❛ 32 ❜
U N P L A N N E D
treinta y dos
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❛ 𝓐nillo ❜
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❝ Nunca supe que eras ese alguien
que esperaba por mí. ❞
ㅡPerfect, Ed Sheeran.
21 DE FEBRERO, 2019
23:18 pm.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ SAQUÉ A HAYE de aquel infierno antes de que Sowon tuviera la oportunidad de darle más desagradables detalles de algo que definitivamente no quería que ella supiera. No podía creer la mierda que acababa de hacer, se había pasado de la puta raya. Su comportamiento aún me tenía alucinando. Sabía que ella podía tener sus momentos, le gustaba llamar la atención y más de una vez me había causado problemas con otras chicas, sin embargo, nunca había llegado hasta este extremo. Haye no tenía porqué escuchar toda esa mierda.
La hermosa y cálida sonrisa de Haye se había esfumado después de salir de esa habitación. No estaba seguro de qué era lo que estaba cruzando por su mente, pero no era necesario ser muy listo para saber que no era bueno.
Ella permaneció en silencio todo el trayecto hasta la tienda de pasteles. Sus manos se encontraban cerradas sobre su regazo, evidenciando con su postura retraída lo incómoda que se sentía. Maldita sea. Quería lastimar a alguien. Particularmente a la causante de todo este jodido lío.
—Oye —dije, interrumpiendo sus pensamientos. Haye instantáneamente giró la cabeza para mirarme y una sonrisa forzada tocó sus labios.
Regresé mi mirada a la carretera por la que conducía y estiré mi brazo hacia ella, deslizando mis dedos entre los suyos. —¿Estás bien? —pregunté, apretando ligeramente su mano.
Era una pregunta ridícula, era consciente de eso, pero a decir verdad me encontraba igual de nervioso que ella. Sentía que de pronto estábamos en planos totalmente diferentes. Quería creer que las palabras de Sowon no eran lo suficientemente poderosas como para joder las cosas entre nosotros, pero...tenía miedo. Y mi temor se incrementó hasta las nubes cuando ella no dijo nada y sólo se limitó a asentir con un movimiento de cabeza.
—Háblame —pedí, mientras ella dejaba caer su mirada hasta su regazo.
—No tengo nada que decir —contestó sucintamente, sin levantar la cabeza—. De verdad, estoy bien.
—No luces bien —señalé, contradiciéndola—. Lamento lo que sucedió allá, estuvo mal, no sé por qué se comportó de esa manera, nunca...
—¿No sabes? —preguntó irónicamente, esta vez mirando hacia su lado de la ventana—. A mí me pareció que esa fue su vulgar forma de...no lo sé, ¿marcar territorio?
Y una mierda, no tenía derecho de hacer lo que hizo. No le pertenecía, y estaba harto de tener que lidiar con ella. Finalmente tenía algo bueno, no iba a permitir que lo arruinara para mí.
—Seulgi mencionó una vez que tú...uhm, que tú y ella siempre volvían a estar juntos —de acuerdo, ¿a dónde quería llegar con eso?—. Tal vez...ella está confiada de que eso volverá a ser así.
—No lo será —repliqué de inmediato, muy seguro.
—Jeongguk —suspiró—. Tú...no puedes saber eso, no realmente —susurró, aunque más para ella misma que para mí, pero la oí.
Llevé el auto a un lado del camino y aparqué antes de volverme hacia ella. Quería estirarme y jalarla cerca mío, pero ahora mismo tenía que respetar su distancia.
Ella miró mis movimientos y la confusión embargó su mirada cuando el coche dejó de moverse. —¿Qué pasa? ¿Por qué te det...?
—Porque tenemos que hablar sobre eso. No puedo tenerte a mi lado pensando en esa clase de cosas.
