no necesitaba más tiempo para descubrir eso.
—Haye —su nombre salió de mis labios como un suave suspiro—. Sé que dije que estaba de acuerdo, pero no es eso lo que quiero.
—¿Y por qué lo dijiste entonces?
—¿Y qué más podía decirte si una de las razones por las que querías esperar para hablar con Seulgi era porque temías que me fuera a aburrir de ti?
Esa decisión no la había tomado por mí, sino por ella. Yo estaba dispuesta a ser honesto con Seulgi desde el principio, pero quería respetar sus tiempos más que nada.
—Lo acepté porque quería probarte que no cambiaría de opinión, creí que estaría bien con eso, pero...no lo pensé bien.
—¿A qué te refieres?
—A que no me gusta la idea de tener que esconder esto, a nosotros. Quiero estar contigo, quiero salir contigo, seguir haciendo lo que estamos haciendo sin tener que preocuparme por otras personas —estiré mi brazo y deslicé su mano en la mía—. Quiero abrazarte, tomar tu mano libremente, no lo sé, hacer las cosas que hacen todos.
Quería hacer muchas cosas por ella, pero no podía hacerlas de este modo. Tal vez Seulgi iba enfadarse conmigo al principio, pero eventualmente iba a tener que aceptarlo. Además, a pesar de todo, Seulgi era mi amiga, no quería mentirle ni hacer cosas a sus espaldas. Y sabía que Haye tampoco lo quería.
—También quiero eso —musitó ella, brindándome la tranquilidad que necesitaba—. Por favor, no pienses que no, es sólo que...no quiero que sea un problema entre ustedes.
Por supuesto que esa era su mayor preocupación. Seulgi había sido muy clara al respecto, ella podía tener su opinión, pero al final del día, era sólo eso, su opinión. Y podía maldecirme y asesinarme mentalmente, pero estaba seguro de que esto no arruinaría nuestra amistad. Quería a Haye y no iba a lastimarla, Seulgi lo entendería tarde o temprano.
—No te preocupes por eso, confía en mí, puedo lidiar con su furia —le aseguré, sonriéndole y haciéndola sonreír también, tan bonita—. Llevo años haciéndolo. Ahora, en otros temas menos densos, ¿podrías, por favor, besarme? Porque como que lo necesito para poder sobrevivir estas próximas cuatro horas.
Eso.
Y también necesitaba quitarle esa preocupación por el momento.
Por suerte, mis palabras fueron suficiente distracción para hacerla dejar de comerse la cabeza al respecto. No teníamos tanto tiempo, así que hablaríamos sobre esto luego. Y en serio necesitaba ese beso.
Los ojos de Haye se alzaron con un brillos cautivador. Sus perfectos labios se curvaron en una pequeña sonrisa y ella cuidadosa, pero velozmente se acomodó e impulsó de manera estratégica para presionar su labios fugazmente sobre los míos.
—Ya está —indicó, sonriendo abiertamente, mofándose de mí—. Eso es suficiente, vas a retrasarte.
—Vamos, tengo muchísimo tiempo para algo mejor que eso. De hecho, tengo todo el maldito tiempo del mundo, ven —me quejé, tirando de ella más cerca de mí, sin embargo, en cuanto me incliné para tomar su boca, ella se hizo deliberadamente hacia atrás.
—¿Estás un poquito ansioso, no crees? —advirtió divertida, poniendo ambas manos en mi pecho para mantenerme a raya.
—Estoy desesperado —corregí—, ven.
Posicioné mi mano en la parte trasera de su cabeza, y esta vez no me detuvo cuando bajé mi boca e impacientemente cubrí la suya. Aquí es donde quería estar. Inmediatamente su olor, su piel, su sabor, todo invadió mi mundo. La sostuve entre mis brazos, saboreando sus dulces y tentadores labios como si no pudiera tener suficiente. Estos se burlaban y me cautivaban. Y mis manos literalmente cosquilleaban por tocarla. Haye había sido hecha para mí, lo confirmaba cada vez que la besaba y su boca se moldeaba tan perfectamente a la mía. No tenía idea de que los besos podían sentirse así.
—¿Mejor? —se burló sobre mis labios.
—No lo suficiente.
