❛ 19 ❜

U N P L A N N E D
diecinueve
❀̸
𝓐cercamiento
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❝ Dicen que las cosas buenas toman su tiempo,
pero las cosas realmente buenas suceden en un abrir y cerrar de ojos. ❞

One In A Million.

08 DE FEBRERO, 2019
22:07 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫

  
     ▬▬ AMIGOS.
Haye y yo, amigos.


¿EN QUÉ CARAJOS estaba pensando? ¿Amigos? ¿Eso fue lo mejor que se me ocurrió? No quería ser su maldito amigo. No estaba seguro de qué diablos quería, no con certeza, pero ser sólo su amigo definitivamente no entraba en la lista de opciones. Quería tenerla cerca, seguir conociéndola, quería...muchas otras cosas, pero al mismo tiempo, sabía que no podía aspirar a ninguna de esas cosas si no solucionaba mi mierda antes. Ser su amigo, al menos me permitiría seguir teniéndola en mi vida. Tuvo sentido en mi cabeza por un instante, pero al mismo tiempo...sentía que lanzar la palabra amigos había sido un error.


No era tan sencillo como simplemente plantearlo, no dejaría de verla ni de pensar en ella de la forma en la que lo hacía sólo porque íbamos a ser "amigos", ojalá fuera tan fácil como eso, pero no.


Y ahora, precisamente, era de todo menos sencillo porque estábamos solos. Haye se encontraba sentada a mi lado, lo suficientemente cerca como para tenerme pensando esa última vez que estuvimos así de cerca...y solos. Ah, esa bendita noche me perseguía hasta en sueños, aunque por supuesto, en mis sueños el final era diferente, feliz. Y, diablos, podía hacer que ese sueño se hiciera realidad, podía, nadie lo sabría, sólo estábamos nosotros aquí, pero entonces jodería todo, y no podía permitirme arruinar las cosas con ella si lo que quería era, eventualmente, una oportunidad.


Dios, desde hacía años que no me sentía de esta manera, no creí que volvería a sentirme así nunca, a decir verdad, siempre creí que esto era algo que se sentía sólo una vez en la vida, había estado enamorado antes...creo, y ese sentimiento me hizo desear cosas que hasta hace poco, creí que no volvería a desear. Se sentía extraño. Después de la última vez, no creí que pudiese conocer a alguien que me provocase querer intentarlo. Los últimos dos años me los había pasado pensando en que era estúpido, que no valía la pena; las relaciones, los sentimientos, toda esa mierda podía causar muchos dolores de cabeza, ¿y para qué? gran parte de las veces acababa mal, pero aquí estaba, comiéndome la cabeza nuevamente, y esta vez por la única chica que podía ponerme en este dilema.


A mí definitivamente me gustaba pasarla mal.


Por un momento creí que podía ser sólo un capricho, que tal vez me interesaba Haye simplemente porque sabía que no debía involucrarme con ella, pero esa era una mentira que simplemente trataba de obligarme a creer, porque si ese fuera el caso...podría alejarme, podría haberla besado esa noche y luego haber seguido con mi vida, pero no, pues sabía que si lo hacía, sabía que si me atrevía a dar ese paso, entonces querría más.

 
Pero no estaba listo para "más".


No lo entendía antes, pero después de mi conversación con Seulgi comencé a comprenderlo. No era que sólo quisiera divertirme y experimentar, no era que sólo no quisiera volver a tener una relación seria con alguna chica, no era que no quisiera volver a querer a alguien de esa manera, sino que tenía miedo de hacerlo. Tenía miedo de volver a involucrarme sentimentalmente y que todo saliera mal. Porque, demonios, había dolido como el infierno.