No dejaría el tema estar, no cuando en su cabeza existía la absurda idea de que yo pudiese regresar con Sowon. Sus palabras la habían hecho sentir insegura con lo que teníamos. Y no podía permitir que esa incertidumbre siguiera creciendo en su cabeza, teníamos que arreglar esta mierda. Ahora.
—Ella es parte de mi pasado, Haye, yo...no puedo cambiar eso —ojalá pudiera, pensé—. Pero ya se acabó, eso puedo asegurártelo.
Haye mordió el interior de su mejilla y presionó sus labios juntos por un segundo antes de decir—: Está en todos lados, Jeongguk —soltó el aire en sus pulmones, cansada—. No es parte de tu pasado, ella está muy presente en tu vida. Y te lo dije una vez, no quiero estar en medio de lo que sea que ustedes tengan. Yo no puedo compararme con ella. No quiero hacerlo.
Deslicé la mano debajo de su mentón y levanté su cabeza para que me mirara. Siempre miraba hacia abajo, y quería ver sus ojos. —¿Por qué harías eso, hm? Nada puede compararse contigo, ¿de acuerdo? nada puede acercársele para tocarte.
Sus ojos eran tristes y rotos, y mi pecho se sintió como si fuera a explotar. La había hecho sentir insegura, nunca quise hacer eso. No quería que mi chica fuera lastimada.
—No quiero sentir que estoy compitiendo con tu pasado, no quiero que sea así.
—No hay competencia, lo que tuve con ella resulta insignificante en comparación. Era muy joven, creía que sabía lo que quería, pero ahora...no sé por qué perdía el tiempo con ella.
La quise en algún momento, no podía negar eso, así como tampoco podía decir que todo había sido malo porque sería mentira, sin embargo, mirando hacia atrás, podía ver que lo nuestro no había sido más que algo superficial. Había idealizado a Sowon antes de estar a su lado, me convencí de que era todo lo que quería cuando en realidad no era así. Luego, cuando estuve a su lado, traté a toda costa de convertirme en el chico que ella quería, quise cumplir con todas sus expectativas, pero me olvidé de quien era yo en realidad. Lo había olvidado por un largo tiempo. Pero era yo con Haye. Sowon creía que fingía estando junto a Haye, pero había fingido estado junto a ella, por eso no podía entenderlo. Ella creía que sabía quien yo era y que quería, pero no tenía ni puta idea.
—Creo...pienso que tal vez, todo este tiempo, sólo estaba esperando por algo como esto —admití—. Por alguien como tú.
Por ella, específicamente.
Haye continuó frunciendo su ceño después de oír mis palabras. —Ella es el sueño de todo hombre —opinó, y por primera vez después de lo que sucedió, quise reír.
—Ella es la pesadilla de todo hombre, preciosa, aunque es difícil darse cuenta de inmediato.
Haye frunció adorablemente sus labios y tuve que morderme la lengua para no hacer algún comentario sobre lo bonita que se veía a pesar de todo.
—Desearía saber qué puedo hacer para convencerte de que no veo a nadie salvo a ti —froté mi pulgar delicadamente sobre su labio inferior, tratando de no pensar en lo dulce que sabía esa boca.
—No me digas cosas lindas —protestó—. No puedo permanecer molesta si actúas así.
—No lo estés —sugerí con simplicidad—. Estábamos bien antes de esto, no dejes que estropee las cosas entre nosotros. Ella no es importante.
Haye volvió a suspirar y bajó la mirada, apoyando su rostro en mi mano como un gatito, relajando finalmente la dura expresión de su semblante.
—Lo lamento, no sé cómo lidiar con esta cosa aún. No somos exclusivos, no tengo porqué sentirme de esta forma. Tienes un pasado que no es asunto mío, no puedo recriminarte por eso, es sólo que...cuando ella lanzó el anzuelo, piqué. Y me siento como una tonta por eso.
—Lo que Sowon dijo fue bajo y desagradable. No te gustó y eso es normal, Haye. Mi pasado con ella te molesta, ahora sé eso y haré cualquier maldita cosa que tenga que hacer para aliviar tu mente —prometí.