No quería tentar a mi suerte, pero necesitaba probarla. Sólo una vez, así que volví a buscar su boca, hundiéndome en su interior ávidamente, ella respondió con la misma emoción y mi pulso recorrió mi cuerpo, ansiando más y más. Era una sensación tan jodidamente adictiva. No podía conseguir acercarla lo suficiente o besarla lo suficientemente rápido. Siempre quería más. Su boca estaba caliente, y la dulzura de su aliento me tuvo en un sueño. No sabía por qué carajos había comenzando esto, pero lo estaba disfrutando demasiado como para pensar con claridad.
Sentí el calor de su lengua acariciando la mía y mi cerebro se desconectó por completo de mi cuerpo. Sin detenerme a pensar realmente en las repercusiones que podían tener mis acciones, tiré del pequeño cuerpo de Haye hacia el mío, más específicamente, sobre el mío.
No despegué mis labios de los de ella en ningún momentos mientras se sentaba en mi regazo. Ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y se presionó deliciosamente contra mí.
Mieeerda.
Haye trató de acomodarse encima de mí, balanceando inconscientemente sus caderas contra la parte baja —y más sensible de mi cuerpo—, y eso fue todo para mí. Por supuesto que ella no quería generar eso que generó en mí con aquel accidental movimiento, pero lo hizo. Era un hombre débil, malditamente débil. Y ella me afectaba demasiado. No había necesitado de mucho esfuerzo para lograr hacer que la sangre comenzara a acumularse dolorosamente en una parte específica de mi cuerpo. ¿En qué carajos estaba pensando?
Necesitaba poner distancia entre nosotros, fue el primer pensamiento coherente que llegó a mi mente. No porque quisiera, porque maldita sea, la quería incluso más cerca, quería sentirla de todas las formas humanamente posibles, pero si no me alejaba ahora, seguramente terminaría en un montón de problemas y en un mundo de dolor.
Y quería hacerlo, todo dentro de mí me gritaba que me detuviera, pero era como si mi cuerpo hubiese cobrado vida propia.
Ella estaba en todas partes y yo ni siquiera podía recordar mi nombre.
Me zambullí en su boca como si nunca fuera a tener esta oportunidad de nuevo, y ella se estremeció y me abrazó con más fuerza. Quería presionar sus caderas con fuerza contra las mías, necesitaba fundir su cuerpo contra el mío y necesitaba malditamente tocarla, pero no podía hacerlo. Infiernos. Aparté mi boca de la suya, tratando de recuperar el aliento y un poco de autocontrol.
Detente.
Detente, detente.
No podía volver a hacer esto.
Sabía que esta mierda iba a ser difícil, pero apenas ahora comenzaba a dimensionar lo verdaderamente difícil que iba a ser en realidad.
Haye inocentemente trato de volver a unir sus labios con los míos, y muy a mi pesar —y utilizando todo el jodido autocontrol que poseía— puse mis manos en sus caderas y con una facilidad impresionante la quite de encima de mí.
Mi problema no era precisamente sencillo de ocultar, Haye tendría que estar ciega para no notarlo, así que antes de que ella siquiera advirtiera lo que estaba sucediendo, me puse de pie y corrí hasta el baño.
Yo. Corrí. Hasta. El. Baño.
Carajos, esto era...vergonzoso.
La sangre corría por mi pene como las cataratas del Niágara y ella apenas me había tocado. No debí ser tan ambicioso, debí conformarme con el roce de labios. Ahora, ¿como explicaba esto?
—¿Jeongguk? —Haye golpeó tres veces la puerta del baño—. Oye, ¿estás bien? ¿qué fue lo que...?
—Nada, descuida, sólo...sólo necesito un minuto.
—¿Pero estás bien? —insistió, preocupada.
—Sí...bueno, no, pero lo estaré —necesitaba ver algo realmente asqueroso para poder dejar de pensar en su boca sobre la mía—. Ya regreso, espérame en la sala.
—¿No necesitas que te ayude con algo?
Ah, por favor.
¿Realmente mi cerebro acababa de mal pensar su inocente propuesta? Que hijo de puta, tenía problemas.
—No, no, de...descuida —negué, tratando de deshacerme de cualquier pensamiento impuro albergado en mi perversa cabeza.
