❛ 17 . 2 ❜
U N P L A N N E D
diecisiete, parte dos.
❀̸
❛ 𝓒omienzo de
temporada ❜
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
❝ Se dice que con cada hombre
hay una como tú. ❞
ㅡMi Historia Entre Tus Dedos, G.G.

04 DE FEBRERO, 2019
23:33 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ LA DECLARACIÓN "he estado pensando en cosas que probablemente debería decirte" abrió frente a mí un mundo de posibilidades, algunas de estas buenas, otras malas, y otras horrorosas. Frente a esa posibilidad, pensé que tal vez lo mejor era vivir en la ignorancia, mi autoestima no iba a soportar un golpe como el de la otra noche, pero...¿por qué seguía sosteniendo su mano? ¿por qué seguía permitiéndole acercarse tanto? maldita sea, acababa de descubrir que tenía cero autocontrol. No era posible que me gustara tanto como para estar actuando de esta manera.
Debería querer esto. Debería querer dejar todo en claro, escuchar lo que él tenía para decir y así terminar de una vez con esta incertidumbre, pero no, no lo quería porque de cierta manera, me asustaba oír lo que —muy en el fondo— sabía que probablemente esto entre nosotros era: un juego. Un juego que yo malinterpreté. En el cual yo me confundí. Y por el cual ahora no la estaba pasando precisamente muy bien.
Agh, diablos, ¿por qué era tan ilusa? esto se me advirtió, se me advirtió desde el primer momento, debí ser más lista y no dejar que él despertara estas emociones en mí.
—Te tensaste —advirtió Jeongguk, suavizando su agarre en mi mano—. Tal vez no quieres escuchar lo que quiero decirte.
Tenía razón.
Mi mirada cayó a nuestras manos unidas y la visión me descoló un poco, lo suficiente para detenerme un instante a pensar en: ¿qué diablos? ¿cómo era que había terminado en esta situación? hace menos de un mes lo más cerca que estuve de un chico fueron los abrazos de Yeosang, y ahora...estaba aquí, siendo tomada de la mano por el chico que me hizo pasar una de las situaciones más vergonzosas de mi vida. Y a quien yo traté de besar, YO. ¿Qué demonios había en el aire de Corea que de pronto me encontraba haciendo cosas que nunca antes me planteé siquiera hacer?
—¿No me dirás nada? —preguntó.
—Tienes razón —acepté, tragando lo que sea que estuviera obstruyendo mi garganta—. Tal vez no quiero. No ahora, al menos.
Jeongguk asintió suavemente, sin dejar de juguetear con mis dedos. —¿Piensas que es malo?
—Dudo que sea bueno —me encogí de hombros—. En verdad no me gustan estos juegos.
—¿Crees que estoy jugando?
—No tengo ni la más mínima idea de qué es lo que estás haciendo.
Una atisbo de sonrisa tiró de la comisura de sus labios al oír mis palabras, aunque no estaba precisamente tratando de sacarle una sonrisa. —En serio eres...honesta.
—Y tú ambiguo.
Jeongguk frunció ligeramente el ceño cuando me oyó, con una expresión en el rostro que reflejaba que no estaba de acuerdo conmigo. —Yo diría que he sido muy claro.
—Y yo diría que has sido muy contradictorio.
Él sabía que no podía debatirme con respecto a eso, y es que decir que era una contradicción andante sería un eufemismo. —Supongo que eso no te gusta.
—Me es irrelevante —mentí, lo odiaba—. Tú puedes hacer lo que quieras, no tiene nada que ver conmigo.
—¿No?
—No.
—Está bien.
—Sí, bien.
—Mh.
—¿Qué?
—Nada —simplificó a secas.
—Dime.
—Da igual.
—¿Y por qué parece que te enfadaste?
—No me enfadé.
—Pusiste cara larga —señalé y él resopló.
—No.
—Era una observación, no una pregunta.
—Vale.
—Oye, que pesado.
—¿Por qué? ¿No se me permite enfadarme?
—Entonces sí estás enfadado.
—Haye.
—¿Y exactamente por qué estás enfadado, hm?
—Porque soy ambiguo. Y no soy tu tipo.
¿Huh?
