❛ 07 ❜

U N P L A N N E D
siete
❀̸
𝓒onfuso
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

❝ Mamá solía decirme que tuviera cuidado con los chicos, que el amor es como jugar con fuego, puedo salir lastimada. ❞

Playing With Fire, Blackpink.

26 DE ENERO, 2019
21:07 pm.


❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫

 
       SEULGI ERA POR NATURALEZA alguien puntual, así que no me sorprendió que siendo apenas sólo unos minutos pasado las nueve, ella ya estuviera en la puerta de mi casa, golpeándola escandalosamente para anunciar su llegada.


—¡Yo abro! —avisó Jimin, sospechosamente animado de tener que hacerlo. Nunca hacía nada voluntariamente y ahora estaba aquí ofreciéndose a abrir la puerta, ni siquiera trataba de disimular—. ¿Cómo me veo? —nos preguntó en voz baja, volteándose y enseñándonos su atuendo antes de hacer su próximo movimiento.


Taehyung lo inspeccionó. —Te ves como si hubieras bebido siete botellas de soju y hubieras llorado toda la noche por tu ex novia —replicó, encogiéndose de hombros.

  
Mingyu, quien había llegado hace un rato, soltó una burlona carcajada, al igual que Jaehyun y Yugyeom, yo sólo me limité a sonreír, divertido con la forma en la que el rostro de Jimin se desfiguró por un segundo por las palabras de Taehyung.

   
Jimin se había pasado la última hora tratando de eliminar cualquier rastro de su resaca para así poder verse "decente" cuando Haye llegara, y debía admitir que su actitud y todo ese esfuerzo que le puso al asunto sí me sorprendió, no esperaba que estuviera hablando en serio con respecto a ella.


Aish —gruñó Jimin, como siempre lo hacía cuando Taehyung lo sacaba de quicio, procediendo a hacer el ademán de golpearlo en la cabeza—. Duerme con un ojo abierto esta noche, idiota.

 
Taehyung sonrió complacido en su lugar y la situación se me hizo divertida porque estaba bastante seguro de que la sonrisa de mi amigo desaparecería en el momento que Jimin abriera la puerta.


—¿Quiénes vienen? —preguntó Eunwoo, viendo a Jimin hacer su camino hacia a la entrada.


Era sábado y ya era costumbre que cada condenado sábado alguno de mis amigos o en algunas ocasiones, todos ellos— se apareciesen en la puerta de mi casa. Algunas veces salíamos, pero la mayoría del tiempo nos quedábamos jugando videojuegos y comiéndonos toda la nevera.


A Mingyu le habían entregado su departamento hace apenas tres días y aquí estaba de nuevo. Jimin y Taehyung, ni siquiera sabía qué carajos hacían aún aquí, pero aquí estaban. Minghao, Eunwoo, Yugyeom y Jaehyun habían llegado hace menos de una hora, les mencioné que vendrían Seulgi y sus amigas a cantar karaoke con la intención de que se fueran, pero al parecer eso los motivó para quedarse, así que por segunda noche consecutiva, mi casa estaría repleta de personas.

 
Ni siquiera alcancé a responderle a Eunwoo cuando Seulgí apareció en la escena, saludando a todo el mundo, desbordando energía.


—¡Hola! ¡Hola a todos, amigos míos...! —exclamó Seulgi, sonriendo feliz y abiertamente hasta el momento en el que sus ojos se posaron sobre Jaehyun—. Oye, pero ¿qué hace él aquí?


—¿Acaso no es mi chica favorita? —cuestionó Jaehyun irónicamente, sonriéndole a Seulgi con socarronería

 
Seulgi y Jaehyun salieron por unos tres meses cuando aún íbamos a la escuela, unos meses antes de que Seulgi comenzara a salir con Yoongi, y no estaba seguro de porqué, pero no terminaron en buenos términos, tristemente para ellos, ambos eran mis amigos, así que tuvieron que aprender a tolerarse y convivir juntos...o algo así.