24 DE FEBRERO, 2019
19:02 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ JEONGGUK LLEVABA más de diez minutos encerrado en el baño para el momento en el que recibí un mensaje de Dani. Y fue una necesaria y grata distracción, pues inevitablemente ya estaba comenzando a comerme la cabeza con todo el asunto de Jeongguk literalmente corriendo lejos de mí. Me encontraba luchando contra ese molesto impulso que tenía de saltar a sacar erróneas conclusiones, pero ¿quién diablos no se preocuparía después de una reacción como esa?
Habíamos estado hablando estos últimos días sobre salir a comer, pero no habíamos concretado todavía. Sabía que Dani no estaba pasando por un buen momento, pues al parecer sus "amigas" no veían con buenos ojos su relación con Taehyung, no conocía toda la historia, pero los prejuicios que su círculo social tenía sobre él, por supuesto que ponía a Dani en una situación más que incómoda, sin embargo, el rechazo de ellos no estaba haciendo que ella se alejara de Taehyung, al contrario
Sonreí al leer su propuesta y por supuesto que acepté. No tenía planes para cenar esta noche, además necesitaba urgentemente pasar tiempo con alguien que no fuese un hombre
Seulgi regresaba mañana por la noche y yo tenía que retomar mis clases de ballet por la mañana. Debí haber comenzando mi dieta hace más o menos una semana —no lo había hecho— y estaba muy segura de que me iban a regañar, pero este era mi último día de libertad, me veía en la obligación de disfrutarlo.
Terminé de leer y justamente escuché la manilla de la puerta del baño girarse, indicándome que Jeongguk finalmente se dignaba a dar señales de vida. Me apresuré en teclearle una respuesta de confirmación a Dani y me puse de pie para encontrarme con un Jeongguk...¿qué? ¿estaba avergonzando? eso supuse porque su rostro estaba todo rojo.
—¡Al fin! —exclamé—. ¿Qué fue eso, huh? estuviste como quince minutos allá adentro, ya me estabas asustando.
Él sacudió su cabeza. —Mejor no preguntes.
—¿Qué fue? ¿Tuviste un problema de control de esfínteres? —bromeé, porque si se trataba de eso, no tenía porqué ponerse tan tímido.
—¿Crees que...? —inquirió, ofendido—. Nada de eso, soy perfectamente capaz de controlar mis esfínteres.
—No lo sé, tu estómago hizo sonidos muy raros mientras dormías —jugué un poco con él—. Descuida, a todo el mundo puede pasarle.
—Que no fue eso —protestó, todo gruñón.
—¿Entonces qué?
Jeongguk abrió la boca, pero volvió a cerrarla de inmediato—. Olvídalo, dejémoslo en que fue eso.
—¿Por qué otra razón correrías al baño? —reí—. Pero no pasa nada, yo te dije que esa cosa que te comiste tenía mala pinta.
—Oye, señorita bromista, no te burles de los problemas ajenos, yo nunca volví a mencionar tu problema para ir al baño —bu, tenía que acordarse—. ¿Cómo fue que dijo Seulgi? ¿que no pudiste ir durante tres días?
Crucé mis brazos sobre mi pecho y resoplé. —Hum, no eres divertido —bufé—, que bueno que tengo otras opciones.
—¿Otras opciones?
—Sí, tendré una cita romántica con alguien más hoy, pienso que es bueno que no nos cerremos a conocer a otras personas.
Jeongguk entrecerró sus ojos y frunció el ceño al oír mi declaración, y yo quise reír ante el repentino y extremo cambio en su expresión.
—¿Disculpa...? ¿Qué dijiste? —cuestionó confundido, parpadeando varias veces.
—No sé si te diste cuenta, pero llegarás tarde a la cena con tu padre.
—No cambies el tema, ¿cómo que vas...? ¿con quién vas a...?
Le enseñé la pantalla de mi celular y los ojos de Jeongguk se movieron tan rápidos sobre esta, leyendo todo en menos de cinco segundos. Entonces suspiró y me dedicó una mirada de pocos amigos.
—¿Por qué le haces eso a mi corazón? —rezongó, con una mano en el pecho—. ¿Y qué es eso, huh? ¿cuando Taehyung y yo no estamos, coquetean entre ustedes?