—¿Qué...?
—Me oíste —bufó—. Soy ambiguo y no soy tu tipo.
—¿Mi tipo...? —vale, no estaba entendiendo nada, pero el gesto de infantil enojo en su rostro era divertido—. ¿Y eso qué tiene que ver?
—Seulgi dijo que yo era tu tipo.
¡¿Qué?!
Nope, de ninguna manera, Seulgi no diría eso así que no era momento de entrar en pánico...aún. —No es verdad, ella no diría...¿por qué siquiera hablarían sobre eso?
—Porque ella piensa que podría llegar a gustarte.
—Ya, eso es ridículo —negué, medio riendo de los puros nervios—. Ni siquiera tengo un "tipo".
—Sí lo tienes, te gustan los chicos que no son ambiguos ni se contradicen.
Ah, con que de eso se trataba. —¿Y por eso la cara larga?
—Duele ilusionarse.
¿Él realmente acababa de decir...?
¿Se estaba burlando de mí?
—Eso es pasarse —manifesté, virando mis ojos.
—Era en serio.
No, no lo era, y lo único que reaccioné a hacer fue mirarlo mal.—¿Por qué sigues diciendo esas cosas? —le cuestioné, tenía que detenerse—. No es divertido.
—No estaba tratando de ser divertido.
—¿Y qué es lo que estás tratando de hacer, huh?
—Estoy tratando de...
—Un técito de manzanilla para la enfermita —cantó Seulgi, anunciando su entrada en lo que Jeongguk, literalmente, dejaba ir mi mano con una rapidez pero impresionante, soltándome y apartándose de mí como si tuviera alguna enfermedad contagiosa o algo.
Nuevamente, eso era pasarse.
Como sea, supongo que era bueno que tuviera esos reflejos —y ese miedo por ser descubierto— porque de otro modo Seulgi nos hubiera encontrado tomados de la mano, habría hecho preguntas y, muy posiblemente, un escándalo, y no gracias. Aún así...tampoco tenía que alejarse de mí como si fuera la peste.
Si tanto le asustaba que Seulgi se percatara de lo que sea que estuviera haciendo conmigo, entonces podía simplemente detenerse. O tú podrías pararlo, me recordó la voz de mi consciencia, y sí, supongo que eso también podría servir.
—¿Quieres algo más? —ofreció Seulgi, tendiéndome cuidadosamente la taza—. No sé qué otra cosa sea buena para el dolor de estómago.
—El jengibre —recomendó Jeongguk—. Mi abuela me hacía infusiones de jengibre cuando me dolía el estómago, decía que era bueno.
—¿Tenemos...? —me preguntó Seulgi, yo negué—. Le
preguntaré a la señora Choi, siempre tiene de todo.
Seulgi se levantó rápido y antes de que pudiera decirle "no te preocupes, no es necesario", ella ya se encontraba golpeando la puerta de nuestra vecina.
—Lo siento...por lo de recién —se disculpó Jeongguk, en voz baja, rascando la parte trasera de su cabeza—. Fue un impulso.
—Da igual, sólo...ya no sigas haciendo eso.
Él titubeó. —¿Tomarte la mano?
—Sí, eso...y todo lo demás.
Jeongguk hizo un puchero, el muy manipulador. —Pero me gusta tomarte la mano.
—Seguro también te gustará tomársela a alguien más.
Él sacudió su cabeza. —No.
—Si no puedes tomar mi mano frente a mi mejor amiga, entonces no puedes tomar mi mano y ya.
Jeongguk hizo un mohín, asintiendo de mala gana. —Es justo.
—Sí.
—¿Y quieres eso? —inquirió—. ¿Que tome tu mano frente a Seulgi?
Sí.
Digo, no, claro que no.
Agh, no tenía idea.
—¿Acaso no ves que estoy enferma? no me hagas esas preguntas estando enferma —protesté, cruzando los brazos sobre mi pecho. Hoy no iba a hacer ninguna declaración de la cual pudiese arrepentirme después.
—Pero no podré dormir si no me dices.
Sí, claro. —Te olvidarás de esta conversación cuando atravieses esa puerta.
