❛ 02 ❜

U N P L A N N E D
dos
❀̸
𝓔xtraños
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

❝ Eres una coincidencia que luce
como destino. ❞

Unknown.

18 DE ENERO, 2019
04:19 am.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


BUENO, SI HABÍA ALGO QUE en verdad no esperaba presenciar esta noche —madrugada— era un drama digno de una telenovela. Estaba realmente perdida aquí. ¿Estas cosas pasaban seguido por aquí?


—Dios, es que te juro que estoy utilizando cada ápice de autocontrol dentro de mí para no asesinarte en este preciso momento —masculló una muy irritada Seulgi, en un tono más bien amenazante—. Estoy siendo buena, así que deja de poner a prueba mi paciencia y explícame qué demonios estás haciendo aquí.


Exigió, esta vez en voz más alta, como si estuviera a punto de empezar una rabieta. Seulgi estaba visiblemente molesta: su rostro estaba contraído y su ceño se encontraba profundamente fruncido. Evidentemente, no le hizo mucho gracias llegar al departamento y encontrar a su amigo Jeongguk en él.

  
Aunque yo no terminaba de comprender muy bien el por qué.


De cualquier manera, eso no era de mi incumbencia, así que me limité a mantenerme al margen, muy quietecita en mi lugar.

 
—¿Y bien? —presionó ella.


—¡Nos atacaron por la espalda! —explicó otro muchacho, apareciendo repentinamente de la nada.


Juraría que mi corazón se saltó un latido ante tal inesperada aparición. Seulgi pareció sorprenderse tanto como yo, pero a diferencia mía, ella dio un involuntario brinco en su lugar para dejarlo en evidencia.


Genial, si antes estaba molesta, ahora definitivamente estaba furiosa.


—¡Mingyu! —chilló mi amiga, llevando una de sus manos a su pecho, justo por encima de su corazón—. ¡Nunca vuelvas a aparecerte así, pedazo de...!


—¡Lo siento, lo siento! No fue mi intención, perdón...se me pasó la mano —masculló él al instante, agachando la cabeza en una clara señal de aflicción, como un cachorrito al que acababan de reprender.


Jeongguk y el tal Mingyu no se veían para nada bien, ambos lucían como si acabaran de ser molidos a golpes. Jeongguk tenía una herida en su labio inferior y una de sus mejillas definitivamente había recibido un buen puñetazo. El otro chico, por su lado, tenía uno de sus ojos algo morado y rastros de sangre bajo su nariz.

  
Eso era bastante preocupante.

  
Al menos para mí lo era, no recordaba haber visto a alguien tan maltratado en el pasado. Nunca había visto alguien golpeado en lo absoluto.


—Unos idiotas nos interceptaron cuando íbamos de regreso al auto —explicó Jeongguk brevemente.


—¿Por qué? —presionó Seulgi, como si ella creyera que había algo más—. ¿Por qué alguien haría algo así, huh?


Seulgi habló con un tono de voz receloso, como si desconfiara de que sus amigos fuesen completamente inocentes.


—No fue culpa de Jeongguk esta vez —defendió Mingyu, no de muy buena gana—. Bueno, al menos no del todo.


¿Y eso qué significaba?


Dios, me sentía como una verdadera intrusa, además estaba totalmente perdida. Sinceramente, no esperaba llegar y presenciar tanto drama, mucho menos a las tres de la madrugada.


—El ex novio de Mirae tiene problemas con que ella esté saliendo con Jeongguk —añadió Mingyu, a modo de explicación—. Él y sus amigos le reventaron los neumáticos al coche y nos atacaron por la espalda. Vinimos aquí porque no nos quedó de otra. Uhm...como que no sabemos dónde dejamos nuestras billeteras.


