Capítulo cuarenta y tres

EMMA

Podía sentir a los ojos de mi madre taladrándome la nuca mientras paseaba a Elle en brazos por la sala de estar. Me molestaba su presencia allí porque cada vez que ella o mi padre pisaban el departamento de mi hermano el aire se volvía denso y la tensión se podía palpar. Para mí compartir espacio con ellos era sinónimo de tortura.

Navidad había pasado desapercibida y sin problemas, Ethan les pidió a mis padres no asistir a la cena para darme un respiro ya que era mi cumpleaños y estaban los padres de Mila por lo que quería evitar conflictos. No obstante, Nochevieja había sido un martirio fingiendo que éramos una familia feliz para que sus amigos ricos se creyeran el cuento de que me había mudado al exterior e iba de visita por las fiestas.

Odiaba mentir y odiaba tenerlos a mi alrededor ya que las emociones que experimentaban no eran lindas. ¿En qué clase de persona me había convertido si odiaba tener a mis padres alrededor?

—¿Cuándo conoceremos a tu novio? —preguntó de pronto la madre de Mila con su marcado acento inglés—. Solo he escuchado maravillas de él, Emma.

Por suerte tenía buena capacidad de reacción o Elle habría terminado en el suelo y yo muerta a manos de mi hermano. Me giré hacia ella y me dedicó una sonrisa; sin embargo, mis ojos viajaron con velocidad hacia mi madre quien había abandonado su expresión impenetrable y alzó las cejas con asombro.

—Yo no tengo novio, Alice —le aseguré fingiendo una sonrisa despreocupada, aunque todo mi cuerpo estaba tenso—. Estoy soltera.

—¿Y ese muchacho del que siempre hablan tú, Mila y tu hermano?

Tragué con fuerza y me pareció que Mila ahogaba una sonrisa tras una copa de mimosa. La traidora lo estaba disfrutando.

—Es mi compañero de habitación.

Y el chico que me gustaba, pero decirle eso era como declarar la tercera guerra mundial.

—¿Compartes habitación con un muchacho? —soltó mi madre.

Esa era la primera vez que me hablaba en el día; de hecho, era la primera vez que me hablaba con sinceridad desde que nos habíamos cruzado después del nacimiento de mi sobrina.

—Así es.

—¿Y es guapo?

Ay, Alice, por favor mantenga la boca cerrada.

Mmm...

—Sí, es muy guapo —le aseguró su hija quien me dedicó una mirada repleta de diversión—. Además, es inteligente y encantador.

—Es inteligente y encantador —la imité con burla.

Mila rió con ganas y yo entrecerré los ojos en su dirección. ¿Dónde demonios se metía Ethan cuando lo necesitaba? Me sentía traicionada por mi propia sangre.

—Y heterosexual —añadió.

—¿Y cómo es que lo conocen? ꟷhabló mi madre volviendo a adoptar su actitud insufriblemente fría.

Le envíe una mirada de advertencia a Mila quien se mantuvo en silencio recibiendo mi mensaje a la perfección. Quien no recibió el mensaje fue mi hermano que venía bajando las escaleras con tranquilidad junto a mi padre.

—Pasó Acción de Gracias con nosotros.

—¿Tu compañero de habitación pasó una celebración familiar con ustedes en Los Hamptons?

El tono de voz filoso de mi madre no se me pasó por alto y acerqué la cabecita de Elle a mis labios para tener algo para hacer. La niña dormía plácidamente, ajena a la charla incómoda que se había iniciado por culpa de una pregunta inocente.

—Así es.

—¿Por qué?

—Porque hay familias disfuncionales —remarqué las palabras al hablar.

Mi padre frunció el ceño al escucharme y supe que no tardaría en hablar. Con cada segundo que pasaba mi necesidad de salir corriendo aumentaba. De un momento a otro me habían dado ganas de aprender a cocinar junto al padre de Mila o de volver a la residencia para escuchar a Paris quejarse de los pagos atrasados para el nuevo semestre.

—¿Compartes tu tiempo y habitación con un muchacho que tiene problemas familiares? —preguntó mi progenitor.

Apreté los labios con fuerza al escuchar el tono de voz que empleó, como si Tyler fuera un drogadicto que vivía en un basurero y se inyectaba con agujas infectadas. De los dos, él era quien menos problemas familiares tenía y su hermano le había robado dinero. Así de complicada era la intimidad de mi familia.

—Sí, al final del día una persona busca similares para poder adaptarse.

