Toda Una Vida

Nunca en su vida había estado en uno, pero extrañamente sintió la necesidad de ingresar al local cuando pasaba de casualidad. Unos minutos mirando el letrero e ingresó.

A su propia opinión, no había nada de especial o destacado en el establecimiento, más que los hipsters con sus aparatos de Apple y creyendo que eran artistas. Miró la caja y se acercó hacia ella para pedir algún café.

—¿Puedo ayudarle, señorita?. —pregunto el joven rubio que atendía la caja.
—Si. Un café, por favor. —pidió lo más sencillo que pudo.
—¿Tamaño?.
—Eh...—no sabía que decir.

Después del tutorial informativo sobre cómo funcionaba Starbucks, por parte del mismo empleado, tomó asiento en una de las mesas vacías del lugar a la espera de su pedido.

Su mirada iba divagando de zona en zona del local, tratando de matar el tiempo de espera. Cuando su mirada paseaba entre cada rincón del lugar, sus ojos se posaron en algo, o más bien, alguien.

Cabello y ojos negros, chaqueta roja y pantalones marrones, y una curita en su mejilla; era un chico extremadamente guapo. No pudo quitarle la mirada de encima por ningún segundo. Parecía una acosadora en esos momentos.
El chico hablaba animadamente con una chica rubia y de ojos azules, a la vez que bebían café y compartían algún pastelillo.
Parecía que estaban en una cita.

—¿Kagura?. —llamó el rubio entre los presentes. Homura se notó desubicada al escuchar ese nombre.
—En primera, es Homura; en segunda, gracias. —pagó su café y lista para irse, chocó con alguien.
—¡Lo siento!. —gritó el chico apenado y arrepentido. Era EL chico. —Permíteme ayudarte. Dios, que desastre. Déjame invitarte otro. —al ayudarla a levantarse, rápidamente, se dirigió a la caja donde el rubio pedía limpieza al lugar. —¿Puedes darme lo mismo, por favor?.
—Seguro. —cuando se fue, ese chico se acercó de nuevo a Homura.

Cuando la orden fue restaurada y entregada a Homura, aquel chico volvió a la mesa junto a la rubia. Homura no le quitó la vista de encima hasta volvió a sentarse y supo que era hora de retirarse del local antes de parecer una acosadora.

***

Si bien, la vida puede ser una pequeña perra, a veces, sólo a veces, te puede tender una mano y ser amable contigo. Así se sentía ella en esos momentos.

Aquel chico, cuyo nombre desconocía, estaba leyendo un libro, de pie frente a la estantería de donde lo saco. Esto debía ser un acto de Dios o el destino... ¿¡Acaso su destino era estar juntos y tener docenas de hijos!?. Ok, debía calmarse. Tal vez tanto café ya le estaba haciendo daño.

Detrás de una estantería, trataba de darse valor para acercarse y hablarle. Por muy ruda y estoica que pudiera ser en la vida, se ponía muy nerviosa al tratar con hombres; especialmente los que eran tan atractivos como el.

Inhaló y exhaló varias veces a fin de controlar sus nervios. Puso su mejor rostro, más su mejor sonrisa y con toda la confianza del mundo depositada en su ser, se acercó a él.

—Hola, ¿Como estas? ¿Bien? Que bueno me llamo Homura ¿y tu? Seguro es un nombre tan lindo como tú rostro jajaja eres muy guapo y todo, me gustaría salir contigo algún día ten mi número llámame ¡adiós!. —nadie sabía que era lo más gracioso: Su obvio nerviosismo al hablar, que arrojará el papel con su número al aire y este cayera al suelo o que pareciera pingüino al marcharse.

Lo más triste del asunto era que el chico traía puesto unos audífonos, por lo que ni vio ni oyó nada de lo que sucedió. Que triste.

Creyendo que había logrado el ligue del siglo, salió del lugar con aire de campeona. Es mejor no matar las ilusiones de nadie. Para eso ya existe la realidad.

***

En su casa, Homura esperaba PACIENTEMENTE la llamada de ese chico. Como si fuera una adolescente, miraba su celular  constantemente, a la espera de una llamada o un mensaje de ese chico.