Esto último lo dijo algo apenado y en voz muy baja, con intención de sólo ser escuchado por Seulgi, aunque a mí eso no fue lo que me sorprendió, la razón por la que se encontraban tan maltratados sí. Eso era simplemente aberrante. Atacar a golpes a alguien por una razón tan estúpida como esa me parecía espantoso. ¿Qué eran? ¿Cavernícolas?


Seulgi escuchó con atención a su amigo, y aunque continuaba indudablemente enfadada con ellos, pude ver preocupación en sus ojos.


—¿Por qué tenían que meterse en problemas precisamente hoy, uh? Ni siquiera puedo enojarme con ustedes ahora —lloriqueó ella, refunfuñando—. Lo siento, Haye, no se suponía que esto sucediera.


Se lamentó Seulgi y yo me apresuré en sacudir la cabeza. No estaba molesta, no tenía porqué estarlo, no era tan desconsiderada. Estos eran sus amigos y entendía la situación en la que se encontraban. Además, si recurrieron a ella incluso después de conocerla y sabiendo como de mal reaccionaría, de verdad que debieron de haberse quedado sin más opciones.


—Está bien, no pasa nada, no me molesta —me encogí de hombros, restándole importancia y haciendo el intento de apaciguar su ira—, de verdad.


—Eres un ángel —expresó Mingyu de la nada, como si recién estuviese advirtiendo mi presencia.

 
Mingyu era alto, muy alto a decir verdad. Su cabello era oscuro al igual que sus ojos, y aunque estaba bastante golpeado, podía suponer que debajo de todos los moretones se encontraba un atractivo rostro. Los chicos lindos me ponían nerviosa, pero traté de no dejarlo en evidencia. Difícil tarea considerado el hecho de que él se tomó unos segundos —que se sintieron eternos— para analizarme con atención.


—Y luces como uno —añadió, sonriendo de costado—. Es un placer conocerte al fin. Soy Mingyu.


Él estiró cortésmente su mano en mi dirección y yo le respondí de la misma forma, con entusiasmo.


—Soy Haye, el placer es todo mío —sonreí, haciendo una muy leve reverencia.


Mingyu abrió la boca, queriendo decir algo más, sin embargo, Seulgi no se lo permitió.


—Muy bien, sólo hay un futón, así que tendrán que dormir juntos —intervino mi amiga, informándoles de mala gana—. Vamos, Haye, te enseñaré tu habitación. Y ustedes dos —se volteó una última vez para señalar a Jeongguk y Mingyu—, si son tan amables ¿pueden ayudar a Yoongi a traer el resto de las maletas? muchísimas gracias.

 
Ella no se detuvo a esperar por una respuesta, por el contrario, les dedicó a sus amigos una mirada que no aceptaba réplicas ni contradicciones, y a continuación me guió por el pasillo hacia la cual sería mi nueva habitación por los siguientes próximos cuatro años.













    







🌹













        








18 DE ENERO, 2019
04:35 am.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


NO RECORDABA NUNCA HABER visto a Seulgi tan emocionada como ahora. Ella no dejaba de mencionar las mil cosas que podíamos hacer para celebrar mi primer día aquí Seúl. Y Tenía una lista interminable de planes para nosotras.

 
Era un mar de ideas y de emoción, y eso me hizo recordar porqué la había extrañado tanto.

  
Conocía a Seulgi desde los seis años, prácticamente nos habíamos criado juntas en Busan y durante muchos años todo lo que hacíamos, lo hacíamos juntas, y las cosas eran maravillosas, era divertido y sencillo. Y así lo fue hasta que ella tuvo que mudarse a Seúl por el trabajo de sus padres. Ese fue un año complicado para nuestra amistad, y lo fue mucho más cuando yo recibí una beca para estudiar en el extranjero. En ese momento, el poder vernos se transformó en un lujo del cual no podíamos gozar, sin embargo, nuestra amistad continuó siendo fuerte. Tal vez no podíamos vernos tanto como deseabamos, pero charlábamos prácticamente todos los días. Y a pesar de la distancia, ella siempre me mantenía informada de lo que sucedía en su vida y yo siempre la mantenía al tanto de lo que ocurría en la mía. Eso nunca cambió.