—Tú no comerás de mi pizza —aclaró Seulgi, dirigiéndose a Jaehyun.

 
—Ya, compórtense —mandé, poniéndome de pie al ver que Dani venía cargando cuatro cajas de pizza.


Apenas alcancé a dar un paso cuando a mi amigo se le ocurrió la misma idea. Taehyung se me adelantó y corrió a ayudarla, por supuesto. Aún así me acerqué a la puerta, Haye venía cargando dos botellas de bebida, tenía la intención de ayudarla, pero Jimin se apresuró en quitarle el peso de los brazos.


—Déjame, yo me encargo de esto —se ofreció Jimin, cargando las botellas hacia la mesa del comedor. Haye le respondió asintiendo con su cabeza y sonriéndole de manera agradecida.


Ah, Jimin el caballero.


—Déjame ayudarte —le pidió Taehyung a Dani, tratando de tomar las cajas de sus manos.


—Oh, no te preocupes, yo puedo —aseguró ella—. Ve a ayudar a tu novia, viene con las otras bebidas.


El ceño de Taehyung se frunció en confusión de manera automática frente la mención de la palabra novia.


—¿Quién? —preguntó él al instante.


Yiren —canturreó con obviedad—. Ya debe de venir por ahí, estaba estacionando su auto —respondió una sonriente Dani—. ¿Ves como si pienso en ti?


Taehyung había correspondido el beso de Yiren, se arrepentía de haberlo hecho porque a quien él quería era a Dani, y ahora Dani había invitado a Yiren esta noche para que Taehyung pudiera estar con ella. Vaya, y yo que creía que mis relaciones eran complicadas.


—Ve a ayudarla, debe de venir muy cargada —sugirió Dani, guiñándole un ojo a Taehyung de manera sugestiva.


Ella realmente estaba poniendo mucho esfuerzo en eso de pretender estar de acuerdo con que Taehyung estuviera con otra chica, y yo sólo podía pensar en lo complicadas que podían llegar a ser las mujeres cuando se lo proponían.

 
Taehyung resopló. —Dios, esa chica va a llevarme a la tumba —masculló entre dientes cuando Dani estuvo lo suficientemente lejos.


Estaba claro que no le hacía mucha gracia la presencia de Yiren esta noche, pero de todos modos salió a encontrarla en caso de que de verdad viniera cargando con muchas cosas.


—Uh, eso fue extraño —comentó Haye, y yo estuve de acuerdo.

 
Su dulce voz me trajo de vuelta a la realidad y despabilé para poder observarla, disimuladamente, claro. Esta vez, a diferencia de la otra noche, venía muy abrigada. Traía un abrigo bastante grande, se veía incluso más pequeña en él. También llevaba guantes y una bufanda, la cual desenrolló de su cuello con cuidado cuando estuvo finalmente dentro de la calidez del lugar.


Era muy molesto, pero sentía que se volvía más y más bonita cada vez que la veía.


—Olvidé traer tu chaqueta —agregó al instante, luciendo algo mortificada por esa nimiedad—. Lo siento, la traeré la próxima vez que...


—Está bien —sacudí mi cabeza, no importándome en lo absoluto esa chaqueta—. Uhm, no iba a usarla de todos modos.


Pero era la excusa perfecta para que ella tuviera que volver aquí. No, Jeongguk, basta, me reprendí a mí mismo.


—¿Es cierto que Dani invitó a Yiren? ¿O sólo le estaba tomando el pelo a Taehyung? —pregunté.

 
—Es cierto —afirmó Haye, con una pequeña sonrisa tironeando de la comisura de sus labios—. Creo que se está esforzando demasiado en demostrar que no le importa.


—Siempre ha sido así —le conté.


—Pero no tiene sentido, ¿O sí? —preguntó en un susurro, como si temiera que alguien más la escuchara—. Si Dani lo quiere, ¿Por qué finge que no?