Antes de Sowon, yo no era muy diferente a Haye. Creía en esa clase de amor sin fin, había crecido viéndolo, sabiendo que existía, y aspiraba tener algo así. Mis padres habían puesto expectativas muy altas en lo que al "amor" respectaba. Ellos se conocieron en circunstancias poco convencionales, tenían poco y nada en común, y eran individuos totalmente opuestos. Papá nació en una familia que no sólo era pobre sino que también disfuncional, nadie esperaba nada bueno de él y estaba comenzando a tomar decisiones muy cuestionables, pero conocer a mamá, cambió todo para él. Papá siempre decía que ella literalmente lo salvó de sí mismo. Estuvo ahí para él, ayudándolo y apoyándolo. Ella vio algo bueno en él y no se detuvo hasta que él también pudo verlo, ni siquiera le importó que nadie aprobara su relación, ella no se rindió con él, y papá se aseguró cada día de hacer que ella no se arrepintiera ni lamentara su decisión de permanecer a su lado. Ahora, eso era amor. Se conocieron a los diecisiete años y nunca se separaron, y yo, tenía la ingenua idea de que podía llegar a tener algo así.

 
Pensaba que Sowon era esa chica, quería creer que lo era, pero supongo que puse demasiadas expectativas en esa relación. Éramos muy jóvenes, las circunstancias eran diferentes y al final sólo había terminado con el jodido corazón roto.

 
Pero así debía ser ¿no? si las cosas hubiesen ocurrido de otro modo, seguramente me habría negado a ver que Sowon sencillamente no era la chica para mí. Nunca lo fue, yo sólo me convencí de que sí, me obligué a creerlo incluso cuando todo dentro de mí me gritaba que no se suponía que fuera así.

 
Era joven e inexperto, pero ya no era ese niño ingenuo e iluso. Podía ver las cosas como eran, no como yo quería que fueran. Y no podía culpar a Sowon de mis malas decisiones, mi forma de superar el dolor no había sido la correcta y eso, tarde o temprano, iba a traerme consecuencias. Ahora estaba sufriendo alguna de ellas.

 
Me había tomado tiempo, pero en el momento que reflexioné y comencé a ver mi vida desde otra perspectiva, fue cuando me di cuenta de que me había convertido en alguien que no quería ser. No quería ser esto. No quería ser ese patán incapaz de comprometerse. No quería perder el interés por alguien únicamente porque daba indicios de querer algo más. No quería seguir durmiendo ni enrollándome con chicas que apenas conocía, ¿qué carajos ganaba con eso?. No quería ser el chico que todos sentían que tenían el derecho de juzgar. Y desde luego que no quería sentir que no era lo suficientemente bueno, odiaría volver a sentirme de esta manera, como que no merecía eso que tanto quería. No quería seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez. Quería salir de ese jodido agujero negro en el que me encontraba. Y Haye, Dios, cuando la veía, quería ser mejor. Quería ser la clase de chico que merecía estar con alguien como ella, o con ella, mejor dicho, incluso si nada sucedía entre nosotros.

 
Aunque esa posibilidad me disgustaba.


Y es que ella, mierda, sólo estaba ahí, sentada a mi lado, hablándome de su vida, contándome con detalles sus historias y yo...ah, no podía dejar de pensar en que sin lugar a dudas, ella era lo más precioso que había visto. No podía dejar de admirar cada uno de sus rasgos, sus detalles, cada uno de sus movimientos como el baboso que era, y ella ni siquiera se estaba esforzando. ¿Cómo iba a mantenerme lejos?


De pronto quería borrar los dos últimos años de mi vida, comenzar con la pizarra en blanco, así podría acercarme a ella sin sentir ningún remordimiento, sin ninguna culpa ni cuestionamientos. Si pudiera, ahora mismo tomaría su rostro entre mis manos y...

 
—Entonces —musitó Haye, haciendo una pausa sólo para morder uno de los pastelitos de chocolate que había comprado para ella, sacándome a la fuerza de mi patética ensoñación—. ¿Qué hay de ti?


Haye quería saber de mi etapa estudiantil, se sentía curiosa porque no tuvo la oportunidad de vivir esa experiencia, al parecer sí que iba a la escuela, pero debido al ballet, se perdía de muchas clases, y en consecuencia, de muchas experiencias, ella dijo que la danza consumía prácticamente todo su tiempo, razón por la cual tampoco logró hacer muchos amigos.