  
Y esto, el mudarnos juntas al comenzar la universidad, siempre había sido nuestro plan. Lamentablemente tuve que posponerlo durante un año cuando una gran oportunidad se me presentó en el extranjero. Y no es como si Seulgi hubiera durado mucho en la universidad durante ese año, ella se retiró cuando se le presentó la oportunidad de trabajar como coreógrafa en un importante estudio, aunque ese era un secreto para muchos, de todos modos, eso no nos detuvo de encontrar la forma de vivir la experiencia de mejores amigas viviendo juntas. Al final del día, todo acabó por tomar este curso, y no podía estar más feliz.


—La comida aquí es grandiosa —elogió ella, muy entusiasmada—. Te llevaré a los mejores restaurantes, tenemos que aprovechar todo el tiempo que tengamos antes de que tus clases comiencen.


Agh, sí, ni lo menciones —pedí, acomodando una de mis maletas en un rincón—. Me pongo toda ansiosa cuando pienso en eso.

 
Me emocionaba estar a poco tiempo de comenzar a estudiar la carrera de mis sueños, pero podía suponer que era normal sentirse nerviosa y algo asustada. Era una experiencia completamente nueva después de todo.

  
—No tienes de qué preocuparte, lo harás de maravilla, eres la mejor en lo que haces —me alentó, ayudándome a acomodar algunas de mis pertenencias—. Y puedo presentarte a Jimin si quieres, él también estudia danza, aunque este es su último año, tal vez has oído hablar de él, es fantástico, creo que podría darte buenos consejos.


"ּPark Jimin" y "fantástico" debían ir obligatoriamente en una misma oración.


Y por supuesto que había escuchado hablar sobre él, y no sólo a través de mi amiga, sino por cada persona que se interesaba en la danza aquí en Corea. Él era un estudiante estrella, su disciplina era bastante reconocida. Aspiraba a llegar a ser tan buena como él.


—¿En serio? Porque eso sería en verdad grandioso —le expresé, emocionada con la idea—. Él es sorprendente, una vez tuve la oportunidad de ver una de sus presentaciones...me dejó sin palabras.

 
—Sí, él es bastante asombroso —estuvo de acuerdo—. Y Jeongguk también estudia en tu universidad, así que si tienes alguna duda con respecto a cómo son las cosas allí, siempre puedes preguntarle.

 
—¿También estudia danza? —pregunté, sintiéndome repentinamente curiosa. Seulgi negó con su cabeza.


—Estudia música, aunque bien podría haber estudiado danza, el maldito lo hace todo bien —respondió con divertido coraje.


Seulgi aún estaba cabreada con su amigo, eso era evidente, pero ya estaba mucho menos alterada por la situación.


—Te veías realmente molesta con él hace un rato, creí que ibas a golpearlo —mencioné en broma, aunque sí lo creí.


—Ay, es que no sabes como es —refunfuñó, suspirando dramáticamente —. En serio, a veces...muchas veces, me saca tanto de quicio. Mingyu no suele meterse en problemas, pero Jeongguk...¡Dios! Ese chico es exasperante. Es mi mejor amigo y lo adoro, pero me gustaría que fuera más responsable y consciente con respecto a sus acciones, ah, pero bueno...no he dormido lo suficiente como para hablar sobre su problemático trasero.


Faltaban pocos minutos para ser las cinco de la madrugada y era evidente que Seulgi estaba agotada. Seguramente debería de sentirme del mismo modo, pero yo ya había dormido lo suficiente en el avión, y aún tenía que lidiar con todo ese de la diferencia de horario. Tristemente, no podía mantener a Seulgi despierta durante toda la noche sólo para entretenerme.

 
—Creo que ya deberías irte a dormir —indiqué cuando la vi bostezar exageradamente—. Es tarde y parece que estás a punto de desmayarte.