—Porque es orgullosa.


Y porque demostrar interés, preocuparse por alguien abiertamente podía significar muchos problemas, pensé, pero no lo dije. El querer a alguien podía convertirte en una persona vulnerable, la mayoría del tiempo las relaciones amorosas no terminaban bien y siempre había una persona que sufría más que la otra. En las relaciones de Dani, ella siempre había sido esa persona.


—Además, la historia de Dani y Taehyung es un poco complicada —agregué, aunque decir un poco era definitivamente un eufemismo—. Son como ver un drama televisivo.


—Oh, ya lo creo —concedió, acomodando naturalmente un mechón de su cabello detrás de su oreja y sonriendo de esa adorable forma en la que ella lo hacía.

 
De acuerdo, realmente necesitaba dejar de admirar —y de babear— por todos lo que hacía.


—Jeongguk, Seulgi necesita tu ayuda —escuché a mis espaldas la voz de Jimin—. Me pidió que te llamara.

 
Las probabilidades de que eso fuera cierto eran casi inexistentes, estaba seguro de que esa era su sutil forma de sacarme de la escena para quedarse a solas con Haye. Y sí, confirmé mi teoría cuando me hizo una seña con los ojos.

Y bueno,
¿Quién demonios era yo para interponerme en su camino?

  
—Puedes colgar tu abrigo aquí si quieres —le mencioné a Haye antes de retirarme—. Y adelante, siéntete como en tu casa.






















🥀
























           CREÍ QUE ESTA NOCHE sería divertida, sin embargo, ni siquiera el hecho de que les estaba dando paliza a los chicos en el karaoke —como siempre— me hacía sentir complacido. Y eso me fastidiaba aún más porque yo era el único que no se la estaba pasando bien, de hecho, todos parecían estar pasándosela de maravilla.


Por lo general era divertido escuchar a los chicos aullar y humillarse gratuitamente, pero hoy estaba fuera de mí mismo, en verdad quería concentrarme en el juego, quería reírme de las idioteces que decían los chicos y de los espectáculos que armaban Seulgi y Dani cada vez que era su turno de cantar, pero toda mi atención no dejaba de regresar una y otra vez a donde se encontraban Jimin y Haye charlando.

  
Adiviné que ambos tendrían muchas en común, después de todo compartían la misma pasión por la danza, ellos eran parte del mismo mundo, pero creo que no imaginé que congeniarían tan bien. Y sabía que no debía importarme, pero no podía engañarme a mí mismo, eso no me estaba agradando.


Me había gustado esa conexión que tuvimos Haye y yo la noche que nos conocimos, y tal vez, no, seguramente me afectó más a mí que a ella, pero...de todos modos, no quería que Jimin también sintiera esa conexión. Ah, ¿Qué estaba diciendo? ¿A quién diablos quería engañar? Si lo que más me enojaba de todo esto, era que mientras más los veía juntos, más y más me convencía de que esa "conexión" había estado sólo en mi cabeza.

 
Ellos no se habían despegado el uno del otro en ningún momento, y Haye lucía verdaderamente cómoda hablando con él, la linda sonrisa en su rostro no desaparecía y con él se veía animada, relajada.


—Jeongguk, es tu turno —indicó una animada Yiren, tendiéndome el micrófono.

 
Ya no tenía ganas de cantar.

 
—Paso —repliqué, bebiéndome de un sorbo el resto de mi bebida—. ¿Podemos hacer otra cosa?


Sí, ya toca batalla de Just Dance —sugirió Yugyeom animadamente antes de que alguien pensara en algo más, y por supuesto que diría eso, si fuera por él, se pasaría todo el día bailando.

 
Pero era una buena idea, le concedería eso, no había forma de que Haye no quisiera jugar eso, ¿verdad? Hoy no me sentía precisamente afortunado, pero por la forma en la que la cabeza de la susodicha se volteó hacia la gran pantalla, con una gran sonrisa dibujada en los labios ante la sola mención del juego, pude suponer que mis suposiciones eran acertadas.