—Por supuesto.
—Bien —aceptó, envolviendo sus brazos a mi alrededor y depositando un dulce beso en mi frente justo antes de decir—: mejor ella que Jimin.
Idiota. Le di un suave manotazo en el pecho al ver su burlona sonrisa y él rió con más ganas—. ¡Por Dios! ¡Ya deja de insinuar eso! —lloriqueé.
—¿O si no qué? —desafió, levantando una ceja.
—¿Crees que no puedo patear tu celoso trasero?
—Claro que puedes, tú puedes hacer lo que quieras conmigo —volvió a atraerme cerca suyo, rodeando mi cintura con sus brazos.
—Oh, no, no te hagas el lindo ahora —protesté, tratando inútilmente de echarme hacia atrás.
—Yo siempre soy lindo contigo —manifestó, manteniéndome cerca—, pero tú me rechazas.
—Pobrecito.
—Pero así me gustas —confesó—. Y me gustas tanto que comienzo a creer que me hiciste brujería o algo. Me da taquicardia cada vez que te veo, no puede ser normal.
Y así de fácil, mi excesivamente sensible corazón brincó de felicidad, enternecido. Ya no quería golpearlo, ahora quería besarlo y abrazarlo.
—Y ahora —sin ninguna advertencia, presionó sus labios castamente sobre los míos, ahuecando mi rostro entre sus manos—. Iré a esa cena familiar y me pasaré todo el tiempo pensando en ti y hablando sobre ti.
Jadeé, horrorizada—. Ni se te ocurra —advertí.
—Será divertido, para el final de la noche mi padre y Taehyung te odiarán —se mofó.
—Sí, a menos que no llegues a la cena —amenacé—. Y ya, llegarás como con media hora de retraso y yo tengo que alistarme. Vete, vete.
Jeongguk fingió estar ofendido—. ¿Me echas para poder descaradamente salir y serme infiel?
—Hoy es domingo de infidelidades.
—Bueno, sólo para que lo sepas, a mí no me gustan los domingos de infidelidades —refunfuñó—. Tal vez debería quedarme aquí y dormirme abrazado a ti.
Sí, por favor.
Presioné mi mejilla en su pecho, sintiendo como su corazón latía animadamente en lo que él me envolvía entre sus brazos. Su barbilla descansó en la coronilla de mi cabeza y mis brazos serpentearon alrededor de su cintura. Era tan cálido. Sentía que podía estar justamente aquí por el resto de la noche y eso no me molestaría.
—Dime que pensarás en mí cuando estés con ella —dijo muy dramáticamente y no pude evitar soltar una ruidosa carcajada. ¿Por qué tenía que ser así?
—Pensaré en ti tooodo el tiempo —acordé—. ¿Feliz?
—Muy feliz —admitió, rompiendo renuentemente nuestro abrazo—. Llévame a la puerta, me puedo perder.
—¿Quieres acabar con mi paciencia? —inquirí, haciendo exactamente lo que él me pidió.
Abrí la puerta y Jeongguk se paró bajo el umbral de esta, no dijo absolutamente nada, él simplemente se limitó a permanecer ahí de pie, cerró sus ojos y estiró sus labios en mi dirección.
—¿Cuántos besos de despedida quieres, hm?
—¿Puedo escoger? —preguntó irónicamente, aún con sus labios estirados.
Sonreí por su infantil comportamiento y me puse en puntillas para poder besarlo. Sus suaves labios se presionaron gentilmente con los míos durante tres segundos antes de finalmente apartarnos.
—Mh, supongo que puedo sobrevivir con eso —declaró, con un atisbo de sonrisa en sus labios—. Pasaré luego por mi beso de buenas noches.
Me avisó, como siempre muy entusiasmado, sin embargo, mi cerebro dejó de procesar sus palabras cuando me percaté, mirando justo por encima de su hombro, que Yeosang se encontraba parado en el primer peldaño de la escalera.
Diablos.
No estaba segura de quién rayos se sorprendió más, si Yeosang o yo, aunque...por la expresión de desconcierto en el rostro de mi amigo, podía jurar que fue él.
Y algo me dijo que esto no era bueno.