—Estaba ansiosa porque llegaras, no dormí mucho anoche —comunicó, con su labio inferior transformándose en un puchero—. ¿Dormirás también?


—No creo que pueda dormir ahora, dormí casi todo el viaje, pero estaré bien, tú ve a descansar.

 
Seulgi no se veía muy feliz con la idea, sin embargo, estaba segura de que esta vez su cansancio era más grande que su terquedad.


—Tenemos que poner un televisor en tu habitación, pero mientras...si no puedes dormir y estás aburrida, sólo utiliza el de la sala —indicó, tratando de asegurarse de que podía sobrevivir sin ella—. Dejé los pastelitos que compramos en el mesón de la cocina, y si tienes hambre puedes sacar lo que quieras. Cualquier cosa, si necesitas algo, sólo despiértame.


—De acuerdo —asentí, soltando por lo bajo una risita debido a su extrema preocupación—. Tranquila, prometo no morir en tu ausencia.


Ella me sonrió de una forma que reflejaba a la perfección lo adormilada que se encontraba. Aún así, prácticamente tuve que sacarla de mi habitación a la fuerza para que se fuera a la suya. Me aseguró que sólo dormiría un par de horas, pero yo no estaba exigiendo nada, simplemente deseaba que descansara, luego veríamos que hacer durante el resto del día.

 
No estaba cansada y por el momento no tenía ni una pizca de sueño, pero lo que sí tenía era hambre. Muchísima. Así que cuando Seulgi regresó a su habitación, yo fui directamente a por los pastelitos de chocolate.

 
Todo el mundo parecía haberse ido a dormir ya. El escenario era tranquilo y silencioso, así que fui muy sigilosa. Tomé la cajita con mis deliciosos pasteles y me dirigí a la sala de estar. Los dejé sobre la pequeña mesa de centro y me senté con las piernas cruzadas en el suelo para, de este modo, quedar cerca de ellos. Tomé el control de la televisión y la encendí, apresurándome en bajar el volumen para no despertar a nadie. Cuando el sonido estuvo lo suficientemente alto para que sólo yo pudiese escucharlo, entonces me dediqué a buscar algo interesante que ver desde la cuenta de Seulgi.


Finalmente, me decidí por una de esas series que solía ver cuando me interesaban los vampiros y todas esas cosas extrañas que cuando era adolescente me causaban tanta ilusión. Ya, ¿a quién quería engañar? Aún me causaban ilusión, especialmente la idea de que alguien me amara como Stefan amaba a Elena.


No estaba segura de cuántos pastelitos había comido, pero estaba a punto de finalizar el segundo episodio cuando una voz a mi espalda me dio el susto de mi vida. Me sobresalté exageradamente y apenas pude silenciar el grito de espanto que quise soltar.

 
¿Qué estás viendo?

 
Un trozo de pastel se fue por el lado equivocado y me atoré con este, provocándome una tos de esas feas e incontrolables.


—Ay, Dios, ¿qué estás...? ¿hace cuán...? ¿cuánto tiempo llevas allí? —balbuceé casi sin aliento, aún atorada con el pastelito asesino. Me esforcé por recuperar la compostura después de luchar como un minuto por tragar la masa que obstruía mi garganta, entonces me giré en mi lugar para ver de quién se trataba, mirando a través de las lágrimas que se formaron en mis ojos por la irritante tos.


—Lo siento —se disculpó, aunque él se veía bastante divertido con la situación.


Que vergüenza


—Llegué un poco antes de que esos dos se besaran.

 
Contestó, dándose a sí mismo el permiso de tomar asiento en el sofá detrás de mí.

 
¿No debería de estar durmiendo?

  
Jeongguk tenía una cínica y burlona sonrisa dibujada en sus labios, y para ser apenas las seis de la mañana, él parecía estar realmente despierto.