—Esta vez sí patearé tu trasero —le prometió Seulgi a Yugyeom, entrecerrando sus ojos en un intento por lucir intimidante—. Y a ti también —esta vez se dirigió a Jimin. Y sí, se tomaban esto demasiado en serio—. Así que arriba, Haye tú estarás en mi equipo.

 
Seulgi tiró del brazo de Haye, obligándola a ponerse de pie y apartándola de Jimin. Haye apenas fue consciente de lo que sucedía, la vi un poco desorientada por el fuerte tirón de su amiga.


—Están acabados, chicos, contra este equipo no tienen oportunidad, nunca ha perdido —se regodeó Seulgi, señalando a Haye.


—Eso lo veremos —replicó Yugyeom—. Aún no cantes victoria, niña.


Ya estaban agresivos.

 
—Son ocho de ustedes contra cuatro de nosotras, me parece un poco injusto —protestó Dani.


—Yo seré con ustedes —dijimos Jimin y yo al unísono.


Ambos nos miramos simultáneamente después de esa coincidencia. Mierda. Sabía que Jimin sólo quería estar en el mismo equipo que Haye, pero yo...lo mío había sido un simple impulso de idiotez.


—¡Me quedo a ambos! —exclamó Seulgi, victoriosa.


—¿Qué demonios Jeongguk? —me recriminó Yugyeom en un berrinche.


Sí, Jeongguk,
¿Qué demonios?


—¿Qué? Pueden ganar sin mí en el equipo —traté de restarle importancia.


—No les des falsas esperanzas —se burló Dani.


—¿Es esto la gran cosa? —murmuró de pronto Haye, parándose justo a mi lado, cerca, para que sólo yo pudiera oírla.

  
Me estaba hablando.
A mí.

Ah, ¿Por qué mierda eso me ponía tan condenadamente feliz?


—Mh, no tienes ni idea —le contesté de la misma forma, inclinándome un poco hacia abaja para quedar a la altura de su oído—. Esto está a punto de convertirse en un campo de batalla, este juego saca lo peor de ellos.

 
Los ojos de Haye se alzaron con inocente terror y me miró algo perpleja. —¿Debería estar asustada?


—No —mentí—. Bueno, tal vez un poco.

  




















🥀























26 DE ENERO, 2019
23:21 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


SOLÍA PENSAR QUE YO ERA algo competitiva, pero Dios, comparada a los amigos de Seulgi, yo era una persona completamente normal. Todos actuaban como si se jugaran la vida, o como si el premio para el ganador fuera la lotería.


Todo ese espectáculo era algo entretenido de ver, pero ya me encontraba exhausta, y después de que terminara mi turno por cuarta vez, ya casi estaba jadeando. No negaría que era divertido, verlos a todos esforzándose tanto para ganar un simple juego era gracioso, pero todos se veían increíblemente bien incluso después de darlo todo, yo por otro lado, ya estaba comenzando a sudar y a lucir toda desastrosa.

 
No era justo.


—Muero de sed —exageré, apoyándome en Seulgi mientras trataba de recuperar el aliento—. Estuve años bailando más de diez horas al día, no es posible que esté en tan mal estado físico.

 
Seulgi se regodeó con mi sufrimiento, soltando una burlona carcajada. —Creo que nuestra sedentaria rutina ya comienza a afectarte —jugó—. Tranquila, que en poco tiempo volverás a tu intensa y movida rutina de siempre.

 
Eso no era alentador.

  
Seulgi me dio dos palmaditas en la espalda y procedió a acomodar mi cabello de modo que este cayera por mi espalda.


—Estás acalorada —observó—. Ve a beber un poco de agua. La cocina está por allá, pasando el pasillo —me indicó con su dedo.


¡Gracias! Quise gritar, pero me limité a precipitarme y hacer mi camino por el pasillo.