Jeongguk me miró, con su ceño fruncido en confusión y procedió a seguir la dirección a la cual llegaba mi mirada. Entonces él entendió.
¿Había visto el beso?
Seguramente sí.
Ni siquiera alcancé a decir nada, Yeosang no me lo permitió, él simplemente se dio la media vuelta y comenzó a correr escaleras abajo. Ugh, y justo por esto era que no debía ocultar información, Yeosang se tomaba muy en serio eso de contarnos todo, esto...por supuesto que iba a tomarlo de mala forma.
—Ay, no —musité para mí misma—. Voy a hablar con él. ¿Podrías...podrías bajar por el ascensor?
A Yeosang no le agradaba Jeongguk, no los quería encontrándose justo ahora.
—¿Quieres que me quede? puedo...
—No, no —rechacé, apresurándome a la escalera—. No es nada, en serio, vete tranquilo.
—Haye...
—¡Te veré luego!
Fue lo último que le dije antes de bajar corriendo detrás de Yeosang lo más rápido que mis pobres pies descalzos me lo permitieron. Esto era muy incómodo y se sentía extraño, no tenía que irse así.
¿Por qué había venido en primer lugar?
Él dijo que estaría con sus padres toda la tarde.
Yeosang llevaba actuando muy raro desde que volvimos a Corea, y lo había dejado estar, pero comenzaba a hartarme de esta actitud, su comportamiento era inusual y con frecuencia sus comentarios eran hostiles. Digo, yo sabía que no le agradaba Jeongguk, pero ¿era necesario reaccionar de esta manera?
¿Y desde cuándo corría tan rápido?
Bajé hasta el primer piso, pero no logré alcanzarlo si no hasta que estuvo en el estacionamiento. Entonces, finalmente pude detenerme para tratar de recuperar el aliento.
Yeosang resopló, apoyando su frente en la ventana de su coche. —¿Acaso no tienes cosas más importantes que hacer? —escupió fríamente en el momento que me vio, virando sus ojos.
¿Por qué tenía que llevarlo hasta este punto?
—Sí, la verdad es que sí —repliqué con la misma amargura suya, la verdad era que no quería discutir, pero esta no era la primera vez que hacía ese tipo de comentarios tan innecesarios—. Pero a diferencia tuya, yo sí me preocupo por ti.
Yeosang soltó la más falsa de las carcajadas y levantó una de sus cejas, volteándose para verme. —¿Ahora dices que no me preocupo por ti? Eres increíble.
—¿Por qué diablos estás actuando así? —exigí, queriendo arrancarme los pelos de la pura frustración—. Nunca te habías comportado así antes, ¿qué es lo que te pasa conmigo? ¿acaso te hice algo malo?
Yeosang abrió la boca, pero rápidamente volvió a cerrarla, frunciendo sus labios. Habíamos estado bien los últimos días, esto era totalmente innecesario. Creía que las cosas estaban volviendo a la normalidad y ahora...ugh.
—¿Por qué demonios estás con él? —gruñó finalmente, sin atreverse a alzar la voz—. ¿Qué es lo que estás haciendo?
—¿Qué...? ¿Acaso no tengo permitido acercármele o cuál es el problema? —le reproché, ¿por qué tenía que darle explicaciones? esto era una locura, tenía permitido estar con más gente—. ¿Por qué reaccionas de esa forma?
Se le estaba pasando un poquito la mano con eso de tratar de protegerme. No estaba bien que se pusiera de esa forma. Estaba feliz, muy feliz, ahora él estaba arruinando esto para mí.
Había querido contarle todo lo que sucedía entre Jeongguk y yo desde el principio, pero ¿cómo podía hacerlo si jamás tenía nada bueno que decir sobre él? Yeosang había decidido que detestaba a Jeongguk y no escuchaba cuando trataba de decirle algo que no respaldase su narrativa.
Esperaba que Yeosang me dijera qué sucedía en realidad, pero era obstinado. Él me miró como...como si estuviese decepcionado de mí y procedió a exhalar pesadamente, esta vez sacudiendo su cabeza con incredulidad.
—Olvídalo, lamento haberlos interrumpido —escupió mordazmente.
—¿Es en serio? ¿Realmente no vas a decirme qué está mal?
—¿Por qué lo haría? No me escuchas.
Tenía que ser una broma.