—¿Por qué no has dicho nada? —repliqué, aún sorprendida por su inesperada aparición.


—¿No acabo de hacerlo?


Que listillo.


—Lo siento si te asusté —repitió, pasando una de sus manos por su ya despeinado cabello—. No podía dormir, Mingyu ronca como oso en hibernación.


—Oh, ¿venías a dormir en el sofá? —hice el ademán de ponerme de pie, pero él negó con su cabeza.


—Vine porque escuché ruido —respondió, corrigiendo mi errónea conclusión—. Y bien ¿que estás viendo?


—Una serie.


—¿De qué?


—Pues...uhm...¿vampiros? —contesté torpemente, con un poco de pena.


Dejé de darle la cara, porque de pronto me sentí pequeña frente a él. Jeongguk era muy atractivo, demasiado, al punto de llegar a ser algo intimidante. Las bellas facciones de su rostro podían apreciarse incluso con todas las magulladuras, lo cuál era terriblemente injusto porque yo debía parecer estropajo a su lado. Como sea, este chico era uno de los amigos más cercanos de Seulgi, probablemente tendría que verlo seguido, así que quedarme admirándolo como una tonta no era una opción. Eso sería más que bochornoso. No tanto como lo del pastelito asesino, pero cerca.


—¿Y de qué trata especificamente? —curioseó él.


No estaba segura.


De pronto hasta había olvidado la trama de la serie que me obsesionaba años atrás. Solía saberme cada diálogo y ahora, por un breve instante, me olvidé de todo...hasta de cómo respirar. Wow. Su efecto.

 
Sentí la mirada de Jeongguk sobre mí, esperando por mi respuesta, así que aclaré sutilmente mi garganta y sin pensarlo demasiado, agregué:


—Básicamente es sobre una chica que se enamora de un vampiro —maldición, eso sin lugar a dudas sonaba mucho peor en voz alta—. Y, uhm...verás, este chico tiene un hermano que también es vampiro, pero este hermano no es bueno.

 
Estaba balbuceando, genial.


—En fin, ambos se enamoran de esta chica y cosas muy trágicas y dramáticas suceden a partir de eso.


Traté de resumir, pues estaba bastante segura de que él no estaba realmente interesado en que entrara en detalles.


—¿Un chico es malo y el otro es bueno? —indagó él.


—Bueno, ninguno es un santo —opiné desde mi punto de vista—. Pero sí, supongo que uno es una mejor opción que el otro.


—¿Y a ti cuál te gusta? —lo escuché levantarse del sofá y en cuestión de segundos lo vi volver a sentarse, pero esta vez en el suelo, a mi lado—. Porque tienes un favorito ¿no?


—¿Tú qué crees? —lo miré de reojo, y mientras él pensaba en su respuesta, le ofrecí uno de los dos últimos pastelitos que me quedaban.


—No estoy seguro —aceptó lo que le ofrecí y con un sólo mordisco se comió la mitad de este. Me hizo gracia ver lo animado que se veía al comer y sonreí ante la imagen—. A las chicas le gustan los chicos malos ¿no?


Tal vez, pensé.
Tal vez no.


Personalmente a mí no me gustaba la idealización que se tenía sobre los chicos malos. Siempre era demasiado complicado y tóxico, no se suponía que las relaciones fuesen de esa manera. Aunque ahora, yo no sabía mucho sobre el tema en realidad, y desde luego no podía hablar desde la experiencia porque bueno, no tenía ninguna.


—No soy muy fanática de la idea que se tiene de los chicos malos —me encogí de hombros—. Pero seguro que sí, algunas chicas pueden diferir conmigo.


El misterio de los chicos problemáticos podía resultar atrayente al principio, pero siempre acababa mal. En las series y dramas, a mí siempre me gustaba el chico que no se quedaba con la chica, trágico.


—Entonces prefieres al chico bueno —asumió sin más—. Chica lista.