Sabía que no era su intención hacerme sentir mal por mis decisiones pasadas, Haye no era de las que juzgaba, pero debía ser difícil para ella separar las cosas, sobretodo después de lo que sucedió. Ella había escuchados muchas cosas sobre Sowon y yo, comprendía sus dudas y que pudiese llegar a sentirse insegura.
—Pero, ¿podrías explicar tu comentario sobre eso de no ser exclusivos? —cuestioné—. Porque creí que lo éramos. Yo lo soy, Haye, soy muy, pero muy exclusivo. Después de que te besé, supe que no me interesaría en nadie más.
Haye esbozó una pequeña sonrisa y sus ojos destellaron con un brillo alegre. Fue como si de pronto su rostro se hubiese iluminado, pero tan rápido como aquel sentimiento de felicidad la embargó, luego la abandonó.
—¿Qué pasa? —inquirí, frunciendo el ceño porque ese cambio jodidamente rápido me preocupó—. ¿Me estoy precipitando...?
—No —replicó apresuradamente—. No es eso, es sólo que, uh...—hizo la pausa más condenadamente larga de toda mi vida—. De acuerdo, sólo lo diré porque es justo que lo sepas.
—Me estás asustando —admití, haciéndome ligeramente hacia atrás en el reducido espacio que tenía, ¿qué estaba pasando?
Haye de pronto dejó de lucir contrariada y triste, para pasar a lucir inquieta y ansiosa. Yo comencé a impacientarme igualmente.
—¿Sabes lo que es esto? —preguntó inesperadamente, alzando su mano izquierda y enseñándome la parte de su dorso, señalando específicamente el anillo en su dedo anular.
Era un anillo de plata esterlina con hileras de cristal, era sumamente delgado y tenía una pequeña cruz. Me había percatado de él antes porque ella siempre lo llevaba puesto, aunque creía que era sólo un simple anillo, ahora sospechaba que tal vez era más que eso.
—Uhm, ¿un...anillo? —indiqué dubitativamente, tal vez se refería a otra cosa. No me gustaba este juego.
Haye asintió, vacilante. —Sí, ¿tú tienes...uhh, alguna idea de lo que este...representa?
Entrecerré mis ojos, incluso más confundido que antes, subconscientemente recordando las palabras de Sowon. Ella mencionó el anillo de Haye con la intención de fastidiarla, pero no me había puesto a pensar en el porqué de eso. Hasta ahora.
—Oye, no estarás intentando decirme que estás comprometida o algo por el estilo, ¿verdad? porque me destrozarías —bromeé, consiguiendo aliviar la tensión en sus hombros al hacerla reír.
—No —sonrió, aunque aún luciendo nerviosa—. No es un anillo de compromiso es...uhh, un anillo de...pureza.
Oh.
...
Un anillo de pureza.
Mierda.
Por supuesto que era eso. Sowon no lo habría mencionado de ser de otra forma. Un anillo de pureza, de...pureza, podía suponer que era lo mismo que un jodido anillo de castidad. Infiernos, no quería quedarme mirando a Haye con cara de espanto, pero estaba ciertamente sorprendido.
Maldita sea. Muchas cosas tenían sentido ahora. Probablemente esa era una de las razones por la cuales Seulgi se encontraba tan firmemente convencida de que Haye y yo no funcionaríamos. Había mencionado lo de las expectativas y todo eso, pero no creí que...
—Mira, yo...yo sé que puede ser un tanto difícil de asimilar —volvió hablar después de percatarse de que yo no estaba diciendo nada—. Y tal vez debí mencionarlo antes, pero no es algo que...uh, simplemente dices y ya.
¿Me hubiese gustado estar enterado de esta información antes de decidir acercarme a ella? sí, totalmente. Me refiero a que, ese anillo en su dedo significaba que ella estaba esperando hasta el matrimonio, hasta el condenado matrimonio, eso era algo bastante importante.