Haye era joven, pero había trabajado realmente duro desde que era una niña, su vida había sido muy diferente a la mía. Como adolescente, mi mayor preocupación había sido que apestaba en inglés, mientras que ella...bueno, era una niña que se encontraba sola en el extranjero luchando para hacerse un nombre en su carrera, todo eso mientras estudiaba y trabajaba, y también lidiaba con todo lo bueno y lo malo del mundo de la danza. Yo no era experto, pero Jimin decía que no era nada lindo. Admiraba mucho más a Haye por todo eso.


Algunos la tuvimos relativamente fácil.


—No tengo mucho que decir salvo que era un estudiante muy aplicado —bromeé, ni siquiera sabía cómo rayos me había graduado—. Pasaba desapercibido, aunque era de los mejores de la clases, eh, era tan pero tan bueno en inglés.


En mis sueños.


Haye resopló, dándome el privilegio de oír una de sus encantadoras carcajadas —maldición, como me gustaba oírla reír— y procedió a mirarme con una de sus cejas levantada.

 
—¿En serio? —cuestionó de manera acusatoria, dejando en evidencia mi inocente mentira—. Seulgi dijo que eras un patán y que no le agradabas, ¿qué tienes que decir al respecto?

 
Ah —suspiré, sonriendo al recordar que en nuestros primeros años como compañeros, Seulgi y yo realmente no congeniábamos—. Seulgi siempre tan...dulce.


Sabía que en el colegio no era el tipo más agradable, pero era sencillamente porque no me gustaba la atención que recibía. No me molestaba llamar la atención por algún logro, uno mío, propio, sin embargo, la razón por la que muchos trataban de acercarse a mí, era por mi familia. Mi familia tenía dinero, y eso, era lo más importante para muchos, por eso prefería mantener mi círculo de amistad más bien reducido. Seulgi creía que yo era engreído por esa razón, ella pensaba que sólo trataba de hacerme el interesante o de darme importancia, pero no tenía nada que ver con eso. Siempre odié que la gente no pudiera ver más allá del éxito de mis padres y de mi familia en general. Además, tampoco era la persona más extrovertida en ese tiempo, aún no lo era, pero hacía el esfuerzo.


—De acuerdo, no era bueno en inglés —concedí, y ella rió, ah...adorable—, pero el odio de Seulgi hacia mi era totalmente injustificado...en cualquier caso, ella era la desagradable, yo sólo era ¿reservado?


Bah, ¿quién lo diría?


—Tampoco era aplicado, sólo lo suficiente para no reprobar.


—Y supongo que tampoco pasabas muy desapercibido ¿no? —adivinó, con una pequeña sonrisa de suficiencia.


Nah, pero no porque no quisiera.


—Atraías a la gente con tu encanto natural —bromeó ella.

 
Ojalá.

 
Antes de que la gente supiera de que familia provenía, nadie se percataba de mi existencia. Era una escuela privada, a excepción de los chicos que estudiaban con becas, ninguno de mis compañeros tenía problemas económicos, por el contrario, pero aún así, mientras más tenías, más importante te volvías. A nadie le importaba quien era yo hasta que se enteraron de quienes eran mis padres, entonces, puf, por arte de magia, todos me conocían, sin embargo, yo había disfrutado más del tiempo en el que nadie me daba ni la hora.


—Puede ser, si con encanto natural te refieres al dinero de mis padres —expliqué superficialmente—, ese pequeño detalle atrae a la mayoría de las personas, nunca falla.


Mh —Haye frunció sus labios, arrugando ligeramente su nariz, como si estuviera en desapruebo—. Tal vez tienes razón, pero no me creo que todos quisieran acercarse por ese motivo. Estoy segura de que muchas personas se interesaban en ti por...bueno, por ti.