 
Una sonrisa se formó en mis labios al escuchar el socarrón tono de voz que utilizó al pronunciar sus últimas palabras. ¿Cómo que ya estaba sonriendo como boba?


—Te burlas —advertí en su tono irónico.


—Sólo tengo curiosidad. ¿Por qué el chico bueno, hm?


Me encogí de hombros. —Los chicos buenos también tienen...ya sabes, su encanto.

 
—Seguro que sí —replicó, sonriéndome de costado. Ay, mamá—. ¿Te molesta si me quedo aquí un rato? de pronto siento mucha curiosidad sobre todo esto de los vampiros.





















🌹























18 DE ENERO, 2019
07:48 am.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


NO RECORDABA CUANDO había sido la última vez que me había desvelado hablando junto a alguien. Me dolían las mejillas de tanto sonreír y mi lengua, Dios, no tenía ni idea de que se me podía cansar la lengua, pero esto era...agradable. Me gustó.


—¿Es en serio? ¿Cómo que practicabas catorce horas al día? —exclamó Jeongguk, muy sorprendido de la respuesta a su anterior pregunta.

 
No estaba segura de en qué momento de la madrugada la charla con Jeongguk se había vuelto mucha más interesante que la serie, pero así sucedió.


Primeramente, sólo hablamos sobre la universidad, él me explicó cómo funcionaban las cosas allí, cómo eran las personas, los profesores, pero en algún punto supongo que encontramos un tema en común. Y ese tema nos llevó a otro, y ese a otro; y así fue como terminamos hablando sobre nuestras vidas con una naturalidad que en realidad no esperaba sentir con él, había estado nerviosa en un principio, pero ahora se sentía como si no acabáramos de conocernos hace apenas un par de horas. Jeongguk era bueno en eso de hacerte sentir cómoda. Y supongo que fue esa sensación de comodidad la que hizo que me olvidara del hecho de que en pocos minutos, ya serían las ocho de la mañana.


—Eso es mucho tiempo —añadió.


—Suena más impresionante de lo que en realidad es, la verdad es que llegas a acostumbrarte —respondí, como si no fuese la gran cosa. Jeongguk me dedicó una mirada de total asombro y desconcierto, esa mirada de: ¿cómo diablos te acostumbras a eso?—. Me estás mirando como si me acabara de salir un tercer ojo.


—Es que te salió uno —se justificó, señalando el centro de mi frente—. Justo ahí.


Mh, muy gracioso —ironicé, pero sonreí de todos modos frente a su ridícula respuesta.


—¿Cómo demonios te las arreglabas para tener una vida si estabas entrenando catorce horas al día?

   
Fácil, yo no tenía una vida, pensé.

 
—Pasaba la mayor parte del tiempo practicando. Mis padres trabajaron duro para que pudiera estudiar en el extranjero, así que esforzarme más que otros era lo mínimo que podía hacer.

 
Aunque, no mentiría diciendo que fue sencillo, porque desde luego no lo fue. Era joven y quería divertirme como todos, sin embargo, mi sentido de la responsabilidad no me permitía hacerlo. Además, mis compañeras no eran muy agradables conmigo, así que no era la chica más popular de la academia. No logré hacer cientos de amigos, apenas unos pocos, pero tenía a Yeosang, con él era suficiente.

 
—Eso es admirable, pero ¿catorce horas? —continuó asombrado, haciéndome reír—. ¿Tus novios tenían que pedir hora para verte o cómo lo hacían? —jugó.


—Uff, sí, y es que tuve tantos —repliqué sarcásticamente.


—Seguro se peleaban por diez minutos de tu tiempo.


—No tienes ni idea, los recreos eran toda una masacre.


—Mh, rompías corazones.


—A diario.


Un atisbo de sonrisa curvó sus labios y él sacudió suavemente su cabeza. —Ya, lo dices con ese tono irónico, pero a mí no me engañas.


—¿Pero quién se pelearía por mí? —me reí.