Así era, él decía y hacía cosas que se incrustaban en mi mente, no podía sacarlo de mi cabeza, y luego él sólo se iba y seguía con su vida mientras que yo me la pasaba dándole una y mil vueltas a cada cosa dicha y hecha.
—¿Así es para ti? —cuestionó, y yo me encogí de hombros, no iba a admitir que no lograba sacarlo de mi sistema incluso cuando no estaba aquí.
—La señora Choi nos dio todo esto —regresó Seulgi con una sonrisota en el rostro—. Dijo que el té de menta también es bueno para las molestias, es una linda. ¿Y tú no piensas irte a tu casa? —se dirigió a Jeongguk, sutil.
—No, me quedaré cuidando a Haye —respondió Jeongguk, fastidiándola—. Le haré compañía en la noche.
—Ja, ja, muy divertido —Seulgi viró sus ojos—. Primer consejo: si quieres una oportunidad con esa chica que tanto te gusta, entonces no hagas bromas sobre hacerle compañía en la noche a otra chica.
Oh.
Bueno, ahora sí quería vomitar.
—Que discreta, eh —Jeongguk resopló, poniéndose de pie—. Ese era un secreto, por cierto.
—Por favor, ni que Haye fuera a divulgarlo.
—Bocona, ¿no quieres decírselo también a la señora Choi, hm?
—¿Qué? ¿te da vergüenza? —se burló Seulgi—. Te pusiste colorado.
—¿Vas a seguir?
—Venga, no te aflijas, hasta a los chicos como tú les llega la hora en algún momento —lo molestó Seulgi, enterrándole los dedos en las costillas para obligarlo a hacerlo sonreír por las cosquillas—. La temporada de "amores tormentosos" ya acabó y la de "nuevos amores" comenzó. Me parece que eso merece una celebración.


05 DE FEBRERO, 2019
03:49 am.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ NO PODÍA DIFERENCIAR la realidad de los sueños la mayoría de las veces, no era fácil lograrlo cuando todo se veía y se sentía tan real, sin embargo, en esta ocasión no me tardé en adivinarlo, ¿por qué? pues porque todo era tan jodidamente perfecto e ideal que no podía ser otra cosa más que un sueño. Y porque, al parecer, en mi imaginación era el único lugar en donde podía tener a Haye.
Dios, estaba mal, tan mal que no lograba librarme de su presencia ni siquiera en sueños. Ahora no sólo pensaba en ella despierto sino que también dormido, ¿en qué momento me convertí en esta cosa toda patética? Lo peor de todo era que no sólo estaba pensando en ella, mi traidor subconsciente lo llevaba cada vez más lejos y ahora se estaba creando un sinfín de escenarios que se sentían tan malditamente reales que seguramente iban a atormentarme en la mañana cuando abriera los ojos y comprobara que efectivamente todo había estado en mi cabeza.
Ah, pero ahora...se sentía bien.
—Abrázame —pidió Haye en el tono de voz más dulce y cariñoso de todos, bueno, la Haye de mis sueños; recostada en mi cama y acurrucando su pequeño cuerpo contra el mío. Mierda, teníamos que estar en mi cama.
Aclaración: no me estaba quejando.
Tal vez nunca podría tenerla realmente de esta manera así que instintivamente hice lo que me pidió, experimentando su cercanía y la calidez de su cuerpo como si ella en verdad estuviera aquí. Y, diablos, olía bien, incluso en mis sueños su aroma me resultaba embriagador. No era su perfume, ni su jabón, era simplemente ella. Me provocaba querer enterrar mi rostro en el espacio entre su hombro y su cuello cada vez que la veía justo por esa razón.
—Me gusta que me abraces —expresó de un modo que me resultó enternecedor, sosteniéndose de mi antebrazo que se encontraba rodeando su cintura. No podía ver su rostro, pero sabía que estaba sonriendo. Y también sabía que se veía preciosa haciéndolo.
Esto era cruel. A la Haye de mis sueños le gustaban mis abrazos; a la Haye de carne y hueso le fastidiaba que la tomara de la mano. Definitivamente si pudiera escoger, escogería quedarme aquí y ser feliz. Sostener a Haye entre mis brazos sonaba como el mejor de los planes en cualquier momento del día —y noche—, podía hacerlo felizmente durante mucho tiempo.