Por supuesto que ella creería eso, al parecer a Haye siempre trataba de ver lo bueno en las personas.


—De todos modos, lograste hacer buenos amigos ¿no? digo, los chicos del otro día se veían...¿decentes?


Decentes, sonreí al escuchar la elección de sus palabras y asentí con mi cabeza.


—Sí, son bastante decentes —al menos la mayor parte del tiempo—. Nos conocemos desde niños, creo que más de diez años, son buenos amigos.


Wow ¿diez años? —cuestionó con asombro—. Eso es mucho tiempo.

 
Sí, lo era, los había conocido antes de mudarme a Seúl, cuando estudiaba en Busan. Sorpresivamente nuestra amistad había perdurado, supongo que porque sabía que podía contar con ellos. Confiaba en esos chicos porque prácticamente me había criado con ellos, nunca me habían tratado diferente por mis padres, la verdad, a ninguno de ellos le importaba si tenía dinero o si vivía en la calle. Eso me gustaba, además jamás me habían dado motivos para desconfiar. Podían ser un dolor en el culo, pero eran leales.

 
—Y, uhm...hablando de amigos —añadió Haye, aunque esta vez mostrándose un poco titubeante—. No tienes que responder si no quieres, pero...el chico de hace un rato...

 
Doyoung.


Ah, lo había olvidado. Bueno, aunque en estos momentos hablar de ese imbécil no me mataba de felicidad, ya se me hacía raro que Haye no hubiese hecho ninguna pregunta. Yo las habría hecho en ese mismo instante, Haye era mucho más prudente que yo.


¿Sí? —pregunté, incitándola a continuar. Me gustaba que dijese lo que estaba en su mente, por lo general creía que se dejaba muchas cosas para ella.


—¿Él y tú eran...amigos? —curioseó, mordisqueando sutilmente su labio inferior.

 
Éramos amigos, o al menos eso creía yo, aunque mirando hacia atrás, habían muchas cosas que debieron advertirme que en realidad esa amistad era unilateral. Doyoung parecía ser un chico muy decente y confiable, y tal vez lo había sido en algún punto, no podía decirlo con certeza, pero se había llenado de resentimiento, eso lo había llevado a hacer cosas bastante jodidas.


—Sí —respondí vagamente, quitando el cabello que seguía colándose frente a mis ojos—. Sí, algo así. Fuimos cercanos en algún momento.


Me fastidiaba incluso recordar que por un tiempo había confiado en ese pedazo de mierda. Yo definitivamente no solía tener la capacidad de detectar a las personas nocivas y con malas intenciones.


—Y supongo que fue una amistad que no acabó precisamente bien —acertó, mirándome de costado.

 
Hoy había tomado todo de mí para no romperle la maldita cara después de decir toda esa basura en la tienda, aún sentía mis manos cosquillear con ansias al recordarlo. Doyoung y yo no estábamos en buenos términos y nunca lo estaríamos.


—No, Doyoung no es alguien a quien querrías tener de amigo —y eso era quedarse corto—. Cuando llegué, estabas hablando con él —recordé, encontrarnos con él en esa tienda fue una coincidencia más que desafortunada, y el hecho de que él se acercase a ella lo había vuelto mucho peor, no tenía ganas de hablar sobre eso, pero tenía curiosidad sobre algo—. ¿Qué fue lo que te dijo?


—Fue muy raro, se me acercó diciendo que le parecía linda —me contó ella, haciendo una divertida mueca de disgusto—, luego trató de entablar una conversación, pero le dije que estaba con alguien, tú llegaste justo en el momento en el que estaba por irse. Su cambio de actitud fue algo muy repentino, me asombró porque de verdad lucía inofensivo, incluso me sentí mal por rechazarlo, ugh.