 
De verdad quería dejar de verme como una tonta al sorprenderme con cada detalle en la casa de Jeongguk, pero no podía hacerlo, no cuando el lugar era toda una obra de arte. Estaba bastante segura de que sólo su cocina era del tamaño de la casa de mis padres, eso era impresionante.

 
No solía pensar mucho en el futuro, tenía vagas ideas sobre lo que quería lograr en este y sobre las cosas que deseaba en general, pero tener una casa tan hermosa como esta, sin lugar a dudas que estaba en la lista.

 
Jeongguk era realmente afortunado.


Si Dios tenía favoritos, Jeon Jeongguk sin lugar a dudas era uno de ellos. El chico parecía tenerlo todo. Era joven, increíblemente atractivo y talentoso, se rodeaba de buenos amigos, y además tenía dinero. La mayoría de las personas no contaban ni con la mitad de eso. Yo me sentía conforme con mi vida, estaba agradecida y era feliz con lo que tenía, pero el conocer a alguien cuya realidad era tan diferente a la mía, me hacía pensar. Peeeero....no debía pensar en Jeongguk más de la cuenta, me recordé a mí misma y me adentré más a la habitación. Y fue recién en ese entonces que me percaté de su presencia.


Jeongguk se encontraba a varios metros lejos de mí, dándome la espalda. Al parecer había tenido la misma idea que yo, pues tenía un vaso de agua en su mano.

 
Ay, incluso su espalda era atractiva, era más que irritante el hecho de que fuera tan endemoniadamente guapo, me intimidaba.

 
No sé por qué se cruzó por mi mente la idea de volver a la sala antes de que notara mi presencia, como si estuviera huyendo de él, por Dios Haye, ni que tuvieras quince años, me reproché a mí misma. No tenía ninguna razón para sentirme nerviosa por estar un momento a solas con él, traté de convencerme a mí misma de ello en lo que él se daba la media vuelta y finalmente se percataba de mi presencia.


Fue lamentable, pero estaba segura de que se asustó al verme, o al menos se sorprendió, la verdad esperaba no verme tan mal como para poder espantarlo.

 
—Haye —pronunció mi nombre en un suave suspiro, con una sonrisa nerviosa asomándose en sus labios—. Me asustaste, no te...uhm, no te escuché llegar ¿cuánto llevas ahí?


Me preguntó y mi mente automáticamente viajó en el tiempo, a mi primera noche en Seúl, específicamente al momento en el que él se apareció sorpresivamente tras de mí mientras yo veía televisión. Recordé la forma en la que me atoré con ese trocito de pastel de una forma para nada elegante y comencé a sentir como mis mejillas comenzaban a ponerse rojas.


—Acabo de llegar —respondí antes de que mi mente comenzara a recordar alguna otra tontería—. Sólo venía por un vaso de agua.


Jeongguk asintió con su cabeza y murmuró un: adelante.


—Patearle el trasero a Minghao debió ser agotador ¿no? tienes que estar exhausta —agregó, sonriéndome de costado al mencionar la reciente derrota de su amigos.


Haber ganado tres partidas probablemente no se sentiría tan bien si no fuera por el hecho de que estaba rodeado de personas que se tomaban el juego completamente en serio, ese pequeño detalle hizo que mis victorias se sintieran realmente bien, sin embargo, Minghao era excelente en el juego, así que no podía alardear.

 
Bueeeno, yo no diría que pateé su trasero...creí que me ganaría.


Jeongguk chasqueó su lengua, incrédulo, y yo sonreí inconscientemente al ver la expresión en su rostro.


—Mentirosa —acusó, sacudiendo su cabeza con divertida negación—. Sólo estás siendo modesta.


—¡No es cierto! —repliqué, tratando de mantener un semblante serio aunque fallando miserablemente en el intento—. Él era muy bueno.

 
—¿Sabes que no estás engañando a nadie aquí, verdad? ten —abrió la puerta de la enorme nevera y me tendió una de las botellas con agua—. Están más frías.