—¿Esto es por Jeongguk? ¿Estás así porque estamos juntos o...?
Traté de adivinar, y por la forma en la que su rostro se endureció al escuchar su nombre pude suponer que acerté.
—¿Es eso? —insistí—. Yeosang, yo sé que él no te agrada, pero...
—¿Que no me agrada? —volvió a reír, como si acabase de decirle la más divertida de las historias—. Haye, yo odio a ese tipo. Lo detesto.
—¡¿Por qué?! —exigí, consternada, ¿cómo podía decir algo así?
—Creí que sabías lo que merecías —expresó desilusionado—. Creí que eras mejor que eso.
¿Estaba escuchando toda la basura que salía de su boca? porque yo honestamente no podía creerlo. Esto era demasiado. Este no era el Yeosang que yo creía que conocía y que quería.
—¿Qué diablos se supone que significa eso?
—¿De verdad no puedes verlo? —entrecerró sus ojos, sacudiendo su cabeza—. Haye, yo he sido el único que siempre ha estado a tu lado, yo he sido quien ha estado siempre ahí para ti. ¡No él!
Oh.
Oh, no.
Por favor, no.
¿Qué rayos estaba diciendo?
Me hice hacia atrás, porque de pronto la realidad de sus palabras me cayó encima como un balde de agua fría. Esto estaba muy, muy mal. Maldita sea.
—Haye, yo...estoy enamorado de ti —confesó en voz baja y trémula, y sentí como si mi corazón literalmente hubiese dejado de latir. No, no, no. No quería escuchar eso.
¿Como que estaba enamorado de mí? Eso no...era mi mejor amigo, mi maldito mejor amigo, lo había sido durante años. Él era como un hermano para mí ¿por qué...? ¿por qué estaba haciendo esto ahora?
—Lo he estado siempre —continuó, como si se hubiese rendido—. Desde el primer momento en que te vi. Yo...todos estos años, ¿cómo es que jamás pudiste verlo?
—No estás enamorado de mí —rechacé—. No lo estás ¿por qué...? somos amigos ¿por qué estás diciendo todas estas cosas ahora?
—Porque él no te merece. No puedo...no soporto pensar en que puedas llegar a quererle, Haye. Él no es bueno para ti. Sólo está jugando contigo. ¿Crees que le importas? —presionó cruelmente—. Apuesto a que está jugando a ser el chico perfecto. Él dirá y hará lo que sea necesario para conseguir lo que quiere, y luego te dejará por alguien más, así son los chicos como él.
Sacudí mi cabeza, necesitaba que dejara de hablar. Sus palabras me estaban haciendo daño.
—No sabes lo que estás diciendo —espeté—. Ni siquiera le conoces. Nunca le has dado una oportunidad.
—No quiero darle una maldita oportunidad, no entiendo por qué mierda tú lo harías. Él jamás será el chico que tú quieres. El chico que mereces. Estás perdiendo tu tiempo si piensas que sí.
—¿Y quién me merece según tú, huh? —cuestioné. Iba a perder la maldita cabeza—. ¿Tú?
—He sido fiel y leal a ti todos estos años. Te conozco mejor que nadie, Haye. He estado siempre a tu lado, siempre, a pesar de todo. Yo...vine hasta aquí por ti —confesó, soltando una carcajada carente de alegría—. Porque te quiero. Y sé que también me quieres.
—¡Por supuesto que te quiero! —exclamé, dejando caer mis brazos—. ¡Eres mi mejor amigo!
Yeosang juntó sus labios en una línea, apretando su mandíbula. —Sí, bueno...eso ya no es suficiente para mí.
¿Como que no era suficiente? Mi amistad, no había más, eso era lo único que podía ofrecerle. —¿Qué quieres decir?
—No quiero ser tu amigo, Haye. No puedo —aclaró—. Y mucho menos puedo verte estando con él.
—¿Entonces qué? ¿Quieres que elija entre tú y él? —le pregunté, no podía creerlo—. ¿Eso es lo que me estás pidiendo?
—¿Querías honestidad? Ahí la tienes. Si quieres estar con él, está bien, lo acepto, pero no me pidas que me quede a verlo. No me sentaré a ver como ese idiota te rompe el corazón.
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