—Pero creo que es justo que lo que sepas porque...sé como funciona esto —declaró—. No puedo imponer mis creencias sobre las tuyas. Tampoco puedo obligarte a pensar de la misma forma o hacer que quieras estar conmigo a pesar de eso. Y me imagino que esto cambia completamente las cosas, pero...
—¿Cambia completamente las cosas? —pregunté, entrecerrando mis ojos y ladeando ligeramente mi cabeza.
No podía ser un hipócrita mentiroso y decir que esto me emocionaba, o que me era indiferente, porque no era así. No era sólo eso lo que buscaba con ella, por supuesto que sabía que Haye no era alguien que fuese a dar ese paso a la ligera, era algo que esperaba, porque no iba a mentir, no era como si no hubiese pensando en eso. Era difícil no pensar en ello cuando apenas podía mantener mis manos lejos de ella cuando la besaba. No era sencillo, pero no iba a tentar mi suerte, sabía que existía un límite, sin embargo, no imaginaba que este era el límite.
Esperar hasta el matrimonio no tenía sentido para mí, resultaba que pensaba que la intimidad sexual era una parte vital de una relación, pero...entendía que fuese diferente para ella.
Los últimos años, para mí el sexo sólo había sido una forma de obtener placer. Era un acto vacío. Nunca significó nada más para mí, porque nunca quise darle otro significado. No puse nada más en ello. Sólo di y tomé lo que necesitaba. No podía culparla, mucho menos juzgarla por querer vivirlo de otra forma.
Pero aún así me sentía un poco atónito.
Haye se encogió sutilmente de hombros, mordisqueando incesantemente su labio inferior. Lucía inquieta. Y se me ocurrió que probablemente estaba malinterpretando mi reacción.
—Creo que sí me hubiese gustado saberlo, no voy a mentirte, pero...entiendo porqué no lo mencionaste.
Podía suponer que las palabras de Sowon la habían presionado a decírmelo ahora. Ella estaba muy segura de que eso me haría perder el interés por Haye. No era así.
—Y está bien —le aseguré—. Eso no cambia las cosas, Haye. Bueno, al menos no cambia lo que siento por ti.
Había tenido mi diversión. Las relaciones sin compromiso eran fáciles, pero había terminado con eso. Quería algo más profundo que eso. Y quería a Haye. Quería abrazarla y mantenerla segura conmigo. Todo lo demás podía esperar.
Lo ojos de ella se abrieron exageradamente y yo tuve que reprimir una sonrisa. —¿N-no? —cuestionó, titubeante.
—¿Qué? ¿Acaso me lo dijiste con la intención de que saliera huyendo? —levanté una de mis cejas de forma inquisitoria.
—No, por supuesto que no, pero...yo creí...¿realmente no te molesta? —cedió finalmente, haciendo la pregunta que en verdad quería hacer.
La idea de no poder tocarla de otras formas no era precisamente agradable, pero esa era su elección y no me concernía. No iba a mandar lo que teníamos a la basura sólo por unos momentos de placer físico, sabía que a la larga me arrepentiría si lo hacía. Además, ella realmente me importaba. Quería hacerla feliz. Y quería que confiara en mí.
—Es tu decisión, Haye, la única persona que puede decidir qué hacer o no hacer con tu cuerpo, eres tú. Lo que yo u otros piensen no importa —contesté—. Lo único que tengo que decir al respecto es que haré mi mejor esfuerzo aquí porque sé que tú lo vales.
Sus ojos me miraron alzados, brillando con emociones a las cuales quería aferrarme. Entonces, sin decir nada por un instante, ella sólo se estiró y presionó sus labios en mi mejilla. —Gracias —dijo, sencillamente.
Y así era como esta dulce chica, con un simple gesto como ese, lograba hacerme sentir como el hijo de puta más afortunado del mundo.
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