Capítulo ocho

TYLER

Podrían haberme llamado en ese preciso momento desde la NASA para decirme que me enviarían al espacio y no se acercaría ni en un millón de años a la felicidad que sentí. Porque debajo de ese disfraz de chico desinteresado existía una persona que no podía negar que se encontraba feliz de ver a sus mejor amigos en su dormitorio cuando pensaba que estaban estudiando en sus respectivas universidades.

Y allí estaban los tres, luciendo tal y como los recordaba. Taylor, Theo y Genesis habían aparecido de la nada, haciéndome creer por un segundo que estaba soñando o que había perdido la cabeza.

—Creí que no vendrían —solté finalmente cuando los saludos y abrazos cesaron.

—Era una sorpresa —admitió Theo, dejándose caer en la cama de mi compañera—. Vaya, que suaves son estas mantas.

—Amigo, por favor, no te acuestes allí o la loca de mi compañera me matará.

Mi comentario lo hizo reír, pero se incorporó, quedando sentado en el colchón. De todas maneras, tomó la almohada en forma de estrella y lo abrazó, no dándole tanta importancia a mis palabras. Probablemente su perfume quedarían impregnado y Emma me gritaría como le encantaba hacer. Aunque por fortuna las últimas dos semanas no habíamos cruzado más de unas cuantas palabras.

—¿La chica que nos abrió es tu compañera? —preguntó Taylor quien había tomado asiento en la silla con rueditas de mi escritorio—. No se veía demente como nos hiciste creer. Era linda y bastante normal.

—Oh, eso es porque saca las garras y colmillos cuando estamos solos.

Genesis, que continuaba abrazándome por la cintura como si temiera que desapareciera de un segundo a otro, elevó las cejas con diversión y entendí el doble significado de mis palabras. Por alguna estúpida razón eso me hizo sonrojar levemente.

—¿Nuestro Don Juan ya está haciendo de las suyas?

—No, G. Demonios... —Fruncí el ceño—. ¿Con ella? Ni en un millón de años.

Los tres rieron por lo bajo e imaginé el rumbo de sus pensamientos. Eran mis mejores amigos, a dos los conocía desde que había nacido, y podía saber qué estaban pensando sin siquiera tener que mirarlos.

—Oh, dude, estás frito.

—Te apuesto una cena a que terminarán juntos —soltó Taylor en tono de broma, aunque estaba bastante seguro de que no lo decía en chiste.

—Dejen de molestarlo —dijo Genesis y agradecí mentalmente que alguien me defendiera—. ¿No ven que se ha enamorado?

¿Defender? Olvídenlo, estaba haciéndome bullying como los otros dos.

—Ella me odia y a mí no me agrada.

Mi amigo de cabello oscuro y ojos verdes asintió mientras mordía su labio inferior con una clara expresión que significaba «no te creo nada, pero fingiré que lo hago para hacerte sentir bien».

—Espera. Ella no sabía tu nombre cuando pregunté por ti —razonó G—. ¿Por qué?

Dejé de abrazarla para rascar mi frente, a pesar de que no tenía ninguna clase de comezón. Explicarles por qué Emma creía que me llamaba Taylor sería un poco incómodo, sobre todo porque mi mejor amiga querría patearme el trasero después. No podría culparla, lo merecía por haberme divertido a costa de la chica.

—Ella creía que me llamaba Taylor hasta que tú hablaste.

Los ojos color café de Genesis se abrieron con asombro y dejó de abrazarme de manera automática, como si de pronto estar cerca de mí fuera un pecado. Sí, ahí estaba lo que había predicho. Ella siempre se enojaba conmigo cuando me comportaba como un idiota con otras chicas, suponía que debía ser algo como defender a su propio género.

—¡¿Qué?! —chilló—. Eso es horrible, Tyler Murphy.

—No dejes de abrazarme, pequeña mentirosa —la regañé para luego proceder a rodearla con mis brazos, no se quejó, pero no alzó sus brazos para corresponderme el gesto—. Digamos que ella tenía una idea de mi nombre y yo no quise corregirla.

Theo y Taylor comenzaron a carcajearse al escuchar mis palabras y, sin poder evitarlo, me encontré riendo a la par de ellos. Era una situación divertida, incluso para Genesis que estaba conteniendo una sonrisa mientras nos miraba a los tres con cara de pocos amigos.

—¿Al menos tuviste la decencia de invitarla a la fiesta, Ty?

—Claro, aunque dijo que estaba ocupada.

—La has espantado, dude —comentó Theo y no me atreví a contradecirlo.