Ethan se aclaró la garganta, cortando la conversación de raíz. Sentía el rostro prendido fuego por la rabia, quería gritarles algunas verdades a mis padres, pero la presencia de la familia de Mila me lo impidió. Ellos no merecían presenciar los dramas familiares de los Williams.

—¿Emma, me acompañas a acostar a Elle? Creo que le vendría bien descansar en su habitación.

No tardé en seguirlo escaleras arriba, centrándome en dar cada paso y no en la sensación helada que se había apoderado de mis extremidades al pasar junto a mi padre quien clavó su mirada verdosa en mí. Ethan colocó una mano en mi espalda brindándome su apoyo y me permití respirar con normalidad cuando ingresamos al cuarto del bebé.

Él tomó a Elle de mis brazos y la depositó con cuidado en su cuna, tapándola con una mantita que la madre de Mila había tejido para ella.

—Lamento mucho eso, Em.

Me encogí de hombros.

—No ha sido tu culpa, tú no pusiste ese carácter insufrible en nuestros padres.

—Deberías haberles dicho que Tyler es exitoso en lo que hace.

Chasqueé la lengua. No podía creer que hubiese dicho eso.

—¿Qué cambiaría? Tyler merece que lo quieran y acepten por lo que es como persona, no por el dinero que ingresa a su cuenta bancaria.

—Tú entiendes a lo que me refiero.

—No, Ethan. No lo entiendo, ¿por qué debería aclararles algo a ellos? Prefiero que piensen que estoy viviendo en una pocilga junto a un delincuente a que quieran controlar de nuevo mi vida. —Suspiré—. Tú y yo sabemos que si les digo que mi compañero es el escritor que se ha hecho popular en la ciudad, ellos querrán conocerlo y yo no podré fingir ante él.

Mi hermano me atrajo en un abrazo y yo no discutí. Dejé que rodeara mis hombros con sus brazos, aunque no correspondí el gesto. Estaba enfadada, incluso con él por haber insinuado eso.

—¿No has sabido nada de él?

Negué con la cabeza y enterré mi rostro en su pecho. Su perfume me hizo picar la nariz, pero no me alejé, me gustaba como olía. Su colonia era sinónimo de seguridad en mi vocabulario.

—Me ha enviado algunos mensajes diciéndome que está bien, eso es todo. Tengo un poco de miedo, no te voy a mentir.

Me tomó por los hombros y me alejó de él para que pudiera verme a la cara.

—¿Por qué?

—Porque Genesis está con él.

—¿Y Genesis es...?

—Su mejor amiga de la cual estuvo enamorado —murmuré.

Admitirlo en voz alta me hizo sentir estúpida. No me gustaba sentirme insegura, había tratado el tema sin cesar con la doctora Kingstone y allí seguía sintiéndome menos. Algo me decía que no tenía de qué preocuparme, Tyler había sido sincero conmigo; no obstante, también estaba esa parte horrible de mí que me aseguraba que si mis padres no podían quererme, si ellos no me consideraban suficiente, nadie lo haría jamás.

—Tyler y tú se gustan, es bastante obvio. Podría decirlo incluso sin haber tenido que sufrir cuando los encontré besándose en mi cocina.

Reí por lo bajo e Ethan tocó la punta de mi nariz. Ese gesto tonto e infantil consiguió mejorar mi humor.

—Llámalo, quizás no ha podido contestar tus mensajes o no ha querido molestarte —me aconsejó—. Él te llamó en Nochevieja, tú puedes llamarlo también. Y si no, el domingo volverás a verlo cuando regrese. Las clases comienzan pronto.

—¿Qué hora es?

—Cerca de las seis de la tarde, ¿por qué?

—Estaba pensando que quizás esté durmiendo.

Mi hermano sonrió y depositó un beso sobre la cima de mi cabeza.

—Puedes utilizar mi oficina para tener privacidad, si quieres.

—Iré a la habitación.

—No demores mucho, la cena estará lista pronto.

Asentí y lo observé marcharse. Le di una última mirada a Elle y me llevé el intercomunicador conmigo en caso de que despertara. No tardé en encerrarme en mi habitación, poniéndole llave para evitar que alguien pudiese ingresar de improvisto. Necesitaba privacidad, así como también un poco de tiempo a solas.

Busqué el número de Tyler en la agenda del teléfono y presioné la opción de llamar. Llevé el aparatito a mi oreja mientras escuchaba los tonos. Creí que no contestaría y no iba a dejarle un mensaje de voz; sin embargo, atendió a último momento.