Por horas espero, sentada en su sillón y los ojos clavados a la pantalla. Su celular sonó 2 veces en el transcurso, siendo una uno de esos personajes de Telemundo y sus "productos de alta ingeniería" y la otra un intento de extorsión. A ambos les dijo sus verdades antes de mandarlos a freír espárragos. Estaba demasiado ocupada como para tratar con esos idiotas.

El volvió a sonar, con el contacto desconocido. Ella respondió modo calmado, por si acaso.

—¿Si?. —preguntó desinteresada, por si acaso.
—¿Hola?. —su corazón dió un vuelco al oír esa voz. Era el. —Disculpa, ¿Eres Homura?.
—¡Si!... Digo, si, tal vez, ¿Quien pregunta?. —cambio a su modo estoico. No debía parecer una desesperada.
—Mi nombre es Shiki Granbell. Encontré tu número en un papel en el suelo de la biblioteca y no pude evitar llamar. —confesó de modo sincero. Ese chico era realmente adorable.
—Yo me Homura. Oye, ¿No te gustaría ir a tomar un café o ver una película?. —preguntó directamente. Si quería a ese Shiki, debía ser directa.
—Claro. ¿Te gustan las de terror? Están estrenando una en el cine del centro. ¿Te gustaría ir el sábado? Digo, si puedes y quieres, claro está. —nadie se había preocupado tanto por ella.
—Me parece excelente. —respondió, reprimiendo sus ganas de gritar.
—¿Puedo pasar por ti?. —preguntó.
—Te doy mi dirección.

Luego de intercambiar datos, Shiki colgó y ella se quedó viendo su celular, aún sin poder creer lo que había pasado. ¡Habia aceptado! ¡Que alegría!. Pero ahora surgía otro dilema, ¿¡Que se iba a poner!? ¡¡Solo le quedaban 5 días!! ¡¡No debía perder el tiempo!!.

Tomó su bolso y monedero, salió de su hogar y fue al centro comercial con un solo pensamiento en mente: Ropa para su cita.

***

Que rápido pasaba el tiempo, a decir verdad.

Primero había sido la cita, después fue otra y otra y otra y así hasta que empezaron a salir.

Sin darse cuenta el tiempo voló alto, llegando a 4 años de relación.

Eso significaba que finalmente, estaban listos para "eso".

Durante el transcurso de una película que estaban mirando, Homura se le subió encima y empezó con besos húmedos que terminaban en su piel como uno que otro chupón.

Ella tomo la iniciativa, tomando la mano del chico y guiandole a la alcoba. Al llegar, y sin querer parecer muy sumiso, Shiki sujeto sus caderas y la beso con fervor.

Poco a poco fueron recostandose; Shiki encima de Homura, sin separar los labios.

—¿Estas segura? —aun tenía esa pizca de duda, y de miedo. No quería hacerle daño.
—Hazlo. —pidió. —He esperado este momento por mucho tiempo. Quiero ser tuya. Quiero que seas mío... Sólo mío. 

Volvió a besarle y esa noche hicieron el amor.

El resto de su tiempo fue sencillo: Matrimonio consumado, hijos y la vejez.

Claro que tuvieron conflictos, era normal en todo matrimonio; pero lo superaron.

Ahora ambos eran octogenarios y muy felices.

Mirando el atardecer, sentados en el pórtico del hogar que habían comprado hacia tanto tiempo, la pareja sonreía de un modo tan sincero.

—Shiki...
—¿Si?
—Creo que ya se por que entre a la cafetería ese día. —su marido le miro intrigado.
—¿Y que fue? —preguntó curioso. Era un tema recurrente en su Matrimonio.
—El destino. —respondió ella como si un peso menos saliera de ella. —Creo que el destino quería que nos conociéramos y formaramos toda una vida juntos. Sin importar lo que hubiera dicho antes, amarte y conocerte, ha sido la mejor experiencia de mi vida. —sonrio para el. El hizo lo mismo. Ni las arrugas quitaban el encanto de su sonrisa.

No sabían cuanto tiempo les quedará, pero sin importar los números que el tiempo les revelará, seguirían disfrutando de la compañía del otro, por siempre; incluso, más allá de la muerte.







































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TRminamos.

Se que ya hice uno, ¡pero es que me encanta el Shimura! ¡Se ven realmente lindos juntos! Ahhh...
Pero bueno, basta de fantasear que hay que despedir el capítulo.

¡Gracias por el tiempo y la atención prestadas a la lectura! y sin más que agregar, hasta la próxima.

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