Por supuesto. Doyoung se había sentido atraído físicamente por Haye, ella había llamado su atención, eso no me sorprendía, pero tenía la teoría de que sólo había sido un cretino con ella porque estaba conmigo. Si hubiese sido cualquier otra persona probablemente no le habría importado y desde luego que no habría actuado de la manera en la que lo hizo, porque era un doble cara de mierda. Le gustaba mantener las apariencias, parecer un chico bueno, sin embargo, el deseo que tenía por joderme la existencia por lo general sacaba su verdadera personalidad.


—Hiciste bien —la felicité, sonriente, complacido con su respuesta. De hecho, esperaba que siguiera rechazando idiotas—. Hiciste muy bien, Haye.


—Sí, ahora lo sé, ese tipo era un verdadero idiota —agregó—, pero creo que es bastante bueno ocultándolo, así que cuéntame ¿qué fue lo que hizo que te dieras cuenta de que era una basura?

 
Haye estaba siendo dura, el imbécil de Doyoung le había faltado el respeto y con justa razón se había ganado su odio, y personalmente me gustaba ver este lado de ella, no se estaba mordiendo la lengua.


—Supongo que el hecho de que era un imbécil conflictivo e irrespetuoso debió de darte una pista —finalizó, con sus mejillas más coloradas.


—Eso —confirmé, sin poder evitar sentirme satisfecho con sus declaraciones—, y también el hecho de que durmió con mi ex novia, cuando aún era mi novia.

 
La sonrisa de Haye desapareció simultáneamente al oír mis palabras y la expresión de espanto y desconcierto fue más que evidente.


—¿Desconcertante, no? sí, fue algo insólito ¿por qué alguien querría engañarme? lo tengo todo, no tiene ningún sentido —jugué, tratando de cambiar esa expresión en su rostro.

 
Había llegado a un punto en el que podía bromear al respecto, eso era mucho mejor que sentir que se me caía el mundo. Me había tardado, pero era bueno haberlo superado.

 
—No, no lo tiene —musitó en voz muy baja—. Lo siento, digo...lamento que eso haya sucedido, no debió ser fácil para ti.


Oh.

 
No, no lo había sido, pero nunca había hablado mucho al respecto, sólo con Seulgi, después de eso me había pasado los siguientes años reprimiendo todos mis sentimientos.


—Fue difícil —afirmé, rascando la parte de atrás de mi cabeza—, pero lo superé.


—Aún así, tú...—Haye abrió la boca, pero rápidamente volvió a cerrarla, arrepintiéndose de decir lo que sea que fuese a decir.


—¿Yo qué? —insistí, no iba a quedarme con la duda—. No te cortes, quiero saber lo que pasa por esa cabecita tuya.

 
Quería conocer a Haye, pero también quería que ella me conociera. Le diría lo que ella quisiera saber.


—¿Tú...—sus ojos se entrecerraron ligeramente y ella nuevamente volvió a vacilar antes de finalmente preguntar—, estabas enamorado de ella?


Vaya.
Que pregunta.


Haye era inocente, no me sorprendía que su pregunta estuviese enfocada en mis sentimientos, seguramente esa era su forma de entender un par de cosas.

 
—Sí —admití, no podía negar esa verdad—. Eso creo, tenía diecisiete años, no creo haber sabido con exactitud lo que era estar enamorado, pero...imagino que sí.


—Eso apesta —se le escapó, arrepintiéndose automáticamente—. Digo, no que te sintieras de esa forma, sino lo que ella hizo.


—No fue uno de los mejores momentos de mi vida, pero...no lo sé, creo que lo merecía.


—¿Qué? —su entrecejo se frunció y ella me miró como si estuviese a punto de regañarme—. ¿Por qué merecerías algo así?

 
Uy, Haye molesta, eso era nuevo.

 
—Tampoco fui el mejor de los novios —mencioné, encogiéndome en mi lugar—. Mi madre había muerto y yo no podía pensar en nadie más que en mí. Ella me pidió que no la apartara, dijo que estaría ahí para mí, pero yo sentía que debía estar solo, así que me alejé. La abandoné, así que no puedo culparla por involucrarse con otro, eso sería hipócrita de mi parte.