 
Oh, gracias —acepté el gesto y me bebí más de la mitad de la botella de un sólo sorbo.

 
En mi defensa, no estaba exagerando cuando dije que moría de sed.

 
No me percaté de que Jeongguk me estaba observando hasta el momento en el que una de las gotas de agua se deslizó por mi barbilla y tuve que secarla rápidamente con mi puño. De acuerdo, tal vez me había emocionado un poco bebiéndome el agua, y esto a Jeongguk le hizo mucha gracia.


—Tranquila, nadie te está persiguiendo —se burló de mi actuar e instantáneamente yo alejé la botella de mis labios, ahogándome sutilmente con el último sorbo.


—No es de buena educación juzgar a alguien por su forma de beber agua —aclaré mi garganta, sermoneándolo—. ¿No te lo han dicho?


—¿Estás cuestionando mis buenos modales? —fingió ofenderse—. Me dueles, creí que nos llevábamos bien.


Él puso una de sus manos en su pecho, pretendiendo estar herido por mis palabras y a mí me agradó el hecho de que en lugar de mirarme extraño o algo por el estilo, él simplemente decidiera seguirme el juego.


—Lo dejaré pasar sólo porque eres tú —añadió—. Pero es la segunda vez en la noche que me decepcionas.


Esta vez mi ceño se frunció en confusión.
¿A qué se refería?


—¿Segunda? —pregunté, tomando otro sorbo de agua, aunque de manera moderada esta vez—. ¿Por qué lo dices?


—Quería oírte cantar esta noche —confesó, inclinando su cuerpo de modo que sus codos quedaron apoyados en la encimera de madera—. Accedí a esto del karaoke sólo por esa razón.

  
Vale, si estuviera bebiendo agua, posiblemente me habría atragantado con ella.

 
—Pero no cantaste con nosotros —me reprochó, haciendo un infantil mohín.


—Te habrías decepcionado igualmente si hubiera cantando, créeme —aseguré, dejado escapar una suave carcajada—. Yo no canto...en lo absoluto.

 
Y estaba siendo completamente honesta al respecto, yo no tenía ni la más mínima idea de cómo cantar afinadamente, y de ninguna manera iba a aullar esta noche frente a personas que incluso sin ser expertas, tenían voces melodiosas, necesitaba sentirme más en confianza para humillarme de esa manera.

 
—De todos modos quería oírte —insistió, tal vez nuevamente creía que estaba siendo falsamente modesta.


Pero no, yo realmente no podía cantar.


—¿En serio pensaste que cantaría después de escucharte a ti? —enarqué una de mis cejas.


—¿Por qué no?


—¡Por favor! ¡Si tienes la voz de un ángel! —chillé, mencionando lo evidente—. Personas como yo no deberían cantar frente a personas como tú, no, no.


Me lamenté dramáticamente y esta vez fue Jeongguk quien viró sus ojos, aunque con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.


—Hablo en serio, tienes una voz muy linda —reiteré, porque era necesario.


Seulgi mencionó que Jeongguk era la clase de persona que lo hacía todo bien, y después de esta noche me había quedado muy claro.


—¿Me escuchaste? —preguntó, estirando su brazo sobre la encimera hasta alcanzar uno de los paquetes de galleta que estaban sobre esta.


¿Cómo podía preguntarme eso?


—Por supuesto que lo hice, estaba ahí mismo, ¿cómo no iba a escucharte?


—No lo sé, no creí que estuvieras prestando atención la verdad —comentó, encogiéndose de hombros, como si no fuera la gran cosa—. Parecías muy entretenida hablando con Jimin.


Jeongguk se metió a la boca la primera galleta de chocolate y por alguna razón yo me quedé embobaba observándolo comerla. Dios, Haye, no seas babosa. Sacudí mi cabeza ligeramente, terminando con el vergonzoso trance y aclaré mi garganta antes de hablar.