¿Hola?

Su voz sonaba ronca y adormecida, como si hubiese estado durmiendo, y me di una bofetada mental por haber interrumpido su sueño. Él siempre intentaba dormir siesta cuando no tenía nada para hacer y San Francisco estaba tres horas por detrás de la costa este.

—Hola, Ty. ¿Te he despertado?

¿Qué? No, Em, claro que no.

Sonreí porque supe que mentía.

—Fingiré que te creo.

Púdrete, Williams.

—Púdrete, Murphy.

Sonó un bostezo desde el otro lado de la línea y de inmediato me contagié. Sí, era obvio que había estado durmiendo.

¿Está todo en orden, Em?

—Sí, llamaba para saber de ti. Espero no molestarte.

No me molestas, Emma. Perdón por haber desaparecido, he tenido... —Suspiró con fuerza y eso no sonó muy prometedor—. Todo se ha jodido un poco por aquí.

Tragué con fuerza, esperándome lo peor. Su voz no había sonado animada; de hecho, no se había escuchado de buen humor desde el momento en que había atendido y eso no podía ser bueno. Lo había visto enojado conmigo, pero nunca con ese tono de voz derrotado.

—¿Necesitas hablar de eso?

Espera que salga, hay mucha gente aquí.

Fruncí el ceño con confusión, aunque lo borré en tanto me di cuenta de ello. Quería dejar de hacerlo porque me parecía a mi padre cuando lo hacía y yo no quería parecerme a él.

Pasaron varios minutos en silencio y supe que no me había colgado por el ruido de fondo. No obstante, tanta actividad a su alrededor no sonaba prometedora si él había estado durmiendo.

Ahora sí, lamento eso.

—¿Dónde estás? —me oí preguntar antes de que fuera demasiado tarde para detenerme.

Volvió a suspirar y apreté mi mano formando un puño con temor.

Estaba en el hospital, bueno, sigo estando, solo que me he mudado al estacionamiento.

—¿Estás bien?

Físicamente, de maravilla. Emocionalmente, me siento fatal. Quería decírtelo antes, pero no había encontrado el momento, he estado muy ocupado y te pido perdón por eso. Em, no creo volver este semestre a la universidad.

La sangre se me heló y mil escenarios distintos se armaron en mi cabeza, ninguno era bueno.

—Ty, estás asustándome. ¿Estás enfermo?

No, yo no. ¿Recuerdas que te hablé de la abuela de Genesis?

—Sí —tartamudeé.

El cáncer ha vuelto. La hemos convencido de quedarse una temporada en el hospital para que puedan darle el mejor cuidado y parte de ese cuidado es tener apoyo. Ella es como mi abuela, no puedo dejarla.

—Lo lamento mucho, Ty.

Gracias, Em. He pagado la residencia por lo que puedo volver cuando quiera y no tendrás a un desconocido durmiendo contigo; sin embargo, ahora mismo no quiero irme. Meredith y Genesis me necesitan.

Asentí con la cabeza, aunque él no pudiera verme.

—Lo entiendo. Y descuida, mantendré tu lado de la habitación limpia.

Soltó una risa que se escuchó cansada.

Te avisaré si tenemos buenas noticias, la operarán en unos días para intentar combatir el cáncer y luego seguirá con quimioterapia.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Gracias, Em. Debo irme, ¿puedes llamarme mañana de nuevo? —Hizo una pausa—. Me ha hecho bien oír tu voz.

El corazón se me saltó un latido al escucharlo y mordí mi labio inferior.

—Claro, Ty —solté finalmente—. ¿A esta hora?

Cuando quieras, responderé a la hora que sea. Hasta luego, Em.

—Hasta luego, Ty.

Colgó la llamada y experimenté un raro cosquilleo en las manos. Mis emociones eran un lío en ese momento, pero sabía que quería verlo y abrazarlo. Esperaba poder hacerlo pronto y, sobre todo, esperaba poder brindarle mi apoyo de alguna manera.

Me di cuenta entonces, a pesar de lo precipitado que pudiera sonar, que me estaba enamorando de mi compañero de habitación.

Hola, gente muy bonita. ¿Cómo están hoy?

De a poco vamos viendo más de los padres de Emma y como es su relación. Veremos cómo sigue todo entre ellos.

Espero que les haya gustado el capítulo y les agradezco por su apoyo y cariño. Les deseo un hermoso día. Las quiero ❤

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top