 
Era capaz de aceptar que tenía cierta responsabilidad, nunca había dejado de pensar que yo había empujado a Sowon a hacer eso. Incluso después de enterarme de que estuvo con Doyoung, no pude alejarme completamente de ella, no pude odiarla, porque me sentía igual de responsable. Quería mantenerla cerca porque creía que tal vez algún día podría olvidarlo, creía que tal vez podíamos solucionarlo y volver a estar juntos, lo cual había sido un gran error. Pretender no había servido de nada, sólo había terminado por arruinar más las cosas. Cuando algo así se rompía, luego simplemente no había forma de volver a repararlo.

 
Ahora lo entendía.

 
—Jeongguk —suspiró Haye, sacudiendo suavemente su cabeza—, tú madre había muerto, por supuesto que querrías aprender a lidiar con ese dolor, sufriste una perdida, necesitabas tiempo para adaptarte a lo que estaba sucediendo, pienso que cualquier persona que realmente te quisiera lo habría entendido.


—Sí, pero...


—No, no merecías que tu novia durmiera con tu amigo por eso, así que no lo repitas, tampoco lo piensas. Nunca. La única cosa que cualquiera en tu situación podría haber merecido es comprensión, apoyo y montones de amor. Y lo mínimo, respetar tus tiempos y tu espacio. Ah. y si piensas lo contrario, vas a discutir con mi mano.


Bueno...mierda.
Eso se había sentido como una patada en el estómago.


¿Por qué?
Porque era malditamente cierto.

 
Tenía la mala costumbre de excusar al resto y de poner la carga más pesada sobre mis hombros, siempre responsabilizándome por cada cosa mala que me pasaba. Y que pasaba. Haye tenía razón, no creía ser ninguna víctima, pero tampoco era responsable de los errores de alguien más. Para empezar, lo que yo hice, nunca fue con la intención de dañar a nadie, pero lo que me hicieron...de eso no podía decir lo mismo. Mierda, ¿qué clase de nueva realización había sido esa? Si antes creía que esta chica había llegado a mi vida por un razón, ahora lo confirmaba. Ni siquiera me importó que básicamente acababa de reprenderme, es más, me sentí extrañamente emocionado al escucharla decir sin detenimiento lo que cruzaba por su mente.

 
¿Por qué, maldita sea, no la había conocido antes?

 
—Lo siento, pero dijiste que seríamos amigos, y como amiga soy muy honesta —continuó, ah, no esa palabra.

 
Quería ser su amigo sólo si éramos amigos cercanos.
Muy cercanos.

 
—Y lo siento de nuevo, pero si vuelves a decir que mereces algo así de malo, voy a golpearte —amenazó, tomándose la libertad de mirarme completamente sin disimulo—, o al menos lo intentaré.

 
Mh, realmente me gustaría ver eso.

 
Carajo, ¿lo había dicho en voz alta?


—No me subestimes —advirtió, con una sonrisa volviendo a asomarse en sus labios—. Y con respecto a lo que sucedió en la tienda, quería decirte que...


—Debió ser muy abrumador para ti, no debí reaccionar de esa forma, fue un drama totalmente innecesario—la interrumpí, ya me había disculpado, pero no podía dejar de pensar en que no era suficiente—. ¿Fue como ir al circo, no?

 
—No —negó tajante, comenzando a jugar nerviosamente con sus dedos—. Pienso que las cosas suceden por una razón, todo lo que sucedió hoy nos...uh, trajo a este momento y, no lo sé, es importante para mí, siento que...conocí un poco más de ti —expresó, agachando la cabeza, tratando claramente de ocultar su repentina timidez, demonios, no era posible que alterara todo en mi jodido ser sólo con un simple gesto—. De alguna forma, siento que me acercó más a ti.


No, no era bueno que me dijera esas cosas, mucho menos ahora.


Debía acostumbrarme a la idea de ser amigos, no podía desear nada más, no hasta que solucionara mis malditos problemas, pero...demonios, si ella decía ese tipo de cosas, lo complicaba todo, sólo me provocaba querer lanzarlo todo a la mierda.