—Soy multifacética, puedo charlar con Jimin y escucharte cantar al mismo tiempo.


Mh, si tú lo dices —ofreció, condescendiente—. Y bien, ahora que ya lo conoces, ¿qué piensas de él?


—¿A qué te refieres?


—Ayer en mi coche dijiste que no te gustaba porque no lo conocías —me recordó, y a mi me sorprendió que él recordara esa insignificante conversación—. Entonces, ahora que lo conoces, ¿qué piensas? ¿él te gusta?

 
Directo.
Demasiado directo.


—No te vas con rodeos, eh. Eres muy curioso Jeon Jeongguk —observé y él sonrió orgulloso.


—Conocí a alguien que siempre decía que cuando quieres algo simplemente lo tienes que decir, así te ahorras darle tantas vueltas al asunto —se explicó—. Y yo...como que quiero saber la respuesta a esa pregunta.


Jeongguk sabía exactamente qué cosas decir para lograr descolocarme. No estaba acostumbrada a lidiar con personas tan honestas y directas al parecer, pues cada vez que él decía exactamente lo que pasaba por su cabeza, yo me volvía un manojo de nervios.


—Aunque siempre tienes la opción de no contestar.


—¿No me dirás entonces algo como que el silencio otorga? —inquirí.


—Nah, no te diría algo como eso —me aseguró con un brillo burlesco en su mirada—. Pero sí que lo pensaría.


Listillo.
Pero estaba bien, porque su pregunta tenía una respuesta.

  
—¿Puedo ser honesta contigo? —pregunté y los ojos de Jeongguk se alzaron para verme. Él asintió con su cabeza y buscó mi mirada con la suya, de pronto se veía muy interesado—. Pues, verás...en mi mundo, Jimin es considerado algo así como una especie de celebridad. Cuando estaba en el extranjero, muchas personas ya conocían su nombre, él no es mucho mayor que yo, pero ha logrado tanto, su técnica es reconocida por todos y su trayectoria, para ser tan joven, es digna de admirar, yo aspiro a llegar a ser al menos la mitad de exitosa que él.

  
Jimin antes de cumplir los veinte años ya se había hecho un nombre y un lugar importante en este mundo, ese era un gran logro, y para personas que deseaban dedicar su vida a la danza, lo era todo.


—Entonces estar aquí ahora, compartiendo con él, entenderás que es un poco...asombroso —admití.


Jeongguk pareció tomarse su tiempo en procesar mis palabras para así poder darles él mismo un significado. Y la verdad era que no podía negar que Jimin me parecía muy atractivo, tenía ojos, podía ver lo que estaba justo frente a mí, pero yo sólo lo admiraba. Además, no era como si tuviera alguna oportunidad ahí, el chico era un sueño, debía de tener una larga fila de enamoradas.


—Tiene sentido —dijo finalmente—. Es muy bueno en lo que hace —concedió—. Bien, no has roto mi corazón esta noche.

  
Entorné mis ojos. —Que tonto —declaré al ver que volvía a mirarme con una expresión divertida en el rostro.

 
—Hablo en serio —replicó, bufando ante mi incredulidad.


"Jeongguk dice cosas y hace cosas que tal vez podrían llegar a confundirte".


Era lo que Seulgi me había dicho, y creía comenzar a entender a lo que se refería.


—¿Por qué eso rompería tu corazón, huh? —inquirí.

  
—¿Tú por qué crees? —replicó como si fuera lo más obvio.


—¿Te gusta Jimin? —jugué con él—. ¿Temes que quiera robártelo?


—Exactamente —me siguió el juego—. Tú sí me entiendes.


Asentí. —Lo hago. Y descuida, es todo tuyo.

 
Los labios de Jeongguk se abrieron en una amplia sonrisa y yo no pude evitar pensar en lo guapo que se veía cada vez que sonreía, el estar feliz le sentaba de maravilla.