—Yo —respondió burlonamente—. Soy de esos —dijo en tono de broma.


—Sí, creo que puedo verlo —repliqué en su mismo tono, refiriéndome a la paliza que le habían dado esta noche, la cual fue indirectamente por una chica, si es que entendí bien.


—Esto —señaló su rostro—, fue un desafortunado evento, en realidad soy muy inofensivo.


—¿En serio?


—Ajá —afirmó, arreglándoselas para lucir sospechosamente adorable, con sus ojos alzados, muy brillantes. Sus ojos eran muy bonitos. Y llamativos.


—Ya, me convenciste, no me veas así.


Una sonrisa amplia —y encantadora— rompió en su boca, y entonces me pregunté cómo diablos era que no le dolía la herida en su labio, a él no parecía molestarle en lo absoluto.


—Te pusiste roja.


—Mentira —rechacé, tocando con mis frías manos mis mejillas, las cuales si estaban calientes, rayos.


—Que linda —se burló.


—Ah, ahora entiendo todo.


—¿Qué? —se hizo el inocente.


—Por eso es que luego te golpean.


Auch —puso dramáticamente su mano sobre su pecho, encima de su corazón—. Me dueles, Haye.


—¿Cómo es que te duele eso pero no todos esos golpes en tu cara? —curioseé.


—El dolor emocional es más fuerte —exageró—. Y me puse mucho hielo, así que ya no siento nada.


Tenía sentido, pero sabía que no hablaba en serio, Jeongguk bromeaba mucho. —¿Y qué opina tu novia de la pelea y todo eso?


—No es mi novia —dijo inmediatamente, aunque pareció lamentar el haber sido tan tajante al respecto—. Me refiero a que, no es nada serio, y...uhm, no lo sé, supongo que no lo sabe, no he hablado con ella.


—Debe ser difícil para ella tener un ex novio que haga...bueno, este tipo de cosas.


—Sí, bueno, mejor hablemos de otra cosa, me duele la cara de sólo recordarlo. Y quiero escuchar más sobre ti.


—Tampoco hay mucho que decir.


—Yo creo que sí.


—¿Qué quieres saber?


—Pues...—comenzó él, pero dejó la oración a medio formular cuando su adormilado amigo Mingyu apareció repentinamente en la sala.


Y Mingyu no se veía para nada contento. Él somnoliento chico traía un celular en su mano que se encontraba sonando de una manera escandalosa, e incluso cuando tenía sus ojos entrecerrados, se podía ver lo airado que estaba por todo el ruido.


—¿Por qué te largas y dejas tu celular del demonio en la habitación, huh? ¡No ha dejado de sonar! —Mingyu refunfuñó diferentes maldiciones y lanzó el celular a las manos de Jeongguk, quien afortunadamente logró atraparlo—. Dile a tu noviecita que estas no son horas para llamar.


Finalizó él, dándose la media vuelta para regresar como zombie a la habitación. Vaya, que mal despertar.

 
Me volví nuevamente hacia Jeongguk, quien miraba el artefacto entre sus manos con expresión ceñuda, y quien en lugar de contestar la llamada, simplemente decidió ignorarla.


No sabía de qué se trataba, pero él definitivamente no se veía contento con la llamada, o con la persona de quien provenía la llamada.

 
—Uh, creo que...uhm...debería volver y tratar de dormir un poco —rascó la parte de atrás de su cabeza y se puso de pie, instintivamente yo imité su acción.


De pronto se puso todo raro.


—Oh, sí, ya...ya es tarde —estuve de acuerdo y sacudí los restos de pastelito que habían caído sobre mi ropa, no muy segura sobre qué más decir—. Hm, ¿buenas mañanas?

  
—Eso —él sonrió, pero esta vez su sonrisa no llegó a sus ojos. Todo se volvió muy extraño de repente—. De verdad que fue un gusto conocerte, y...uhh...bienvenida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top