 
—¿De verdad? —pregunté ahogadamente, ¿realmente había estado aguantando la respiración? ¿en que momento me había vuelto tan débil?


—asintió, alzando su rostro y permitiéndome ver como sus mejillas se volvían paulatinamente más y más rosadas—. ¿Sabías que cuando te alteras...—Haye se inclinó ligeramente en mi dirección, trazando con su dedo indice un pequeño patrón desde el lóbulo de mi oreja hasta un punto medio en mi cuello—, se marca una vena aquí?


Santa.
Mierda.
Creo que estaba comenzando a tener un ataque al corazón.

 
No podía tocarme, tan malditamente bien como tener sus manos en mi piel se sentía, no podía hacer eso, no era tan jodidamente fuerte.


Carajo, ella no estaba quitando su mano.


Mi corazón se estrelló en mi pecho debido a esa nimiedad, y toda mi piel se estremeció, Haye no tenía ni puta idea del efecto que esa insignificante acción podía causar en un hombre, o al menos en mí. Nunca había sido tan consciente de su proximidad como ahora. Por lo general era yo quien se acercaba más allá de lo debido, y aunque estaba seguro de que ella no lo había hecho con ninguna intención detrás, de todos modos me afectó, mucho. Sentir la cálida piel de sus dedos acariciando un lugar tan sensible como lo era mi cuello, simplemente era más de lo que podía soportar.


Hombre, ella me estaba dando mucho crédito.


Sentía que el maldito corazón se me iba a salir del pecho, podía oír los latidos retumbar en mis oídos. Estaba tan arruinado. Apenas me había tocado y había conseguido hacer que me estremeciera. Su aliento cálido cosquilleó en mi oreja, y yo tuve que cerrar los ojos y agarrar su mano para detener ese inocente movimiento. Tenía que ser fuerte, pero el deseo de besarla comenzaba a ser sofocante.


La otra noche, tenerla tan cerca, sentir sus labios rozando los míos, se había sentido tan condenadamente bien, había sido...todo. Sin embargo, tener que haber hecho uso de todo mi autocontrol para alejarme, definitivamente no había sido divertido. Se había sentido como ser despojado de un órgano vital, así que ahora, debía poner distancia entre nosotros antes de llegar a ese punto, sabía que esta vez no iba a ser capaz de detenerlo. Lo anhelaba demasiado.


—¿Eso...te asustó? —pregunté, aún sosteniendo su mano delicadamente, volviendo mi rostro en su dirección.


Mala idea, ahora podía ver su precioso rostro observar fijamente el mío. Haye no respondió, así que rápidamente agregué.

 
—Porque no debes tener miedo de mí —aseguré, quitando con suma lentitud su mano.


Ah, pero en el momento que dejé de sentir su tacto, comencé a echarlo en falta.


—Lo sé —murmuró, echándose hacia atrás, posiblemente percatándose de que tal vez acercarse tanto no había sido una muy buena idea—. Uh, y no te lo dije antes, pero gracias por defenderme —agregó, acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja antes de volverse en su lugar y mirar el cielo estrellado.


Haye apoyó la palma de sus manos en el césped y sostuvo su cuerpo con la fuerza de sus brazos, inclinándose ligeramente hacia atrás. Y yo no tuve otra opción que no fuese la de admirarla. No sabía que me pasaba, pero me quedaba idiotizado con todo lo que hacía, con cada una de sus palabras, con cada uno de sus movimientos. Estaba fuera de mí mismo.


—No me agradezcas —pedí, imitando su acción. Hoy había actuado muy imprudentemente, no me sentía orgulloso de ello—. No quería que las cosas resultaran como lo hicieron.


—No estuvo tan mal —opinó, mordiendo el interior de su mejilla antes de proceder—. Supongo que así es como debía ser. De todos modos, gracias, yo...ahora siento que puedo confiar en ti.

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