La realidad era que me había comportado bastante mal con Emma desde que nos habíamos conocido, pero en mi defensa podía decir que ella había comenzado. Yo había sido bastante agradable hasta que me trató como un asesino que se comía a sus víctimas y todo por decirle que en lugar de tener una compañera de habitación, estaba atada a mí. Sí, ella había sido grosera primero y había empezado todo con sus reglas absurdas y su ceño fruncido. Yo había actuado en consecuencia, podría llamarlo incluso instinto de supervivencia.

—Bueno, quizás si Theo le pide que vaya, ella acepte.

Taylor le guiñó un ojo al rubio y él rápidamente se sonrojó, dejándome a oscuras sobre lo que sucedía. No se me ocurría nada que pudiera relacionar a mi mejor amigo con mi malhumorada compañera de habitación.

—¿Theo?

—Así es, quedó flechada por el buen Johnson.

Reí al escucharlo y un montón de comentarios burlescos se crearon en mi mente. Si Emma seguía siendo insufrible conmigo ya sabía qué utilizar para molestarla. Tenía material de sobra antes de saberlo, pero que tuviera un crush con mi mejor amigo era inigualable.

—Vaya, vaya, Theo. Y yo que creía que tus encantos solo servían con Sophie.

Theo blanqueó los ojos, aunque el color rojizo en sus mejillas persistió.

—No pueden culparla. Yo también tuve un flechazo cuando vi a Theo.

Taylor y yo volteamos a mirar con asombro a Genesis mientras que Theo se hinchaba de orgullo. ¿Ella había tenido un enamoramiento momentáneo con el alto y recién me enteraba? Me sentía traicionado, por no mencionar un poquitín celoso.

Bien, podía entender que las chicas se sintieran atraídas hacia Theo con solo verlo. Él era lo que cualquier individuo heterosexual del género femenino buscaría. De hecho, reunía las tres A sin siquiera intentarlo: atractivo, agradable y amoroso.

—¿Llevamos meses de relación y recién se te ocurre mencionarlo?

G se encogió de hombros, restándole importancia, pero se alejó de mí para ir junto a Theo. Se sentó a su lado y permitió que el grandote le rodeara los hombros con un brazo.

Traidora.

—No te preocupes, pequeñita. Si en algún momento termino mi noviazgo con Sophie, me aseguraré de invitarte a una cita.

Paseé mi mirada entre los dos y Taylor quien lucía una expresión de asombro y enojo en el rostro. Todos sabíamos que estaban bromeando; sin embargo, era bastante obvio que a mi amigo no le hacía ninguna gracia. Después de todo sí había resultado ser un poquitín celoso.

—Siento que me has apuñalado por la espalda, viejo.

—Bien, olvidemos lo que dije y volvamos a lo importante —interrumpió G—. ¿Realmente no te gusta tu compañera, Ty? ¿Y no te has enrollado con nadie desde que llegaste?

Bien, me había atrapado con las manos en la masa. No por Emma, sino porque sí me había metido con alguien desde mi llegada. No una vez, sino varias veces. April y yo habíamos tenido besuqueos casuales y también otros encuentros que suponían desnudez, pero no eran nada más que eso, algo casual que habíamos acordado entre los dos. Ella estaba enamorada de otro y yo en cierta medida también, nos usábamos para quitar tensiones y conversar en el tiempo libre.

—Es atractiva —concedí—, pero está loca. Más loca que tú, G, y eso es muchísimo.

—Lamento interrumpir esta hermosa conversación, pero tu fiesta es en menos de una hora y todos seguimos luciendo como estudiantes muertos de hambre.

Blanqueé los ojos al escuchar a Taylor, aunque sabía que tenía razón. Cuando llegaron yo había estado preparándome para la celebración e interrumpí el proceso por ellos. No podía llegar tarde a una fiesta hecha en mi honor, sería maleducado y no quería que me vieran así en la editorial que me había dado la oportunidad de mi vida.

***

La fiesta resultó bastante entretenida, incluso para mí que no era un fanático de las grandes reuniones. Tuvo buena comida, el ambiente fue agradable, nadie se fijó en mi edad cuando solicité champaña, la gente quería hablar de mi libro y mis amigos estaban allí. Sí, había sido una buena noche a pesar de que terminó en el aeropuerto porque Theo, Genesis y Taylor debían volver a sus escuelas a primera hora del domingo.

Debía admitir que fue un poco triste. Luego de compartir varias horas con ellos riéndonos y conversando animadamente como lo hacíamos cuando nos reuníamos a diario, tener que verlos pasar la puerta del aeropuerto para abordar sus aviones no había sido lindo.

Volví en taxi a la residencia cuando el sol ya había salido horas atrás, con mi humor por el piso a pesar de tener razones de sobra para estar contento. Me había vuelto un llorón de primera, incluso si no derramaba lágrimas.