¿Podía besarla también?
Porque quería hacerlo, incluso si no era más que un producto de mi imaginación, necesitaba hacerlo. Llevaba días sin poder pensar en otra cosa, me cuestionaba el haber dado un paso atrás todo el maldito tiempo. Nunca había sentido esa urgencia ni ese anhelo por besar a alguien, pero últimamente la sola idea me obsesionaba. Y el no saber lo que ella pensaba o sentía me estaba volviendo loco.
—Oye —me despertó de mi ensoñación, removiéndose ligeramente en mis brazos hasta lograr verme de reojo, con su rostro inclinado apenas lo suficiente para mirarme a pesar de estar dándome la espalda—. El trato es que puedes besarme sólo después de cocinarme algo.
¿Qué carajos?
O esta Haye era increíblemente receptiva o me estaba leyendo la mente. Me gustaba, ojalá fuera así de sencillo en la vida real.
—Sería un trato más justo si te beso ahora y te cocino algo después —negocié, dándome a mí mismo el permiso de esconder mi rostro en el hueco de su cuello, haciéndola reír y estremecerse en cuanto mis labios, presionándose ligeramente sobre su piel expuesta, le hicieron cosquillas.
La repentina y alegre risita de Haye llenó mis oídos, y yo podía jurar que mi corazón se encogió dentro de mi pecho. No me gustó advertir que esto en verdad me estaba gustando. Mucho. Sólo es un sueño, me recordé, pero entonces Haye se volteó en su lugar, obligándome a aflojar mi agarre en su cintura porque ella quería verme.
—¿Y dónde quieres besarme? —preguntó, con ojos curiosos y mejillas rosadas. Y por supuesto que sólo existía una respuesta correcta para esa pregunta.
Mi vista cayó de inmediato a sus labios. Necesitaba dar ese paso aunque no fuera real. Nunca unos labios me habían resultado más tentadores y cautivadores, quería saber cómo se sentirían contra los míos desde que las palabras "hola, extraño" salieron de su boca. Pero, maldita sea, eso no era lo único que quería, y eso lo entendí cuando ella procedió a acurrucarse en mi calor, rodeándome con sus delicados brazos y enterrando su bonito rostro en mi pecho. En ese momento entendí que tenerla junto a mí, justo así, era algo que deseaba tanto como todo lo demás. No podía recordar cuándo fue la última vez que estuve así con alguna chica, no podía recordar cuando fue la ultima vez que quise sólo sostener a una chica. Esto era nuevo, pero podía admitir que me encantaba tenerla aquí conmigo, simplemente abrazándome. Y me "encantaba" no sólo como: "Oh, hay una chica preciosa en mi cama, presionándose contra mí, me encanta esto", era más como: "En serio me encanta lo que me hace sentir cuando la tengo a mi lado y me gustaría permanecer así por un buen, buen rato".
—¿Por qué tenías que aparecer ahora? —verbalicé la pregunta que en lo más profundo de mi mente, no dejaba de hacerme—. ¿Por qué no antes, hm?
Maldición, como me gustaría poder enamorarme de ella, como me gustaría poder ser ese chico que Seulgi describió; lástima que fuera tan condenadamente difícil para mí. Y ningún hombre que se sintiera culpable por sentir algo por ella, la merecía. Tenía que ser un hombre y aceptarlo.
—No estabas listo antes —replicó ella tranquilamente, descansando su mejilla en mi esternón.
No estaba listo ahora, fue el pensamiento con el cual desperté, sintiéndome acalorado y casi sofocado, ¿qué carajos? Me sentía desorientado, tan jodidamente desorientado que inconscientemente traté de tirar del cuerpo de Haye más cerca del mío, aferrándome inútilmente al vacío que había a mi lado. Mierda. Abrí los ojos, con una emoción desconocida bullendo en mi interior, una emoción que me alarmó en su ausencia, ¿dónde...?
Aún confundido, patéticamente tanteé a mi alrededor, esperanzado, y el no encontrarla por ningún lado fue el cruel golpe de realidad que no tenía ni puta idea de que malditamente necesitaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top