—¿Quieres? —ofreció esta vez, señalando el paquete de galletas antes de que pudiera perderme vergonzosamente en sus ojos.


Estaba esperando que dijera eso, la verdad. El olor de las galletas había despertado mi apetito. Amaba todo lo que tuviera chocolate o estuviera bañando en chocolate, no podía negarme a eso, así que asentí animada con mi cabeza, acercándome más a la encimera, más próxima a donde Jeongguk se encontraba, y justo cuando pensé en estirar mi mano para alcanzar una de las galleta, Jeongguk tuvo otro plan en mente.


Él ni siquiera pareció detenerse a pensarlo, fue más como un acto reflejo, algo natural para él, así que estiró su mano en mi dirección y sosteniendo una de las galletas con ella, me indicó que abriera la boca.

  
Mi primer instinto fue el de quedarme medio paralizada, porque sí, mis reacciones involuntarias definitivamente no eran las mejores. No era la gran cosa, yo simplemente estaba haciendo de algo pequeño, algo enorme. Jeongguk sólo quería darme de comer, pero por mi ridícula cabecita se pasaron todos aquellos dramas televisivos que había visto en el pasado sobre chicos alimentando a sus novias y como que paniqueé. Esa fue la primera conexión que hicieron mis neuronas y fue la razón por la que me puse tan nerviosa.


Uhm, yo...—balbuceé.


—Abre —indicó Jeongguk, ignorando por completo el caos que acababa de provocar dentro de mí.

DESPABILA, NIÑA, me ordené a mí misma, dándome una bofetada mental antes de hacer lo que Jeongguk ordenaba. Apenas alcancé a abrir la boca cuando Jeongguk ya tenía puesta la pequeña galleta entre mis dientes. Ya está, no morí.


—Haye —dijo él de pronto, mirándome con semblante serio.


—¿Q...qué? —tartamudeé torpemente, dignándome a morder la galleta.


—Eres adorable.


¿Huh?


—Eres demasiado bonita y adorable para tu propio bien, haces que quiera...—inhalo profundamente, inseguro sobre si acabar o no la oración—. ¿Qué ha sido esa reacción, mh? ¿Nunca nadie te había dado de comer una simple galleta? —preguntó, sonando casi como si se burlara.


Pff, claro que sí —contesté abruptamente, tragándome la galleta a medio masticar—: Mi papá.


Agregué esto último en un susurro casi ininteligible y con ello sólo logré hacer que la sonrisa de Jeongguk creciera aún más.


—Dios, en serio, tan...linda —repitió, complacido con mi respuesta—. ¿Cómo es que ningún chico ha tenido ese insignificante detalle contigo?


Bueno, tal vez porque ningún chico se había acercado lo suficiente, tampoco era como si yo lo hubiera permitido. En el extranjero jamás tuve tiempo para esas cosas, estaba demasiado enfocada en mis estudios y en mi futuro como para preocuparme de eso. Además, no era como si hubiera tenido las mejores experiencias con chicos. Tal vez yo tenía un pésimo gusto, o tal vez los chicos sólo era idiotas. De todos modos, en ese entonces, no tenía el tiempo ni la disposición para tener algo con...bueno, nadie, por esa razón —aunque existían otras más— casi siempre rechacé a cualquier chico que mostrara interés por mí. Era diferente ahora, claro, pues después de analizar mi vida, fui capaz de darme cuenta de que pude haber hecho las cosas de diferente manera.

   
Aunque, ¿qué más daba, no? nada de eso importaba ya. No podía cambiar el pasado.

 
A Jeongguk le parecía adorable, pero mi actuar y mis patéticas reacciones se debían netamente a que no tenía ninguna experiencia en cosas como estas. Y no era lindo ni adorable, era vergonzoso.


—Haye —me llamó, esta vez mirándome con cierta curiosidad, luciendo vacilante sobre si hablar o callar, decidiéndose por hablar al final—. ¿Nunca has tenido novio?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top