Dejé la chaqueta de mi traje en la silla de escritorio y me tiré boca abajo contra la cama, soltando un suspiro al caer. Enterré el costado de mi cara en la almohada y esbocé una mueca de disgusto. Tenía pensado dormir hasta el otro día, pasar casi veinticuatro horas perdido entre sueños, pero mis planes se fueron a la basura rápidamente cuando la puerta del baño se abrió y Emma salió de allí con el ceño fruncido.

—Hola, Emma —susurré.

No tenía energías ni para llamarla por ese apodo que le molestaba.

—Hola, Taylor. ¿O tu nombre real es Tyler?

Quizás mi mañana no estaba tan perdida.

—Tyler Murphy, un placer.

—¡Eres un grandísimo idiota! —exclamó, abandonando toda la calma que había estado fingiendo—. Me hiciste creer que te llamabas de otra manera por quince días.

Me senté sobre la cama y llevé mis manos hacia mi cabello en un intento de mantenerme despierto mientras la observaba. No lucía feliz, su ceño fruncido no era el único indicio de ello porque Emma siempre tenía el entrecejo fruncido cuando hablaba conmigo, pero su mirada asesina sí la delataba.

—Estaba seguro de que no me creerías si te corregía. Por alguna razón me odiaste desde que me viste.

—Yo no te odio, no eres tan importante como para ocupar parte de mi energía en ti.

—Oh, pero soy importante. Quizás no tanto, pero algo sí —bromeé.

Fue evidente que no tomó con humor mis palabras.

—¿Cómo es posible que tengas una novia tan linda y unos amigos tan agradables cuando eres un patán?

Fruncí los labios para no reír, realmente lo intenté porque me pareció incorrecto carcajearme en su cara; no obstante, si algo había entendido en mis diecinueve años de vida, era que no podía ocultar mis carcajadas y que eventualmente escapaban de mi boca. Y exactamente eso fue lo que sucedió, me eché a reír con ganas.

—Deja de reír.

Arrojó su almohada en forma de estrella hacia mí y no tuve tiempo de atajarla por lo que impactó contra mi cara. No dolió, era una almohada muy mullida que me encargué de abrazar para molestarla.

—Disculpa, pero no estaba enterado de que tuviera novia, ¿podrías ser más específica?

Apretó sus manos en puños y por un instante temí que atravesara la habitación para golpearme.

—La chica rubia que llegó ayer a la tarde.

Por supuesto que volví a reír.

—Genesis no es mi novia —aclaré— y aunque lo fuera, no es asunto tuyo.

—Tienes razón, no es asunto mío siempre y cuando mantengas a tus conquistas fuera de este dormitorio.

Se había tardado en sacar a la luz ese incidente. Admitía que no había actuado bien al llevar a April a la habitación en la fiesta de bienvenida, pero realmente había creído que Emma se había ido pues no estaba por ningún lado. Y luego de conversar y coquetear con la colorada, me había parecido una buena idea llevarla hasta allí para continuar lo que habíamos iniciado en un lugar más privado. Resultó ser una terrible idea porque me quedé quedado con las ganas debido a la llegada de Emma.

—Tú deberías tener una conquista, Em. Se te nota muy tensa.

—No me llames así, Murphy.

—¿Por qué? ¿Así es como te decía tu ex novio?

Mordió el interior de sus mejillas y comprendí que quizás había dado en el blanco.

—No es asunto tuyo —repitió mis palabras.

—Tienes razón, no es asunto mío siempre y cuando mantengas tu malhumor fuera de este dormitorio. —Le dediqué una sonrisa burlesca luego de soltar una oración similar a la suya.

—Púdrete, Murphy.

Tomó su bolso y lo colgó rápidamente de su hombro con la intención de huir. No tardó en cruzar el cuarto rumbo a la puerta y esperé hasta que sus dedos hicieron contacto con el picaporte para hablar:

—Púdrete, heredera.

¡Hola, hola, bellos habitantes de Rose Valley! ¿Cómo están? Espero que muy, muy bien.

¿Qué les ha parecido el capítulo? ¿Les ha gustado? ¿Tienen una parte favorita?

Intentaré mañana volver a actualizar porque el próximo capítulo me parece lindo y quiero que lo lean; sin embargo, no puedo prometerles nada. Lo intentaré con todas mis fuerzas jajajaja.

Muchas gracias por su apoyo y por el amor que le están dando a la historia. I love you.

Sin más que añadir, me retiro.

MUAK!

P.D.: Recuerden que pueden seguirme en redes sociales y a los personajes también ❤

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